DIDÁCTICA DE LAS CIENCIAS SOCIALES TEMA 4: PREHISTORIA Y EDAD ANTIGUA Raimundo Antonio Rodríguez Pérez Pedro Miralles Martínez Sebastián Molina Puche Cosme Jesús Gómez Carrasco José Andrés Prieto Prieto José Monteagudo Fernández Francisco de Asís Gomariz Sánchez Francisco Javier Valera Bernal Mateo Férez Martínez Rita María Matencio López PREHISTORIA La Prehistoria abarca desde que aparecieron los primeros seres humanos hasta que aprendieron a escribir, cuando comienza la Historia. La Prehistoria se divide en tres partes. Dos en las que se usaban objetos de piedra, llamadas Paleolítico y Neolítico, y otra donde utilizaban los metales: la Edad de los Metales, que a su vez se divide en Edad del Cobre, del Bronce y del Hierro, por orden de antigüedad. El Paleolítico es la parte más antigua y la más larga. Los hombres vivían en cuevas o al aire libre, cerca de lagos, ríos o playas, y sin un lugar fijo. En esta época se alimentaban cazando, pescando y recogiendo frutos. En el Neolítico aprendieron a cultivar la tierra y a criar animales, apareciendo los primeros poblados estables. Durante el Paleolítico, las especies humanas existentes eran el Homo Habilis y el Homo Erectus, ambas de África. Más tarde apareció en Europa una especia nueva, el Hombre de Neandertal. Se llama así porque se encontraron sus huesos cerca de un río llamado Neander (Alemania). La actual Región de Murcia estuvo habitada por los antepasados de la especie humana desde tiempos remotos. En el yacimiento de Cueva Victoria (Cartagena) se han encontrado fósiles atribuidos a homínidos, de hace aproximadamente 1400000 años. Además es una de las pocas regiones de Europa en la que se localizan tres yacimientos que atestiguan la presencia del Hombre de Neanderthal: Sima de las Palomas (Cabezo Gordo, Torre Pacheco), Cueva Negra (Caravaca de la Cruz) y Cueva Antón (Mula). Existen numerosos abrigos en los que se han conservado pinturas rupestres levantinas, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, junto a las del resto de provincias del área mediterránea española. Destacan las del Monte Arabí (Yecla), el Pelliciego (Jumilla) o el Barranco de los Grajos (Cieza), entre otras. Los hombres prehistóricos representaban a los animales que iban a cazar, en una especie de ritos ancestrales. Se trata de las primeras expresiones artísticas de nuestros antepasados. El descubrimiento de la agricultura y la ganadería fue lo que determina el fin del Paleolítico. Sobre el 10000 a.C., antes se pasó por una etapa llamada Mesolítico, donde se produjo un gran cambio del clima. Se pasó de los fríos glaciares a una tiempo mucho más cálido. Por esto los humanos comenzaron a cambiar su forma de vivir, y probaron nuevas maneras de conseguir alimento. Cuando los hombres de la Prehistoria aprendieron a cultivar la tierra y a criar el ganado, la agricultura y la ganadería hicieron que el hombre se hiciera sedentario. Este fue el comienzo de una nueva etapa, el Neolítico, que llegó a la Península Ibérica hace 7000 años. Crearon los primeros poblados fijos donde vivían siempre, labrando la tierra y criando sus animales. Esta nueva forma de vivir supuso un gran cambio para los seres humanos, después de tantos miles de años yendo de un lado a otro y siendo cazadores-recolectores. Aunque este cambio se produjo de forma lenta, a lo largo del tiempo. A partir de entonces se cultivaban los alimentos, sobre todo cereales. También se descubrió otra cosa muy importante, la cerámica. Se hacían vasos, cuencos, platos y vasijas de barro cocido, que servían para cocinar, comer o guardar la comida. En la Península Ibérica la presencia de homínidos es muy antigua, de hecho era una zona de tránsito entre África y Europa. Destacan los yacimientos de Gran Dolina y Sima de los Huesos en la Sierra de Atapuerca (Burgos), donde se han hallado restos de hace 800000 años, pertenecientes a una nueva especie: el Homo Antecessor, precedente evolutivo del Neanderthal y el Homo Sapiens (nuestra especie). Respecto a los vestigios artísticos más antiguos destacan