Historia Digital colabora con la Fundación ARTHIS Sisi emperatriz: ¿mito o realidad? Cristina Muriel Garín Licenciada en Historia Universidad de Salamanca “Despierto en la celda de una cárcel, con cadenas que me aprisionan con fuerza Añoro mucho más de lo que acierto a expresar la Libertad, ¡que de mi tanto se aleja!” (Diario poético de la emperatriz Elisabeth)1 Cuando en el verano de 1853, la pequeña Elisabeth acompañó a su madre, la duquesa Ludovica, y a su hermana Elena a Viena, jamás imaginó que aquel viaje cambiaría su vida para siempre. Un viaje que acabaría por tornar una feliz y poco disciplinada adolescencia en los bosques de Baviera en una oscura y triste existencia en la que las obligaciones de una vida real la sumirían. Y de esta manera la niña de carácter alegre y natural acabaría convirtiéndose en un juguete roto, en una mujer triste y melancólica esclavizada por su belleza y sumida en una eterna lucha por alcanzar una felicidad que jamás volvería, dejada atrás el mismo día en que se prometió con el emperador de Austria, Francisco José. Una imagen muy diferente a la 1 Citado en CERRO, Sandra María, “La emperatriz melancólica”. Consultado el 8 de diciembre de 2011. www.sandracerro.com/Articulos/articgrafohistorica/sissi.pdf Historia Digital, XIII, 21, (2013). ISSN 1695-6214 © Cristina Muriel Garín-Historia Digital, 2013 2 Historia Digital colabora con la Fundación ARTHIS que el cine de los años 50 quiso mostrarnos, con una figura de la emperatriz austriaca enormemente dulcificada y que rezumaba felicidad por los cinco costados y que fácilmente podemos desenmascarar si nos adentramos en los poemas que la propia emperatriz legó a la Historia y que cristalizaron todos sus pensamientos, sus alegrías y sus penas. Perteneciente a la rama ducal de los Wittelsbach [fig. 1], Elisabeth, nacida el 24 de diciembre de 1837, fue la tercera hija de Maximiliano y Ludovica2. Criada en los alrededores del lago Starnberg [fig. 2], lejos de las obligaciones que imponía la corte Figura 1: Retrato de los duques de Baviera y sus hijos. Fuente: http://retratosdelahistoria.lacoctelera.net/post/20 08/08/21/elisabeth-sissi-emperatriz-austria1837-1898. Consultada el 14 de diciembre de 2011. Figura 2: El castillo de Possenhoffen, donde se crió Elisabeth. Fuente: http://img443.imageshack.us/img443/5246/possenh ofen1854.jpg. Consultada el 14 de diciembre de 2011. debido a la nula influencia que ejercían sus padres en la región. Es así como la pequeña Sisi, como fue apodada familiarmente, pudo desarrollar un espíritu que, heredado de su padre, se encontraba tan estrechamente ligado a la naturaleza3. Educada por su propia madre, la formación de Sisi no era precisamente la más 2 CERRO, Sandra María. “La emperatriz melancólica”. Op. cit. “Juventud en Baviera” [Información del museo del palacio de Hofburg en Viena]. 3 Historia Digital, XIII, 21, (2013). ISSN 1695-6214 © Cristina Muriel Garín-Historia Digital, 2013 3 Historia Digital colabora con la Fundación ARTHIS apropiada para una futura emperatriz. No así la de su hermana Elena [fig. 3], más esmerada, con vistas a un posible enlace con el emperador Francisco José4. Lo curioso es que en un principio no estuvo previsto que la duquesa Ludovica y su hija Elena fueran acompañadas a Viena por Sisi. La cuestión es que la quinceañera se había enamorado del Conde Ricardo S., al servicio el duque, un hombre que no le convenía y al que sus padres se afanaron rápidamente en enviar a otro lugar. Esto provocó en la pequeña Sisi un estado de auténtica melancolía y tristeza y que su Figura 3: A la derecha Elisabeth, a la izquierda, su hermana Elena. Fuente: http://antiquaimago.blogspot.com/2011/07/s issi.html. Consultada el 14 de diciembre de 2011. madre, en un intento porque ésta mejorara, la llevó consigo a Viena. Además, parecía también que Sisi mantenían una estrecha relación con su primo Carlos Luis, lo cual infundió la esperanza en la duquesa de un posible enlace entre ambos5. Lo que nadie podía prever es que, finalmente, las cosas no saldrían tal y como habían sido planeadas por la archiduquesa Sofía, madre del emperador, y su hermana Ludovica. Y es que la elección del emperador Francisco José [fig. 4] recaería sobre la hermana menor, la pequeña Elisabeth6 de la que quedaría prendado ya durante los primeros momentos de aquel 16 de agosto que cambiarían la vida de Sisi para 4 HAMANN, Brigitte. Sisi, emperatriz contra su voluntad (Viena-Munich: Editorial Juventud. 1982), página 16. 5 Ibídem. 6 MERKLE, Ludwig. Sissi, the tragic empress: the story of Elisabeth of Austria. (Hungría: Stiebner Munich, 2011), página 28. Historia Digital, XIII, 21, (2013). ISSN 1695-6214 © Cristina Muriel Garín-Historia Digital, 2013 4 Historia Digital colabora con la Fundación ARTHIS siempre. Decisión que quedaría confirmada durante la velada preparada para el vigésimo tercer cumpleaños de Francisco José el 19 de agosto7. En la actualidad, los pensamientos que rondaron la cabeza de la pequeña Sisi durante aquellos días nos son prácticamente ajenos debido a la escasez de documentos fiables que puedan demostrar si verdaderamente Sisi deseaba casarse con el emperador o si, por el contrario, se vio desbordada por los acontecimientos y por la escasa capacidad que ésta poseía para tomar una decisión al Figura 4: Retrato del emperador Francisco José. Fuente: http://www.biografiasyvidas.com/biografia/f/fotos/fra ncisco_jose_austria.jpg. Consultada el 14 de diciembre de 2011. respecto. Y es que como la duquesa Ludovica contestó siempre a la pregunta sobre los sentimientos de su hija: “Al emperador de Austria no se le dan calabazas”8. Todo sería mucho más fácil si aún se conservara el diario de la emperatriz, pero éste fue quemado al morir cumpliendo sus propios deseos9. En cualquier caso, lo cierto es que Sissi jamás se reconoció enamorada de Francisco José. Si bien, siempre mantuvo un gran afecto hacia él, más bien parece que aceptó con resignación su papel de esposa y consorte10. 7 “Compromiso matrimonial en Ischl” [Información del museo del palacio de Hofburg en Viena] HAMANN, Brigitte. Sisi, emperatriz contra… Op. cit ., página 21. 9 Caso, Ángeles. Elisabeth, emperatriz de Austria Hungría, o el hada maldita (Barcelona: Planeta, 1995), página 11. 10 CERRO, Sandra María. “La emperatriz melancólica”. Op.cit. 8 Historia Digital, XIII, 21, (2013). ISSN 1695-6214 © Cristina Muriel Garín-Historia Digital, 2013 5 Historia Digital colabora con la Fundación ARTHIS No obstante, este tipo de decisiones eran lo normal entre la aristocracia europea de la época que utilizó constantemente el matrimonio como herramienta para lograr sus pretensiones económicas y políticas. De manera que el amor no era una opción para los miembros de la nobleza. Muy por el contrario, debían sacrificar sus sentimientos siempre en bien del linaje familiar. Si bien, al menos el emperador estaba locamente enamorado de su futura esposa11, lo cual facilitaba en cierta medida las cosas, sobre todo a los ojos de ambas madres que inmersas en matrimonios concertados se habían visto obligadas a sufrir el escaso afecto que por ellas sentían sus respectivos maridos12. Los días siguientes se convertirían en momentos de auténtico terror para Sisi que, a pesar de sus intentos por mantener las formas, no podía evitar las lágrimas; todo aquello supuso demasiado para una niña de tan sólo quince años. Los excesivos homenajes, regalos y atenciones recibidas acabaron por intimidarla13. Así pues, Sisi se vio obligada a pasar Figura 5: Retrato de la archiduquesa Sofía, tía y suegra de Elisabeth. Fuente: http://img844.imageshack.us/img844/8760/so fiadebavieraarchiduqu.jpg. Consultada el 14 de diciembre de 2011. de la noche a la mañana de niña a mujer, y a dejar sus amados bosques de Possenhofen para empezar a convertirse en la futura emperatriz de Austria, mientras le arrancaban 11 MONTERO, Rosa. Pasiones: amores y desamores que han cambiado la Historia (Madrid: Aguilar. 