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[6•C] Miércoles,
13 de enero de 2010
Actualidad/PULSO
Qüid
Sociedad, Ciencia y Tecnología publicación periódica de la Facultad de Ciencias de la UASLP (FC-UASLP)
SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ
La ciencia en el convento
El siglo XVII en la Nueva España fue un siglo de transición entre la etapa de la conquista y la consolidación definitiva
de la sociedad colonial, transición que se expresaba también en la aparición de pensadores criollos que hacían
suyos los elementos originales de la ciencia moderna la cual, en ese siglo, apenas emergía en Europa.
Sor Juana Inés de la Cruz jugó un papel por demás relevante en esa época, actuando como
una especie de vaso comunicante dentro de la comunidad científica en transición.
MANUEL MARTÍNEZ
MORALES
Universidad Veracruzana
En la segunda mitad del siglo
XVII la sociedad colonial novohispana estaba claramente estratificada: en la cúspide,
la clase aristocrática formada mayoritariamente por
criollos, españoles y algunos
mestizos; en los sótanos, los
indígenas y los criollos y mestizos pobres.
Si bien la oposición fundamental era entre los indígenas y los colonizadores,
también entre criollos y españoles se manifestaban contradicciones importantes.
La clase dominante constituía una sociedad aristocrática, patriarcal y cerrada, cuyos
integrantes se dedicaban al
disfrute de las riquezas derivadas de la desmedida explotación del trabajo indígena.
Obra de Sorjuana.
DESEO DE SABER
Firma se Sorjuana.
El sueño todo,
en fin, lo poseía;
todo, en fin,
el silencio
lo ocupaba.
Patio convento de acolman.
saber que el de comer», como explica en su
Carta Respuesta a Sor Filotea de la Cruz,
intenso ensayo autobiográfico y declarativo de principios intelectuales, y que fue el
principio de su fin en una sociedad inquisitorial y patriarcal que no podía admitir
la genial libertad de espíritu, sobre todo
en una mujer.
FORMACIÓN AUTODIDACTA
Sin embargo, su relación constante con la
corte y su amistad con importantes personajes de la iglesia y la universidad fueron
factores que, excepto en los últimos años de
su vida, protegieron a Sor Juana permitiéndole disponer de bastante independencia
con respecto a las normas conventuales y
eclesiásticas e incluso, en ocasiones, transgredir -en su ejercicio intelectual- los rígidos
convencionalismos sociales.
De espíritu lúcido y crítico, su formación
fue febril y autodidacta, enciclopédica y reflexiva: todo lo aprendió en los textos sola, sin
maestros ni condiscípulos e, incluso, durante una temporada en la que se le prohibió la
lectura, no se pudo conseguir con ello que no
estudiara, pues lo hacía “en todas las cosas
que Dios crió, sirviéndome ellas de letras, y
de libro toda esta máquina universal”.
Su obra literaria es principalmente poética, aunque cultivó con maestría también el
teatro. En parte de su obra poética, como en
la célebre silva Primero Sueño, se reflejan sus
puntos de vista e inquietudes intelectuales.
Continuará
Fotos: Qüid
Es en esta sociedad que en
el año de 1648 nace, en San
Miguel Nepantla, Juana Inés
Ramírez de Asbaje, hija natural de la criolla
Isabel Ramírez de Asbaje. Más tarde, Juana
Inés habría de ser conocida como Sor Juana
Inés de la Cruz quien resultaría ser no tan
sólo el mejor escritor novohispano del siglo
XVII, sino también un personaje paradigmático en cuanto a su conocimiento de la ciencia
del momento.
Particularidad notoria si se considera que
en esa época las mujeres, ocupando una posición social subalterna, estaban excluidas de
la Universidad o de cualquier otro tipo de
educación superior.
De la generación y difusión del conocimiento se encargaban principalmente dos
instituciones: la Real y Pontificia Universidad y la Iglesia, cuyos miembros y oficiantes
eran hombres.
Las tareas intelectuales estaban vedadas
para las mujeres.
Algunos estudiosos de la vida de Sor Juana afirman que desde temprana edad ella se
interesaba por los asuntos intelectuales y que
la vida conventual era la única vía que se le
ofrecía para acceder al cultivo de la filosofía
y la ciencia.
Lo cierto es que entra al servicio de los
virreyes de Nueva España en 1664, hasta
que decide profesar con las jerónimas a los
veintiún años.
Su vida, que acabó a causa de una epidemia en 1695, fue una búsqueda apasionada e incesante del conocimiento, su «negra
inclinación» desde que tiene memoria de
sí misma: «podía conmigo más el deseo de
Noslalgia.
Fama y obras póstumas de Sorjuana.
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