las pinturas de la Cueva de Altamira, en Cantabria, paradigma del arte rupestre paleolítico, con sus representaciones figurativas de animales, que eran cazados por el hombre: bisontes, caballos, etc. Se pintaban con pigmentos minerales usando los dedos o plumas de ave. La aparición de los metales Un poco después del descubrimiento de la agricultura, la ganadería y la cerámica, durante la parte final de la Prehistoria, el hombre aprendió a usar el metal. En Murcia hace unos 5000 años. Durante el Paleolítico y el Neolítico el hombre fabricó sus objetos con piedra, pero con este nuevo invento se podían hacer útiles más resistentes. Además se les podía dar la forma que querían calentándolos con fuego, es decir, se podían moldear. Los tres metales que se utilizaron durante esta época fueron el cobre, el bronce y el hierro. El cobre fue el primero en usarse, hasta que se descubrió que si lo mezclaban con otro metal llamado estaño, se formaba el bronce, que es mucho más duro. Durante esta Edad del Cobre, también llamada Calcolítico, los poblados se hicieron más grandes, defendidos por murallas y torreones de piedra. Vivían en cabañas con forma de círculo, hechas con barro y con tejado de ramas. Estos poblados se colocaban cerca del agua, de minas de cobre, zonas de caza o donde pastaban los animales. También aparecieron nuevos tipos de cerámica decorada con dibujos, entre ellos el vaso campaniforme, llamado así porque tenía forma de campana. Cuando enterraban a sus muertos en los megalitos (monumentos funerarios construidos con grandes piedras) ponían un ajuar funerario, es decir, toda una serie de objetos como cerámicas, collares o armas. Esto lo hacían porque se creía que el hombre las iba a necesitar en la otra vida, después de su muerte. Todo esto fue así hasta hace unos 4000 años, cuando el hombre aprendió a utilizar el bronce. Será la Edad del Bronce, en Murcia llamada Cultura Argárica. Una imponente ciudad argárica a la que se viene comparando con la propia Troya es el yacimiento arqueológico de La Bastida, en Totana, ubicada en un cerro fortificado habitado durante más de 700 años (del 2200 a.C., al 1500 a.C.). Entre las diversas hipótesis planteadas por los investigadores está la del colapso por agotamiento de los recursos de los que dependía. Con la Edad del Bronce surgen las primeras sociedades con una cierta jerarquía social, aparecen unas nuevas élites con individuos que ejercen el poder de forma individual (jefes) o en grupo reducido (aristocracia). Son guerreros que se “especializan” en funciones políticas. Otras novedades son el nacimiento de un artesanado especializado en el trabajo del metal. La base de la riqueza es la agricultura, que es más productiva por los nuevos sistemas de explotación de la tierra además de la extensión de la superficie cultivable. Surgen las primeras ciudades. Este momento de la Prehistoria fue muy importante, sobre todo para la Península Ibérica. No solo por el descubrimiento y uso del bronce, sino también por otras cosas como el aumento del número de seres humanos, el desarrollo de la industria textil, el crecimiento de los poblados, la aparición de jefes en la sociedad, la mejora de la ganadería y la agricultura, el desarrollo de las formas de enterramiento o el comercio. Aparece lo que se llama la sociedad jerarquizada o de jefatura, es decir, que había una serie de jefes en cada poblado, que eran guerreros, y mandaban sobre el resto de las personas. Éstos se diferenciaban por sus casas más grandes y situadas en las zonas altas más protegidas, pero también porque tenían armas y objetos de lujo, con los que eran enterrados al morir. Los hombres y las mujeres también se repartieron el trabajo, dedicándose los primeros a la ganadería, la caza, la minería y el comercio. Mientras que la mujer se ocupaba de la casa, de cultivar la tierra y de fabricar las cerámicas. La agricultura, que había sido descubierta por lo menos seis mil años antes, se mejoró. Lo que más cultivaban era cereales, como trigo o cebada, pero también se sabe que