El TESTIMONIO DEL GENERAL ALEJANDRO A

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AMERICA LATINA
El TESTIMONIO DEL
GENERAL ALEJANDRO
A.LANDSSE.
ENTRETELONES DE ON
RÉGIMEN MILITAR
Un documento casi único en América latina
La publicación del libro MI testimonio del ex
presidente de Argentina, General Alejandro A. Lamisse, ha causado un gran impacto político en el
país hermano. Otro ex presidente, el General Juan
Carlos Onganía, ha salido a la palestra para impugnar las tesis del General Lanusse, y el actual
gobierno argentino ha designado un tribunal de
honor compuesto por altos jefes militares para
dirimir la contienda.
Mas allá de la polémica suscitada, el libro tiene
el valor de constituir un documento casi único en
America latina. En efecto, rompiendo el carácter
más o menos secreto que caracteriza a los regímenes militares, et libro úc Lanusse nos permite conocer las intimidades de una etapa importante del
régimen militar argentino y arroja luz sobre las
motivaciones y contradicciones que tienen lugar
en los altos mandos militares dentro de un sis
tema político autoritario de gobierno.
Mi entrevista con el ex presidente de
Argentina Dr. Arturo lilla y el factor
imprevisto en la historia
GUSTAVO
LAGOS
En ct ejercicio de un cargo directivo internacional
en Buenos Aires, el autor de este artículo vivió en
Argentina desde enero de 1965 hasta mayo de 1969,
o sea, en las postrimerías del Gobierno democrático del Dr. Illia y durante buena parte del régimen autoritario del Genera! Onganía a cuyo ana
Itsis está dedicada una porción significativa del
Testimonio.
A Tines de abril de 1969, pocos días antes de re
gresar a Chile, visité en su domicilio particular al
L-X presidente Illia con el objeto de agradecerle el
apoyo que su gobierno había dado al organismo
internacional de mi dirección '. Como se sabe, el
gobierno del Dr. Illia había sido derrocado en 1966
por el golpe de estado del General Onganía, quien
había subido al poder con el ambicioso programa
de la "Revolución Argentina" que él diseñó en tres
etapas consecutivas: el tiempo económico, destinado a sanear la economía, el tiempo social, deslMiado a elevar el nivel de vida de la población,
especialmente de los trabajadores, y por último,
el tiempo político destinado a dar a! país una nue.
va democracia vigorosa y libre de los vicios del
pasado.
En abril del 69, la Argentina estaba en "calma", la
politice económica conducida por el Ministro Krieger Vasena había tenido "éxito", y la economía
mostraba signos "evidentes" de "saneamiento". En
la Argentina de Onganía no volaba una mosca. A
los ojos de un observador extranjero y d<¿ los argentinos mismos, no se divisaba en ninguna clase
0 grupo social protesta alguna cuntía el régimen.
1 El aulor fue Director del Instituto para la Integración de
América
latina ílNTAl.l <ld BID desdi: su fundación hasta t]
l11 de mavo de í'Jti'J.
M F N S A J E N? 267
MARZO-ABRIL
1978
159
AMERICA LATINA
La pasividad política de la población parecía ser
el signo que predominaba absolutamente. Tal arabicnte explica sin duda el vaticinio que me hizo el
ex presidente Illia en nuestra entrevista: no hay
esperanza de retorno £i la democracia —me dijo—,
el gobierno de Ongania tiene por lo menos para
diez años más.
Poco más de un mes después de tal vaticinio, se
producía el "cordobazo" que señala el principio
del Tin del gobierno de Ongania. Al año siguiente,
Ongania caía derrocado por las FF. AA. Tal acontecimiento, imprevisto para los mejores analistas
políticos, rompía la secuencia lógica de los sucesos, quebraba la línea recta de los que creen que
puede aprisionarse a la historia en etapas prefijadas. El libro de Lanussc se inicia con el análisis
del "cordoba/.o" que colocó a "la Revolución Argentina en la encrucijada".
El pueblo había agotado su capacidad
de ser espectador
"El estallido de Córdoba —escribe Lanusse— fue
el símbolo de muchas cosas al mismo tiempo".
