Un vistazo a la psicología comunitaria hecha en Chile. A vuelo de pájaro la psicología comunitaria guarda cierto carisma especial. Esta área de especialización evoca inevitablemente una particular forma de asumir nuestra profesión a través de prácticas como la crítica y el compromiso social, el abordaje de fenómenos como la marginalidad y la transformación social y, también, a través del desarrollo de algunos conceptos muy en boga como la participación, el empoderamiento, el género, la calidad de vida, entre otros. También, es imposible dejar de asociar esta especialidad a figuras prácticamente míticas como Paulo Freire o Ignacio Martín Baró. Quizás porque su quehacer se realiza muchas veces fuera de los espacios y tiempos oficiales la psicología comunitaria suele quedar algo invisibilizada. Sin embargo, muchos de nuestros colegas realizan cotidianamente intervenciones con niños que pernoctan en “caletas”, con mujeres que sufren violencia conyugal, con jóvenes que intentan superar el consumo abusivo de drogas, u otras intervenciones similares. Otras veces, están más bocados a realizar diagnósticos participativos o a diseñar programas de trabajo con distintos actores sociales. O bien, a sistematizar, documentar y teorizar acerca de las experiencias realizadas. Claramente, no es el tipo de trabajo que se ajusta fácilmente a nuestro modelo neoliberal. Al contrario, reñidos muy posiblemente con el mercado y la “objetividad a secas”, los psicólogos comunitarios realizan una labor compleja. Mal que mal, se las tienen que ver con todo aquello que nuestra sociedad se resiste sistemáticamente a mirar, a asumir y, en definitiva, a superar. Por todo esto, quisimos detenernos y ver qué está pasando en nuestro medio nacional en torno a esta especialidad. Rápidamente nos quedó la impresión de harto ajetreo, evidenciado por la presencia de 2 nuevas publicaciones en menos de 5 meses, un Congreso en Valparaíso y una activa página web. Respecto de las publicaciones, la primera de ellas “Trayectoria de la Psicología Comunitaria en Chile”, editada por la Universidad de Valparaíso, aborda lo hecho y lo pensado en Chile en el área desde los años 90 al 2000 y contiene además, 10 valiosísimas entrevistas a destacados académicos nacionales junto a otra realizada a Alipio Sánchez Vidal, connotado especialista español. El otro libro, recientemente presentado por un referente nacional en el área, el psicólogo y académico Domingo Asún, en el marco del II Congreso Chileno de Psicología realizado en la USACH, se denomina “Psicología Comunitaria en Chile”, y permite visualizar la evolución, estado actual y proyecciones de la psicología comunitaria en Chile desde un punto de vista principalmente conceptual. Además de estos aportes, pudimos percatarnos de la realización del VIII Congreso de Estudiantes en torno a la Psicología Social Comunitaria, llevado a cabo recientemente en la ex Cárcel de Valparaíso. Y por último, nos conectamos al sitio “www.comunitarios.cl” que, tal como reza su lema, se trata de una “red de trabajo comunitario libre y cooperativo” donde es posible informarse acerca de las actividades de interés, bajar documentos como papers, libros, tesis u otros y, por último, buscar y ofrecer trabajo para psicólogos. Tal como en otras áreas de nuestra profesión, la psicología comunitaria, exige de una articulación estrecha entre quienes piensan la especialidad y aquellos que están operando en el día a día con la expresión más tangible de las problemáticas que ésta aborda razón por la que quisimos acercarnos a estas dos dimensiones. Definiciones y Orígenes de la Psicología Comunitaria Una inquietud recurrentes asociada a la psicología comunitaria es si está constituye un cuerpo autónomo de conocimiento, si efectivamente es posible hablar de psicología comunitaria y cuál ha sido su desarrollo. Patricia Pallavicini, Magíster en Psicología Social y Comunitaria, Subdirectora de Docencia y académica de la Escuela de Psicología de la USACH, nos cuenta al respecto que: - “(…) hay como dos posturas, una que te dice que efectivamente no existe la psicología comunitaria, sino que responden a una aplicación de los diferentes cuerpos teóricos de la psicología, y particularmente de la psicología social, al trabajo comunitario. En cambio, hay otros autores que te dicen no, el psicólogo comunitario tienen un cuerpo teórico, epistémico, metodológico y ético particular, en donde uno puede encontrar, por ejemplo, lo que te dice María Luisa Montero. A mí lo que me parece más agudo es que suponemos que la teoría y la práctica están escindidas. Para mí ese el problema de la pregunta o el problema es que nos olvidamos