comían legumbres, como lentejas, garbanzos o guisantes. Para recoger el cereal se utilizaban unas herramientas llamadas hoces. Éstas estaban hechas de madera, a las que se enganchaban trozos de piedra, llamados dientes o sierras de hoz. El cereal se almacenaba en grandes tinajas, y se tostaba para después molerlo con los molinos de mano, que eran una piedra plana sobre el suelo, donde se trituraba el grano con otra piedra redondeada. Así hasta que se hiciera harina, que después se utilizaba para hacer pan, cociéndolo en hornos. También se practicaba la ganadería, sobre todo en aquellos poblados situados en las montañas y que no tenían tierra que cultivar. ANTIGÜEDAD A principios del I milenio a.C., el contacto entre pueblos indoeuropeos, llegados a la Penísula Ibérica a través de los Pirineos, y de colonizadores procedentes del Mediterráneo oriental dio lugar a la aparición de dos grandes culturas: celtas e íberos. Los celtas eran ganaderos y agricultores nómadas que conocían la metalurgia del hierro, aunque parece no usaban monedas ni conocían la escritura. Vivían en tribus, diseminadas en poblados con casas de adobe o piedra. Eran muy belicosos y solían trabajar como mercenarios. Se asentaron en el norte y oeste de la Península, mezclándose en la zona de la Meseta con pueblos autóctonos, dando lugar a a la cultura celtibérica. Los historiadores llaman íberos a los pueblos que vivían en las costas del mar Mediterráneo entre 2600 y 2000 años atrás. Estos íberos eran los descendientes de los antiguos habitantes prehistóricos de la península Ibérica que entraron en contacto con grupos de comerciantes de otros lugares del Mediterráneo. Los comerciantes, que venían aquí en busca de metales y cereales, pertenecían a pueblos mucho más desarrollados, como los fenicios, los griegos y los cartagineses. Los poblados íberos de Bolvax, en Cieza, junto al río Segura, y Villaricos, en Caravaca, junto al río Quípar, son dos buenos ejemplos con los que cuenta la Región de Murcia. Ambos poblados estaban estratégicamente situados junto al curso de los ríos y sus fuertes de murallas de piedra y adobe les permitía defenderse y controlar el territorio. Gracias a los restos que se han encontrado en poblados como Coimbra del Barranco Ancho, en Jumilla, o los Molinicos, en Moratalla, los historiadores y arqueólogos saben cómo los íberos construían sus viviendas. Los pueblos íberos estaban organizados en tribus. Cada tribu habitaba un determinado territorio y tenía una ciudad reconocida como capital. El territorio de la actual Región de Murcia fue habitado por varias de estas tribus íberas, algunas de ellas con extraños nombres, como por ejemplo: mastienos, deitanos, bastetanos y contestanos. La sociedad estaba dividida en varios grupos en función de la riqueza y el poder político y militar. Las tribus estaban gobernadas por un rey o régulo, que era el jefe militar. A continuación se encontraban los nobles, que eran los propietarios de las mejores tierras. Por debajo de ellos se situaban los guerreros, que tenían mucho prestigio. El resto de la población estaba formada por campesinos, comerciantes, artesanos y esclavos, que, por lo general, eran prisioneros de guerra. Los pueblos íberos vivían, sobre todo, de la agricultura y de la ganadería. Los cultivos de secano como el trigo, la vid y el olivo, fueron la base de su alimentación, aunque también conocían la agricultura de regadío y cultivaron hortalizas y árboles frutales. Los íberos fueron los primeros habitantes de la Región de Murcia que conocieron la escritura, pues sus primeros documentos tienen una antigüedad de más 2300 años. Solían ser textos muy breves sobre placas de plomo. Se trata de una escritura misteriosa, ya que todavía no se ha descifrado. Dentro del mundo del arte los íberos destacaron en la escultura y en la decoración con pinturas sobre objetos de cerámica. De este modo, es una de las manifestaciones artísticas más importantes de la Región de Murcia antes de la llegada de los romanos. Sus esculturas las realizaban en piedra. Las