Mostró el profundo descontento que existía contra Ongania, descontento que se ocultaba tras una
calina aparente y que se hizo manifiesto en la
multitudinaria demostración que inundó las calles
de Córdoba compuesta por obreros de la industria
automotriz y de Luz y Fuerza, trabajadores de
todo tipo, aplaudidos por el público tanto en los
barrios populares como en las zonas residenciales,
mientras estudiantes y abogados se adueñaban
del Palacio de Justicia. No cabía duda: la población simpatizaba con los manifestantes.
El General Carcagno, en ese tiempo comandante
de la Brigada IV, diagnosticó asi la situación:
"Desde la mañana comenzó a desarrollarse lo que
serla una manifestación masiva de disconformidad ciudadana. Yo pienso que esa disconformidad
tenía un origen económico y social pero pienso,
también que el pueblo había agotado su capacidad
de ser espectador" (p. 13) 2.
Cuando el mismo General fue nombrado interventor de la provincia puso condiciones: "lié, dijo.
pero no solamente a restablecer el orden en las
calles sino también a restablecer el diálogo".
La aumentación recíproca de
(os extremismos
El General Carcagno no hacia sino representar las
inquietudes del ala moderada del Ejército que se
sentía cada vez menos interpretada por el Presidente militar. Ongania estaba muy presionado por
.su equipo intimo que buscaba una salida "nacionalista revolucionaria" hasta el punto que algunos
2 Las L-itas entre comillas eslán tomadas del libro de Lunisse,
MI Ti-siinioiiio, Lasscrrc - Editores, 1976, B, Aires.
160
de sus integrantes tomarían poco después contacto con sectores insurreccionales, buscando con
ellos el común denominador antiliberal y antidemocrático. "La perspectiva de una convocatoria a
elecciones aterrorizaba más a determinados asesores del Presidente que la perspectiva de una sublevación general". "La alimentación y realimentación recíproca de los extremismos está lejos de
ser un fenómeno nuevo" (p. 17).
Dentro de tal contexto, Onpranía tendía a explicar
lus acontecimientos de Córdoba como producto de
una acción subversiva deliberada y subvaloraba
los factores político-sociales como generadores del
"cordobazo". Inspirado en un modelo neo-franquista, pocas veces desalentó la hipótesis de un
ensayo corporativo. Sin embargo, lo ocurrido en
Córdoba lo hizo aparentemente recapacitar y a fines de junio del 69 aceptó que los partidos políticos eran la base necesaria de toda solución posible en el marco do la tradición democrática de
Occidente. "Nadie dijo nunca —expresó— que tengan que desaparecer los partidos políticos... Al
tiempo social, seguirá el político" (p. 17),
Por primera vez en 3 años parecía insinuarse un
plan para restablecer la democracia en la Argentina, pero a poco andar Ongania lo abandonó. "La
total falta de reflejos políticos por parte del Gobierno —escribe Lanusse— fue un ejemplo perfecto de la soberbia que termina por dominar a
muchos funcionarios durante las administraciones
de fuerza .. . Estaba vigente un estilo en cuanto se
vinculaba con el orden: tan rígido que coadyuvó a
crear el desorden y la incomunicación entre dis
tintos sectores del país" (p. 19).
Las protestas estudiantiles comenzaron a exteriorizarse en Corrientes. Rosario y Buenos Aires con
su trágico saldo de muertos, heridos y detenidos.
Un General resumió la situación: "La Revolución
está sola. Las Fuerzas Armadas constituyen su
único apoyo real y el Presidente no puede continuar sin escucharlas" (p. 22).
Un esquema de par licitación que podía
haber hecho volar el país en pedazos
El acontecimiento imprevisto del "cordobazo" había, en 'realidad, asestado un golpe de muerte a la
autoridad del gobierno de Ongania. El gobierno
"invocaba el plebiscito constante como base de su
legitimidad, pero el consenso no existía". El Ejército intuía el peligro y, cíclicamenle, establecía un
límite a la tendencia mesiánica de algunos sectores oficialistas. Pero el Presiden le de la Nación
no parecía comprender totalmente su situación.
Su relación con las Fuerzas Aliñadas había sido
siempre difícil, pero sin llegar al enfrentamiento.
