ejemplos de narrativa de posguerra Escrito por Departamento de Lengua Castellana y Literatura Jueves, 17 de Febrero de 2011 19:15 - " Yo, señor, no soy malo, aunque no me faltarían motivos para serlo. Los mismos cueros tenemos todos los mortales al nacer y sin embargo, cuando vamos creciendo, el destino se complace en variarnos como si fuésemos de cera y en destinarnos por sendas diferentes al mismo fin: la muerte. Hay hombres a quienes se les ordena marchar por el camino de las flores, y hombres a quienes se les manda tirar por el camino de los cardos y de las chumberas. Aquéllos gozan de un mirar sereno y al aroma de su felicidad sonríen con la cara del inocente; estos otros sufren del sol violento de la llanura y arrugan el ceño como las alimañas por defenderse. Hay mucha diferencia entre adornarse las carnes con arrebol y colonia, y hacerlo con tatuajes que después nadie ha de borrar ya. " La Familia de Pascual Duarte (fragmento) " Quizá me ocurra esto porque he vivido siempre con seres demasiado normales y satisfechos de ellos mismos. Estoy segura de que mi madre y mis hermanos tienen la certeza de su utilidad indiscutible en este mundo, que saben en todo momento lo que quieren, lo que les parece mal y lo que les parece bien… Y que han sufrido muy poca angustia ante ningún hecho. (...) Me compensaba el trabajo que me llegaba a costar poder ir limpia a la Universidad, y sobre todo parecerlo junto al aspecto confortable de mis compañeros. Aquella tristeza de recose los guantes, de lavar mis blusas en el agua turbia y helada del lavadero de la galería con el mismo trozo de jabón que Antonia empleaba para fregar sus cacerolas y que por las mañanas raspaba mi cuerpo bajo la ducha fría. (...) De todas maneras, yo misma, Andrea, estaba viviendo entre las sombras y las pasiones que 1/9 ejemplos de narrativa de posguerra Escrito por Departamento de Lengua Castellana y Literatura Jueves, 17 de Febrero de 2011 19:15 - me rodeaban. A veces llegaba a dudarlo. Aquella misma tarde había sido la fiesta de Pons. Durante cinco días había yo intentado almacenar ilusiones para esa escapatoria de mi vida corriente. Hasta entonces me había sido fácil dar la espalda a lo que quedaba atrás, pensar en emprender una vida nueva a cada instante. Y aquel día yo había sentido como un presentimiento de otros horizontes. Mi amigo me había telefoneado por la mañana y su voz me llenó de ternura por él. El sentimiento de ser esperada y querida me hacía despertar mil instintos de mujer; una emoción como de triunfo, un deseo de ser alabada, admirada, de sentirme como la Cenicienta del cuento, princesa por unas horas, después de un largo incógnito. Me acordaba de un sueño que se había repetido muchas veces en mi infancia, cuando yo era una niña cetrina y delgaducha, de esas a quienes las visitas nunca alaban por lin- das y para cuyos padres hay consuelos reticentes. Esas palabras que los niños, jugando al parecer absortos y ajenos a la conversación, recogen ávidamente: «Cuando crezca, seguramente tendrá un tipo bonito», «Los niños dan muchas sorpresas al crecer»... Dormida, yo me veía corriendo, tropezando, y al golpe sentía que algo se desprendía de mí, como un vestido o una crisálida que se rompe y cae arrugada a los pies. Veía los ojos asombrados de las gentes. Al correr al espejo, contemplaba, temblorosa de emoción, mi transformación asombrosa en una rubia princesa — precisamente rubia, como describían los cuentos—, inmediatamente dotada, por gracia de la belleza, con los atributos de dulzura, encanto y bondad, y el maravilloso de esparcir generosamente mis sonrisas… Esta fábula, tan repetida en mis noches infantiles, me hacía sonreír, cuando con las manos un poco temblorosas trataba de peinarme con esmero y de que apareciera bonito mi traje menos viejo, cuidadosamente planchado para la fiesta. «Tal vez —pensaba yo un poco ruborizada— ha llegado hoy ese día.» " Nada, Carmen Laforet 2/9 ejemplos de narrativa de posguerra Escrito por Departamento de Lengua