Trabajo de Investigación Final RELACIÓN ENTRE OBESIDAD Y ETAPA BIOLÓGICA EN MUJERES CON CÁNCER DE MAMA Autoras Borrelli, Cecilia Clifton Goldney, Fabiana Piegaro, Alejandra Asesoramiento metodológico y estadístico Lic. María Laura Oliva Asesoramiento del área temática Lic. Alejandra V. Fernández Carrera Licenciatura en Nutrición Instituto Universitario de Ciencias de la Salud Fundación H.A Barceló Año 2010 AGRADECIMIENTOS A las Licenciadas Alejandra Fernández y Laura Oliva por su incondicional y desinteresado apoyo para la realización del presente trabajo. A los directivos y personal administrativo del Hospital Zonal Especializado en Oncología de Lanús por permitirnos el acceso a la institución. A Juan Pedro y Pablo Borrelli por su asesoramiento y colaboración. A Mariana Fredes por su buena predisposición y por ofrecernos su espacio, tiempo y material. Al Dr. Ariel Aguiló por brindarnos material. Un agradecimiento especial a nuestras familias y amigos por acompañarnos y brindarnos la contención necesaria para llevar a cabo esta investigación. 2 RESUMEN La obesidad es uno de los factores de riesgo prevenibles para el desarrollo de cáncer de mama. Sin embargo, numerosos estudios sugieren que, en la premenopausia, la obesidad ejercería un “papel protector” por la posible reducción del número de ciclos ovulatorios durante la vida reproductiva y, por ende, una menor exposición a las hormonas sexuales femeninas. Estas postulaciones fueron disparadoras de la realización del presente estudio que tuvo como objetivo determinar la asociación entre la obesidad y la etapa biológica en una población de mujeres con cáncer de mama representativa de nuestro país. Además se determinó la prevalencia de otros factores de riesgo conocidos para el desarrollo de la enfermedad. Materiales y métodos: estudio descriptivo observacional y retrospectivo. Se obtuvieron datos de las historias clínicas de 66 mujeres (31 premenopáusicas y 35 postmenopáusicas) que fueron diagnosticadas con cáncer de mama en los últimos 2 años y fueron asistidas en el Hospital Zonal Especializado en Oncología de Lanús. Resultados: La prevalencia de obesidad, obesidad abdominal, hipertrigliceridemia e hipercolesterolemia fue de 38,7%, 77,8%, 44% y 18,2% en las premenopáusicas y 54,3%, 81,5%, 50% y 24% en las postmenopáusicas respectivamente. Las diferencias no presentaron significancia estadística en ninguno de los casos. La frecuencia de los otros factores de riesgo estudiados sin discriminar por etapa biológica fue: antecedentes de obesidad 40,9%; menarca precoz: 53%; menopausia tardía: 2.9%; nuliparidad: 9,1%; no lactancia: 27,3%; antecedentes familiares de cáncer de mama: 21,2%; consumo de alcohol: 10,6%; tabaquismo: 50%; obesidad: 47%; obesidad abdominal: 79,6%. Conclusiones: Es necesario realizar una nueva investigación ampliando el tamaño de la muestra y comparando con la población sana. No obstante y más allá de los resultados, consideramos que difundir trabajos que plantean a la obesidad como un “factor protector” puede tener un impacto negativo en los esfuerzos de la Salud Pública para el control de esta epidemia mundial. Palabras clave: cáncer de mama, obesidad, premenopausia, postmenopausia, estrógenos. 3 ÍNDICE INTRODUCCIÓN Y JUSTIFICACIÓN 6 MARCO TEÓRICO 8 Capítulo I - CÁNCER DE MAMA 8 I. 1- Definición 8 I. 2- Epidemiología 8 I.3- Clasificación 9 I.4- Fisiopatología 10 I.5- Etiopatogenia del cáncer de mama 11 I.6- Prevención primaria 16 I.7- Diagnóstico precoz 17 I.8- Estadificación 17 I.9- Tratamiento 19 Capítulo II- MENOPAUSIA 23 II.1- Sistema hormonal femenino 23 II. 1. a- Ciclo ovárico mensual 23 II. 1. b- Principales hormonas ováricas 25 II. 2- Menopausia 27 II. 2. a- Menopausia fisiológica 27 II. 2. b- Menopausia precoz y Menopausia tardía 29 II. 2. c - Terapéutica de la menopausia 29 Capítulo III – OBESIDAD 31 III. 1- Definición 31 III- 2- Clasificación 31 III. 3- Epidemiología 33 III. 4- Etiopatogenia 35 III.4.a- Obesidad nutricional o exógena 35 III.4.b- Obesidad orgánica o endógena 36 Capítulo IV - ASOCIACION ENTRE OBESIDAD, ETAPA BIOLOGICA Y CANCER DE MAMA 37 4 41 DISEÑO METODOLÓGICO Objetivos 41 Materiales y Métodos 43 Operacionalización de las variables 43 Universo de estudio 47 Plan de análisis 47 RESULTADOS 48 DISCUSIÓN 52 CONCLUSIÓN 55 REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 56 ANEXOS 61 5 INTRODUCCIÓN Y JUSTIFICACIÓN El cáncer representa una de las principales causas de muerte a nivel mundial. (2,3) Se estima que en el mundo se producen más de 10 millones de casos nuevos de cáncer y más de 7 millones de muertes por año a causa de esta enfermedad. (3) Según las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud del año 2003, en Europa, el Pacifico Occidental y América el porcentaje de mortalidad a causa de cáncer es cercano al 20% de la población, mientras que en África, el Sudeste Asiático y el Este Mediterráneo éste porcentaje es menor al 10%. En Argentina el cáncer representa la primer causa de muerte por enfermedad entre los 5 y los 14 años de edad, con aproximadamente 400 defunciones anuales (4) y es la segunda causa de muerte en adultos, después de las enfermedades cardiovasculares. (42) El cáncer de mama ocupa el primer lugar en incidencia y mortalidad por cáncer en mujeres en nuestro país y en el mundo. (12) En América Latina y el Caribe casi 300.000 mujeres mueren anualmente por esta enfermedad. Esto se traduce en que 83 mujeres mueren por día, o sea, que cada hora fallecen 3 mujeres víctimas del cáncer de mama. (21) El aumento de las tasas de mortalidad e incidencia de cáncer de mama en los últimos años podría estar asociado a un cambio en la estructura etárea de la población y/o a una mayor exposición a determinados factores de riesgo. Entre los factores de riesgo se mencionan la edad, vivir en un país desarrollado, la menarca precoz, la menopausia tardía, la no lactancia, la primiparidad tardía, la historia familiar de cáncer de mama, antecedente de hiperplasia atípica, la obesidad, el consumo de alcohol, el tabaquismo, el uso de terapia de reemplazo hormonal, entre otros. La obesidad es considerada un factor de riesgo controversial. Se menciona que tiene un efecto dual: en las mujeres premenopáusicas en la mayoría de los estudios se ha encontrado una asociación inversa entre el peso y el riesgo de cáncer de mama, proponiendo a la obesidad como un “factor protector”. Sin embargo, en mujeres posmenopáusicas la mayoría de los estudios epidemiológicos reportan un riesgo incrementado de desarrollar cáncer mamario en mujeres con obesidad. (23) 6 Se postula que las mujeres obesas premenopáusicas podrían tener un mayor grado de anovulación, resultando en menores niveles de progesterona y estradiol, lo que conduce a tasas bajas de división de células mamarias y consecuentemente menor riesgo de cáncer. Por otro lado, las mujeres obesas postmenopáusicas podrían tener su riesgo incrementado debido al alto nivel de estrógeno circulante secundario al incremento de la conversión de andrógenos en estrógeno por el tejido adiposo. Además estos estrógenos presentan una alta biodisponibilidad debido a que la obesidad disminuye los niveles de globulina transportadora de hormonas sexuales. También se sugiere que la obesidad abdominal, característica en las mujeres postmenopáusicas, está asociada a niveles elevados de insulina y de factores de crecimiento insulínico (IGFs), que podrían relacionarse con un incremento en el desarrollo del cáncer mamario. La obesidad constituye también uno de los mayores problemas a los que se enfrentan las sociedades modernas, con datos epidemiológicos que indican un aumento de la prevalencia en la mayor parte de los países del mundo, incluyendo Argentina. Esta patología, considerada como epidemia mundial del siglo XXI por la Organización Mundial de la Salud es un factor que predispone al desarrollo del cáncer, que puede ser prevenible mediante modificaciones en el estilo de vida que deben ser promovidas a través de la intervención de los profesionales de la salud. Tomando en consideración los antecedentes presentados, creemos que se torna relevante estudiar la asociación entre la etapa biológica (pre y postmenopausia) y la obesidad en mujeres con diagnóstico reciente de cáncer de mama en una población representativa de nuestro país. 7 MARCO TEÓRICO Capítulo I CANCER DE MAMA I. 1- Definición de cáncer El cáncer es una enfermedad que se caracteriza por una alteración en la proliferación celular. Puede definirse como una neoplasia maligna, es decir un conjunto de células anormales que se multiplican sin control y pueden invadir tejidos cercanos. I. 2- Epidemiología El cáncer representa una de las principales causas de muerte a nivel mundial. (2,3) Se estima que en el mundo se producen más de 10 millones de casos nuevos de cáncer por año y que en el mismo período más de 7 millones de muertes son causadas por esa enfermedad.(3) Proyecciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) estiman que para el año 2020, el número de nuevos casos de cáncer en el mundo se incrementará en 50%, alcanzando a 15 millones de personas. El incremento de la mortalidad por tumores se explica en parte por la reducción a nivel mundial de la mortalidad por causas infecciosas y el incremento del desarrollo de enfermedades crónicas no transmisibles. Sin embargo, existen marcadas diferencias entre los países, de acuerdo a sus perfiles epidemiológicos. Según las estadísticas de la OMS del año 2003, en Europa, el Pacifico Occidental y América, el porcentaje de mortalidad a causa de cáncer es cercano al 20% de la población, mientras que en África, el Sudeste Asiático y el Este Mediterráneo este porcentaje es menor al 10%.(5) En Argentina el cáncer representa la primer causa de muerte por enfermedad entre los 5 y los 14 años de edad, con aproximadamente 400 defunciones anuales (4) y es la segunda causa de muerte en adultos, después de las enfermedades cardiovasculares. (3) Según las estadísticas del año 2003 se observó que, tanto a nivel nacional como mundial, la primer causa de mortalidad por neoplasias malignas en los hombres es el cáncer de pulmón, representando un 23% del total de las muertes por cáncer. En el caso de las mujeres, el cáncer de mama 8 ocupa el primer lugar, representando el 20% de las muertes por cáncer en nuestro país y el 14% a nivel mundial. (2) Al medir el impacto de esta enfermedad sin discriminar por sexos, se evidenció según datos del año 2008 que el cáncer de pulmón fue el responsable del 15,4% de las muertes con 8.916 defunciones, lo que representa el 86,6% de los casos nuevos que se estiman por año. Luego siguen el cáncer de colon y recto y el cáncer de mama, con letalidades estimadas del 59,7% y 27,8% respectivamente. (4) Comparaciones internacionales revelaron que el cáncer de mama es más común entre mujeres norteamericanas y europeas, siendo las tasas de incidencia de 4 a 7 veces más altas que en otros países. (12) En el año 2006 fueron diagnosticadas con cáncer de mama 429.900 mujeres en Europa, convirtiendo al cáncer de mama en el tipo más frecuente en las mujeres y en toda la población europea (28,9% de la incidencia de cáncer en mujeres). Además, en el año 2006 hubo 131.920 muertes por cáncer de mama en este continente (17,6% de todas las muertes por cáncer en mujeres). (18) En América Latina y el Caribe casi 300.000 mujeres mueren anualmente por esta enfermedad. Esto se traduce en que 83 mujeres mueren por día, o sea, que cada hora fallecen 3 mujeres víctimas del cáncer de mama. (20) En Argentina, según datos del Ministerio de Salud de la Nación, la tasa de mortalidad en el período 1997-2001, fue de 20,4 por 100.000 mujeres, casi el doble que la tasa de muerte por cáncer de útero que fue de 10,7 por 100.000 mujeres. (4) El aumento de las tasas de mortalidad e incidencia de cáncer de mama en los últimos años podría estar asociado a un cambio en la estructura etárea de la población y/o a una mayor exposición a determinados factores de riesgo. I.3- Clasificación Los tumores de mama pueden ser benignos o malignos y se pueden clasificar, según su origen en ductal, lobulillar o del pezón. En las neoplasias malignas, si el tipo celular transformado es glandular, se trata de un adenocarcinoma, si es epitelial de un carcinoma y, si es del tejido conectivo se trata de un sarcoma, siendo este último el tipo de tumor de mama menos frecuente. (9) 9 Los tumores malignos pueden ser invasivos o no invasivos. Los invasivos tienen la capacidad de infiltrarse en tejidos adyacentes y luego penetrar en cavidades corporales o en la circulación, migrando desde el tumor primario a sitios distantes para dar origen al foco metastásico. Las células de los tumores no invasivos o in situ, en cambio, se encuentran solamente en el lugar donde se formaron, es decir, no se diseminan. En algunos casos puede producirse una transformación de neoplasia in situ a neoplasia invasiva. (8) El cáncer ductal invasor o infiltrante es el tipo histológico más frecuente de cáncer de mama que se presenta y abarca entre el 70% y 80% de todos los casos en los Estados Unidos.