Análisis crítico de los enfoques sobre el crecimiento económico

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ENTRO
XPERIMENTÁL DE
STUDlOS
OI
ATINO
• MERICANOS
Cuadernos Latinoamericanos
Año 16. No. 27. enero-junio de 2005 (pp. 11 - 45)
ISSN: 13 15-4176. Dep. legal pp. 88. 0099
Centro Experimental de Estudios Latinoamericanos
"Dr. Gastón Parra Luzardo"
Análisis crítico de los enfoques sobre el crecimiento
económico
Néstor Castro Barrios·
----------------------------------------------Resumen
Nuestro propósito en este trabajo es pasar revista a las distintas teorías so­
bre el crecimiento económico, no todos, por supuesto, sino a las más conocidas.
Tampoco trataremos sobre las teorías del desarrollo económico, y así, ni Schum­
peter ni Rostow son tratados, entre otros. Iniciamos el trabajo presentando a los
mercantilistas y su preocupación por el comercio.exterior como factor de creci­
miento. Continuamos con los fisi6cratas quienes destacaran la agricultura como
la verdadera actividad económica. Luego vienen los clásicos con su aporte basado
en el desarrollo de la técnica industrial como creadora de condiciones para el
crecimiento económico. A continuación se presenta la visión marxista la cual ve
en la tasa de beneficios la clave para la acumulación y el crecimiento económico.
Luego se presenta la visión neoclásica del crecimiento, caracterizado por su gra­
dualidad, su carácter ascendente y armónico y la importancia de una distribución
más eficiente de los recursos. Siguen, posteriormente, los keynesianos destacan­
do la importancia de la población y la expansión de la demanda como impulsora
de las inversiones en lugar de los ahorros. Los neoclásicos de la segunda época
vienen después para destacar la importancia de progreso técnico y la distribución
del ingreso entre los factores del crecimiento económico. Concluimos con la
teoría del crecimiento endógeno para destacar lo que parece obvio: el progreso
técnico deriva del acervo de conocimientos.
Palabras clave: Crecimiento económico, acumulación de capital, progreso técni­
co, distribución del ingreso, tasa de ahorro.
Recibido: 20-10-2004 • Aceptado: 06-05-2005
*
Centro Experimental de Estudios Latinoamericanos (CEELA). Universidad del Zulia.
_ Análi~is crítico de losJ!fl~eS sobr~el crecil1li~flto económico
/2
Critical Analysis of the Approaches on the Economic Growth
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _Abstract
Our purpose in this work is give a consideration to the diverse theo­
ries about the economic growth, not all of course, but only the more
known. We do not treat about the development economics thevies, so
Schumpeter and Rostow are not treatise among others. We begin this work
showing the mercantilist and thein following trade treatment as a factor of
economic growth. We continuos with the fisiocrats who saw the agriculture
as the really economic activity. The come the classics with their approach
based in the industrial tecnich development as generator of economic
growth conditions. We continuos with the marxism model which see the
profit rate as the push to accumulation and economic growth. Now we
present the neoclassical theory and theirs character are the gradualist, the
risen character, the harmony and the signification of more efficient distribu­
tion for resources. Keynesian come now as a revolution in the economy and
presents the population so important to push the demand as a big factor for
the investmen more than the saving. Neoclassics of second face like Solow
and Meade are important because their treatment of technical progress and
income distribution are among the factors of economic growth. We con­
elude with endogenous growth in order to result the obvious: the technical
progress is generated by the knowledge stock.
Key word: Economíc growth, capital accumulation, technical progress, income dis­
tribution, saving rateo
Introducción
La literatura sobre el crecimiento económico tuvo un auge después de
la Segunda Guerra Mundial y prácticamente cada economista de renombre
daba nacimiento a su propio modelo.
Con el riesgo de equivocarnos señalamos a los modelos de Harrod y
Domar -de fuerte herencia keynesiana- como los modelos de crecimiento
que marcaron la pauta para el planteamiento de otros modelos. Obviamos
aquí a Joseph Schumpeter por considerarlo más como un tratadista del desa­
rrollo económico, con una visión más allá del crecimiento económico. Pero,
también Robert Solow con su Tratamiento del aporte del progreso técnico al
Néstor Castro Barrios Cuadernos Latinoamericanos. Mo
16,_~nero-junilJ.de
2005 il!P: I! ~ 45) 13
crecimiento de la productividad merece ser señalado como precursor sobre
el tema.
Los modelos de Harrod y Domar suscitaron, por un lado, la reacción
neoclásica frente a la keynesiana y. por el otro. la aportación post keynesiana
con Nicholas Kaldor liderizando dicha aportación.
Luego, vinieron otros modelos que plantearon no propiamente la ex­
pansión de la producción, sino aspectos tales como la distribución del ingreso
-Kaldor y Pasinetti- el papel de los activos monetarios (Tobin), el manteni­
miento de los saldos reales (Levhari y Patikin), la adopción de técnicas pro­
ductivas (Samuelson), el paso de una situación de equilibrio a otra meta de
equilibrio y las transformaciones del caso (Hicks); yel crecimiento endógeno
(Arrow, Levhari, Romer).
Además de Schumpeter, otros autores realizaron aportes que se inscri­
ben más en la teoría del desarrollo y subdesarrollo que en la del crecimiento
económico, Señalemos así a W.W. Rostow con "Las etapas del crecimiento
económico", el estructuralismo neomarxista y los enfoques de Baran y
Sweezy con su concepto de excedente económico y el desarrollo del capital
monopolista, Arthur Lewis y la economía dual, el "círculo vicioso de la pobre­
za" de Rosenstein-Rodan y Nurkse, Hischman yel crecimiento desequilibra­
do y el estructuralismo latinoamericano de Raúl Prebisch, entre otros
(Galindo y Malgesini, 1994).
También haremos alusión a las consideraciones teóricas sobre el creci­
miento económico latinoamericano y sus factores determinantes, de acuerdo
con la visión de Raúl Prebish y la CEPAL, D. F. Maza Zabala, Celso Furtado y
Keith Griffin, entre otros; encuadrando el punto de vista de este último, en
relación con el modelo de Domar y sus elementos. Asimismo, nos referimos
al desempeño de los elementos principales de los modelos clásicos, neoclási­
cos, marxista y de Robert Solow, en relación con los países latinoamericanos,
así como de Harrod, respecto a la economía venezolana.
Finalmente, efectuaremos una breve alusión al modelo neoliberal, iden­
tificándolo con los programas fondomonetaristas y la apertura externa. No
obstante lo anteriormente destacado, debemos señalar que, primeramente,
efectuaremos las consideraciones teóricas desarrolladas por los mercantilis­
tas, los fisiócratas, los clásicos, los marxistas y los neoclásicos de la época: kei­
nesianos; los neoclásicos de la segunda época y, finalmente, las consideracio­
nes sobre el modelo endógeno.
14
Análisis crítico de los enf!!!1ues sobre el crecimiento económic:CI
l. Los mercantilistas
Puede ser señalado el mercantilismo como la primera referencia en la
historia del pensamiento económico. Su política económica devino en un ins­
trumento primario para promover el crecimiento y desarrollo simultáneo de
la economía y el estado.
Los escritos más recientes que exponen el pensamiento mercantilista se
remontan a 1.613 con Antonio Serra y su obra HA brief treatise on the Causes
Which Can Make Gold and Sí/ver Pleintiful in Kingdoms Where there are no mi­
nes" (Rima, 1967: 18).
Ellos resaltaron el papel fundamental del comercio exterior para gene­
rar saldos favorables representados por el oro y la plata como esencia de la ri­
queza.
Reconociéndole al sector externo ser un motor de crecimiento econó­
mico, ya sea por la significación de las exportaciones en el corto plazo como
por la significación de los déficit en el balance de mercancía a largo plazo (en­
trada de capitales). No hay duda de que la visión mercantilista sobre el balan­
ce de comercio exterior era contradictoria. En tanto que las exportaciones
superaran él las importaciones, en el corto plazo ello era favorable pero no en
el largo plazo. La razón para que ello fuera así pudiera encontrarla en el párra­
fo siguiente:
"Dado que la acumulación de tesoros era un primer objetivo del sobe­
rano, y su adquisición dependía o descansaba sobre el balance de comercio
exterior, necesariamente ello envolvía una comunidad de intereses entre el
estado y los comerciantes" (Rima, 1967: 18).
Lo antes señalado se explica porque si bien los mercantilistas buscaban
simultáneamente el desarrollo y crecimiento de la economía y el estado, ellos
pensaban que el estado moderno necesitaba dinero para financiar las guerras
y poder acceder a la construcción de los estados nacionales. Ellos asociaban
dinero con riqueza y detrás de éstos estaba la acumulación de metales precio­
sos, los que venían a ser un fin y no un medio, cuando era el saldo real de bie­
nes y servicios, lo que a fin de cuentas tiene significación para el crecimiento
económico, en especial si se consideran las ventajas inherentes a la especiali­
zación geográfica de la producción, lo cual ellos no percibieron.