Esta relación se fue progresivamente deteriorando
y empezaron a surgir cada vez con mayor insistencia los reclamos en favor de que Ongania fuera
relevado. Los estudios del Estado Mayor sobre el
diagnóstico de la situación del país comenzaron a
MENSAJE N' 2G7 MARZO-ABRIL 1978
AMERICA LATINA
proliferar. Se delectaba fácilmente la dificultad de
la transición del tiempo económico al tiempo sofia], y más aún, la de éste at tiempo político. En
estas circunstancias, el General Lanusse, designado recientemente Comandante en Jefe del Ejército, expresó a Onganía que era indispensable una
reunión del Presidente con los altos jefes de las
tres Fuerzas ... "Los resultados de esa conferencia
fueron desesperantes. El presidente no contestó
claramente a las preguntas que se le formularon
y mostró una anacrónica inclinación corporativista, verdaderamente alarmante. Todos o casi todos los generales salieron con la sensación de que
se intentaría en el país un remedo del fascismo ...
(p. 77). Al cabo de cuatro años nos encontrábamos
asi con un Presidente presentando a los generales
un esquema de participación que podía haber hecho volar al país en pedazos" (p. 78).
Agravación de las tensiones sociales
v políticas. Distanciamienlo progresivo
entre el Presidente y las FF. AA.
Al iniciarse 1970, se veía ya claramente que Onganía perdía crecientemente el control de la situación, dt'soía el cauteloso pesimismo de un informe
de la Inteligencia del Estado Mayor del Ejército
"y mantenía una visión optimista del porvenir como si siempre quedaran diez años por delante".
El tiempo económico había dado algunos logros:
reducción del déficit fiscal, crecimiento de las reservas del Banco Central, aumento de P.N.B. en
un 4.8% en 1968 en con liaste con el 1.7 en 1967,
reducción del desempleo y de la tasa de inflación,
creación del nuevo peso (equivalente a $ 100 viejos) a partir del 1" de enero de 1970. La economía
se había abierto al capital i:\lranjero y predominaba un esquema económico liberal.
Sin embargo, tales "logros" no alcanzaban a contrapesar las profundas tensiones derivadas de las
vaguedades e incertidumbres que rodeaban los
planes gubernativos con respecto al tiempo social
y al tiempo político.
Las huelgas, las demos I rae iones callejeras, y los
actos de terrorismo comenzaban a enseñorearse
del país. La falta de éxito de la ley anticomunista
que Onganía había dictado por decreto del 25 de
agosto de 1967 para "impedir la agresiva penetración del comunismo en todos los campos de la
vida nacional... se había medido, por ejemplo, en
el crecimiento de líneas ideológicas subversivas
que no existían antes en la República".
Como lo expresó el ex Presidente Arturo Frundi/.i,
en una declaración que conmovió a las FF.AA. y
al país, existís "la más tremenda confusión respecto de los planes institucionales de la Revolución". El mismo día de la declaración de Frondizi, Onganía contestó acusando a los políticos de
haber "llevado a la República a una bancarrota
moral v material, cuya recuperación costó sangre
y dolor a los argentinos y de la cual aun .soporta,
mus las consecuencias".
MENSAJE N? 267
MARZO-ABRIL
r97B
El gobierno se encasillaba diciendo que lo principal respecto al tiempo suclal y al tiempo político
era alcanzar objetivos y no fijarse plazos rígidos
para la normalización Institucional del país.
Dentro de tal contexto el documento denominado
"Situación", elaborado por el Ejército y entregado
a Onganía con fecha 28 de abril del 70, marcó un
hito en la crisis ya desencadenada. El documento
proponía analizar cuidadosamente las críticas dirigidas contra el gobierno y el Presidente, "a efectos de desvirtuarlas o aprovecharlas en el caso
eventual de que fueran justificadas". Las principales críticas eran: 1) "el fracaso de una política económica cuyos resultados se traducen en la quiebra
de la paz social, el quebranto de la pequeña v mediana industria; la desnacionalización de empresas
netamente argentinas; el sometimiento del país a
intereses financieros extranjeros; la crisis de la
empresa agraria y el estancamiento del desarrollo
general del país"; 2) la incapacidad de conducción
del gobierno y sus contradicciones internas; 3) "la
existencia de fabulosos negociados en los cuales
se hallarían complicados hasta ministros y secretaríos de Estado" (p. 88).
