JURISPRUDENCIA Impuesto a las ganancias. Deducciones impositivas. Pleitos derivados de las... Procedencia. Belgrano Day School S.A., T.F.N., Sala B, 29/10/03.

Anuncio
JURISPRUDENCIA
Impuesto a las ganancias. Deducciones impositivas. Pleitos derivados de las relaciones de familia.
Procedencia. Belgrano Day School S.A., T.F.N., Sala B, 29/10/03.
CONSIDERANDO:
I. Que a fs. 19/33 se presenta el apoderado de Belgrano Day School S.A. a fin de interponer recurso de apelación
contra la Resolución de fecha 16 de mayo de 2000, dictada por el jefe (int.) de la División Revisión y Recursos de la
Región Metropolitana N° 8, Dr. Sergio G. Feroldi, de la Dirección General Impositiva, por la cual se procedió a
determinar la obligación tributaria referente al impuesto a las ganancias por los períodos fiscales 1994 y 1995, se
calcularon los correspondientes intereses resarcitorios y se aplicó multa por presunta infracción al art. 45 de la Ley
11.683.
Que la referida determinación surgió a raíz de la fiscalización a que fuera sometida la sociedad Belgrano Day School,
cuya actividad económica es la enseñanza privada. En el referido procedimiento, los funcionarios actuantes
realizaron ciertos ajustes, que fueron conformados por parte de la recurrente, dando así lugar –con fecha 15/7/98–,
a la presentación de una declaración jurada rectificativa. La apelante deja asentado que, en el ajuste efectuado no
se incluyó una deducción practicada por la institución en el ejercicio 1994, de una suma de $ 900.000, monto que –
afirma la actora– respondería a un pago que debió afrontar el colegio en virtud de un acuerdo entre particulares,
por el cual, dado el incumplimiento del deudor principal, debió asumir la actora y que fue imputado como un cargo
de resultados extraordinarios.
Que, asimismo, por el litigio antes mencionado, la recurrente alega haber oblado una suma de dinero ($ 211.750)
en concepto de honorarios y asistencia profesional al Dr. Alfredo Iribarren. La referida asistencia fue prestada en
sede penal, en el marco de la imputación de presuntas defraudaciones y estafas, originadas en el contrato de
separación patrimonial cuyo cumplimiento se reclamó en sede civil. El mencionado monto fue deducido en la
declaración jurada correspondiente al período fiscal 1995. Respecto de dichos gastos, la fiscalización entendió que
los mismos no encuadrarían en la categoría de necesarios para obtener, conservar y mantener la ganancia (conf.
art. 80 de la Ley de Impuesto a las Ganancias), procediendo –en consecuencia– a instruir el correspondiente
sumario, consistente en haber declarado una ganancia neta sujeta a impuesto, inexacta, habiendo dejado de
ingresar, según el organismo recaudador, el impuesto en su justa medida.
Que refiere la recurrente que la pretensión fiscal queda explicitada en el apart. b) Aspectos Observados, de la vista
conferida, cuando expresa que: “... se procede a impugnar en el período fiscal 1994 la suma de $ 900.000
declarada en concepto de gastos extraordinarios y la suma de $ 211.750 que fuera declarada dentro del rubro
‘Otros gastos operativos’ en él período fiscal 1995, por no tratarse de gastos necesarios para obtener, conservar y
mantener ganancias gravadas. En consecuencia, corresponde iniciar el procedimiento de determinación de oficio
previsto en la Ley de Procedimiento Tributario por los períodos fiscales de 1994 y 1995 frente al impuesto a las
ganancias ...”.
Que la agraviada sostiene que dicho gasto extraordinario, que fuera deducido por el colegio, obedecía al
cumplimiento de un acuerdo de pago celebrado en el marco de un proceso judicial en el cual el Belgrano Day School
S.A. era codemandado por la Sra. Elena Josefina Murguía, ex cónyuge del presidente de la sociedad.
Que, así, la actora comienza explicando la naturaleza del litigio entre el Sr. Green –presidente de la sociedad– y su
ex esposa. Manifiesta que, con fecha 1 de junio de 1992, la Sra. Murguía entabla demanda contra el presidente de
la sociedad, por incumplimiento de contrato, insolvencia, fraude, rendición de cuentas y partición definitiva. La
referida causa, caratulada “Murguía Elena Josefina c/Green Ernesto Bernardo s/cumplimiento de contrato” (Expte.
