Orígenes ignorados de macondo Por Carlos Martínez Simahan En la Feria del Libro (2016) me correspondió comentar un texto con el título de esta columna cuyo autor, el profesor Elmer de la Ossa, se propone demostrar la presencia de Sincé en la obra de García Márquez. Para ese propósito ha investigado con tesón en la historia local, especialmente a partir del 1º de diciembre de 1.901, fecha de nacimiento de Gabriel Eligio García Martínez, padre de Gabito y arquetipo del Aureliano Segundo de Cien Años de Soledad. Según de la Ossa, la llegada del primer hijo de Aureliano Segundo fue tan difícil como el nacimiento del primer hijo de Gabriel Eligio, la búsqueda azarosa de Fernanda del Carpio se asemeja a las peripecias del matrimonio García-Márquez y el disfraz de tigre fue común a ambos personajes, el verdadero y el creado por la pluma fabuladora de Gabito. "En la vida real, Gabo se familiarizó desde niño con los asuntos médicos, como que su padre incursionó en esas disciplinas" dice el destacado académico Fernando Sánchez Torres, quien en su libro "La Medicina en la obra de G.G. Márquez", da cuenta de los aciertos de Gabriel Eligio como homeópata que le valieron autorización oficial tanto del Departamento del Atlántico como del Ministerio de Educación (1.938). Además de moderno telegrafista y homeópata exitoso Gabriel Eligio era un iluso que narraba sus sueños con amenidad y alegría. Esos relatos, que a principios del siglo XX corrían de boca en boca en Sincé, son identificados con precisión de relojero por Elmer de la Ossa: Descubriendo a Melquiades, La Parodia del Tigre, Competencia desleal y el Tesoro de la tía Lety, son el resultado de investigar los saberes sinceanos y de conocer muy bien la obra de Gabo. Son episodios ciertos que evidencian la presencia del fascinante mundo sabanero en La Mala hora, Cien años de Soledad, Crónica de la Marquesita de la Sierpe y en muchas otras de las narraciones Garcíamarquianas. A pesar del asombro ante las pruebas, los críticos consagrados permanecen en la comodidad de lo ya asumido, como el distanciamiento del Nobel y su padre, exagerado por Gerard Martín en su monumental biografía. El libro al que me refiero prueba que, además de Aracataca y la familia Márquez, la vida novelesca de Gabriel Eligio, la mítica región de La Mojana y la tierra sabanera de esplendor y sudor tienen influencia predominante en la inmensa producción literaria del Nobel colombiano. El esfuerzo de Elmer de la Ossa es valioso y ejemplar. Seguir su senda es una obligación de los escritores e investigadores caribeños. Hay que vencer la desidia y el desinterés oficial tan marcado, que en la Ruta de Macondo, no se ha incluido a Sincé, ni a Sucre, ni a La Sierpe, todos en el Departamento de Sucre.