(7) I.4- Fisiopatología El cáncer es fundamentalmente una enfermedad genética que procede de distintas alteraciones en el ADN: mutaciones recesivas, dominantes, reacoplamientos, mutaciones puntuales, etc., que pueden alterar la expresión o la función bioquímica de los genes afectados. Puede producirse por la acción de agentes carcinógenos ambientales, como ciertas sustancias químicas, la radiación o algunos virus, o puede heredarse con la línea germinal. (1) Se conocen tres grupos de genes de gran relevancia en el proceso canceroso. Oncogenes: se originan por diversos mecanismos a partir de genes celulares normales conocidos como protooncogenes. Su expresión o activación anormal o excesiva en la célula puede conducir a la transformación cancerosa. Genes supresores del cáncer u oncosupresores: su expresión normal inhibe el desarrollo del fenotipo canceroso. También son denominados antioncogenes u oncogenes recesivos. Genes moduladores: determinan propiedades como la invasividad, la metastatización o la capacidad de generar una respuesta inmune. El fenotipo metastásico es independiente del tumorigénico. En este grupo se incluyen los metastogenes, que potencian o aumentan el fenotipo metastásico, los genes supresores de metástasis, que pueden inhibir la metastatización, y los que modifican la inmuno-genicidad de las células tumorales. 10 El proceso de carcinogénesis puede dividirse en cuatro etapas: 1. Iniciación: ocurre como resultado de la modificación de la estructura del ADN por efecto del carcinógeno. La lesión genética inicial se produce principalmente sobre los genes reguladores normales del proceso canceroso, sin embargo las mutaciones pueden dañar cualquier lugar del genoma. 2. Promoción: la pérdida de funcionalidad de alguno de estos genes lleva a la proliferación descontrolada, provocando de esta manera la expansión clonal de la célula iniciada. 3. Transformación maligna: es la conversión de una célula preneoplásica en otra que ya expresa el fenotipo maligno. 4. Progresión tumoral: las células malignas se multiplican con la consecuente formación de la masa tumoral, presentando características agresivas y tendencia a metastatizar. Estas mutaciones generan alteraciones en el comportamiento normal de las células, como la pérdida de inhibición por contacto, desdiferenciación, inhibición de la apoptosis, inmortalización etc., transformándolas en tumorales.(1) Las células cancerosas son mucho menos adhesivas entre sí que las células normales por lo que tienden a dispersarse entre los tejidos vecinos, entrar al torrente sanguíneo y transportarse por el organismo hacia otros tejidos. Además, estas células evitan ser reconocidas por el propio sistema inmunológico y algunas producen factores angiogénicos que favorecen su propia irrigación y el aporte de los nutrientes necesarios para el crecimiento celular. I.5- Etiopatogenia del cáncer de mama Al iniciarse los ciclos sexuales femeninos durante la pubertad, las mamas sufren transformaciones por acción de las hormonas estrógenos y progesterona. Desde esta etapa y hasta los 35 años aproximadamente, el número de unidades funcionales de la mama (acinos o alvéolos) aumenta en cada ciclo menstrual. (8) A partir de los 35 años comienza la involución 11 mamaria, que se acentúa en la menopausia. Las alteraciones que dan lugar a la involución, favorecen también la aparición de patologías de mama. En este momento, además, los mecanismos de regeneración celular pueden comenzar a sufrir alteraciones. El esquema normal de regeneración celular puede ser sustituido por mecanismos que lleven a fibrosis, adenosis o a hiperplasia, que puede desarrollar una forma epitelial atípica y alcanzar el límite de benignidad/malignidad. Es un hecho conocido que las hormonas femeninas se relacionan con el cáncer de mama. Existen receptores de un gran número de hormonas en las células tumorales mamarias, siendo los más importantes los receptores de estrógeno (RE) y los receptores de progesterona (RP). (14) El 84% de los cánceres de mama expresa receptores estrogénicos, siendo por esto hormonodependientes. (11) La formación de un tumor ocurre en una glándula hormonodependiente por una excesiva estimulación hormonal o por alteraciones en áreas específicas de transcripción del genoma, que llevan a una progresión desde un crecimiento normal a hiperplasia, y por último a una transformación neoplásica. (11) El rol oncogénico de los estrógenos está dado en parte por la alquilación de sus moléculas a nivel celular, la generación de radicales que pueden dañar el ADN, junto con la potencial genotoxicidad de éste y algunos de sus metabolitos. Los metabolitos oxidativos de los estrógenos afectan la proliferación y apoptosis del tejido mamario, por lo que son potencialmente carcinogénicos. (11) Tiene además un efecto proliferativo directo a través de la inducción de proteínas y enzimas que comprometen la síntesis de ácidos nucléicos, e indirecto, estimulando factores de crecimiento (TGF-α, IGF-1 entre otros). (11) Estudios recientes confirman el rol del estrógeno en la modulación de la angiogénesis tumoral a través de la estimulación de factores de crecimiento endotelial (VEGF) e inducción de la síntesis de enzimas (catepsina D, activador de plasminógeno), que podría favorecer la diseminación metastásica. .(11) El estrógeno sólo puede ejercer su acción en presencia de receptores nucleares específicos α (RE α) y β (RE β), cuya concentración es variable en los diferentes tejidos y de mujer en mujer, dependiendo además de otros factores como edad y etnicidad (es mayor en 12 mujeres blancas). Parece existir un mayor riesgo de cáncer de mama a mayor concentración de receptores. (11) La proporcionalidad de estos receptores es importante: frente a una mayor expresión de RE α. vs RE β, se han reportado tumores más agresivos, mientras que la mayor presencia de receptores β estaría más relacionada con la inhibición de la proliferación celular, por lo que se asocia con tumores menos agresivos y con un mayor intervalo libre de enfermedad. (11) Aunque la evidencia sugiere que los estrógenos presentan mayor influencia en la génesis del tumor de mama, se propone que la progesterona es el principal mitogénico de la proliferación normal del epitelio. (7) La actividad biológica determinada por el complejo estrógeno- receptor parece condicionar la actividad del complejo progesterona- receptor, y ambos, muy probablemente de forma secuencial, intervendrían en la regulación de fenómenos de proliferación y diferenciación celular. (15) El desarrollo de cáncer de mama es de evolución lenta en la mayoría de los casos. (8) Se ha identificado una combinación de factores de distinta naturaleza que lo favorecen, algunos inherentes a la persona que no pueden ser modificados y otros relacionados con los hábitos socioculturales, que sí pueden modificarse. Estos factores de riesgo incluyen: Edad: la edad constituye el factor de riesgo no modificable más importante de esta enfermedad, siendo su incidencia mucho más alta en mujeres postmenopáusicas. (11) En general el riesgo de cáncer de mama es bajo en las mujeres menores de 35 años. Sin embargo en los últimos años, y debido a los avances tecnológicos, los diagnósticos son más precoces y el pico más alto de edad de incidencia está disminuyendo. Se considera que la edad de mayor riesgo en la mujer es entre los 45 y 65 años. (8) Sexo: en el hombre este tipo de cáncer es raro. En casi todas las estadísticas mundiales, la incidencia varía entre 0,5 a 1% en relación a la mujer, es decir que cada 200 casos de cáncer de mama en la mujer, ocurre uno en el hombre. (8) Historia personal de patología proliferativa de la mama: las pacientes con diagnóstico previo de cáncer de mama contralateral o patología mamaria benigna (hiperplasia 13 atípica) tienen mayor riesgo de desarrollar cáncer de mama primario. El carcinoma lobulillar tiene una mayor incidencia de bilateralidad que el carcinoma ductal. (7) Antecedentes familiares de cáncer de mama: las mujeres que tienen familiares de primer grado con la enfermedad tienen un riesgo 3 veces mayor que la población en general de desarrollarla. Este riesgo tiene un incremento adicional si la familiar fue afectada en la premenopausia o tiene enfermedad bilateral. (1, 8) Alrededor del 5 al 10% de los cánceres de mama surge en individuos con susceptibilidad genética que heredaron una o más mutaciones en los genes BRCA 1 y BRCA 2 que se transmiten de manera autosómica dominante. Ésta alteración genética determina uno de los síndromes de cáncer mamario hereditario. (7) Menarca precoz y menopausia tardía: hay consenso de que el riesgo de desarrollar cáncer de mama es mayor cuando la menarca ocurre antes de los 12 años y/ o cuando la edad de la menopausia es superior a los 55 años, lo cual indica un mayor tiempo de exposición a los estrógenos ováricos. (14) Por cada 2 años de retraso de la menarca, hay un 10% de reducción de riesgo.