AMERICA LATINA El TESTIMONIO DEL GENERAL ALEJANDRO A.LANDSSE. ENTRETELONES DE ON RÉGIMEN MILITAR Un documento casi único en América latina La publicación del libro MI testimonio del ex presidente de Argentina, General Alejandro A. Lamisse, ha causado un gran impacto político en el país hermano. Otro ex presidente, el General Juan Carlos Onganía, ha salido a la palestra para impugnar las tesis del General Lanusse, y el actual gobierno argentino ha designado un tribunal de honor compuesto por altos jefes militares para dirimir la contienda. Mas allá de la polémica suscitada, el libro tiene el valor de constituir un documento casi único en America latina. En efecto, rompiendo el carácter más o menos secreto que caracteriza a los regímenes militares, et libro úc Lanusse nos permite conocer las intimidades de una etapa importante del régimen militar argentino y arroja luz sobre las motivaciones y contradicciones que tienen lugar en los altos mandos militares dentro de un sis tema político autoritario de gobierno. Mi entrevista con el ex presidente de Argentina Dr. Arturo lilla y el factor imprevisto en la historia GUSTAVO LAGOS En ct ejercicio de un cargo directivo internacional en Buenos Aires, el autor de este artículo vivió en Argentina desde enero de 1965 hasta mayo de 1969, o sea, en las postrimerías del Gobierno democrático del Dr. Illia y durante buena parte del régimen autoritario del Genera! Onganía a cuyo ana Itsis está dedicada una porción significativa del Testimonio. A Tines de abril de 1969, pocos días antes de re gresar a Chile, visité en su domicilio particular al L-X presidente Illia con el objeto de agradecerle el apoyo que su gobierno había dado al organismo internacional de mi dirección '. Como se sabe, el gobierno del Dr. Illia había sido derrocado en 1966 por el golpe de estado del General Onganía, quien había subido al poder con el ambicioso programa de la "Revolución Argentina" que él diseñó en tres etapas consecutivas: el tiempo económico, destinado a sanear la economía, el tiempo social, deslMiado a elevar el nivel de vida de la población, especialmente de los trabajadores, y por último, el tiempo político destinado a dar a! país una nue. va democracia vigorosa y libre de los vicios del pasado. En abril del 69, la Argentina estaba en "calma", la politice económica conducida por el Ministro Krieger Vasena había tenido "éxito", y la economía mostraba signos "evidentes" de "saneamiento". En la Argentina de Onganía no volaba una mosca. A los ojos de un observador extranjero y d<¿ los argentinos mismos, no se divisaba en ninguna clase 0 grupo social protesta alguna cuntía el régimen. 1 El aulor fue Director del Instituto para la Integración de América latina ílNTAl.l <ld BID desdi: su fundación hasta t] l11 de mavo de í'Jti'J. M F N S A J E N? 267 MARZO-ABRIL 1978 159 AMERICA LATINA La pasividad política de la población parecía ser el signo que predominaba absolutamente. Tal arabicnte explica sin duda el vaticinio que me hizo el ex presidente Illia en nuestra entrevista: no hay esperanza de retorno £i la democracia —me dijo—, el gobierno de Ongania tiene por lo menos para diez años más. Poco más de un mes después de tal vaticinio, se producía el "cordobazo" que señala el principio del Tin del gobierno de Ongania. Al año siguiente, Ongania caía derrocado por las FF. AA. Tal acontecimiento, imprevisto para los mejores analistas políticos, rompía la secuencia lógica de los sucesos, quebraba la línea recta de los que creen que puede aprisionarse a la historia en etapas prefijadas. El libro de Lanussc se inicia con el análisis del "cordoba/.o" que colocó a "la Revolución Argentina en la encrucijada". El pueblo había agotado su capacidad de ser espectador "El estallido de Córdoba —escribe Lanusse— fue el símbolo de muchas cosas al mismo tiempo". Mostró el profundo descontento que existía contra Ongania, descontento que se ocultaba tras una calina aparente y que se hizo manifiesto en la multitudinaria demostración que inundó las calles de Córdoba compuesta por obreros de la industria automotriz y de Luz y Fuerza, trabajadores de todo tipo, aplaudidos por el público tanto en los barrios populares como en