1999), página 204. 12 SAIZ RIPOLL, Ana Isabel. “Sisi, la emperatriz incomprendida”. Isla Bahía. Consultado el 13 de diciembre de 2011. www.islabahia.com/arenaycal/2003/07julio_agosto/anabel96.htm 13 HAMANN, Brigitte. Sisi, emperatriz contra… Op.cit. , página 25. Historia Digital, XIII, 21, (2013). ISSN 1695-6214 © Cristina Muriel Garín-Historia Digital, 2013 6 Historia Digital colabora con la Fundación ARTHIS bruscamente su niñez. La archiduquesa Sofía [fig. 5] se encargaría personalmente de supervisar su formación a distancia. El tiempo apremiaba y en unos pocos meses era necesario convertir a aquella muchachita bávara de ambiente rural en un personaje representativo14. De esta forma, una niña, cuyas costumbres se encontraban tan alejadas del encorsetado protocolo de la corte austriaca y cuya formación y disciplina eran bastante discutibles, se vería inmersa en un arduo programa de aprendizaje dirigido por la archiduquesa Sofía15. Y es así, como empezará a fraguarse la actitud triste y melancólica que acompañará a la emperatriz durante toda su vida, al igual que un pájaro que es encerrado en una jaula de oro. Y a pesar del cálido recibimiento con el que los vieneses obsequiaron a la joven emperatriz, ésta, que no estaba acostumbrada, se sintió abrumada por todos los actos y festejos realizados en su honor y por los regalos recibidos. La boda [fig. 6], celebrada el 24 de abril de 1854 con el mayor de los lujos, fue por tanto todo un acontecimiento para todo Figura 6: Fotografía de Elisabeth el día de su boda. Fuente: http://www.longhairlovers.com/images/sissi/sissi 59.jpg. Consultada el 14 de diciembre de 2011. el Imperio austriaco. En cambio, resultó ser un duro trance para Sisi que durante 14 Ibídem, página 31. “Mujeres de Leyenda”. Consultado el 7 de diciembre de mujeresdeleyenda.blogspot.com/2010/04/isabel-de-baviera-la-emperatriz-sissi.html 15 2011. Historia Digital, XIII, 21, (2013). ISSN 1695-6214 © Cristina Muriel Garín-Historia Digital, 2013 7 Historia Digital colabora con la Fundación ARTHIS toda la celebración debió saludar a multitud de asistentes: generales, cortesanos, embajadores, legados, etc. El agotamiento fue tal que en un momento de la celebración Sisi abandonó la sala y rompió a llorar16. Comenzaba de esta manera una vida llena de obligaciones reales organizadas mediante un rígido protocolo que asfixiaba cada vez más a la joven emperatriz a la que cada día embargaba más la nostalgia como bien quedó reflejado en las poesías que tanto gustaba de escribir y donde podía desahogar sus penas y frustraciones, así como sus ansias de libertad. Oprimida por el protocolo de la corte vienesa, Sisi no podría olvidar jamás la sencillez y despreocupada vida de Possenhofen con la que soñaba día y noche y a la que con impotencia sabía nunca podría volver17. Además, la soledad también empezaría a afectar a Sisi que veía como durante todo el día su esposo debía a atender a sus múltiples obligaciones mientras ella se quedaba a merced de la archiduquesa Sofía que supervisaba todas y cada una de las actividades que realizaba, lo cual la agobiaba enormemente. Y es que la archiduquesa no vaciló en su dureza a la hora de formar a la nueva emperatriz que, aunque sabía que todo lo hacía por su bien, no podía evitar sentir un gran rechazo hacia ella. No obstante, en algunas ocasiones podía realizar labores realmente eran de sus agrado. Las visitas a orfanatos, escuelas y hospitales donde la emperatriz incluso hablaba con las clases bajas, causó un gran impacto en población que incluso comenzó al albergar la esperanza de que se solucionaran en cierta medida los problemas sociales18. 16 “La boda” [Información del museo del palacio de Hofburg en Viena] CARRANO, Patrizia. Las escandalosas (Madrid: Ediciones Siruela S.A., 2008), página 91. 18 HAMANN, Brigitte. Sisi, emperatriz contra… Op. cit. , páginas 60-63. 17 Historia Digital, XIII, 21, (2013). ISSN 1695-6214 © Cristina Muriel Garín-Historia Digital, 2013 8 Historia Digital colabora con la Fundación ARTHIS Si bien, lo único que alegraba sus días eran los paseos a caballo19 y los animales que había traído desde Possenhofen, entretenimiento que poco agradaba a la archiduqesa. Motivo más para que Sisi alimentara el incipiente odio que ya había comenzado a germinar tiempo atrás. Odio que no hizo sino agravarse cuando el 5 de marzo de Figura 7: Retrato de la archiduquesa Sofía, primera hija del matrimonio imperial. Fuente: http://3.bp.blogspot.com/_7eR4PTrfopQ/S9WF 0P33jKI/AAAAAAAABnU/EDjeh4RIqtI/s320/ Sophieaustria.jpg. Consultada el 14 de diciembre de 2011. 1855 nació la primera hija del matrimonio, Sofía [fig. 7], que poco después sería apartada de ella por la archiduquesa para poder educarla según sus métodos20. Así pues, Elisabeth era, una vez más, despojada de toda opinión y capacidad para tomar sus propias decisiones, tratada como una niña y abandonada continuamente por su esposo que debía atender los constantes problemas que acecharon al imperio durante estos años21, lo cual acabaría afectando al matrimonio. De esta forma, ante la ausencia de una figura que mediara entre Sisi y su suegra, las diferencias entre ambas se harían cada vez mayores. 19 FOKKELMAN, Monica. “Sissi, bulímica y anoréxica”. Crónica el Mundo, 2 de junio de 2002. “Mujeres de Leyenda”. Op. cit. 21 Ibídem. 20 Historia Digital, XIII, 21, (2013). ISSN 1695-6214 © Cristina Muriel Garín-Historia Digital, 2013 9 Historia Digital colabora con la Fundación ARTHIS A ello hay que añadir el malestar que sentía Sisi por la escasa aceptación de la gozaba dentro de la corte donde cualquier tropiezo era motivo de duras críticas hacia su persona. Es por esto que cuando en 1856 nace su hija Gisela [fig. 8], la emperatriz se sentirá tremendamente culpable por no haber podido dar el tan ansiado heredero, sino una niña que de nuevo quedará a cargo de la archiduquesa. La tristeza de Sisi se iba incrementando por momentos. Y es que incluso necesitaba permiso para poder ver a sus hijas, y estas visitas siempre sucedían bajo la supervisión de Figura 8: Fotografía de una Gisela ya adolescente, segunda hija del matrimonio. Fuente: http://img362.imageshack.us/img362/1 436/1856gisela.jpg. Consultada el 14 de diciembre de 2011. su suegra, de manera que la emperatriz acabó subiendo a ver a sus hijas en raras ocasiones, perdiéndose por tanto los primeros años de las mismas. Es por ello que jamás llegaría a perdonarse su escasa capacidad para imponerse en esta decisión22. No obstante, paralelo al progresivo