Naturaleza del Debido Proceso como paso previo a la Interpretación de su Normativa. Es menester reconocer la naturaleza del debido proceso como derecho humano y derecho fundamental, para luego proponer los mecanismos integradores o de interpretación normativa mediante la hermenéutica, pero que por emanación del derecho, ergo, del hombre, requiere una nueva dimensión tomando en cuenta la dinámica de las cosas. El debido proceso presenta un carácter complejo. Basta revisar que la doctrina y la jurisprudencia no se ponen de acuerdo de su esencia, ya que una parte importante plantea que se trata de una garantía, otros de un derecho, e incluso que se trata de un derecho al mismo tiempo garantía. Pero cualquier discusión se vuelve estéril, sino precisamos previamente que cualquiera sea la naturaleza que se atribuya al debido proceso, pasa por identificar que debe procurarse el respeto a la personalidad humana, pues huelga recordar que el debido proceso está reconocido primeramente en pactos universales de derechos humanos, y luego en las Constituciones, lo que agrega mayor complejidad a esta institución, pero logrando dilucidar que, la verdadera garantía de los derechos de la persona humana consiste precisamente en su protección procesal, para lo cual es preciso distinguir entre los derechos del hombre y las garantías de tales derechos, que no son otra cosa que los medios procesales por conducto de los cuales es posible su realización y eficacia. Partiendo de la persona humana, somos de la postura que el debido proceso ya no solo es principio informador de todo el ordenamiento relativo a la salvaguardia de derechos e intereses, sino que se constituirse en un derecho humano de orden absoluto, compuesto de garantías y otros derechos; aunque insistimos en recordar que otro importante sector de la doctrina y jurisprudencia universal recurra a definirlo dentro de las garantías judiciales e instrumentales. Aunque aún se discute la inexistencia de derechos absolutos porque hasta la vida es prescindible según la política estatal que regula la pena de muerte, cuestión que no estamos de acuerdo, el debido proceso es tan absoluto que, al menos en Venezuela no puede suspenderse bajo ninguna circunstancias, ni siquiera en estado de excepción como explicamos más adelante; aunque contrario a nuestro criterio, la propia Corte Interamericana de los Derechos Humanos ha reconocido que pueden suspenderse ciertos elementos de su contenido, no indicando cuáles, en ciertas circunstancias, lo que consideramos deja al arbitrio de cada gobierno qué elementos constitutivos del debido proceso pueden suspenderse mientras no rebase lo que estrictamente exija la situación del momento. Al margen de la supuesta inexistencia de derechos absolutos, la propia jurisprudencia ha reconocido que ciertos derechos sin son de tal carácter absoluto, incluyendo en este tema la prohibición de las torturas. Todo la diatriba nos lleva a una discusión, de reconocer que toda norma procesal que sea receptora del debido proceso en cualquier de sus manifestaciones debe ser vista desde el prisma de que emana de una norma superior de carácter universal y de carácter fundamental. Es criterio de quien escribe que, el debido proceso se trata de un derecho humano como fundamental, por eso el intérprete que aplica normas procesales tiene que tener insumos suficientes para que en la construcción del derecho, haga argumentaciones a favor del hombre, nunca en contra. Por consiguiente, todas las normas relacionadas al debido proceso se tratan al mismo tiempo como normas que contienen derechos humanos, en tanto, inobjetables e inalienables. Estas líneas se inscriben en una propuesta progresista sobre la aplicación del derecho, como correctiva del mismo, que es producto de la pérdida de vigencia del positivismo histórico, dentro de la amplitud de las teorías reformistas del derecho. Ahora bien, el interpretar no es cualquier cosa, las implicaciones en este campo son de mucho cuidado, no vaya a ser que se le conceda al operador patente de corso, es por este motivo, que aunque partícipes de la corriente que promueve el decisionismo judicial, no por ello desconocemos los aportes del resto de los criterios. En este sentido, se sostiene que en cuanto a la concepción del debido proceso y los principios que les son aplicables, existe un enfrentamiento entre las corrientes garantistas y del decisionismo judicial, sobre las existes espacio de encuentro. Por estas razones, no obstante de sostener la tesis del decisionismo judicial, abogamos para que se imponga al mismo tiempo una hermenéutica controlada, con límites, consecuencias y fines. Porque es en el campo de la interpretación donde convergen las diversas teorías y corrientes del pensamiento, como explica dando lugar a un lugar paradigmático de cruce de las distintas concepciones acerca del derecho y sus funciones es el que refiere al papel de los jueces y, coextensivamente, al de la interpretación. Es en ese aspecto conceptual donde confrontan de una manera bizarra ius naturalistas y positivistas, realistas, críticos y decisionistas, y tantas otras especies y subespecies doctrinales. Es allí donde se juegan buena parte de sus mejores argumentaciones. De manera que lo que se pretende es, persuadir en base al equilibrio sobre la viabilidad de interpretar la normativa del debido proceso a través de ciertos cánones que se crean posibles, superando las trabas que han hecho del proceso menos justo y menos equitativo, y otras a veces inexistente, insistiendo en la necesidad de adecuarlo a nuevos tiempos y estructura. Siendo posible establecer, que no se trata tan solo de la identificación de un texto aplicable, sino de establecimiento de su sentido correcto o verdadero que debe producirse interpretativamente, a través de la práctica específica, cuya finalidad es deducir de los principios de justicia, equidad y debido proceso la práctica legal de toda comunidad. Es menester destaca la triada entre justicia-equidad-debido proceso para conseguir el fin último que propone: identificar la práctica legal de la comunidad, que de sumo implica reconocer primero a los fines del intérprete, a qué sociedad se está refiriendo frente a determinadas normas procesales, en nuestro caso, las relativas al debido proceso. Sabemos que el campo donde intentamos aportar, no es sencillo debido a la complejidad del tema, sin embargo, es justamente en este campo donde los jueces merecen atención en sus propuestas argumentativas; porque en sí mismo, contiene la tesis de que el derecho deriva como práctica interpretativa. En nuestra argumentación y dentro de los parámetros que han de guiar al intérprete, debemos tomar en cuenta tres aspectos: (i) la interacción de los tratados de derechos humanos y la Constitución; (ii) la proposiciones normativas que produce el intérprete y, (iii) los límites, métodos y mecanismos que usa el intérprete. Tratados de derechos humanos, la constitución y las normas procesales relacionadas al debido proceso. una de las cuestiones que reviste importancia capital con mayor celo y debate, es en general la aplicación por parte de los operadores de toda normativa contingente de los derechos humanos de los conciudadanos, y en su interior, la interpretación de toda normativa que le aplica; en nuestro caso: los preceptos relativos al debido proceso. De modo que, de norma internacional humanitaria, luego Constitucional en lo interno, el debido proceso debe pasar de lo inerte de lo prescrito, a la cuestión práctica su materialización en vivo para deducir luego si efectivamente en la mayoría de los casos, hay correspondencia entre lo escrito y lo ejecutado por sus operadores. Para nuestro infortunio, la respuesta es negativa; como es recogido de la más variada y rica jurisprudencia en el tema. Miremos este solo ejemplo para comprobar el reduccionismo de la figura del debido proceso a algo que pocas veces guarda algo de debido. En el territorio nacional los jueces, pueden ser y son suspendidos temporalmente e indefinido por una Comisión del Máximo Tribunal de Justicia, sin abrírsele investigación, sin cargos, sin motivación de la resolución, sin habérseles oído, sin derecho a defenderse, sin ser presumidos inocentes y lo que es más patente, sin la existencia de un debido procedimiento porque ni siquiera existe un expediente. Pero peor aún, sin existir norma alguna que establezca ese tipo de sanción suspensoria desde el punto de vista disciplinario. Con este caso, llegamos a una primera conclusión. Se relativizó al debido proceso reduciéndolo a mero principio, y muchas veces, ni a eso. Esta primera deducción permite cuestionar que de toda la normativa que contiene el debido proceso, se haga un reacomodo entre los operadores, aunque confiamos que sean las autoridades judiciales quienes lo hagan primero sin esperar que sean los legisladores ni la Administración, porque generalmente ocurre lo contrario. Por lo general, los cambios comienzan desde la jurisprudencia producto de los múltiples procesos judiciales en cualquiera de sus formas. En este campo, primero actúan los jueces para modelar la conducta que le es propia a los asuntos que les concierne y, a parte, modela la que tendría que tener la Administración en general. Es en este orden que se inscribe nuestra visión, dependiente de la corriente correctora del derecho inerte y pasivo que “crea” el legislador, para hacerlo apropiado con los nuevos tiempos. Por eso se le llama decisionismo judicial. En este sentido, resulta fundamental establecer cuáles son los límites y estándares que asume el operador de la norma que contiene derechos humanos. El debido proceso es pues un fenómeno omnicomprensivo al que llamamos complejo por encontrarse como derecho humano, positivizado tanto en tratados como en Constituciones, así como en normas adjetivas. Ya lo decía el Juez Marshall a propósito del caso Madsbury v. Maddison- que no se olvide que lo que estamos interpretando es una Constitución. Parafraseando a tan distinguido Juez, se podría complementar la frase para esta época, advirtiendo pero tampoco olvidemos que el debido proceso antes que norma Constitucional, es norma internacional en derechos humanos, y lo que vamos a interpretar son normas procesales prevista en Tratados y Constituciones. Allí radica el quid del asunto. Entonces existen dos fuentes principales como situaciones paralelas: el debido proceso se encuentra inscrito tanto en los Tratados como en las Constituciones; lo que merece como fuentes reconocer las diferencias y conectar sus identidades. Y, solo posteriormente encontramos una tercera fuente –que anotamos secundaria- que es toda la normativa adjetiva que rige la materia, por ser preceptos procesales relacionadas en forma directa con el debido proceso y el derecho a la defensa en general. Sobre esta primera fuente, indica HERMAN ESCARRÁ están “orientados a la constitución de la comunidad jurídica internacional…estableciendo nuevos métodos de interpretación en lo que respecta a la norma supranacional y el derecho interno.” De allí que, no pocas veces se recurra a la jurisprudencia de los tribunales internacionales en materia de derechos humanos, cuando el justiciable, en lo interno no consigue el respaldo institucional de derechos e intereses que dice tener en este campo. Aunque en esta propuesta le damos otro matiz a la jurisdicción externa, que no sea de carácter residual o última; sino, que sea de orientación de los jueces en lo interno para que adecúen sus fallos a dicha jurisprudencia por ser universal, siempre y cuando no contraríe con las regulaciones nacionales de donde se aplique. En cuanto a la segunda fuente normativa como son las Constituciones o textos fundamentales, merece resaltar que gracias a la estructura de las mismas (normas, valores y principios), se hacer referencia sobre la existencia de un Estado Constitucional sustituyendo al Estado de Derecho; porque la Constitución comienza a tener fuerza normativa. Llegamos a la tercera fuente, contenida por toda norma adjetiva relacionada con el debido proceso. Resulta elemental la identificación del proceso debido como derecho y no como garantía, en razón de los rasgos diferenciales a que se somete y especialmente por su nivel de hacerse exigir en beneficio de los justiciables frente a los poderes públicos, en toda clase de procesos. Es decir, aunque norma procesal, su lectura en cuanto a su aplicación debe