III. LA ETAPA SIN t OBI.ETO r' Ex ¡r. capítulo ¡ definí el concepto psicoanaiítico del obieto libidinal e in' diqué cómo, en el mundo del neonato, no existe ni el obieto ni l¿r relación de'objeto. He llamado a esta primera etapa la etlpa preobietual o sin ob¡eto. El presente capítulo, así como el siguiente, están dedicados a tratar de dicha piimera etapa. Er¡ ellos enfocaré la atcnción sobre la responsabilidad del infante y ofreceré ciertas especulaciones acerca de la naturaieza de percepción en el neouato y su papel en la teqrla psicoanalítica, . la La etapa sin objeto coincide más o menos con la del narcisisn'ro primario. Hartmann (1939) habla de ella como de uua fase indiferenciada.l Yo prefie¡o darle el nombre de etapa de no diferenciación, )'a que la percepción, la actividad, las funciones del recién nacido no están suficientemente organizadas en unidades, salvo, hasta cierto punto, en aguellas zonas que son indispensables pera la supervivencia, como el metabolismo, la absorción nutricia, la circulación, la función respiratoria y otras semejarntes. En esta etapa el recién nacido noiabe disiinguir una "cosa" de otra: no i puede tampocó distinguir una cosa (externa) de su propio c-uerPo, \'r'ro.cx- i perimenta él medio ciicundante como algo separado de sí. Por eso, percibe ; lambién cl pecho satisfactor de sus neceiidades y proveedor de alin¡cnto' si él mismo.á hdemás, el reción nacido en ií no eitá diferenciado ni brganizado; ni siquiera en asPectos tan fundrmentales co'no la relación entre los centros neutrales discretos, Por una parte, y sus órganos musculares efectores, por la otra; sólo poquísim-as zonas privilegiadas párecar estar separadas, formando uuidades fLrncionales (Tilnev y Kubie, l93l). Uia multitud dá obsen'aciones, las nuestras entre ellas, vienen a confirmar que el aparato perceptor del recién nacido se halla escudado del n"¡undo exteri;r mediante ui'ra bir*eta contra los estlmulos extraordinariarnente alta. -!" ESta barrera protege al infante durante las primeras .semanas y meses de vida de la peñepción de los estímulos del medio arnbiente. En consecuercia, nos pañce jirstificado afirmar que, durante lo-s primeros días sin.duda,,v duiante et pri*.r mes o cosa así en proporción decreciente, no existc en la es que 1o pércibe, como una parte de ! r El conceoto de Hartmann de la fase indiferenciada se refiere a la falta de diferenciación y'el ello, entre lo consciente y lo inconsciente, en la personalidad del neonato. Dcnuo de áta persánalidad indifercnciadá, lo consciente y 1o inconsciente se separarán el entro el yo uno del otro, y'más tarde el yo del cllo.. Así ci concepto dc..H¡rimann maneia esencial' mente datoS qrie ya encontramoi en la tcoría y práctica psicoanalíticas; es, Pues' ttn conccpto descriotivo. Mi'concepto de'ho difcrcnciación" incluyc-los posiulados de Hartnrann; se trata de un térmi¡o más^ extenso, yt que abarca, a más de la descripción, .algunos aspectos observables no psicoanalíticos, tales cómo los de conducta neuromuscular, fisiológica, por eienrplo la percepción v Ia acción. En la etapa de nodife¡enciación no existe una distinción clar¡ entre la psiquá y el soma, entre lo intemo y lo externo, entre cl impulso y el obieto, entre el "Yo" v eÍ "Ño yo" y ni siquiera entre las difc¡entes regiones del cuerpo. ' z "lJn ínfaíte d" iecho no distingue aún su io del r¡undo átcrior, como el origen de Ias r¡saciono que fluyen en é1" (Freud, 1930, pp. 66s.). 