pdf Si la envidia fuera tiña ¡Quantos tiñosos hubiera!

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t.
SI LA ENVIDIA FUERA TlfJA
¡QUANTOS TIÑOSOS HUBIERA!
P. D.
J.
F. de L.
DIÁLOGO
:E:ntre 13arJo/etas y el Tio Caranh~
Car(lnd~ ¡Tan
temprano
en
el portal!
zqué te apura Barjoletas ~
Barj. Como ya. no tengo vida ...
con la maldita pobreza
00
extrañe
vsted
\
lio
Caranda-, -
que ande de una en otra acera
bu,~cacdo la diversioo,
ya que no halJoconveniencia.
Caro ¿Como qué no? FUt's" yo sLJpe
qu e eri casa de la .Ma rquesa
estabas para Lacayo
dltst iua do: tu p rL S ~ ncia:
tu hilb¡li dad: tu buen modo
junto Co.o ru lige r2 zJ ,
y fid el ~dad m e hic' e ron
crt::er le la r;;p abas bll\:na .
© Biblioteca Nacional de España
'2.
Barj. Así rué por unos dias:
y por muchos así fuera,
si la. envidia· que no duerme
no me echára á pura fuerza.
Caro Cuentame, por vida tuya :;.
como rué. Bllrj. De esta manera.
< ..
Servi" yo con prontitud,
con cuidado y diligencia
á mi amo el grande, á señora,
y á mi amitil la doncella:
les entraba el chocolate:
asistia á la cocinera:
servia la mesa violento:
iba á la plaza, á la tienda,
al correo, y á la oficina,
finalmeme, donde quiera
en los vivos ayres: nunca
traía camisa mugrienta,
sombrero viejo, zapatos
rotos, ni mala librea:
no me emborraché ja más,
.
( esto t's, donde ellos me vieran)
ni jugué sino los gages,
que no entraban tO la cuenta:
de m od o GUc los señorí.:s
me adoraban; mas la ad\-'crga
suerte contraria á los buenos,
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hizo que H03 ma1a viejl,
comadre de la señora,
tao ta ziza ña metiera,
para que de allí iT'.e ecbáran,
y coo la mayor violencia,
(por acomodar sin duda,·
á un su ahijado, ó lo que sea)
que por fin lo consiguió,
sin valerme estratóigemas.
Car: i y como sieRdo tan fiel,
tG.11 sel'vicia 1, tan atenta
tu condllcta, y tan honrada
pudo hacerlo '? Bi!1:j. Esa f..'S la fiesta:
envidia solo aspira
~ logro de sus idea~·
y como estJS ~e comi gan,
picrdase lo que se pierda.
Así fué, j pobre de rní!
po rque la maldit a, vieja
vietldo que no aprO',1\::chilD;m
sm astucias y cautelas
para que me despidiesen
que la
de la casa: ahó una esquela
de amo:-es, qllando la madre
de mi amir3, pudo verla:
preguntó la... (era mug~r)
por su contenido, y ella
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la
á
dixo~ no convenia
~u
Señoría la \'iera i '
con esto mas la incitó;
coge la carta y al leerla
se enfurece, y la pregunta:
c0rrespoDd~ncia .
de amores con su hija ¿ quien
es capáz de sostenerta?
]a vieja dice: que á mí
vió que de la faldriquera
se me cayó aquel t'lapel~
y esto, en Dios y en su conciencia.
F.ntó nces la ama me llama,
y me echa un respis, que apeoas
wpe lo que respondí,
que aquella
como ~\1e
el miedo no juega:
al insta [He me corrió,
~iciénd()rne, si no fuera
por el ho[]or de la casa,
p icara alc;¡!lu e te, vieras,
si á tu amo se lo decia,
como te echaba á gal e ras.
¡Eh! ma,cha pronto al momer.to,
ó h,lfé que por la escal ~~ ra
te ;nrojen los de mas criadus .••
j Ola P e~ r o , And rc$, T eresa .•. !
