Historia Los Comuneros de Castilla Padilla, Bravo y Maldonado fueron ajusticiados en Villalar (Valladolid) en la revuelta Comunera de Castilla contra Carlos I. Óleo de Antonio Gisbert. Congreso de los Diputados (Madrid) Carlos I nació en Gante el 24 de febrero de 1500. El 19 de septiembre de 1517 desembarcó en Tazones (Asturias) para hacerse cargo del reino de España. El regente Cardenal Cisneros muere en Roa (Burgos) el 8 de noviembre de 1517, después de haber sido envenenado en Boceguillas (Segovia). Carlos I para combatir la crisis económica que venía atravesando el reino desde la muerte de Isabel la Católica, elevó los impuestos y colocó en puestos de preferencia a Consejeros flamencos. El 2 de febrero de 1518 se abren las Cortes de Valladolid, y ante el caprichoso reparto de cargos e ingresos que hace el rey, se plasma el descontento del clero, nobleza y varias ciudades. La presencia de extranjeros en altos cargos, las malas cosechas y el alza de los precios, elevan la indignación del pueblo. En junio de 1519 se recibe la notificación de su elección como emperador de Alemania. Con la intención de recabar fondos, el 31 de marzo de 1519 convoca a las Cortes en Santiago y el 19 de mayo en la Coruña. Las Cortes otorgan 220 millones de maravedís a Carlos I para marchar a Alemania y ser coronado emperador como Carlos V. Con la marcha de Carlos I a Alemania, quedó el cardenal Adriano de Utrecht como regente del reino. Al convocar las Cortes lejos de Castilla, el monarca se alejaba de un clima de descontento contra su persona que iba en aumento. Estalla la rebelión en Toledo, cuando representantes del Concejo de Toledo (encabezado por Juan de Padilla) no son admitidos en las Cortes de la Coruña. Se extienden las rebeliones por varias ciudades españolas (Ávila, Burgos, Cuenca, Guadalajara, Salamanca, Segovia, Valladolid, Zamora ... ). Las revueltas quedan lideradas por sectores liberales de las oligarquías urbanas, clérigos y algunos nobles medios. Entre los personajes sublevados, destacan el toledano Juan de Padilla, el segoviano Juan Bravo y el salmantino Francisco Maldonado. Después del incendio del centro comercial de Medina del Campo (Valladolid), los comuneros reciben el apoyo de importantes ciudades de Andalucía y Extremadura. El 29 de julio de 1520 se constituye en Ávila la Junta de Comuneros, se rompe institucionalmente con Carlos I, se nombró a Juan de Padilla como capitán general, y se organizó la rebelión y todo lo concerniente con el gobierno de Castilla. Después de que Juan de Padilla se entrevistase en agosto con Doña Juana la Loca en el Palacio de Tordesillas (donde estaba recluida). El 24 de septiembre de 1520 se reunió la Junta de Comuneros en Tordesillas (Valladolid), obteniendo la aprobación de Doña Juana, legítima reina de Castilla según deseos de Isabel la Católica. La Junta Comunera se erigió en el Gobierno legítimo. Se crearon Tribunales de Justicia, se organizó la Administración, se impulsó la política económica y se formó una milicia armada. Ante el miedo por el radicalismo comunero, el cardenal Adriano de Utrecht en otoño de 1520 consiguió reunificar sus fuerzas (ricos mercaderes, nobles y oficiales). Carlos I nombró corrientes al Condestable Iñigo de Velasco y al almirante Fadrique Enríquez, haciendo concesiones a algunas peticiones comuneras: la promesa de volver cuanto antes a España, dejar de nombrar a extranjeros para cargos públicos, prohibir la saca de moneda, etc. La ciudad de Burgos abandonó el movimiento comunero. En febrero de 1521 ciudades de Andalucía constituyen la Confederación de la Rambla, declarando fidelidad al monarca. Otras ciudades gallegas y del norte de Castilla llegan a un compromiso similar. Por su parte, Extremadura y Murcia quedan fuera de la Junta Comunera. En este clima, el cardenal Adriano de Utrecht ofrece la paz a la Junta, a lo que se le contestó con la amenaza de entrar en Medina del Rioseco (Cuartel General de los realistas) y ahorcar a los miembros del Consejo Real. El 31 de octubre de 1521 se declara la guerra a la Junta. Por otra parte, dentro de la Junta Comunera crecían las contradicciones internas (las ciudades frente al campo, patricios frente a plebeyos, etc.). Gran número de nobles abandonaron y ello decidió la guerra. Una de las primeras acciones de la guerra es la toma de Tordesillas. Debido a la incompetencia o traición del nuevo capitán general de los Comuneros, don Pedro Girón, Tordesillas es tomada por las tropas imperiales el 4 de diciembre de 1520. Esta victoria no es explotada por el ejercito realista, pudiendo terminar con el movimiento comunero. Las milicias comuneras, dirigidas por Juan de Padilla, a principios de 1521 tomaron Ampudia y la aldea de Torrelobatón perteneciente a la jurisdicción de Fadrique Enríquez. Las tropas quedaron emplazadas, sin continuar hasta Medina de Rioseco. El 23 de abril de 1521 tuvo lugar la decisiva batalla de Villalar, las tropas imperiales al mando del conde de Haro vencieron al ejército comunero. Hechos prisioneros los cabecillas comuneros, Juan de Padilla, Juan Bravo y Francisco Maldonado, fueron decapitados en Villalar el 24 de abril de 1521. Han sobrevivido a la historia las palabras que dirigió Juan de Padilla a Juan Bravo antes de morir: 'Señor Bravo, ayer era día de pelear como caballero, hoy es día de morir como cristiano'. Después de la derrota de Villalar, el movimiento comunero se desintegró, y las ciudades castellanas capitularon una tras otra. La ciudad de Toledo acaudillada por Acuña (obispo de Zamora) y Doña María Pacheco (viuda de Padilla, conocida como la 'Leona de Castilla'), siguió ofreciendo resistencia al ejército imperial. Finalmente, las tropas toledanas fueron derrotadas en febrero de 1522. Doña María Pacheco se exilió a Portugal y murió en marzo de 1531. A la muerte del pontífice León X, el monarca Carlos I presiona para que el cardenal Adriano de Utrecht sea elegido papa. Adriano de Utrecht es elegido pontífice (1522 - 1523) con el nombre de Adriano VI. Pontífices En Valladolid el 1 de octubre de 1522, tras reiteradas peticiones de las Cortes, Carlos I hizo pública una carta de perdón general, con excepción de unos trescientos dirigentes. Entre estos dirigentes, se encontraba el obispo Acuña, cuya ejecución originó la excomunión del monarca. A partir de 1932 el pueblo de Villalar adoptó el calificativo de 'Villalar de los Comuneros'. En dicha localidad existe un obelisco en la Plaza Mayor, donde se encuentra la piedra en la que decapitaron a los comuneros.