(11) Por cada año de retraso de la menopausia hay un aumento de 1,03 de riesgo relativo de desarrollo de cáncer de mama. (11) Nuliparidad y no lactancia: tanto la multiparidad como la lactancia prolongada (> 6 meses) tienen un efecto protector contra el cáncer de mama debido a que disminuyen los ciclos ovulatorios y la exposición estrogénica. (11, 12) La historia reproductiva influye en el riesgo de desarrollar la enfermedad: la primiparidad tardía (> 30 años) favorece el desarrollo de cáncer de mama, tener un primer hijo a los 36 años implica un riesgo 1,6 veces mayor que tenerlo a los 26 años, mientras que la nuliparidad representa un riesgo relativo de 1,08. Durante el embarazo, las células mamarias se diferencian para prepararse para la lactancia. Estas células presentan un ciclo celular más largo, lo que permite reparar el ADN dañado, 14 reduciendo potencialmente la posibilidad de mutaciones. Por lo tanto a mayor número de embarazos, menor riesgo de padecer cáncer de mama. (7, 8, 11, 12) Terapia de reemplazo hormonal (TRH): Aproximadamente cada 1000 mujeres sin TRH, 45 presentarán cáncer de mama entre los 50 y los 70 años. Entre las mujeres con TRH que duran de 5 a 15 años, el número de cánceres adicionales será de 2 a 12 por 1000 mujeres tratadas, según la edad de inicio y duración del tratamiento. (11) Este incremento de riesgo de cáncer de mama sólo ha sido demostrado a partir de más de 5 años de uso ininterrumpido. (11) En todos los estudios, el uso exclusivo de estrógenos representa un menor riesgo y el cáncer se expresa en forma más tardía que en la terapia con estrógenos + progesterona. El riesgo de cáncer mamario parece aumentar con la duración del tratamiento, con un incremento anual de 2,3%. Todos los estudios publicados concuerdan que éste desaparece rápidamente, en 1 a 5 años, al suspender la TRH, a valores similares al de mujeres que nunca fueron expuestas, independientemente del tiempo del tiempo de uso previo. (11) Considerando que el cáncer de mama tiene un período de latencia de 6 a 10 años desde su inicio real y el momento de su detección radiológica, el efecto de TRH no debe ser inductor, sino probablemente promotor: aumentaría el crecimiento de pequeños tumores preexistentes, explicando así los cánceres adicionales que se asocian a su uso. De este modo, se comprende que al suspenderlo el riesgo de cáncer desaparece rápidamente, hasta llegar a su condición inicial. (11) Consumo de alcohol: el riesgo relativo aumenta en relación a la dosis, especialmente en mujeres postmenopáusicas. (11) RR: 1,39 (1,16-1,67) por 12 a 18 gr/día RR: 2,30 (1,51-3,51) por 35 a 45 gr/día 15 Sedentarismo: el ejercicio físico disminuye el riesgo de desarrollar cáncer de mama al favorecer la pérdida de masa adiposa y aumentar la masa muscular, disminuyendo los niveles de estrógenos, insulina y factores de crecimiento circulantes. (12) Tabaquismo: el hábito de fumar contribuye a la aparición del cáncer al producir mutaciones en los genes supresores de tumores y en los oncogenes dominantes y reducir la respuesta inmunitaria. Un estudio demostró que el tabaquismo puede aumentar el riesgo de desarrollar la enfermedad en familias con casos múltiples de cáncer de mama y de ovario, especialmente en aquéllas con mayor predisposición genética: entre las hermanas y las hijas, las fumadoras presentaron un riesgo 5,8 veces mayor que las no fumadoras, y entre las sobrinas y nietas, el riesgo de cáncer de mama aumentó en un 60% con el tabaquismo. (13) Dieta: la literatura reconoce los beneficios asociados a un patrón dietario con un consumo alto en fibras, frutas y vegetales antioxidantes y bajo en grasas saturadas en la reducción de la incidencia de cáncer de mama. Históricamente, el consumo per cápita de grasa se relacionó directamente con la mortalidad por cáncer de mama. Datos epidemiológicos han mostrado que una ingesta elevada de ácidos grasos poliinsaturados contribuye a disminuir el desarrollo de tumores después de los 50 años y que la ingesta elevada de grasas saturadas podría elevar los niveles de estrógenos circulantes. Por último, algunos estudios de casos y controles han sugerido que la ingesta elevada de fibra dietaria podría reducir el riesgo de cáncer de mama mediante la alteración del metabolismo del estrógeno. (16) Obesidad: en las mujeres premenopáusicas se ha mencionado una asociación inversa entre el peso y el riesgo de cáncer de mama y en las mujeres posmenopáusicas obesas se ha reportado un riesgo incrementado de desarrollar cáncer mamario. (22) I.6- Prevención primaria 16 La prevención primaria tiene como objetivo disminuir la incidencia de casos de cáncer, enfocando sus esfuerzos hacia la reducción de la exposición a los agentes que tienen efecto cancerígeno demostrado. El cáncer es en gran medida prevenible. Si bien existe una predisposición genética, es muy importante el papel que cumplen los factores exógenos en el desarrollo de la enfermedad. Debe considerarse una prioridad en las políticas de salud la implementación de medidas sanitarias que controlen y minimicen estos factores causales. Es fundamental adoptar hábitos de vida saludables, realizar controles regulares de salud y evitar la exposición a elementos tóxicos que predisponen al desarrollo de tumores. La detección temprana también es indispensable a la hora de prevenir muertes por cáncer, ya que en las fases iniciales de la enfermedad existe un alto potencial de curación. I.7- Diagnóstico precoz Debido a que las medidas de prevención primaria sólo son efectivas a largo plazo y a que se desconoce la causa de algunos cánceres, es necesario complementarlas con actividades de diagnóstico precoz. Siempre que sea posible deben implementarse con carácter poblacional y frente a procesos patológicos determinados. Si se realizan de forma correcta, garantizan el diagnóstico del tumor en estadios precoces y, por lo tanto, posibilitarían su curación con tratamientos menos agresivos. Para un diagnóstico temprano del cáncer de mama se aplican distintas formas de detección: el examen preclínico, el examen clínico, el diagnóstico por imágenes, y el diagnóstico por técnicas de biopsia. Todos los procesos inflamatorios focalizados o difusos y todas las alteraciones mamarias que se manifiestan por un nódulo requieren un diagnóstico diferencial con el cáncer. I.8- Estadificación Con los resultados de todos los exámenes diagnósticos se puede realizar la estadificación del tumor. Ésta describe la gravedad del cáncer basándose en la extensión del tumor original o primario y en la diseminación o no del cáncer en el cuerpo. La estadificación es importante para identificar estudios clínicos que puedan ser adecuados para un paciente en 17 particular, puede usarse para estimar el pronóstico de la persona y permite planear un tratamiento apropiado. (8) El sistema TNM del International Union Against Cancer and American Joint Comittee of Cancer es uno de los sistemas de estadificación de mayor uso. Está basado en la extensión del tumor (T), el grado de diseminación a los ganglios linfáticos (N), y la presencia de metástasis distante (M). Tabla 1: Clasificación de tumores de mama por sistema TNM Tumor primario (T) Tis Carcinoma preinvasivo (carcinoma in situ). Carcinoma intraductal no infiltrante Enfermedad de Paget del pezón sin tumor demostrable (con tumor palpable es clasificada de acuerdo al tamaño del tumor). T0 No palpable en la mama T1 < 2 cm en su diámetro mayor T1a < 0,5 cm. T1b 0,5 - 1 cm. T1c 1 – 2 cm. T2 2 – 5 cm. en su diámetro mayor T3 > 5 cm. en su diámetro mayor T4 De cualquier tamaño con extensión directa a la pared costal o a la piel T4a Con fijación a la pared costal T4b Con edema, infiltración o ulceración de la piel de la mama T4c Ambos criterios de T4a y T4b T4d Carcinoma inflamatorio Ganglios linfáticos regionales (N) NX Ganglios no pueden ser evaluados N0 Ganglios homolaterales no palpables N1 Ganglios axilares metastásicos homolaterales móviles N2 Ganglios axilares metastásicos homolaterales fijos entre sí o a otras estructuras N3 Metástasis a la cadena mamaria interna homolateral Metástasis distante (M) MX Metástasis a distancia no puede ser evaluada M0 No existe metástasis distante M1 Presencia de metástasis distante Fuente: International Union Against Cancer and American Joint Comittee Cancer (8) 18 Una vez evaluado con el sistema TNM, el tumor se clasifica en alguno de los siguientes estadíos clínicos: (8) Tabla 2: Estadificación de tumores de mama por sistema TNM ESTADIO I ESTADIO II ESTADIO III ESTADIO IV T1 N0 M0 T0 N1 M0 T1 N1 M0 T2 N0 M0 T2 N1 M0 T3 N0 M0 Cualquier T3 cualquier N M0 Cualquier T4 cualquier N M0 Cualquier T M1 cualquier N Fuente: International Union Against Cancer and American Joint Comittee Cancer (8) La estadificación clinicopatológica de los carcinomas de mama es indispensable para adecuar los tratamientos según la progresión de la enfermedad. El pronóstico empeora a medida que los estadios aumentan. I.9- Tratamiento El tratamiento del cáncer tiene como objetivo curar a los pacientes, prolongarles la vida y/o mejorar su calidad. Algunos de los tipos más frecuentes, como el tumor de mama, cuello de útero y colorrectal, presentan tasas elevadas de curación si son detectados precozmente y tratados de acuerdo con las prácticas óptimas. El tratamiento del cáncer de mama es multidisciplinario. Se utilizan combinaciones de cirugía, radioterapia, quimioterapia, inmunoterapia y hormonoterapia. Existen factores pronósticos que ayudan a predecir el riesgo de recidiva y muerte, entre los que se encuentran: número de ganglios axilares afectados, tamaño tumoral, receptores hormonales, grado histológico, actividad celular proliferativa y amplificación de oncogenes, entre otros. 19 Cirugía Cirugías conservadoras: se extirpa sólo el tumor y parte del tejido que rodea la mama, seguida por disección de ganglios linfáticos y tratamiento adyuvante obligatorio. Es la cirugía de elección en la mayoría de los casos. (18) - Mastectomía radical modificada: mastectomía con vaciamiento axilar y preservación del músculo pectoral. - Tumorectomía: extirpación exclusiva del tumor con conservación de la glándula mamaria. - Cuadrantectomía: mastectomía parcial en la cual se escinde el tumor en un cuadrante de una mama y la fascia del músculo pectoral. - Mastectomía total: se extirpa la mama completamente incluyendo el pezón, la areola, la mayoría de la piel subyacente, y en ocasiones, los nódulos linfáticos axilares. En algunos casos, se realiza quimioterapia previamente al tratamiento quirúrgico y/o radiante del tumor primario, como tratamiento neoadyuvante de elección. Tratamiento adyuvante local Se realiza mediante la radioterapia que está indicada como complemento de la cirugía conservadora o cuando la enfermedad es extensa con alta posibilidad de recidiva local. (18) Este tratamiento está basado en el uso de radiación ionizante para destruir las células cancerosas y reducir el tamaño de los tumores. Su acción biológica se basa en la capacidad de producir radicales libres al interaccionar con la materia y ceder la energía que vehiculizan, lo que produce roturas de enlaces en moléculas biológicas, siendo la más sensible el ADN. Si bien la radioterapia es un tratamiento localizado, las radiaciones dañan el material genético de todas las células del área tratada. El objetivo es destruir el mayor número posible de células cancerosas, limitando el daño que sufre el tejido sano que las rodea. 20 Tratamiento adyuvante sistémico Debido a la alta prevalencia de metástasis, se indica el tratamiento sistémico adyuvante con quimioterapia u hormonoterapia en pacientes de riesgo. En la actualidad se sabe que los tratamientos sistémicos adyuvantes proporcionan beneficios significativos en cuanto a supervivencia libre de recidiva en la mayoría de las pacientes y un aumento de la supervivencia global. La hormonoterapia adyuvante que ejerce su acción mediante la reducción de la síntesis o de los efectos de las hormonas, está indicada en todos los casos de cáncer de mama invasivos resecados con receptores de estrógenos y/o de progesterona positivos, independientemente de haber recibido o no otros tratamientos complementarios como la quimioterapia, radioterapia o inmunoterapia. (19) Durante décadas el tamoxifeno ha sido la hormonoterapia adyuvante de elección, tanto en las mujeres pre como posmenopáusicas. (19) Esta droga posee acción antagonista de los estrógenos a nivel mamario y acción agonista en el hueso y el útero. En la actualidad los inhibidores de aromatasa se han convertido en la terapia hormonal de elección en las mujeres posmenopáusicas, ya que la mayor eficacia de estos fármacos sobre el tamoxifeno se ha demostrado en múltiples estudios, tanto en el tratamiento de los cánceres de mama metastáticos como localizados. Los inhibidores de aromatasa son fármacos capaces de inhibir la producción de estrógenos en los tejidos periféricos en las mujeres posmenopáusicas. (19) Las pacientes con receptores estrogénicos negativos o con enfermedad rápidamente evolutiva (intervalo libre de enfermedad corto, metástasis viscerales y con gran carga tumoral) son tratadas directamente con quimioterapia. La combinación de citostáticos más utilizada son la pauta CMF (ciclofosfamida, metotrexato, 5-fluorouracilo) y la pauta FAC (ciclofosfamida, adriamicina, 5-fluorouracilo). (18) La administración de estos fármacos tiene por objetivo impedir la reproducción de las células cancerosas. La mayoría interactúa en gran medida con el ADN o sus precursores e inhiben la síntesis del nuevo material genético o causa daños irreparables sobre este. (6) Durante el tratamiento quimioterápico, las células no tumorales pueden ser también dañadas por el modo de acción no selectivo de muchos de estos compuestos. Los efectos adversos más comúnmente observados son alopecia, diarreas, vómitos, irritación de 21 las membranas y otros efectos más severos sobre órganos como la médula ósea, el hígado, los riñones y pulmones. (6) La inmunoterapia es un tratamiento novedoso que tiene como objetivo estimular o restaurar la respuesta inmunológica del paciente contra el tumor (inmunoterapia activa). Asimismo, se usa para disminuir ciertos efectos secundarios que pueden causar otros tipos de terapias oncológicas. Las sustancias usadas en la inmunoterapia incluyen los anticuerpos monoclonales, factores de crecimiento y vacunas. Estas también podrían tener efectos antitumorales directos (inmunoterapia pasiva). 