desprecio de la corte, su popularidad ante el pueblo iba creciendo por momentos. La emperatriz va a convertirse en la esperanza política para todos aquellos que se encontraban descontentos bajo un sistema neoabsolutista. Y es así como se fue haciendo consciente de la importancia que iba adquiriendo como primera dama del imperio, de manera que paulatinamente iría dejando atrás la postura sumisa y callada de aquella campesina que había llegado a Viena hacia tan sólo dos años. 22 HAMANN, Brigitte. Sisi, emperatriz contra… Op. cit. , páginas 75-77. Historia Digital, XIII, 21, (2013). ISSN 1695-6214 © Cristina Muriel Garín-Historia Digital, 2013 10 Historia Digital colabora con la Fundación ARTHIS No obstante, fue esta fuerza que fue adquiriendo dentro del propio palacio lo que le acabaría costando la vida de su primogénita, Sofía. Tras un duro enfrentamiento entre suegra y nuera, Sisi logra llevarse a las niñas consigo de viaje, con tan mala suerte de que ambas caerán enfermas. Aunque Gisela se recuperaría con gran rapidez Sofía no lograría superar las altas fiebres que la atacaron y murió, algo que Sisi jamás se perdonará23. Sumida en el dolor y sintiéndose en parte responsable de ello, la emperatriz dejará a Gisela a la completa disposición de la archiduquesa. Pero el día 21 de agosto de 1858 por fin nacía el tan ansiado varón, Rodolfo [fig. 9], el príncipe heredero. Y como es obvio, su abuela Sofía se haría cargo de su educación. Ni siquiera entonces, tras dar a luz al deseado príncipe, Figura 9: Retrato del príncipe heredero, Rodolfo. Fuente: http://4.bp.blogspot.com/tInUjgAHmds/TbyTDCxv34I/AAAAAAAAAFA/ hZznjcUnRM4/s1600/1.jpg. Consultada el 14 de diciembre de 2011. las relaciones entre la emperatriz y su suegra se suavizarían. Además, la salud de Sisi se debilitaba cada vez más. Acuciada por las obligaciones reales y hundida en su soledad, la emperatriz acabará por convertirse prácticamente en un alma en pena, vagando por los jardines de palacio, montando a caballo durante horas enteras, y evitando cualquier tipo de ceremonia de las que tan poco gustaba participar24. Si bien, durante las largas ausencias del emperador, Sisi se dedicaba también a la realización de labores de beneficencia como le había 23 24 “Mujeres de Leyenda”. Op. cit. HAMANN, Brigitte. Sisi, emperatriz contra… Op.cit. , página 98. Historia Digital, XIII, 21, (2013). ISSN 1695-6214 © Cristina Muriel Garín-Historia Digital, 2013 11 Historia Digital colabora con la Fundación ARTHIS aconsejado su marido en un intento por apaciguar los ánimos en la capital vienesa, en un momento en el que el emperador debió hacer verdaderos esfuerzos por mantener el imperio unido. Es así como la emperatriz irá acercándose cada vez más al pueblo y rechazando el régimen absolutista, militar y aristocrático de su esposo, lo cual chocaba duramente con los intereses tanto del emperador como de su amada madre, la archiduquesa Sofía25. Además Francisco José jamás permitió que su esposa se inmiscuyera en los asuntos del Estado. Así pues, las continuas ausencias del emperador, sumadas a un odio cada vez mayor hacia su tía y a la opresión por la vida de palacio sumirán a Sisi en constantes depresiones que se verán Figura 10: Anillas donde Elisabeth hacía sus ejercicios diarios en sus dependencias del palacio de Hofburg. Fuente: http://www.hola.com/casasreales/2004/04/22/gal eria-museo-sissi/imgs/sissi-galeria21-a.jpg. Consultada el 14 de diciembre de 2011. agravadas debido a las relaciones extramatrimoniales del emperador. Y es que, Francisco José, la única persona en la que Sisi podía ya confiar, la engañaba. Será a partir de entonces cuando Sisi deje de sentirse atada a un palacio en el que ya nada le queda. Comienza de esta forma, a evadirse mediante la realización de continuos viajes por toda Europa, a lugares donde en cierta medida podía sentirse libre, lejos del rígido corsé que le imponía la corte austriaca26. 25 26 Ibídem, página 102. SAIZ RIPOLL, Ana Isabel. “Sisi, la emperatriz…” Op. cit. Historia Digital, XIII, 21, (2013). ISSN 1695-6214 © Cristina Muriel Garín-Historia Digital, 2013 12 Historia Digital colabora con la Fundación ARTHIS Su comportamiento comenzó a ser el de una persona acuciada por tremendas crisis nerviosas, las cuales se debían sin duda al tremendo agotamiento físico en el que se encontraba debido a los intensos ejercicios [fig. 10] que realizaba a diario27 y a la insuficiente carga dietética a la que sometía su cuerpo y que acabaría desembocando en un perpetuo estado de anorexia nerviosa28. Todo ello no era sino el producto de las constantes depresiones que sufría la emperatriz que, tras años de obligaciones reales y despreciada por toda la corte y sobre todo por su tía, vio minada su autoestima como esposa, madre y soberana, negando incluso a Francisco José la entrada a su alcoba29. No obstante, tras dos años en los que toda la familia y el imperio austriaco sufrieron por la salud de la emperatriz, Sisi se encontraba totalmente repuesta y segura de sí misma30. Es evidente que su larga estancia fuera de la capital vienesa le había devuelto parte de la felicidad pérdida desde el día de su boda. Tanto es así que poco a poco la emperatriz logró influir en mayor medida en las decisiones de palacio. De manera que en 1865 Sisi consiguió poderes ilimitados sobre la educación de sus hijos. Y es que el pequeño Rodolfo aunque muy maduro para su edad, contaba con una constitución física más bien débil y su padre, en un intento por endurecerlo, había permitido a la archiduquesa Sofía formarlo mediante unos métodos particularmente duros y excesivamente crueles para un niño de su edad31. Sisi lograría cambiar la educación militarizada que hasta el momento había recibido el heredero por una 27 FOKKELMAN, Monica. “Sissi, bulímica y…” Op. cit. HAMANN, Brigitte, Sisi. emperatriz contra… Op.cit. , página 114. 29 MOYANO, Rafael, “Sisi”. Revista de El Mundo, nº 120. Consultado el 6 de diciembre de 2011. www.elmundo.es/larevista/num120/textos/sisi1.html 30 “Winterhalter” [Información del museo del palacio de Hofburg en Viena] 31 SAIZ RIPOLL, Ana Isabel. “Sisi, la emperatriz…” Op. cit. 28 Historia Digital, XIII, 21, (2013). ISSN 1695-6214 © Cristina Muriel Garín-Historia Digital, 2013 13 Historia Digital colabora con la Fundación ARTHIS educación de aspecto más cultural y anticortesana, convirtiendo a Rodolfo en un liberal convencido32. Además, tras cinco años de preocupaciones, desavenencias y negación por parte de la emperatriz de sus deberes conyugales, las aguas volvían a su cauce. Y ahora era Elisabeth la que tenía la sartén por el mango. En efecto, Sisi aprendería muy bien a sacar partido de la debilidad que el emperador sentía por ella. Y es que la incipiente belleza que a la tierna edad de quince años había prendado al príncipe había alcanzado ahora su plena madurez, llegando a ser considerada una de las mujeres Figura 11: Retrato de Elisabeth con su famoso vestido de estrellas a juego con las joyas que adornan su cabello. Fuente: http://t2.gstatic.com/images?q=tbn:ANd9 GcRxBACv3LhkSErIVGd1y9y0nylpmr1pUv5rw j51vjn3STQOJiT. Consultada el 14 de diciembre de 2011. 