Castellana y Literatura Jueves, 17 de Febrero de 2011 19:15 - " A los andaluces les bastaba con su íntimo rencor –nadie más vilipendiado que los andaluces, nadie más mísero, más pisoteado por el destino y por la llamada madre España- y por supuesto, quienes buscaran en ellos la alegría se llevarían el mayor chasco, al igual que quienes buscaran en ellos la tragedia. Los andaluces estaban tristes, eso era todo. Eran fatalistas y tristes, y esperaban su hora, que un día u otro llegaría, faltaría más. Los madrileños tenían los ojos desorbitados, como al salir de una corrida terminada antes de tiempo. Cuando se levantaban, no se sabía si iban a imprecar a alguien, a bailar el chotis, o a pegarse un tiro. Los valencianos, al agruparse, se hundían en una irremediable vulgaridad, lo mismo los hombres que las mujeres. En cuanto a los catalanes, tal vez fueran los más acobardados, los más deshechos… Miraban la arena y sobrevaloraban su propio dolor. Nostalgia. ¡Oh sí, Catalunya estaba allí mismo, al alcance de la mano, y parecía al otro confín de la tierra! Al atardecer, e incluso en el día, brotaban innumerables y escuálidas hogueras. Conseguir madera o leña constituía una odisea, pues el reglamento prohibía traspasar las alambradas. De noche era cuando los niños lloraban con más fuerza persuasiva y cuando los enfermos tosían más. También era de noche –marzo se acercabacuando los que en España tuvieron mando se sentían más ajenos, más extirpados de la realidad que imaginaron perenne. " Un millón de muertos (fragmento) José María Gironella Don Roque se queda preocupado. —A mí que no me digan; esto no es serio. Doña Visi se siente un poco en la obligación de disculparse ante su amiga. —¿No tiene usted frío, Montserrat? ¡Esta casa está algunos días heladora! —No, por Dios, Visitación; aquí se está muy bien. Tienen ustedes una casa muy grata, con mucho confort, como dicen los ingleses. —Graciac, Montserrat. Usted siempre tan amable. Doña Visi sonrió y empezó a buscar su nombre en la lista. Doña Montserrat, alta, hombruna, huesuda, desgarbada, bigotuda, algo premiosa en el hablar y miope, se caló los impertinentes. 3/9 ejemplos de narrativa de posguerra Escrito por Departamento de Lengua Castellana y Literatura Jueves, 17 de Febrero de 2011 19:15 - Efectivamente, como aseguraba doña Visi, en la última página de "El querubín misionero", aparecía su nombre y el de sus tres hijas. "Doña Visitación Leclerc de Moisés, por bautizar dos chinitos con los nombres de Ignacio y Francisco Javier, 10 pesetas. La señorita Julita Moisés Leclerc, por bautizar un chinito con el nombre de Ventura, 5 pesetas. La señorita Visitación Moisés Leclerc, por bautizar un chinito con el nombre de Manuel, 5 pesetas. La señorita Esperanza Moisés Leclerc, por bautizar un chinito con el nombre de Agustín, 5 pesetas." —¿Eh? ¿Qué te parece? Doña Montserrat asiente, obsequiosa. —Pues que muy bien me parece a mí todo esto, pero que muy bien. ¡Hay que hacer tanta labor! Asusta pensar los millones de infieles que hay todavía que convertir. Los países de los infieles, deben estar llenos como hormigueros. —¡Ya lo creo! ¡Con lo monos que son los chinitos chiquitines! Si nosotras no nos privásemos de alguna cosilla, se iban todos al limbo de cabeza. A pesar de nuestros pobres esfuerzos, el limbo tiene que estar abarrotado de chinos, ¿no cree usted? -¡Ya, ya! —Da grima sólo pensarlo. ¡Mire usted que es maldición la que pesa sobre los chinos! Todos paseando por allí, encerrados sin saber qué hacer... —¡Es espantoso! —¿Y los pequeñitos, mujer, los que no saben andar, que estarán siempre parados como gusanines en el mismo sitio? —Verdaderamente. —Muchas gracias tenemos que dar a Dios por haber nacido españolas. Si hubiéramos nacido en China, a lo mejor nuestros hijos se iban al limbo sin remisión. ¡Tener hijos para eso! ¡Con lo que una sufre para tenerlos y con la guerra que dan de chicos! Doña Visi suspira con ternura. —¡Pobres hijas, qué ajenas están al peligro que corrieron! Menos mal que