EL SIDA EN LA RELACIÓN HETEROSEXUAL EN LA COMUNIDAD DE MADRID (1993) Resumen 1. OBJETIVO: Analizar la estructura sobre la que se asienta el discurso y comportamientos de un segmento de la población (drogodependientes, prostitutas, chaperos y jóvenes residentes en zonas marginales y en contacto con drogodependientes por vía parenteral) que, por sus particulares características sociales, se encuentra expuesto al contagio del SIDA y, a la vez, puede actuar como transmisor del VIH/SIDA por vía heterosexual. 2. METODOLOGÍA: La metodología utilizada ha sido la estructural o cualitativa plasmada técnicamente en grupos de discusión "triangulares" o "personalizados" (veintiuno)y entrevistas en profundidad (seis). Se ha analizado el discurso de cuatro colectivos específicos, cuyas variables de configuración han sido: - Para los drogodependientes: § § § - seropositivos/ no seropositivos ADVP/no ADVP, parejas de drogodependientes Para las prostitutas: § § § § extranjeras/españolas, drogodependientes/no drogodependientes, ejercicio de la profesión en calle/club, agentes sociales. 1 Para los chaperos: - § § § extranjeros/españoles, drogodependientes/no drogodependientes, ejercicio de la profesión en calle/club, Para los jóvenes: - § § § estudiantes/trabajadores, chicos/chicas, edad 15-17 y 18-22. Se han realizado entrevistas en profundidad a profesionales que trabajan con estos colectivos, esto es: asistentes sociales, profesor en el programa de Garantía Social, educador de calle. 3. RESULTADOS 3.1. El discurso de los drogodependientes La mayor parte de los drogodependientes del estudio son politoxicómanos, siendo la modalidad de consumo la "aguja" La droga es algo cotidiano, de lo que no se puede prescindir, convirtiéndose en el único objeto de deseo. El rechazo social y familiar hace que muchos toxicómanos a pesar de ser seropositivos no lo cuenten a sus familiares y amigos. La aparición del SIDA ha modificado el mundo de los adictos a drogas por vía parenteral por varias razones: • Ha habido un sector de ellos que se han pasado a otras modalidades de drogadicción. 2 • Hay una tendencia a no compartir las jeringuillas, aunque en momentos de apuros se sigue haciendo, principalmente en la cárcel, cuando no hay dinero suficiente para fumar y cuando están con el "mono". • Convierte a los yonkis en apestados de la sociedad. Han pasado de ser personas marginales que planteaban problemas relacionados con el orden público, a ser personas que pueden contagiar el SIDA. Las relaciones sexuales en este colectivo pasan a un segundo lugar, debido no sólo a la primacía de la droga, sino también a la repercusión que ésta tiene en el organismo, a su deterioro. Están marcadas por períodos de verificación de la salud del drogodependiente y la incertidumbre de si han vuelto a tener alguna práctica de riesgo. No obstante, no recurren al médico a no ser que se lo exijan para entrar en un centro de desintoxicación o cuando la enfermedad es grave. Las relaciones sexuales son con sus mujeres, cuando están casados, o con las prostitutas cuando no lo están. No parece haber demasiadas relaciones fuera de estos grupos. No les gusta o no quieren utilizar el preservativo y el "foco de infección" nunca son ellos, sino los otros. Las mujeres de los toxicómanos son también reacias al uso del preservativo, argumentando dos razones: no son necesarios en la época en que su compañero "no tiene nada" y el preservativo puede fallar. Para los toxicómanos, el SIDA está, por un lado, relacionado directa y casi exclusivamente con el hecho de compartir jeringuillas, y no supone un problema puesto que están siempre en la búsqueda de la completud; pero, por otro lado, puede significar una mayor marginalidad al ser expulsados de sus familias y de su entorno, a la vez que supone la ruptura imaginaria de una posible vuelta a la normalidad (aunque esto es secundario). 