22 Capítulo II MENOPAUSIA II.1- Sistema hormonal femenino II. 1. a- Ciclo ovárico mensual Las hormonas ováricas son liberadas en respuesta a las hormonas adenohipofisarias, que a su vez son liberadas en respuesta a la hormona liberadora de gonadotropina (GnRH) del hipotálamo. Los años fértiles normales de la mujer se caracterizan por variaciones rítmicas mensuales de la secreción de estas hormonas y por las alteraciones físicas que producen en los ovarios y otros órganos sexuales, determinando el ciclo sexual mensual femenino o ciclo menstrual. El ciclo ovárico mensual dura en promedio 28 días, aunque puede ser de sólo 20 ó de hasta 45 días en algunas mujeres, y se divide en dos etapas determinadas por la secreción hormonal. La primera etapa, denominada fase folicular, se extiende desde el día 1 al día 14 del ciclo. En el día 14 se produce la ovulación y comienza la segunda etapa, conocida como fase luteinizante, que dura hasta el día 28, cuando vuelve a comenzar el ciclo. Primera etapa: Fase Folicular Fase Menstrual La fase menstrual dura aproximadamente 5 días, y por convención se considera el primer día de menstruación como el primer día de cada nuevo ciclo. A nivel ovárico, por la acción de la hormona folículo estimulante (FSH) varios folículos primordiales se desarrollan, forman folículos primarios y luego folículos secundarios. A nivel uterino, se produce una descamación del epitelio endometrial debido a la caída de los niveles de estrógenos y progesterona, produciendo el flujo menstrual. Fase Preovulatoria La fase preovulatoria se extiende desde el fin de la menstruación hasta la ovulación. A nivel ovárico, comienza la secreción de estrógenos e inhibina por parte de algunos de los folículos secundarios. Sólo uno de los folículos secundarios se convierte en folículo 23 dominante alrededor del día 6. Los estrógenos e inhibina secretados disminuyen la secreción de FSH, produciendo la detención de crecimiento y atresia en los otros folículos. En condiciones normales, el folículo secundario dominante continúa su crecimiento hasta convertirse en un folículo maduro (de De Graaf) que alcanza los 20 mm. de diámetro y está listo para la ovulación. La producción de estrógenos por parte del folículo maduro continúa en aumento hasta el final del proceso madurativo. A nivel uterino, esta etapa se denomina fase proliferativa debido al crecimiento que se observa en el endometrio. Éste comienza un proceso de reparación estimulado por los estrógenos liberados a la sangre por los folículos ováricos en crecimiento. Ovulación La ovulación, que habitualmente ocurre el día 14 del ciclo, se caracteriza por la ruptura del folículo maduro y la liberación del ovocito secundario a la cavidad pelviana. Este fenómeno se origina gracias a un aumento de la concentración plasmática de hormona luteinizante (LH). El pico de LH se produce unas horas antes de la ovulación debido a los altos niveles de estrógenos que ejercen un efecto de retroalimentación positiva sobre las células que secretan LH y GnRH. Segunda etapa: Fase Luteinizante La fase postovulatoria se caracteriza por la formación del cuerpo lúteo, en respuesta a los efectos de la LH. En el ovario, luego de la ovulación, el folículo maduro colapsa, y la membrana basal se desintegra. Estimulado por la LH, el cuerpo lúteo secreta progesterona, estrógenos, relaxina e inhibina. Si no hay fecundación, el cuerpo lúteo permanece como tal sólo por dos semanas. Luego se degenera a cuerpo albicans y disminuye su actividad secretoria. Al disminuir los niveles de progesterona, estrógenos e inhibina, aumenta la liberación de GnRH, FSH y LH debido a la pérdida de retroalimentación negativa por parte de las hormonas ováricas. El crecimiento folicular se reanuda y así se inicia un nuevo ciclo ovárico. 24 Si hay fecundación, el ovocito secundario comienza a dividirse y el cuerpo lúteo no se degenera a las dos semanas. Esto se debe a la secreción de gonadotropina coriónica humana (hCG), producida por el corion del embrión a partir del octavo día luego de la fecundación. Como la LH, la hCG estimula la actividad secretoria del cuerpo lúteo. En el útero esta etapa es conocida como fase secretora. Los estrógenos y progesterona producidos por el cuerpo lúteo promueven el engrosamiento del endometrio, su vascularización superficial y la actividad secretoria de las glándulas endometriales que empiezan a secretar glucógeno. Si la fecundación no se produce, los niveles de progesterona y estrógenos caen por la degeneración del cuerpo lúteo y causan la menstruación. II. 1. b- Principales hormonas ováricas Las hormonas sexuales femeninas secretadas por el ovario son fundamentalmente el estradiol y la progesterona, aunque también se producen pequeñas cantidades de estrona, androstendiona, testosterona, 17-hidroxiprogesterona y varias hormonas no esteroideas, como la inhibina, la relaxina y algunos factores locales. Todos los esteroides ováricos se producen fundamentalmente, en las estructuras foliculares y en el cuerpo lúteo. Estrógenos En la mujer normal no gestante, sólo los ovarios secretan cantidades importantes de estrógenos. Los estrógenos presentes en el plasma de la mujer en cantidades significativas son: βestradiol, estrona y estriol. El efecto estrogénico del β-estradiol es, por lo general, muchas veces mayor que el de los otros estrógenos juntos. Su potencia estrogénica es 12 veces la de la estrona y 80 veces la del estriol. Por esta razón, se considera que el β-estradiol es el estrógeno principal, aunque no deben dejar de considerarse los efectos estrogénicos de la estrona ya que, si bien no desempeña un papel importante durante el ciclo menstrual, se convierte en el estrógeno predominante durante la menopausia. El transporte en plasma de los estrógenos esta dado en un 40% unido a la globulina transportadora de hormonas sexuales (SHBG), el 58% se une a la albúmina y el 2-3% circula libre y, por lo tanto, en forma activa. 25 Los estrógenos actúan sobre diversos tejidos del organismo a través de receptores nucleares específicos. Su principal función consiste en estimular la proliferación celular y el crecimiento de los tejidos de los órganos sexuales y de otros tejidos relacionados con la reproducción. Los estrógenos inician el crecimiento de las mamas y del aparato productor de leche. Son también responsables del crecimiento y del aspecto externo característico de la mama femenina madura. Provocan el desarrollo de los tejidos del estroma mamario, el crecimiento de un extenso sistema de conductos, y el depósito de grasa en las mamas. Comparado con los efectos producidos por la testosterona en el hombre, los estrógenos producen un incremento mucho más leve del índice de metabolismo corporal. También promueven el depósito de grasa en los tejidos subcutáneos, las nalgas, mamas y muslos, aumentando el porcentaje de tejido adiposo en el cuerpo femenino con respecto al masculino, en el que el contenido proteico es mayor. Esta distribución del depósito de grasas es característica del cuerpo femenino. Progesterona La progesterona es el principal gestágeno secretado. Esta hormona es producida a lo largo de todo el ciclo, tanto en el ovario como en las glándulas suprarrenales. Debido a que su principal productor es el cuerpo lúteo, su secreción no es constante. La circulación plasmática de la progesterona se realiza unida a la proteína transportadora de cortisol (CBG). En las mamas, esta hormona promueve el desarrollo de los lobulillos y los alvéolos, mediante la proliferación, y el aumento del tamaño y del carácter secretor de las células alveolares. Además se produce un aumento del líquido presente en el tejido subcutáneo, que junto al desarrollo secretor de los lóbulos y alvéolos contribuye a incrementar el tamaño de las mamas. 26 II. 2- Menopausia II. 2. a- Menopausia fisiológica La menopausia es el cese definitivo de la menstruación como expresión de la pérdida de la capacidad reproductiva del ovario. Su diagnóstico es retrospectivo y se realiza después de un periodo de amenorrea mayor a 12 meses. (23) El inicio de la pubertad alrededor de los 10 años de edad, está dado por el comienzo de la secreción de la hormona hipotalámica GnRH en forma de pulsos, que estimula a su vez la liberación de las hormonas adenohipofisarias, LH y FSH. Desde que comienza la pubertad hasta que se establece el patrón adulto, luego de 3 a 4 años, la frecuencia de los pulsos hormonales de secreción va en aumento. No se sabe con certeza cuál es el estímulo que da origen a los pulsos de GnRH, pero se cree que la hormona leptina cumple un rol en este proceso. Inmediatamente antes de la pubertad, los niveles de leptina se elevan en proporción a la masa de tejido adiposo. Existen receptores de leptina tanto en el hipotálamo como en la adenohipofisis. La leptina podría indicar al hipotálamo que las reservas energéticas a largo plazo son adecuadas para iniciar las funciones reproductoras. La fecundidad del aparato reproductor femenino comienza en la menarca y finaliza en la menopausia. Los ciclos ovulatorios presentan un aumento gradual. Entre los 40 y 50 años la fecundidad comienza a disminuir. En el ovario quedan cada vez menos folículos que, además, presentan dificultad para madurar y, en consecuencia, hay una menor sensibilidad a la estimulación hormonal por parte de los ovarios. La disminución de los folículos genera una disminución en la producción de estrógenos, a pesar de la elevada secreción de FSH y LH causada por la falta de retroalimentación negativa. Se establecen periodos de amenorrea cada vez más largos, hasta que las menstruaciones desaparecen definitivamente. Durante la postmenopausia los estrógenos circulantes provienen de los tejidos periféricos (tejido adiposo, piel, y músculos) donde se forman a partir de los andrógenos de origen suprarrenal y ováricos.. (23) Una enzima denominada aromatasa es clave en la síntesis de estrógenos (estrona y estradiol) a partir de sus precursores androgénicos (androstendiona, testosterona, dihidroepiandrostendiona y dihidroepiandrostendiona sulfato). Ésta consiste en un complejo 27 enzimático formado por una hemoproteína, compuesta por el citocromo P450 CYP19 AROM que contiene un grupo hemo y