nacieron en España, ¡pero mire usted que si llegan a nacer en China! Igual les pudo pasar, ¿verdad, usted? Los vecinos de la difunta doña Margot están reunidos en casa de don Ibrahim. Sólo faltan don Leoncio Maestre, que está preso por orden del juez; el vecino del entresuelo D, don Antonio Jareño, empleado de "Wagons-Lits", que está de viaje; el del 2° B, don Ignacio Galdácano, que el pobre está loco, y el hijo de la finada, don Julián Suárez, que nadie sabe donde pueda estar. En el principal A hay una academia donde no vive nadie. De los demás no falta ni uno solo; están todos muy impresionados con lo ocurrido, y atendieron en el acto el requerimiento de don Ibrahim para tener un cambio de impresiones. En la casa de don Ibrahim, que no era grande, casi no cabían los convocados, y la mayor parte se tuvo que quedar de pie, apoyados en la pared y en los muebles, como en los velatorios. .... Algún hombre ya metido en años cuenta a gritos la broma que le gastó, va ya para el medio siglo, a Madame Pimentón. —La muy imbécil se creía que me la iba a dar. Sí, sí... ¡Estaba lista! La invité a unos blancos y al salir se rompió la cara contra la puerta. ¡Ja, ja! Echaba sangre como un becerro. Decía: "Oh, la, la; oh, la, la", y se marchó escupiendo las tripas. ¡Pobre desgraciada, andaba siempre bebida! ¡Bien mirado, hasta daba risa! 4/9 ejemplos de narrativa de posguerra Escrito por Departamento de Lengua Castellana y Literatura Jueves, 17 de Febrero de 2011 19:15 - Algunas caras, desde las próximas mesas, lo miran casi con envidia. Son las caras de las gentes que sonreían en paz, con beatitud, en esos instantes en que, casi sin darse cuenta, llegan a no pensar en nada. La gente es cobista por estupidez y, a veces, sonríen aunque en el fondo de su alma sientan una repugnancia inmensa, una repugnancia que casi no pueden contener. Por coba se puede llegar hasta el asesinato; seguramente que ha habido más de un crimen que se haya hecho por quedar bien, por dar coba a alguien. —A todos estos mangantes hay que tratarlos asi; las personas decentes no podemos dejar que se nos suban a las barbas. ¡Ya lo decía mi padre! ¿Quieres uvas? Pues entra por uvas. ¡Ja, ja! ¡La muy zorrupia no volvió a arrimar por allí! Corre por entre las mesas un gato gordo, reluciente; un gato lleno de salud y de bienestar; un gato orondo y presuntuoso. Se mete entre las piernas de una señora, y la señora se sobresalta. —¡Gato del diablo! ¡Largo de aquí! El hombre de la historia le sonríe con dulzura. —Pero, señora, ¡pobre gato! ¡Qué mal le hacía a usted? La Colmena, Camilo José Cela " El sol sigue tan tranquilo entrando en el departamento y allí se dibuja el Monasterio. Tiene todas sus cinco torres apuntando para arriba y ahí se las den todas. No se mueve. Tiene piedras alumbradas por el sol o aplastadas por la nieve y ahí se las den todas. Está ahí aplastadito, achaparradete, imitando a la parrilla que dicen, donde se hizo vivisección a ese sanlorenzo de nuestros pecados, a ese sanlorenzaccio que sabes, a ese sanlorenzón a ése que soy yo, a ese lorenzo, lorenzo que me des la vuelta que ya estoy tostado por este lado, como las sardinas, lorenzo, como sardinitas pobres, humildes, ya me he tostado, el sol tuesta, va tostando, va amojamando, sanlorenzo era un macho, no gritaba, no gritaba, estaba en silencio mientras lo tostaban torquemadas paganos, estaba en silencio y sólo dijo -la historia sólo recuerda que dijo- dame la vuelta que por este lado ya estoy tostado... y el verdugo le dio la vuelta por una simple cuestión de simetría. (...) Nacer, crecer, bailar una vez en la fiesta del pueblo delante de la procesión del Corpus con el moño alto, porque era buena bailarina y se decidió, que sí, que a pesar de todo, a pesar de estar determinada al dolor y 5/9 ejemplos de narrativa de posguerra Escrito por Departamento de Lengua Castellana y Literatura Jueves, 17 de Febrero de 2011 19:15 - a la miseria por su origen, ella debía bailar ante el palio en la procesión del Corpus, en la