las zonas residenciales, mientras estudiantes y abogados se adueñaban del Palacio de Justicia. No cabía duda: la población simpatizaba con los manifestantes. El General Carcagno, en ese tiempo comandante de la Brigada IV, diagnosticó asi la situación: "Desde la mañana comenzó a desarrollarse lo que serla una manifestación masiva de disconformidad ciudadana. Yo pienso que esa disconformidad tenía un origen económico y social pero pienso, también que el pueblo había agotado su capacidad de ser espectador" (p. 13) 2. Cuando el mismo General fue nombrado interventor de la provincia puso condiciones: "lié, dijo. pero no solamente a restablecer el orden en las calles sino también a restablecer el diálogo". La aumentación recíproca de (os extremismos El General Carcagno no hacia sino representar las inquietudes del ala moderada del Ejército que se sentía cada vez menos interpretada por el Presidente militar. Ongania estaba muy presionado por .su equipo intimo que buscaba una salida "nacionalista revolucionaria" hasta el punto que algunos 2 Las L-itas entre comillas eslán tomadas del libro de Lunisse, MI Ti-siinioiiio, Lasscrrc - Editores, 1976, B, Aires. 160 de sus integrantes tomarían poco después contacto con sectores insurreccionales, buscando con ellos el común denominador antiliberal y antidemocrático. "La perspectiva de una convocatoria a elecciones aterrorizaba más a determinados asesores del Presidente que la perspectiva de una sublevación general". "La alimentación y realimentación recíproca de los extremismos está lejos de ser un fenómeno nuevo" (p. 17). Dentro de tal contexto, Onpranía tendía a explicar lus acontecimientos de Córdoba como producto de una acción subversiva deliberada y subvaloraba los factores político-sociales como generadores del "cordobazo". Inspirado en un modelo neo-franquista, pocas veces desalentó la hipótesis de un ensayo corporativo. Sin embargo, lo ocurrido en Córdoba lo hizo aparentemente recapacitar y a fines de junio del 69 aceptó que los partidos políticos eran la base necesaria de toda solución posible en el marco do la tradición democrática de Occidente. "Nadie dijo nunca —expresó— que tengan que desaparecer los partidos políticos... Al tiempo social, seguirá el político" (p. 17), Por primera vez en 3 años parecía insinuarse un plan para restablecer la democracia en la Argentina, pero a poco andar Ongania lo abandonó. "La total falta de reflejos políticos por parte del Gobierno —escribe Lanusse— fue un ejemplo perfecto de la soberbia que termina por dominar a muchos funcionarios durante las administraciones de fuerza .. . Estaba vigente un estilo en cuanto se vinculaba con el orden: tan rígido que coadyuvó a crear el desorden y la incomunicación entre dis tintos sectores del país" (p. 19). Las protestas estudiantiles comenzaron a exteriorizarse en Corrientes. Rosario y Buenos Aires con su trágico saldo de muertos, heridos y detenidos. Un General resumió la situación: "La Revolución está sola. Las Fuerzas Armadas constituyen su único apoyo real y el Presidente no puede continuar sin escucharlas" (p. 22). Un esquema de par licitación que podía haber hecho volar el país en pedazos El acontecimiento imprevisto del "cordobazo" había, en 'realidad, asestado un golpe de muerte a la autoridad del gobierno de Ongania. El gobierno "invocaba el plebiscito constante como base de su legitimidad, pero el consenso no existía". El Ejército intuía el peligro y, cíclicamenle, establecía un límite a la tendencia mesiánica de algunos sectores oficialistas. Pero el Presiden le de la Nación no parecía comprender totalmente su situación. Su relación con las Fuerzas Aliñadas había sido siempre difícil, pero sin llegar al enfrentamiento. Esta relación se fue progresivamente deteriorando y empezaron a surgir cada vez con mayor insistencia los reclamos en favor de que Ongania fuera relevado. Los estudios del Estado Mayor sobre el diagnóstico de la situación del país comenzaron a MENSAJE N' 2G7 MARZO-ABRIL 1978 AMERICA LATINA proliferar. Se delectaba fácilmente la dificultad de la transición del tiempo económico al tiempo sofia], y más aún, la de éste at tiempo político. En estas circunstancias, el General