baga, conseguirá sepnrafse de su indujo, y tas tentativas «e eftrellarán como \a» olas del mar en las rocaí que lo limitan. De ac|.ui resulta una continua y porfiada lucha que cada cual soslenemu» y que siempre salimos vencidos, teniendo que ceder al fatalismo que con férrea mano nos $;uia en pos del destino. Agotadas las fuerzas físicas, el desaliento y la debilidad producen en nuestros cerebros una exaltación febril, que, estimulando las fun» cienes intelectuales, promueven un vértigo tnfiernah Nciestra máqtiina le altera instintivamente, busca un ser, una COSA que sacie nuestra hidrópica sed, que apague el volcénico fuego que nos consume; mas ¡ oh desgracia! este consuelo con tanto anhelo buscado no se encuentra. Recorramos uno por uno ios que vagünen nuestra esfera: el primero que se nos presienta es la amistad Etita deidad viene adornada con multitud de cabezas^ ostentando cada una su fuz particular, produciendo tan complicada Variedad de caracteres que aumenta la revolución en que se hallan nuestros cerebros. Combatidas sus fuerzas de este modo solo vemos fantasmas qué nos fascinan, y sus imágenes se pintan en nuestra retina como et» la superficie de una plancha metáJica^ e«to es, sa sensación no se trasmite al cerebro porque la acción mecánica de los órganos conductores está suí^pensa, es un c'pasmo que ha paralizado también el sístole j diástole de nuestro corazón. Busquemos, pues, otro que con perspectiva mas halagüeña nos restituya al estado normal, y en nuestro desvarío corremos hacia el amor; mas ¡que horrorl este nuevo fantasma lleva un antifaz tan seductor que por un momento hace sentir un leve estremecimiento en el órgano vital que »iene á simular un latido de risueña esperanza. Empero aprücsimémonos y retrocederemos llenos de indignación al ver que lo que tanto nos halagaba era sobrepuesto, era una mentira que ocultaba una verdad real, amarguísima. En tan fatal situación, viendo asi burladas nuestras locas esperanzas, ¿que nos resta? un triste desengaño de esta vida, lerie de azares que reducen los placeres á la nulidad si con ellos «e parifican. ¿Qué importa que hay» quien sostenga lo contrario? Nosotros le dirémo» una y mil veces que miente, porque aventurar un aserto en contrario es pretender luchar contra el elemento mas fuerte, la esperiencia. Ved sitio ese hombre como se afana para amontonar el oro porque en él cree ver cifrada su Tonluraj ¿pero cuanto uo padece fisi» ca y mornlmente para logiar su obgeto ?* Lo consiguió, bien; mas vino la muerte y veamos el resultado de tanto afán. Ob«ervad á esotro que no omite sacnficia para adquirir un renombre célebre, es nn guerrero. Su ecsistencia se halla continuamente amenazada por el plonio enemigo, día y noche está en la agitación que tal profesión lleva consigo. Consiguió al fin verse, mecido por el aura de la opinión^ cDuy^uió verse semi-endiosado; empero la emulación y la envidia lo han asediado^ toda 'i6\i intrepidez, todo su valor son inütiles, es vencido en la lucha; y el incendio que antes se quemara'en su holocausto se ha convertido en inmunda tieria que le arrojan al rostro los mismos |que le ensatr^rau Recorred, pues, tedas las esferas sociales, ecsaminad uno por uno los hogares que guardan bajo su techumbre de oro ó de paja, desde •) magnate ha?la el mísero !:méndigo, y preguntadles que és lo que sacan de esta vida unos os contestarán que solo humo, mentira, adulación, artificio, calumnias; y los otros os diran:-^Aqui hay una verdad fatal, la miseria!—¿ Y habrá todavia quien ponga alguna obgeciou á l o q u e hemos ditho, quien desconozca los azares de que estamos rodeados en este baile ^de lágrimas, quien ignore el malogro de tanto afán, de tanto anhelo como testificaiDos^en todas nuestrat acciones para conseguir un nombre, un nombre céleibie que nos haga representar los primeros papeles ea esta grao comedia? Imposible. M. y R. A la Señorita l>oña Concepción Delicado. Bellctideal, que co pnbesceocla ardiente jamás formara la iiciite ma^ ffciindaj desecha ese temor de que vilmente ia envitfia ó la ijruurancia te cunfunda. Alinea UD reptil al á{>'uiía alMMÍ<la que á los cielos se alzara cuii sii «uelo pudo morder, y e»tás tu inn^ su vida para que te liag^an mal aqiii «•• <*' iturlo. Plugo á iVatura que nacieses grande, j un geuio siu igual te cuiicídió^ UD geuio que por lua» que lo demande no lo consigue el que sin el nació. Ni por mas tiempo estés en la apatía en que lian corrido tus priiucrus aSiM» deja lucir el venturoso día de ver primores á tu secso^straüo»Y si no quieres tatiga'r tu mente en dar la vida i I9 ^«e 90 ct^isticr».