Realmente, pocos mercantilistas mostraron alguna advertencia del he­
cho de que la riqueza consiste en bienes que pueden ser usados para consu­
mo o producción adicional, según nos señala I.H. Rima. "Más aún, ellos creye­
Néstor Castro Barrios Latinoamericanos. Año 16. enero-junio de 2005 (J>t!.:JJ:__45) Cuac:l~,.nos
15
ron que la riqueza de una nación solamente podría ser aumentada a expensas
de otras naciones dado que la oferta de oro está relativamente fijada" (Rima,
1967:21). Véase pues lo erróneo que resultaban tales planteamientos a la luz
de los hechos posteriores.
Así, a la luz de los hechos recientes, propios de la globalización, resulta
que el enfoque mercantilista de concebir al comercio exterior como eje cen­
tral de la actividad económica para captar oro y plata y de allí el favorecimien­
to al proteccionismo, no hacía otra cosa que traducirse en ineficiencia y res­
tricción al proceso de crecimiento.
2. La Escuela Fisiocrática
Esta escuela de pensamiento significó una reacción contra las doctrinas y
prácticas restrictivas de los mercantilistas y fue más violenta en Francia que en
Inglaterra. Ello porque Francia había prosperado poco con la industria, siendo
más bien básicamente agrícola.
Algunas de las observaciones y recomendaciones hechas por los fisió­
cratas fueron anticipadas en los escritos de Pierre Boisguilbert (1647-1714) y
Sebastián de Vanbaw (1633-1707).
En relación con los fisiócratas, I.H. Rima nos señala que el sistema fisio­
crático está asociado con Francois Quesnay, "quien, parcialmente como re­
sultado de sus, experiencias tempranas en las haciendas y parcialmente como
un resultado de sus creencias en la primacía de la naturaleza, se interesó en el
estudio del campesinado de Francia y su interrelación con los males de Fran­
cia" (Rima, 1967:46).
Quenay se preocupó por explicar la naturaleza y la creación de riqueza
como de la circulación de los bienes para el mejor financiamiento de la econo­
mía, así como de su reproducción.
El pensamiento fisiocrático representa un avance en relación con el de
los mercantilistas para quienes la riqueza consistía de tesoros y que solo el co­
mercio hacía próspera a una nación. "Los fisiócratas mantenían el criterio de
que la riqueza consiste de bienes los cuales son producidos con la ayuda de la
naturaleza en industrias tales como haciendas, pescas y minería" (Rima,
1967:46).
Ello es un avance en relación con las ideas mercantilistas aún con la res­
tricción de la idea sobre la riqueza que como producto de las industrias pri­
marias es indudablemente estrecha.
16
Análisis crftico de los enfoques sobre el crecimiento económico
Vista la tierra como única fuente de riqueza les condujo a ellos a pensar
que solamente el trabajo conectado a ocupaciones primarias, en particular las
de las haciendas agropecuarias, es productivo (Rima, 1967:46).
Los fisiócratas concebían la economía como compuesta de tres clases:
clase de propietarios, clase de cultivadores y la clase estéril. La naturaleza de
cada clase y su rol en la economía es entendida y aprehendida de acuerdo con
la creación de lo que ellos llamaron el producto neto. Y así, una clase es pro­
ductiva solo si es capaz de producir un producto neto, esto es, un producto
de más grande valor que los requerimientos de su propia subsistencia. Única­
mente la clase de cultivadores eran capaces de realizar lo antes señalado. Ellos
y otros como los mineros y pescadores fueron vistos de ser capaces de pro­
ducir un producto neto porque solo ellos tienen la ventaja de la asistencia de
la naturaleza. La clase estéril no produce valor excedente o producto neto.
Esto es así porque los productos finales producidos por ellos, los artesaAOS
por ejemplo, tienen un valor de las materias primas en exceso de aquellos, lo
.cual es equivalente solo al trabajo gastado en el proceso de transformación.
Así, no hay valor excedente o producto neto asociado con su esfuerzo y ésta
es la razón de por qué ellos fueron denominados estériles o improductivos.
Debe enfatizarse que es la tierra, más que el trabajo de los cultivadores, la que
constituye la fuente del prod ucto neto o valor excedente (de los requerimien­
tos de su propia subsistencia) (Rima, 1967:46-47).
Es necesario apuntar, sin embargo, que las manufacturas son deseables
solo si ello no disminuye el mercado agrícola o inhibe el crecimiento del capi­
tal agrícola.
Dado que las actividades primarias, la agricultura en particular, son la
fuente del produCto neto sobre el cual descansa la prosperidad de la nación, la
agricultura estaría en el tope del funcionamiento ideal de la economía. Esto
requeriría que el número de personas adscritas al comercio y finanzas sean
mantenidas en un mínimo absoluto. Lo mismo podría señalarse para las ma­
nufacturas.
Tal como se demostró con el tiempo, a partir de la primera Revolución
Industrial, la industria general y las manufacturas en particular generaron y
fueron portadores de un crecimiento superior al de las actividades primarias y
agrícolas en particular, por sus diferentes e intensas relaciones, con efectos
hacia delante y hacia atrás, haciendo posible que el progreso técnico encon­
trara en ellas el ambiente apropiado in extenso, mucho más que en la agricul­
tura, para hacer explosión en pro de un crecimiento económico que estuvo
en ascenso a tasas cada vez más aceleradas.
Néstor Castro Barrios c:_uodernos Lotino(lmericonos. Año L~,
ene~unio
de 2005 (pp. // - 45) /7
3. Los clásicos y el crecimiento económico
Las ideas de Adam Smith, David Ricardo, Roberth Malthus, y John Stuart
M iJI, entre otros, configuraron la escuela clásica de pensamiento económico.
La escuela liberal, de la cual procede la escuela clásica, procedía a su vez
de la Fisiocracia. De ésta, la escuela liberal conservó el tema de la ley natural y
tendió a eliminar progresivamente la preeminencia de la agricultura.
Cuando Smith publicó en 1776 -nos dice Rene Gonnard- su importante
libro, "La evolución industrial británica había realizado ya algunas brillantes
etapas", con la industria lanera como la más considerable de Inglaterra duran­
te mucho tiempo (Gonnard, 1961). A la par de lo señalado, empezaba a apa­
recer el capitalismo. comercial al comienzo.
Para 1763 ya se tenía la constitución del Imperio colonial inglés. "casi in­
significante en I 700, y del florecimiento del importante comercio de exporta­
ción y de importación. Ésta, a su vez. hizo nacer industrias nuevas, aparecien­
do así la gran industria algodonera" . También cambiaba la situación de la in­
dustria agrícola.
La evolución de la técnica industrial, creando condiciones de desenvol­
vimiento bastante rápidas para ésta; un desarrollo con las proporciones de
una revolución que se manifestó en las industrias textiles y el de la metalur­
gia. Nos dice Gonnard "Pronto se queda asombrada la nación antes los tan­
gibles resultados de la transformación industrial: crecimiento ilimitado de la
producción. aparición de grandes empresas, exportaciones en masa" (Gon­
nard, 1961 :265-266). Después vinieron: la fundición de minerales, el acero
fundido, la primera acería moderna, el primer buque de hierro; todo ello
entre 1735 y 1780.
Ya no eran solamente el comercio y la agricultura los soportes mercanti­
listas y fisiócratas -respectivamente- del desenvolvimiento económico. A
ellas se sumaban el procesamiento del algodón en textiles, de los minerales y
el acero en herramientas y medios de transporte.
Desde un punto de vista analítico global, para los autores clásicos "el
crecimiento de la economía se basaba, fundamentalmente, en la evolución
que experimentaba el progreso tecnológico en relación con el proceso de­
mográfico" (Galindo y Malgesini, 1994:3); se evitaban así los "rendimientos
marginales decrecientes que provocaban, a su vez, unos mayores costos para
la empresa lo que conducía finalmente a una caída en sus beneficios".
18
Análisis crítico de los enfoques sobre e/C;~l'!C;imiento económico
La acumulación de capital es clave en el proceso y su realización posibili­
taba una mayor mecanización y la aplicación del avance tecnológico. La mejo­
ra del capital hacía crecer la producción y los beneficios, la economía crecería
más aún. Y sería la industria la que impulsaba el comercio e impulsaba la de­
manda, "constituyó stocks. buscó clientes en todo el mundo y. para encon­
trarlos, se esforzó por derribar todos los obstáculos levantados por la compli­
cada política de la época anterior" (Gonnard, 1961 :333).