Lanusse, designado recientemente Comandante en Jefe del Ejército, expresó a Onganía que era indispensable una reunión del Presidente con los altos jefes de las tres Fuerzas ... "Los resultados de esa conferencia fueron desesperantes. El presidente no contestó claramente a las preguntas que se le formularon y mostró una anacrónica inclinación corporativista, verdaderamente alarmante. Todos o casi todos los generales salieron con la sensación de que se intentaría en el país un remedo del fascismo ... (p. 77). Al cabo de cuatro años nos encontrábamos asi con un Presidente presentando a los generales un esquema de participación que podía haber hecho volar al país en pedazos" (p. 78). Agravación de las tensiones sociales v políticas. Distanciamienlo progresivo entre el Presidente y las FF. AA. Al iniciarse 1970, se veía ya claramente que Onganía perdía crecientemente el control de la situación, dt'soía el cauteloso pesimismo de un informe de la Inteligencia del Estado Mayor del Ejército "y mantenía una visión optimista del porvenir como si siempre quedaran diez años por delante". El tiempo económico había dado algunos logros: reducción del déficit fiscal, crecimiento de las reservas del Banco Central, aumento de P.N.B. en un 4.8% en 1968 en con liaste con el 1.7 en 1967, reducción del desempleo y de la tasa de inflación, creación del nuevo peso (equivalente a $ 100 viejos) a partir del 1" de enero de 1970. La economía se había abierto al capital i:\lranjero y predominaba un esquema económico liberal. Sin embargo, tales "logros" no alcanzaban a contrapesar las profundas tensiones derivadas de las vaguedades e incertidumbres que rodeaban los planes gubernativos con respecto al tiempo social y al tiempo político. Las huelgas, las demos I rae iones callejeras, y los actos de terrorismo comenzaban a enseñorearse del país. La falta de éxito de la ley anticomunista que Onganía había dictado por decreto del 25 de agosto de 1967 para "impedir la agresiva penetración del comunismo en todos los campos de la vida nacional... se había medido, por ejemplo, en el crecimiento de líneas ideológicas subversivas que no existían antes en la República". Como lo expresó el ex Presidente Arturo Frundi/.i, en una declaración que conmovió a las FF.AA. y al país, existís "la más tremenda confusión respecto de los planes institucionales de la Revolución". El mismo día de la declaración de Frondizi, Onganía contestó acusando a los políticos de haber "llevado a la República a una bancarrota moral v material, cuya recuperación costó sangre y dolor a los argentinos y de la cual aun .soporta, mus las consecuencias". MENSAJE N? 267 MARZO-ABRIL r97B El gobierno se encasillaba diciendo que lo principal respecto al tiempo suclal y al tiempo político era alcanzar objetivos y no fijarse plazos rígidos para la normalización Institucional del país. Dentro de tal contexto el documento denominado "Situación", elaborado por el Ejército y entregado a Onganía con fecha 28 de abril del 70, marcó un hito en la crisis ya desencadenada. El documento proponía analizar cuidadosamente las críticas dirigidas contra el gobierno y el Presidente, "a efectos de desvirtuarlas o aprovecharlas en el caso eventual de que fueran justificadas". Las principales críticas eran: 1) "el fracaso de una política económica cuyos resultados se traducen en la quiebra de la paz social, el quebranto de la pequeña v mediana industria; la desnacionalización de empresas netamente argentinas; el sometimiento del país a intereses financieros extranjeros; la crisis de la empresa agraria y el estancamiento del desarrollo general del país"; 2) la incapacidad de conducción del gobierno y sus contradicciones internas; 3) "la existencia de fabulosos negociados en los cuales se hallarían complicados hasta ministros y secretaríos de Estado" (p. 88). F.l 27 de mayo la exposición del Presidente Onganía ante los al tus mandos del Ejército para analizar y evaluar dicho documento fue, en palabras de Lanusse, "lisa y llanamente una catástrofe nacional" (p. 91). Demostró el abismo que existía entre la opinión de la mayoría de los generales y la opinión del Presidente. "Con la Nación a punto de estallar", según