F.l 27 de mayo la exposición del Presidente Onganía ante los al tus mandos del Ejército para analizar y evaluar dicho documento fue, en palabras de
Lanusse, "lisa y llanamente una catástrofe nacional" (p. 91). Demostró el abismo que existía entre
la opinión de la mayoría de los generales y la opinión del Presidente. "Con la Nación a punto de
estallar", según el juicio de Lanusse, Onganía expresó: "estoy completamente optimista respecto
a la marcha del proceso.. . Cada día el camino es
más claro..." (p. 93).
Dos días después, ante una pregunta de Onganía
acerca de la opinión de los generales sobre su exposición, Lanusse le respondió que podían Identificarse dos sectores enlre las variadas opiniones:
"el sector de los generales que no entendieron lo
que Ud. quiso decir y el sector de los generales
que están en total desacuerdo con lo que Ud. dijo" (p. 102).
El Presidente destituye a los Coimndantes
en Jefe y éstos destituyen al Presidente
A principios de junio, Onganía convocaba a diversas leunionfs del Consejo Nacional de Seguridad
(Conasc). En estas reuniones quedó claro que el
pensamiento del Ejército y el del Presidente diferían profundamente. En efecto, si bien las Fuerzas Armadas habían llegado al Gobierno "convencidas de que una generación política había terminado", el Ejercito comprendía que, ante la crisis
de! régimen, era preciso instaurar la democracia
con un Congreso con representación de la opinión
pública a través de partidos políticos aunque estos mecanismos permitieran el retorno de anti.
guas figuras políticas. Propiciaba, por tanto, una
normalización institucional netamente democráti161
AMERICA LATINA
ca a corto plazo. Mientras para el Ejército el poder de Ongania derivaba del respaldo militar, el
Presidente procedía como si su poder no derivara de las Fuerzas Armadas. El Presidente seguía
apegado a sus vagos esquemas corporativos, tenía
una concepción monárquica del poder y, ante las
críticas, reaccionaba como un monarca traicionado. Onganía quería un nuevo cheque en blanco, coma el que se le había dado cuando asumió el poder; seguía pensando en una normalización a diez
años. Para él "consultar a los sectores políticos
constituía una aberración; consideraba que él, solamente, debía determinar el ritmo <in los acontecimientos de acuerdo a paulas pragmáticas que
eran indudablemente subjetivas".
F.l desacuerdo sobre el tiempo político constituía
ya un callejón sin salida. Ante una nueva citación
de Onganía a los tres comandantes en Jefe para
un lunes 8 de junio, Lanusse y el Almirante Gnavi,
comandante en Jefe de la Marina y Presidente de
la Junta de Comandantes ele las tres ramas, elaboraron un plan inmediato que consistía en que
el Almirantazgo comunicaría su no asistencia a la
reunión ante la falta de definición de un plan político y convocaría a los Jefes de las tres Fuerzas.
Lanusse dispuso por su parte citar a todos los generales de división.
El operativo se puso en marcha en la forma planeada y se desarrolló desde las nueve y media de
la mañana hasta las 23 horas Í7, hora en que Onganía presentó su dimisión. En el intertanto Onganía había destituido a Lanusse primero, y luego
al Brigadier (General] Rey de sus cargos de Comandantes en Jefe del Ejército y de la Fuerza
Aérea respectivamente, destituciones que no encontraron el menor eco en la oficialidad ni en la
iropa. El golpe incruento había durado 14 horas
y se efectuó ante la pasividad de la población.
Después de cuatro años de poder omnímodo Onganía "no se convencía de que había quedado solo",
a pesar de que ningún regimiento salió en su defensa. Únicamente cuando las tropa.s avanzaron
hasta la casa de Gobierno percibió la realidad en
itxlu su alcance y acató la petición de renuncia
que la Junta de Comandantes le había formulado
casi ucho horas antes.
El hilo conductor del
testimonio de Lanusse
El largo espacio dedicado al recuento de los acontecimientos que llevaron a la destitución de On^aola por las FF.AA. era necesario porque durante
ese período se hacen presente los grandes temas
en torno a los cuales se configuran las contradicciones internas del régimen militar argentino, y se
percibe claramente el hilo conductor del libro Mi
testimonio.
La 'Revolución Argentina" que derrocó al Dr. Ar.
turo Illia y colocó en su remplazo al General Onganía había contraído un compromiso con el país;
162
lograr una nueva instilucionalidad que permitiera
el funcionamiento eficiente y estable de una democracia verdadera que, superando las antiguas antinomias, fuera verdaderamente representativa de
la mayoría del pueblo argentino y de su unidad
nacional y no de gobiernos que, aunque elegidos
constitucionalmenlc, dieran en la práctica minoritarios. No existía la voluntad de perpetuarse en
el poder sino de crear las condiciones para que el
compromiso lucra posible, la salida tenía que ser
con Parlamento, Consl Unción y partidos políticos.
