CONFIDENCIAL PARA AUTORE~; La responsabilidad de empezar bien: el resumen y la introducción G. Herranz Departamento de Histología y Anatomía Patológica. Facultad de Medicina. Universidad de Navarra En Medicina, el autor verdadero, el que tiene algo interesante que decir, debe guiarse cuando escribe por un doble propósito: el de ser leído y entendido. Escribe para publicar, y publica para que le lean y le entiendan. Hay otros géneros literarios, el de los diarios íntimos o el de los programas electorales de los partidos políticos, por ejemplo, cuyos autores, mediante la guarda cuidadosa del manuscrito o el uso astuto del lenguaje abstracto, procuran o que nadie pu.eda leer!os o que quienes les leyeren no les entiendan. En las publicaciones científicas no debe ser así: la piedra de toque del talento del autor es precisamente su capacidad de hacerse leer y entender. A este propósito, el resumen y la introducción juegan un papel mucho más importante de lo que pueda sospecharse. Es cierto que el título del artículo es como el grito del vendedor que vocea su mercancía para atraer la atención de los compradoresl. Pero cuando éstos se deciden a comprar no es a) escuchar el pregón, sino a la vista del género que se les ofrece: primero lo examinan, lo sopesan, lo prueban y sólo después lo adquieren o lo rechazan. En el mercado de la comunicación científica. el resumen y la introducción vienen a ser la muestra que el autor ofrece y el lector escudriña. El resumen ha de ser breve. Las Normas uniformes le señalan una extensión máxima de 150 palabras y describen así su contenido: indicar el propósito del artículo y lo esencial del material, de los métodos y de los hallazgos principales; destacar las conclusiones más relevantes y los aspectos nuevos e importantes2. Un resumen así construido corresponde al tipo llamado informativo, pues hay otro tipo de resumen, el indicativo o descriptivo, más apropiado para los artículos de revisión o para los informes de congresos y reuniones, que viene a ser un índice de las materias revisadas o incluidas en ellos3. Una cosa está clara: decir todo lo que hay que decir en tan pocas palabras sólo puede alcanzarse gracias a la exigente supresión de lo superfluo. Es remoto el riesgo de que el autor deje de incluir algo esencial en el resumen. Ha de empeñarse más bien por eliminar frases abstractas y complejas, y pugnar para que esas 150 palabras permitidas formen frases claras y con sustancia. Y también ha de cuidar de que los datos cuantitativos sean exactos. Es esencial que el resumen esté libre de erratas4. Pues sucede que el resumen es la parte más leída del artícul05, Por eso, es la que hemos de cuidar más. Muchos lectores no tienen ni suficiente tiempo ni interés para estudiar el artículo en su integridad, pero sí para hacerse una Correspondencia:Prol. Dr. G. Herranz. Facultad de Medicina. Apartado. 273. 31080 Pamplona Manuscrito recibido el 3-9-1985 Med G/in (Barc) 1986; 86: 205-206 rJ1~l 205 que ellos están interesados: son, por tanto, un eficaz reclalimitarse a las que corroboran los hallazgos del autor, isi mo para llamar su atención sobre nuestro artículo y lograr el fuera necesario!, y a aquellas que proporcionan caminos objetivo fundamental de que sea leído. hacia la bibliografía anterior. Exclúyanse las referencia anti~ Las Normas recomiendan al autor que~n 1;1 IntrnnlJrrlnn I guas, los lugares comunes y usar sólo las recientes y claraindique con claridad el orooósito de su artículo y que señale mente importantes.» Conviene no olvidar que lo que la brevemente snhr~ nlJ~ h;1~~~ flJnci;1 ~IJ ~~tudin u observaciogente espera de un autor es que sea portavoz de su propio nes. Le aconsejan, además, que no haga una revisión extenpensamiento no del de los otros. sa del tema, sino que se limite a señalar las referencias King8 ha analizado las dificultades con que tropieza el autor b.ibli02ráficas estrictamente necesarias2. al comienzo del artículo. Piensa que la principal es la viscoEs