41 LATERCERA Viernes 18 de diciembre de 2015 Mundo Jon Lee Anderson Reconocido periodista de guerra de la revista norteamericana The New Yorker. Suele escribir desde los rincones más calientes del planeta: Somalia, Irán, Irak, Libia, Afganistán, Uganda y Líbano, entre otros. RR Tunecinos durante una ceremonia en conmemoración del quinto aniversario de la inmolación de Mohamed Bouazizi ayer en Sidi Bouzid. FOTO: AFP Jon Lee Anderson, Periodista de The New Yorker: “La Primavera Arabe se ha convertido en una hecatombe” R El cronista dijo a La Tercera que “estamos al borde de un conflicto con dimensiones internacionales no visto en décadas”. Cristina Cifuentes Jon Lee Anderson es periodista de la revista The New Yorker, donde por años ha escrito perfiles e influyentes crónicas políticas o de guerra. Después del 11 de septiembre de 2001 se enfocó en los conflictos en Afganistán, Irak, Libia, Liberia, Sudán y Siria. En conversación con La Tercera analiza la situación en Medio Oriente, justo a cinco años de la Primavera Arabe. Ayer se cumplieron cinco años desde que el vendedor tunecino Mohamed Bouazizi se inmolara en protesta por la situación en el país y por el trato que había recibido de parte de la policía desatando protestas que luego inspiraron a otros movimientos en la región, lo que se conoció como Primavera Arabe ¿Cómo evalúa ese proceso? En realidad, la Primavera Arabe tal como la imaginamos duró apenas semanas. Creo que duró hasta finales de febrero o principios de marzo de 2011. Porque esos tres meses se caracterizaron por una vorágine de castillo de naipes aparente, que hizo que editores, políticos y mandatarios, comenzaran a percibir lo que pasaba como algo inesperado, pero al mismo tiempo, inevitable, y lo imbuyeron con esperanza y determinismo político. Eran protestas en contra de regímenes en su mayoría seculares y nacionalistas, que habían sido los pilares de la estabilidad y el status quo desde hace décadas. ¿Cuál cree que fue el punto de inflexión en esta serie de acontecimientos a comienzos de 2011? Creo que todo cambió a partir de la intervención de la OTAN en Libia en marzo de 2011, en que para prevenir que Muammar Gaddafi ocupara de nuevo el este de Libia, los franceses, los norteamericanos y los británicos comenzaron a tirar misiles y cohetes cruceros e intervenir militarmente a favor de los rebeldes y en contra de un hombre que, hasta ese entonces, había sido un aliado estratégico. Ya habían hecho las paces con Gaddafi siete años antes. Al ver cómo terminó Gaddafi, era muy obvio que ningún otro iba a permitir que terminara igual. Entonces vimos cómo las manifestaciones de consigna se convirtieron en bandas militares de toda índole, de toda creencia ideológica, buscando el derrocamiento armado de sus regímenes. Vimos ese mismo año y sobre todo en 2012, que los que comenzaron a llevar la batuta en estos levantamientos eran los yihadistas, los más acérrimos y fanáticos, los que proponían un islam sectario, sunita, antichiita, antioccidental. ¿Cómo ve la situación actual en la región? Hoy tenemos un Medio Oriente amenazado por el Estado Islámico, el grupo más cruel del mundo moderno, con países como Siria totalmente envuelta en una guerra cruel, en una especie de hoyo negro. Irak, por su parte, sucumbida de nuevo en una guerra, con varias ciudades tomadas por el Estado Islámico. Una Libia totalmente fuera de control, donde el Estado Islámico también tiene ciudades bajo su control. Exodo de millones de personas de Medio Oriente hacia Europa, que si bien es un santuario en algunos aspectos, la Unión Europea se ve como lo que es, es decir, una construcción política débil, en riesgo de estar inmersa en un conflicto medio oriental que se expande cada vez más. La Primavera Arabe se ha convertido en la hecatombe árabe. Estamos al borde de un conflicto con dimensiones internacionales como no hemos visto en décadas. ¿Cómo califica el rol de Occidente en estos conflictos? Occidente tiene una responsabilidad histórica muy grande, jugaron con fuego y les salió bien mal. (El Presidente de Estados Unidos, Barack) Obama dijo que (el mandatario sirio, Basher) Assad tenía que irse, pero qué hizo para que eso se llevara a cabo, francamente mucha retórica, aparentemente –por lo que sabemos- algo de ayuda a algunos rebeldes que no resultaron en nada. Ha sido un show de amateurs, en el que el gran ganador ha sido el Estado Islámico. Además, Occidente tiene como aliados en la zona, aparte de Israel, a Arabia Saudita y Turquía, dos de los países más nefastos, tomando en cuenta sus nexos con el surgimiento del Estado Islámico. A través de Siria y todo este desastre y la figuración más palpable de Vladimir Putin, de Turquía, de Irán y Arabia Saudita, demuestra que ante el vacío de poder ofrecido por Occidente y sus aliados ha alentado a otras fuerzas que tenían guardadas sus aspiraciones de potencias regionales.b Países tras la revuelta Túnez RR Las protestas en el país provocaron el derrocamiento de Ben Ali tras 23 años en el poder. A fines de 2014, después de haber aprobado una nueva Constitución, el país culminó su transición democrática con la celebración de las primeras elecciones libres del país tras la Primavera Arabe. Sin embargo, ha experimentado en el último tiempo un aumento de la actividad yihadista, especialmente en la frontera con Argelia y con el reclutamiento de combatientes que se suman al “Estado Islámico”. Es uno de los países que más yihadistas envía a Irak. Egipto RR Inspirados en Túnez, miles de jóvenes se reunieron en la plaza Tahrir en El Cairo para protestar contra Hosni Mubarak, que fue derrocado el 10 de febrero de 2011 tras 30 años en el poder. Se realizaron elecciones en la que venció Mohamed Morsi de los Hermanos Musulmanes, quien fue derrocado tras una serie de protestas contra reformas constitucionales. El jefe de las Fuerzas Armas, Abdul Fatah al-Sisi, gobierna desde julio de 2013, luego de liderar un golpe de Estado. Morsi está preso y condenado a muerte acusado de espionaje. Libia RR Las protestas derrocaron a Muammar Gaddafi, que gobernó durante 42 años. El líder libio fue tomado prisionero y ejecutado por los rebeldes. Desde entonces comenzó una suerte de “transición” que ha generado una anarquía, en la que también participan varias milicias yihadistas que controlan varias áreas. Los representantes de los dos Parlamentos rivales firmaron ayer un acuerdo de paz para formar un gobierno de unidad nacional para terminar con la dualidad institucional. Siria RR Las protestas en contra del régimen de Basher Assad comenzaron en marzo de 2011, tras la muerte de unos jóvenes grafiteros en Daraa. Las fuerzas del gobierno respondieron reprimiendo con dureza las manifestaciones. Con el correr de los meses se transformó en una guerra civil entre los rebeldes y el régimen. A ello se sumó después la presencia del “Estado Islámico “que controla varias ciudades. La guerra ha dejado 250 mil muertos, 6 millones de desplazados y millones de refugiados.