cataliza reacciones de oxidación de esteroides; y la flavoproteína NADPH citocromo P450 reductasa. Antes de la menopausia, la síntesis de estradiol es esencialmente ovárica. El ovario, y en particular las células de la granulosa ovárica, constituyen el tejido más rico en aromatasa en la mujer premenopáusica, y, por lo tanto, la principal fuente de estrógenos. La LH controla la producción de andrógenos por las células del compartimiento tecal del folículo, mientras que la FSH regula la expresión de aromatasa en el compartimiento de la granulosa. LH y FSH actúan sincrónicamente, de modo que la teca produce los andrógenos que constituyen el sustrato de aromatasa, mientras que la granulosa produce una enzima que convierte el sustrato en estrógeno. (24) En la mujer postmenopáusica, el ovario deja de responder al estímulo de FSH, por lo que la aromatasa ovárica deja de sintetizarse en cantidades relevantes y disminuye la secreción de estrógenos hasta en un 90%. No obstante, el ovario postmenopáusico sigue sintetizando andrógenos, contribuyendo al menos al 35% de la cantidad circulante de androstendiona y dihidroepiandrostendiona sulfato, siendo el resto producido por las glándulas suprarrenales. Entonces, cobra importancia la conversión periférica de andrógenos de origen suprarrenal y secundariamente ováricos, en estrógenos. (24) La aromatasa se expresa también en otros tejidos extraováricos, incluyendo el hígado y la mama. (24) Biosíntesis de estrógenos a partir de andrógenos mediante la aromatización catalizada por la aromatasa 28 (25) Durante la postmenopausia existe una disminución del metabolismo basal y debido a que éste representa del 65 al 70% del gasto energético diario, pequeñas variaciones tienen importantes repercusiones en el peso corporal, pudiendo traducirse en aumentos de 3 a 4 kg anuales. (26) Diversos estudios señalan que la disminución acentuada del metabolismo basal tiene una relación mayor con la cantidad de años de postmenopausia, que la edad por sí misma. Se ha demostrado que la masa magra disminuye en la postmenopausia representando una disminución del tejido metabólicamente activo que contribuye a reducir los requerimientos energéticos. (26) Numerosos estudios muestran que en la mujer postmenopáusica hay un incremento progresivo de la circunferencia de cintura por acumulación de grasa visceral. (26) El cese de la función ovárica y el déficit de estrógenos determinan las consecuencias clínicas y síntomas característicos de la menopausia, conocidos como Síndrome Climatérico, que incluyen síntomas circulatorios, genitourinarios y psicológicos, entre otros. II. 2. b- Menopausia precoz y Menopausia tardía Se considera menopausia precoz y menopausia tardía a la desaparición definitiva de los ciclos menstruales antes de los 40 y después de los 55 años respectivamente, sin que exista un origen iatrogénico ni un trastorno detectable. Suele tener cierto carácter familiar y presenta sintomatología similar a la menopausia fisiológica II. 2. c - Terapéutica de la menopausia Aproximadamente en el 15% de las mujeres, los síntomas de la menopausia tienen la magnitud suficiente como para justificar un tratamiento..(23) Las medidas están en relación con la sintomatología de la mujer y su estado de salud. Ante los síntomas del síndrome climatérico cuya intensidad aconseje la indicación de medicamentos, se propone como primer escalón emplear medidas naturales (fitoestrógenos, ejercicios de relajación) y/o de la medicina tradicional. Si los síntomas vasomotores son muy intensos o no mejoran con las medidas antes indicadas, como segundo escalón se recomienda indicar terapia hormonal o no hormonal. (23) 29 Terapia hormonal de reemplazo La terapia hormonal de reemplazo (THR) se refiere al uso de estrógenos y progestágenos con el objetivo de revertir o aliviar alguna de las manifestaciones clínicas que ocurren durante la peri o postmenopausia. Habitualmente se indica en mujeres mayores de 40 años y en mujeres con riesgo o diagnóstico de osteoporosis importante que no tengan contraindicación para su uso. Tratamiento no estrogénico Las medidas no estrogénicas incluyen la utilización de medicamentos de diferentes grupos farmacológicos en el tratamiento del síndrome climatérico. Entre los de mayor uso se encuentran: andrógenos, progestinas moduladores selectivos del receptor estrogénico, tibolona, isoflavonas, sedantes, hipnóticos, entre otros. (23) 30 Capítulo III OBESIDAD III. 1- Definición La obesidad es una patología crónica de origen multifactorial que se define como un exceso de grasa en el organismo debido a que, a largo plazo, el gasto energético que presenta el individuo es inferior a la energía que ingiere. Por lo tanto, un paciente puede desarrollar obesidad debido a que disminuye su gasto energético, aumenta su ingesta o coexisten los dos mecanismos. La obesidad puede determinarse objetivamente por diferentes métodos. La antropometría, es el recurso más sencillo, no invasivo y económico para medir la situación nutricional de una comunidad. (29) El indicador más utilizado en la actualidad es el índice de masa corporal (IMC) que permite clasificar el estado nutricional en distintos grados, contemplando déficit y exceso de peso. El IMC se calcula mediante la siguiente fórmula: IMC = peso (kg) / talla 2 (m) Con este indicador se considera que a partir de 25kg/m2 el individuo presenta sobrepeso y aumenta el riesgo para la salud. III- 2- Clasificación Según IMC La siguiente tabla muestra la clasificación del IMC según Garrow, que es utilizada por la Organización Mundial de la Salud para mayores de 18 años: Tabla 3: Clasificación del estado según IMC IMC (kg /m2) <18,5 <16 CLASIFICACION Bajo peso Desnutrición severa 16 – 16,99 Desnutrición moderada 17 – 18,49 Desnutrición leve 18,5 – 24,99 Normal ≥25 Sobrepeso ≥30 Obesidad 31 30 – 34,99 Obesidad grado I 35 – 39,99 Obesidad grado II ≥40 Obesidad grado III Fuente: Adaptación OMS, 1995, OMS, 2000 y OMS 2004. Según algunos autores (Bray, 1976) y el NHANES (Relevamiento Nacional de Exámenes de Salud y Nutrición realizado por el Centro Nacional de Estadísticas de Salud), a partir de un valor superior a 27 kg /m2 ya se considera obesidad con riesgo de que surjan complicaciones médicas. (28) Según distribución de grasa corporal La distribución de grasa corporal se determina estableciendo una relación entre la circunferencia de la cintura y la circunferencia de la cadera. Cuando predomina la obesidad central o abdominal se clasifica como obesidad androide o superior o troncoabdominal, más característica en los hombres. De lo contrario se clasifica como obesidad ginoide o inferior o gluteofemoral, predominante en las mujeres. El tejido adiposo fue considerado durante mucho tiempo como un reservorio de energía potencial acumulada. Sin embargo se hallaron altas concentraciones de esteroides sexuales en este tejido, comparados con los niveles encontrados en el plasma circulante, comprobándose así que el tejido graso es capaz de almacenar y metabolizar esteroides, con especial referencia a los esteroides sexuales. La acumulación de la grasa visceral en mujeres premenopáusicas se asocia con un significativo aumento de los andrógenos activos circulantes, mientras que la disminución del tejido adiposo se acompaña con una evidente reducción de la androgenicidad. Las hormonas sexuales juegan así un papel importante en la regulación y distribución del tejido adiposo en ambos sexos. En la mujer menopáusica, la acumulación del tejido adiposo tiende a presentar un perfil hormonal de tipo androide, generalmente asociado con una menor densidad mineral ósea. En la obesidad glúteo-femoral las consecuencias metabólicas son escasas y los efectos endócrinos resultan directamente ligados al exceso del tejido adiposo. En la obesidad abdominal, en cambio, los efectos endócrinos reflejan consecuencias muy importantes: resistencia a la insulina e hiperinsulinemia, aumento de la cantidad y actividad de los factores 32 de crecimiento simil insulina, con especial referencia al IGF-1, aumento en la concentración plasmática de andrógenos activos, con una muy importante reducción de la globulina transportadora de hormonas sexuales plasmática (SHBG) y, en consecuencia, un significativo aumento del estradiol y de la testosterona biodisponibles. Según origen Según su origen, la obesidad puede clasificarse en obesidad primaria, de causa nutricional o exógena; y obesidad secundaria, de causa orgánica o endógena. La primera está determinada por factores genéticos y ambientales, es causada por un desequilibrio entre el ingreso y gasto de energía. La obesidad orgánica o endógena, en cambio, es secundaria a otros trastornos. III. 3- Epidemiología El crecimiento acelerado de la prevalencia de obesidad y sobrepeso en los últimos años ha generado gran preocupación a nivel mundial. La Organización Mundial de la Salud declaró a la obesidad como la “epidemia del siglo XXI” en el año 1998, debido a que a nivel global existen 1.000 millones de personas con sobrepeso y 300 millones de estas son obesas. (31) Las sociedades en todo el mundo están modificando sus hábitos alimentarios y métodos de preparación tradicionales para consumir alimentos procesados y productos más ricos en grasas y calorías. Además el avance de la tecnología y la urbanización han fomentado un estilo de vida más sedentario, lo que explica el aumento de las tasas de obesidad y sobrepeso en todas las poblaciones. Este fenómeno de cambios es conocido como “transición nutricional”. La obesidad se ha relacionado con un incremento del riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, diabetes y cáncer. El sobrepeso explica el 58% de la diabetes, el 21% de la enfermedad coronaria y entre el 8 y 42% de diversos cánceres. Es responsable también del 13% de las muertes en Europa y América del Norte, 10% en países en desarrollo, pero sólo del 3% en países subdesarrollados de elevada mortalidad por otras causas. (31) En Estados Unidos, ya a comienzos de los años ´60 casi la mitad de la población tenía exceso de peso y el 13% presentaba obesidad. Actualmente, alrededor del 64% de los adultos estadounidenses tienen sobrepeso y el 30% de ellos son obesos, lo que corresponde al doble 33 de la tasa de 20 años atrás y un tercio más alta que hace sólo 10 años. (31) Sin embargo, existen cifras que demuestran que el sobrepeso y la obesidad están creciendo más aceleradamente en América Latina que en América del Norte o Europa, sumándose de esta manera a la desnutrición como factor que incide en las tasas de mortalidad. (30) Los datos de Argentina, Colombia, México, Paraguay, Perú y Uruguay muestran que más de la mitad de sus poblaciones tienen sobrepeso y que el 15% presenta obesidad. (30) En comparación con otros países de la región, las estimaciones obtenidas fueron similares o algo mayores. En Brasil la prevalencia de sobrepeso fue de entre 23 y 30% en población mayor de 15 años. En Chile, según la Encuesta Nacional de Salud 2003-2004 se reportó una prevalencia de obesidad de 21,9%. (31) En Argentina, la Encuesta Nacional de Factores de Riesgo realizada en el año 2003 mostró que el 49,1% de la población general presentaba exceso de peso, compuesto por 34,5% de sobrepeso y 14,6% de obesidad. En algunas provincias, por su parte, éste exceso de peso alcanzó el 58% aproximadamente. (31) A nivel nacional y discriminando por sexo, se observó mayor prevalencia de exceso de peso en hombres, a expensas de un mayor sobrepeso (42% vs. 27,2%), pero similar prevalencia de obesidad entre hombres y mujeres (15,4% vs. 13,9%). Esta relación se reprodujo en la mayoría de las provincias. (31) La prevalencia de sobrepeso y obesidad se incrementa