Asistimos así a la doctrina de todas las libertades económicas, al servicio
de todos los empresarios de industrias, de libertad en la producción como en
el cambio, particularmente verbal en muchos casos, con patronos y obreros
frente a frente en un pie de igualdad nominal e irrisoria que suele ser una li­
bertad opresora, una libertad a beneficio toda ella de una clase.
y lo último señalado, fue lo ql:le impidió que la demanda impulsada por la
industria fuera de pleno beneficio para la población porque ésta, creciendo
más de prisa que la producción, según la tesis malthusiana, daba lugar a una
pobreza más extendida en el país. reforzada por la productividad marginal de­
creciente de la tierra lo que impedía a su vez un mayor crecimiento de la eco­
nomía.
En un pasaje del Capital (Tomo 1), Marx reproduce el siguiente párrafo:
"Uno de los rasgos más tristes que caracterizaban el estado de este país -dice
Gladstone- es que, a medida que desciende el poder de consumo del pueblo
y aumentan las privaciones y la miseria de la clase trabajadora. se advierte una
acumulación constante de riqueza en las clases altas y un incremento constan­
te de capital" (Marx: 552-553). Agrega Marx "El 16 de abril de 1863, veinte
años más tarde, dice. en el discurso de presentación del presupuesto; .... "En
los ocho años que van desde 1853 a 1861 , el aumento fue (de la renta tributa­
ria del país), si partimos de la base de 1853, del 20 por 100. Tan asombroso es
el hecho, que parece casi increíble... Este incremento embriagador de poder
y riqueza ... se limita por entero a las clases poseedoras, pero... pero tiene por
fuerza que favorecer indirectamente a la población obrera... lo que no me
atrevo a afirmar es que se hayan reducido los extremos de la pobreza". Marx
agrega "y si los extremos de la pobreza no han disminuido, han aumentado, al
aumentar los extremos de la riqueza" (Marx: 552-553). El abaratamiento de
los artículos de primera necesidad para favorecer a la población obrera, según
Gladstone. queda desmentida. según nos señala Marx. por los datos del Lon­
don Orphan Asylum, pues aquellos registraron un encarecimiento del 20 por
100 en el promedio de los tres años de 1860 a 1862. comparado con el de
/851 a 1853.
Néstor Castro Barrios Cuod~rnos
Latinoo,!,ericonos. Año L6. enerQjunio de 2005.~ 11 - ~
19
Señalamos, finalmente. acerca del pauperismo oficial. "o sea, la parte de
la clase obrera que ha perdido su base de vida. la venta de fuerza de trabajo. y
tiene que vegetar de la caridad pública. El censo oficial de pobres de Inglaterra
registraba en 1855: 851.369 personas, en 1856: 877.767, en 1865: 971- 433"
(Marx: 554).
Recordemos. además, que los clásicos fundamentaban el crecimiento
demográfico en función de salarios por encima del salario de subsistencia. Es
así (Maddison, 1986:63) que al crecer el PIB per cápita en 0.0. durante el agra­
rismo 500-1500. la población lo hizo en O. I por 100; cuando lo hace en 0.1 %
en el Agrarismo progresivo 1.500-1.700, la población lo hace en 0.2%; luego
en el capitalismo mercantil 1.700-1.820 las tasas respectivas fueron 0.2 y
0.4%, pero ya en el capitalismo pleno 1.820-1.980 se pierde la correlación
1.6 y 0.9, respectivamente.
Sin entrar a reconsiderar los detalles del modelo clásico, diremos que la
gran lección que dicho modelo nos dejó fue la importancia para un país, evitar
caer en la zona de los rendimientos agrícolas decrecientes. para impedir que
la carestía de los alimentos absorbiera, cada vez más, los beneficios y. de esa
forma, conspirar contra la inversión y precipitar el estado estacionario. Todo
lo anterior implica que el crecimiento de la productividad agrícola, para que
sea favorable al crecimiento económico, debe ocurrir a tasas ascendentes.
Según cifras del Banco Interamericano de Desarrollo, podemos obtener
la siguiente cotización:
a) Para el lapso 1960-1980: los rendimientos agrícolas, medidos en
dólares de 1988 por habitante rural. fueron -en general- de baja
tasa de crecimiento, en relación con el crecimiento demográfico
global promedio (2,5% para 1965-1980).
Existieron las excepciones notables de Brasil (4,0%), Colombia
(3,6%) y. en menor medida, Argentina (2,9%), Bolivia (2,7%), Chi­
le (2,9%) y Paraguay (2,7%). El resto de los países tuvo, pues, una
situación crítica, sobre todo, Haití (-0,1%), Nicaragua (0,8). Pana­
má (1,0%) y Perú (0,8%).
De alguna forma, lo antes señalado se convirtió en un factor limitan­
te del desarrollo económico de nuestros países, como es bien cono­
cido, con la excepción de la década de los 70.
b) Para el lapso 1970-1988, pudiéramos decir -en general- que el fan­
tasma de los rendimientos decrecientes se hizo presente en la ma­
yoría de nuestros países. Solamente Chile (3,6%), Ecuador (2,2%),
Paraguay (6.3%, duplicaron la tasa anterior) y República Dominica~
20
Análisis crítico de los enfoqu~s~CJI:J!f!f!' crecimiento económico
na (2,3%) mostraron superación, esto es, un aporte favorable al
crecimiento general de sus economías. Dicho sea de paso y cono­
ciendo lo nefasto que fue la década de los 80 para América Latina en
general, con la excepción de Ecuador, los restantes tres países pu­
dieron escapar del maleficio de la llamada década perdida.
Encontramos a Argentina. Brasil. Colombia y Venezuela como los
que tuvieron más o menos constancia en el nivel de sus rendimientos
agrícolas. mientras que el resto vio desacelerar la evolución de sus
rendimientos. con el agravante de que algunos países cayeron en la
fase negativa: El Salvador (-0.4%), Haití (.,0,7%). Jamaica (-0,4%),
Nicaragua (-0,2%) y Panamá (-0.6%).
En conclusión. conocido como es que el problema de la deuda externa
configuró, en su casi totalidad, la crisis general de nuestros países y. de hecho,
su estancamiento y retroceso. la inexistencia de rendimientos agrícolas cre­
cientes, en parte, como efecto creciente de aquélla. privó a nuestro desarro­
llo económico de una de sus condiciones necesarias. De allí los esfuerzos que
debe realizarse para superar ese escollo.
4. La crítica marxista
Los pobres resultados del desarrollo capitalista en términos de mejorar
la situación económica de la clase obrera tal como hemos visto, llevó a Mark a
realizar una crítica demoledora tanto de los hechos que se estaban sucedien­
do como de los enfoques técnicos que le servían de soporte. Dichos enfoques
comprendían no solamente a los clásicos sino también a sus sucesores, los
neoclásicos de finales del siglo XIX (aproximadamente desde 1870).
A juicio de Galindo y Malgesini, para Marx, el propio comportamiento de
la economía de mercado va a propiciar un menor crecimiento y mayor nivel de
descontento social, siendo tres las razones en que se apoyaba este autor:
"En primer lugar, la incorporación del capital dentro del sistema era a cos­
ta de desplazar trabajadores y no de incrementarlos como algunos afirmaban.
En segundo lugar, la reducción de la tasa de beneficios de los capitalistas.
En efecto como consecuencia de lo anterior, ese aumento en el paro provo­
caría una menor demanda y por consiguiente, las ventas y los beneficios cae­
rían. Y esta circunstancia negativa no se vería contrarrestada por un aumento
en la producción y. en tercer lugar, el "ejército de reserva de parados" que
según Marx, era consustancial a la economía capitalista. iría engrosando sus fi­
Néstor Castro 8arrios Cuadernos Latinoamericanos. Año 16. enero-junio de 2005 (pp. 11 - 45) 21
las como consecuencia de los aspectos anteriores, dando lugar a un mayor
grado de pobreza y de descontento social (Galindo y Malgesini, 1994: 3).
El enfoque de Marx, con sus conceptos del capital constante, plusvalía, ca­
pital variable, tasa de plusvalía, composición orgánica del capital y tasa de bene­
ficios condujeron al denominado sistema marxista de cual puede derivarse la
tasa de crecimiento de la producción. Dicha tasa va a depender de la tasa de
ahorro de los capitalistas, de la tasa de beneficios y de la variación porcentual o
relativa de dicha tasa pero, como Marx postula, con un decrecimiento de la tasa
de beneficios, la economía se enrumba inexorablemente a un estancamiento a
largo plazo que, complementado con la lucha revolucionaria de la clase obrera,
llevaría a un cambio del capitalismo hacia el socialismo.