El régimen de las FF.AA. se concebía como esencialmente transitorio aunque no se le hubiere fijado plazo y el poder del Presidente emanaba directamente de las FF.AA. representadas en último
término por la Junta de Comandantes en Jefe de
las lies ramas y nu por el titular del Poder Ejecutivo aunque él fuera militar. La normalización institucional con las características señaladas era por
lo tanto el objetivo supremo al cual debían subordinarse todos los otros. No era el tiempo económico, por importante que fuera, el que debía predominar, sino el objetivo político, constitutivo del
compromiso.
Por la personalidad de Onganía, la euforia del poder, la confusión ideológica, la proscripción de los
partidos políticos, el surgimiento de diversas fórmulas para realizar el compromiso, y la inexperiencia de los responsables de la conducción del
proceso, durante los cuatro años de Onganía. los
militares —el Presidente y yo, entre otros, escribe
Lanusse "no supimos ver que la política existía v
que nada sei i;: más peligroso que considerarla
inexistente" (p. 130).
El "cordobazo" provoca el despertar de la conciencia del Ejército sobre el compromiso con el país
y a partir de ahí surgieron dos estrategias: una
muy definida, la de Lanusse, con su concepción
del Gran Acuerdo Nacional y otra, vaga e imprecisa, encamada primero en Onganía y luego en el
General Levingston (designado Presidente por la
Junta de Comandantes en Jefe), que sólo duró
nueve meses en el poder. Levingston cayó, como
Onganía, porque intentó dilatar el proceso de institucional ización y "descubrió" nuevas fórmulas
para ello que en el fondo representaban un escamoteo de la democracia. Mientras que la inmensa
mayoría de los altos mandos consideraba que la
disolución de los partidos políticos había sido circunstancial, para Levingslon cía "una decisión
irreversible", no obstante lo cual serían consultados "en un diálogo intenso y fluido con los hombres más representativos pero como simples corrientes de opinión, no como partidos".
Levingston cayó no sólo porque perpetuaba la si
tuación de Onganía, en una extraña mezcla del ontraníismo más el criterio democrático que formaban "un pastiche indigerible", sino también porque, en último término, al igual que su antecesor,
desconoció que su cargo de Presidente derivaba
de un mandato de la Junta de Comandantes en Jefe v no de otra fuente que lo legitimara. Cuandu
MENSAJE N- 267 MARZO • ABRIL 1978
AMERICA LATINA
el 22 ÍK- muí /.o culmina el proceso de su enfrentamiciitu con lus Comandantes en .Tele, destituyó a
l^anusse, decisión que no Fue aceptada por los Comandantes en Jefe de la Marina y la Fuerza Aérea
ni tampoco por los generales del Ejército, lo que
provocó su destitución por las FF.AA. a las dos y
media cíe !a madrugada del 23 de marzo. El 25 de
marzo, la Junta nombraba a Lanusse Presidente
de la Nación.
Desde ese momento adelante, durante los 26 meses
de la Presidencia de Lanusse. las FF.AA. en un estrecho entendimiento cnlre el Presidente y la Junta de Comandantes, implcinentaron la estrategia
del Gran Acuerdo Nacional, que permitió la realización de elecciones libres el 11 de marzo de 1973,
en las cuales triunfó el candidato peronista del
Frente Justicialisia de Liberación, Héctor Cámpora, con el 49"/o de los votos contra sólo el 21,2%
que obtuvo su más próximo contendor, Ricardo
Balbin de la Unión Cívica Radical.
Un análisis permanente de la situación realizado
por la Comisión del Plan Político de las tres ramas
de las FF.AA. permilió mantener la unidad militar. Durante esos difíciles 26 meses, el gobierno
debió soportar el natural desgaste de las FF.AA.
por el largo ejercicio del poder, el descaste de los
dirigentes políticos que habían sido rehabilitados,
el más cruento terrorismo subversivo, las conspiraciones de la extrema derecha, las confabulaciones de los peores intereses financieros ("aquellos
que sólo pueden prosperar donde no hay democracia ni Congreso" escribe Lanusse), "la mayor
demagogia lanzada jamás al mercado político argentino" y los ataques e intrigas de Perón, del pe
ronismo y de sus fracciones contradictorias.
