O.J.D.: 32631 E.G.M.: 227000 Fecha: 31/05/2010 Sección: CULTURA 31.05.10 Páginas: 37 Lunes EL NORTE DE CASTILLA 38 Tarifa (€): 3317 CULTURAS «El cristianismo se apropió del tiempo y hoy el ‘progreso’ nos marca el futuro» Luis Díaz Viana Premio Ciudad de Salamanca con ‘Los últimos paganos’ VICTORIA M. NIÑO El antropólogo publica su primera novela, parte de una trilogía sobre ‘Los mundos destruidos’ VALLADOLID. Profesor del CSIC y presidente de la Asociación de Antropología de Castilla y León, la escritura de Luis Díaz (Zamora, 1951) ha estado marcada por su condición académica. Se le escaparon poesías hace tiempo y ahora ha ganado el Premio Ciudad de Salamanca con su primera novela, ‘Los últimos paganos’. –¿Qué le hace saltar del ensayo académico a la ficción? –Lo que más he hecho han sido ensayos, pero también he escrito poesía. Entre esas dos orillas me he movido, pues la novela ha sido una consecuencia de mi trabajo de investigación. Después de los libros sobre globalización me empezó a interesar lo que algunos consideran un primer ensayo de globalización mediterránea como fue la de Roma. Y me fue atrayendo el mundo de las villas tardorromanas en nuestra tierras por varios aspectos. Cuando parece que un determinado cambio o innovación está afectando a todos y de la misma manera, hay muchos pequeños mundos y formas de adaptarse. Me pareció que la novela era el género ideal y tenía mis cuentas pendientes, hacer una novela como género total en la que cabe poesía, narración, reflexión antropológica. –¿Hay alguna vinculación con la villa de Almenara? –Me sorprendió que a mediados del siglo V los paganos de las villas siguieran siéndolo en nuestras tierras. Como en otras zonas del imperio, siguen con la vida rural y las villas fueron un refugio de esos tiempos turbulentos y cambiantes en que los paganos llevaban años siendo perseguidos. Es curioso cómo se aferran a ese mundo. Cuando Roma no era Roma, había gente haciendo de Roma sin querer enterarse de lo que pasa fuera. Luego hubo un hallazgo, sí, Almenara tal como estaba cuando no se había hecho nada, cuando había unos mosaicos y unos plásticos. Ahí empezó el motor de la historia. También me di cuenta que podía incorporar de alguna manera estos aspectos. –¿Qué le enseñaron las leyendas a las que ha dedicado otros libros? –Creo que mucho porque una de las cosas que me interesaban, para mi difícil y reto, pero justamente me interesaba de manera especial la época pero también porque me daba pie a entrar en unas materias míticas con las que estaba familiarizado. Entre mis relecturas, releí material épico de Bretaña, leyendas artúricas que se refieren a esta época por lo que parece. Me interesó esa encrucijada mítica, del mundo antiguo y medieval en lo que se refiere a historias y he metido varias. Al patricio postrero que es el protagonista lo veo casi medieval, un héroe. –¿Hay algún paralelismo entre la coyuntura de entonces y la actual, entre los mundos que agonizan y los que les siguen? –Veo mucha concomitancia en la incertidumbre, en la sensación de miedo, no saber lo que va a pasar, esos bandazos, esas tendencias y contratendencias se dan en esos siglos, gente que dejaba las ciudades y se iba al campo y de nuevo volvía a la urbe. En nuestro tiempo se producen estos fenómenos también, a la tendencia de los setenta de dejar el campo hay contratendencia de vuelta a la naturaleza. O la propia ciudad desborda sus límites y va inundando el campo. La gente necesita recuperar una identidad. Lo que parecía la macdonalización del mundo, la homogeneización de la cultura, ha producido lo contrario, ha estimulado la identidad local. Creo que todas estas cosas tienen que ver con aquel mundo, en cuanto a la sensibilidad. Hay unos sentimientos desde los que nos podemos identificar, lo que esa gente sintió cuando se derribaba un mundo y cuando finalmente cayó sin que se enteraran. Eso podría estar pasándonos a nosotros. En ese sentido el libro es una reflexión y propone una alternativa de vida que es volver allá donde uno sabe que puede estar mejor, de donde procede, donde se siente cómodo. Hay una propuesta quizá más subversiva, cada uno puede tomar una actitud de resistencia ante estos cambios y cada uno puede iniciar su propia vía de supervivencia que nos devuelve cosas que habíamos perdido. –¿No hay una mirada dulce a ese paganismo y cruenta