Si, bien Galindo y Malgesini alegan que la Gran Depresión pareció dar la
razón a la tesis de Marx por cuanto la teoría imperante entonces, no propor­
cionaba medidas adecuadas para salir de la situación de estancamiento y de
paro existente, lo cierto es que el desarrollo capitalista tuvo lugar sin duda al­
guna, según cifras de Angus Maddison (1986).
Crecimiento del PIB a)
1913 - 1950
1950 - 1973
Alemania
2.8
I.J
6.0
Estados Unidos
4.1
2.8
3.7
japón
2.5
1.8
9.7
Reino Unido
1.9
I.J
3.0
Aritmética
-_Media
...... ---------_....
1870· 1913
.....
2.5
--------~
.....
1.9
------~
4.9
_._­
.....- - - - - -
a) Para algunos países, tasas anuales medias.
Los cierto es que el desarrollo capitalista no fue un hecho de economía
cerrada, él tuvo lugar en el siglo XIX (desde mediados aproximadamente)
con un fuerte proceso de exportaciones de mercancías y de capitales para
configurar lo que vino a denominarse imperialismo. Con éste, se contrarres­
taba el poco dinamismo del mercado interno y con las provisiones de alimen­
tos y materias primas baratas se conjuraba la tendencia descendente de la tasa
de beneficios, aspectos todos que estaban ausentes en el sistema original de
Marx lo mismo que el progreso técnico en sus aspectos benéficos, pues Marx
sólo veía de éste lo negativo al desplazar trabajadores, derivándose de éste,
por tanto, un pronóstico errado. Un tratamiento más enriquecedor nos pro­
porcionó Lenin con su enfoque sobre el imperialismo, fase superior del capi­
22
Análisis crítico de los enfoques sobre el crecimiento económico
talismo y el cual, pasando por el enfoque de Rosa Luxemburgo, culmina con
Baran y Sweezy en su "Capital Monopolista", del que haremos alusión más
adelante.
En su análisis de las economías capitalistas, Marx veía cómo los capitalis­
tas recurrían a una cada vez mayor explotación como vía para expandir sus
beneficios, apoyados también por la productividad en aumento que el progre­
so de la técnica les proporcionaba. De esa forma podían llevar a cabo un pro­
ceso intenso de acumulación de capital.
Ya hemos visto que en América Latina el proceso de explotación refleja­
do por la distribución del ingreso, no sólo es intenso, a juzgar por la conocida
desigual distribución, sino -también- que se profundiza. Sin embargo, hemos
visto que, a diferencia de lo ocurrido en los países hoy industrializados, dicho
proceso no se ha traducido en un ritmo de acumulación conducente a mayor
producción y empleo. Antes por el contrario, no es que las inversiones crecie­
ran a bajo ritmo, sino que, con la excepción de seis países, todos los demás tu­
vieron una disminución en promedio para el lapso 1980-1988.
Más aún, el empeoramiento de la distribución del ingreso en los 80 e in­
tensificación de la explotación, si se quiere, sirvió para que en la casi totalidad
de los países, con excepción de Costa Rica, El Salvador, Nicaragua y República
Dominicana, las tasas de beneficios exhibieran aumentos, apreciables en los
casos de Bolivia (17,9%), Argentina (7,5%), Ecuador (5,7%), México (7,4%),
Perú (5,07%), Uruguay (8,8%) y Venezuela (5,6%).
En nuestro juicio, gran parte de la explicación del retroceso en el ritmo
de acumulación se encuentra dada por lo que Marx viera en sus días, a saber,
que los salarios deprimidos, por causa de la desigual distribución del ingreso y
de las elevadas tasas de desempleo, no proporcionan el mercado suficiente
para darle salida a la producción potencial; de allí que no se justificara conti­
nuar con la acumulación.
Otra parte de la explicación se encontraría dada por el problema de la
deuda externa, cuyo servicio, como es sabido, es altamente oneroso para
nuestros países en general. Y así, como porcentaje de las exportaciones, tuvi­
mos: Argentina 47%, entre 1981 y 1987; México entre 55 y 65%, para 1984­
1987; Uruguay entre 44 y 34%, para 1984-1987; Brasil entre 67 y 42%, para
1981-1987; y Venezuela variando desde el 15%, en 1981-1983, al 43% en
1986-1987. Países todos que tuvieron los descensos más elevados en su in­
versión para la década de los 80.
Néstor Castro Barrios
ClJ.adernos Latinoamericanos. Año /6. enero-junio de 2005 (pp. // - 45)
23
Al tener que utilizar gran parte del excedente económico para el servi­
cio de la deuda externa, empresarios y gobiernos deben dejar de invertir, el
mercado interno pierde dinamismo y con un multiplicador accionando per­
versamente, se produce la crisis, viene el estancamiento, el desempleo y se
profundiza la distribución del ingreso. Paradójicamente, los beneficios cre­
cen, esto es, el excedente económico, pero todo al contrario de lo que viera
Marx: los capitalistas de sus días explotaban más y más para producir benefi­
cios y financiar la acumulación, los de América Latina lo hacen para poder pa­
gar la deuda externa que, al final, se convierta en deuda eterna.
En conclusión, los problemas de la dependencia, fundamentalmente de
carácter financiero, han impedido que en América Latina funcione el motor clá­
sico de desarrollo capitalista: explotación del hombre, producción de plusvalía,
progreso técnico y acumulación. En el pasado, la gravidez de la dependencia
comercial, simbolizada por el deterioro de los términos de intercambio, nos
hada perder excedente económico, lo cual impedía el financiamiento de la acu­
mulación del capital. El sepulturero ahora de la acumulación y el crecimiento
viene representado por el servicio de la deuda externa con el F.M.1. yel Banco
Mundial de policías internacionales. para el fiel cumplimiento e los pagos.
5. La visión neoclásica del crecimiento económico
Aquí deseamos referirnos a los neoclásicos de la primera época, algo así
como a la corriente que reacciona contra la escuela marxista mientras que los
de la segunda época lo hacen contra el Keynesianismo. En tal sentido, el mar­
co de referencia lo configura Alfred Marshall, el sumo pontífice de dicha co­
rriente.
La visión de Marshall se debe a la importancia que otorga a la aplicación
del principio de continuidad. "La adopción de este principio significa admitir
que el mundo económico se encuentra en proceso de cambio", cuyas carac­
terísticas son las siguientes (Marshall, 1948:202).
En primer lugar, "La evolución económica es gradual. Su progreso se ve
a veces detenido o perturbado por catástrofes políticas; pero su movimiento
hada adelante no es nunca repentino ya que, incluso en el mundo occidental y
en Japón, están basados en costumbres parcialmente concientes e incons­
cientes". Lo que se hace hoy había estado ya largo tiempo en preparación" ...
el lema Natura non Facit Saltum es especialmente apropiado para una obra
sobre los fundamentos de la economía" (Marshall, 1948:202).
24
Análisis <:~ítíco. de los enfoques sobre el crecimiento económico
En segundo lugar, "es un proceso ascendente, en el sentido de que el
problema económico se define como una adaptación de medios y fines, en la
cual se encuentran soluciones cada vez más racionales". De la rotación de cul­
tivos (medios), se obtiene mayor productividad (fines), implicando ello un
grado de racionalidad creciente en la solución de los problemas técnicos y
económicos.
De lo ascendente, Marshall concluye de que no hay motivo para creer
que se está próximo a un estado estacionario porque no hubiera más necesida­
des que satisfacer, ni más campo para invertir; toda la historia de la humanidad
demuestra que sus necesidades crecen a la par que su riqueza y su ciencia.
En tercer lugar, "es un proceso armónico, en el sentido muy preciso que
beneficia a todos los grupos sociales". Marshall considera que "de haber pro­
blemas por los que corresponda al nivel de vida de la clase obrera, considera al
mismo tiempo que ellos pueden ser resueltos por medio de la educación"
(Sunkel y Paz: 203). Todas las clases tendrían aumento en sus ingresos, pero no
se menciona la forma de la participación relativa de los ingresos de cada grupo.
En relación con los aspectos mencionados, consideramos realista admi­
tir que las economía en su conjunto se encuentra en proceso de cambio una
vez superadas las extensas etapas de quietud, las llamadas sociedades tradi­
cionales de Rostow, en que las posibilidades abiertas para los nietos serían
poco más o menos las mismas que habían tenido el abuelo. hasta el arribo de
la revolución industrial y el advenimiento del capitalismo manufacturero. Sin
embargo, la gradualidad no es automática y el mejor ejemplo de ello viene
dado por las crisis recurrentes a que se ha visto sometido el desarrollo capita­
lista; incluso, después de la intervención estatal a raíz de la prédica Keynesiana
para estabilizar las economías, las crisis y fluctuaciones económicas han esta­
do presentes.