32 Figura 12: Retrato de Elisabeth en el que puede apreciarse el largo cabello que la caracterizó durante toda su vida. Fuente: http://www.blogodisea.com/wpcontent/uploads/2010/11/sissi-emperatriz-hungriaelisa-bavaria.jpg. Consultad el 14 de diciembre de 2011. HAMANN, Brigitte. Sisi, emperatriz contra… Op.cit. , páginas 134-135. Historia Digital, XIII, 21, (2013). ISSN 1695-6214 © Cristina Muriel Garín-Historia Digital, 2013 14 Historia Digital colabora con la Fundación ARTHIS más bellas de su época [fig. 11]. Hemos de decir que durante mucho tiempo la belleza de la emperatriz había quedado oculta por las continuas enfermedades que la acuciaban y por la constante anemia que sufría debido, como ya hemos dicho, a la escasez de alimentos que ingería33. Por otro lado, el alumbramiento de sus tres hijos acabaría por conferir a Sisi una figura mucho más femenina34. Y es durante estos años cuando nace el mito. Un mito que alimentado por una obsesión enfermiza por la perfección de la belleza dará lugar a una emperatriz que logró mantener una figura nada usual para la época con una cintura de apenas cincuenta centímetros y un tremendo pánico a superar los 50 kilos de peso. Proporciones evidentemente insuficientes si pensamos que la emperatriz contaba con una estatura de 1,72 metros. Había días en los que sólo se alimentaba de caldos de carne, y sin embargo, otros podía sucumbir al impulso de consumir enormes cantidades de dulces como bien reflejan las facturas procedentes de las mejores confiterías de Viena35. Elisabeth acabó convirtiendo la lucha por su juventud en su principal objetivo en la vida, de manera que todos sus pensamientos giraban alrededor de los mejores medios para cuidar su hermosura. El tiempo o el dinero que se precisara para ello era lo menos importante con tal de lograr este fin36. Pero además de su figura, la emperatriz austriaca sentía auténtico delirio por su largo cabello [fig. 12] que siempre cuidó con verdadero esmero37. Tanto es así que su peluquera, Fanny Angerer, solía tardar entre dos y tres horas en arreglar su larguísima melena. Y hasta un día entero dedicaba al lavado de su pelo cada dos semanas. Sus 33 “Belleza” [Información del museo del palacio de Hofburg en Viena] Ibídem, página 140. 35 GUERRA TAPIA, Aurora. “Sissi emperatriz o el abuso de la belleza. Anorexia, bulimia, vigorexia y tricocosmetomanía”. Más Dermatología, 2010, página 29. 36 HAMANN, Brigitte. Sisi, emperatriz contra… Op.cit. , página 152. 37 SAIZ RIPOLL, Ana Isabel. “Sisi, la emperatriz…” Op. cit. 34 Historia Digital, XIII, 21, (2013). ISSN 1695-6214 © Cristina Muriel Garín-Historia Digital, 2013 15 Historia Digital colabora con la Fundación ARTHIS peinados llegarían incluso a alcanzar fama en todas las cortes europeas, siendo imitados por las damas de la alta sociedad38. Para la emperatriz, su cabellera era el culmen de su belleza, de la cual se sentía enormemente orgullosa, y que cuando la llevaba suelta parecía envolverla como un manto39. Pero paradójicamente, esta obsesión por conservar su belleza jamás se correspondió con su exhibición. Y es que, como ya hemos podido comprobar, Sisi sufría una auténtica fobia social que le llevó durante toda su vida a evitar cualquier acto social u homenaje que pudieran perturbarla. Incluso, su propia peluquera, cuyo físico se asemejaba al de la emperatriz, se hizo pasar por ella en contadas ocasiones cuando desembarcaban para poder pasear tranquilamente sin las presiones que los Figura13: Fotografía de Elisabeth con velo sobre el rostro. Fuente: http://img828.imageshack.us/img828/4847/si siconvelogrande.jpg. Consultada el 14 de diciembre de 2011. Figura14: Fotografía de Elisabeth con indumentaria de luto y velo sobre el rostro. Fuente: http://i289.photobucket.com/albums/ll205/EnaB att/Sissi2.jpg. Consultada el 14 de diciembre de 2011. 38 GUERRA TAPIA, Aurora. “Sissi emperatriz o el…” Op. cit. , página 28. HAMANN, Brigitte. Sisi, emperatriz contra… Op. cit. , página 150. 39 Historia Digital, XIII, 21, (2013). ISSN 1695-6214 © Cristina Muriel Garín-Historia Digital, 2013 16 Historia Digital colabora con la Fundación ARTHIS fastuosos recibimientos le producían40. Cuando pasados los 30 años, la emperatriz empezó a perder su pujanza física, ésta ni siquiera permitía ya ser fotografiada41. Actitud que llegó a convertirse en enfermiza tras cumplir los cincuenta años. Es entonces cuando el rostro de Sisi comienza a ser prácticamente desconocido, quedando oculto de manera constante por un velo negro [fig. 13 y 14], un gran abanico de cuero y una sombrilla42, lo cual indudablemente reflejaba el estado anímico en el que una vida de constante infelicidad había sumido a la emperatriz. Sin embargo, incluso con cuarenta años aún continuaba causando sensación en todos aquellos actos a los que asistía. Pese a todo, durante la década de los sesenta Sisi se convertiría todo un icono de belleza, pasando por encima de la infinidad de críticas que se sucedían a diario con respecto a su forma de vestir o de comportarse. Cada aparición de la emperatriz constituía un verdadero espectáculo43, algo de lo que, como ya hemos dicho, jamás disfrutó. Y es que Elisabeth prefería guardar su belleza para sí, como apoyo de su propia seguridad. Consideraba su cuerpo como una obra de arte demasiado preciosa para exponerla a las miradas de todos los curiosos y mirones. Pensamientos que demuestran el auténtico narcisismo de la emperatriz, primera admiradora de su propia belleza44. Y es así como su propia belleza acabaría esclavizándola, la fama de su hermosura había llegado a ser tal que no podía permitirse ni un solo tropiezo, puesto que todo en ella era motivo de alabanza o crítica. De manera que los preparativos para 40 GUERRA TAPIA, Aurora. “Sissi emperatriz o el…” Op. cit. , páginas 28-29. SAIZ RIPOLL, Ana Isabel. “Sisi, la emperatriz…” Op. cit. 42 GUERRA TAPIA, Aurora. “Sissi emperatriz o el…” Op. cit. , página 29. 43 CARRANO, Patrizia. Las escandalosas. Op. cit. , página 92. 44 HAMANN, Brigitte. Sisi, emperatriz contra… Op. cit. , páginas 146-147. 41 Historia Digital, XIII, 21, (2013). ISSN 1695-6214 © Cristina Muriel Garín-Historia Digital, 2013 17 Historia Digital colabora con la Fundación ARTHIS sus deberes de representación se volvieron cada vez más pesados. Y si a esto sumamos los exhaustivos entrenamientos que la emperatriz llevaba a cabo para mantener su figura, sus días acababan convirtiéndose en un continuo ritual de culto a su belleza. No había lugar para otros compromisos y cualquier obligación de carácter social era considerada un trastorno para su programa diario45. No obstante, a pesar de su animadversión hacia los continuos actos sociales a los que debía acudir46, hubo un pueblo que sin duda cautivó a la emperatriz Elisabeth. Estamos hablando, evidentemente, de Hungría, país que fue cautivando a la soberana a medida que crecía su rechazo hacia el régimen neoabsolutista de su marido, como ya hemos visto. De hecho, a su regreso de Corfú en 1863 comenzó el aprendizaje de esta lengua para lo que indudablemente puso todo su empeño. Figura 15: Fotografía de Ida Ferenczy, Una de las damas húngaras de Elisabeth. Fuente: http://a3.ecimages.myspacecdn.com/images02/18/3b1 84f2369414afd88ec499f0c21edc7/l.jpg. Consultada el 14 de diciembre de 2011. Incluso, Sisi contó con dos