con el aumento de la edad. En nuestro país, entre la población de 18 a 24 años y la población de 60 a 64 años, el sobrepeso incrementó de 17,9 a 41,7% y la obesidad de 3,9 a 22,8%, estabilizándose luego de los 65 años en valores de 44,5% de sobrepeso y 17,7% de obesidad. (31) La Encuesta Nacional de Nutrición y Salud en el año 2006, ha reportado que la prevalencia de sobrepeso en mujeres de 19 a 49 años fue de 24,9%, y obesidad de 19,4%, mientras que en la población de mujeres de 40 a 49 años la prevalencia de obesidad alcanzó el 31,5%. (31) En cuanto a la población de la ciudad de Buenos Aires y el conurbano, un estudio realizado por Nestlé Argentina durante el año 2009 en el marco de un programa social, mostró una prevalencia de obesidad y sobrepeso que coincide con las tendencias a nivel nacional y mundial. El 37% de la población adulta presentó sobrepeso y el 28% obesidad. (32) 34 III. 4- Etiopatogenia III.4.a- Obesidad nutricional o exógena La obesidad primaria o de causa no delimitada está influida por factores genéticos. Diversos estudios demuestran cómo los hijos de padres obesos tienen mayor porcentaje de grasa corporal que los hijos de padres con peso normal. El alto riesgo relativo de presentar obesidad cuando los padres son obesos está influenciado no sólo por la herencia genética, sino también porque están expuestos a una misma dieta, al mismo nivel cultural y a otros aspectos idénticos en la forma de vida. El grado de obesidad que pueda desarrollar un individuo estará determinado finalmente por los diferentes factores ambientales. Para conservar el peso corporal es necesario mantener un equilibrio preciso entre el ingreso de energía y el gasto de la misma. El gasto energético de un individuo depende de tres componentes: el gasto energético basal, la actividad física y la termogénesis. El tejido adiposo es el principal lugar de almacenamiento de energía química del organismo en forma de triglicéridos. Estos triglicéridos son catabolizados para aportar energía cuando el gasto energético supera el ingreso. Si, en cambio, el aporte energético es mayor al gasto, los triglicéridos se almacenan. Pequeños desequilibrios por excesos a lo largo del tiempo tienen un efecto acumulativo. El depósito de lípidos en el tejido adiposo produce inicialmente la hipertrofia de los adipocitos, es decir, el aumento de tamaño. Cuando estos alcanzan su tamaño máximo se forman nuevos adipocitos a partir de los preadipocitos, estableciéndose una hiperplasia bajo la influencia, en parte, de la lipoproteinlipasa (LPL). La actividad de esta enzima se encuentra aumentada en la obesidad, pero se desconoce si es causa o consecuencia de la misma. El ingreso y egreso de energía se regula mediante mecanismos de retroalimentación negativa. La regulación de la ingesta de alimentos depende de muchos factores, como señales nerviosas y endócrinas, los niveles de ciertos nutrientes en la sangre, factores psicológicos como el estrés y la depresión, señales del tubo digestivo y sentidos especiales, y las conexiones neurales entre el hipotálamo y otras partes del encéfalo. Dentro del hipotálamo hay grupos de neuronas (núcleos arcuato y paraventricular) que desempeñan papeles decisivos en la regulación de la ingesta de alimentos. Se descubrió un 35 gen codificante de la leptina, hormona que ayuda a disminuir la adiposidad en seres humanos interviniendo en los mecanismos neuroendócrinos de la saciedad. La leptina es sintetizada y secretada por los adipocitos en proporción a la adiposidad; cuanto más triglicéridos se almacenan, mas leptina se secreta al torrente sanguíneo. Esta hormona actúa en el hipotálamo inhibiendo el circuito que estimula la ingesta y también activando los circuitos que aumentan el gasto de energía. La insulina tiene un efecto similar, pero más leve. Cuando los niveles de leptina e insulina son bajos, las neuronas que se proyectan del núcleo arcuato al núcleo paraventricular liberan un neurotransmisor llamado neuropéptido Y, que estimula la ingesta de alimentos. Otras neuronas que se extienden entre estos núcleos liberan un neurotransmisor llamado melanocortina. La leptina estimula la liberación de melanocortina, que actúa inhibiendo la ingestión. III.4.b- Obesidad orgánica o endógena La obesidad orgánica o endógena es secundaria a una alteración o patología conocida en el individuo, que es en general un trastorno del sistema neuroendócrino y está presente en menos del 5% de los pacientes obesos.(27) Puede ser por una lesión hipotalámica, causas hipofisarias o suprarrenales, hipotiroidismo grave, síndrome de ovarios poliquísticos o a causa de algunos fármacos. 36 Capítulo IV ASOCIACIÓN ENTRE OBESIDAD, ETAPA BIOLÓGICA Y CÁNCER DE MAMA Prácticamente en todos los estudios, la prevalencia de obesidad es mayor en mujeres que en varones para casi todos los grupos de edad, y aumenta según avanza ésta, obteniéndose valores máximos alrededor de los 60 años. La menopausia es una de las etapas críticas de la mujer que favorece la acumulación de tejido adiposo. En un estudio realizado en España (SEEDO-97) la prevalencia de obesidad más elevada se encontró en el grupo de mujeres entre los 55 a 60 años, alcanzando el 33,7%.(41) Los datos de un estudio epidemiológico multicéntrico italiano muestran que mientras la prevalencia de sobrepeso durante la cuarta década de la vida es similar en hombres y mujeres, 22 y 23% respectivamente, en la siguiente década aumenta sobre todo en mujeres, alcanzando el 39%, mientras que en los hombres se eleva a un 30%. En la sexta y séptima década de la vida, esta prevalencia se mantiene estable en los hombres cercana al 30%, mientras que en la población femenina se incrementa a un 45%. (41) Los datos de “The Women Health Iniciative” en Estados Unidos son similares. Se observó que un 44,6% de las mujeres entre 50 y 70 años presentaba un IMC >27 kg/m2. (41) Con respecto a las estadísticas nacionales, no se hallaron datos de prevalencia de obesidad en mujeres sanas mayores de 50 años. Según la Encuesta Nacional de Nutrición y Salud del año 2006, la prevalencia de obesidad en mujeres de 30 a 39,9 años fue de 19,7%, aumentando a 31,5% en el rango de 40 a 49,9 años. En Gran Buenos Aires, esta prevalencia fue de 19,3% en mujeres de 30 a 39,9 años, mientras que en mujeres de 40 a 49,9 años aumentó a 29,9%. Se cree que la obesidad tiene un efecto dual en el cáncer de mama: en las mujeres premenopáusicas en la mayoría de los estudios se ha encontrado una asociación inversa entre el peso y el riesgo de desarrollarlo (7, 11, 22, 39, 40) y en mujeres posmenopáusicas la mayoría de los estudios epidemiológicos reportan un riesgo incrementado de desarrollar cáncer mamario en mujeres con obesidad. (7, 8, 22 35, 36, 37, 38, 39, 40) En un estudio realizado en mujeres postmenopáusicas con cáncer de mama en dos hospitales de la Ciudad de Buenos Aires se señaló una prevalencia de sobrepeso y obesidad del 70% y de obesidad abdominal en un 46% de la muestra. (12) 37 El aumento de peso y tejido adiposo se acompaña de varias alteraciones en el equilibrio de hormonas sexuales en mujeres pre y posmenopáusicas, que incluyen fundamentalmente la secreción de estrógenos y andrógenos y la secreción y metabolismo de su transportador principal: globulina de unión a hormonas sexuales (SHBG). (35) En la obesidad se observa un aumento en la producción de andrógenos, tanto de origen suprarrenal como gonadal. (33) El hiperandrogenismo ovárico se produce por una acción sinérgica entre los niveles de insulina elevados en la obesidad y la hormona luteinizante (LH).(34) Sin embargo, los niveles plasmáticos de andrógenos se encuentran frecuentemente normales debido al aumento de la depuración extrahepática de estos, que se produce en la piel, el sistema piloso y el tejido adiposo.(33) Por esta reacción de conversión de los andrógenos en el tejido adiposo, se produce un mayor aumento de la concentración de estrógenos en personas con obesidad, en comparación con aquellas de peso normal. En las mujeres premenopáusicas la homeostasis de estrógenos y andrógenos está regulada por el eje hipotálamo- hipofisario y los estrógenos sintetizados por el tejido adiposo representan alrededor de un tercio del total circulante en plasma. (7) La secreción constante de estrógenos por el tejido adiposo no permite que se produzcan las fluctuaciones de concentración de hormonas necesarias para la ovulación normal, dando como resultado ciclos anovulatorios. (29) Esto se traduce en menores niveles de progesterona y estradiol, conduciendo a tasas bajas de división de células mamarias y consecuentemente, según algunos estudios epidemiológicos, menor riesgo de cáncer. (22) Por otro lado, los niveles elevados de leptina en la obesidad inhiben la producción de estrógeno ovárico, lo que podría ser otro factor que contribuye a la asociación negativa entre la obesidad y riesgo de cáncer en la premenopausia. (36) En las mujeres postmenopáusicas, en cambio, los estrógenos producidos por la aromatasa en el tejido adiposo constituyen la principal fuente de los mismos, sin que exista un mecanismo de retroalimentación para controlar los niveles circulantes. Este aumento de los niveles de estrógenos asociados al aumento del tejido adiposo, explicaría el rol de la obesidad como factor de riesgo en el desarrollo de cáncer de mama en la mujer postmenopáusica. 37) (7, 22, A su vez, la edad favorece la producción de estrógenos en el tejido adiposo porque la actividad específica de la aromatasa aumenta de 2 a 4 veces conforme avanzan los años. (37) 38 Por otro lado, la concentración de aromatasa en el tejido mamario maligno es aún mayor que en el tejido mamario normal. La aromatasa, que se encuentra en los fibroblastos indiferenciados del tejido adiposo que rodea a las células epiteliales malignas, produce estrona que difunde y es reducida a estradiol biológicamente activo por la 17β– hidroxiesteroide deshidrogenasa (17β-HSD) de las células tumorales. Algunos estudios demostraron que la concentración de estrógenos en la mama de mujeres postmenopáusicas con neoplasia mamaria es de 10 a 20 veces mayor que la sistémica. (11, 37) Al mismo tiempo, tanto la obesidad como la menopausia tienen una relación inversa con la concentración de SHBG. En la menopausia, esto se debe a la disminución brusca de los niveles de estradiol ovárico (38) , mientras que en la obesidad, la hiperinsulinemia es la responsable del descenso de la concentración de la globulina. Los bajos niveles de SHBG implican un aumento de hormonas sexuales libres. Los andrógenos libres pueden ingresar a las células para ser depurados, aumentando aún más la concentración de estrógenos biodisponibles, y por lo tanto también el riesgo de desarrollar cáncer de mama estrogenodependiente. (11, 22, 37) Por su parte, la distribución de las grasas influye también sobre los niveles de SHBG en mujeres obesas. Las mujeres con obesidad central tienen concentración más baja de SHBG en comparación con sus pares con obesidad periférica, tal vez por la mayor cantidad de insulina circulante en aquellas con obesidad abdominal. La grasa visceral, además genera más testosterona que la periférica y la conversión de testosterona y de dihidroandrostendiona a estrógenos está sustancialmente elevada en la obesidad abdominal. (35) Por último, la obesidad androide influye en el desarrollo del cáncer porque el aumento de insulina circulante puede producir un aumento de la biodisponibilidad de IGF-1, secundario a un descenso en la secreción de la proteína transportadora de IGF (IGFBB-1 y 2). Con esto se logra que una mayor cantidad de IGF-1 circule libre por el plasma y se una al receptor en las células normales o