el concepto esencial de psicología comunitaria, que no es la teoría ni la práctica sino que es el ejercicio reflexivo de la práctica donde la teoría se va retroalimentando a partir de la práctica o sea, los cientistas sociales estamos trabajando para transformar el mundo, o sea, en la medida que lo pensamos lo transformamos. - Pero yendo a la práctica justamente, hay gente que está haciendo cosas y trabajando en terreno... - Bueno sí, el nombre psicología comunitaria ha servido para que algunos más o menos podamos poner lo que hay. Ahora ¿de qué es lo que alimenta efectivamente?, hay un popurrí de cosas y muchas veces se identifica con todo lo que es salud mental y talleres en esa línea pero también, ¿por qué no ha de ser psicología comunitaria todo lo que es de la psicología social contruccionista?... - ¿Y cómo surge la psicología comunitaria? - Surge como cuestionamiento a propósito de los modelos tradicionales de intervención en salud mental que se estaban desarrollando en los años 70 en los Estados Unidos, o sea al típico modelo diádico, de terapeuta paciente, de prevención, sin anticipación, que en el fondo planteaban la posibilidad de separar el sujeto, con la estigmatización, con la responsabilización del sujeto de sus circunstancias. Todo ese movimiento crítico que tiene influencias de la anti psiquiatría y que surgió de ellos mismos y dio un impulso importante para la psicología comunitaria. Y desde el punto de vista práctico también ha tenido mucha influencia en el desarrollo de Latinoamérica, porque acá estaba la dictadura, y todas las condiciones que sabemos como la marginalidad, la extrema pobreza, los problemas de alfabetización, la exclusión social. O sea, se da un impulso desde las dos líneas, lo que viene de afuera con lo que se estaba viendo acá y eso llegó a tener mucha fuerza, y eso le da, a mi juicio, un impulso fundamental para que se desarrolle en el fondo como un movimiento crítico de la psicología comunitaria que hace que se comprometa efectivamente con este llamado al cambio social y a que los psicólogos puedan tener un quehacer mas comprometido socialmente y no solamente para privatizarse en su trabajo, con poco impacto social… - Es un desafío enorme… - Es un desafío enorme y yo creo que nos ha ido más o menos, que no ha sido muy exitoso. Es decir, ha tenido desarrollos teóricos súper interesantes, esto por ejemplo, de la investigación acción es interesante. Pero el problema yo creo que les falta todo el respaldo de políticas públicas, desde las academias. Se puede pensar modelos súper interesantes de trabajo, pero tú llegas a trabajar y te encuentras con el consultorio clásico, con el modelo despersonalizado, etc. Debe haber un cambio institucional. Puede haber muchos compromisos, pero las condiciones siguen siendo las mismas. No puede ser en el fondo que haya este par de personas que son casi como idealistas, así como los años 70, que van reapareciendo y que tienen que lidiar con una frustración enorme cotidianamente para poder sacar adelante proyectos que son de baja remuneraciones, de alto compromiso, con costos personales y que además no te garantizan ninguna posibilidad. Con este modelo de atención en salud, por ejemplo, no vamos a llegar a ninguna parte. Mientras de verdad no se piense, o sea, todos dicen la educación es importante, pero mientras eso no se materialice… Finalmente, Patricia Pallavicini destaca el alto nivel de pasividad existente aún en nuestro país. La baja capacidad de crítica y movilización de la población nacional para hacerse parte de sus necesidades y demandas hecho reflejado en la débil reacción a propósito de la implementación del plan de transporte en nuestra capital. Esta pasividad bien podría revertirse trabajando desde la educación piensa ella. Allí la psicología comunitaria tiene mucho que aportar. “(..) si tuviera que buscar un aliado, buscaría los espacios educacionales, (…). O sea desde los 3, 4, 5 años; ayudando a desarrollar opiniones propias, a convivir con las diferencias, etc”. ¿Trabajo comunitario o psicología comunitaria? Esta disyuntiva la expone el docente de la Universidad de Chile Víctor Martínez, en la publicación editada por la U. de Valparaíso antes mencionada. Martínez prefiere distinguir entre la psicología comunitaria y el enfoque comunitario, y plantea que en esto último los psicólogos ocupan a veces un rol menos protagónico que otros profesionales. En esta línea, señala, que “(…) me he estado inclinando más, en el último tiempo, a trabajar a nivel de enfoque comunitario. Entonces, he visto, sí, que el enfoque comunitario se ha ido instalando gradualmente, pero a paso seguro, en las