39 +t) L:\ CONSTITUCIÚN DEL OBIETO LIBIDINNAL práctica el mundo cr<terior para el infante. Durante este periodo, toda percepción marcha a través de los sistemas interoceptivo y propioceptivo; las respuestas del infante se producen según la percepción de las necesidades, comunicadas por estos sistemas. Los estímulos que provienen de fuera, son percibidos sólo cuando su nivel de intensidad excede pl <iei umbral de la barrera contra el estímulo. Entonces irrumpar a través de dicha barrera, rompiendo el sosiego del neonato, que reacciona con violencia y desagrado. Estas respuestas de displacer pueden observarse desde el nacimiento. No obstante, deseo afirmar categóricamente que discrepo de las especulaciones de ciertos autores que pretenden que el infante da muestras de desagrado ya in uterc. No hay medio de saber lo que "expresa" la conducta dcl feto. Encuentro igualmente inaceptables las especulaciones sobre la percepción- sensorial del inJante durante el parto o sobre la actividad psi quica en el ¡ecién nacido durante las primeras semanas y meses que siguen al nacimiento. Tales especulaciones corren parejas con la aseveración de autoridades de los siglos pasados acerca del llamado "grito del nacirniento" del neonato, que se suponía expresaba su desesperación al enfrentarse por primera vez con nuestro miserable mundo. Todas estas ideas ingenuas honran la capacidad imaginativa de sus inventores, pero no pueden ni comprobarse ni iefutarse. Con las mordaces palabias de Freud, diremos: "La igno- rancia ei la ignorancia, algo" (1927). y de ella no se deriva el derecho a creer en PROTOTIPOS PRIMITIVOS DE RESPUESTAS AFECTIVAS No me siento inclinado tampoco a estar de acuerdo con las intelpretaciones ¡edactadas en un lenguaje más "científico" acerca del trauma del nacimiento, como manifestación prirnera de Ia angustia propiamente dicha y como determinante primario del destino individual del hombre (por efemplo Rank, 192'1). Toda una doctrina psicológica se ha basado en el impacto de este "trauma", asignándole un papel enteramente desproporcionado y crigiéndolo en malvado responsable de cualguier perturbación psíquica poste¡ior. Freud, con la prudencia científica que lo caracterizaba, afirma que ai nacer no hay consciencia; que el llamado trauma del nacimiento no deja ningún recuerdo; que "el peligro del momento de naóer no tiene todaüa contenido psíquico" (Freud, 1926a). En üsta de la recurrencia periódica de esta controversia, decldí efectuar una serie de observaciones directas para obtener registros objetivos con el máxin.ro detalle de la conducta del infante al nacer. Con este propósito, esistí e hice registros muy cuidadosos de 35 partos efectuados sin anestésicos ni sedantes. En 29 de éstos, la conducta del neonato fue filmada durante la expulsión o inmediatamente después del parto. Conünuamas observanda a los recién nacidos durante las dos semanas siguientes y filmando reiteradamente su modo de comportarse al mamar, así como sus respuestas e una serie de estímulos estandarizados. Los registros mostraron que la reacción del neonato ai nacer difícilmente I f ll'. t\ *t" t tw^+.¡,(+*' ¡ LA E]'APA SIN OB]ETO '--+tl,.¡" 1! I - i 41 podia denominarse una reacción t¡aurnática. Entre los infantes dados a luz normalmente --que son la inmensa rnayoría, con sólo un uno por ciento de nonatos de tal modo- la reacción es extraordinariamente pasajera v muy lejos de ser violenta, durando sólo unos cuantos segundos. Inmediatamente después del parto, el infante muestra una breve angusüa respiratoria y manifestaciones de excitación de matiz negativo. Si se le deja en paz, todo esto desaparece literalmente en cuestión de segundos, dando paso a una quietud total. El llamado trauma del nacimiento, al que dieron tanta irnportancia intérpretes equivocados de Freud, se destaca por su corta durac-ión y por no ser nada impresionante. Cuanto puede observarse es un breve estado de excitación, que parece tener el sello del displacer (véase Spitz, 1947a).3 En contraste, la instilación de nitrato de plata en los oios del neonato (que se efectúa inmediatamente después de seccionar el cordón umbilical) provoca una respuesta vocal de desagrado mucho más prolongada, que puede durar hasta medio minuto. Estas observaciones rnuestran adenrás que durante las primeras horas y hasta durante los primeros días de vida, no se pudo captar más que una manifestación de algo que se asemeiaba a la ernoción, a saber: un estado de excitación que parecía tener cualidad negaüva. Dicha excitación negativa se suscitaba cuando el recién nacido era expuesto a una estimuleción lo suficieutemente fuerte como para rebasar