ser con miras a la Constitución. Es que el debido proceso es derecho -como defendemos-, que parte primero por ser de índole universal, amén de su recepción, solo que en nuestro caso, esa supuesta universalidad de los tratados en este materia (como fuente) queda resuelta con la Constitución de 1999 que le concede rango constitucional y, además prevalecen sobre lo interno cuando contengan normas que sean más beneficiosas al ciudadano. Conforme lo expuesto, toda norma procesal que contenga regulaciones del debido proceso, deja de tener ese único carácter adjetivo, instrumental, para adquirir valor de derecho humano-universal. De allí que la relación Tratado-ConstituciónNorma Adjetiva pasa por su comprensión como un todo. Esto no significa que sea una nivelación normativa, sino la comprensión de sus fuentes. Implica que las normas procesales aunque estén jerárquicamente por debajo de sus fuentes primarias, en sí mismas, en su lectura e interpretación deben tratarse como aquellas por ser emanación de estas. Por eso en nuestro criterio las normas procesales se tratan de derechos humanos cuando contienen regulaciones del debido proceso. Las proposiciones normativas. La problemática derivada de la existencia de regulaciones positivas es múltiple, como son las dificultades que tiene el operador en su labor interpretativa. Buena parte de las reglas jurídicas están redactadas en forma ambigua, contienen lagunas, imprecisiones y hasta antinomias con otras normas; por lo que el terreno que debe pisar el intérprete, es poco sólido. En este sentido, muchas disposiciones de rango legal que contienen preceptos en debido proceso pudieran estar afectadas de tales circunstancias. Un precepto o artículo puede contener varias normas, partiendo entre la disposición, enunciado de ley y norma existe relaciones como diferencias. Que el enunciado de ley también llamado disposición es distinto a la norma, llamado mandato o regla], que se construye a partir de aquél. Es decir, que una misma disposición o enunciado legal, puede contener tantas normas como sean posibles, que se obtienen de los operadores, los cuales abaten inevitablemente en la necesidad de interpretar el significado abstracto del ‘enunciado legal y extraer, de allí, la normas que aplicarán a los asuntos o procesos de los cuales conozcan. De allí la importancia en que el intérprete esté preparado para descubrir por vía de interpretación la norma procesal que más se corresponda con el derecho internacional humanitario, al mismo tiempo con fundamento Constitucional. En consecuencia, el enunciado de la ley o precepto puede contener determinado supuesto de hecho, pero es el intérprete a través de su función axiológica, quien deriva del precepto que no contiene valores, tantas normas que si tienen valores como interpretaciones consiga; teniendo al final que acudir la que surja conforme la hermenéutica que es propia de esta materia. En esta materia nos recuerda GARCIA BELAUNDE el proceso interpretativo se debate como problema, que no hay, ni habrá una solución única y excluyente para cada caso. En definitiva, la existencia de decisiones diferentes fácilmente constatable por la praxis judicial- constituye un argumento definitivo para rechazar la tesis de la única respuesta. Por consiguiente, para conseguir no la única solución, pero sí, la que atienda la razón misma del debido proceso, el intérprete debe dirigir todo su esfuerzo y construir la norma apropiada –que no es otra cosa, que proponerla. Pero, nos preguntamos ¿cómo se llenan o construyen esas normas derivadas del precepto? A través de la interpretación del operador teniendo en cuenta no solo los límites y métodos al efecto, sino, primordialmente sostenerse que en la medida que se aplica o interpreta una norma procesal relativa al debido proceso, no lo sea en el sentido estricto adjetivo, en virtud de la Constitucionalización de varios derechos y garantías procesales. Límites, Métodos y Mecanismos del intérprete. Una de las cuestiones de más densidad, es identificar y proponer un sistema de interpretación acorde con la naturaleza de derecho internacional de derechos humanos, pero que tampoco se desconecte con el contexto interno de cada país según su Constitución interna. La interpretación y aplicación de la normativa supone también una actitud abierta y no rígida por parte de los jueces, que permita su capacidad de armonizar las normas internacionales con las normas del derecho interno, teniendo siempre como norte la preservación de los derechos humanos y de la norma más favorable a la persona, como lo establecen los principios del Derecho Internacional de Derechos Humanos, donde todo el derecho interno está sometido a un derecho supranacional en materia de derechos humanos y de libertades públicas. Siendo el debido proceso un derecho humano de primera generación, alcanza una importancia mayúscula, cuando es tenido en cada Constitución entre sus derechos fundamentales. Estando en la dirección que el debido proceso es un derecho humano y además fundamental, en tanto adquisición natural de los derechos del hombre que les son propios por el solo hecho de serlo, se insiste que las normas que lo relacionan, tienen una misma fuente pero mecanismos de interpretación distintos a cualquier otra norma de carácter legal, como por ejemplo el caso del artículo 4º Código Civil que reduce el margen de interpretación a la conexión de las palabras, a la intención del legislador, a la analogía y, en última instancia, a los principios generales del Derecho. Pero esa interpretación no es correspondiente con la de un texto fundamental, que requiere de una interpretación compleja. La visión pragmática de la norma se fundamenta en recomendar no tomar en serio los códigos y demás textos, que no van a interesar como medios para alcanzar interpretaciones viables, con argumentos a favor de la justicia material sobre la formal. Ese complejo balance exige valorar las interpretaciones, guiarlas hacia la igualdad y el carácter social del derecho, sin descuidar la dimensión individual de los derechos. En nuestro caso, el establecimiento de la norma Constitucional que regula el debido proceso (Art. 49 CRBV) no invita interpretaciones vacilantes, ni a distingos meta jurídicos, se trata de un derecho no solo elevado por el Constituyente al rango constitucional –derecho fundamental-, sino que es además humano. Los derechos humanos al ser inherentes a la dignidad del hombre, no dependen de estar previstos o no en una norma jurídica para que existan y sean protegidos. Si damos por sentado que la Constitución tiene valor normativo es decir, de aplicación inmediata, debido a lo establece el artículo 7º del texto constitucional, entonces la norma que regula el debido proceso (Art.49) es de aplicación inmediata y de estricto acatamiento por parte de los operadores (administración y justicia), que además, siendo emanación de Tratados, su inobservancia puede acarrear al Estado sanciones internacionales. Es cierto, que hay normas estatutarias claras cuya definición y aplicación no están sujetas a dudas respecto al texto Constitucional, salvo los casos en que mutan los hechos que le dieron vida, pero hay otros preceptos legales que en su construcción se presentan con ambigüedad, obscuridad y lagunas frente a la Constitución, para cuya resolución no está autorizado el operador a interpretarlas con los métodos convencionales, como si se tratare de cualquier norma. Partiendo de esa premisa, en el entendido que sólo la norma constitucional tiene valor de Derecho y sólo la norma constitucional es el fundamento del ordenamiento jurídico, ninguna interpretación puede atentar contra los principios o valores que inspiraron la misma Constitución. A nuestro juicio, ello es contraproducente dentro del Estado Democrático y Social, de Derecho y de Justicia que tanto defendemos, como incluyente, igualitario, que se apoya en el respeto de los derechos humanos, en fin, que pregona a los cuatro vientos el respeto por la dignidad humana sin mayor distingo. De consiguiente, para interpretar normas relativas al debido proceso, no solo se deben conocer los límites de la hermenéutica propuesto por el Derecho Internacional, sino entender la dimensión del debido proceso dentro de la misión del Estado en otorgar un mecanismo útil y efectivo, por haberse arrogado el monopolio de la justicia; que en nuestro caso están estrechamente relacionados en los artículos 26, 49 y 257 todos del texto Constitucional. Así, el debido proceso es un derecho complejo, porque es en suma, la unión de varias garantías y otros derechos que lo constituyen, por consiguiente al afectarse alguno de sus presupuestos, podemos afirmar que se afecta al debido proceso como un todo. En ese sentido decimos que hay o no debido proceso, porque no se puede decir que hay un medio debido proceso o un cuasi debido proceso. Esta connotación absoluta obtiene de ser derecho humano y derecho fundamental del hombre. Esto significa que los operadores vean limitados su margen de discrecionalidad, prohibiéndoseles validar apreciaciones meta jurídica, sui generis y hasta personales, para en cambio se sometan a principios del Derecho Internacional Público general, del Derecho Internacional Humanitario y al espíritu de la propia Constitución. De consiguiente, el valor normativo constitucional a nuestro juicio no se presta a dudas, la Constitución es en sí misma norma de Derecho y el fundamento de todo el ordenamiento positivo contentivo en principios, axiomas o valores y preceptos. Resulta evidente que existe una intención del Constituyente que organizó el texto fundamental en darle cabida a los derechos humanos y su función valorativa preeminencia, del valor normativo de los mismos a través de su Constitucionalización (Art.7 y 22 CRBV), ello producto de las fuerzas políticas que establecieron la mayoría coyuntural y que gracias a su actuar, se activó el proceso constituyente. Frente a lo consolidado por quienes presentaron el proyecto de la Constitución, la Sala Constitucional en sentencia 1309/2001 considera que: “[…] el derecho es una teoría normativa puesta al servicio de la política que subyace tras el proyecto axiológico de la Constitución y que la interpretación debe comprometerse, si se quiere mantener la supremacía de la Carta Fundamental cuando se ejerce la jurisdicción constitucional atribuida a los jueces, con la mejor teoría política que subyace tras el sistema que se interpreta o se integra y con la moralidad institucional que le sirve de base axiológica (interpretativo favor Constitutione).” Lo que establece la Sala se comprende como un proyecto axiológico que inmerso en el texto Constitucional, es al mismo tiempo correspondiente con la democracia, la pluralidad política, la dignidad humana, la preeminencia de los derechos humanos, la igualdad y la ética. Al margen de estas disquisiciones, insistimos en dos factores fundamentales que si lo son y deben tomarse en cuenta para una correcta interpretación de las normas de derechos humanos, sobre los que ya hemos hecho referencia: (a) El acatamiento de los principios fundamentales del Derecho Internacional Público, del Derecho Internacional Humanitario, del Derecho Constitucional y del Derecho Procesal Constitucional; y, (b) La concepción de la Constitución para el país de origen. Garantías y Principios Procesales. Art. 2 CRBV. Estado Social de Derecho y Justicia. (Sentencia Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia - Créditos Indexados. Exp. Nº. 01-1274. Fecha 24 de Enero de 2002) “Venezuela se constituye en un Estado democrático y social de Derecho y de Justicia, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico y de su actuación, la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad social y en general, la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo político” El Estado venezolano adopta como organización jurídico-política la figura de Estado Democrático y Social de Derecho y de Justicia, garantizando el bienestar de todos los venezolanos, sin discriminación alguna; creando además las condiciones necesarias para el desarrollo social y espiritual de todos sus habitantes; y, procurando la igualdad de oportunidades para que todos los ciudadanos puedan desarrollar libremente su personalidad, dirigir sus proyectos de vida, disfrutar los derechos humanos y, como fin último, buscar su felicidad. Por Estado de Derecho deberá entenderse aquel poder que se ejerce únicamente a través de normas jurídicas y como consecuencia directa de ello, toda la actividad del Estado y de la Administración Pública en general, debe ser regulada por ley. Ahora producto de la evolución contenida en la Constitución de 1999 el Estado Social surge ante la desigualdad real existente entre las clases y grupos sociales, que atenta contra la igualdad jurídica reconocida a los individuos por la propia Carta Fundamental en su artículo 21. El Estado es el instrumento de transformación social por excelencia, a lo largo de la historia, y, por tanto, su función histórica es la de liberar al ser humano de la miseria, la ignorancia y la impotencia a la que se ha visto sometido desde el comienzo de la historia de la humanidad. Artículo. 