EL PRIVILEGIO Y EL HONOR DE DEFENDER LA VIDA Ciudad de Alcoy, 19-X-2009, p. 6 Resido en Roma y, desde aquí quiero entrar en el debate sobre el respeto a la vida ante el que nadie con corazón humano puede sentirse indiferente. En la prensa italiana he leído que el Comité de Bioética (ente consultivo independiente y autónomo, pero en conexión con los organismos ministeriales) ha apoyado los puntos más espinosos del diseño de ley sobre el aborto aprobado por el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Toca ahora al Parlamento pronunciarse sobre este proyecto. Dos puntos han provocado una reacción significativa que desembocará en la marcha del 17 de octubre por las calles de Madrid. El primer punto se refiere a la posibilidad para las mujeres mayores de 16 años de interrumpir libremente el embarazo, sin necesidad de informar a sus padres. El Comité razona sobre la cuestión afirmando que la adolescencia es una edad poco propicia para la comunicación familiar y, además, que hay que respetar el derecho a la intimidad y a la protección de los datos personales. La brevedad de este escrito no me permite entrar en mayores explicaciones. Me limito señalar una objeción lógica y otra jurídica. Si la tarea del Estado fuese –como parece en este caso- ratificar situaciones de hecho, esa misma lógica llevaría, en breve, a no considerar delito las evasiones fiscales o a despenalizar el consumo excesivo de alcohol. La objeción jurídica es también bastante clara: parece difícil hacer compatibles el reconocimiento de la autonomía del menor para decidir la interrupción del embarazo con el derecho paralelo de los padres de ser informados; y la facultad de autodeterminación se tiene que componer, obviamente, con el resto del ordenamiento jurídico. El segundo punto hace referencia a la posibilidad de abortar libremente, sin motivos ni restricciones, hasta la semana catorce de la gestación. Para los miembros del Comité, este párrafo del diseño de ley es conveniente para un Estado laicista y neutral, ante las discrepancias que se derivan de las diferentes creencias de los ciudadanos. En diálogo con esta aserción me permito recordar el comentario de Norberto Bobbio, conocedor como pocos de los fundamentos de la política moderna. En una coyuntura análoga, cuando la campaña para el referendum sobre la ley del aborto en Italia estaba en su momento más vivo, advirtió: «Me asombro al ver que los laicistas dejan a los creyentes el privilegio y el honor de afirmar que no se debe matar» (Corriere della sera, 6-IV-1981). En efecto, la defensa de la vida no puede ser punto de discriminación entre creyentes y no creyentes; en todo caso, tendría que ser uno de los motivos más fuertes de convergencia, puesto que pertenece al conjunto de valores que constituyen la humanitas, colocándose más allá de las diferencias culturales. Todo esto hace presumir que el concepto de laicidad que se está esgrimiendo en torno a esta cuestión tiene visos de ser ideológico. Es digno de mención que el único voto contrario a los doce del Comité ha sido el de Cesar Nombela, ex-presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Con lucidez ha explicado que es una contradicción reconocer que la vida inicia con la fecundación y aceptar la posibilidad de eliminarla de modo voluntario. Agradezco a “Ciudad” que este artículo, me permita estar presente de algún modo en la manifestación del 17 de octubre en favor de la vida. Espero también que su lectura contribuya a que algún alcoyano se decida a marchar por las calles de Madrid o haga oír su voz. Es un honor proteger el don primero –el de la vida- que hace posible todo ulterior don. Un honor que deseo de corazón para mi ciudad natal, en la que aprendí a apreciar la vida sin restricciones: la humana y la cristiana, la débil y la vigorosa. Con el paso del tiempo veo con progresiva claridad que es precisamente el saberse fruto de grandes amores –el de Dios, que nunca falla, y el de los padres- lo que permite entenderse a sí mismo y entender la vida. María Ángeles Vitoria Profesora de Filosofía de la Naturaleza Roma e-mail: mavitoria@pusc.it