en la introducción donde de verdad empieza el artículo. sidad de la mente humana, que, para producir una escritura Las Normas vienen a decir al autor (]u~ ~in má~ nr~ámhIJ; que valga la pena, debe vencer mucha fricción interna. Las In~ ~ntr~ ~n m;1t~ri;1 oue sea claro v breve v, sobre todo, ideas tienden a enredarse unas con otras, y es precisamente .e él uien lleve la voz cantante no los autores que cita. Le ha lega o a au or e momen o de demostrar su personalidad y el rigor de sus ideas, cualidades que se mi~en en la pericia con que nos presenta el problema. Sin embargo, son muchos los artículos que arrancan con poco brío. Lo hacen, a veces, con palabras tomadas miméticamente de artículos publicados por otros autores. Apenas tropezarse, aquí y allí, con primeras frases estereotipadas, algunas de mal disimulada ascendencia anglosajona. Parece como si el autor no hubiera podido superar su timidez y se dijera: si con este exordio un artículo se ha abierto camino hasta las páginas de tal prestigiosa revista, esas mismas palabras son la garantía de que el mío será aceptado. Renuncia ya en la primera frase a ser auténtico y con ello se resigna en su subconsciente ser un imitador para el resto del artículo. Puesto a copiar, puede el autor optar por el socorrido modelo cronológico: «En años recientes se ha descrito un número creciente de casos...» o «Desde el final de la pasada centuria...»; o puede echar mano del cliché progresista: «Entre los dramáticos avances recientemente acumulados sobre la inmunología de tal problema, ninguno tan revolucionario...» o puede recurrir al estereotipo lexicográfico, que dedica las primeras líneas de la introducción a reproducir la definición de la enfermedad de referencia, tomada literalmente de un diccionario médico o de la edición más reciente de un tratado clásico. Por el contrario, ~I ;1IJtnr h;1 d~ ~sforzarse oara Que el cuerDo d~ la intrndurrión !;~a nriflinal v vi2oroso. fuerte pero sin II . H .. f egar a macIzo. ay qu~enes emp~quetan en unos parra os amazacotados una cantidad excesiva de datos con la Ingenua intención de parecer eruditos o con el propósito de infl I b ' bl f' .t I A h t ar.a I logra la 70n CI as a grane.. penas an escrl o media docena de Ilneas y ya han citado tres decenas de trabajos. Tal desproporción entre lo que el autor aporta de su propia cosecha y lo que toma prestado de los otros es un . . ín.~i~e "}ás de fal.ta de perso.nalidad que de pu.esta al dí~. Bottlger lo ha dicho muy bien: «Las referencias deberan 206 eso lo que hace tan laboriosa la escritura científica, sobre todo en las primeras horas que dedicamos a escribir un artículo. ¿Cómo superar esa viscosidad? Quizá no haya otro camino mejor que el de reducirla por agotamiento. Pongamos libremente sobre el papel lo que vaya produciendo nuestra mente. Sólo entonces, podremos tachar frases, suprimir párrafos, eliminar páginas enteras: poco a poco, del caos inicial irá surgiendo el orden. Alvarez9 cuenta que muchas veces, como editor, hubo de decir a los autores cosas de este tenor: «Aceptaré su manuscrito si usted le arranca el preámbulo y lo hace comenzar en la página 4. Quiero que vaya usted directamente al grano.» Esto puede parecer duro, pero es preciso que el autor se eduque en la autodisciplina de atenerse sin concesiones a su problema y plantearlo con la máxima sencillez posible. Ese esfuerzo tendrá un premio, porque la gente sabe distinguir a los autores buenos de los mediocres. Oigamos a Alvarez9: «Una razón por la que un hombre joven debería afanarse en escribir de modo que despierte interés y siempre sobre algo que merezca la pena es que quizás, algún día, miles de médicos por todo el país, al ver su nombre en la cabecera de un artículo, se pararán a leerlo. Se dirán: este compañero siempre tiene cosas que decir y las dice bien. Vamos a ver que es lo que le ha interesado esta vez.» BIBLlOGRAFIA 1. AsherR. Whyare medical journalssodull? 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