5435/93) se tramitó, en un inicio, en el Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil N° 8 de la Capital Federal
y, posteriormente, se radicó ante el Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil N° 39. En dichas actuaciones
la demandante alegaba que el Sr. Green, de quien se encontraba separada legalmente por sentencia de divorcio de
fecha 1 de abril de 1975, había incumplido un supuesto acuerdo de disolución de su sociedad conyugal que databa
del año 1964. Así, solicitó como medida cautelar el embargo de las acciones de las que fuera titular el demandado
en Belgrano Day School S.A., John Ernest Green S.A., Southway S.A., Incla S.A., etc. y del contenido de las cajas
de seguridad que el Sr. Green mantenía abiertas a su nombre en tres entidades bancarias de plaza.
Que, posteriormente, continúa relatando la recurrente, la mencionada demanda se hizo extensiva a otros trece
sujetos, dentro de los cuales se encontraba el colegio en cuestión, lo cual implicaba la traba de una cantidad de
medidas cautelares ordenadas por el juez interviniente, tales como el secuestro de acciones y apertura de cajas de
seguridad, embargo de bienes, designación de un interventor informante, etc. Así, dichas medidas implicaron una
complicación para el normal funcionamiento de la institución, poniendo en peligro el derecho de privacidad de la
misma, ya que importaba –en cierta forma– ventilar aspectos relativos a su desenvolvimiento patrimonial,
conocimiento de sus cuentas y papeles de trabajo, con el consabido riesgo de que dicha información trascendiera a
terceros.
Que hace referencia la recurrente al impacto sensacionalista provocado por la designación del interventor
informante precisamente con el inicio del ciclo lectivo. A ello, sostiene, debe sumarse una campaña publicitaria
iniciada por la Sra. Murguía contra la institución divulgando la existencia de problemas administrativos e
impositivos, la venta del colegio, todo ello difundido a través de un programa radial, lo que provocó la necesidad de
que los hermanos Green publicaran una solicitada en el diario La Nación del día 27/3/94, desmintiendo la
información referida.
Que, afirma la actora, ante tal situación, y a fin de evitar el cierre del establecimiento educativo, Belgrano Day
School S.A. accedió a las pretensiones de la demandante, Sra. Murguía, pagando la suma total de dólares
estadounidenses novecientos mil. Dicha situación, destaca la apelante, fue plasmada a través de un convenio
debidamente homologado por el juez interviniente en la causa en trámite por ante el Juzgado de Primera Instancia
en lo Civil N° 39.
Que, explica la recurrente, la demanda de la Sra. Murguía se dirigió a la firma, dado que dicha institución era la
única fuente de ingresos y patrimonialmente solvente para responder a los reclamos de aquélla.
Que respecto del monto pagado en concepto de honorarios profesionales, los cuales han sido impugnados por el
ente fiscalizador, sostiene la recurrente que los mismos se encuentran debidamente documentados en la factura por
honorarios emitida por el profesional, Dr. Iribarren, procediendo entonces la deducción de aquéllos por encontrarse
cumplido el requisito exigido por la normativa, es decir, se trata de un gasto necesario, documentado y destinado a
conservar la fuente productora de ganancia.
Que entrando en el análisis de la normativa aplicable, la actora cita lo dispuesto en el art. 80 de la ley del
gravamen, en cuanto determina la deducibilidad de los gastos efectuados para obtener, mantener y conservar las
ganancias gravadas por el impuesto a las ganancias. Asimismo, agrega que dicha norma debe estudiarse
juntamente con lo dispuesto en el art. 17 del mismo cuerpo legal, el cual dispone que para establecer la ganancia
neta “... se restarán de la ganancia bruta los gastos necesarios para obtenerla o –en su caso– para mantener y
conservar la fuente”.
Que, agrega la apelante, si bien la ley del referido impuesto no contiene una verdadera definición de gasto, del
análisis de los artículos antes reseñados surgen las condiciones que debe reunir, para que éste sea computable, a la
vez que, en otros artículos de la misma ley, se enuncian los conceptos deducibles y no deducibles.