políticas públicas, en las políticas sociales.” “Una de las diferencias entre el enfoque comunitario y la psicología comunitaria, es que al primero, no solamente contribuyen los psicólogos, sino también sociólogos, antropólogos, asistentes sociales, médicos, psiquiatras y arquitectos. Me han sorprendido las reflexiones de estos últimos a nivel práctico y los diseños donde incorporan lo comunitario. Todos han llegado con sus reflexiones al borde del enfoque comunitario, por decirlo así, y algunos mucho más allá (…)”. “De hecho, el desarrollo del enfoque comunitario en las políticas sociales actuales (por lo menos en nuestro país) tiene más peso las contribuciones aportadas por los asistentes sociales, sociólogos, y antropólogos que las realizadas por psicólogos. La psicología comunitaria, como disciplina, no es todavía un referente para las políticas sociales chilenas.” “(…) Es que los psicólogos se quedan encerrados en la psicología comunitaria, y son tentados más por la psicología que por lo comunitario…parecieran haberse quedado en el área chica. No obstante, hemos visto que se ha progresado, que han avanzado e incorporado a nivel de políticas sociales, específicamente a nivel de políticas en salud, en salud mental.” Por otra parte, según Martínez, aún existe mucho prejuicio respecto del área. La psicología comunitaria “es percibida por nuestros colegas como una psicología ideologizada, como una psicología politizada, que se propone transformarlo todo y no necesariamente con el acuerdo de la gente…lo que genera fuerte adhesión y también fuerte rechazo… diría que hay que sacar la psicología comunitaria de ese lugar… Martínez prefiere “una psicología comunitaria que tenga que ver más con lo metodológico que con los fines, teniendo como eje la participación ciudadana. Por ejemplo, cuando hablamos de cambio social, que lo defina la comunidad, no la psicología comunitaria (…)”. Transformaciones y campo laboral De todas formas, la psicología comunitaria ha cambiado sustantivamente desde los ochenta hasta la actualidad, señala Domingo Asún en la misma publicación. En aquella época, el trabajo de este tipo estaba en manos de las ONG’s quienes “abordaban temas de salud, derechos humanos, reorganización, construcción de organizaciones, en otras palabras, en todas las formas de organización popular”. Gradualmente, este trabajo lo ha ido asumiendo el Estado con todas las fortalezas y debilidades que eso significa. Básicamente, esta transformación, se produce desde el año 1994 en que el Estado comienza a liderar este proceso hasta nuestros días. Sin embargo, el académico de pre y post grado de la Universidad de Valparaíso, y autor de variadas publicaciones sobre el tema, expone “que antes lo que se hacía o dejaba de hacer cobraba sentido y era apreciado a partir de un proyecto global. Esta situación, hoy día, es la que ha cambiado más dramáticamente”. De hecho, “este año 2006, la situación tiene que ver con programas de intervención de corto alcance, con un periodo muy pragmático, donde la concepción global de qué estamos construyendo no está acotada. En general se está construyendo una respuesta a indicadores que han sido visualizados en algún diagnóstico y, por lo tanto, la intervención es de ocho a dieciocho meses y su objetivo fundamental es modificar esa situación diagnosticada. “(…) Lo que importa es lo que se deja de hacer no en función de un proyecto de construcción de sociedad, sino (…) en función de un cumplimiento de los objetivos programados (…)”. Por otra parte, todo este rol que ha asumido el Estado ha repercutido directamente sobre el quehacer profesional. Asún señala que “(…) Nunca antes en Chile había habido tantos psicólogos trabajando en desarrollo local. De hecho nadie fue capaz de predecir que la enorme cantidad de profesionales que hemos producido en los últimos años iba a tener, finalmente, un espacio de posicionamiento laboral precario, sin duda, pero un espacio laboral al fin. Al respecto, el académico señala que “no anticipamos dos cosas: la enorme demanda que el Estado iba a tener y la necesidad de pensar los procesos formativos. (…). Por eso tenemos psicólogos básicamente en la infantería y no en la gerencia o centros de proyectos”. Testimonio a todo terreno Finalmente, quisimos conocer el testimonio de personas que están trabajando en terreno, quienes nos entregaron apreciaciones respectos del tipo de proyectos e iniciativas en las que se han desarrollado profesionalmente. Cristian Zamorano, psicólogo comunitario de la U. de Valparaíso y docente de Psicología Social en la U. del Mar, nos relata su experiencia. - La primera experiencia en el área fue una