21 CRBV. Todas las personas son iguales ante la ley; en consecuencia: No se permitirán discriminaciones fundadas en la raza, el sexo, el credo, la condición social o aquellas que, en general, tengan por objeto o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio en condiciones de igualdad, de los derechos y libertades de toda persona. La ley garantizará las condiciones jurídicas y administrativas para que la igualdad ante la ley sea real y efectiva; adoptará medidas positivas a favor de personas o grupos que puedan ser discriminados, marginados o vulnerables; protegerá especialmente a aquellas personas que por alguna de las condiciones antes especificadas, se encuentren en circunstancia de debilidad manifiesta y sancionará los abusos o maltratos que contra ellas se cometan. Sólo se dará el trato oficial de ciudadano o ciudadana; salvo las fórmulas diplomáticas. No se reconocen títulos nobiliarios ni distinciones hereditarias. Por otra parte, producto de explanado en párrafos anteriores se debe considerar que el Estado Social de Derecho, persigue la armonía de las clases, evitando que la clase dominante, por tener el poder económico, político o cultural, abuse y subyugue a otras clases o grupos sociales, impidiéndoles el desarrollo y sometiéndolas a la pobreza y a la ignorancia; a la categoría de explotados naturales y sin posibilidad de redimir su situación. De esta manera, esta forma de organización jurídico-política deberá tutelar a personas o grupos que en relación con otros se encuentran en estado de debilidad o minusvalía jurídica, a pesar del principio del Estado de Derecho Liberal de la igualdad ante la ley, el cual en la práctica no resuelve nada, ya que situaciones desiguales no pueden tratarse con soluciones iguales. Así pues, el Estado está obligado a proteger a los débiles, a tutelar sus intereses amparados por la Constitución; como valor jurídico, no puede existir una protección constitucional a expensas de los derechos fundamentales de otros inherente al Estado Social de Derecho es el concepto de interés social, entendido como un valor que persigue equilibrar en sus relaciones a personas o grupos que son, en alguna forma, reconocidos por la propia ley como débiles jurídicos o que se encuentran en una situación de inferioridad frente a otros grupos o personas, que por la naturaleza de sus relaciones, están en una posición dominante con relación a ellas. Por otro lado, los derechos individuales pierden efectividad ante derechos colectivos; así la plena autonomía de la voluntad de las partes sólo es tolerada si con ella se persigue el bienestar social, lo que significa que una parte no pretenda so pretexto de la autonomía, esquilmar a la otra, como puede ocurrir en el Estado de Derecho Liberal. La igualdad en un Estado Social no puede ser interpretada formalmente, sino teniendo en cuenta la situación real de los afectados, las relaciones sociales de poder, por lo que el Estado debe tender a interpretar el principio de equidad como igualdad material. Igualmente, derechos individuales pierden efectividad ante derechos colectivos, tal como ocurre con el de la libertad económica, ya que por razones de interés social (artículo 112 Constitucional), ella puede verse limitada, sobre todo si conforme al mismo artículo el Estado debe garantizar la justa distribución de la riqueza. Artículo. 112 CRBV. Todas las personas pueden dedicarse libremente a la actividad económica de su preferencia, sin más limitaciones que las previstas en esta Constitución y las que establezcan las leyes, por razones de desarrollo humano, seguridad, sanidad, protección del ambiente u otras de interés social. El Estado promoverá la iniciativa privada, garantizando la creación y justa distribución de la riqueza, así como la producción de bienes y servicios que satisfagan las necesidades de la población, la libertad de trabajo, empresa, comercio, industria, sin perjuicio de su facultad para dictar medidas para planificar, racionalizar y regular la economía e impulsar el desarrollo integral del país. Efectos del control difuso en esta materia En el Estado Social de Derecho, no pueden nacer derechos subjetivos a favor de las personas, pero no es menos cierto que el Estado Social de Derecho es un bien, un principio o valor jurídico, rector de la Constitución. 1.- Cuando las leyes vigentes crearen situaciones contrarias al Estado Social de Derecho o a sus elementos esenciales, como la solidaridad o la responsabilidad social, tales leyes devendrían en inconstitucionales. 2.- La ley que ordene conductas, o produzca efectos, que hagan más gravosa la situación de los débiles jurídicos, que sustituya o ahonde desequilibrios sociales, deviene en inconstitucional, por contrariar la forma de Estado que impera en el país por mandato de la Carta Fundamental. 3.- La causa de inconstitucionalidad no nace de la violación literal del texto constitucional, sino que proviene de la contradicción de una ley con los principios, valores y bienes jurídicos que informan la Constitución, y que puede ocurrir de manera sobrevenida. 4.- Se puede instituir el control concentrado producto de una demanda de nulidad, o puede quedar sin aplicación la ley o la norma inconstitucional con respecto a determinadas situaciones, con motivo del control difuso. La ley inconstitucional no se aplica al caso concreto; pero cuando el control difuso tiene lugar con motivo de una acción por derechos e intereses difusos, puede darse el caso de una desaplicación condicionada de la norma inconstitucional, referida a los efectos inconstitucionales de la ley, la cual deja de aplicarse en el tiempo o en el espacio, ya que la inconstitucionalidad se refiere a la situación concreta que produce la ley para un determinado período de tiempo, o en un sector territorial, situación que es la que se juzga. 5.- La inconstitucionalidad tiene varios ámbitos, cuando la ley colide con la Constitución o con sus principios, ella puede resultar absolutamente inconstitucional, y ser impugnada mediante las acciones ordinarias de inconstitucionalidad. 6.- Las leyes cuya inconstitucionalidad puede existir, mientras dure una situación determinada, una vez corregida tal situación exógena a la ley, ésta no tiene conflicto alguno con la Carta Fundamental. Esto es posible que ocurra con leyes que debido a determinadas condiciones sociales, económicas, políticas o de otra índole, contrarían el Estado Social de Derecho mientras duren esas condiciones, las cuales pueden ser transitorias. En los casos en donde la aplicación de la ley resulta contraria al bien público, a pesar que ella no colide directamente con ninguna norma constitucional, y que su perjuicio es sólo transitorio, mientras dure la nueva situación, distinta a la tenida en cuenta por el legislador cuando la dictó. 7.- A la existencia de la incompatibilidad, el control difuso que se ejerce en el caso concreto, si es que la norma o la ley se han convertido en inconstitucionales para la época del proceso, puede originar una desaplicación de la ley o la norma por inconstitucional, hasta que cese la eventualidad que dejó a la ley sin efecto, o los hizo perniciosos. Este tipo de declaración sólo puede ser producto del control difuso de la Constitución (y no del concentrado), que cuando se ejerce con motivo de acciones por derechos o intereses difusos o colectivos, cuyas pretensiones por su naturaleza atañen a toda la sociedad o a sectores de ella, la inaplicabilidad de la vigencia de la norma, a una determinada y concreta situación, puede condicionarse al regreso de la situación original que ella regulaba cuando se promulgó, siendo tal dispositivo jurídicamente posible. 8.- Los Tribunales Constitucionales, al contrario de otros tribunales que no ejercen la jurisdicción en materia Constitucional, no se rigen en sus fallos estrictamente por las normas del Código de Procedimiento Civil, ya que el deber de mantener la supremacía constitucional impide formalismos en el fallo que le limiten tal deber; y por ello, la sentencia con aplicación condicional es posible en materia de control constitucional, al menos de aquel que declara inaplicables normas de leyes que son incompatibles con la Constitución. Cuando la colisión o incompatibilidad es sobrevenida, al colidir las normas con principios o valores constitucionales que impiden la aplicación de los supuestos de hecho de la norma a las situaciones nuevas o sobrevenidas con relación a cuando se dictaron, pero que pueden modificarse regresando a lo que existía para el momento en que se dictó la ley, se puede declarar la inconstitucionalidad de la ley, dejando de aplicarla mientras la situación nueva se mantenga. 9.- Quién constata que se cumplió la condición y cómo se efectúa tal constatación, y lo lógico es que sea el tribunal de la causa quien lo haga, de oficio o a instancia de parte. En este último caso mediante una articulación probatoria se podría demostrar que finalizó la situación por la que devino la inconstitucionalidad de la Ley, y que se restableció la existente para la oportunidad en que se dictó la ley, por lo que la desaplicación a los casos concretos y determinados que la originaron, cesa. 10.- Como resultado de todo control difuso, la ley sobre la que se ejerce el control no ha sido anulada por inconstitucional, y sólo deja de aplicarse en el caso concreto, que en materia de acciones por derechos e intereses difusos o colectivos, que es la conduce a la de desaplicación de mayor amplitud, producto de lo universal de la pretensión y de la naturaleza erga omnes de los fallos que en ellos se dictan; y por ello la desaplicación de la ley al caso, no resulta tan puntual como cuando en un juicio concreto se declara inaplicable una ley por inconstitucional, o se declara inconstitucional a una norma ligada a la situación litigiosa. Art. 3 CRBV. Fines del Estado. “El Estado tiene como fines esenciales la defensa y el desarrollo de la persona y el respeto a su dignidad, el ejercicio democrático de la voluntad popular, la construcción de una sociedad justa y amante de la paz, la promoción de la prosperidad y bienestar del pueblo y la garantía del cumplimiento de los principios, derechos y deberes reconocidos y consagrados en esta Constitución. La educación y el trabajo son los procesos fundamentales para alcanzar dichos fines”. El Estado producto de lo que prescribe el articulo N° 3 CRBV propugna el bienestar de los venezolanos, creando las condiciones necesarias para su desarrollo social, procurando la igualdad de oportunidades para que todos los ciudadanos puedan desarrollar libremente su personalidad, dirigir su destino, disfrutar los derechos humanos y buscar su felicidad. Art. 26 CRBV Tutela Judicial Efectiva-----Acceso a la Justicia--- (Derecho Constitucional Procesal). “Toda persona tiene derecho de acceso a los órganos de administración de justicia para hacer valer sus derechos e intereses, incluso los colectivos o difusos, a la tutela efectiva de los mismos y a obtener con prontitud la decisión correspondiente. El Estado garantizará una justicia gratuita, accesible, imparcial, idónea, transparente, autónoma, independiente, responsable, equitativa y expedita, sin dilaciones indebidas, sin formalismos o reposiciones inútiles” La misma se instituye como el derecho a la garantía constitucional que relaciona y comprende, el derecho de acceso a los órganos de justicia, el derecho a obtener una sentencia fundada, razonada, motivada, justa, correcta, congruente y no sea jurídicamente errónea, el derecho a ejercer los recursos previsto en la Ley, contra las decisiones perjudiciales y el derecho a ejecutar decisiones judiciales. La