el juicio de Lanusse, Onganía expresó: "estoy completamente optimista respecto a la marcha del proceso.. . Cada día el camino es más claro..." (p. 93). Dos días después, ante una pregunta de Onganía acerca de la opinión de los generales sobre su exposición, Lanusse le respondió que podían Identificarse dos sectores enlre las variadas opiniones: "el sector de los generales que no entendieron lo que Ud. quiso decir y el sector de los generales que están en total desacuerdo con lo que Ud. dijo" (p. 102). El Presidente destituye a los Coimndantes en Jefe y éstos destituyen al Presidente A principios de junio, Onganía convocaba a diversas leunionfs del Consejo Nacional de Seguridad (Conasc). En estas reuniones quedó claro que el pensamiento del Ejército y el del Presidente diferían profundamente. En efecto, si bien las Fuerzas Armadas habían llegado al Gobierno "convencidas de que una generación política había terminado", el Ejercito comprendía que, ante la crisis de! régimen, era preciso instaurar la democracia con un Congreso con representación de la opinión pública a través de partidos políticos aunque estos mecanismos permitieran el retorno de anti. guas figuras políticas. Propiciaba, por tanto, una normalización institucional netamente democráti161 AMERICA LATINA ca a corto plazo. Mientras para el Ejército el poder de Ongania derivaba del respaldo militar, el Presidente procedía como si su poder no derivara de las Fuerzas Armadas. El Presidente seguía apegado a sus vagos esquemas corporativos, tenía una concepción monárquica del poder y, ante las críticas, reaccionaba como un monarca traicionado. Onganía quería un nuevo cheque en blanco, coma el que se le había dado cuando asumió el poder; seguía pensando en una normalización a diez años. Para él "consultar a los sectores políticos constituía una aberración; consideraba que él, solamente, debía determinar el ritmo <in los acontecimientos de acuerdo a paulas pragmáticas que eran indudablemente subjetivas". F.l desacuerdo sobre el tiempo político constituía ya un callejón sin salida. Ante una nueva citación de Onganía a los tres comandantes en Jefe para un lunes 8 de junio, Lanusse y el Almirante Gnavi, comandante en Jefe de la Marina y Presidente de la Junta de Comandantes ele las tres ramas, elaboraron un plan inmediato que consistía en que el Almirantazgo comunicaría su no asistencia a la reunión ante la falta de definición de un plan político y convocaría a los Jefes de las tres Fuerzas. Lanusse dispuso por su parte citar a todos los generales de división. El operativo se puso en marcha en la forma planeada y se desarrolló desde las nueve y media de la mañana hasta las 23 horas Í7, hora en que Onganía presentó su dimisión. En el intertanto Onganía había destituido a Lanusse primero, y luego al Brigadier (General] Rey de sus cargos de Comandantes en Jefe del Ejército y de la Fuerza Aérea respectivamente, destituciones que no encontraron el menor eco en la oficialidad ni en la iropa. El golpe incruento había durado 14 horas y se efectuó ante la pasividad de la población. Después de cuatro años de poder omnímodo Onganía "no se convencía de que había quedado solo", a pesar de que ningún regimiento salió en su defensa. Únicamente cuando las tropa.s avanzaron hasta la casa de Gobierno percibió la realidad en itxlu su alcance y acató la petición de renuncia que la Junta de Comandantes le había formulado casi ucho horas antes. El hilo conductor del testimonio de Lanusse El largo espacio dedicado al recuento de los acontecimientos que llevaron a la destitución de On^aola por las FF.AA. era necesario porque durante ese período se hacen presente los grandes temas en torno a los cuales se configuran las contradicciones internas del régimen militar argentino, y se percibe claramente el hilo conductor del libro Mi testimonio. La 'Revolución Argentina" que derrocó al Dr. Ar. turo Illia y colocó en su remplazo al General Onganía había contraído un compromiso con el país; 162 lograr una nueva instilucionalidad que permitiera el funcionamiento eficiente y estable de una democracia verdadera que, superando las antiguas antinomias, fuera verdaderamente representativa de la mayoría