No St:ñ ora, o por D ios,
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)a dixe con voz enferma,
orita, orita me voy
tenga razon ó no tenga.
Desnudéme y me salí
con el rabo entre las piernas.
Caro De modo, hijo, que en el caso
hay que hacer mil advertencias:
ípageciltos! ¡lacayuelos!
¡bonitillos! ¡con llanezas
con sus amitas! ¡aseados!
¡con gagitos! ¡con esquelas!
Vaya, vaya, puede ser
que la envidia, ó que tu estrella
fueran causa de tu ruina;
pero yo no tengo muela
donde me pueda caber
Ca n lacayu na inocencia.
Ralj. Yo no qui~ro, tio Carando.
que vsted por mi fe lo crea;
pero [JO me ha de negar
que la envidia •..
Glf. '1; es tremenda
la envidia: ¡pobre de tí!
Barj. Yo erogue vsted me torea,
tio CarandQ, la verdad;
pues mire corno es la pieza:
Es cierto q\le eñ muchas casas
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6.
suplimos 1a voz tercera
los Lacayos, sí el respeto
al amor cierra la puerta; '
pero aquí, por' vida mía,
y por vida de mi agUela
que no babia hecho yo otra cosa,
que empezar mis diligencias;
pero la envidia po solo
se ve en esto; pues apenas
oja yo convers3cion,
qllando les servia la mesa
á mis amos, donde no
fuera de envidia roda ella;
p orque del próximo el plato
es la vianda lHas casera.
Alli el comerciante ha!3laba
del dUeño de la otra tienda
que rcoia enfrente, diciendo,
que aquella era una taberna
donde los amos y criados
romaban las once y medía:
Allí una forlipooc ira
murmuraba á -Doña Elena,
diciendo no era bonita;
mas, que el afeite, y las yemas
la ponian vivos colores,
y que parecia muñeca.
© Biblioteca
~qí!~on a l
de España
Otra deda: Doña Urraca
es una bueila coqueta:
110 es capaz verla baylar,
¡ ay Jesus, que desembuelta!
y es, porque ella es uca sonsa
que parece de madera
en todo bayle, y murmura
en otra la ligereza.
Un médica dixo un dia
(conversando de una enferma
que otro rnédicosan 6,
y él por poco nO la entierra:)
Sí, si la cur6 fulano
psliativé. dixo que era,
vendrá el otoño, vendrá;
veremos su rara ciencia:
él la engañó pues, ignora
qual es ~u oa~uraleza.
Dixo un escribano: es tonto
mi compañero Balbuena:
[JO sé como es receptor,
porque él es m uy buena béstia:
y es porque á ese Dios 10 ayuda
y al aral,cd se sujeta:
le l\lce lo que trab3ja~
y este· otrO', como culebra
anda~ porque es mas ladron
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'8•
. que Caco, manos y Cesta~.
Un cadtte murmuró
á un oficial, dixo qué era ~
Un sargento, ordinarion,
que babia hecho su carrera
por el bejuco. A Dios gracias'
hubo quien por él volvierá
y supimos que el sargento
si sacó la preferencia
en el lampazo al ·cadete
(sin empeños ni monedas)
fué por sus buenos servicios;
y este otro si se pdsterga .
es, porque jam:1s _aSi~te
á la ordinaria á<;!ademia;
pues el estrado y portal
es su feeqüente asamblea.
Otro dixo.... Caro Bien está:
me voy, porque estoy de priesa,.
Barj. Pues á Dios y sepa vsted
que hay tanta envidia en la tierra,
que si fllera tiña\ amigo,
¡ quáatQs tiñosos hubiera!
CON LICENCIA:
------~
EN LA OFICINA
DE DON
MARIANO DE
ZUlVIGA T ONTIlTEROS, AÑO DE
18 1 2.
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