tutela judicial efectiva es aquella que es atribuida a toda persona, de acceder a los órganos de administración de justicia para que sus pretensiones sean tramitadas mediante un proceso, que ofrezca unas mínimas garantías, todo lo cual solo es posible se cumplen en el los principios establecidos en la Constitución. (Sentencia N° 576-Exp. 002794 - 27/04/2001. Sala Constitucional) Es menester aclarar que la Tutela Judicial efectiva es la suma de todos los derechos constitucionales procesales plasmados en el Art. 49 CRBV, donde dicha garantía implica la obligación de someter la tramitación de sus pretensiones a los órganos jurisdiccionales establecidos por el Estado mediante las vías y los medios procesales contemplados en la leyes adjetivas, así como la de no obstruir, de manera alguna, la administración de justicia desarrollada por el Estado en el cumplimiento de sus funciones, lo que conlleva a la obligación de no realizar acto inútiles ni incensarios. (Arts. 17-170 CPC) El derecho a la Tutela Judicial Efectiva, comprende el derecho a ser oído por los órganos de administración de justicia establecidos por el Estado, no solo el derecho de acceso sino también el derecho a que cumplidos los requisitos establecidos en la leyes adjetivas, los órganos jurisdiccionales conozcan del fondo de las pretensiones de los particulares y mediante una decisión en derecho determinen el contenido y extensión de derecho deducido, donde no se sacrificara la justicia por la omisión de formalidades no esenciales, constituyendo a el proceso como un instrumento para la realización de la justicia. La Tutela judicial efectiva es una garantía constitucional procesal que se suma al debido proceso, más no al contrario, es decir la tutela judicial efectiva no involucra debido proceso, debido a que son garantías diferentes, la tutela judicial efectiva es una garantía autónoma. Artículo 17 CPC. El Juez deberá tomar de oficio o a petición de parte, todas las medidas necesarias establecidas en la ley, tendentes a prevenir o a sancionar las faltas a la lealtad y probidad en el proceso, las contrarias a la ética profesional, la colusión y el fraude procesales, o cualquier acto contrario a la majestad de la justicia y al respeto que se deben los litigantes. El fraude procesal es aquel que se estructura producto de las maquinaciones y artificios realizados en el curso del proceso, o por medio de este, destinados, mediante el engaño o la sorpresa en la buena fe de uno de los sujetos procesales, a impedir la eficaz administración de justicia, en beneficio propio o de un tercero y en perjuicio de parte o de tercero. El fraude pude consistir en le forjamiento de una inexistente Litis entre partes, con el fin de crear un proceso dirigido a obtener fallos o medidas cautelares en detrimento de una de las partes, o de terceros ajenos al mismo, lo constituye la simulación procesal; o puede nacer de la colusión de una parte, que actuando como demandante, se combine con otra u otras a quienes demandan como litisconsortes de la víctima del fraude, también demandada, y que procuraran al concurrir con ella en la causa, crear al verdadero condenado situaciones de incertidumbre. Artículo 170 CPC. Las partes, sus apoderados y abogados asistentes deben actuar en el proceso con lealtad y probidad. En tal virtud, deberán: 1. Exponer los hechos de acuerdo a la verdad; 2. No interponer pretensiones ni alegar defensas, ni promover incidentes, cuando tengan conciencia de su manifiesta falta de fundamentos; 3. No promover pruebas, ni realizar, ni hacer realizar, actos inútiles o innecesarios a la defensa del derecho que sostengan. Parágrafo Único: Las partes y los terceros que actúen en el proceso con temeridad o mala fe son responsables por los daños y perjuicios que causaren. Se presume, salvo prueba en contrario, que la parte o el tercero han actuado en el proceso con temeridad o mala fe cuando: 1. Deduzcan en el proceso pretensiones o defensas, principales o incidentales, manifiestamente infundadas; 2. Maliciosamente alteren u omitan hechos esenciales a la causa; 3. Obstaculicen de una manera desenvolvimiento normal del proceso. ostensible y reiterada el Cuando no se obra con la necesaria probidad y buena fe al formular la demanda basada en premisas fácticas que tanto el actor como su letrado deberían saber que eran contrarias a la verdad, desconociendo así la obligación de buena fe que debe respetarse en todo tipo de procedimiento e incurriendo en temeridad y abuso de derecho. De igual forma actúa con temeridad y abuso de derecho el profesional del derecho que anuncia recurso de casación en un juicio que no alcanza la cuantía necesaria para la admisibilidad del señalado recuro extraordinario. Po otro lado el dolo procesal y sus efectos se materializan en relación a las partes, en lo referido, al deber de la veracidad, el desarrollo del deber de lealtad y probidad en el proceso. Art. 49 CRBV. Debido Proceso. “El debido proceso se aplicará a todas las actuaciones judiciales y administrativas; en consecuencia: 1. La defensa y la asistencia jurídica son derechos inviolables en todo estado y grado de la investigación y del proceso. Toda persona tiene derecho a ser notificada de los cargos por los cuales se le investiga, de acceder a las pruebas y de disponer del tiempo y de los medios adecuados para ejercer su defensa. Serán nulas las pruebas obtenidas mediante violación del debido proceso. Toda persona declarada culpable tiene derecho a recurrir del fallo, con las excepciones establecidas en esta Constitución y la ley. 2. Toda persona se presume inocente mientras no se pruebe lo contrario. 3. Toda persona tiene derecho a ser oída en cualquier clase de proceso, con las debidas garantías y dentro del plazo razonable determinado legalmente, por un tribunal competente, independiente e imparcial establecido con anterioridad. Quien no hable castellano o no pueda comunicarse de manera verbal, tiene derecho a un intérprete. 4. Toda persona tiene derecho a ser juzgada por sus jueces naturales en las jurisdicciones ordinarias, o especiales, con las garantías establecidas en esta Constitución y en la ley. Ninguna persona podrá ser sometida a juicio sin conocer la identidad de quien la juzga, ni podrá ser procesada por tribunales de excepción o por comisiones creadas para tal efecto. 5. Ninguna persona podrá ser obligada a confesarse culpable o declarar contra sí misma, su cónyuge, concubino o concubina, o pariente dentro del cuarto grado de consanguinidad y segundo de afinidad. La confesión solamente será válida si fuere hecha sin coacción de ninguna naturaleza. 6. Ninguna persona podrá ser sancionada por actos u omisiones que no fueren previstos como delitos, faltas o infracciones en leyes preexistentes. 7. Ninguna persona podrá ser sometida a juicio por los mismos hechos en virtud de los cuales hubiese sido juzgada anteriormente. 8. Toda persona podrá solicitar del Estado el restablecimiento o reparación de la situación jurídica lesionada por error judicial, retardo u omisión injustificados. Queda a salvo el derecho del o de la particular de exigir la responsabilidad personal del magistrado o de la magistrada, del juez o de la jueza; y el derecho del Estado de actuar contra éstos o éstas” Es un principio aglutinador del derecho constitucional procesal, el cual alude a la suma de los derechos y garantías procesales consagrados en la Constitución, que le permiten al ajusticiable obtener una justicia pronto y efectiva, cuyo contenido no debe cerrarse sino que debe atender a un elenco de garantías procesales como la celeridad procesal, la motivación, la congruencia, la transparencia, el juez natural, el proceso sin formalismos, la tutela judicial efectiva, el derecho a la defensa, la presunción de inocencia y el principio de publicidad en otros. Conjunto de garantías mínimas que todo reunir todo proceso. El proceso no es más que un medio para asegurar la solución justa de una controversia, a la cual contribuyen el conjunto de actos de diversas características generalmente reunidos bajo el debido proceso legal. Art. 257 CRBV. El Proceso. “El proceso constituye un instrumento fundamental para la realización de la justicia. Las leyes procesales establecerán la simplificación, uniformidad y eficacia de los trámites y adoptarán un procedimiento breve, oral y público. No se sacrificará la justicia por la omisión de formalidades no esenciales” El texto constitucional consagra el derecho de todos los ciudadanos de acceder a los órganos de administración de justicia para hacer valer sus derechos e intereses y a una tutela judicial efectiva de los mismos, en donde tales principios no pueden ser aislados de otros sin los cuales estos carecerían de contenido. El derecho a la tutela judicial efectiva, de amplísimo contenido, comprende el derecho a ser oído por los órganos de administración de justicia establecidos por el Estado, es decir, no sólo el derecho de acceso sino también el derecho a que, cumplidos los requisitos establecidos en las leyes adjetivas, los órganos judiciales conozcan el fondo de las pretensiones de los particulares y, mediante una decisión dictada en derecho, determinen el contenido y la extensión del derecho deducido, de allí que la vigente Constitución señale que no se sacrificará la justicia por la omisión de formalidades no esenciales y que el proceso constituye un instrumento fundamental para la realización de la justicia. En un Estado social de derecho y de justicia, donde se garantiza una justicia expedita, sin dilaciones indebidas y sin formalismos o reposiciones inútiles, la interpretación de las instituciones procesales debe ser amplia, tratando que si bien el proceso sea una garantía para que las partes puedan ejercer su derecho de defensa, no por ello se convierta en una traba que impida lograr las garantías que instaura el texto constitucional. La conjugación de los principios constitucionales, tales como, el Estado Social de Derecho y Justicia, La Tutela Judicial Efectiva y el Proceso, obligan al juez a interpretar las instituciones procesales al servicio de un proceso cuya meta es la resolución del conflicto de fondo, de manera imparcial, idónea, transparente, independiente, expedita y sin formalismos o reposiciones inútiles. Elementos de la Tutela Judicial Efectiva. 1.-Derecho Acceso Órganos Jurisdiccionales (Acción): Pronunciamiento Judicial. El mismo se materializa a través del derecho autónomo y abstracto del ejercicio de la acción, ejercitando el aparato jurisdiccional en la búsqueda de un pronunciamiento judicial, elemento este que satisface la acción. En el mismo al ejercitarse la acción la pretensión contendía en la demanda no llenare los requisitos o presupuestos procesales, debe declarase inamisible, declaratoria que satisface el derecho de acción como emanación del acceso a los órganos de justicia comprendido en la garantía a la Tutela Judicial Efectiva. Hay que tomar en cuenta si la demanda es contraria al orden público. (In Limine Litis). 2.-Derecho Sentencia Judicial---Acto----Acto de Estado----Proceso Judicial Art. 253 CRBV. El mismo se constituye como aquel acto final del órgano jurisdiccional donde se resuelve la controversia sometida a conocimiento de la jurisdicción, dependiendo de todo aquello alegado y demostrado en el proceso concreto. Se concreta como el acto del proceso judicial, que con base en lo alegado y demostrado en autos aplica el derecho al caso concreto acogiendo o rechazando la pretensión, es un acto decisorio del órgano jurisdiccional. Artículo 253CRBV. “La potestad de administrar justicia emana de los ciudadanos y ciudadanas y se imparte en nombre de la República por autoridad de la ley. Corresponde a los órganos del Poder Judicial conocer de las causas y asuntos de su competencia mediante los procedimientos que determinen las leyes, y ejecutar o hacer ejecutar sus sentencias. El sistema de justicia está constituido por el Tribunal Supremo de Justicia, los demás tribunales que determine la ley, el Ministerio Público, la Defensoría Pública, los órganos de investigación penal, los o las auxiliares y funcionarios o funcionarias de justicia, el sistema penitenciario, los medios alternativos de justicia, los ciudadanos o ciudadanas que participan en la administración de justicia conforme a la ley y los abogados autorizados o abogadas autorizadas para el ejercicio” La Motivación de la sentencia se configura sobre la base de las razones de hecho y derecho que el órgano jurisdiccional (juez) explana en el cuerpo de la sentencia y que inducen a declarar con o sin lugar la pretensión que el actor ha ejercido en contra del demandado, en donde las razones de hecho estas formadas por el establecimiento de los hechos con encaje a las pruebas que lo demuestran y los razonamientos de derecho están conformados por la aplicación de preceptos legales. La sentencia debe atenerse a lo que prescribe al principio de autosuficiencia, donde la misma debe contener su legalidad sin tener que remitirse a las actas en el proceso, en donde se decisión debe estar en forma precisa, suficiente, consistente y coherente. Artículo 243 CPC. Toda sentencia debe contener: 1. La indicación del Tribunal que la pronuncia. 