cancerígenas. (7, 12, 24) En la tumorgénesis mamaria, tanto la hormona de crecimiento como los factores de crecimiento (EGF, TGF-α, TGF-β, IGF-1, IGF-2) desempeñan un papel importante ya que actúan como promotores e intervienen en la etapa de progresión. En las células normales estos factores tienen un rol fundamental en la estimulación del crecimiento, diferenciación y 39 proliferación celular. Se sabe que IGF-1 es clave en el desarrollo de la glándula mamaria en individuos humanos púberes. En cuanto a los receptores, el IGF-1R está relacionado con la transformación celular maligna, interviene en la inhibición de la apoptosis y media las acciones mitogénicas de IGF-1 e IGF-2. El receptor IGF-2R, promueve la activación de TGF-β, que es un regulador negativo del crecimiento celular. Se postula que la expresión de IGF-1R predice un mejor pronóstico en el curso de la enfermedad y que la pérdida de IGF-2R en la célula tumoral mamaria conduciría a la liberación de un amplio espectro de proteasas lisosomales al espacio extracelular, contribuyendo a la invasión y metástasis por degradación de los componentes de la membrana basal. (7, 24) A pesar de que la mayoría de los estudios epidemiológicos señalan un rol protector de la obesidad en la premenopausia, existen estudios que muestran que la historia de obesidad, definida como el IMC antiguo calculado a partir del peso promedio en la mayor parte de la vida adulta, se asocia a un incremento del riesgo de cáncer mamario tanto en mujeres premenopáusicas como postmenopáusicas. (35) Además, algunas investigaciones señalan que la obesidad en mujeres con cáncer de mama, tanto pre como postmenopáusicas, tendría un efecto negativo en el pronóstico y evolución de la enfermedad, con alto riesgo de recidivas. (40) 40 DISEÑO METODOLÓGICO Objetivos Objetivo General Establecer la asociación entre la etapa biológica (pre y postmenopausia) y obesidad en mujeres con diagnóstico de cáncer de mama en los últimos 2 años, que fueron asistidas en el Hospital Zonal Especializado en Oncología de Lanús. Objetivos Específicos Antropometría a) Determinar la prevalencia de obesidad al momento del diagnóstico de las pacientes con cáncer de mama diagnosticado en los últimos 2 años, que fueron asistidas en el Hospital Zonal Especializado en Oncología de Lanús. b) Determinar la prevalencia de obesidad abdominal al momento del diagnóstico en las pacientes con cáncer de mama diagnosticado en los últimos 2 años, que fueron asistidas en el Hospital Zonal Especializado en Oncología de Lanús. Antecedentes c) Determinar la etapa biológica (pre o postmenopausia) al momento del diagnóstico de las pacientes con cáncer de mama diagnosticado en los últimos 2 años, que fueron asistidas en el Hospital Zonal Especializado en Oncología de Lanús. d) Determinar antecedentes de obesidad en las pacientes con diagnóstico de cáncer de mama en los últimos 2 años, que fueron asistidas en el Hospital Zonal Especializado en Oncología de Lanús. 41 e) Determinar la prevalencia de antecedentes de menarca precoz de las pacientes con diagnóstico de cáncer de mama en los últimos 2 años, que fueron asistidas en el Hospital Zonal Especializado en Oncología de Lanús. f) Determinar la prevalencia de antecedentes de menopausia tardía en las pacientes posmenopáusicas con diagnóstico de cáncer de mama en los últimos 2 años, que fueron asistidas en el Hospital Zonal Especializado en Oncología de Lanús. g) Determinar la prevalencia de nuliparidad en las pacientes con diagnóstico de cáncer de mama en los últimos 2 años, que fueron asistidas en el Hospital Zonal Especializado en Oncología de Lanús. h) Determinar la prevalencia de antecedentes de lactancia en las pacientes con diagnóstico de cáncer de mama en los últimos 2 años, que fueron asistidas en el Hospital Zonal Especializado en Oncología de Lanús. i) Determinar la prevalencia de historia familiar de cáncer de mama en las pacientes con diagnóstico de cáncer de mama en los últimos 2 años, que fueron asistidas en el Hospital Zonal Especializado en Oncología de Lanús. j) Determinar la prevalencia de consumo de alcohol en las pacientes con diagnóstico de cáncer de mama en los últimos 2 años, que fueron asistidas en el Hospital Zonal Especializado en Oncología de Lanús. k) Determinar la prevalencia de tabaquismo en las pacientes con diagnóstico de cáncer de mama en los últimos 2 años, que fueron asistidas en el Hospital Zonal Especializado en Oncología de Lanús. 42 Clínica l) Determinar la prevalencia de dislipemia al momento del diagnóstico en las pacientes con cáncer de mama diagnosticado en los últimos 2 años, que fueron asistidas en el Hospital Zonal Especializado en Oncología de Lanús. Asociaciones m) Establecer la asociación entre la etapa biológica (pre y postmenopausia) y la obesidad abdominal al momento del diagnóstico en las pacientes con cáncer de mama diagnosticado en los últimos 2 años, que fueron asistidas en el Hospital Zonal Especializado en Oncología de Lanús n) Establecer la asociación entre la etapa biológica (pre y postmenopausia) y dislipemia al momento del diagnóstico en las pacientes con cáncer de mama diagnosticado en los últimos 2 años, que fueron asistidas en el Hospital Zonal Especializado en Oncología de Lanús. Materiales y Métodos Se realizará un estudio descriptivo observacional retrospectivo de una población de pacientes con cáncer de mama diagnosticado en los últimos 2 años que fueron asistidas en el Hospital Zonal Especializado en Oncología de Lanús. Operacionalización de Variables Edad al momento del diagnóstico Variable cuantitativa continua. Se obtendrá el dato de las historias clínicas de las pacientes. 43 Antropometría Peso Variable cuantitativa continua. Es el peso medido por el profesional al momento del ingreso al hospital. Se obtendrá el dato de las historias clínicas de las pacientes. Peso Habitual Variable cuantitativa continua. Es el peso que la paciente refiere haber mantenido durante la mayor parte de su vida adulta. Se obtendrá el dato de las historias clínicas de las pacientes. Talla Variable cuantitativa continua. Es la talla medida por el profesional al momento del ingreso al hospital. Se obtendrá el dato de las historias clínicas de las pacientes. Obesidad Variable cualitativa. Se determinará utilizando el Índice de Masa Corporal (IMC) que se construye a partir de la relación entre las variables peso y talla mediante la siguiente fórmula: IMC= peso (kg) / talla2(m) Punto de corte: Obesidad SI Obesidad NO IMC ≥ 30 kg/m2 IMC < 30 kg/m2 Obesidad Abdominal Variable cualitativa. Se determinará utilizando el valor de circunferencia de cintura. El dato se obtendrá de las historias clínicas de las pacientes. Punto de corte: Obesidad abdominal SI CC ≥ 88 cm. Obesidad abdominal NO CC < 88 cm. 44 Antecedentes Menopausia Variable cualitativa. Se obtendrán los datos de las historias clínicas de las pacientes. Menopausia SI / Menopausia NO Antecedentes de obesidad Variable cualitativa. Se determinará a partir del cálculo del IMC habitual utilizando la variable peso habitual. IMC habitual ≥ 30 kg/m2 Punto de corte: Antecedentes de obesidad SI IMC habitual < 30 kg/m2 Antecedentes de obesidad NO Menarca precoz Variable cualitativa. Se obtendrán los datos de las historias clínicas de las pacientes. Punto de corte: Menarca precoz SI Menarca precoz NO ≤ 12 años de edad > 12 años de edad Menopausia tardía Variable cualitativa. Se obtendrán los datos de las historias clínicas de las pacientes. Punto de corte: Menopausia tardía SI > 55 años Menopausia tardía NO ≤ 55 años Nuliparidad Variable cualitativa. Se obtendrán los datos de las historias clínicas de las pacientes. Nuliparidad SI / Nuliparidad NO 45 Lactancia Variable cualitativa. Se obtendrán los datos de las historias clínicas de las pacientes. Lactancia SI / Lactancia NO Antecedentes familiares de cáncer de mama Variable cualitativa. Se obtendrán los datos de las historias clínicas de las pacientes. Antecedentes familiares de Ca de mama SI / Antecedentes familiares de Ca de mama NO Consumo de alcohol Variable cualitativa. Se obtendrán los datos de las historias clínicas de las pacientes. Consumo de alcohol SI / Consumo de alcohol NO Tabaquismo Variable cualitativa. Se obtendrán los datos de las historias clínicas de las pacientes. Tabaquismo SI / Tabaquismo NO Clínica Dislipemia Variable cualitativa. Se obtendrán los datos de las historias clínicas de las pacientes. Punto de corte: Hipertrigliceridemia SI TAG ≥ 150 mg/dL Hipertrigliceridemia NO TAG < 150 mg/dL Hipercolesterolemia SI LDL ≥ 160 mg/dL Hipercolesterolemia NO LDL < 160 mg/dL 46 Universo de Estudio La población del estudio estará compuesta por mujeres con diagnóstico de cáncer de mama en los últimos 2 años, que fueron asistidas en el Hospital Zonal Especializado en Oncología de Lanús. Se seleccionará la muestra por conveniencia. Criterios de inclusión Sexo femenino Diagnóstico de cáncer de mama en los últimos 2 años. Criterios de exclusión Falta de datos antropométricos en la historia clínica. Tumor mamario no estrogenodependiente. Plan de Análisis Los datos serán volcados a una tabla de elaboración propia de Microsoft Excel y se analizarán con el programa estadístico Epi Info versión 3.5.1. Se trabajará con un nivel de significación estadística de 0,05. Para las variables descriptivas se utilizarán intervalos de confianza del 95%. Para medir las asociaciones entre variables se realizará el test de Chi cuadrado y el riesgo relativo. 47 RESULTADOS Se estudiaron 66 mujeres que fueron diagnosticadas con cáncer de mama en los últimos 2 años y fueron asistidas en el Hospital Zonal Especializado en Oncología de Lanús. La muestra quedó conformada por 31 mujeres premenopáusicas (47%) y 35 postmenopáusicas (53%) al momento del diagnóstico. El promedio de edad de la población fue de 53,7 ±12 años. El promedio de edad de las mujeres premenopáusicas fue de 45,3 ±6,7 años y de las postmenopáusicas 61 ±10,8 años. Obesidad El promedio de IMC fue de 30,72 ± 6,6 kg/m2. El 47% (IC 95%: 34,6% – 59,7%) de las mujeres eran obesas al momento del diagnóstico (ver anexos: Tabla n° 1). Obesidad abdominal Se contó con el dato sólo en 54 historias clínicas de las 66 en estudio, de las cuales 27 eran mujeres premenopáusicas y 27 postmenopáusicas al momento del diagnóstico. El valor promedio de circunferencia de cintura (CC) fue de 98 ±14,3 cm. El 79,6% (IC 95%: 66,5% - 89,4%) presentó CC aumentada. (ver anexos: Tabla n° 2). Antecedentes de obesidad El promedio de IMC habitual fue de 30 ± 6,2 kg/m2. El 40,9% (IC 95%: 29%- 53,7%) presentó antecedentes de obesidad. (ver anexos: Tabla n° 3). Menarca precoz El promedio de edad de menarca fue de 12,8 ± 1,6 años. El 53% (IC 95%:40,3%- 65,4%) de la población presentó antecedentes de menarca precoz. (ver anexos: Tabla n° 4). 48 Menopausia tardía El promedio de edad de menopausia fue de 48,4 ± 4,2 años. Se halló sólo un caso de menopausia tardía, representando el 2,9% (IC 95%: 0,1%- 14,9%). (ver anexos: Tabla n° 5). Paridad El 9,1% eran nulíparas (IC 95%: 3,4% - 18,7%). (ver anexos: Tabla n° 6). Lactancia El 27,3% (IC 95%: 17%-39,6%) no presentó antecedentes de lactancia. (ver anexos: Tabla n° 7). Antecedentes familiares de cáncer de mama El 21,2% (IC 95%: 12,1%-33%). presentó antecedentes familiares de cáncer de mama. (ver anexos: Tabla n° 8). Consumo de alcohol El 10,6% (IC 95%: 4,4%-20,6%) presentó antecedentes de consumo de alcohol. (ver anexos: Tabla n° 9). Tabaquismo El 50% (IC 95%: 37,4%-62,6%) presentó antecedentes de tabaquismo. (ver anexos: Tabla n° 10). Dislipemia ‐ Hipercolesterolemia Se contó con el dato en 47 historias clínicas, de las cuales 22 eran mujeres premenopáusicas y 25 postmenopáusicas al momento del diagnóstico. El promedio de LDL plasmático arrojó un valor de 138,4 ±39,7 mg/dL. Se encontraron valores de colesterol LDL alto al momento del diagnóstico en el 21,3% (IC 95%: 10,7%-35,7%) de la muestra. (ver anexos: Tabla n° 11). 