El hilo conductor del testimonio es la arraigada
convicción de Lanusse de "que la Argentina, por
la madurez de su pueblo y por la cultura de sus
ciudadanos, solamente podía realizarse en el ritmo creador de la democracia". "Yo no creía —escribe— en los mesianismos o las soluciones dictaloriales. Nunca había querido ceder a la tentación
de apoyar aquello de lo cual uno sale moralmcnte
contaminado y, por mis convicciones, sufrí cárcel
durante cuatro nños, entre 1951 y 1955" (bajo el
gobierno de Perón).
Pero, ¿en qué consistía el Gran Acuerdo Nacional?
En un consenso generado entre militares y civiles,
representativo de las aspiraciones de todos los sec
tores democráticos del país, que respondiendo a la
tradición republicana de Argentina colocara la generación del futuro gobierno a nivel del pueblo,
rechazando toda "institucionali/.ación menos riesgosa basada, por ejemplo, en el corporativismo, el
funcionalismo y el concejalismo o el llamado modelo brasileño", y repudiando también el recurso
a la violencia de la subversión y de los extremismos. El gran Acuerdo Nacional (G.A.N.) hacía fronte a los dos grandes problemas nacionales, el de
la subversión extremista y el de la desunión nacional e implicaba la subordinación de lo económico a lo político. El G.A.N. implicaba dejar de
MENSAJE N» 267 MARZO • ABRIL 1978
enseñar al país "a burlarse de los políticos, considerados como inocuos por definición" y reconocer
que "existía una gran brecha entre las FF.AA. y
la mayor parte de los argentinos", que "nuestra
institución (el Ejcrcilo) no está para la represión
indiscriminada" sino que representa los valores
fundamentales de la nacionalidad.
Hacia una evaluación de "Mi testimonio"
¿Que pensar de la obra del General Lanusse?
Habría que distinguir entre su valor sociológico y
su valor histórico. Como documento sociológico, su
valor es indudable. Documento casi único en
América latina permite conocer cómo funciona
por dentro un régimen militar y en este sentido
podrían señalarse una serie de problemáticas y focos de investigación que de él surgen. En cuanto
a su valor hislórico, constituye, sin duda, un documento "parcial" como el mismo autor lo reconoce en el prólogo, pero el lector queda con ta impresión de que el Testimonio es sincero aunque
pueda equivocarse en muchas de sus apreciaciones. Para poder evaluarlo debidamente habrá que
esperar que la perspectiva del tiempo permita contar con estudios
históricos ya que sólo ellos podrán servir LIL1 base a un juicio objetivo.
La paradoja histórica lia querido que sea un militar que sufrió la prisión bajo Perón el que haya
hecho posible su retorno al poder.
El triunfo de Cámpora en los comicios del II de
marzo de 1973 infligió "una derruía táctica" a las
FF.AA. "ya que no estaba en nuestra voluntad y.
menos aún, en nuestra vocación, el triunfo de un
peronismo cautizadu donde predominaban confusas ideologías extremistas. Pero el gobierno de las
FF.AA. no era el gobierno de un partido político,
que gana o pierde elecciones, ni la estrategia que
habíamos puesto en marcha consistía en lograr un
revés electoral de la corriente ideológica que fuere" (p. 262).
Concordamos con ese juicio del General Lanusse y
pensamos que el Gran Acuerdo Nacional fue una
etapa en la reintegración política de! pueblo argentino —obstaculizada largo tiempo por la proscripción del peronismo. Si bien es cierto que tuvo
que pagar el alto precio de la tragicomedia del
gobierno de "Isabcüla"— otro acontecimiento imprevisto en la historia— contribuyó a deshacer el
mito de Perón. Perón "vino, volvió a venir, fue
Presidente en lugar de Héctor J. Cámpora y murió
maldiciendo a la guerrilla y al terrorismo", a las
cuales había alentado desdi' el exilio.
Quizás los historiadores señalen en el porvenir
que. al deshacer el mito de Perón, el General La.
nusse realizó un aporte insospechado, de incalculables proyecciones para el futuro político de Argentina.
3 de marzo, 1978
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