2. La indicación de las partes y de sus apoderados. 3. Una síntesis clara, precisa y lacónica de los términos en que ha quedado planteada la controversia, sin transcribir en ella los actos del proceso que constan de autos. 4. Los motivos de hecho y de derecho de la decisión. 5. Decisión expresa, positiva y precisa con arreglo a la pretensión deducida y a las excepciones o defensas opuestas, sin que en ningún caso pueda absolverse de la instancia. 6. La determinación de la cosa u objeto sobre que recaiga la decisión. Si bien los jueces no están obligados a dar el porqué de cada motivo, la razón de cada razón, sin embargo es indudable que para que los fundamentos expuestos sean, como es debido demostraciones de lo dispositivo, no podrán consistir en mera afirmaciones sobre puntos de hecho, sin que haya precedido la exposición de tales hechos y un análisis de las pruebas constantes en autos. Tales antecedentes son indispensables para que se ponga de manifiesto cómo es que, aplicando el juzgador las reglas del caso, ha llegado a la apreciación que establece como fundamento del fallo. El sentenciador se encuentra obligado a expresar en el fallo las razones de hecho y de derecho que han influido en su convicción para llegar a determinado dispositivo, pues el acto jurisdiccional debe llevar en si mismo la prueba de su legalidad, toda vez, que la motivación de los fallos no solo es garantía para preservar la legalidad en contra de las arbitrariedades de los funcionarios judiciales, sino también es un medio para constreñir a los jueces a hacer un detenido estudio de las actas procesales, mediante el cual se analicen las pretensiones de las partes, se establezcan y aprecien los hechos pertinentes y se realice la subsunción de ellos en la norma de derecho que el juzgador considere aplicable. El propósito del requisito de expresar en el fallo los fundamentos de hecho y de derecho, consiste en permitir a las partes percatarse de la justicia de lo decidido y facilitar el control de la legalidad de lo decidido. Todo ello en el entendido que la motivación de un fallo se debe estructurar por los señalamientos en bases a los diferentes motivos y argumentos que el juzgador ha tenido en cuenta para llegar a la conclusión que configuraría la parte dispositiva de la sentencia, en efecto la motivación del fallo es la parte comprendida entre los antecedentes y el fallo propiamente dicho, mediante la cual se da a conocer el desarrollo del juicio mental realizado por el órgano jurisdiccional y cuya conclusión es el fallo que se pronuncia, comprendiendo la exposición de las cuestiones de hecho y derecho que condujeron al Juez a pronunciar el respectivo fallo. La motivación posee una doble finalidad: Primero. Mantener una garantía contra las decisiones arbitrarias, debido a que la sentencia a pesar de ser un acto de autoridad de Estado, no puede consistir en una orden ejecutiva sino en una experticia de derecho debidamente fundada que lleve en sí mismo la prueba de su legalidad. Segundo. Obligar al Juez a efectuar un detenido estudio de las actas procesales con arreglo a las pretensiones de las partes, a las pruebas evacuadas para demostrar los hechos pertinentes, y a las disposiciones jurídicas que considere aplicables. La motivación no debe consistir en meras afirmaciones sobre puntos de hechos, pues aunque el Juez no está obligado a exponer minuciosamente en la sentencia el proceso mental que los condujo a determinada conclusión, si deben indicar, así sea de forma sintética, las razones que revelen el estudio que realizaron de la Litis, de las pruebas suministradas por las partes y de los hechos que con estas fueron evidenciados en el proceso. Artículo 244 CPC. Será nula la sentencia: por faltar las determinaciones indicadas en el artículo anterior; por haber absuelto de la instancia; por resultar la sentencia de tal modo contradictoria, que no pueda ejecutarse o no aparezca qué sea lo decidido; y cuando sea condicional, o contenga ultrapetita. La norma adjetiva civil sanciona el incumplimiento en la sentencia de los requisitos establecidos en el Art. 233 CPC, esta consecuencia solo deberá materializarse en caso de que la sentencia cuestionada contenga alguna deficiencia que sea determinante para la resolución de controversias que produzcan o impliquen alguna violación del derecho a la defensa y del debido proceso de alguna de las partes, o que tal deficiencia se traduzca en una omisión de pronunciamiento o en falta de fundamentos de tal entidad que impida el control de la legalidad de la sentencia impugnada o la haga inejecutable. 3.-Derecho Recurrir de la Decisión--- (Carácter Dispositivo del Fallo) Doble grado de jurisdicción. Art. 297 C.P.C) Parte de la idea de que la sentencia se puede recurrir en la acepción del sujeto a quien el dispositivo del fallo lo haya perjudicado indistintamente de los motivos del mismo, y en contrario, aquel sujeto a quien se le acordó dicho dispositivo de todo lo solicitado, indistintamente que se hayan desechado algunos alegatos o defensas en la motivación de la decisión, no podrá recurrir de la misma, pues carece de perjuicio que activa el derecho, interés y legitimación para recurrir. En relación al doble grado de jurisdicción, todo ciudadano tiene derecho de recurrir contra la decisión que lo perjudique, para que la instancia siguiente pueda revisar la legalidad instancia. y constitucionalidad de la decisión proferida por la primera Artículo 297 CPC. “No podrá apelar de ninguna providencia o sentencia la parte a quien en ella se hubiere concedido todo cuanto hubiere pedido; pero, fuera de este caso, tendrán derecho de apelar de la sentencia definitiva, no sólo las partes, sino todo aquel que, por tener interés inmediato en lo que sea objeto o materia del juicio, resulte perjudicado por la decisión, bien porque pueda hacerse ejecutoria contra él mismo, bien porque haga nugatorio su derecho, lo menoscabe o desmejore” La disposición que deriva del artículo anterior establece el derecho de apelar de la sentencia definitiva, no solo a las partes, sino todo aquel que, por tener un interés inmediato en lo que sea objeto o materia de juicio, resulte perjudicado por la decisión, en donde, no es aplicable al anuncio y admisión del recurso de casación. La cualidad para poder hacer uso del recurso de casación la da únicamente la de ser parte en el juicio en el cual se intente el recurso, esta cualidad es diferente a la que se exige para apelar, que no requiere ser parte en el proceso, bastando tener un interés inmediato en lo que sea objeto o materia del juicio. 4.-Derecho a ejecutar la decisión ---- Cosa Juzgada. La efectividad en derecho parte de la posibilidad de acceso a los órganos de administración de justicia, de obtener un fallo motivado, razonado, congruente, justo y de recurrir del mismo, si el mismo no se puede ejecutar, lo que se traduce en que la garantía a la Tutela Judicial Efectiva envuelve el derecho a ejecutar o hacer efectiva la resolución judicial adquiriendo el carácter de cosa juzgada. La misma radica en la calidad, atributo del fallo que emana del órgano jurisdiccional, cuando ha adquirido el carácter de definitiva, a su vez es una medida de eficacia que se traduce en inimpugnabilidad de la decisión judicial, la cual se produce cuando la ley impide todo ataque ulterior a obtener la revisión de la misma materia. Consiste en la autoridad y eficacia que alcanza una resolución judicial, cuando contra la misma no pueden ejercerse recursos ordinarios o extraordinarios que permitan su modificación. - Cosa Juzgada Formal. Es aquella que se produce cuando la decisión judicial proferida en el proceso, no puede ser impugnada en el mismo procedimiento, pero si en otros posteriores. - Cosa Juzgada Material (sustancial). Es aquella que se produce cuando a la condición de inimpugnabilidad de la decisión en el mismo proceso se le une el elemento de inmutabilidad aun en procesos posteriores. Artículo 272 CPC. (Cosa Juzgada Formal). Ningún Juez podrá volver a decidir la controversia ya decidida por una sentencia, a menos que haya recurso contra ella o que la ley expresamente lo permita. Esta disposición constituye la expresión normativa del principio de la cosa juzgada formal. En cuanto al carácter de orden público de esta prohibición legal, ella está dirigida al mantenimiento del orden jurisdiccional, garantía de tranquilidad ciudadana, el respeto mutuo y la paz colectiva. La sentencia es la expresión del juicio solicitado por los particulares cuando acuden ante el Juez a exigir la composición de un conflicto de intereses y en tal sentido, su estabilidad es la permanencia de la solución ofrecida por el Estado, en ejercicio de su función jurisdiccional. La cosa juzgada formal viene a asegurar la imposibilidad de revisar un asunto luego de que este haya sido decidido. Sin embargo, debe advertirse, que la cosa juzgada formal es un atributo propio de las sentencias definitivas e interlocutorias de lo cual no gozan de ese carácter los actos del proceso. Artículo 273 CPC. (Cosa Juzgada Material). La sentencia definitivamente firme es ley de las partes en los límites de la controversia decidida y es vinculante en todo proceso futuro. La cosa juzgada material es la ley de las partes en los límites de la controversia decidida, es decir, lex specialis, dentro de los límites del tema litigioso objeto de la sentencia y de los limites subjetivos de la controversia decidida. Cuando una sentencia impide todo procedimiento o fallo ulterior sobre la materia en ella decidida, dicha sentencia tiene autoridad de cosa juzgada material. Principios: Nom bis in idem. Art. 49.7 CRBV----Cosa juzgada. Ninguna persona en aras de las garantías constitucionales procesales puede ser sometida a juicio por los mismos hechos en virtud de los cuales ha sido juzgada anteriormente. Dispositivo Atenuado----Art. 11 C.P.C. Radica en los preceptos en los cuales son el operador de justicia puede actuar a instancia o petición de parte interesada, el cual llega a alcanzar el carácter absoluto. Se estructura bajo el estimulo de la parte interesada en el suministrar los materiales necesarios a la actividad jurisdiccional, donde ella puede instar o iniciar el proceso a través de la correspondiente demanda o solicitud. Por el principio dispositivo se confía a la actividad de las partes tanto el estímulo de la función judicial como la aportación de los materiales sobre los que ha de versar la decisión del Juez. La vigencia de este principio, que se apoya en la consideración de que las pretensiones y defensas que se ventilan en el proceso civil constituyen un mero reflejo de los derechos subjetivos de las partes, y no exceden, por lo tanto, el interés privado de éstas. Artículo 11 CPC. En materia civil el Juez no puede iniciar el proceso sino previa demanda de parte, pero puede proceder de oficio cuando la ley lo autorice, o cuando en resguardo del orden público o de las buenas costumbres, sea necesario dictar alguna providencia legal aunque no la soliciten las partes. En los asuntos no contenciosos, en los cuales se pida alguna resolución, los jueces obrarán con conocimiento de causa, y , al efecto, podrán exigir que se amplíe la prueba sobre los puntos en que la encontraren deficiente, y aún requerir otras pruebas que juzgaren indispensables; todo sin necesidad de las formalidades del juicio. La resolución que dictaren dejará siempre a salvo los derechos de terceros y se mantendrá en vigencia mientras no cambien las circunstancias y no sea solicitada su modificación o revocatoria por el interesado, caso en el cual, el Juez obrará también con conocimiento