49 ‐ Hipertrigliceridemia Se contó con el dato de 53 historias clínicas, de las cuales 25 mujeres eran premenopáusicas y 28 postmenopáusicas al momento del diagnóstico. El valor promedio de triglicéridos plasmáticos fue de 153,5 ± 81,6 mg/dl. El 47,2% (IC 95%: 33,3%- 61,4%) presentó hipertrigliceridemia al momento del diagnóstico. (ver anexos: Tabla n° 12). Tabla 4: Caracterización de la muestra Variable % IC 95% 47 34,6 – 59,7 Obesidad abdominal 79,6 66,5 - 89,4 Antecedentes de obesidad 40,9 29 - 53,7 Menarca precoz 53 40,3 - 65,4 Menopausia tardía 2,9 0,1 - 14,9 Nuliparidad 9,1 3,4 - 18,7 No lactancia 27,3 17 - 39,6 Antecedentes familiares de cáncer de mama 21,2 12,1 - 33 Consumo de alcohol 10,6 4,4 - 20,6 50 37,4 - 62,6 Hipercolesterolemia 21,3 10,7 - 35,7 Hipertrigliceridemia 47,2 33,3 - 61,4 Obesidad Tabaquismo Fuente: elaboración propia Obesidad abdominal y etapa biológica El promedio de CC en las mujeres premenopáusicas fue de 99,4 ± 16,07cm y en las postmenopáusicas de 96,6 ±12,42 cm. Se observó CC aumentada al momento del diagnóstico en el 77,8% (IC 95%: 57,7%-91,4%) de las mujeres premenopáusicas y el 81,5% (IC 95%: 61,9% – 93,7%) de las postmenopáusicas. La diferencia entre los grupos no presentó significancia estadística (p=0,11). (ver anexos: Tabla n° 13). El riesgo relativo (RR) de presentar obesidad abdominal aumenta 1,04 (IC 95%: 0,79-1,37) veces en la postmenopausia sin ser estadísticamente significativo. 50 Hipercolesterolemia y etapa biológica De las pacientes premenopáusicas el 18,2% (IC 95%: 5,2%-40,3%) presentó colesterol LDL alto, mientras que en las postmenopáusicas el porcentaje fue de 24% (IC 95%: 9,4%-45,1%). La diferencia entre los grupos no presentó significancia estadística (p=0,23). (ver anexos: Tabla n° 14). El RR de tener hipercolesterolemia aumenta 1,32 veces en la postmenopausia (IC 95%: 0,42-4,07), siendo no significativo estadísticamente. Hipertrigliceridemia y etapa biológica De las pacientes premenopáusicas un 44 % (IC 95%: 24,4%-65,1%) presentó hipertrigliceridemia, mientras que en las postmenopáusicas se alcanzó un 50% (IC 95%: 30,6%-69,4%). La diferencia entre los grupos no presentó significancia estadística (p=0,19). (ver anexos: Tabla n° 15). El RR de tener hipertrigliceridemia aumenta 1,13 veces en la postmenopausia (IC 95%: 0,63-2,02), sin ser estadísticamente significativo. Obesidad y etapa biológica El promedio de IMC en premenopáusicas fue de 30,3 ± 6,59 kg/m2 y en postmenopáusicas de 31,1 ± 6,7kg/m2. El 38,7% (IC 95%: 21,8- 57,8 %) de las mujeres premenopáusicas y el 54,3% (IC: 95% 36,6%-71,2%) de las postmenopáusicas presentaban obesidad al momento del diagnóstico. La diferencia entre los grupos no fue estadísticamente significativa (p=1,6). (ver anexos: Tabla n° 16). El RR de presentar obesidad aumenta 1,4 veces en la postmenopausia (IC 95%: 0,81-2,39), sin presentar significancia estadística. 51 DISCUSIÓN Numerosos trabajos de investigación sugieren que la obesidad ejercería un “papel protector” del cáncer de mama en la premenopausia por la posible reducción del número de ciclos ovulatorios durante la vida reproductiva y, por ende, una menor exposición a las hormonas sexuales femeninas. (7, 11, 22, 39, 40) Estas postulaciones fueron disparadoras de la realización del presente estudio que tuvo como objetivo determinar la asociación entre la obesidad y la etapa biológica en una población de mujeres con cáncer de mama representativa de nuestro país. En nuestra investigación se encontró una mayor prevalencia de obesidad en el grupo de mujeres postmenopáusicas (54,3%) en comparación con las premenopáusicas (38,7%). Sin embargo, esta diferencia no resultó estadísticamente significativa (p= 1,6), por lo tanto no se puede establecer una asociación entre la obesidad y la etapa biológica en nuestra muestra, en contraste con lo expuesto en la bibliografía. Tampoco se halló asociación significativa entre la etapa biológica y la obesidad abdominal (p=0,11) ni con la presencia de dislipemia (hipercolesterolemia p=0,23; hipertrigliceridemia p= 0,19). Sin embargo debemos considerar como limitación que al realizar la investigación en un hospital zonal chico y al aplicar los criterios de exclusión, el tamaño muestral se vio acotado, pudiendo representar un sesgo en el estudio. La prevalencia de obesidad encontrada en el grupo de mujeres premenopáusicas de nuestra muestra es similar a los datos de prevalencia de obesidad en mujeres argentinas de 40 a 49 años presentados por la Encuesta Nacional de Nutrición y Salud del año 2006 (31,5%). Esto podría contradecir la relación inversa entre obesidad y cáncer de mama en la premenopausia sugerida por la literatura, haciendo relevante la realización de un nuevo estudio que compare el estado nutricional de las mujeres premenopáusicas sanas y con cáncer de mama para esclarecer el rol de la obesidad en esta etapa biológica. La alta prevalencia de sobrepeso y obesidad en postmenopáusicas hallada en nuestro estudio (80%) coincide con los valores de un estudio realizado en una población de mujeres postmenopáusicas con cáncer de mama en dos hospitales de la Ciudad de Buenos Aires (70%). (12) Estos elevados porcentajes reflejan la relación planteada en la literatura científica 52 entre la obesidad y el cáncer de mama. La obesidad en la postmenopausia implica un aumento de los niveles de insulinemia que podría promover el cáncer de mama al reducir aún más los niveles de la globulina transportadora de hormonas sexuales (SHBG) que ya se encuentra disminuida en esta etapa y estimular la síntesis hepática y la bioactividad de los factores de crecimiento simil insulina (IGF). Por otra parte la expansión de la masa grasa conduce también a una mayor aromatización de andrógenos suprarrenales a estrógenos. El mayor nivel circulante de estrógenos asociado a un aumento de su biodisponibilidad mediado por los menores niveles de SHBG, explicaría el mayor riesgo de cáncer mamario en obesas después de la menopausia. (7, 8, 22 35, 36, 37, 38, 39, 40) En este caso también sería pertinente realizar un estudio que contemple la prevalencia de obesidad en mujeres postmenopáusicas sanas para determinar si existe una diferencia estadísticamente significativa al compararla con las mujeres con cáncer, ya que no hemos encontrado datos de las estadísticas locales y, además, porque se sabe que en la menopausia el peso corporal tiende a aumentar por causas fisiológicas. Con respecto a los factores de riesgo no modificables de cáncer de mama descriptos en la bibliografía - edad, antecedentes de obesidad, menarca precoz, menopausia tardía, la no lactancia, nuliparidad, y antecedentes familiares de cáncer de mama - en nuestra investigación todos los resultados coincidieron con un estudio realizado en los servicios de ginecología de dos hospitales de la Ciudad de Buenos Aires en pacientes posmenopáusicas con cáncer de mama. (12) Edad El promedio de edad fue de 53,7 ±12 años. La población de mujeres entre 45 y 65 años representó el 63,6% de la muestra, coincidiendo con el rango de edad de mayor riesgo para el desarrollo de cáncer de mama. Antecedentes de obesidad El 40,9% de la población presentó un IMC habitual ≥ 30 kg/m2. Se debe tener en cuenta que este dato se basa en el autorreporte por lo que puede presentar sesgo de memoria. Menarca precoz Más de la mitad de la población tuvo la primera menstruación antes de los 12 años. El promedio de edad de menarca fue de 12,8 ±1,6 años. Menopausia tardía 53 El promedio de edad de la menopausia fue de 48,4 ±4,2 años. Menos del 3% de la población presentó la menopausia después de los 55 años. Nuliparidad Alrededor del 10% de la población no tuvo hijos. No se pudo evaluar el factor de riesgo de la primiparidad tardía debido a que no figuraba la edad del primer parto en las historias clínicas. No lactancia Aproximadamente el 30% de la población no presentó antecedentes de lactancia. En las mujeres que sí dieron de mamar, no fue posible evaluar la duración de la lactancia porque no se contaba con el dato en las historias clínicas, representando una limitación para el análisis de este factor de riesgo. Antecedentes familiares de cáncer de mama El porcentaje de mujeres con antecedentes familiares de cáncer de mama fue cercano al 20%. Con respecto a los factores de riesgo modificables, el tabaquismo, como era esperado debido a las estadísticas nacionales y mundiales, arrojó valores alarmantes de consumo que alcanzan la mitad de la población en estudio, siendo levemente superiores a los datos epidemiológicos publicados por el Programa Nacional de Control del Tabaco del año 2006 (31% en mujeres de 12 a 64 años). El consumo de alcohol presentó un porcentaje cercano al 10% que se asemeja a las estadísticas de consumo de alcohol en América Latina y Caribe presentados por la Organización Mundial de la Salud en el año 2003 (9,7%- 35,6%) y por las estadísticas nacionales reportadas por la Fundación Favaloro del año 2007 (9% de la población total). Sin embargo este análisis se vio limitado por no contar con estadísticas diferenciadas por sexo y porque los datos obtenidos en el estudio pueden estar subestimados al basarse en el autorreporte. 54 CONCLUSIÓN Difundir trabajos que plantean a la obesidad como un “factor protector” puede tener un impacto negativo en los esfuerzos de la Salud Pública para el control de esta epidemia mundial. Es por esto que consideramos necesaria la realización de más trabajos de investigación para esclarecer el papel que la obesidad cumple en el desarrollo del cáncer de mama en la premenopausia. De todas maneras, aunque se comprobase que la obesidad tiene una relación inversa con el cáncer de mama en las mujeres premenopáusicas, no podemos dejar de lado su rol como factor de riesgo de enfermedades cardiovasculares, ni subestimar sus consecuencias negativas, tanto metabólicas, como endócrinas, psicológicas, sociales, culturales, etc. Datos epidemiológicos de Argentina en la última década demostraron que la mortalidad por enfermedades cardiovasculares es la principal causa de muerte en las mujeres y prácticamente duplica a la mortalidad por cáncer, presentándose en un 33 y 18%, respectivamente. (42) Además, es de esperarse que una mujer que presenta obesidad antes de la menopausia, continúe con un exceso de peso al llegar a esta etapa y, casi con certeza, lo siga incrementando. Debido a esto creemos que en nuestro rol de promotores de la salud, bajo ningún punto de vista podemos hablar de la obesidad como un “factor protector”, ya que los efectos perjudiciales siempre superarán a los beneficios. Por lo tanto consideramos que es fundamental la implementación de estrategias de prevención y concientización para que las mujeres mantengan su peso dentro de los rangos de normalidad durante toda su vida. 55 REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Bibliografía de consulta - Enriori, P.; Vico, C.; Enriori, C. El dilema de la obesidad en ambos sexos. Acta de Bioquímica Clínica Latinoamericana. 2004, vol 38, n°2, pp. 165-171. Disponible en: <http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S032529572004000200004&lng=es&nrm=iso>. - Farreras, P; Rozman,C. Medicina Interna . 13° ed. Ediciones Doyma SA y Mosby-Doyma Libros SA en CD-ROM.1996. - Guyton, A; Hall,J.[et al] Tratado de Fisiología Medica. 11° ed. Editorial Elsevier, 2006. - Kronenberg, H [et al]. 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