3 Las mujeres de los toxicómanos ven el SIDA como una auténtica amenaza para ellas y sus hijos. La certeza de la transmisión está en la aguja y en la relación anal (identificada como práctica de homosexuales). El hecho de que se haya identificado, también, SIDA con homosexualidad hace que la relación anal se vea peligrosa, pero no la oral o vaginal. Hay confusión en torno a lo que puede ser el SIDA, a si la persona seropositiva contagia o no, a si desarrolla necesariamente o no la enfermedad y a si, una vez declarada la seropositividad, puede la enfermedad surgir en cualquier momento, a pesar de no tener ninguna práctica de riesgo. 3.2. El discurso de las prostitutas La prostituta tradicional establece una serie de diferencias con las demás, señalando, con respecto a ellas, tres grupos diferentes: las yonkis, las extranjeras y las que tienen proxeneta. El problema principal de las yonkis es que necesitan de forma perentoria el dinero para conseguir la droga, por ello aceptan cualquier condición del cliente. Su identidad está constituida más por su condición de toxicómana que por la de prostituta. Dentro del colectivo de prostitutas extranjeras hay que distinguir entre las "europeas" y las de "color" (puertorriqueñas, africanas...). La mujer extranjera de "color", debido, en parte, a unas referencias culturales distintas, y en parte, a la situación de ilegalidad en la que vive, admite determinados servicios, valorados negativamente por la prostituta tradicional (relación anal por ejemplo), al tiempo que no le da importancia a la utilización del preservativo. Las mujeres que trabajan con proxenetas se ven obligadas a ser lo más "productivas" posible, incidiendo esto en las condiciones socio-sanitarias en las que trabajan y en la aceptación de cualquier demanda del cliente. La prostituta tradicional, debido a la flexibilización de precios y servicios, y al aumento de la oferta, se ve obligada a claudicar frente a unas normas que 4 dicen imponerse, como son el mantenimiento de unos precios, no aceptar determinados servicios que consideran de "degenerados", la utilización de preservativo y la existencia de controles sanitarios y condiciones higiénicas. Todos estos colectivos de prostitutas viven, mayoritariamente, en una inseguridad económica total. Están, aunque de un modo diferente a los yonkis, en la más pura inmediatez. Estar en el plano de la inmediatez supone estar en el plano de la sumisión. Las prostitutas son conscientes de la necesidad de utilizar el preservativo, pero prescinden de él ante la urgencia de conseguir dinero. Cuando la prostituta le plantea al cliente la necesidad de ponerse preservativo éste responde de varios modos: cuestionándole si es que está enferma, le asegura que él no lo está, le dice que el SIDA es un tema de homosexuales y le dice que de algo hay que morir. En su trabajo, la prostituta, hay momento en que no utiliza el preservativo, pero cuando está con su compañero no lo utiliza nunca. Diferencia así lo que es la vida privada de la pública. Al igual que pasaba en los grupos de drogadictos, el aspecto físico de las personas juega un papel importante para decidir si están o no enfermas, y este será un argumento para no utilizar el preservativo. Las prostitutas que hemos llamado "tradicionales" son las más preocupadas por los temas de la salud y la higiene. Para otras, el acudir al médico se convierte en una pérdida de tiempo, con lo cual tienden a automedicarse. Esta es casi la única posibilidad para las extranjeras ilegales. Son las prostitutas yonkis las que conocen mejor los mecanismos de transmisión del SIDA. Esto es debido tanto a la práctica de riesgo que realizan como al nivel cultural mayor que poseen. Para las demás prostitutas es una enfermedad de transmisión sexual que se asocia, en algunas ocasiones, con la sífilis, utilizando a veces, como medio de prevención los antibióticos. 