damas de origen húngaro, Ida Ferenczy [fig. 15] y María Festetics47, quien se convertiría en su principal confidente y con la que practicaría este idioma, convirtiéndose además en una especia de lenguaje secreto para ambas. A través de la misma, la emperatriz conocería el funcionamiento del movimiento húngaro Ausgleich 45 Ibídem, página 153. “Refugios” [Información del museo del palacio de Hofburg en Viena] 47 SAIZ RIPOLL, Ana Isabel. “Sisi, la emperatriz…” Op. cit. 46 Historia Digital, XIII, 21, (2013). ISSN 1695-6214 © Cristina Muriel Garín-Historia Digital, 2013 18 Historia Digital colabora con la Fundación ARTHIS (“Compromiso”) cuyo objetivo era la restitución de los antiguos privilegios en Hungría y la coronación del emperador austriaco como rey de los húngaros48. Sisi incluso llegaría a establecer relaciones con grandes personalidades de este país. Y es que la libertad y la desenvoltura de la aristocracia húngara atrajeron de forma inevitable a la joven emperatriz que no acaba de acostumbrasen a la rigidez de la vida cortesana en Viena. Y es que cuando se encontraba en Viena, Sisi evitaba cualquier acto social bajo cualquier pretexto, mientras que hacía gala de un encanto insuperable cuando un húngaro llegaba a la corte49. Y todo ello quedó cristalizado en la persona de Gyula Andássy50 [fig. 16] con quien mantuvo una estrecha relación. Parece que Sisi llegó a sentir por Andrássy algo más que amistad. No obstante, la imposibilidad de poder demostrar estos Figura 16: Conde Gyula Andrássy. Fuente: http://www.austro-hungarianarmy.co.uk/portraits/andrassy.jpg. Consultada el 14 de diciembre de 2011. sentimientos hizo que la emperatriz volcará todo su afecto en la lucha por la causa húngara51. De hecho, fueron constantes los actos de mediación que Sisi realizaría entre el conde Andrássy y el emperador para lograr las pretensiones húngaras. 48 HAMANN, Brigitte. Sisi, emperatriz contra… Op. cit. , páginas 158-161. Ibídem, página 187. 50 Noble dedicado a la política que defendía la causa de la independencia de Hungría. 51 HAMANN, Brigitte. Sisi, emperatriz contra… Op. cit. , página 169. 49 Historia Digital, XIII, 21, (2013). ISSN 1695-6214 © Cristina Muriel Garín-Historia Digital, 2013 19 Historia Digital colabora con la Fundación ARTHIS Finalmente, a mediados de febrero de húngaros 1867, los lograron “Compromiso”. La el antigua Constitución quedaba de nuevo restablecida y el imperio de convertía en una doble monarquía, con dos capitales, Figura 17: Una de las fotos del reportaje de Elisabeth el día de la coronación como reina de Hungría, ataviada con el traje típico. Fuente: http://2.bp.blogspot.com/_fKdqCtATOSo/S9lsLU3sgDI/AA AAAAAAGP4/MbVtLyqgfhI/s1600/Erzsebet_kiralyne_pho to_Rabending.jpg. Consultada el 14 de diciembre de 2011. dos Parlamentos y dos gabinetes. Así pues, el día 8 de junio Elisabeth y Francisco José eran coronados como reyes de Hungría52 [fig. 17]. Como regalo de coronación el matrimonio imperial recibió de parte de los húngaros el castillo de Gödöllö donde Sisi acabaría pasando largas temporadas53. Además Sisi decidió abandonar su rechazo respecto a las pretensiones de su esposo de tener otro hijo. Lo cual hizo en bien de la nación húngara. Eso sí, dejó bien claro que este nuevo hijo recibiría una formación muy diferente a la de sus hermanos mayores. De esta manera, en abril de 1868, diez meses después de la coronación nace en Budapest la última hija de la emperatriz, María Valeria54 [fig. 18], a la que 52 SAIZ RIPOLL, Ana Isabel. “Sisi, la emperatriz…” Op. cit. HAMANN, Brigitte. Sisi, emperatriz contra… Op. cit. , página 195. 54 Blog Grandes Mujeres en la Historia. “La última hija de Sisi, María Valeria de Habsburgo (1868-1924)”. Consultado el 12 de diciembre de 2011. grandesmujeresenlahistoria.blogspot.com/2011/05/la-ultima-hija-de-Sisi-maria-valeria.html 53 Historia Digital, XIII, 21, (2013). ISSN 1695-6214 © Cristina Muriel Garín-Historia Digital, 2013 20 Historia Digital colabora con la Fundación ARTHIS muchos creyeron hija del conde húngaro. No obstante, el parecido de la neófita con el emperador no dejaba lugar a dudas55. Estos rumores no eran algo extraño si pensamos en la correspondencia y el afecto que ambos se profesaban, correspondencia que continuó hasta la muerte del conde y en la cual no cesaba de halagar a la emperatriz que tanto había hecho por el pueblo húngaro. Además, las estancias de Elisabeth en Hungría llegaron a prolongarse en algunas ocasiones en demasía, lo cual provocó enormes críticas Figura 18: Cuarta hija del matrimonio imperial, María Valeria, hija predilecta de Elisabeth. Fuente: http://www.mijngenea.nl/stamboom/79/fotos/normal/99VPtoV 8EGf7Ldg.jpg. Consultada el 14 de diciembre de 2011. por parte de la corte, otorgándole el pretexto perfecto para acrecentar el odio hacia Viena y retirarse aún más56. En efecto, Sisi pasaba la mayor parte del año en Hungría o en Baviera con su hija María Valeria abandonando de esta manera sus labores de representación. No era extraño ver al emperador sólo en multitud de actos oficiales, lo que convirtió a la emperatriz en el blanco de interminables críticas. No obstante, como ya hemos dicho, disfrutaba de visitar orfanatos, hospitales y asilos57. Visitas que intentaba siempre realizar sin previo aviso para evitar actos de homenaje innecesarios hacia su persona. Lo que la emperatriz pretendía con ello era conocer de primera mano el trato que recibían en estos lugares. Todo ello despertó un 55 HAMANN, Brigitte. Sisi, emperatriz contra… Op. cit. , página 196. Ibídem, página 196. 57 MOYANO, Rafael. “Sisi”. Op. cit. 56 Historia Digital, XIII, 21, (2013). ISSN 1695-6214 © Cristina Muriel Garín-Historia Digital, 2013 21 Historia Digital colabora con la Fundación ARTHIS enorme afecto por parte de los más desfavorecidos que admiraban su naturalidad y sencillez. No así los miembros de la corte que observaban esto como un comportamiento impropio de una emperatriz58. Las largas ausencias de la emperatriz comenzaron incluso a preocupar al conde Andrássy. Y es que la emperatriz se ocupaba muy poco de sus hijos mayores. Si bien, desplegaría una impresionante actividad cuando Gisela alcanzó edad suficiente para contraer matrimonio. La elección recayó sobre el príncipe Leopoldo de Baviera que a pesar de su casi compromiso con Amalia de Coburgo, no supuso ningún obstáculo para la emperatriz. Finalmente este matrimonio resultaría ser todo un acierto59. Poco después de la boda de Figura 19: Fotografía de Elisabeth montando a caballo. Fuente: http://farm4.static.flickr.com/3552/3640965768_fd 33d14e81.jpg. Consultada el 14 de diciembre de 2011. Gisela, el 27 de mayo de 1872, la vida de la archiduquesa Sofía llegaba a su fin tras una lenta y penosa agonía, lo cual supuso un duro golpe para el emperador que había mantenido una estrecha y profunda relación con su madre durante toda su vida. Pero ni siquiera tras la muerte de la archiduquesa Elisabeth retomó debidamente sus obligaciones como emperatriz. Es más, rara vez podía ser vista en un acto oficial, 58 59 HAMANN, Brigitte, Sisi, emperatriz contra… Op. cit. , páginas 208-209. Ibídem, páginas 215-216. Historia Digital, XIII, 21, (2013). ISSN 1695-6214 © Cristina Muriel Garín-Historia Digital, 