de causa. Iniciativa. Sin actividad de las partes y el ejercicio de la acción, no habrá litigios. El proceso civil sólo puede iniciarse a instancia de parte. La iniciativa del proceso civil corresponde al actor de la causa de la cual habrá de darse notificación al demandado con el acto de citación. El juez no puede iniciar de oficio la demanda, salvo en caso en que la ley lo autorice para proceder en tal manera. Impulso procesal. Las partes tienen el deber de impulsar su causa hasta su conclusión, originándoles una carga procesal a estas, cuyo incumplimiento se sanciona con perención de la instancia. El principio dispositivo también incide en el impulso procesal, o sea en la actividad que es menester cumplir a fin de que, una vez puesto en marcha el proceso mediante la interposición de la demanda, aquél pueda superar los distintos períodos o etapas de que se compone y que lo conducen hacia la decisión final. Con relación a este aspecto, la doctrina suele referirse a los principios de impulso de parte (o autónomo) y de impulso oficial. Existe una estrecha vinculación de la necesidad del impulso de parte con el principio dispositivo. En la actualidad el impulso oficial rige en todos los procesos para que el proceso se desarrolle por sus fases normales. Adviértase, con todo, que el impulso de oficio no se refiere a la continuación del proceso mediante los recursos o a la ejecución del fallo. El Juez es el Director del proceso, pero es carga de las partes impulsarlo para evitar la perención. Interés jurídico actual. La ley exige que el actor tenga interés jurídico actual en el proceso. Ahora se estatuye que tal interés puede consistir en la necesidad de obtener la mera declaración de la existencia o inexistencia de un derecho o de una relación jurídica. Disponibilidad Material. Interpuesta de demanda el actor puede desistir de la misma, en lo referido a la acción como en el procedimiento y el demandado convenir en ella, terminando el proceso mediante la transacción. Iniciado el proceso, el órgano judicial se halla vinculado por las declaraciones de voluntad de las partes relativas a la suerte de aquél o tendientes a la modificación o extinción de la relación de derecho material en la cual se fundó la pretensión: - El actor se encuentra facultado para desistir de la pretensión o del derecho. - El demandado puede allanarse a la pretensión del actor. - Ambas partes pueden transigir, conciliarse, o someter el pleito a la decisión de árbitros o amigables componedores. - Sólo a instancia de parte interesada se procede a la ejecución de la sentencia. Pruebas. Las partes tiene la carga de prueba, pudiendo evacuarlas fuera de los lapsos establecidos en la Ley, siempre que exista la concurrencia de las partes, de convenir sobre cualquiera de las promovidas e incluso hacer suprimir el lapso de las pruebas por no considerarlo necesario. Límites de la sentencia. El administrador de justicia debe acordar la decisión de acuerdo a lo alegado y probado en la secuela del proceso. El principio dispositivo impone la regla de que son las partes, exclusivamente, quienes determinan el thema decidendum, pues el órgano judicial debe limitar su pronunciamiento tan sólo a lo que ha sido pedido por aquéllas. A las partes incumbe, en otras palabras, fijar el alcance y el contenido de la tutela jurídica incurriendo en incongruencia el juez que, al fallar, se aparta de las cuestiones incluidas en la pretensión del actor y en la oposición del demandado. Aportación de los hechos. Como natural derivación del principio de congruencia, la aportación de los hechos en que aquéllas funden sus pretensiones y defensas es actividad privativa de las partes. Le esté vedada al juez la posibilidad de verificar la existencia de hechos no afirmados por ninguno de los litigantes. El juez carece de facultades para esclarecer la verdad de los hechos afirmados por una de las partes y expresamente admitidos por la contraria. Aportación de la prueba. La vigencia estricta del principio dispositivo, finalmente, requeriría que se confiase exclusivamente a la iniciativa de las partes la posibilidad de aportar la prueba necesaria para acreditar los hechos controvertidos. Determinación del derecho aplicable. Iura Novit curia y da mihi factum dabo tibi ius ponen de manifiesto el deber y facultad del juez, primero, de conocer el derecho y, segundo, de aplicar en el caso concreto que juzga la norma adecuada. Los Tribunales no tienen ni necesidad ni obligación de ajustarse, en los razonamientos jurídicos que les sirven para motivar sus fallos, a las alegaciones de derecho de las partes, y pueden basar sus decisiones en fundamentos jurídicos distintos. Sujeción al título de la pretensión. El título o causa consiste en los hechos jurídicamente calificados, por tanto comprende elementos de hecho y de derecho. - Teoría de la substanciación. Es indispensable exponer en el libelo la relación de los hechos de los cuales puede deducirse la existencia de la pretensión, de su violación por el demandado o de su amenaza o incertidumbre, es decir, la exposición de los hechos que constituyen el supuesto de la norma. - Teoría de la individualización. Basta indicar en el libelo cuál es la relación jurídica que se hace valer en juicio: compraventa, arrendamiento. Inquisitivo----Autos para mejor proveer------Diligencias Probatorias. Parte de la actividad oficiosa probatoria del operador de justicia. Artículo 401 CPC. Concluido el lapso probatorio, el Juez podrá de oficio ordenar la práctica de las siguientes diligencias: 1. Hacer comparecer a cualquiera de los litigantes para interrogarlos libremente, sin juramento, sobre algún hecho que aparezca dudoso u oscuro. 2. Exigir la presentación de algún instrumento de cuya existencia haya algún dato en el proceso y que se juzgue necesario. 3. La comparecencia de algún testigo que habiendo sido promovido por alguna de las partes, sin embargo, no rindió oportunamente su declaración, o la de cualquier otro que sin haber sido promovido por las partes, aparezca mencionado en alguna prueba o en cualquier acto procesal de las partes. 4. Que se practique inspección judicial en algún lugar, y se forme un croquis sobre los puntos que se determinen; o bien se tenga a la vista un proceso que exista en algún archivo público y se haga certificación de algunas actas, siempre que en el pleito de que se trate haya alguna mención de tal proceso y tengan relación el uno con el otro. 5. Que se practique alguna experticia sobre los puntos que determine el Tribunal, o se amplíe o aclare la que existiere en autos. El auto en que se ordenen estas diligencias, fijará el término para cumplirlas y contra él no se oirá recurso de apelación. Cumplidas las diligencias, se oirán las observaciones de las partes en el acto de informes. A el Juez se le atribuye la potestad probatoria ex officio, para la práctica de diligencias que propendan a la búsqueda de la verdad en el asunto sometido a su conocimiento, y de esa manera cumplir su obligación de impartir justicia como valor esencial del proceso, además dicha potestad lleva consigo el deber del Juez de no ser mero espectador en el proceso, sino su conductor, el cual está facultado para ejercer prudencialmente tal facultad probatoria de oficio, en los términos establecidos en la ley. Artículo 514 CPC. Después de presentados los informes dentro del lapso perentorio de quince días, podrá el Tribunal, si lo juzgare procedente, dictar auto para mejor proveer, en el cual podrá acordar: 1. Hacer comparecer a cualquiera de los litigantes para interrogarlos sobre algún hecho importante del proceso que aparezca dudoso u obscuro. 2. La presentación de algún instrumento de cuya existencia haya algún dato en el proceso, y que se juzgue necesario. 3. Que se practique inspección judicial en alguna localidad, y se forme un croquis sobre los puntos que se determinen, o bien, que se tenga a la vista un proceso que exista en algún archivo público, y se ponga certificación de algunas actas, siempre que en el pleito de que se trate haya alguna circunstancia de tal proceso y tengan relación el uno con el otro. 4. Que se practique alguna experticia sobre los puntos que fije el Tribunal, o se amplíe o aclare la que existiere en autos. En el auto para mejor proveer, se señalará término suficiente para cumplirlo. Contra este auto no se oirá recurso alguno; cumplido que sea, las partes podrán hacer al Tribunal, antes del fallo, las observaciones que crean pertinentes respecto de las actuaciones practicadas. Los gastos que ocasionen estas actuaciones serán a cargo de las partes de por mitad, sin perjuicio de lo que se resuelva sobre costas. El Auto para mejor proveer se instituye como las medidas tomadas de oficio por los jueces, para ilustrar su criterio, aclarar conceptos dudosos y poder sentenciar con precisión, y en ellas no tienen por qué intervenir las partes, pudiendo los jueces hacer el interrogatorio, si lo creyeren conveniente, pero nunca para que las partes, hagan valer derecho, de repreguntas, de que carecen. El Auto para mejor proveer son providencias que el juzgador puede dictar de oficio, en ejercicio de sus facultades discrecionales, cuando su prudente arbitrio lo determine conveniente, y sin que pueda considerársele obligado a resolver en forma alguna, cuando unas de las partes requiera que sea dicho un auto. El Juez si lo juzga precedente podrá dictar auto para mejor proveer, en el cual podrá acordar, entre otras medidas, la presentación de algún instrumento de cuya existencia haya algún dato en el proceso y que juzgue necesario, teniendo presente lo dispuesto en el articulo 12 CPC, sin extremar o excederse de los limites que le impone dicha norma. Artículo 12 CPC. Los jueces tendrán por parte de sus actos la verdad, que procurarán conocer en los límites de su oficio. En sus decisiones el Juez debe atenerse a las normas del derecho a menos que la Ley lo faculte para decidir con arreglo a la equidad. Debe atenerse a lo alegado y probado en autos, sin poder sacar elementos de convicción fuera de éstos ni suplir excepciones o argumentos de hecho no alegados ni probados, El Juez puede fundar su decisión en los conocimientos de hecho que se encuentren comprendidos en la experiencia común o máximas de experiencia. En la interpretación de contratos o actos que presenten oscuridad, ambigüedad o deficiencia, los jueces se atendrán al propósito y a la intención de las partes o de los otorgantes, teniendo en mira las exigencias de la ley, de la verdad y de la buena fe. Iura Novit Curia. Parte del conocimiento que tiene y debe tener el operador de justicia sobre el derecho (temas). Aplicación de las normas de derecho contentiva de la consecuencia jurídica que resuelve el caso concreto sometido a la jurisdicción y calificar jurídicamente los hechos que le presentan las partes. Es un principio jurídico del derecho procesal que indica que el Juez es conocedor del derecho, y lo obliga a decidir de acuerdo a las normas legales, aún cuando las partes no hayan expresado las leyes en que fundan sus derechos subjetivos, o hayan invocado normas jurídicas distintas a las que el Juez considera aplicables al caso concreto, de acuerdo a los hechos relatados y a las pruebas ofrecidas, siempre sin dictar sentencia sobre hechos no peticionados por las partes. El Juez debe aplicar el derecho, haciendo la calificación jurídica adecuada de los hechos. El Juez según Calamandrei, es servidor de la ley y su fiel intérprete, por supuesto inspirado por otros principios como el de la equidad, pues las leyes son abstractas, y el Juez debe aplicarlas adecuándolas a la situación fáctica a resolver y eligiendo entre ellas, si hay varias, la más adecuada a resolver la cuestión. Igualdad de la Partes------Arts. 49.1 – 21 CRBV. Garantía procesal constitucional en aras a la defensa como un derecho inviolable en todo estado y grado del proceso, correspondiendo a los operadores de justicia garantizarlo sin preferencia ni desigualdades. Artículo 15 CPC. Los Jueces garantizarán el derecho de defensa, y mantendrán a las partes en los derechos y facultades comunes a ellas, sin preferencia ni desigualdades y en los privativos de cada una, las mantendrán respectivamente, según lo acuerde la ley a la diversa condición que tengan en el juicio, sin que puedan permitir ni permitirse ellos extralimitaciones de ningún género. La igualdad de las partes se estructura como aquel carácter