al cristianismo en expansión? –Hay que entenderlo en el marco adecuado. No hago una enmienda a la totalidad del cristianismo, de hecho hay cristianos buenos en la novela. Lo que sí refiere la novela es un momento en el que cierto cristianismo funcionó más relacionado con la conquista del Estado y el poder político que con lo religioso. Cada vez hay una mayor oficialización del cristianismo como religión del imperio ven una oportunidad de ascender, adquirir propiedades, y quitárselas a otros. Eso ha sido bastante ignorado hasta el XIX. Los cristianos también persiguieron de forma atacante e intolerante. La religión como política es lo Luis Díaz Viana. :: RICARDO OTAZO PRESENTACIÓN Librería Oletum. Día 31, 19.00. Gustavo Martín Garzo presenta la novela ‘Los últimos paganos’, de Luis Díaz. «Las villas tardorromanas fueron un refugio donde los paganos vivieron ajenos al declinar de su mundo» que hace el cristianismo como el paganismo. Pero además hace otra cosa que era desconocida hasta el momento. El paganismo era rito oficial pero la cuestión religiosa era privada, no se enseñó religión pagana en ningún lugar público, y sin embargo el cristianismo sí entra en lo privado y persigue a quien manifieste esas creencias incluso en el ámbito doméstico . –¿Por qué opta por la elegía? –Responde a una estrategia narrativa. No me creo como lector al narrador omnisciente, en el que hay páginas y páginas de descripción del vestido o los gestos. La manera de creerme la historia yo fue hacer el órdago, la propuesta más arriesgada, que un personaje contara la historia, cómo ponerse en la piel y labios de un personaje de mediados del V. Esa era la dificultad, pero mejor hacerla desde el sentimiento que como narrador convencional. La información costumbrista está pero en pocas líneas. Lo que importa es la historia en sí, nadie haría descripción prolija de su mundo. El resto es la historia y las emociones. Es una novela de emociones, por ahí intento prender al lector. Luego me planteé cómo se podía contar en el V desde el siglo V. La dificultad me propiciaba una estrategia para incluir todo lo que no tiene que quedar fuera; poemas, reflexiones, citas, parte de historia. Porque la novela antes de a novela era un eso. El tono del Satiricón me abrió las puertas. La novela no se había inventado. Es una protonovela que asume ese juego. –¿El del pasado contado con su óptica pero desde el presente? –Lo que es una mirada al pasado a lo mejor puede ser una al futuro, estamos en un tiempo que tenemos ser capaces de recomponer muchas miradas, ya no vale una sola. La situación del mundo actual lo demanda, no podemos dejar que nos digan cómo es el mundo y que sólo hay uno. Para hacer un diseño del mundo futuro hay que reflexionar sobre los tiempos que se manejan. Esto me lleva al cristianismo que supone un cambio de tiempo. El cristianismo se apropia del tiempo. Llega a un mundo que tenía una continuidad y dice, no, el tiempo se inaugura ahora, con el nacimiento de Cristo y acaba con su regreso. Ahora nos ocurre igual, con todos los modelos delirantes de futuro. ¿Por qué tiene que ser el futuro como nos dicen?, y que la globalización es el progreso ¿por qué? Hay muchas maneras de entender el tiempo en nuestro tiempo. –Máximo encarna los valores romanos, ¿cómo cambian? –Máximo es un héroe protomedieval, casi un señor feudal amable. Estos también son parte de un mundo que la romanización encauzo y tapó. Situar a Máximo como un personaje ambiguo de las bagaudas, el levantamiento contra Roma, abre otra cuestión. Son gente que tienen sus raíces anteriores a Roma aquí y da la sensación que las recuperan como resistencia. La novela viene a decir, «mírate a ti mismo y verás que no eres tan romano como creías sino que vienen más atrás y ahí están tus claves». Mi reivindicación de lo pagano está hecha desde el terruño. Caro Baroja dijo que las villas romanas conforman la plantilla de lo posterior, en Castilla. Estos caminos, luego de la mesta, y estos pueblos parece que coinciden en las calzadas romanas y las villas. Creo que no se entiende lo que sucede después con Castilla sin todo ese pasado premedieval. Cada vez está más cuestionada la despoblación, que se fue todo el mundo en torno al Duero y luego vinieron del norte. Sí se esta moviendo la raya, en torno al Duero. Todo eso da claves de realidades posteriores.