Del carácter ascendente del proceso económico encontramos una es­
pecie de predicción exitosa, en virtud del enorme progreso técnico que han
experimentado los países en crecimiento, traducido en productividades cada
vez mayores y que llevó a Douglas North a decir que lejos de ser el progreso
técnico un factor de crecimiento económico es el crecimiento mismo. De he­
cho, el incesante progreso técnico abre cada vez más importantes campos
para invertir y. al ocurrir esto, se crean necesidades que crecen "a la par que
su riqueza y su ciencia".
Pero donde el modelo neoclásico bajo análisis -el de la primera etapa­
hace aguas y se hunde sin remedio es en lo de predicar que lo económico es
un proceso armónico en el sentido de que las libres fuerzas del mercado, sin
Néstor Castro Barrios CUtJdernos ~atin!,~me!;c(Jnos. Año_/6. enero-junio de 200~ Jl!P.:./ ( - 45) 25
interferencias estatales, beneficia -y digamos equitativamente- a todos los
grupos sociales. En verdad, no sabemos de qué manera la educación podría
resolver los problemas que correspondan al nivel de vida de la clase obrera.
En la práctica ha venido a ser la redistribución del ingreso por el Estado lo que
ha venido a darle una mano a la redistribución del ingreso por el mercado para
paliar los problemas de la desigualdad entre las clases sociales problema que
ya había señalado Marx en referencia a los planteamientos de Gladstone.
Los primeros neoclásicos privilegian una distribución más eficiente de
unos recursos dados para el desarrollo económico, superior en competencia
perfecta que bajo condiciones monopolistas. Sin embargo, más que "la distri­
bución más eficiente", ha sido la acumulación de capital, aspecto dinámico, en
contraposición al carácter estático, de la distribución más eficiente de los re­
cursos,lo que ha caracterizado el crecimiento económico entre 1950 y 1973.
la llamada, "edad de oro" del capitalismo, con el agregado de que dicha época
era ya del predominio pleno de las grandes corporaciones, es decir, del oligo­
polio y el capital monopolista en lugar de la competencia perfecta.
Pero, los neoclásicos realizan un aporte trascendental al incorporar el
tipo de interés en el análisis de la acumulación, algo totalmente ignorado por
los clásicos y marxistas, lo incorporan para tratar la determinación del ahorro
bajo el supuesto de que el interés debe ser positivo. pero sin que en la argu­
mentación aparezca la consideración de la inflación.
Otro aporte de los neoclásicos es independizar la teoría del capital de la
teoría de la población al abandonar las proporciones fijas de trabajo y capital
en la producción dentro de un estado dado de la técnica y así, podría acumu­
larse más capital sin que crezca el uso de la fuerza de trabajo.
No obstante, los neoclásicos privilegian la tasa de interés en vez de la
renta como determinante de los ahorros y esto es un aspecto bastante critica­
ble, particularmente en el caso de los países subdesarrollados donde la satis­
facción de las necesidades deja poco margen para el ahorro. Para ellos, cuan­
do el tipo de interés disminuye hasta un nivel en que la comunidad no desea
ahorrar, entonces termina la acumulación y se llega el estado estacionario.
Aparece así la acumulación desligada de las oportunidades de inversión que
generan la población en aumento, el progreso de la técnica y el descubrimien­
to de nuevos recursos, todo lo cual le da un carácter más dinámico a la acu­
mulación que la realización previa de ahorros lo cual se evidencia en la econo­
mía de Estados Unidos de los años 90.
Consideraron los neoclásicos, al igual que sus parientes actuales, los
neoliberales, que una desigual distribución del ingreso, lejos de obstaculizar el
26
Análisis critico de los enfo!Jl!es sobre e/c:t~cimiento económico
desarrollo, lo favorece al propiciar el ahorro de los poseedores de elevados
ingresos, entiéndase: capitalistas. Ahorros abundantes abaratarían su precio y
así, las bajas tasas de intereses favorecerían la acumulación de capital.
la atención en este aspecto la realizamos a partir de la cuota de los sala­
rios respecto del producto, pero dada la imposibilidad práctica de contar con
las cifras correspondientes, tomaremos la evolución de la participación de los
salarios en el PIB. Esto es factible de hacerlo a partir de las cifras de crecimien­
to de los salarios (tasa media anual), del empleo y del producto.
De los datos disponibles de CEPAL (notas sobre la Economía y el Desa­
rrollo), para los períodos 1981-84 y 1985-88, podemos hacer la siguiente ca­
racterización:
a) Lapso 1981·84: sobre la base de información para quince países,
en nueve de ellos hubo un empeoramiento en la distribución del in­
greso, particularmente notorio para Ecuador (-7,98% evolución en
la cuota de salarios/PIB), México (-7,14%) Y Perú (-4,73%).
Hubo una mejoría -diríamos apreciable- para Argentina (8,88%),
Colombia (4,79%) y Guatemala (6,64%). En menor grado estuvie­
ron Panamá (1,34%) Y Chile (1,70%).
b) Lapso 1985-88: se repite el mismo número de países (9) con em­
peoramiento en la cuota de salarios respecto del producto, pero
con algunas alternantes, el problema pareció ser mayor.
Así, el desmejoramiento en Argentina (-7,86%) neutralizó la mejora an­
terior; en Bolívia (-5,50%) y Brasil (-7,49%) se profundizó el problema; en
Colombia (-3,78%) desmejoró, igual en Chile (-2,38%) y Guatemala
(-4,33%), en Honduras (-5,92%) y Perú (-3,09%) se profundizó, aun cuando
Uruguay (4,07%) y Venezuela (1 ,96%) mejoraran.
Veamos ahora, en consecuencia, qué sucedió con la acumulación de ca­
pital. Según el Banco Interamericano de Desarrollo (Informe 1989), las inver­
siones crecieron en su generalid,ad en América Latina en todos los años 70,
con las excepciones de Chile (-2,2%) y Panamá (0,6%). Pero ya la década de
los 80 que, como hemos visto, vio empeorarse la desigual distribución del in­
greso, se caracterizó -también- por una evolución negativa de las inversio­
nes, en 14 de los 20 países considerados en nuestro análisis. Particularmente
notorio fue el descenso de Bolivia (-19,5%), Argentina (-7,7%), México
(-5,9%), Uruguay (-9,2%), Haití (-5, 1%) y Venezuela (-4,7%).
Como contrapartida de todo ello, en 13 de los países considerados dis­
minuyó la tasa de inversión como porcentaje del producto. ¿Sería, acaso, que
Néstor Costra Barrías ClJodernos
Lat;noo~eric~nos.
Año 16. enero-junio de)005 (pp: 11 - 45) 27
la tasa de interés impidió un mejor ritmo de acumulación? No hay cifras para
la generalidad de los países latinoamericanos, en cuanto a las tasas de interés
sobre los préstamos, pero los 7 países que el Banco Mundial reseña en su in­
forme de 1995, exhibieron aumentos, algunos de ellos exorbitantes, de 1980
a 1989: Guatémala, de I 1 a 16%; Ecuador, de 9 a 30,08%; Colombia, de 19 a
28,21 %; México, de 28,10 a 54,0%; y Uruguay, de 66,62% a 127,58%.
El caso de Ecuador es contundente, por cuanto en la década de los 80 vio
empeorar su desigual distribución del ingreso; sin embargo, la tasa de interés se
triplicó y algo más, ya ello la acompañó un descenso de las inversiones. A Méxi­
co le sucedió algo parecido y en Uruguay, aun mejorando la distribución del in­
greso, los intereses se duplicaron y las inversiones también disminuyeron. En
Guatemala y Colombia, sin que se pudiera decir que su distribución del ingreso
empeorara, sus intereses aumentaron y la inversión disminuyó.
En conclusión, aun cuando es necesario estudiar más la vinculación entre
las evoluciones de la distribución del ingreso, las tasas de interés y las inversio­
nes, pueden sentarse como un hecho de la desigual distribución del ingreso y
sus empeoramientos hicieron bajar la inversión sin que se pueda, en conse­
cuencia, abogarse por un estilo de desarrollo que invoca más pobreza para pro­
piciar el desarrollo general de un país, o sea, de más riqueza sí, para el 5% de.
los estratos más ricos, pero de ninguna manera para la sociedad en su conjunto.
6. Los keynesianos y el proceso de crecimiento
económico
Cuando se consideran las ideas keynesianas en relación con el creci­
miento económico lo que viene a la mente son los nombres de Harrod y Do­
mar, post-keynesianos que dinamizaron a la teoría original de John Maynard
Keynes. Pero como bien señalan Galindo y Malgesini, Keynes sí tenía algo que
decir sobre el crecimiento económico, más allá de la teoría de la renta plas­
mada en su Teoría General.
y así, en relación con el problema de crecimiento, "señala que la edad
de la población afecta el nivel de ahorro real de la economía, influyendo por
tanto, en la propensión marginal a consumir. De tal forma que una reducción
en la natalidad (que hace más vieja a la población) aumenta el nivel de ahorro
en la economía, lo que en definitiva, provocaría una reducción en la demanda
agregada perjudicando al volumen de empleo" (Galindo y Malgesini, 1994:9).