Que en cuanto a los gastos, refiere, para que los mismos sean deducibles deben reunir las siguientes
características: a) ser necesarios; b) estar destinados a obtener, mantener o conservar la fuente productora; c)
estar documentados. Asimismo, agrega, el gasto debe estar relacionado con un rédito, por lo que la deducción
procede cuando el beneficio es gravable, ya que tal como lo ha receptado el art. 17 de la norma aplicable, “en
ningún caso serán deducibles los gastos vinculados con ganancias exentas o no comprendidas en este impuesto”. Al
respecto, cita el fallo de este Tribunal en la causa “Acford S.A.C.”, en el cual se sostuvo que el concepto de
necesidad es relativo, y debe apreciarse en función de la finalidad de las erogaciones, sentencia del 22/7/64.
Que en la misma línea afirma la actora que es condición que hace a la procedencia de la deducción del gasto, la
sustantividad de su “objeto”, en el entendimiento de que su fin sea el de “obtener, mantener y conservar” una
ganancia. Agrega que la ley consagra el principio de la inmediatez causal entre los “gastos” y la “renta gravada”, lo
que equivale a decir que, entre dichos conceptos, debe existir una relación de causa-efecto.
Que, así, analizados los conceptos de gasto, de renta gravada, los requisitos legales para la procedencia de la
deducción, concluye la apelante que ha cumplido acabadamente con todos los preceptos, por lo que debe
entenderse procedente la deducción efectuada, ya que, señala, haber aportado todos los comprobantes pertinentes,
ni admite haber actuado pretendiendo engañar u ocultar en forma intencional ninguna circunstancia. Afirma que
tratándose de un gasto necesario, destinado a obtener y mantener la fuente, y documentado, debe reconocerse la
procedencia de su deducción en los términos del art. 80 de la ley del gravamen.
Que en cuanto a la multa impuesta mantiene el contribuyente que la misma atenta contra el principio rector del
“non bis in idem”. Esto es así, dado que a la rubrada ya se le habría aplicado multa por idéntico motivo en el
sumario M/232/99, que se encuentra recurrido ante el Tribunal Fiscal de la Nación. Señala que dicha sanción tiene
como fundamento una presunta omisión del impuesto a las Ganancias por los períodos fiscales 1994 y 1995. Al
respecto, sostiene que el principio del “non bis in idem”, consagrado en el art. 1 del Código Procesal Penal de la
Nación, establece que nadie podrá ser perseguido penalmente más de una vez por el mismo hecho, por lo que
teniendo en cuenta lo antes apuntado, entiende que debe dejarse sin efecto la sanción impuesta.
Que, pasa a analizar la acción típica descripta en el art. 45 de la Ley 11.683 (t.o. 1998 y sus modificaciones), sobre
la cual, sostiene la agraviada, deben conjugarse dos elementos: 1. que se omita la obligación de hacer, que debe
entenderse como de hacer bien: y 2. que se incumpla con la obligación de dar, mediante la falta de pago de la suma
determinada; mas agrega que el tipo penal se completa cuando dicha conducta ocasiona un perjuicio patrimonial
para el Estado. Así, de no corroborarse el daño económico, no es procedente la sanción impuesta.
Que, en la misma línea, sostiene la apelante que debe tenerse en cuenta que lo que intenta sancionar el art. 45 de
la Ley 11.683 es la conducta de quien mediante la presentación de declaraciones juradas inexactas, intenta omitir el
pago de impuestos, causando un daño al Estado. Dicho artículo prevé la sanción para quien pretende pagar menos
informando mal, pero con la firme intención de mantener dicha conducta indefinidamente o hasta que la Dirección
determine en base al procedimiento previsto, otra base imponible sobre la cual tributar.
Que en cuanto al momento de consumación del ilícito, refiere la recurrente, citando a Villegas que “... la infracción
se verifica cuando –por ausencia de cumplimiento espontáneo por el sujeto pasivo, de su obligación de
autodeterminación– el Fisco se ve en la obligación de asumir su rol sustitutivo encarando el procedimiento de
determinación de oficio. En otras palabras, la infracción del art. 45 no castiga moras culpables, sino la falta de
cumplimiento del deber de autodeterminación con pago incluido, produciendo un daño patrimonial al Estado y
obligándolo a emprender la tarea de la determinación de oficio ...”, concluye entonces que, recién una vez corrida la
vista del art. 17, el Fisco puede considerar que sí se dan las condiciones previstas, para que pueda considerarse
determinada de oficio una obligación.