en la que me tocó participar en el marco de mi práctica, se trató de una intervención realizada en I. de Pascua. Yo la ubicaría dentro de lo que podríamos señalar como problemáticas de Salud Mental Comunitaria. Llegamos a la isla mediante el financiamiento de nuestra tesis de pregrado con fondos de la Intendencia de Valparaíso destinados a Tesis de Interés Regional. Debido a la alta prevalencia de violencia intrafamiliar en la isla se nos encargó estando allá, una intervención dirigida a mujeres agredidas por parte de sus parejas. Esta actividad puntual recibía el apoyo del Prodemu y da la Municipalidad de I. de Pascua. Se trató de una experiencia novedosa realizada principalmente desde la lógica de la Educación Popular, considerando que la comunidad local no conocía este tipo de actividades, ni tampoco lo que puede trabajar más allá de la psicología clínica. Esta actividad la realizamos con mujeres de entre 25 a 50 años, con parejas mixtas, es decir compuesta en general por mujeres continentales emparejadas con hombres insulares. Fue una experiencia de 4 a 5 meses aproximadamente con muy buena recepción por parte de las participantes ya que el nivel de asistencia alcanzó como promedio un 70%. Sin embargo, nos costó problematizar el tema ya que pudimos constatar que muchas de las veces nos era costoso comunicar lo que pretendíamos hacer. En cierta medida, el factor sociocultural cultural gravitó significativamente sobre esta experiencia…. - ¿Y actualmente, en qué estás? - Actualmente me encuentro realizando un estudio cualitativo acerca de los significados asociados al abuso de drogas por parte de jóvenes de la Población Padre Hurtado acá en Talca, financiado por Conace y ejecutado por la Universidad Católica del Maule. Trabajamos principalmente con informantes claves, principalmente dirigentes juveniles, en las mismas unidades vecinales; con jóvenes infractores de ley y también con jóvenes escolarizados. También ha sido difícil, ya que es una población sobre intervenida y tanto adultos como jóvenes no se muestran muy favorables a participar en este tipo de programas…antes generaban cierta expectativas pero ahora hay más desconfianza, más bien se muestran desesperanzados y abandonados por los diferentes operadores sociales. En ese sentido a fin de motivar la participación y al mismo tiempo legitimar la acción del equipo hemos negociado con la comunidad entregar asesoría para postular a fondos concursables y desde allí la colaboración ha ido mejorando…” - ¿Y qué evaluación haces de la psicología comunitaria? - Es un trabajo complejo y desafiante. Si bien desde el punto de vista económico no necesariamente es bien remunerado ya que básicamente el trabajo de los psicólogos con orientación social comunitaria se reduce a la ejecución- no al diseño o evaluación- de políticas sociales, las agencias estatales, por medio de una lógica de mercado, regulan los salarios “hacia abajo” en un contexto donde hay mucha oferta de psicólogos. Ese es un tema para el gremio. Sin embargo desde el punto de vista del desarrollo profesional, las experiencias de trabajo comunitario ligadas a experiencias de investigación y docencia ofrecen un arco que permite problematizar, desde las prácticas, las tensiones entre los objetivos de las políticas sociales, los objetivos de los interventores y las necesidades de las comunidades, necesarias para el desarrollo de esta disciplina…” Daniel González, es Licenciado en Psicología en la U. de Chile y se ha dedicado desde 1993 casi por completo al área comunitaria. “Todo comenzó como una experiencia de trabajo autogestionado o voluntariado en tiempos de universidad, junto a gente del área de educación popular que se planteaban proyectos de cambio y transformación social, (…) de allí fuimos integrados a proyectos sociales en distintas calidades. Desde donde me inserté en el área a distintos niveles, desde proyectos autogestionados que tenían que ver con experiencias más micro, hasta proyectos sociales que pasaban por financiamientos de organismos no gubernamentales y que hoy día están financiados por el Estado, pero que en otra época pertenecía a un mundo alternativo que era financiado desde afuera y que tenía otro tipo de referentes también. Hoy día está mucho más concentrado el financiamiento desde el Estado y muchos referentes se han incorporado a éste. Por ejemplo, todo el Enfoque de Derechos en infancia y juventud que era llevado por ONG’s, ahora lo ha tomado el Estado. Y eso ha significado que actualmente lo que las ONG’s hacen, principalmente es política pública…” - ¿Y posteriormente? - Mi práctica profesional la desarrollé en una ONG llamada GRADA que