28
.... Análisis crítico de 'Il.s enfoques sob~~ el crecimiento eco"ómíco
Obsérvese pues, que no es el ahorro en aumento la clave para la acumu­
lación sino el aumento de la demanda agregada por su estímulo para realizar
mayores inversiones. Es que al fin y al cabo de nada valen los ahorros en au­
mento, igual que la productividad en aumento, si la demanda no crece impi­
diendo la venta de la producción expandida, con beneficios adecuados para
continuar el proceso de acumulación de capital.
Para Keynes, señalado por Galindo y Malgesini, la tasa de crecimiento de
la población es uno de los factores básicos de la demanda de capital, pues la
mayor natalidad hace que la inversión planeada sea mayor. Todo ello era con­
trario a la tesis defendida por Malthus, a la cual agregan Galindo y Malgesini "Y
el propio Keynes lo reconoce al señalar que sin duda una población estaciona­
ria permite un mayor nivel de la vida, pero ello da lugar a un gran problema, el
desempleo, como consecuencia de la reducción de la demanda agregada. Y
este es el diablo que se deriva de la aportación de Malthus".
Vemos así que en el problema del crecimiento, Keynes ubica en el cen­
tro del mismo a la población y aquí viene la crítica del caso ¿por qué entonc~s
los países de bajo ingreso en los cuales la población crece a tasa bastantes ele­
vadas, mayores a la de los países desarrollados, el crecimiento económico y el
desarrollo no es un lugar común?
Tratando el tema demográfico, Baran y Sweezy hacen referencia al ar­
gumento de Kalecki sobre 'a importancia asignada por Hansen a la población
como determinante de la enorme cantidad de capital absorbida en el siglo
XIX, debido a la tremenda tasa de crecimiento de la población. Kalecki argu­
menta que "lo que es importante ( ...) a este respecto, no es un incremento en
la población, sino un aumento en el poder adquisitivo", ya que su significación
en una demanda mayor de viviendas, sin un aumento del poder de compra,
"el resultado muy bien puede ser la aglomeración de más gente en el espacio
de habitaciones existente" (Kalecki, 1954: 161).
A su vez, Baran y Sweezy argumentan que Hansen parece al mismo
tiempo poner la carreta delante del caballo y confundir una condición de rá­
pida formación de capital con la causa de este fenómeno, y alegan: "lo que es
pertinente en conexión con esto (la decisión sobre inversión en función de
las estadísticas de población) no es el crecimiento total de la población, sino
más bien el crecimiento de la población en ciertas regiones y localidades"
(Baran y Sweez:y: 75-76), con lo cual si bien la población per se crea ciertas
erogaciones para inversión, tampoco tiene objeto asignar una gran impor­
tancia a este factor.
Néstor Castro Barrios
Cuader.nos L~;no.american()S. Año /6, ~nerojunio.t1e 2005
(PP, /J - 45) .
29
En resumen, el crecimiento demográfico, si bien es importante para el
crecimiento, es uno más entre diversos factores de dicho proceso,
Una vez vista la posici6n de Keynes, nos corresponde examinar las co­
rrespondientes a Harrod y Domar.
6.1. El modelo de Harrod
Como es sabido, Harrod adopta el principio de aceleraci6n como teoría
de la inversi6n ya la que Gardner Ackley objeta por considerarla como insos­
tenible "porque implica que los bienes de capital tienen que ser producidos si­
multán~amente con la producci6n aumentada que requiere su producci6n
(incluyendo en esta producci6n aumentada los propios bienes de capital)"
(Ackley, /965:552).
En lo que refiere a la oferta agregada de Harrod plantea que la oferta de
producci6n tiene que ser planeada y emprendida antes de su venta y "por
consiguiente, nos dice Ackley, existe la posibilidad de una divergencia entre la
oferta y la demanda".
Ackley hace la observaci6n de que en el modelo de Harrod, "los planes
de producci6n vienen primero, y que éstos, entonces, a través del acelerador,
determinan la inversi6n, (lo cual) invierte el orden de sucesi6n más usual (tya
priori más plausible?). Ésta sostiene que las decisiones sobre la inversi6n de­
terminan la tasa de crecimiento de la demanda agregada, que a su vez deter­
mina la producci6n" (Ackley, 1965:557).
Otro aspecto de posible cuestionamiento por Ackley es que "Harrod
supone, con poco fundamento evidente, que los productores siempre espe­
ran que las ventas crezcan en el mismo tanto por ciento en que han estado
creciendo, y planean su producci6n con esta expectativa" (Ackley, 1965:560).
y así, dado el acelerador y la propensi6n marginal a consumir solo hay una
tasa de crecimiento de las ventas que puede satisfacer esta clase especifica de
expectativa de modo que si no hay equilibrio entre la demanda y la oferta de
producci6n corriente (elemento crucial de su teoría de crecimiento), "la eco­
nomía podría bien 'estallar' en un crecimiento demasiado rápido produciendo
inflaci6n, o cesar de crecer por completo, produciendo depresi6n", nos seña­
la Ackley.
Luigi Pasinett efectúa algunas consideraciones críticas al modelo de Ha­
rrod. Así, cuando éste deriva la tasa natural de crecimiento (gn), de la fuerza
de trabajo y de la productividad, Pasinetti señala que el crecimiento exponen­
cial de ambas es un supuesto y agrega "puede, por consiguiente, no ser posi­
ble, o ser s610 aproximadamente posible, el mantener el equilibrio a largo pla­
30
_ Análisis crítico de lo~r:r¡foques sobre el crecimiento económico
zo, si el crecimiento natural de la población y de la productividad no son expo­
nenciales, es decir, si g no es constante" (Pasinetti, 1978: 117). Por otra parte,
la tasa natural de crecimiento, gn se supone determinada exógenamente, yasí
lo es~, la tasa de ahorro. "Además, Harrod supone explícitamente que el pro­
greso técnico es "neutral", llamando neutra aquél que mantiene constante la
relación capital/producto, k, para un determinado tipo de interés. Pero si gn, s
y k son constantes, la relación s = kgn solo puede ser satisfecha por puro
azar"(Pasinetti, 1978: I 18).
Otros críticos tales como Galindo y Malgesini alegan que la situación
ideal de Harrod para una economía en crecimiento sin que se tenga un meca­
nismo dentro del modelo que nos permita influir sobre sus variables y que
conduzca a un crecimiento sostenido y con pleno empleo tal y como se pre­
tende, en suma, que coincidan las tasas garantizadas Gw y natural de creci­
miento, "estaba confirmando la afirmación de Keynes según la cual se puede
alcanzar un equilibrio pero sin estar en situación de pleno empleo. En los tér­
minos de este modelo se puede conseguir que G = Gw, pero ello no implica
. necesariamente que dichas tasas de crecimiento sean también iguales a Gn".
(Nota: G es la tasa efectiva de crecimiento).
Un aspecto de suyo relevante es la función de inversión formulada por
Ardo, sobre la base del principio de aceleración como comportamiento em­
presarial para llevar a cabo las inversiones a medida que se expande la deman­
da. Una inversión determinada de esa forma se conoce como inversión indu­
cida o "endógena", la que Baran y Sweezy llaman, de acuerdo con Steindl y
otros, "inversión que se canaliza hacia erogaciones que surgen del mecanismo
interno del sistema (Baran y Sweezy, 1972:74)". Para dichos autores, la oferta
creciente de excedentes en busca de inversión no genera un alza correspon­
diente en la magnitud de los gastos de inversión. "He aquí que, si no se dispu­
siera más que de los gastos de inversión endógenos, el capitalismo monopo­
lista se sumiría en un estado de depresión permanente" (Baran y Sweezy,
1972:74). Ocurrirían fluctuaciones asociados a la expansión y contracción de
inventarios, pero en una escala muy reducida, cuyo techo estaría muy por de­
bajo del potencial económico. En la práctica, excedente que no pudiera ser
absorbido sería excedente que no se produciría y tendríamos así desempleo
ascendente.
