Historia del Arte (Comentario) Justiniano y su Corte Tipo de obra: Decoración musivaria, mosaico. Título: Justiniano y su Corte Autor: Encargo de Juliano Argentario Cronología: 546. Iglesia de San Vital de Rávena. Italia. Estilo: Arte bizantino. La obra que analizamos se encuentra actualmente en su lugar de origen: en el muro norte del ábside de la Iglesia de San Vital de Rávena (Italia), enfrentado al que representa a su esposa “Teodora y su séquito”, ambos bajo el mosaico “Cristo Cosmocrátor, cortejado por los ángeles y la Iglesia, tiende a San Vital, la corona del martirio”. “Justiniano y su corte” pertenecen al periodo artístico que se desarrolló durante el Imperio Bizantino, concretamente a la “Primera Edad de Oro”. Propias de este periodo son las características presentes tanto en esta obra como en “Teodora y su séquito”. Una escena compuesta por teselas: pequeñas piezas cuadradas de pasta vítrea, o revestidas de oro y plata, junto con incrustaciones de nácar o marfil. Estas teselas daban lugar a una pintura de piedras casi incorruptible que reflejaba la luz del sol o de las velas creando efectos ópticos lumínicos, fascinantes para sus espectadores. La composición sigue un esquema frontal, a la manera de friso, en el que predominan las líneas horizontales. Podemos observar claramente la isocefalia: las cabezas de los personajes están al mismo nivel. La rigidez y el hieratismo predominante pretenden resaltar la solemnidad del acto representado así como la importancia del emperador y su imagen casi divina al considerarse el representante de Dios en la tierra; misión que Justiniano llevaba a cabo con fervor. Así aparece dominando la escena en el centro, con una túnica marrón oscura que destaca su figura sobre el resto. La corona, la aureola y las joyas también resaltan a Justiniano que lleva una patena en las manos y que adornan a su esposa en el mosaico ubicado frente a éste. En ambos, las figuras se recortan con contornos de líneas negras sobre el fondo dorado, color que representa la eternidad y la solemnidad así como la atemporalidad de la escena. El color verde del suelo intenta dar un toque de realismo. La variedad de tonos enriquece el cromatismo del mosaico. Los ropajes se representan acentuando los pliegues. Las figuras superpuestas y en posición frontal son casi simétricas, sobre todo los rostros, retratos individualizados en los que los ojos dirigen sus miradas fuera de la escena. Gracias a la inscripción podemos distinguir al obispo Maximiano con la cruz en la mano. Otros dos religiosos sostienen el libro de las escrituras (o código Justiniano) y un incensario. El personaje más próximo a Justiniano es Belisario, conquistador de Rávena, cuya esposa, Antonina, aparece retratada en el mosaico de Teodora. Dos nobles anónimos y soldados con lanzas completan la corte. En el mosaico de la emperatriz, ésta aparece portando el cáliz con el vino de la eucaristía, rodeada de su séquito de damas y eunucos, junto con elementos arquitectónicos como el ábside, la cortina, la puerta o la fuente; elementos que hacen que la escena sea más natural que la de su marido. Los mosaicos bizantinos se alejaban del naturalismo a favor de la simbología, podemos percibirlo en la Cruz, el libro de las Escrituras o el libro con el Crismón, emblema del Cristianismo primitivo que representa a Cristo con las letras X y P rodeadas por el círculo que simboliza lo eterno. La patena es la ofrenda del emperador a San Vital con motivo de la consagración del templo. Este acto nos muestra a Justiniano como Basileius ton Romanion, emperador de los romanos, título que recibió en el año 527. Aparece, al igual Historia del Arte (Comentario) que los emperadores romanos, rodeado de soldados y clérigos, mostrándose como autoridad religiosa, militar y administrativa. Desde entonces ejerció su cargo, profundamente religioso y consciente de los deberes de su exaltada posición cerca de Dios. Inauguró la “primera Edad de Oro” al ser un sagaz diplomático y administrador, hábil para escoger los mejores colaboradores, y convencido de su misión divina para conducir la Iglesia dentro y fuera del Imperio Bizantino al igual que su fundador Constantino. El primer emperador cristiano, restauró la antigua colonia griega de Bizancio, situada en el estrecho del Bósforo y le dio el nombre de Constantinopla. Tanto Constantino como Justiniano mantuvieron los tres cimientos sobre los que se edificó el imperio: La cultura griega, la estructura romana del Estado y la fe cristiana. Justiniano agrupó las leyes del Estado en un código jurídico, reconquistó a los bárbaros los territorios mediterráneos y combatió a los paganos. También quiso unificar sus empresas arquitectónicas con la cúpula: elemento aglutinante de los templos en los que la planta de cruz latina de las basílicas es sustituida por la planta central. Las iglesias se decoraron con mosaicos pasando por varias etapas. Los pertenecientes a esta primera edad de oro, tuvieron su propia iconografía oficial, asignándole a cada tema un lugar en el templo: en el ábside, el Cosmocrátor sentado en el globo del universo y rodeado de ángeles; en la cabecera de la iglesia la Theotokos, María sentada con el Niño en brazos; en los laterales y avanzando hacia ellos, una comitiva de santos, vírgenes y escenas del Antiguo y Nuevo Testamento; en la cúpula, la mano de Dios saliendo de una nube; en las pechinas, cuatro serafines y en el testero de los pies, el Juicio Final. La primera edad vio su fin con la crisis iconoclasta, iniciada por León III en el año 726, cuando se prohibieron y destruyeron los iconos. Un siglo duró la crisis, siglo en el que las únicas representaciones admitidas en las iglesias fueron la cruz desnuda, el trono vacío con las Escrituras o los atributos de la Pasión, y campos de flores y pájaros. Teodora terminó con este periodo en el año 843 y entre los siglos X y XII la decoración musivaria conoció un magnífico renacimiento conocido como la “segunda Edad de Oro”. Los temas iconográficos se renovaron y ocuparon un nuevo lugar en el templo: El Cosmocrátor es sustituido por el Pantocrátor que se desplaza hasta la cúpula; la Theotokos sedente desaparece y en su lugar se representa a María de pie con el Niño, la Hodegetria; el programa se enriquece con nuevos temas como la Deésis, adoración de María y Juan Evangelista y la Anástasis, descenso de Cristo al limbo, que en Bizancio se instrumentalizó como la Resurrección. El hieratismo presente en “Justiniano y su Corte” desaparece en los mosaicos de esta “segunda Edad de Oro”, las figuras se alargan y gesticulan. Sin embargo, los fondos dorados y los modelos se mantendrán, persistiendo hasta la Edad Media, influyendo en la pintura románica y gótica. La iglesia que alberga el mosaico, San Vital, se encuentra en Rávena, importante puerto de mar, sede de la armada y refugio para los emperadores en tiempos de crisis. Justiniano había convertido la ciudad en segunda capital de su imperio y mandó construir una iglesia de planta centrada, octogonal y con un ábside. Posee una tribuna o galería superior que ampliaba el espacio en el interior. Como precedente directo podríamos mencionar los mosaicos romanos. Y algunos detalles son comparables a obras de periodos posteriores. Ejemplo de ello son las lanzas que portan los soldados, que nos recuerdan a “La rendición de Breda” de Velázquez; o el intento de individualizar los retratos, individualización alcanzada por Rembrandt en “La lección de anatomía del doctor Nicolaes Tulp” o “Los síndicos de los pañeros”.