del pueblo argentino y de su unidad nacional y no de gobiernos que, aunque elegidos constitucionalmenlc, dieran en la práctica minoritarios. No existía la voluntad de perpetuarse en el poder sino de crear las condiciones para que el compromiso lucra posible, la salida tenía que ser con Parlamento, Consl Unción y partidos políticos. El régimen de las FF.AA. se concebía como esencialmente transitorio aunque no se le hubiere fijado plazo y el poder del Presidente emanaba directamente de las FF.AA. representadas en último término por la Junta de Comandantes en Jefe de las lies ramas y nu por el titular del Poder Ejecutivo aunque él fuera militar. La normalización institucional con las características señaladas era por lo tanto el objetivo supremo al cual debían subordinarse todos los otros. No era el tiempo económico, por importante que fuera, el que debía predominar, sino el objetivo político, constitutivo del compromiso. Por la personalidad de Onganía, la euforia del poder, la confusión ideológica, la proscripción de los partidos políticos, el surgimiento de diversas fórmulas para realizar el compromiso, y la inexperiencia de los responsables de la conducción del proceso, durante los cuatro años de Onganía. los militares —el Presidente y yo, entre otros, escribe Lanusse "no supimos ver que la política existía v que nada sei i;: más peligroso que considerarla inexistente" (p. 130). El "cordobazo" provoca el despertar de la conciencia del Ejército sobre el compromiso con el país y a partir de ahí surgieron dos estrategias: una muy definida, la de Lanusse, con su concepción del Gran Acuerdo Nacional y otra, vaga e imprecisa, encamada primero en Onganía y luego en el General Levingston (designado Presidente por la Junta de Comandantes en Jefe), que sólo duró nueve meses en el poder. Levingston cayó, como Onganía, porque intentó dilatar el proceso de institucional ización y "descubrió" nuevas fórmulas para ello que en el fondo representaban un escamoteo de la democracia. Mientras que la inmensa mayoría de los altos mandos consideraba que la disolución de los partidos políticos había sido circunstancial, para Levingslon cía "una decisión irreversible", no obstante lo cual serían consultados "en un diálogo intenso y fluido con los hombres más representativos pero como simples corrientes de opinión, no como partidos". Levingston cayó no sólo porque perpetuaba la si tuación de Onganía, en una extraña mezcla del ontraníismo más el criterio democrático que formaban "un pastiche indigerible", sino también porque, en último término, al igual que su antecesor, desconoció que su cargo de Presidente derivaba de un mandato de la Junta de Comandantes en Jefe v no de otra fuente que lo legitimara. Cuandu MENSAJE N- 267 MARZO • ABRIL 1978 AMERICA LATINA el 22 ÍK- muí /.o culmina el proceso de su enfrentamiciitu con lus Comandantes en .Tele, destituyó a l^anusse, decisión que no Fue aceptada por los Comandantes en Jefe de la Marina y la Fuerza Aérea ni tampoco por los generales del Ejército, lo que provocó su destitución por las FF.AA. a las dos y media cíe !a madrugada del 23 de marzo. El 25 de marzo, la Junta nombraba a Lanusse Presidente de la Nación. Desde ese momento adelante, durante los 26 meses de la Presidencia de Lanusse. las FF.AA. en un estrecho entendimiento cnlre el Presidente y la Junta de Comandantes, implcinentaron la estrategia del Gran Acuerdo Nacional, que permitió la realización de elecciones libres el 11 de marzo de 1973, en las cuales triunfó el candidato peronista del Frente Justicialisia de Liberación, Héctor Cámpora, con el 49"/o de los votos contra sólo el 21,2% que obtuvo su más próximo contendor, Ricardo Balbin de la Unión Cívica Radical. Un análisis permanente de la situación realizado por la Comisión del Plan Político de las tres ramas de las FF.AA. permilió mantener la unidad militar. Durante esos difíciles 26 meses, el gobierno debió soportar el natural desgaste de las FF.AA. por el largo ejercicio del poder, el descaste de los dirigentes políticos que habían sido rehabilitados, el más cruento terrorismo subversivo, las conspiraciones de la extrema derecha, las confabulaciones de los peores intereses