2013 22 Historia Digital colabora con la Fundación ARTHIS ya que cualquier excusa era perfecta para evitar estos actos que de tan poco agrado resultaban para ella60. Sin embargo, disfrutaba montando varias horas al día a caballo61 [fig. 19] por los románticos paisajes de su amada Hungría. Incluso tomaba parte en las más difíciles monterías62. Sisi había convertido Gödöllö en su imperio, donde el protocolo y las cuestiones de rango no importaban en absoluto, y donde los invitados no eran elegidos por su categoría social sino por su habilidad a caballo63. Pese a lo fatigosas que eran las carreras de caballos la emperatriz siempre disfrutó de participar. Hay que añadir, además, que para una dama suponía un doble esfuerzo debido a la indumentaria y a la poco práctica silla. Tan sólo unas pocas damas en Europa eran capaces de participar en las monterías inglesas. Sin embargo, era Figura 20: Rodolfo y su esposa, Estefanía de Bélgica, durante los primeros años de matrimonio. Fuente: http://img185.imageshack.us/img185/4470/01o1ro dolfstheoj2.jpg. Consultada el de diciembre de 2011. cada vez más frecuente que Sisi quedara entre los primeros puestos64. El empeño que la emperatriz puso en las monterías se debió a que sus triunfos suponían para ella una manera de demostrar su valía. 60 HAMANN, Brigitte. Sisi, emperatriz contra… Op.cit. , páginas 227-229. FOKKELMAN, Monica. “Sissi, bulímica y…” Op. cit. 62 “Mujeres de Leyenda”. Op. cit. 63 HAMANN, Brigitte. Sisi, emperatriz contra… Op. cit. , página 235. 64 Ibídem, página 247. 61 Historia Digital, XIII, 21, (2013). ISSN 1695-6214 © Cristina Muriel Garín-Historia Digital, 2013 23 Historia Digital colabora con la Fundación ARTHIS Ni siquiera se sentía cómoda en sus propias celebraciones, como es el caso de los festejos realizados con motivo de sus bodas de plata con Francisco José. Todo ello no era más que un fastidio y una carga para ella65. Es por ello que sus continuos viajes le hacían olvidarse de todo; de su juventud pérdida, de su tedioso matrimonio y de la continua desaprobación de la corte. Incluso el encuentro con su hijo para presentarle a su prometida, Estefanía de Bélgica [fig. 20], resultó ser una obligación engorrosa. Todo ello no es más que el reflejo del enorme desencanto que sentía la emperatriz. Su estado de ánimo se ensombrecía cada vez más y sus trastornos nerviosos se agudizaron. Incluso tras la marcha de Bay Middleton66, piloto de caza de la emperatriz, Sisi abandonó de forma inesperada las monterías y mandó vender todos los caballos que tenía en Inglaterra, lo cual supuso un gran alivio para quienes sufrían constantemente por la buena fama de la emperatriz67. No obstante, la vida de intenso ejercicio físico que durante diez años había llevado dejó un gran vacío en Elisabeth que fue incapaz de adaptarse de nuevo a la vida “imperial”. Es por ello que todos los días caminaba durante horas por las montañas y prados de Austria, Baviera y Hungría. La resistencia demostrada por la emperatriz, que apenas podía ser seguida por sus damas, era increíble68. Pero además, Elisabeth gustaba de practicar esgrima y de realizar ejercicios gimnásticos69. Todo ello, como ya hemos dicho, le otorgaría una figura espectacular que conservó durante toda su vida. No obstante, no es oro todo lo que reluce y bien sabemos que a pesar de ser considerada una de las mujeres más bellas de su tiempo y enormemente querida por el pueblo, su vida no fue un camino de rosas. Atrapada en 65 Ibídem, páginas 261-263. SAIZ RIPOLL, Ana Isabel. “Sisi, la emperatriz…” Op. cit. 67 HAMANN, Brigitte. Sisi, emperatriz contra… Op. cit. , páginas 266-267. 68 Ibídem, página 269. 69 FOKKELMAN, Monica. “Sissi, bulímica y…” Op. cit. 66 Historia Digital, XIII, 21, (2013). ISSN 1695-6214 © Cristina Muriel Garín-Historia Digital, 2013 24 Historia Digital colabora con la Fundación ARTHIS un matrimonio infeliz, insatisfecha de su vida, desocupada y constantemente viajando de un lado para otro, huyendo de todo… no estuvo exenta de las continuas críticas por parte de la corte vienesa y dando lugar en muchas ocasiones a la aparición de rumores sobre los amantes que decían tenía la emperatriz70. Sin embargo, esto resulta ilógico si pensamos que la emperatriz llevaba consigo un séquito de unas cincuenta o sesenta personas. La idea de que la emperatriz hubiera podido mantener en secreto este tipo de “relaciones” ilícitas resulta, por tanto, impensable. Además conocemos el escaso interés que por la sexualidad sentía Elisabeth que siempre inventaba cualquier excusa para evitar unirse a su esposo. De hecho adoraba la relación que mantenía con Gyula Andrássy justamente por este motivo, por ser una relación de carácter platónico. Salvo en este caso, la emperatriz nunca se permitió el lujo de tener una relación tan estrecha con ningún hombre. Disfrutaba fascinando con su belleza a los hombres y dejaba que la admiraran pero siempre se mantuvo en su pedestal como mujer inaccesible y fría71. Incluso cuando su cutis se había ya arrugado seguía despertando pasiones entre los hombres. En cambio, Francisco José, a pesar de la veneración y pasión que sentía hacia su esposa no pudo evitar caer en las relaciones extramatrimoniales, lo cual no parecía no molestar a la emperatriz. De hecho se mostraba comprensiva con ello, e incluso en algunas ocasiones auspició las amantes de Francisco José, en las que el emperador pudo encontrar el afecto que ella no quiso darle. La primera fue Anna Nahowski y la segunda la actriz Catalina Schratt72 [fig. 21]. Este tipo de relaciones suponían un alivio, además de una satisfacción para la emperatriz. 70 HAMANN, Brigitte. Sisi, emperatriz contra… Op. cit. , página 235. Ibídem, páginas 273-276. 72 SAIZ RIPOLL, Ana Isabel. “Sisi, la emperatriz…” Op. cit. 71 Historia Digital, XIII, 21, (2013). ISSN 1695-6214 © Cristina Muriel Garín-Historia Digital, 2013 25 Historia Digital colabora con la Fundación ARTHIS Las incipientes diferencias que ambos cónyuges mantenían cuando se conocieron en su juventud sumado a la tristeza de Sisi por la vida en la corte vienesa habían acabado por crear un abismo entre ambos, dando lugar a un matrimonio insalvable. Pese a todo, Sisi fue siempre el gran amor de su esposo, su gran debilidad. De hecho, mientras se encontraba en Viena, el emperador intentaba satisfacer siempre todas sus exigencias. Es por todo ello que Sisi prefería vivir en su mundo de fantasía, en un mundo donde las Figura 21: La actriz Catalina Schratt. Fuente: http://img339.imageshack.us/img339/77 63/copiadekatharinaschratt.jpg. Consultada el 14 de diciembre de 2011. reglas eran dictadas por ella y donde podía ser “libre”. No obstante, conforme pasaban los años, la emperatriz comenzó a hacerse consciente de que su belleza se iba apagando de manera que era frecuente verla con el rostro oculto por abanicos y sombrillas. Además, su forma física ya no era la de antaño. A la edad de casi cincuenta años la emperatriz padecía ya algunos achaques físicos y de serios trastornos nerviosos. Es así, como la poesía se va a convertir más que nunca en su refugio. Sin embargo, fueron pocas las personas que estaban al tanto de su producción poética73. Y es que en aquellos días, para la sociedad vienesa, que no