Que, asimismo, entiende la responsable que para la procedencia de la sanción intentada por el ente recaudador
debe constatarse la existencia tanto del elemento objetivo como del elemento subjetivo requeridos por el tipo. Toda
vez que dicho supuesto no fue debidamente contemplado, debe desecharse la aplicación de la multa. Al respecto,
destaca que el principio general en materia tributaria penal es el del requisito subjetivo de la culpa, doctrina que ha
tenido recepción jurisprudencial, principalmente a partir del fallo “Parafina del Plata” y posteriormente en el leading
case “Usandizaga, Perrone y Juliarena”.
Que, consecuentemente, del análisis de la doctrina y de la jurisprudencia, entiende la recurrente que el Fisco
nacional, a la hora de analizar si procede la aplicación de una sanción que establece pena de multa, ésta debe estar
avalada por el examen respecto de la culpabilidad en relación con la conducta atribuida a quien resulte ostentar
prima facie, el rótulo de infractor.
Que corresponde señalar que la actora no expresa agravio alguno referente a los intereses impuestos.
Que luego de ofrecer la prueba pertinente hace reserva del caso federal.
II. Que a fs. 41/51 vta. se encuentra la contestación del recurso presentada por el Fisco nacional.
Que, en principio, niega todos los hechos invocados por la actora, excepto aquellos que expresamente sean
reconocidos. Así, comienza por señalar que la Ley 20.628, en orden al procedimiento de cálculo para obtener el
resultado neto, refiere la detracción del resultado bruto derivado de las distintas prestaciones efectuadas, de los
gastos y las deducciones. Señala que si bien la ley del gravamen no contiene una verdadera definición de gasto, de
su arts. 17 y 80 surgen las condiciones que debe reunir para que éste sea computable, a la vez que en otros
artículos se enuncian los conceptos de deducibles y no deducibles.
Que, afirma el representante fiscal, es imprescindible en el contexto de la ley que el gasto a deducir sea
“necesario”, que sea ineludible para conseguir el fin determinado. Asimismo, refiere que es condición que hace a la
procedencia de la deducción del gasto la sustantividad de su objeto, en el entendimiento de que su fin sea el de
“obtener, mantener y conservar” una ganancia.
Que, señala la demandada, la ley ha consagrado el principio de inmediatez causal entre los gastos y la renta
gravada, lo que equivale a decir que entre dichos conceptos debe existir una relación de causa efecto. Así, sostiene
que la definición de los gastos deducibles tiene el sentido de que debe tratarse de gastos necesarios para obtener,
mantener y conservar las rentas gravadas, en contraposición de las erogaciones que podrían originarse no con esa
finalidad, las que no son deducibles por inexistencia de relación de causalidad entre rentas y gastos.
Que aplicando lo expuesto al caso de referencia manifiesta el organismo actuante que la actora pretende deducir
erogaciones que no condicen con el concepto de “gasto”, ya que se trataría de un pago de carácter personal del
presidente de la empresa con motivo de la disolución de la sociedad conyugal con la Sra. Murguía, y que sólo puede
tener en un supuesto hipotético aceptable, incidencia accesoria sobre la sociedad.
Que el organismo actuante entiende que la deducción debe ser admitida cuando los hechos propios del giro
comercial colocan a la empresa en la necesidad de adoptar decisiones en la esfera económica, originándose gastos
realmente efectuados por la realización de las actividades comprendidas en el objeto social tendientes a obtener,
mantener y conservar rentas dentro de las posibilidades y conveniencias de la misma.
Que a dicho fin, manifiesta, el Fisco nacional debe atenderse a los actos, situaciones y relaciones económicas que
efectivamente realicen, persigan o establezcan los contribuyentes conforme a la realidad económica de cada caso en
particular. Señala que los gastos deducibles son aquellos efectuados para orientar la realización de actividades
comprendidas en el objeto social, en tanto el propósito perseguido para promover y obtener rentas resulte
concordante con los negocios vinculados a las posibilidades y conveniencias de la empresa.
Que, en esta línea, y conforme al principio expuesto, afirma el ente administrativo que las sumas abonadas por
Belgrano Day School S. A. a fin de cancelar la obligación del Sr. Ernesto B. Green con la Sra. Murguía, en virtud de
la causa “Murguía Elena Josefina c./Green Ernesto B. s/cumplimiento de contrato” y los honorarios del profesional
que lo asistiera en las causas judiciales respectivas, no reúnen las características requeridas para la procedencia de
su deducción, ya que si bien han sido pagadas por la actora, alegando salvaguardar a la entidad educativa de una
pretendida campaña de difamación, tal circunstancia se encuentra reservada a la esfera privada del recurrente, lo
que no implica vincular dicha erogación con el giro del negocio.