financieros ("aquellos que sólo pueden prosperar donde no hay democracia ni Congreso" escribe Lanusse), "la mayor demagogia lanzada jamás al mercado político argentino" y los ataques e intrigas de Perón, del pe ronismo y de sus fracciones contradictorias. El hilo conductor del testimonio es la arraigada convicción de Lanusse de "que la Argentina, por la madurez de su pueblo y por la cultura de sus ciudadanos, solamente podía realizarse en el ritmo creador de la democracia". "Yo no creía —escribe— en los mesianismos o las soluciones dictaloriales. Nunca había querido ceder a la tentación de apoyar aquello de lo cual uno sale moralmcnte contaminado y, por mis convicciones, sufrí cárcel durante cuatro nños, entre 1951 y 1955" (bajo el gobierno de Perón). Pero, ¿en qué consistía el Gran Acuerdo Nacional? En un consenso generado entre militares y civiles, representativo de las aspiraciones de todos los sec tores democráticos del país, que respondiendo a la tradición republicana de Argentina colocara la generación del futuro gobierno a nivel del pueblo, rechazando toda "institucionali/.ación menos riesgosa basada, por ejemplo, en el corporativismo, el funcionalismo y el concejalismo o el llamado modelo brasileño", y repudiando también el recurso a la violencia de la subversión y de los extremismos. El gran Acuerdo Nacional (G.A.N.) hacía fronte a los dos grandes problemas nacionales, el de la subversión extremista y el de la desunión nacional e implicaba la subordinación de lo económico a lo político. El G.A.N. implicaba dejar de MENSAJE N» 267 MARZO • ABRIL 1978 enseñar al país "a burlarse de los políticos, considerados como inocuos por definición" y reconocer que "existía una gran brecha entre las FF.AA. y la mayor parte de los argentinos", que "nuestra institución (el Ejcrcilo) no está para la represión indiscriminada" sino que representa los valores fundamentales de la nacionalidad. Hacia una evaluación de "Mi testimonio" ¿Que pensar de la obra del General Lanusse? Habría que distinguir entre su valor sociológico y su valor histórico. Como documento sociológico, su valor es indudable. Documento casi único en América latina permite conocer cómo funciona por dentro un régimen militar y en este sentido podrían señalarse una serie de problemáticas y focos de investigación que de él surgen. En cuanto a su valor hislórico, constituye, sin duda, un documento "parcial" como el mismo autor lo reconoce en el prólogo, pero el lector queda con ta impresión de que el Testimonio es sincero aunque pueda equivocarse en muchas de sus apreciaciones. Para poder evaluarlo debidamente habrá que esperar que la perspectiva del tiempo permita contar con estudios históricos ya que sólo ellos podrán servir LIL1 base a un juicio objetivo. La paradoja histórica lia querido que sea un militar que sufrió la prisión bajo Perón el que haya hecho posible su retorno al poder. El triunfo de Cámpora en los comicios del II de marzo de 1973 infligió "una derruía táctica" a las FF.AA. "ya que no estaba en nuestra voluntad y. menos aún, en nuestra vocación, el triunfo de un peronismo cautizadu donde predominaban confusas ideologías extremistas. Pero el gobierno de las FF.AA. no era el gobierno de un partido político, que gana o pierde elecciones, ni la estrategia que habíamos puesto en marcha consistía en lograr un revés electoral de la corriente ideológica que fuere" (p. 262). Concordamos con ese juicio del General Lanusse y pensamos que el Gran Acuerdo Nacional fue una etapa en la reintegración política de! pueblo argentino —obstaculizada largo tiempo por la proscripción del peronismo. Si bien es cierto que tuvo que pagar el alto precio de la tragicomedia del gobierno de "Isabcüla"— otro acontecimiento imprevisto en la historia— contribuyó a deshacer el mito de Perón. Perón "vino, volvió a venir, fue Presidente en lugar de Héctor J. Cámpora y murió maldiciendo a la guerrilla y al terrorismo", a las cuales había alentado desdi' el exilio. Quizás los historiadores señalen en el porvenir que. al deshacer el mito de Perón, el General La. nusse realizó un aporte insospechado, de incalculables proyecciones para el futuro político de Argentina. 3 de marzo, 1978 163