Pero, digamos de plano que la realidad del desarrollo capitalista es que
dicho desarrollo se materializa al compás de las inversiones exógenas que
ocurren más allá de los factores de la demanda, generados por las operacio­
nes normales del sistema. Así nos lo plantean Baran y Sweezy, "Por ejemplo,
Néstor Castro Barrios Cuadernos latinoamericanos. Año /6. enero-junio d~ 2005 (pp. // - 45)
3/ se inventa alguna nueva técnica de producci6n que permita llevar al mercado
cierta mercancía a menor precio; entonces la inversi6n en la incorporaci6n de
esta técnica en una planta puede llevarse a cabo aun cuando no haya cambios
en la demanda de la mercancía" (Saran y Sweezy, 1972: 75).
Además de la inversi6n ex6gena señalada en nuevos métodos de pro­
ducción y nuevos productos, yen general. los señalados por Schumpeter en
su famoso tratamiento sobre el tema. se señalan la inversi6n para llenar las ne­
cesidades de una población creciente y la inversión extranjera.
De la población ya habíamos señalado de dichos autores en el sentido de
que si bien la población per se crea ciertas erogaciones para inversi6n, tampo­
co tiene objeto asignar una gran importancia a este factor. En relaci6n con
nuevos métodos y nuevos productos, los autores consideran innovaciones
distintas de las que hicieron época tales como la máquina de vapor en el siglo
XVIII, el ferrocarril en el siglo XIX y el autom6vil en el siglo XX, por conside­
rarlos un acontecimiento hist6rico único y debe ser tratado como tal. Saran y
Sweezy analizan las llamadas innovaciones tecnol6gicas "normales", la clase
de nuevos métodos y productos que han venido apareciendo en una corrien­
te continua a lo largo del período capitalista. A lo largo de los años, una gran
parte de la inversi6n se realiza para mejorar los bienes de producción y con­
sumo o a fabricar otros completamente nuevos. No es nuestro interés entrar
en polémica con la paradoja de dichos autores que luego de bendecir a las in­
versiones exógenas como antídotos contra un estado de depresión perma­
nente, observan límites también en el desarrollo de nuevas técnicas como una
forma que implique aumentar la capacidad productiva tal que el monopolista
prefiere esperar la reposici6n de su capital existente, antes de instalar nuevo
equipo. Pero dichos autores se encargan de aclarar que "no significa que haya
necesidad de retardar la tasa de descubrimiento de nuevas técnicas", solo que
"la velocidad a la que las nuevas técnicas desalojaran a las antiguas será más
lenta de lo que la teoría económica tradicional nos llevaría a suponer" (Saran y
Sweezy, 1972:80).
.
Valdría la pena señalar lo que ha significado la llamada "Nueva Econo­
mía" en términos de las enormes inversiones para incorporar las nuevas tec­
nologías de comunicaciones e informaciones (INTERNET, FAX), la genera­
ción Nasdaq, etc. Según Informe de la Universidad de Texas sobre el impacto
de Internet en la economía de U.S.A. elaborado en 1998, se encontró que In­
ternet proporcionó ingresos mundiales superiores a 300.000 millones de dó­
lares a las empresas americanas, y dio trabajo a 1,2 millones de personas. Se
señala además que esa economía pronto superará a industrias como la del au­
32
Análisis crítico de los enfoques sobre el crecimiento económico
tomóvil (350.000 millones de dólares), la energía (223.000 millones) o las te­
lecomunicaciones (270.000 millones). El valor conjunto de las veinte primeras
empresas cuya actividad se centra en internet es de dos billones de dólares.
Finalmente, un tercio de las empresas analizadas en el estudio no existía tres
años antes (Estefanía, 1996: 18-19).
El pequeño recuento realizado es para indicar que si bien Baran y
Sweeezy, escribiendo en 1966, pretendieron encontrar en el desarrollo del
capitalismo monopolista un freno en la introducción de nuevas tecnología,
ello en apariencia fue un suceso pasajero de manera tal que las inversiones
exógenas siguen reinando en el proceso de acumulación de capital lo que limi­
ta la utilidad del modelo de Harrod para visualizar el crecimiento económico
en largo plazo.
Expondremos a continuación la visión -a nuestro juicio- de Harrod, en
relación con la economía venezolana:
El freno que Luis Herrera Cámpins le impuso a la economía venezolana
fue debido a una falsa apreciación de lo que consideró una economía recalen­
tada y su origen. Aquí debemos remitirnos a Roy Harrod para precisar el re­
calentamiento de la economía, y es posible que en el caso de algunos países la­
tinoamericanos haya habido una apreciación parecida a la venezolana.
Veámoslo:
Los crecientes ingresos petroleros en el primer gobierno de Carlos An­
drés Pérez (1974-78) trajeron consigo una expansión exorbitante de la de­
manda agregada, traducida en una enorme cantidad de buques extranjeros y
nacionales, cargados de mercancías importadas. para descargarlas en los
puertos del país. Muy bien pudo llegarse a pensar que estaba operando en Ve­
nezuela el teorema de Harrod sobre la expansión cíclica del ingreso, según el
cual la producción es excesiva cuando ella misma no puede satisfacer la de­
manda que genera, conduciendo a los empresarios a producir más, hasta que
aparecen los factores restrictivos.
La apreciación fue falsa, en nuestro juicio, porque si bien en ese período,
los sectores que producen para la economía interna tuvieron un crecimiento
bajo, poco apreciable (2% entre 1976 y 1982), la principal fuente de expan­
sión de la demanda interna procedía de los ingresos externos ganados gracias
a la mejora en nuestros términos de intercambio, más concretamente, del pe­
tróleo. Y, así, la economía tenía desequilibrios que se expresaban en la balan­
za de pagos por causa de las excesivas importaciones, entonces procedía un
redimensionamiento del sector exportador y no aplicar el freno indiscrimina­
Néstor Castro Barrios Cuodern.os Lcrt.lnoomericonos. AñQ.16. _en~t~~junio de 2005 (i>JJ. 11 - 45) 33
do a los diversos sectores de la producción, dado nuestro incipiente grado de
desarrollo económico.
Entre 1976 y 1979, la economía venezolana creció, en promedio anual, al
3%, y a partir de 1979 descendió, recuperándose en 1982 pero situándose por
debajo del nivel de 1979, lo que significó una involución promedio anual, todo
ello como resultado del enfriamiento deliberado a que fue sometida la produc­
ción nacional. Sin embargo, aun cuando las exportaciones estuvieron en franco
descenso, a partir de 1977, con las excepciones de 1979 y 1981, en términos de
valor constante, el valor corriente de la misma tuvo una expansión que podría­
mos calificar de exagerada; 37% promedio anual, entre 1978 y 1981.
De esa manera, al ser sometida la producción de los diversos sectores
internos de la economía a un proceso restriccionista, no pudo ser aprovecha­
do ese torrente de recursos generados por el petróleo. Ya para 1978, último
año de la gestión del presidente Pérez, en su primer gobierno, la inversión,
que había subido en 30% de la variación del producto real, en 1979 y 1980
disminuye en 5.842 Y4.462 millones de bolívares (constantes de 1968); se re­
cupera en 1.287 millones de bolívares, en 1981, Yvuelve a disminuir en 262
millones de bolívares, en 1982.
Por lo antes visto es que consideramos señalar la equivocación de frenar la
expansión de los sectores intemos de la economía, en lugar de redimensionar el
sector exportador y evitar -así- un estancamiento que desde entonces, con la
excepción de 1991-93, no desaparece del escenario económico nacional.
6.2. El modelo de Domar
Este economista, de estirpe keynesiana, formuló su modelo de creci­
miento en forma independiente de los trabajos que realizaba Harrod.
La dificultad por la que no todos pueden conseguir empleo es por el de­
seo del público de atesorar, nos señala Domar en su artículo "Expansión y
Empleo", tal que si no existe el atesoramiento, "podemos presumir que se
mantendrá la ocupación" (Domar, 1947).
Más allá de si la ausencia de atesoramiento es una consideración necesa­
ria y también una condición suficiente para evitar la desocupación, Domar
considera así el probíema que estudia en su artículo: "Trata de hallar las con­
diciones necesarias para mantener plena ocupación en un período de tiempo
o más exactamente, el tipo de crecimiento de la renta nacional requerido
para ello ... " (Domar, 1947).
34
Anális~sc!ít!co
de los enfoques sobre el
crecimiento~con6miC;()
En estricto espíritu keynesiano, Domar señala que la respuesta al pro­
blema de la desocupación está, por supuesto, en aumentar la renta y como
bien sabemos de Keynes, para ese aumento de la renta se requiere que au­
mente la inversión. Y allí, Domar señala que la construcción de una nueva fá­
brica tiene un doble efecto: aumenta la capacidad productiva y genera una
renta, y se pregunta tcuál debe ser la magnitud de la inversión o cuál debe ser
el ritmo de su crecimiento, para que el incremento de la renta sea igual al de la
capacidad productiva? (y se mantenga el pleno empleo).