el alto umbral de percepción (por eiemplo,la nalgada aludida alpie dela nota). Excitaciones de esta cualidad se expaimentan también como desagradables en una edad posterior. Para simplificar usaremos este término de desagradable para describir también la excitación negaüva en el infante. Ia contrapa¡tida de las manifestaciones de desagrado del neonaio no son, sin embargo, manifestaciones de placer, que a esta edad no pudieron observarse, sino el sosiego. l,a excitación negativa del recién nacido, en respuesta a una estimulación excesiye, debe ser considerada como un proceso de descarga, tal y como Freud lo describió (!895). Y, siendo así, es un proceso específicamente fisiológico, que eiem- ü plifica la ley del principio de Nirvanr, iegun la cual Ia excitación se man- \ tiene a un nivel constante y cualquier tensión que exceda este nivel ha de '" ser descargada sin demora. Partiendo de estos principios, el funcionamiento fisiológico se desarrollará y consolidará a su debido tiempo. Una vez estabJegidg, la función psicológica se regirá por la ley del principio de placer y el displacer durante algun tiempo, hasta que, a su vez, él principio dé placer sea sustituido, aun cuando jamás por completo, por los mecanismos réguladores del principio de reaüdad. Es de máximo interés notar que, al comienzo, el organisrno actúa, tanto fisiológica como psicológicamente, a la manera de un sistema [inario, de " acuerdo con el principio del "tercero excluido" (ley de contradicción), una , . de "las llamadas tses leyes del pensamiento" (Baldwin, 1940). Tenemos s l,as diwrsas manifestaciones vocales del infante el nactr, t¿les como se preseritan, pueden atribuirse en parte a razooes mecánicas, como el comenzar a respirar, y * un" proporción aún menoi al verdadero displacer. En su inmensa mavoría son el ¡esultado de los cfuer¿os bie¡ intencionados del tocólogo y de la partera pera acelerar, con una vigorosa nalgada, el comienzo de la respiración. 42 L.\ CONSTITUCIÓN DEL OBIET'O LIBIDINNAL buenas razones para pregunta¡nos si los comienzos fisiológicos en los cuales se fundan posteriomrente la función psíquica y más tarde los procesos de pensamiento, no tienen efectos insospechados, trascendentales y duraderos y. si no dete¡nrinan también la estructura consiguiente de Ias leyes de la 'u?ic**,r,.n os ahora la respuesta del neonato l:' percepción y de la conducta. desde el punto de ,irt"'d. PRII\ÍITIVAS RESPUE§T.{S COCNITIVAS Debemos pregunta-r aho¡a cómo percibe el recién nacido cualquierir de los estímulos venidos del exterior que se requieren para gue capte al!o. Para r€sponder a esta pregunta, aun cuándo sea-a modó de tanteo, tenérnos que áecir unas cuantas palabras acerca de la naturalezr de Ia percepción.' Porque resulta dificil cbmprender que pueda hablarse siguiera áe peicepción en'el recién nacido, si ic hace en base a lo que sab&nos hoy ^por ia fisrología y. la- psicología experimentales, prescindiendo de lo qúe'pudiera deci-rse siguiendo el concepto freudiano del aparato mental. Nb púedo detenerme a drscutir el vasto campo de la percepción v sus ernbrollos desde ninguno de estos puntos de vistá. Del milmo mo¿o iro puedo siquiera empezairefiriéndo¡ne a los numerosos y,recientes experimentbs sobre ia percepción ltales :gr"g.lolTnprendidos porCeorge Kleinl E. Von Holst, \\¡. Roseiblith,'Selig Hecht, Riley Gardner-y muchós otros), en particular porque ninguno clé ellos se etectuaron con niños y menos aún con infantes. considero provechoso limi[arme aquí, de un modo arbitrario, a examinar,las. in'estigaciones de M. von Senden (lg3Z), que corren pareias con Ios hallazgos experirnentales en_ chimpancés áe Riésen (lg47l, Ambos autores han abierto rastas zonas de la fercepción, que esluvierán hasta ahora descuidadas. En pocas palabras, von s-enden investigó a 63 sujetos ciegos de nacimien- to-que-fueron 1I"99, entre los tres v los óuarenta í tres anós de edad, operados de sus cata¡atas 99ngé$ta¡. Von senden ir¡forma que las rücciones de estos pacientes a la "bendición" que se les confería, a'saber: el dón de la vista, fue, para decir lo. menos, ináperada. Ninguno de ellos sintió este beneficio como una bendíción. -Resultó que aun cianclo poseían la visión, no sabían ver. Twteron literalmente qut aprender n uei . trar,és de un laborioso y largo, proceso que les originó una angustia -penoso -dilatado, rnental sin cuento. Y cuando deeimos "un laigo y dilatido proceso',lque, remos decir meses y años; muchos de ellos no apienáieron nunóa a ver, otios, finalmerite, expresaron el deseo de volver a ser ciegos. ¿Cuál es el significado -de estos hallazgos? Resulta claro que estos pacientes se las habían arreglado para vivir sus vidas sin utilizar ios oios. Habían establecido sus rel:rciones con el medio circundante, tanto el áni¡nado como el inanimado, con la ayuda _de modalidades no visuales que estaban a su alcance: el tacto, el oído, el olfato y otras menos conocidas. Mediante el uso de estas modaliciades sensoriales no visuales, habían adquirido un código firme de preceptos ensoriales significativos, esto es, dá signos y L,\ E'I.AP-{ SIN OBIE'I'O 43 señales significatilos. Estos signos v señalcs sc habían ¡elacionado entre sí, creando una enmareñada red de rastros urnémicos a partir de los cuales estos pacientes habían formado su "imagen" del mundo. Gracias a esta "imagen", se oricntaban por sí mismos, efectuaban procesos de raciocinio y se guiaban, a través de los obstáculos, hacia sus metas, se cornunícaban y relacionaban. De súbito el flujo masivo de innumerables estímulos visuales, que no podían ni regular ni controlar, abierto por la operación, tampoco pudieron trasformarlo en sugestiones significativas. Por el contrario, esos estímulos visuales carecian por completo de significación. l)e hecho, perturbaban el uso del código de señales significativas existentes, aquel que hasta entonces había constituido su mundo; o, dicho en el lenguaje de la teoría de la comunicación, tales estímulos visuales ininteligibles crirn experinrentados corno tun "ruido" confuso e insoportable. La experienciir "perceptiva" del que nirce ciego y a quien se le do'uelve i¿ r'ista en la adoiescencia o en la edad adulta, puecle aplicarce, nrutatis mutandis, al neonato, o más bien a los primeros seis meses de vida del infante. Por supuesto, existe una diferencia fundamental entre ambos c,'rsos. La imagen del mundo del que nace ciego, pero que es opeiado, consiste en un sistema de señales cohe¡ente ya y organizado, que se deriva de todas las modalidades sensoriales, salvo la visual. Tras de Ia operación de las cataratas, la granizada de los estímulos visuales ajenos, nunca expciimentados y §n sentidq irrumpe y hace añicos este sistema cohe¡cntc, El desventurado que es ciego de nacimiento ha de enfrentarsc con unx cuornre tarea de reorganización, de elaboración mental. Sus capacidades emotir.'as y mentales están intolerablemente recargadas y, por ende, sc siente desoricntado y sin amparo. El neonato, por el contrario, no ticne irnagen algurra clel nrundo ert al;soiuto, ni estímulos de ninguna modalidad sensorial que pueda reconocer como'señales; incluso cuando alcanza los seis meses de cdad, sólo poquísir¡ras de estas señales han quedado establccidas y depositadas comorastros mnémicos. Por lo tanto, los estímulos que chocan con el aparato sensorial del infante son tan aienos en 1o visual como en todas las clemás mod¿rlidades sensoriales. Cada estímulo tiene que ser trasformado primero en rlnfl experiencia significativa; sólo cntonces puede convertirse en una seilal, rr Irr cual se irán añadiendo, paso a paso, otras señales, para construir ia irr.rqcr.r coherente del mundo del niño. Una diversidad de condiciones capacita al neonato para realizar esta hazaria extraordinaria: i l') t¿ primera de ellas cs ia creación de la barrera contra los estímulos qrñ-to prótegerán de Ia gran mayoría de aquellos a los que estamos expuestos de ordinario. Esta protección consta de varias partes. Primera, las estrciones receptoras notstán aún provistas de energñ al nacei ffitz, 1955b, 1957). §eg!'nda, la mayor parte del día se la pasa durmiendo o adormilado (BühÍer,:fq7ry Por íltimlo, h elaboración 'mental de los estímulos que llegan se desarrolla"giadúalmente durante muchos.meses, en razón di¡ecta con la capacidad de madurez del infante para la acción volunta¡ia. .