que el orgullo de la custodia a todos los campesinos de la plana toledana salva, hundirse después, hundirse hacia la tierra, rodear el airoso talle (que la hizo elegir para la fiesta) de tierra asimilada, comida, enterrarse en grasa pobre, ser redonda, caminar a lo ancho del mundo envuelta en esa redondez que el destino otorga a las mujeres que como ella han sido entregadas a la miseria que no mata, huir delante de un ejercito llegado de no se sabe dónde, llegar a una ciudad caída de quién sabe qué estrella, rodear la ciudad, formar parte de la tierra movediza que rodea la ciudad, la protege, la hace, la amamanta, la destruye, esperar y ahora gemir. " Tiempo de silencio (fragmento) Luis Martín Santos " Aunque él hubiera pensado en marcharse, en acceder, ella quedaría allí desamparada un tiempo, sin un solo pariente, en situación más apurada que antes. Y aquél modo sumiso de hacerse culpable, de aceptar voluntariamente su pena... Se veía metido en un extraño empeño. Aquella gente creía odiarle; pensaba que les había perjudicado, y sin embargo, nunca había estado su corazón más cerca de ellos...En aquel momento se negaba a dejarlos. No iba su orgullo en ello. Podían huirlo, murmurarlo, vejarlo. Un amor animal le atraía a su vida como al río, a la tierra, a los vecinos. " Los bravos (fragmento) Jesús Fernández Santos "- Yo ya con lo corrido que estaba en la guerra y la edad que tenía, no me podía asustar el mundo. Había aprendido en el frente el oficio de barbero; conque si un día afeitas a éste y el otro día al de más allá y acabas siendo el barbero de tu compañía. Y tal que me fui hasta Burgos, donde tenía un brigada, el 6/9 ejemplos de narrativa de posguerra Escrito por Departamento de Lengua Castellana y Literatura Jueves, 17 de Febrero de 2011 19:15 - cual se había portado muy bien conmigo en el frente. Y ése me colocó. Allí aprendí a cortar el pelo; pero acabé encontrándome a disgusto y me marché también. Y dando vueltas hasta hoy, de una parte a la otra. Soy un culo de mal asiento. Aquí en Coslada es el primer sitio donde me he establecido por mi cuenta. Y ya ve usted, ni aun así dejas uno de luchar ni de tener disgustos. Por eso es por lo que digo que me ha tocado el seis doble en esta vida. ¿Qué le parece?¿es así o no es así?. - Desde luego. Así es. Cuando uno sale torcido de su casa, con culpa o sin ella, torcido andará ya siempre por el mundo. Ya nada puede enderezarte. Basta que salgas con mal pie, que ya no rectificas en la vida. Si se portaron mal los tuyos o fuistes tú el que te portaste mal con ellos, eso da igual. La cosa es que lo llevas dentro y no hay quien te lo saque, por muchos años y por mucha tierra que se pongan por medio. - Sí que puede que sea como usted dice... - pues no le quepa duda. ¿Cuál es la condición de uno, sino el trato y el roce que has tenido en tu casa? Pues así como eres, arreglado a los disgustos o a los remordimientos que te lleves a rastras, así te rondarán todas las cosas en la vida. Y eso no se desmiente, ni por mucho emperrarse y romperse los cuernos por triunfar. Lo sacas de casa, sea lo que sea, eso es lo tuyo para siempre. - El seis doble o la blanca doble, como yo digo. - O la ficha que sea; de los veintiocho, la que toque. Pero ésa no te la quitas de encima. Es un juego donde no caben trampas. Eso bien lo sé yo; la mía también, si no es el seis doble es otra tirando a negra, desde luego. - Sí; antes le oí referir lo de la tahona. - Y como ésa, todas. Todas en el mismo carrillo me las han propinado. Ahora, yo, a diferencia de usted, tengo que confesar que tengo menos derecho a quejarme. No fueron ellos, no, sino más bien fui yo mismo el que se portó mal con los míos. A lo menos, así me lo parece. Conque a callar se ha dicho y apechugar con lo que sea. Con todo lo que ha venido y lo que falte por venir. El hombre de los z.b.