Que en lo referente a la multa impuesta sostiene que los argumentos vertidos por la apelante carecen de sustento
jurídico. Respecto del principio de non bis in idem, a diferencia de lo expuesto por la actora, el Fisco no considera
que se encuentren reunidos los extremos requeridos para la procedencia de dicho principio. Esto es así, dado que, si
bien existiría concurrencia respecto de la persona y a los períodos fiscales, la causa consignada en el presente litigio
difiere de la articulada en el sumario M/232/99.
Que en lo que hace a la conducta punible manifiesta el organismo fiscalizador que en lo referente a la omisión
imputada sólo se requiere para la consumación la presentación de la declaración jurada. Así, refiere que probada la
existencia del elemento material del cual sea dable inferir la existencia del elemento subjetivo, con base en
presunciones legales o judiciales, corresponde a la parte imputada demostrar, mediante prueba a su cargo, la
inexistencia del mismo. Cita jurisprudencia en la cual se deja sentado el criterio según el cual, para la aplicación de
la multa no se requiere la existencia de dolo, sino que basta con la mera culpa.
Que, asimismo, señala el Fisco nacional que la actora sólo ha introducido elementos que motivan cierta
incertidumbre sobre la culpabilidad o buena fe de aquélla, sin aportar prueba eficiente al respecto.
Que, agrega el representante fiscal, oportunamente el juez administrativo tuvo en cuenta la negligente actitud de la
actora, basando, entonces, la determinación en la realidad económica de la actividad llevada a cabo por el
contribuyente y en la falta de vinculación de los gastos impugnados con el objeto social y el giro de la empresa.
Asimismo, descarta la aplicación de la doctrina del error excusable.
Que tampoco hace referencia alguna la demandada sobre los intereses impuestos en la determinación recurrida.
III. Que a fs. 57 se resuelve la apertura del período probatorio por el término de sesenta días, haciéndose lugar en
el mismo acto, a la prueba informativa ofrecida (la que obra a fs. 71/72; 75/82), y a la pericial contable, obrante a
fs. 83/89. A fs. 91 se procede a la clausura del período probatorio. Puestos los autos para alegar, ejerce su derecho
el Fisco nacional (fs. 154/159) y la actora (fs. 160/166). A fs. 167 pasa la causa a sentencia.
IV. Que, puesto a resolver el expediente, corresponde dilucidar la deducibilidad de sendas erogaciones efectuadas
durante los ejercicios 1994 y 1995, vinculadas con la cancelación de un convenio con el cual se puso fin a un pleito
judicial motivado en el incumplimiento del acuerdo contractual alcanzado en oportunidad de la separación de la Sra.
Murguía en su carácter de ex cónyuge del Sr. Green y a la cancelación de los honorarios del letrado de aquélla.
Que, en forma genérica, puede afirmarse que todas las deducciones están regidas por el principio de causalidad, o
sea que sólo son admisibles aquellas que guarden una relación directa con la generación de la renta, más
específicamente, la relación de causalidad se establece con la generación de renta gravada por el impuesto a las
ganancias. Como concepto general, puede decirse que del propio principio de causalidad surgen implícitos algunos
de los caracteres que deben revestir los gastos para ser deducibles: ser necesarios para obtener la renta, ser
normales de acuerdo al giro del negocio, mantener cierta proporción con el volumen de operaciones, etcétera.
Que esta sala tiene resuelto que “... de la economía propia del impuesto a las ganancias dimana el ‘principio de la
pertenencia’ de las deducciones a la fuente productora de las rentas gravadas. La causa primigenia de todo
concepto cuya deducibilidad se pretenda es su conexión con la obtención, mantenimiento y conservación de las
ganancias gravadas (art. 80, Ley de Impuesto a las Ganancias) ... Expresado en otros términos, sólo resulta
admisible deducir un gasto cuando se verifique la concurrencia del principio de la pertenencia descripto ut supra y
siempre que el mismo esté efectivamente realizado ...” (cfr. T.F.N., Sala B, “James Walter Thompson Argentina S.A.
s./recurso de apelación – impuesto a las ganancias”, sentencia del 3/12/98).