era para nada partidaria de las ideas ilustradas, una mujer tan culta como Elisabeth constituía toda una provocación. La poesía era su manera de vengarse del mundo y de dejar además constancia de la historia de los Habsburgo de primera mano. A través de su pluma criticaba los excesos y escándalos cometidos en el seno de la familia y de 73 HAMANN, Brigitte. Sisi, emperatriz contra… Op. cit. , página 312. Historia Digital, XIII, 21, (2013). ISSN 1695-6214 © Cristina Muriel Garín-Historia Digital, 2013 26 Historia Digital colabora con la Fundación ARTHIS esta manera dejó entrever su tendencia hacia las ideas liberales, cuestionando constantemente a la monarquía. Pero sus poesías también muestran su inmenso amor por la naturaleza y su tremendo rechazo por todo lo artificial, todo lo creado por el hombre74. Durante estos años, fueron frecuentes sus estancias en la isla griega de Corfú, donde podía encontrar la paz que le era arrebatada en la capital vienesa. De hecho, Sisi se hizo construir un palacio en este mismo lugar, el Aquileion75. Tan inmersa estuvo en sus fantasías y en su lucha por alcanzar la felicidad que se fue apartando cada vez más de la realidad hasta tal punto que ni tan siquiera pudo sospechar la desgracia que se cernía sobre la familia de los Habsburgo: la muerte del heredero. Y es que ya desde su infancia, a pesar del énfasis que puso en la formación de Rodolfo, Sisi siempre dejó a su hijo en manos de maestros y preceptores. No así con Valeria a la que intentó llevar siempre consigo, lo que acabaría provocando unos celos terribles por parte de Rodolfo hacia su hermana menor. Así pues, Rodolfo creció muy solo y falto de afecto. Su madre que acabó reservando todo el cariño para Valeria, terminó distanciándose más de él tras su boda con Estefanía de Bélgica a la que miraba con desprecio. Es por ello que Rodolfo se pasaría su vida intentando agradar a su madre cultivando las mismas aficiones y simpatías que ella, imitándola incluso en detalles76. En cambio, Francisco José, jamás vio en las letras ninguna utilidad, por lo que intentó que en la formación de su hijo predominaran siempre los asuntos militares. No obstante, la pésima habilidad de Rodolfo para los menesteres militares acabó 74 Ibídem, 322-328. ANTONAKOS, Stephen. Corfú. Aquileion (Atenas, Edición de Sotiris Tumbís, 2006), páginas 70-71 76 HAMANN, Brigitte. Sisi, emperatriz contra… Op. cit. , páginas 353-356. 75 Historia Digital, XIII, 21, (2013). ISSN 1695-6214 © Cristina Muriel Garín-Historia Digital, 2013 27 Historia Digital colabora con la Fundación ARTHIS traduciéndose una gran decepción. Y es que, a pesar de los esfuerzos del emperador por instruir a su hijo en el arte de la guerra, Rodolfo nunca albergó el más mínimo interés en ello y los sueños de su progenitor acabarían frustrando los suyos propios: estudiar ciencias naturales en la universidad. Además, aunque en secreto, Rodolfo, que había heredado las mismas ideas políticas de su madre, redactó su primer libro, en el cual realizaba una dura crítica a los privilegios de la aristocracia a la que consideraba poco merecedora de ellos por no haberlos conseguido mediante su trabajo y su esfuerzo. Pero tampoco la Iglesia quedó impune en sus escritos, ya que Rodolfo cristalizó en su obra una evidente postura anticlerical. En cambio, no cesó de alabar las bondades de la República la cual concibe como el sistema de gobierno ideal77. Incluso, de forma paradójica, soñaba con la posibilidad de una vida burguesa. Sin embargo, el heredero de la corona austríaca también mantuvo algunas diferencias con la emperatriz. En primer lugar porque con frecuencia manifestó su descontento por la continua inactividad de ésta. En segundo lugar porque Rodolfo no albergó nunca el mismo interés que su madre por la equitación, lo que sin duda provocó serios problemas entre ambos debido a los celos. Y en tercer lugar, la tendencia de Sisi al espiritismo78. Así pues, pese a que madre hijo compartían multitud de afinidades, también encontraron grandes diferencias que con frecuencia provocaron ciertos roces entre ellos. En cualquier caso, lo cierto es que debemos atribuir a la emperatriz gran parte de la culpa de que la relación entre madre e hijo no fuera tan estrecha. Y es que, con 77 78 Ibídem, páginas 353-356. MOYANO, Rafael. “Sisi”. Op. cit. Historia Digital, XIII, 21, (2013). ISSN 1695-6214 © Cristina Muriel Garín-Historia Digital, 2013 28 Historia Digital colabora con la Fundación ARTHIS frecuencia, tan inmersa en su narcisismo79, Sisi fue incapaz a de ver la gravedad de los problemas a los que debió enfrentarse Rodolfo a lo largo de su corta vida. Lo más extraño es que ese hijo que tanto se parecía a ella apenas supuso motivo de preocupación, salvo en momentos clave de su vida como en los cambios que llevó a cabo en su formación. Y que sin embargo su hija Valeria que llevó su vida por derroteros muy distintos recibiera todo el cariño que Sisi no había demostrado a sus otros hijos. Valeria, con un carácter mucho más parecido al de su padre y una gran aversión por país que tanta pasión había inspirado a su madre, Hungría, resultó ser todo lo contrario a lo que su madre hubiera deseado. Aquella hija, nacida como regalo al pueblo húngaro, llegó a odiar con toda su alma a esta patria. Un odio que fue cristalizado en la figura de Andrássy al que atacó constantemente en su diario personal debido a las habladurías que sobre su nacimiento corrieron por todo el imperio. No obstante, Sisi jamás llegó a conocer los verdaderos pensamientos de su hija predilecta. Con su actitud, sin saberlo, Elisabeth había hecho nacer en su hija un nacionalismo alemán casi militante. 79 CERRO, Sandra María. “La emperatriz melancólica”. Op. cit. Historia Digital, XIII, 21, (2013). ISSN 1695-6214 © Cristina Muriel Garín-Historia Digital, 2013 29 Historia Digital colabora con la Fundación ARTHIS Sin embargo, a pesar del obsesivo amor que Sisi profesaba hacia su hija, lo cual provocó en múltiples ocasiones los celos del príncipe heredero, ésta albergaba un mayor afecto por su padre, al que adoraba y al lado del cual era sumamente feliz. Si bien, su madre se convirtió en su mejor amiga y confidente en cuanto alcanzó la edad casadera, puesto que ésta la apoyó en la toma de su decisión en lugar de Figura 22: María Valeria y su esposo, el archiduque Carlos Francisco Salvador de Austria-Toscana. Fuente: http://1.bp.blogspot.com/7hMnRQHSZc4/TtKQnlXWLVI/AAAAAAAA CI0/IDj9pm868vo/s1600/MarieValerieFranzSalv ator.jpg. Consultada el 14 de diciembre de 2011. acordar un matrimonio concertado que hiciera de su hija una desgraciada80 [fig. 22]. Tan inmersa estuvo Sisi en sí misma y agradar a su hija Valeria que la muerte de su Rodolfo la cogió totalmente desprevenida. El cuerpo del heredero fue Figura 23: María Vetsera, amante del príncipe Rodolfo. Fuente: http://nd02.jxs.cz/462/744/8c9214c647_5238 0774_o2.jpg. Consultada el 14 de diciembre de 2011. 