figuras más importantes fueron retratos de importantes mujeres, conocidos como damas, que también podrían ser representaciones de diosas o sacerdotisas. Algunas de las damas más conocidas se han encontrado en lugares muy próximos a la Región de Murcia, como la Dama de Elche, en Alicante, la Dama de Baza, en Granada, o la Dama del Cerro de los Santos, en Monteaelgre (Albacete). Las riquezas del actual territorio de la Región de Murcia atrajeron a diversas pueblos. Su franja costera fue lugar idóneo para el comercio de fenicios, cartagineses y romanos, que establecieron colonias. A partir del siglo III a.C. los púnicos ubican su cabecera en la Península Ibérica en Qart Hadast (Ciudad Nueva), fundada por Asdrúbal el 229 a.C. La rivalidad con Roma por dominar el Mediterráneo occidental llevará a esta ciudad a erigirse en protagonista de la segunda guerra púnica. El general romano Publio Cornelio Escipión el Africano conquista el estratégico enclave en el 209 a.C. Desde entonces la ciudad es rebautizada como Carthago Nova y se convertirá en uno de los focos de la romanización en Hispania. La situación estratégica de su puerto natural y la riqueza de sus campos, pesquerías (usadas para obtener salazones y la salsa llamada garum) y subsuelo (plata, plomo, cinc) darán un gran esplendor a la ciudad, en la que sobresalen: Teatro Romano, Foro (Molinete), Augusteum, Casa de la Fortuna y el monumento funerario de Torre Ciega. La citada segunda guerra púnica acabó en torno al 202 a.C., con la victoria romana sobre los cartagineses. Se inicia así la lenta conquista romana de la Península Ibérica, que durará casi dos siglos. Tras la primera fase, que asegura el dominio de la costa oriental peninsular, vendrá un período de luchas contra los pueblos de la Meseta (154-133 a.C.), que acabará tras el largo asedio de la ciudad celtíbera de Numancia (Soria). Poco antes fue asesinado el caudillo lusitano Viriato, apodado Terror Romanorum (terror de los romanos). La tercera y última fase de conquista romana se centra en la zona más septentrional, sometiendo a cántabros y astures a finales del siglo I a.C. Los romanos dividieron la Península Ibérica en varias provincias: Tarraconense, Bética y Lusitana. Ciudades antiguas (Ampurias, Cádiz) prosperaron, al igual que colonias de nueva fundación romana (actuales Mérida, Tarragona, Zaragoza). Las urbes se convirtieron en el centro de la vida política, jurídica, económica y cultural de Hispania, siendo goberandas por medio de consejos (curias) y magistrados elegidos entre los ciudadanos. Agricultura, minería, comercio y pesca experimentaron un gran crecimiento. Para comunicar el territorio, Roma extendió por todo su Imperio, incluida Hispania, una red de comunicaciones, las llamadas vías, entre las que destacaron la Augusta (Ampurias-Cádiz) y la de la Plata (Astorga-Mérida). La huella cultural de Roma en Hispania perdura hasta la actualidad, con acueductos (Segovia, Mérida), teatros (Sagunto, Mérida), puentes (Alcántara), murallas (Lugo), etc. Del latín derivan todas las lenguas peninsulares, excepto el euskera. Roma también obtuvo un gran aporte de personas nacidas en Hispania, con tres emperadores (Trajano, Adriano y Teodosio) y numerosos intelectuales (Séneca, Marcial). Además de Cartagena, en otros lugares de la actual Región de Murcia los romanos también dejaron importantes muestras de su presencia en forma de villas (haciendas agrícolas) y baños termales. Entre las primeras destacan las de Los Torrejones (Yecla), Huerto del Paturro (La Unión), Villaricos (Mula) y La Quintilla (Lorca). De los segundos Alhama (cuyo topónimo significa “baños” en árabe), Fortuna y Archena. Asimismo destaca el templo íberoromano de La Encarnación (Caravaca), en cuyas inmediaciones se encuentran las canteras de donde se extraía la piedra para su construcción. La decadencia del Imperio romano trae consigo las invasiones bárbaras, de vándalos, suevos y alanos. Finalmente serán los visigodos los que dominen la Península Ibérica, durante los siglos VI-VIII. Sin embargo, el