desarrollaba un programa de promoción de salud con jóvenes, en sectores populares de las comunas de Lo Prado, Pudahuel y Cerro Navia, y también participé en un programa de formación CONO SUR, que reunía a una serie de programas y organismos en el área socio sanitaria para la reducción de daño, en drogas. Esos también fueron varios años, desde el 93 al 98 más o menos, y recibía un apoyo directo de la Comunidad Europea. Era un programa de intercambio entre 4 países del cono sur: Argentina, Paraguay, Uruguay y Chile y se buscaba influir de manera importante sobre las políticas públicas en los países respectivos, lo que de hecho le permitió al Conace, aquí en Chile, posicionarse en el tema… Luego, a partir desde el 2002 con el Instituto Chileno de Estudio Humanísticos (ICHEH) pasé a formar parte de un Centro Infanto Juvenil en Pichidegua (VI Región), financiado por el SENAME. Actualmente trabajo en la Corporación CHASQUI que es otra ONG. Ahí recientemente estoy a cargo de la coordinación de un centro de este tipo, nuevamente un Centro Infanto Juvenil (CCIJ), llamados los “Chicos del barrio”, que en el fondo son programas de promoción de derechos.. - ¿De qué se trata esto de la “promoción de derechos”? - Se trata de un modelo de trabajo en el área de prevención de la política pública en infancia, que está localizada en el Ministerio de Justicia a través del Servicio Nacional de Menores y que hoy día ha ido avanzando hasta el Enfoque de Derechos y Promoción de Derechos, aún cuando recientemente sufre todo una cambio al aparecer la ley de Responsabilidad penal Juvenil… Los CCIJ’s son experiencias de prevención y promoción centradas en el reconocimiento, ejercicio y reparación de derechos vulnerados, para eso hay un equipo formado por educadores, asistentes sociales y psicólogos, un equipo interdisciplinario de las ciencias sociales que define un programa de iniciativas con un grupo de niños y jóvenes de un determinado sector de la ciudad. - ¿Dónde se ubican ustedes? - En el sector oriente de San Bernardo, casi en el límite con Puente Alto, lugar densamente poblado donde se ejecutó la política habitacional del último tiempo y que tiene todas las dificultades producto de esa forma de “diseñar la vida”. - ¿Cuántos niños y niñas participan en estos proyectos? - Depende de cada proyecto, nosotros tenemos 120 niños/as, jóvenes y sus familias… - ¿Y van al “centro” todos los días? - En realidad, nosotros no tenemos una dependencia física, nuestro centro comunitario es más bien virtual, porque, a fin de evitar la estigmatización, fortalecer el concepto de comunidad y la integración, lo que hacemos es tener actividades periódicas con los chicos en las sedes vecinales y en general en los espacios donde ellos se reúnen, como espacios públicos, plazas, etc. - ¿Y la respuesta de ellos al Proyecto? - El principio de participación siempre está facilitado con niños/as y jóvenes porque es parte de su etapa de desarrollo querer recibir, información, estímulo, relacionarse con otros chicos/as, y a partir de esas necesidades tan propias vamos construyendo con ellos contenidos que se plantea el Programa. En el fondo se trata de distintos aprendizajes. Eso es algo importante, para mí la psicología comunitaria está totalmente vinculada a tareas educativas dependiendo de los contextos sociales y que tiene que ver con formación de conciencia, reconocimientos de derechos, de mejoramiento de la calidad de vida… - ¿Esto tiene mucho que ver con al Educación Popular? - O sea, totalmente, si vemos la trayectoria de la psicología comunitaria en Latinoamérica, se está haciendo referencia todo el tiempo a la Educación Popular constantemente, es un diálogo permanente con ella… - Por último Daniel, me imagino que trabajar entre el Estado y los actores sociales más directos debe generar una suerte de tensión importante… - Es importante distinguir las directrices o definiciones a nivel más institucional, por una parte, de lo que es la ejecución y las decisiones más operativas, en el sentido que siempre hay un resguardo de la autonomía del trabajo y esto es parte del posicionamiento, de cuán capaz, de las habilidades de los profesionales para resguardar la autonomía de su trabajo, y eso tiene que ver con posicionamientos éticos y políticos, y eso es una habilidad que tuvimos que desarrollar a nivel generacional, cómo mantener ciertas convicciones sin que las definiciones institucionales o de políticas públicas afecten ese tipo de criterios o libertades… Así, con el cable bien a tierra concluimos este paseo por los diferentes conceptos y quehaceres que dan cuenta de la psicología comunitaria que se hace hoy en Chile.