DÍA de los SANTOS (B) ¿Cuántos quisieran ir al cielo? Ahora, el examen final: ¿Cuántos están listos para ser inscritos en este libro de los difuntos? Anda, levanten las manos los que están listos. Como ven, hay muy pocos de Uds. realmente están listos para estar cara-a-cara con Dios. ¿Por qué? ¿Por qué no están listos? Parece que todos quieren ir al cielo pero nadie quiere morir para llegar. ¿Qué es los que les impide estar listos? Hoy celebramos el Día de los Difuntos. Le damos gracias a Dios por las vidas de los inscritos en el libro de Dios. Es una gran fiesta en la iglesia. Hoy recordamos con amor a todos nuestros queridos difuntos. Les pregunto siempre si están viviendo como quisieran ser recordados. ¿Pues, lo están haciendo, o no? Si sí, no hay nada que temer porque seremos héroes para nuestras familias y amigos. Si todavía no, ¿pues qué estamos esperando? Nuestros difuntos son nuestros héroes y también para sus familias, vecindades, lugares de trabajo, naciones, y sus iglesias. Hay un restaurante en el estado del Oeste que tiene un letrero que dice: “El héroe es alguien que prende una gran luz en el mundo, que sirve como antorcha en las calles oscuras de la vida para que puedan guiarse la gente. El santo es el hombre o mujer que anda por los caminos oscuros del mundo, él o ella misma, siendo la luz.” Santos son gente que merecen ser imitados y seguidos. Tienen una integridad que les deja mantenerse firmes cuando el mundo pide algo distinto. Ser santo es tener una forma especial de vivir. Pero también es ser testigo de lo que Cristo ha hecho en su vida y testigo de su presencia. Cuando su peregrinación vital termine, el santo ha dejado a un mundo mejor por haber vivido. Tony de Mello, un Jesuita, cuenta de alguien que era tan santo que los ángeles cantaban solo al verlo. Lo curioso era que él no tenía la más mínima noción que era santo. El vivía su vida emanando bondad como una flor comparte su fragancia y belleza, o una vela su luz. Su santidad consistía en que “Él se olvidaba del pasado de alguien y lo miraba como era ahora. El miraba más allá de la apariencia y miraba al ser de cada persona, donde su inocencia no lo dejaba ver lo que estaba haciendo. Así podía amar y perdonar a todos. Este no creía que esto era extraordinario. Así quería tratar a todos. (Ibíd., pg. 13-14) 1 La actitud vital de un cristiano tiene que ser esta: el querer que el mundo sea un mejor lugar por haber vivido. Santidad es una forma de vivir, es ser testigo de la presencia de Jesús en el mundo, y es vivir de forma que el mundo mejora por haber vivido. Cristo nos llama a vivir vidas de misericordia, de paz, justicia, y generosidad, que alumbremos al mundo oscuro. Hoy celebramos y recordamos las vidas de los que sirvieron como antorchas de luz brillante en nuestro en tinieblas. Hoy compartimos a nuestros familiares lo que recordamos de nuestros queridos para que su memoria nunca muera. Hoy hablamos de nuestros santos difuntos como héroes dignos de ser imitados. Pidamos por la gracia de dejar a un mundo mejor por haber vivido. Pidamos por la gracia de ver más allá de apariencias y ver a alguien como Dios: con amor y perdón. Pidamos por la gracia de aprender a dar nuestra vida en el servicio de los demás, iluminándolo y dejándolo a un mundo mejor por la luz de Cristo. Ahora, canten conmigo: “Esta luz que es mía, la dejaré brillar…” 2