consagratorio de la salvaguarda del denominado equilibrio procesal, es un principio de rango constitucional conocido como el derecho a la defensa, por lo que los jueces deben mantener a las partes en igualdad de condiciones, lo que se traduce en que, cuando se origina la ruptura de este equilibrio el Juez incurre en indefensión. Se debe conceder a las partes de un proceso los mismos derechos, posibilidades y cargas, de modo tal que no quepa la existencia de privilegios ni en favor ni en contra de alguna de ellas. La igualdad de las partes no puede lograrse estableciendo desigualdades procesales de signo contrario, sino favoreciendo las instituciones que puedan servir para poner a la parte socialmente más débil en condiciones de paridad, y desechar aquellas otras que contribuyen a convertir la igualdad de derecho en desigualdad de hecho. Po su lado, el derecho de defensa que tiene el litigante de que toda petición o pretensión debe serle comunicada a la otra parte para que tenga conocimiento de ella, de forma que pueda conocerla con el examen del expediente. Tal igualdad procesal no es igualdad aritmética sino de mera posibilidad de conocimiento, de forma que, por ejemplo, basta que la contraparte pueda conocer el escrito de promoción de pruebas, para que se esté dentro de la igualdad procesal. Inmediación. El Principio de Inmediación, tiene por objeto que el Juez quien va en definitiva a resolver el conflicto de intereses o la incertidumbre jurídica, tenga el mayor contacto posible con todos los elementos subjetivos (intervinientes) y objetivos (documentos) que conforman el proceso. La cercanía puede proporcionar mayores o mejores elementos de convicción para expedir un fallo que se adecue a lo que realmente ocurrió. De acuerdo a Chiovenda, que el Juez que deba pronunciar la sentencia haya asistido al desarrollo de las pruebas de las cuales debe derivar su convencimiento; por el contrario, cuando el criterio u opinión del tribunal se forma bajo el influjo de comunicaciones preparadas por un tercero, entonces el procedimiento puede decirse de mediación y no de inmediación. El Juez que sentencia el fondo debe haber asistido al desarrollo de las pruebas, que haya entrado en relación directa con las partes, con los testigos, con los peritos y con los objetos del juicio, de modo que pueda apreciar las declaraciones de tales personas y la condición de las personas, a base de la inmediata impresión recibida de ellos, y no a base de la relación ajena. Al optar por la inmediación, se ha privilegiado también la oralidad, el medio por el cual se produce el contacto directo entre el Juez y los protagonistas directos o indirectos del proceso. Artículo 16 COPP. (Comentario). Los operadores de justicia que ha de pronunciar la sentencia definitiva deben presenciar ininterrumpidamente, el debe y la incorporación de las pruebas de las cuales tienen su convencimiento, Este principio es la consecuencia de la oralidad y presupone un trato directo e inmediato con el proceso y las pruebas que se aporten al mismo. Concentración y Contradicción. El Principio de Concentración, es una consecuencia lógica del principio anterior. Es imprescindible regular y limitar la realización de actos procesales, promoviendo la ejecución de estos en momentos estelares del proceso. El principio de contradicción está estrechamente relacionado con el planteamiento de Couture: el debido proceso legal incluye, el derecho a ser notificado con suficiente anticipación para preparar la defensa, derecho a alegar, derecho a la prueba; además del derecho a ser juzgado por un juez natural. El principio de concentración parte del examen de la causa que se debe realiza en un período único, en una audiencia o en pocas audiencias, en tanto que existirá fraccionamiento si los actos del proceso se desarrollan en períodos sucesivos de tiempo diferenciados entre sí. En nuestro proceso rige el principio de fraccionamiento, caracterizado por el orden consecutivo legal con fases de preclusión, caracterizado por la caducidad de la oportunidad de realizar las actuaciones un vez vencido el período para ello. Acumulación----Conexión Procesal (Relación) Es aquella figura procesal cuyo fin es lograr el desarrollo, en un solo proceso, de una serie de acciones que no sean compatibles entre sí, que nazcan de un mismo título o estén fundadas en un mismo pedimento, cuyos titulares pueden ser varias personas. (Acumulación de causas o de pretensiones). 1.- Inicial. Referida a la que se realiza desde el momento de inicio de la demanda, un conjunto de pretensiones no excluyentes ni incompatibles en su procedimiento, para que sean tramitadas y decididas en un mismo proceso judicial (acumulación de pretensiones). Artículo 77 CPC. El demandante podrá acumular en el libelo cuantas pretensiones le competan contra el demandado, aunque deriven de diferentes títulos. Acumulación de Pretensiones simple. Es aquella que se produce cuando el accionante reúne en su demanda un conjunto de pretensiones concurrentes, que serán analizadas y decididas en manera sincrónica en la decisión definitiva para su satisfacción en el caso de proceder, según a lo alegado y probado. Acumulación Eventual o Subsidiaria. Se produce cuando el libelo de la demanda se reúnen un conjunto de pretensiones sucesivas, para que sean resueltas unas luego de las otras, en la medida en que sean acogidas o rechazadas las pretensiones primarias. 2.- Sucesiva. Es aquella que se genere de iniciado el proceso judicial, mediante el ejercicio de varias demandas conexas, bien ante el mismo órgano jurisdiccional, bien ante órganos jurisdiccionales diferentes, lo que se conoce en el marco como la (acumulación de autos o procesos). Artículo. 79 CPC. (Acumulación por conexión o continencia). En los casos de los artículos 48 y 51, habiendo quedado firme la declaratoria de accesoriedad, de conexión, o de continencia, las causas se acumularán y se seguirán en un solo proceso ante el Juez declarado competente, y se suspenderá el curso de la causa que estuviere más adelantada hasta que la otra se halle en el mismo estado, terminándolas con una misma sentencia. Artículo. 80 CPC. (Acumulación facultativa, de autos, legal, sucesiva, de procesos). Si un mismo Tribunal conociere de ambas causas, la acumulación podrá acordarse a solicitud de parte, con examen de ambos autos, en el plazo de cinco días a contar de la solicitud. La decisión que se dicte será impugnable mediante la solicitud de la regulación de la competencia. Artículo. 81 CPC. No procede la acumulación de autos o procesos: 1º Cuando no estuvieren en una misma instancia los procesos. 2º Cuando se trate de procesos que cursen en tribunales civiles o mercantiles ordinarios a otros procesos que cursen en tribunales especiales. 3º Cuando se trate de asuntos que tengan procedimientos incompatibles. 4º Cuando en uno de los procesos que deban acumularse estuviere vencido el lapso de promoción de pruebas.5º Cuando no estuvieren citadas las partes para la contestación de la demanda en ambos procesos. Esta figura de acumulación de causas, consiste en la unificación dentro de un mismo expediente, de causas que revisten algún tipo de conexión, para que sean decididas en una sola sentencia. Se encuentra dirigida a evitar el pronunciamiento de sentencias contradictorias sobre un mismo asunto y también a garantizar los principios de celeridad y economía procesal. Inepta Acumulación. Artículo 78 del CPC. No podrá acumularse en el mismo libelo pretensiones que se excluyan mutuamente o que sean contrarias entre sí; ni las que por razón de la materia no correspondan al conocimiento del mismo Tribunal; ni aquéllas cuyos procedimientos sean incompatibles entre sí. Sin embargo, podrán acumularse en un mismo libelo dos o más pretensiones incompatibles para que sean resueltas una como subsidiaria de otra siempre que sus respectivos procedimientos no sean incompatibles entre sí. La pretensión procesalmente, es aquella que se configura en tantas peticiones como el demandante considere en un mismo libelo siempre que no incurran en las causales de exclusión que establece el art 78: 1.- Que se contradigan o sean contrarias entre sí (divorcio y nulidad en el miso libelo), (cumplimiento de contrato de arrendamiento y la resolución). 2.- Aquellas que por la materia no correspondan al mismo órgano o tribunal (acumular la pretensión de que se pague una cantidad de dinero y al mismo tiempo solicitar el divorcio) (pedir una reivindicación de un bien inmueble urbano y al mismo tiempo demandar el Derecho de servidumbre de paso de un predio rústico cuando es materia agraria). 3.- Aquellos cuyo procedimiento es distinto (pedir el deslinde con una prescripción adquisitiva) (pretender acumular un procedimiento de intimación con uno de ejecución de hipoteca) (divorcio con separación de cuerpos). Sin embargo hay una salvedad, se podrá proponer (según la última parte del artículo) aún cuando tengan distintos procedimientos si una se opone como subsidiaria de la otra, sin embargo al final tiene una condición y es que no sean incompatibles entre sí. La doctrina establece que, no son acumulables las acciones o pretensiones que tengan procedimientos legales incompatibles entre sí. La unidad de procedimiento es una característica de la acumulación en general, y cuando a cada pretensión corresponde un procedimiento incompatible con el de la otra, aquella unidad no puede lograrse y la acumulación por tanto no es posible. Así, una pretensión de reivindicación de un inmueble, no puede acumularse con otra de ejecución de hipoteca, porque la primera tiene un procedimiento ordinario y la segunda se sigue por uno especial. La exigencia de la unidad del procedimiento es de tal entidad en esta materia, que si bien se permite la acumulación subsidiaria de dos o más pretensiones incompatibles entre sí, esta acumulación tampoco es posible cuando no hay unidad de procedimientos, en donde la acumulación de acciones es de eminente orden público. Preclusión--------Etapas Procesales---Art. 202 C.P.C. La preclusión es el agotamiento del derecho o facultad procesal por el transcurso del tiempo o algún acto incompatible. Para Couture (1981) es la extinción, clausura o caducidad del derecho para realizar un acto procesal, por prohibición de ley, transcurso de la oportunidad para verificarlo o realización de algo incompatible. Este principio procesal presupone, que el juicio se divide en etapas, cada una de las cuales requiere la clausura de la anterior, sin posibilidad de renovarla. Se está entonces frente a las distintas fases de latramitación o del procedimiento, que requieren fijeza y temporalidad para impedir que la parte negligente o malintencionada no supere la iniciación ni disponga de medios para dilatar indefinidamente la resolución definitiva sobre el litigio. Artículo 202 CPC. Los términos o lapsos procesales no podrán prorrogarse ni abrirse de nuevo después de cumplidos, sino en los casos expresamente determinados por la Ley, o cuando una causa no imputable a la parte que lo solicite lo haga necesario. Parágrafo Primero. En todo caso en que el curso de la causa quede en suspenso por cualquier motivo, la causa reanudará su curso en el mismo estado en se encontraba al momento de la suspensión. Parágrafo Segundo. Pueden las partes, de común acuerdo, suspender el curso de la causa por un tiempo que determinarán en acta ante el Juez. La preclusión es lo contrario al desenvolvimiento discrecional, ya que en un proceso discrecional, siempre es posible retroceder a etapas ya cumplidas en cambio, cuando se extingue la oportunidad procesal para realizar un acto, éste no podrá realizarse más. El principio de la preclusión de los lapsos procesales, se fundamenta en el cual cada lapso no puede prorrogarse ni abrirse de nuevo después de cumplido este, por cuanto ello es una las garantías del debido proceso, que permite a las partes ejercer su defensa en igualdad de circunstancias y en pleno conocimiento de los actos ya cumplidos dentro del proceso. Partes a Derecho. Previsto en el art. 26 del C.P.C, plantea que las partes quedan a derecho, una vez realizada la citación para la correspondiente contestación de la demanda. Lo contenido en este dispositivo, significa que bastará con una sola citación para la contestación, salvo disposición en contrario prevista de forma especial en la ley. Cuando se hace referencia de esta verbigracia, estamos en presencia de una excepción expresa, como sucede en el art. 251 eiusdem, con relación a la sentencia dictada fuera del lapso de diferimiento ó en el art. 233 respecto a las notificaciones que se hacen imprescindibles para la continuación del juicio o la realización de algún acto del proceso. Este principio, característico del proceso venezolano proviene de regulaciones del proceso romano canónico aplicables en caso de que las partes no residieran en el lugar sede del tribunal. No se fundamenta, como se cree generalmente, en una presunción o ficción de conocimiento por las partes de todo cuanto vaya aconteciendo en el proceso, sino en el hecho de considerarse políticamente suficiente a la finalidad integral del proceso, instaurar una vez por todas el contradictorio y la audiencia bilateral con el emplazamiento, creándose así en la conducta de los litigantes una situación jurídica, general y permanente. Esta situación jurídica implica la carga de realizar en el proceso los actos de impulso procesal que estimen convenientes y provechosos a sus pretensiones. Artículo. 