Que a pesar de las elucubraciones realizadas por el recurrente, no cabe duda que la naturaleza del pleito que
origina las erogaciones deducidas en los sendos ejercicios fiscales ajustados, posee una estricta naturaleza
personal, característica que, sin margen de duda, cabe asignar a los pleitos derivados de las relaciones de familia en
sentido amplio. Ni siquiera cabe hablar aquí de una especie de gasto “personal”, pero “de representación de la
institución educativa”, nos encontramos en el más estricto ámbito familiar de un directivo y accionista del
recurrente.
Que esta Sala ya ha tenido oportunidad de diferenciar e impugnar la deducibilidad en la empresa de determinados
gastos eminentemente personales de los sujetos que los realizaban, al sentenciar la causa “Compañía Financiera
para la América del Sud S.A.”, sentencia del 3/12/93.
Que el convenio privado o acuerdo haya sido estructurado en función de la capacidad de cancelación real del Colegio
Blegrano Day School, en cuanto eje del grupo económico, traduce una cuestión de “garantía de cumplimiento” para
las partes involucradas en el acuerdo (el colegio como “pagador” del convenio fue acordado por las partes, aunque
no era necesario ni imprescindible para el giro de la institución que la misma se colocara como “deudor” de las
sumas acordadas), pero que no aparece satisfaciendo los requisitos de deducibilidad en materia impositiva. En el
caso, no se objeta el hecho de que los pagos hayan sido realizados por el colegio (lo que además resulta acreditado
fehacientemente con la pericial contable agregada a fs. 83/89), sino su deducibilidad en el gravamen a la renta en
función del principio de “pertenencia” antes enunciado. Y, es aquí, donde el nexo de vinculación con el
“mantenimiento de la fuente de la ganancia gravada” y su “necesariedad” aparecen sumamente laxos en los
agravios del apelante: “Salvar el prestigio de la escuela” de la posible exposición pública de datos reservados etc.,
no resulta un nexo causal adecuado ni necesario desde la óptica del derecho tributario para admitir la deducción de
las erogaciones, más allá de su acierto o desacierto desde el punto de vista ético y comercial. Estas conclusiones no
resultan conmovidas por el hecho de que el colegio resultara codemandado en las actuaciones por incumplimiento,
en tanto allí se consignaban acciones vinculadas con fraudes y/o vaciamientos de activos (entre los cuales se
encontraba el actor como sociedad anónima lo que antes bien tornaba necesaria su inclusión en el litisconsorcio
pasivo), aunque siempre vinculadas con conductas supuestamente ilícitas de Ernesto B. Green.
Que, a su vez, queda claro que ese “gasto” no produce o contribuye a obtener verdaderos ingresos sometidos al
gravamen (vinculación directa con rentas gravadas), lo que al decir de Reig: “Sienta el principio de la no
deducibilidad de los gastos efectuados para producir ingresos excluidos del gravamen. La definición general de
gastos deducibles tiene –pues– el sentido de que debe tratarse de gastos necesarios para obtener, mantener y
conservar las rentas gravables, en contraposición a los gastos que podrían originarse no en la obtención,
mantenimiento y conservación de tales rentas, sino del capital fuente, donde estos últimos no son deducibles” (cfr.
Reig Enrique, “Impuesto a las Ganancias”, Págs. 282/283, Ediciones Contabilidad Moderna, Bs. As. 1979).
Que desde el punto de vista sancionatorio no se aprecia ni se acredita en forma alguna la existencia de un error con
entidad exculpatoria que reúna la triple característica de decisivo, esencial e inculpable, por lo que debe procederse
a la confirmación del acto, también en este aspecto. Así, no existiendo agravios relacionados con los intereses
resarcitorios, corresponde confirmar el acto venido en recurso en todas sus partes.
Con costas.
Que, por todo lo expuesto,
SE RESUELVE:
1. Confirmar el acto recurrido en todas sus partes, con costas.
2. Dejar constancia que la presente se dicta con el voto coincidente de dos miembros titulares de esta Sala B, en
virtud de encontrarse en uso de licencia el Dr. Carlos A. Porta (vocal de la Quinta Nominación).
Agustín Torres y Juan P. Castro
Descargar