5 Para estas mujeres, el SIDA se transmite por medio de la aguja y en las relaciones homosexuales, así creen preservarse del contagio no relacionándose con sus compañeras toxicómanas y no aceptando servicios a posibles yonkis. El contagio por vía homosexual sólo se plantea cuando el cliente pide "un griego". Para la prostituta tradicional el "peligro" no está tanto en el cliente, sino en la prostituta yonki que le puede contagiar. Hay casos (esto ocurre en los tres colectivos estudiados) en los que el seropositivo no informa de su condición cuando se le pide una relación sin preservativo. Las prostitutas "tradicionales" sí se realizan las pruebas analíticas para la detección de anticuerpos, pero no así las extranjeras y las yonkis. La única vía posible que ven, para informar al colectivo de prostitutas, es, tal como se está haciendo, mediante organizaciones no gubernamentales, pero desde una postura que ellas reivindican más activa. Proponen un acercamiento a su lugar de trabajo, y parecen ser las agentes sociales (prostitutas que han realizado unos cursos) las personas más adecuadas para ejercer una labor de información. 3.3. El discurso de los chaperos (prostitutos) Los chaperos participantes en este estudio han sido seleccionados tanto por su actividad homosexual (por los servicios practicados a otros hombres), como por sus prácticas heterosexuales en su vida privada. El discurso de estas personas es una mezcla del de las prostitutas y los yonkis (la mayoría de ellos lo son). Y también su mundo se ha visto modificado por la inclusión de extranjeros y de yonkis. 6 Los extranjeros europeos constituyen una minoría que guardan determinadas medidas de prevención como es la utilización del preservativo. No ocurre lo mismo con los otros extranjeros, especialmente los llamados "moros". El colectivo de chaperos yonkis (muy numerosos en este mundo) se declaran partidarios de la heroína en su vida privada, pero se ven obligados a usar la cocaína para realizar los servicios que les piden los clientes. Ante el deseo de plenitud, que produce la heroína, y la situación de inmediatez, no hay nada que se interponga para obtener el dinero necesario para comprarla. Ante la necesidad de conseguir el dinero se oculta la condición de portador del virus del SIDA, pasando, imaginariamente, la responsabilidad al cliente por no pedir el preservativo. Frente a los clientes hay una actitud de sumisión casi total, especialmente en lo que al preservativo se refiere. Reconociendo todo tipo de servicios a los que se someten, incluidos los de carácter sadomasoquista. Igual que ocurría con toxicómanos y prostitutas, el aspecto físico del cliente juega un papel muy importante a la hora, incluso, de pedir el preservativo. Parece una norma bastante habitual que los chaperos se relacionen con prostitutas, que formen parejas entre ellos. Y, tal como vimos en el discurso de las prostitutas, en las relaciones entre ellos no usan el preservativo, aún sabiendo que con los clientes no siempre se usa. 3.4. El discurso de los jóvenes Los jóvenes que participan en este estudio viven en zonas marginales, lo cual señala y define una determinada situación y expectativas de futuro. Es en la falta de expectativas donde los jóvenes ponen el énfasis en su discurso, debido a la actual crisis económica y a su propia formación. 7 Cuando se les pregunta a los chavales del Programa de Garantía Social sobre sus expectativas inmediatas la contestación es la de ser chapero o traficante. A pesar de que el consumo de heroína ha sido una práctica habitual dentro de estos barrios (y continua siéndolo), los jóvenes manifiestan un claro rechazo a los yonkis y a la heroína (fundamentalmente por vía intravenosa). Ellos han visto el daño que ha hecho a compañeros y vecinos. Este rechazo no se da con otro tipo de sustancias como pueden ser las pastillas y el alcohol, que son consideradas las drogas de la fiesta; lo que se necesita para relacionarse y no hace daño al organismo. Las dificultades que los jóvenes tienen para relacionarse hace que necesiten del alcohol y las pastillas y, en este contexto, las relaciones que se establecen con el sexo contrario son lo que ellos definen como "aquí te pillo, aquí te mato". Los más jóvenes reconocen que en sus relaciones sexuales no se plantean el uso del preservativo. El aspecto físico, al igual que en los otros colectivos, juega un papel importante a la hora de justificar la no utilización del preservativo. Mientras que para los chicos el aspecto es importante