{+ i) T,,\ CONS-I'ITUCIÓN DEL OBJETO LIBIDINNAL Un segundo factor queda implícito-en-el de aniba, a saber:-como re srilládo tle este filtranrienio, el proceso de dotar a los estímulos de un sig¡rificado es también un Proceso gladual en extremo. i) Ur. t:rce; factor ei ci medi-o anrbicnte siDgular, todo un mundo con cl rual la nr;dre .ocea al infante y que cila exliende cn muchas direccioi*r.-n" primer lugar, ia n.,aCre pótege al infante realmente de un modo rnatenal óonüa cl óxceso de cstíniulos de cualquier clase. Muchas de nuestras prácticas de crianza del niño, la camita- protegida por los lados, io ..nritill^, l:r ti¡ieza del ambiente, las topas, eic., sirven para resguardarlo, de ios estímulos r'e:idos de fuera. 4) [a madre ayuda también al infante a tratar con los estímulos que proócden de su iíterior, píoporcionándole una descarga a la tensión. Alimentándolo cuando tiené hámbre, carnbiando sus pañales cuando están nroiados, abrigándole cuando hace frío, etc., mdilifica dichas condiciones v alivia la teusión desagradable. 5) Pcro el factor con-mucha más importancia Para capacitar al niñc a conítruir gradualmente una consistente ihagen ideltiva de su,mundo,. procecle de lí reciprocidad entre mad¡e e hiio.- Es a esta parte de- la_s relacion.i ¿. objeto á la que yo he denominadóel "diálogo': isPitz, 1963b). El diálogo es'el ciclo de la secuencia acción-reacción¿óción, dentro del marco de lai relaciones entre madre e hiio. Esta forma muy especial dc interacción crea para el infante un muádo -singular nlyy ProPio, colr su clima siendo dicho ciclo áe acción-reacción-acción 1o que emocional'específico, .trasformar, poco a poco, los estímulos sin significado en perrnite at UéU¿ señales significativas. Nuestró empeño en acentuar la enorme importancia de las. _relaciones de obieto para' la emergencia de los afectos v Para la perceP^ción organizada, Lstá tnte¡amente áe acuerdo con los hailazgos de Von Se¡den' Sus datoi nrostraron que ]a,percepción tiene que. aprenderse, coordinarse, in' tegrarse , i y sintetizárse exp-eriméntando-las cbrrieñtes incesan_tes v. cambian- los tia,quilos remanios y los rápidos de las ¡elaciones de. o-bi"to. bn conseci,encia, preferirnós no hábiar de percepción en el infante, mientras los estimulos'que afectan su aparato sénsorial y gue- son procesados centralmente, no se h^yan vuelto significativos a travéi de la experiencia <lel infante. En este sentido el neonato no percibe, y Ia percepción, propiamente dicha, sc basa en la apercepción. Esto no quiere decir que no teí queden ¡astros tnnémicos mientrás se adquiere la pcrcepción' CoND¡CTONES NEUROIiISIOLóC¡CAS DADAS EN gUE SE APOYA LA CONDUCTA Ya en cste temprano periodo, el periodo neonatal, muestra el infante gran número de manifesta"iorrar qu" ie asemeian a respuestas y acciones, algunas de ellas bastante estructuradas y complicadas' Parecen ser respuestas innatas como los patrones de conduóta quá rodean el acto de mamar' Éste .á-pr.rrd" l, seciencia de movimientos de orientación, que son seguidos del asimiento del pezón con la boca y Ia succión, y que .termina al tragar. de nrodo que ioda la serie forma un compleio de Conducta bien defi' LA ETAPA SIN OBIETO 4; nido y cohere¡rte. En realidad, se deberían incluir en este compleio dc condu-cta los movimientos de presión de las manos, los brazos y las piernas, ya que parecen estar relacio¡rados con el grado en que el estómago se va ilenándo-. Hay otros patrones parecidos que son menos obüos y que se están exolorando aún. )C¿*o "percibe" el recién nacido ei estímulo que pone en acción a dichos patrones de conducta? Algunas de las vías perceptivas que Ponen en march'a a esos patrones parecen ser parte de la estrucfura misma del infante, es decir, son innatos, como 1o han dernostrado las investigacioues