La respuesta que encuentra Domar a su interrogante es que la inversión
debe crecer en un porcentaje determinado por la multiplicación de la tasa de
ahorro con la relación producto/capital o productividad media de la inversión
y agrega "Resumiendo, el mantenimiento de un estado continuo de plena
ocupación requiere que la inversión y renta crezcan a un ti po porcentual anual
constante (o interés compuesto)" resultado de la multiplicación señalada.
Aunque sea criticable el hecho de que Domar suponga constantes a la
propensión marginal al ahorro y a la productividad media de la inversión, el
mismo autor señala que ese supuesto no es necesario para el argumento,
pues es posible replantear el problema fácilmente con variación de los con­
ceptos señalados. Lo que no nos dice Domar es si la variación de la productivi­
dad media de la inversión (o relación producto capital) se debe al progreso
técnico, a una mayor especialización o a economías de la producción en gran
escala. Sobre el desarrollo tecnológico, Domar le da importancia en términos
de digerir una tasa de ahorros relativamente grande y así el progreso técnico
-nos dice Domar- haría "posible el crecimiento de la economía, sin garantizar
que tal crecimiento se lleve a cabo en realidad" (Domar, 1947).
Así pues, el asunto definitivo es que Domar no le dio cabida al progreso téc­
nico en su modelo de crecimiento, ni en sus efectos sobre la relación producto­
capital ni explícitamente sobre la demanda de inversión a la que consideró total­
mente exógenas, a diferencia de Harrod quien estableció una verdadera función
de inversión a través del acelerador, aún con la crítica que ya le formuláramos.
Correspondió a Nicholas Kaldor establecer las condiciones por las cua­
les varía la relación producto-capital y la tasa de ahorro. Para ello estableció
un modelo en el cual el crecimiento de la productividad depende del creci­
miento del capital por obrero expresable en una "función progreso técnico",
así como también los cada vez mayores problemas de organización, etc. im­
puestos por las tasas de cambio técnico más rápido" (Kaldor, 1962). Gráfica­
mente, podríamos expresar el modelo de Kaldor, tomado del artículo de di­
cho autor:
Néstor Castro Barrios Cuadernos Latinoamericanos. ,l\ño ./6.
enero-jun;()c/~~005 (~
// -15) 35
l/Ot dO/dt
T
P l/Ctd C/dt
Con la función de progreso técnico, identificada con una curva convexa
hacia arriba (la curva TI, que expresa en el artículo señalado), el sistema
siempre tenderá hacia un punto (p) donde el crecimiento del capital por hom­
bre y la productividad crecen al mismo ritmo. La razón es que si la acumula­
ción es menor al nivel correspondiente a p, la razón producto capital es me­
nor que la correspondiente al punto de acumulación compatible con p. En­
tonces, la productividad marginal del capital será mayor que la media y, por
tanto, la tasa de utilidades tiende a elevarse lo cual estimula a realizar mayores
inversiones, además de que los mayores ingresos de los capitalistas permitirá
a la economía contar con mayores tasas de ahorro, facilitadores de mayores
inversiones. Nos dice Kaldor "Solamente cuando el capital y el producto cre­
cen a la misma tasa y la relación capital/producto es constante la tasa de utili­
dades permanecen constante a través del tiempo; y entonces el progreso téc­
nico parecerá que toma un carácter "neutral" (Kaldor, 1962). Una vez llegado
el sistema al punto p. cesa la acumulación por trabajador y el crecimiento de la
productividad requerirá de un nuevo flujo de innovaciones lo cual creará las
condiciones para que la tase de utilidades vuelvan a crecer y así, od inflnitun.
Una crítica adicional que realizamos, más que al modelo de Domar, es a
sus seguidores por el eterno carácter de economía cerrada con el cual siguen
tratando el modelo de Domar en los libros de texto, siendo que, además de
incorporar las exportaciones e importaciones, son de obligatoria considera­
ción los términos de intercambio e, incluso,las funciones del sector gobierno.
Análisis crítico de los~nfoques s()bre el crecimiento económico
36
Allí toma significación la importación de capitales y su relación con el ahorro
interno. Y, reproduciendo a Keith Griffin ("Subdesarrollo en Hispanoaméri­
ca", Amorrortu Editores, 1969) para Latinoamérica, tenemos que si en un
diagrama de dispersión se representa la tasa media de crecimiento del pro­
ducto nacional bruto, durante el lapso 1957-64, para los doce países latino­
americanos ya mencionados, se descubre que está inversamente relacionada
con la ayuda externa como proporción del PNB (véase K. B. Griffin, "In­
vestment Allocation and Development in T urkey", Al O, septiembre de 1966
[mimeografiado]). La ligazón es más bien débil, pero la tendencia general es
clara: cuanto mayor es la entrada de capitales desde el exterior, menor es la
tasa de crecimiento del país receptor. La concepción ortodoxa de que la ayu­
da externa acelera la tasa de crecimiento, carece de todo asidero.
Tasa de crecimiento del PNB
•
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S¡j!v;ld~:Jr
•
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.Columbia- Ni<:!uaguJ
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11
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1,2
I,ü
Proporción de la ayuda externa, en relación con el PNB.
(El diagrama fue publicado por primera vez en K. B. Griffin y J. L. Enos, "Foreign Assis­
tance: Objetives and Consequences", Economic Development and Cultural Change,
Vol. XVIII, N° 3,1970, Pgns. 313-27).
Néstor Castro Barrios
CU.C'I.de!..'!'!s..Latinoamericanos. Año 16, enero-jimio de 200~2. 11 - 45)
37
¿Por qué con tanta frecuencia la ayuda retarda el crecimiento? Una ra­
zón, ya indicada, es que provoca una composición menos deseable de la in­
versión y. por lo tanto, una razón capitaVproducto más elevada. Otra razón
-más importante- es que la ayuda reduce los incentivos para ahorrar.
Los modelos formales generalmente suponen que el ahorro interno de­
pende del PNB o, alternativamente. del ingreso nacional per cápita, antes que
de los recursos totales disponibles. Así, respecto del ahorro interno, se supone,
o bien que no es afectado por la importación de capitales, o bien que, si el ingre­
so nacional se eleva, también él aumentará. En realidad se ha vuelto evidente
que a menudo el ahorro externo tiende a reemplazar y no a complementar el
interno (y menos, todavía, a incrementarlo). Con referencia a Latinoamérica,
Chenery observa que «.. .la ayuda ha sido un sustituto del ahorro y no un refuer­
zo para la inversión. La tasa de ahorro ha declinado y no se produjeron aumen­
tos en la tasa global de crecimiento del producto nacional bruto».
Porcentaje del ahotTO intemo bruto, respecto del producto bruto:
18
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Porcentaje de la importaci6n de capitales, respecto del producto bruto.
.~~~lisis c:íti~()
38
de los
en[C!CIues.st)~reel cr~c,i11liento
económico
La relación inversa entre ahorro interno bruto e importación de capita­
les en general-es decir, ayuda más inversión extranjera privada- se muestra
con claridad en la anterior figura. Ella incluye observaciones practicadas en
quince países de América Latina, durante el período 1958-64, además de los
nueve países hispanoamericanos, se han considerado otros seis (México,
Guatemala, Honduras, El Salvador, Costa Rica y Panamá)l.
Como puede apreciarse, existe una clara tendencia del ahorro interno
bruto (expresado como proporción del producto bruto) a disminuir en la me­
dida en que se eleva la importación de capitales foráneos (también expresada
como proporción del producto bruto). En otros términos, cuanto más capital
externo recibe una nación, menos ahorra.
Es posible que con el transcurso del tiempo haya ocurrido un cambio en
las relaciones señaladas, lo cual abre una posibilidad de investigación bastante
promisoria.
7. Los neoelásicos de la segunda época
Por neoclásicos de la segunda época nos referimos a los desarrollos de
Robert Solow y James Meade, entre otros.
7.1. Robert Solow
Tal como nos señalan Galindo y Malgesini (1994:39) "Solow criticaba la
idea que se derivaba de la aportación de Harrod, según la cual, pasa que sea
posible un crecimiento sostenido, el progreso técnico incorporado debe ser
neutral, es decir que aumente la eficiencia del trabajo".
Esa crítica la hizo Solow en su libro "La teoría, del crecimiento" pero es
a partir de "Una contribución a la teoría del crecimiento económico" de don­
de expondremos uno de los resultados encontrados por Solow en relación
con el crecimiento económico.
Es así como Solow encuentra que el crecimiento del capital por trabaja­
dor viene dado por la diferencia entre el ahorro por trabajador y la inversión
por trabajador necesaria para mantener constante la relación que existe entre
El autor alude a los nueve países hispanoamericanos de América del Sur, en los
que se cifra el estudio, a los que suma otros seis países que no pertenecen a ese
sector del continente.
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