RESEÑA DE MARÍA ESTELA BARCO HUERTA. María Estela Barco Huerta nació en el Distrito Federal, México, el 26 de marzo del año de 1953. La segunda hija de una familia modesta, su mamá vive, su papá falleció cuando Estela tenía 9 años y tiene una hermana mayor. Estudió teología, Biblia, antropología y trabajo social. El año de 1976 llegó a Chiapas a la parroquia de Tila, como misionera. Era un tiempo en el que se estaba hablando de la encarnación del evangelio en las culturas y el trabajo misionero tenía que ver con el descubrir la Palabra de Dios presente en las culturas y participar lo más profundamente posible de la vida y la cultura de las comunidades. El acontecimiento de integrarse en una región de Chiapas, con otras compañeras que habían decidido también realizar esta experiencia de participar de la realidad de las comunidades indígenas; un encuentro con una cultura milenaria, con una historia de resistencia, donde hablan la lengua ch’ol principalmente, productores de maíz, frijol, café, habitantes de las montañas, en un espacio amplio y grandioso. Este acontecimiento marcó su historia. Desde el municipio de Tila poco a poco Estela y el equipo de trabajo se relacionaron con comunidades de otros municipios como Salto de Agua y Sabanilla; una experiencia de construcción de procesos a partir de la realidad de las comunidades y en la búsqueda de salidas a la situación de pobreza y marginación. Como parte de los equipos pastorales asumió responsabilidades de acompañar a las comunidades y a los catequistas que tenían una clara visión de la necesidad de organizarse y de entender la situación socio-política. Reuniones, talleres, cursos, reflexiones, un sin número de actividades en las montañas del norte de Chiapas; caminos intransitables en épocas de lluvia, lodo, a pie ó a caballo, para llegar a compartir la vida real y concreta y sobre todo para crear nuevos mundos. Allí en esos años de los 80s nació la conciencia de la participación de las mujeres y la necesidad de un cambio de las relaciones de explotación y sumisión. Las comunidades, sus líderes, hombres y mujeres, principalmente, tuvieron que encontrar el tiempo y el espacio para capacitarse, para aprender a leer y escribir ch’ol y español, para construir sus propias palabras políticas, para movilizarse y ser protagonistas de su propia historia. Este tiempo que fue también el tiempo privilegiado de una fe comprometida con la historia y de una acción política enraizada en la vida de los pueblos. Así se creció y apareció, después, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional en 1994. Lo que le vino a dar un sentido a muchas luchas y a muchas vidas. María Estela ya en 1993 había sido invitada a trabajar en Desmi, como administradora, juntando el trabajo directo en las comunidades y el trabajo de administración de una organización no-gubernamental, después de su experiencia amplia de acompañamiento a la lucha de los pueblos. Desde Desmi se comprometió a colaborar en el proceso de paz con justicia y dignidad, a partir del levantamiento armado del EZLN en 1994. Participó en la Comisión Nacional de Intermediación (CONAI) apoyando en los diálogos en la Catedral de San Cristóbal de Las Casas, en las distintas sesiones del diálogo entre el EZLN y el Gobierno Federal en San Andrés Sacamch’en de los Pobres y también en el año de 1996 tomó parte en la fundación de la Comisión de Apoyo a la Unidad y Reconciliación Comunitaria (CORECO), como parte de la representación de la diócesis. También participa en 1992 en la fundación de la Coordinadora Diocesana de Mujeres (CODIMUJ) una iniciativa de relacionar todos los grupos de mujeres presentes en la diócesis para fortalecer la palabra de las mujeres y para crear conciencia de las relaciones patriarcales y de la violencia hacia las mujeres, para transformarlas y construir espacios de libertad. Otra de las actividades que ha mantenido es su relación con Caritas Diocesana, desde su fundación en 1988. Testigo del surgimiento de la conciencia de los pueblos y de su capacidad de ser defensoras y defensores de sus derechos, ahora en una clara posición frente a los intereses transnacionales, comprometidos en la defensa del territorio. Estela ahora es también coordinadora de Desmi; le toca encontrar nuevos caminos. Quizás uno de los momentos importantes últimamente es el haber participado en el Tribunal Permanente de los Pueblos, para denunciar la impunidad frente a la violencia realizada por los grupos de contra-insurgencia, organizaciones para-militares como la organización Paz yJusticia, que operó en los municipios de Tila y Sabanilla en los años de 1995-1998. Permanecen en la impunidad diversos crímenes cometidos por estas organizaciones y las comunidades mantienen la memoria de estos acontecimientos y reclaman justicia. Estela pudo estar como testigo en el Tribunal Permanente de los Pueblos porque ha pasado gran parte de su vida en estos mismos lugares, ha conocido los acontecimientos y ha vivido en carne propia la violencia, pero también la esperanza de que es posible la conciencia y la acción que no permitan más el atropello y el despojo. Como ella misma dice: “Si no me hubiese encontrado con este proceso que se estaba tejiendo no sé dónde estaría hoy. He aprendido y soy lo que soy por estar en esta tierra, siento que soy producto de dos procesos, el de la diócesis y el de la organización. Dos ríos que me formaron y me siguen formando, de la diócesis el compromiso, la espiritualidad, la fuerza que viene de la cercanía con la gente, esas mujeres y hombres que me han aceptado y me sienten cercana a ellas y ellos. El de la organización la parte política, organizativa, el compromiso para cumplir pues sabemos que hay algo que se está transformando, que lo que hago es parte importante de ese proceso. El cariño que le tengo a la gente también cuenta, son rostros de mujeres y hombres que están en mi cabeza y en mi corazón. Desmi lo pongo en las dos partes, siento que el compromiso viene de esta fuerza espiritual de los pueblos, de su resistencia, de que a pesar de tener lo mínimo lo dan todo por conquistar, construir ese otro mundo mejor que este. Desmi, quizá, fue la oportunidad de seguir haciendo lo que me gusta, acompañar ese caminar de la autonomía.” Felicidades a Estela. Enhorabuena.