80 hallado sin vida junto al de María Vetsera [fig. 23], su amante, el 30 de enero de 1889. HAMANN, Brigitte. Sisi, emperatriz contra… Op. cit. , páginas 362-369. Historia Digital, XIII, 21, (2013). ISSN 1695-6214 © Cristina Muriel Garín-Historia Digital, 2013 30 Historia Digital colabora con la Fundación ARTHIS Todo indica que ambos se suicidaron81. No obstante existen voces discrepantes que nos hablan de un asesinato por parte de los servicios secretos austriacos para impedir el complot que se estaba organizando para derrotar al emperador y en el que su hijo estaría implicado82. En cualquier caso, durante los primeros días, pareció que la emperatriz había asumido el transcurso de los acontecimientos con entereza, seguidamente fue pasto de la desesperación, adoptando el negro como único color para su vestimenta83. Lo cual sumado a la muerte del conde Andrássy y a la de su hermana Elena sumió a Sisi en una profunda depresión con episodios en los que mostraba su faceta más contradictoria e incoherente. Incluso regaló entre sus familiares los vestidos y joyas que tantos cumplidos le habían valido en otra época. De esta manera, tras los trágicos sucesos de estos años, con Valeria casada y con una belleza que casi se había desvanecido, Sisi perdió todo interés por la vida. Tras años de narcisismo, cegada por su propia belleza, a sus cincuenta años, Sisi ya no permitía ni siquiera ser retratada84. Para entonces su vida se había convertido en un sinfín de viajes por toda Europa que la liberaran de Austria, muchas veces sin rumbo fijo y en condiciones poco favorables. Ni que decir tiene que durante los años noventa ya no intervenía en asuntos políticos. Tan sólo salió de su oscuridad para asistir a la celebración del milenario de Hungría. Es por ello que pronto hubo discusiones por usurpar su cargo en las grandes ocasiones. Las candidatas a ello 81 MOYANO, Rafael. “Sisi”. Op. cit. BOVERI, Juan Carlos “Sissi y Mayerling”. Historias de Amores. Consultado el 12 de diciembre de 2011. juancarlosboverihistorias.blogspot.com/2011/04/sissi-y-mayerling.html 83 Ibídem. 84 HAMANN, Brigitte. Sisi, emperatriz contra… Op. cit. , página 388. 82 Historia Digital, XIII, 21, (2013). ISSN 1695-6214 © Cristina Muriel Garín-Historia Digital, 2013 31 Historia Digital colabora con la Fundación ARTHIS fueron Estefanía, viuda de Rodolfo, y María Teresa, esposa de Carlos Luis, hermano de Francisco José85. No obstante, durante los últimos años de su vida, la emperatriz continuó obsesionada por su salud, a pesar de lo cual se iba deteriorando progresivamente. Incluso siguió con sus curas de hambre y no soportaba engordar ni un solo gramo, llegando a provocarle serios problemas de salud86. En efecto, en 1898, el último año de su vida, su estado de salud se encontraba ya muy deteriorado y de su belleza de antaño tan sólo restaba una leve sombra. Es entonces cuando la emperatriz se sentiría intensamente atraída por la ciudad suiza de Ginebra donde el lago Leman le recordaba al mar. Y es en Ginebra donde Sisi pasará sus últimos días. La mañana del 10 de septiembre aparecía en el periódico la noticia de que la emperatriz de Austria se encontraba en la ciudad, lo cual sería decisivo para su vida. Y es que esta noticia llegó a oídos del anarquista italiano Luis Lucheni [fig. 24] cuyo sueño era convertirse en un héroe, de manera que la visita de Sisi le fue totalmente favorable para ello87. No obstante, su primer objetivo habría sido Enrique de Orleáns, pretendiente al trono francés, pero finalmente no había acudido a Figura 24: Ficha policial de Luis Lucheni, asesino de Elisabeth. Fuente: http://img534.imageshack.us/img534/928/luc henifitxa.jpg. Consultada el 14 de diciembre de 2011. Ginebra como estaba previsto88.Por tanto, la víctima esperada llegó en el momento 85 Ibídem, página 392. CARRANO, Patrizia. Las escandalosas. Op. cit. , página 91. 87 “Mujeres de Leyenda”. Op. cit. 88 HAMANN, Brigitte. Sisi, emperatriz contra… Op. cit. , página 408. 86 Historia Digital, XIII, 21, (2013). ISSN 1695-6214 © Cristina Muriel Garín-Historia Digital, 2013 32 Historia Digital colabora con la Fundación ARTHIS oportuno y Lucheni sólo tuvo que buscar el sitio y la hora claves. Así pues, a las 13.40 la emperatriz, que se disponía a tomar el barco hacia Montreaux, recibiría el ataque del anarquista [fig. 25]. El arma, un estilete debidamente afilado para ello que le clavó en el corazón. Lucheni sabía muy bien los pasos que debía seguir y logró su cometido. Pese a que fue apresado cuando Figura 25: Recreación del asesinato de la emperatriz Elisabeth. Fuente: http://factoriahistorica.files.wordpress.com/2011/09/ase sinada-1.jpg?w=640&h=467. Consultada el 14 de diciembre de 2011. intentaba huir, Sisi no supo hasta más tarde que aquel hombre, que por “accidente” la había empujado89, le había causado ya una herida mortal. Sólo una vez a bordo, la emperatriz se desplomó en el suelo y fue cuando sus acompañantes, tras desatarle el corsé, comprendieron la terrible desgracia en aquella mancha de sangre. Y aunque intentaron atenderla con la mayor rapidez posible, fue demasiado tarde. Al conocer la noticia el emperador no dijo más que: “Ustedes no saben cuánto he amado a esa mujer”90. Así, la muerte de Sissi daba paso al mito. El cadáver fue trasladado al Hofburg de la capital vienesa cinco días más tarde. Sin embargo, el impacto que su muerte produjo en Viena fue mínimo. Los vieneses sufrieron más por su anciano emperador que por una emperatriz que en vida había 89 90 CARRANO, Patrizia. Las escandalosas. Op. cit. , página 90. “Atentado y entierro” [Información del museo del palacio de Hofburg en Viena] Historia Digital, XIII, 21, (2013). ISSN 1695-6214 © Cristina Muriel Garín-Historia Digital, 2013 33 Historia Digital colabora con la Fundación ARTHIS sentido auténtica aversión hacia el pueblo austriaco y que rara vez se había comportado como una verdadera soberana91. Elisabeth de Baviera, aquella quinceañera que había encandilado al mismísimo emperador de Austria, acabaría convirtiéndose en un juguete roto. ¿Dónde quedaría aquella niña de carácter sencillo que disfrutaba de la naturaleza y de sus amados bosques en el lago Stanberg? Sisi, como todos la llamaban, se había visto obligada a vivir una vida que no le pertenecía, una vida que acabó por ahogar su auténtica personalidad, y que acabó frustrando sus sueños de libertad pese a sus intentos de volver a aquellos días felices de Possenhoffen donde no era la emperatriz de Austria, sino Sisi. Aquella niña de trenzas despeinadas que podía reír y moverse a su antojo sin las estrictas reglas del protocolo de la corte vienesa mediante el que su tía intentó convertirla, sin éxito, en una auténtica soberana, terminó sumida en la más absoluta infelicidad. A veces amada, a veces calumniada y criticada, Sisi acabó convirtiéndose en la sombra de lo que un día había sido, incapaz de ser esposa, madre o emperatriz. Toda una vida buscando el camino hacia la felicidad y que, pese a sus intentos, ni la belleza, ni su familia, ni las constantes huidas por Europa, ni siquiera su amor por la naturaleza, lograron conferirle la tan ansiada paz que sólo una vida de anonimato podría haberle dado, y que desgraciadamente sólo pudo hallar con la muerte. Historia Digital, XIII, 21, (2013). ISSN 1695-6214 © Cristina Muriel Garín-Historia Digital, 2013 91 “El nacimiento de un mito” [Información del museo del palacio de Hofburg en Viena] Historia Digital, XIII, 21, (2013). ISSN 1695-6214 © Cristina Muriel Garín-Historia Digital, 2013 34