sureste peninsular, con Cartagena a la cabeza, estará entre los siglos VI y VII bajo dominio del Imperio Romano de Oriente (Bizancio), quedando restos de muralla y lápidas conmemorativas. Junto a Cartagena destaca la ciudad romano-visigoda de Begastri (Cehegín), que llegó a ser sede episcopal. Glosario Celta: nombre de los pueblos indoeuropeos (procedentes del centro y norte de Europa), que a través de los Pirineos se instalaron en el norte, centro y oeste de la Península Ibérica, a partir del II milenio a.C. Poco desarrollados a nivel cultural, pero dominaban la metalurgia del hierro y eran valerosos guerreros. Edad de los Metales: última etapa de la Prehistoria, que va del IV al I milenio a.C. Se subdivide en Edad del Cobre, Edad del Bronce y Edad del Hierro. El desarrollo de la metalurgia supuso grandes avances a nivel agrícola, ganadero y comercial. Hispania: nombre dado por los romanos a la Península Ibérica, aunque de origen fenicio. Pronto se convirtió en una de las posesiones más valiosas de la República y, más tarde, del Imperio romano. Las zonas más ricas y urbanizadas se encontraban en el sur y el Mediterráneo, con importantes ciudades y puertos que exportaban a Roma materias primas. Íbero: nombre de los pueblos de las zonas sur y oriental de la Península Ibérica, deriva de Íber (río Ebro). Vivían en sociedad tribales y alcanzaron un notable desarrollo cultural (incluido un alfabeto propio), aumentado por su contacto con pueblos más avanzados del Mediterráneo oriental (fenicios, griegos). Neolítico: significa Edad de la Piedra Nueva. Se inicia con la aparición de las primeras sociedades sedentarias, con una cronología que va del 10000 a.C. hasta el 5000 a.C. El abandono del nomadismo trajo consigo la aparición de la agricultura y la ganadería, así como las primeras viviendas. Paleolítico: significa Edad de la Piedra Antigua. Abarca el período más antiguo y prolongado de la historia de la humanidad, desde la aparición de los primeros hombres (2500000 a.C.) hasta el surgimiento de asentamientos permanentes (10000 a.C.). En este período los hombres vivían en sociedades de cazadores-recolectores nómadas. Rupestre: término que designa el arte pictórico de la Prehistoria. En la Península Ibérica se desarrollan dos estilos. El cantábrico se da en el interior de cuevas y es figurativo, abundando la representación de animales. El mediterráneo aparece en abrigos rocosos y es esquemático, con presencia de animales y figuras humanas. Vía: designa los caminos o carreteras romanas, que a través de calzadas construidas en piedra comunicaban todo el Imperio. Básicas para el comercio, pero también para vertebrar el territorio y expandir la civilización y cultura que irradiaba Roma. Visigodo: pueblo germano o bárbaro, asentado primero en Galia (Francia) y después en Hispania. Al caer el Imperio romano de Occidente, se adueña de la Península Ibérica, estableciendo un reino que duró desde fines del s. V hasta inicios del s. VIII, cuando se produce la invasión musulmana. Actividades Compara las dos imágenes y señala a qué estilo de arte rupestre pertenecen. Razona tu respuesta. http://www.asturnatura.com/turismo/cueva-de-altamira/1298.html http://www.castellonrural.com/museo-valltorta-arte-rupestre Sitúa en el mapa la Vía Augusta, la Vía de la Plata y las actuales ciudades de Mérida, Cartagena y Toledo. l http://aliso.pntic.mec.es/agalle17/cultura_clasica/fundacion/fundacion.html Bibliografía Albet Mas, A. et. al. (2003). Ciencias Sociales, Geografía e Historia. Limes. Valencia: Vicens Vives. Ramallo Asensio, S. F. y Ros Sala, M.ª M. (1993). Itinerarios arqueológicos de la Región de Murcia. Murcia: Universidad de Murcia. Enlaces http://anatomiadelahistoria.com/category/100-preguntas/ http://paleorama.wordpress.com/2012/04/27/revista-science-cazadores-recolectoresgeneticamente-diferentes-a-ganaderos-agricultores/ http://anatomiadelahistoria.com/category/100-preguntas/ http://www.historialudens.it/biblioteca/68-tutta-la-preistoria-in-rete.html www.regmurcia.com www.patrimur.com