26 CPC. Hecha la citación para la contestación de la demanda las partes quedan a derecho, y no habrá necesidad de nueva citación para ningún otro acto del juicio, a menos que resulte lo contrario de alguna disposición especial de la ley. Artículo. 233 CPC. Cuando por disposición de la ley sea necesaria la notificación de las partes para la continuación del juicio, o para la realización de algún acto del proceso, la notificación puede verificarse por medio de la imprenta, con la publicación de un Cartel en un diario de los de mayor circulación en la localidad, el cual indicará expresamente el Juez, dándose un término que no bajará de diez días. También podrá verificarse por medio de boleta remitida por correo certificado con aviso de recibo, al domicilio constituido por la parte que haya de ser notificada, conforme al artículo 174 de este Código, o por medio de boleta librada por el Juez y dejada por el Alguacil en el citado domicilio. De las actuaciones practicadas conforme a lo dispuesto en este artículo dejará expresa constancia en el expediente el Secretario del Tribunal. Artículo. 251 CPC. El pronunciamiento de la sentencia no podrá diferirse sino por una sola vez, por causa grave sobre la cual el Juez hará declaración expresa en el auto de diferimiento, y por un plazo que no excederá de treinta días. La sentencia dictada fuera del lapso de diferimiento deberá ser notificada a las partes, sin lo cual no correrá el lapso para interponer los recursos. El proceso civil venezolano, como todo proceso inspirado en los postulados de la filosofía política liberal e individualista, se encuentra dominado por el principio dispositivo y el impulso de parte, pero se halla también movido en su desarrollo por un cierto impulso legal que lo hace recorrer automática y cronológicamente una serie de fases o estados preclusivos que de manera armónica se suceden unos a otros, desde el que se inicia con la presentación de la demanda hasta que se cierra con la sentencia ejecutoriada y firme. La organización interna de los Tribunales y sus métodos oficiales de trabajo permiten que el sistema que consagra el principio funcione acabadamente. En efecto, toda diligencia o actuación, sea de las partes o del Tribunal en las variadas manifestaciones de sus funcionarios y auxiliares (Juez, Secretario, Alguacil), debe quedar consignada o protocolizada en las actas del expediente que forma la causa; y el Secretario está, además, obligado por su oficio a llevar en la forma más ordenada, escrupulosa y sencilla un Libro Diario en el cual se hace referencia, día por día, audiencia por audiencia, de los escritos y diligencias verbales que hagan las partes en los distintos procesos, así como de las resoluciones dictadas por el Tribunal en los mismos, cualesquiera que ellas sean (fijación de audiencia para recibir posiciones juradas, juramentos, deposición de testigos, decretos, autos, sentencias.), lo que permite a las partes o a sus apoderados la posibilidad real de tener un conocimiento rápido e inmediato de los escritos y diligencias de la contraria y de los distintos actos judiciales que se hayan practicado o deban practicarse en el juicio. La Secretaría del Tribunal, encargada de llevar el Libro Diario, tiene el deber de mostrarlo a la parte que lo requiera, y ésta puede instruirse de lo sucedido en el proceso con el examen directo del expediente y solicitar información directa y personal del Secretario. Ese libro oficial hace fe pública de sus asientos y sirve, además, para facilitar y verificar el cómputo de los lapsos judiciales. El principio de que las partes están a derecho encuentra así en ese sistema de publicidad un medio práctico y cómodo de funcionamiento, correspondiendo a la diligencia de los litigantes o de sus patrocinantes el estar debidamente enterados de todo cuanto se vaya practicando en la tramitación del juicio. Además de haberse suprimido una serie de diligencias: (escritos de conclusión para prueba o definitiva, acusación de rebeldía, escrito de bien probado y otros trámites innecesarios), la rémora de las incesantes notificaciones se halla literalmente eliminada, comprendida aun aquélla de las notificaciones para publicación de sentencias definitivas, las cuales producen desde la fecha de su publicación todos sus efectos, incluso el de empezar a correr los lapsos para su aclaración o impugnación. Los numerosos traslados que embarazaban el proceso civil común y entorpecen todavía los sistemas de muchos ordenamientos procesales modernos, han desaparecido del venezolano, gracias a la aplicación de ese sabio principio que ha dado resultados satisfactorios. Teniendo las partes en todo momento fácil e inmediato acceso al expediente, al Libro Diario y a la Secretaría del Tribunal, se encuentran en condiciones de vigilar y seguir paso a paso la marcha del juicio, estableciéndose así un excelente medio de publicidad-noticia de todo cuanto sucede en el mismo. En tal sistema cada parte sólo podrá imputar a su propia incuria el perjuicio que pueda sobrevenirle por ignorar una solicitud o diligencia de la contraria, por dejar de asistir a un acto en cuya práctica tenga interés para hacer valer sus derechos, por desconocer que el Tribunal ha dictado un auto interlocutorio o pronunciado sentencia definitiva (principio de la responsabilidad procesal). Nuestro derecho, siguiendo al procesal común en este punto, acoge el sistema de la citación mediata. El Juez es quien da la orden de comparecencia al demandado (acto de la citación propiamente dicho), y el Alguacil es quien la notifica o insinúa, de modo tal que la citación (lato sensu) está integrada por dos actos significativos emanados cada uno de dos funcionarios judiciales distintos. La notificación en este caso, no constituye un acto judicial autónomo sino que es típicamente instrumental, en el sentido de que funciona en la economía del proceso como el medio legal para que las consecuencias jurídicas del acto propio de citación, que la condiciona y temporalmente, alcance la plenitud de su eficacia. Si el análisis que antecede permite ver en la citación un acto subjetivamente complejo (Juez-Alguacil), integrado por dos momentos, la síntesis dialéctica que en el proceso se cumple hace siempre referencia; en su expresión pragmática, a la citación como acto único y acabado, lo que no impide que normas especiales puedan tomar en consideración, para ciertos efectos, uno u otro momento. Como quiera que la relación jurídica procesal se resuelve y analiza en una serie ininterrumpida de situaciones procesales, el principio de que las partes "están a derecho" expresa acabadamente la idea de que por el solo hecho de emplazamiento viene a pesar sobre ellas, sin ulterior requisito de notificación alguna, la carga de realizar en el proceso los varios actos de impulso procesal que estimen convenientes y provechosos a sus pretensiones. Se crea así, técnicamente, una carga genérica de concurrir al Tribunal que condiciona, a lo menos de hecho, las distintas cargas procesales propias y particulares (stricto sensu). Este criterio un tanto pragmático que informa el principio, viene a confirmar en el derecho venezolano la concepción que ve en el proceso una relación jurídica unitaria, pues sólo con esa visión integral es que puede concebirse razonablemente, dentro de la ontología y teleología del proceso, que los sujetos que lo integran puedan estar a derecho. El principio de que las partes están a derecho expresa un postulado de carácter formal, esto es, con entera independencia de la existencia o no existencia de la pretensión actora, del derecho sustancial afirmado en la demanda y de la condición de las partes de ser o no ser los legítimos contradictores en el juicio respectivo. Buena Fe. Este principio consiste en revestir a las sentencias de una calidad especial, en virtud de la cual no se permite que las partes frente a quienes se profiere puedan volver a instaurar un segundo proceso con base en los mismos pedimentos y sobre iguales hechos. Obedece a la necesidad de darles el carácter de definitivo a las sentencias y evitar así que se susciten por las mismas cuestiones otros procesos. Guarda, en cierto sentido, relación con el principio de la preclusión, pues los efectos de ambas se concretan a impedir actuaciones posteriores. La diferencia reside en que la cosa juzgada tiene efectos fuera del proceso, mientras que la preclusión obra dentro de este y con respecto a una etapa o estanco. Por ello Chiovenda afirma que la cosa juzgada es la suma preclusione. (Art. 12 CPC - 1160 CCV). Artículo. 1160 CCV. Los contratos deben ejecutarse de buena fe y obligan no solamente a cumplir lo expresado en ellos, sino a todas las consecuencias que se derivan de los mismos contratos, según la equidad, el uso o la Ley. Principio de Publicidad. Hay que tomarlo en sentido contrario a reservado. La actividad procesal es una función pública, en tal virtud, constituye una garantía de su eficacia de los actos que la conforman se realicen en escenarios que permitan la presencia de quien lo desee. Este principio, admite excepciones, las que van a depender menos del proceso y más de la naturaleza de la pretensión que se discute. Es una consecuencia necesaria de la oralidad. Implica que determinados actos se realicen en audiencia pública donde el pueblo al igual que las partes, puedan presenciar el actuar del tribunal. El fin de la publicidad es poner al alcance de todos los ciudadanos la actividad judicial, darles la oportunidad de conocerla, proporcionándole confianza en la administración de justicia; constituyendo a su vez una garantía de esta función por la crítica y fiscalización que permite. Este principio se encuentra garantizado en el art. 24 del CPC, el cual establece, los lineamientos para la publicidad de los actos procesales, las excepciones que la ley contempla para tal publicidad y la multa que se aplicaría al sujeto que contravenga tales excepciones. De ello, se puede dilucidar, que la publicidad recae sobre la sentencia y los actos que puedan ventilarse en público, pero esto; no constituye que el proceso judicial en pleno y su procedimiento sean completamente públicos, esto va a depender de la naturaleza de la causa y de la etapa que se esté desarrollando. Artículo. 24 CPC. Los actos del proceso serán públicos, pero se procederá a puertas cerradas cuando así lo determine el Tribunal, por motivo de decencia pública, según la naturaleza de la causa. En tal caso, ni las partes ni los terceros podrán publicar los actos que se hayan verificado, ni dar cuenta o relación de ellos al público, bajo multa de un mil a cinco mil bolívares, o arresto hasta por ocho días, penas que impondrá el Juez por cada falta. El estudio de expedientes y solicitudes, la conferencia que tengan los jueces para sentenciar y la redacción del fallo, se harán en privado, sin perjuicio de la publicación de las sentencias que se dictaren. Fuente Bibliográfica. GARCÍA B, DOMINGO. La interpretación constitucional como problema. Agosto 2009. ESCARRÁ, HERNÁN. Principios y Valores en la Constitución de 1999: Su aplicabilidad, Boletín de Derechos Humanos, Centro de Estudios de Derechos Humanos, Universidad Central de Venezuela, Nro.5, Caracas, 2009. HEVIA A OSWALDO. Seminario Doctoral de Epistemología de las Ciencias. Universidad Santa María. Caracas – Venezuela Julio 2010