a la hora de tener cierta seguridad en las relaciones sexuales, para las chicas, el término que utilizan es el de la confianza. El SIDA es una cuestión vivida desde lejos por los jóvenes, y esto es así porque se ha asociado a dos colectivos concretos, yonkis y homosexuales, con los que ellos dicen no tener relación. A la ausencia de un conocimiento adecuado sobre los mecanismos de transmisión se une el rechazo explícito de lo que ellos suponen "grupos de riesgo". Su identidad viene constituida en términos de diferenciación con el otro, con el que está marginado y es asocial. Así, el miedo a que puedan ser confundidos con yonkis, prostitutas y homosexuales, hace que se planteen la posibilidad del contagio por medio del accidente, de la transfusión o del dentista, pero nunca por una práctica de riesgo que puedan tener estos colectivos. 8 3.5. El SIDA en las relaciones heterosexuales A pesar de las diferencias de los distintos colectivos estudiados hay elementos comunes a todos ellos: La información que poseen es confusa y parcial. Frente a la gran cantidad de datos, a veces contradictorios, emitidos por los medios de comunicación, los grupos han simplificado la información y han codificado aquello que para ellos tiene cierto sentido. Las vías de transmisión han quedado reducidas a dos: • La de sangre-sangre, asociada a los yonkis • La relación anal, asociada a los homosexuales Existe la idea compartida de que la enfermedad se refleja en el cuerpo, de ahí que cobre una importancia desmedida el aspecto del otro. La muerte se hace presente, imaginariamente cuando empieza a aparecer en el cuerpo los síntomas de deterioro físico. Las condiciones de precariedad e inmediatez, en las que viven estos colectivos (a excepción de los jóvenes, aunque sus relaciones sexuales sí son precarias e inmediatas, en muchos casos), hacen que se sitúen en condiciones de sumisión hacia el cliente, aceptando servicios y condiciones (como es el no usar el preservativo) que de otro modo no aceptarían. Las medidas de prevención, simbolizadas en el uso del preservativo o en no compartir la jeringuilla, no se tienen en cuenta en momentos de urgencia o necesidad. El preservativo presenta dos imágenes diferentes: • Preserva de contagios y enfermedades en la relación laboral de prostitutas y chaperos. 9 • Pone algo de lo siniestro, de la enfermedad, y obstaculiza, en lo imaginario, lo que se puede considerar como la totalidad del placer. De aquí que, en el ámbito de lo privado, ningún colectivo haga uso del mismo. Las condiciones higiénico-sanitarias de prostitutas y chaperos han empeorado al desaparecer la cartilla de beneficencia. A la vez, hay un colectivo considerable de extranjeros y extranjeras que no tienen acceso real a la asistencia sanitaria ni a la información. Los canales de información tradicionales no sirven para llegar a éstos colectivos, debido a su tipo de vida. La labor de las organizaciones no gubernamentales parece ser el medio más adecuado para llegar a ellos. La información debería estar centrada en lo que es su trabajo y entorno. Debería ser lo más sencilla posible, intentando romper la idea, bastante generalizada, de que la transmisión solamente se realiza por medio de la aguja y a través de la relación anal; y relativizando, también, la importancia del aspecto físico. Dentro del colectivo de yonkis, al vivir en la más pura inmediatez y en el deseo de plenitud, el SIDA puede ser un accidente posible pero no inmediato, que no modifica sustancial sus hábitos. Por ello, pensamos que la única actuación "eficaz" con este colectivo vendría por la legalización de las drogas. La prostitución femenina y masculina se vería, también, afectada positivamente por esta posible medida. En general, son colectivos bastante cerrados que se abren a la población general a través de los clientes de la prostitución (tanto heterosexual como homosexual), dependiendo sus condiciones materiales de vida de la voluntad del cliente. Son los clientes de la prostitución los que deberían tomar conciencia de la necesidad del uso del preservativo y demandarlo. 10