INTERNACIONAL A6 LUNES 23 DE FEBRERO DE 2015 A través de grupos afiliados y combatientes infiltrados en otros países: El Estado Islámico busca extender su influencia más allá de Irak y Siria Libia, donde actualmente reina la anarquía, podría convertirse en el primer país en que este grupo yihadista logre el control de zonas específicas. ALBERTO ROJAS M. “L a legalidad de todos los emiratos, grupos, estados y organizaciones queda anulada por la expansión de la autoridad del califa y la llegada de las tropas a sus áreas”. Con esta frase amenazante contenida en la autoproclamación del califato del Estado Islámico (EI), en junio pasado, quedaba de manifiesto la ambición de su líder, Abu Bakr al Bagdadi: expandir su autoridad más allá de cualquier frontera. Una idea que entonces parecía delirante, pero que en los últimos meses ha comenzado a ser vista como algo mucho más real. El video de la decapitación de 21 cristianos egipcios en Libia a manos de integrantes del EI representa la primera ejecución masiva fuera de los territorios que controla en el norte de Irak y Siria. Un episodio al que se suma la caída del estratégico puerto libio de Sirte en manos de combatientes de este grupo. De esta forma, el Estado Islámico amenaza con convertirse en una “franquicia yihadista”. A la fecha, diferentes grupos armados en Medio Oriente y África ya han manifestado su lealtad al EI, como la guerrilla nigeriana Boko Haram, los Soldados del Califato de Argelia, o Ansar Bait al Maqdis, en Egipto. “Muchos de estos grupos prometieron lealtad a Al Bagdadi hace más de un año (antes de la proclamación del califato), y ellos realmente creen ser parte del Estado Islámico”, dice a “El Mercurio” Steven Stalinsky, director del Instituto de Investigación sobre Medio Oriente, en Washington. “Puede haber algunos grupos más recientes que se hayan destacado dentro de la propaganda del EI, pero esto no es un fenómeno nuevo”. En ese sentido, algunos de estos grupos parecen tener una abierta afinidad con el Estado Islámico, mientras que otros solo buscarían aprovechar su asociación con la “marca” para lograr beneficios propios. Pero en el caso de Libia, la presencia física de miembros del EI sería un hecho. “El Estado Islámico está en Libia y está ganando terreno. No son solo algunos hombres diciendo que pertenecen a él”, afirma Stalinsky. “El EI ya nombró un ‘gobernador’ para supervisar sus opera- El grupo radical somalí Al Shabaab amenazó centros comerciales en Occidente, incluyendo el Mall of America en Minnesota, dijo ayer el secretario de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Jeh Johnson, quien instó a sus compatriotas a ser cuidadosos. ciones en ese país, y su fuerza se compone de hombres de diversas nacionalidades, no solo de libios”, añade. Su presencia en Libia quedó de manifiesto ayer cuando la rama del Estado Islámico en el este del país reivindicó el atentado sin víctimas perpetrado con dos artefactos explosivos contra la residencia del embajador iraní en Trípoli. En su página de la red social Twitter, el EI difundió dos fotografías con los daños causados por las explosiones en el edificio, con crédito para el “Estado Islámico en la capital Trípoli”. La embajada iraní en Trípoli está cerrada, al igual que la mayoría de las representaciones exteriores, desde el verano pasado debido a los combates que estallaron en agosto 2014 entre milicias rivales por el control de la capital. El viernes, medio centenar de personas murieron y más de cien resultaron heridas en un triple atentado en la ciudad libia de Al Qubbah, vecina a la localidad de Derna, bastión de los yihadistas en Libia. Ayer los milicianos también se atribuyeron el lanzamiento de un cohete Grad contra el aeropuerto de Labraq, un hecho que las autoridades informa- ron el sábado. El aeropuerto de Labraq es la principal puerta de entrada en el este de Libia y a Bayda. El primer ministro reconocido internacionalmente, Abdullah al Thinni, vive en Bayda, a unos 40 kilómetros de Qubbah. Actualmente Libia representa un escenario muy favorable para la expansión del EI, ya que la violencia y la inestabilidad han estado presentes en el país desde la caída de Moammar Jaddafi, en 2011. De hecho, actualmente existen dos gobiernos que reclaman el control de Libia: uno rebelde establecido en Trípoli y otro reconocido internacionalmente y asentado en Tobruk. Mientras, numerosas milicias armadas siguen combatiendo en el país. Un escenario muy similar al de la guerra civil en Siria o al de la violencia religiosa en Irak, territorios donde precisamente el EI fundó su califato. Pero Libia, además, ofrece la posibilidad de capturar importantes instalaciones y reservas de petróleo. La mayor amenaza está en que países como Yemen, Somalia y Sudán —producto de su inestabilidad— también pudieran convertirse en territorios propicios para el “desembarco” del Estado Islámico, lo que a Occidente le podría significar combatir al EI en más de un frente.