*, se pasaba las manos por la cara. Hubo un silencio. Luego dijo: - Así que a uno ni de casarse le queda humor. Hace dos años estuve a punto. A tiempo me volví para atrás. Eso me creo que he salido ganando y eso me creo que ganaron ella y los que hubiesen venido. ¿No le parece a usted?" El Jarama , de Jesús Sánchez Ferlosio 7/9 ejemplos de narrativa de posguerra Escrito por Departamento de Lengua Castellana y Literatura Jueves, 17 de Febrero de 2011 19:15 - Idea primera y casi obligada de los españoles recién desembarcados en el café de madame Berger, con la cabeza llena de ilusiones y proyectos y el polvo de la Península pegado aún a la suela de sus zapatos, era la creación de una Agrupación Nacional de Intelectuales en el Exilio, objetivo ambicioso y lejano cuya primera etapa debía consistir en la publicación y difusión de una revista de confrontación y diálogo, abierta a las corrientes políticas, intelectuales y artísticas del mundo moderno. Desde su llegada a París, Álvaro había asistido a una docena y pico de sesiones previas, discutido durante veladas interminables el título, formato, consejo de redacción, presupuesto y colaboraciones, roto viejas amistades, intervenido en brutales exclusiones, redactado borradores y presentaciones que se habían acumulado poco a poco en los cajones de su escritorio traspapelados entre los rimeros de cartas familiares, recortes de periódicos e inútiles guiones de jamás realizadas películas. Pintores cuyo único timbre de gloria estribaba en ser primos de Tapies, profesores vetustos a sueldo de pluma académica y nula, músicos que proclamaban su heroica decisión de no escribir una sola nota hasta la caída del Régimen, toda una extraña fauna de crustáceos amparados en sus dogmas como guerreros medievales en articulada y brillante armadura, se reunían en el café de madame Berger para discutir, criticar, desmenuzar, debatir, pronunciar anatemas feroces y redactar cartas de injuria, aquejados de una megalomanía incurable y una violenta indigestión de lecturas que se traducían, de ordinario, en el empleo de fórmulas marxistas desvalorizadas por sus múltiples y contradictorios usos o de frases invariablemente comenzadas por la primera persona del singular. Todo candidato a director futuro del futuro parlamento de la futura España desplegaba en estas ocasiones una dilatada elocuencia, remachando las palabras como si fueran clavos _«acciones», «luchas», «masas», «desarrollo», «oligarquía», «monopolios», «recrudecimiento», «avance»_ y, arrastrado por su propia oratoria _aprendida de otros como el Padrenuestro y repetida con saña por él_, enunciaba dog- mas sonoros y rotundos, frases solemnes y teatrales que milagrosa mente crecían como flores japonesas, se enroscaban de pronto lo mismo que boas, trepaban luego igual que bejucos y, a punto de morir ya por consunción, se escurrían aún como flexibles y ágiles enredaderas, como si nunca, pensaba Álvaro, pero que 8/9 ejemplos de narrativa de posguerra Escrito por Departamento de Lengua Castellana y Literatura Jueves, 17 de Febrero de 2011 19:15 - nunca, pudieran tener un final. _La cosa está que arde, muchachos _anunciaba regularmente el último Mesías llegado de Madrid_. El ambiente de la calle es magnífico. El sumario del primer número de la muerta y resucitada revista solía incluir un agorero análisis de la catastrófica situación española, algún ensayo amazacotado (con referencias a Engels) en defensa del realismo, una mesa redonda (y plúmbea) acerca del compromiso de los escritores, una antología de poemas broncos, de firmas más o menos conocidas que (por pura negligencia) Álvaro había conservado en su carpeta. Mira la puerta rota de la casa, mira la negra hondura de la Patria. De hermano a hermano te hablo de mis desgracias, de la mísera madre, terrible España. Ay, Miguel si tú vieras la luz pisada, y la encina partida, hecha una lástima. Ando desnudo. Llega la madrugada. Miguel, tu ausencia duele, pesa en el alma. Mis pisadas resuenan en la ancha plaza. Se oye un tren. Alguien grita desde la charca. Cuando vuelva Santiago cerrando España, tu muerte y mis anhelos hallarán Patria. Señas de identidad, Juan Goytisolo 9/9