de Tiln* v Kubie li93t). Sin erábárgo, yo opito qr. g.rn parte de las üas de percepción que interyienen pertenecen a un sistema de "captación" Msicamente distinto del sistemá de percepción que actíra e¡¡ edad posterior y con el cual esta' rnos familiarizados. En oko lugar baté de la naturaleza de estos dos sis las diferencias existentes gnhe ellos (Spitz, 1945U), y denominé : temas y de-r,.ri, ,i'q*"" Wri*i"*ii;';;ntécc¿-'i'Éste sistema,1á"' de z'captación" es genera\zaáo, priihordialmarte üsceral, tia¡e su centro en el sistem, ,ret"'íoso autónom'o y se manifiesta etr forma de eniocio nes" En consecuencia, prefiero designar a esta forma de "percepción", que difiere tan fundamentalmente de la percepción sensoriai, con el téunino rccQción.'Es un fenérneno de todo o nada, que funciona como un siste- p;;;i;ri ;;*, ma binario. En contraste con este sistema, se halla el desarroilo posterior de lo que he liamado organizrción dfuoítica, en donde Ia percepción se efectria a havés de los érganos sensoriales periféricos y es localizada, circunscrita e intensiva; sus centros están en la corteza y sus manifestaciones son Pro- cesos cognosCiüvos, entre los que se encuentran los procesos Conscientes del pensamiento. Ai tratar una serie de aspectos de la organización psíquica -al nivel_cenestésico (1955b). enfatizamos que, va deide el nacimiento, la ser¡sibilidad visceral'está cónecbda con alfunai de las moda]idades sensoriales periféricas, tales como la superficié cutánea. Adernás, Parece que en el ser humano, al nacer, existe-n ciertas zonas y órganos sensorios, que considero de transición, y que median entre tos órganos-sensoriales periféricos y los viscerales, entré Ió interno y lo extemo' He descrito,- cqmg una de estas zonas, la región oral, que se'odiende, Por. una- parte, des-de la laringo-farinee al paladár, la lengua y la parte interior de las meiillas, y Por Ia otra ómnrénde los labios, el mentón, la nariz y la superficie exterior de las meiillasi en una palabra, el "hocico" (véase también a Rangel 1954). Aquí ia transición, én realidad, es anatómicamente demostrable por las'modificaciones sucesivas de la envoltura de estos órganos, gue van desde el cuüs hasta Ia mucosa. Oko de dichos órganos transicionales está situado en el oído interno. Es digno de notarse gue todos estos órganos de hansición, que median entre la recepción interna y Ia percepción externa, üenen una función principal en el proceso de la ingesüón de alirnento enfocado a la superviven- . Véase la nota I del capltulo r. 16 L.\ CONSTITUCIÓN DEL OBJETO LIBIDINNAL cia; en los tórminos de lireud, tienen una función anaclítica. Gracias a eso llegan a ser verdaderamente adecuados para establecer el puente que une lalecepción cenestésica con la percepción diacrítica. Al rr¡ismó tiempo, no debemos perder de vista el hecho de que, por dife' rentes qne seau óntre sí las organizaciones cenestésica )' diacrítica, ambas esún córnpren<iidas en el misriro 1, único organismo. En .el capítulo vrr r:lostrareluós cómo a pesar de que'la organización cenestésica haya enmudecido en Ia conscien.ia del hómbre ocóidental, continúa funcionando en secreto; es más, desempeña un papel trascendental y dete¡ninante en nuestroS sátimientos, nueitros pensanrientos y ¡uestras acciones, aun cuando tratemos de nrautenerla oculta. El lector psicoanalíticamente cultivado sabe tod-o esto; después ,de todo, cstamos acoslumbrados. a Pensai en los atributos de la org:inización cenes^inconsciente. Pero desde el punto de vista del tésica en términos de lo desarrollo, su papel en la economía toial de la "persona colllo sistema" se hace forzosamente evidente por dos razonesl l) Como ya se indicó, la organización diacrítica lta evoluciouado a partir de Ía cenestósica. No sólo ¡nóstrará las huellas de su origen, sino que los canales de conexión eutre laS dos organizacioncs no quedan nunca obStrui' dos del todo, ni siquiera neurológicamente. 2) l-a organizaciói cenestósica lontinú:r funcionando dur:rute toda la cxisiencia, táu potente, se puede decir, co_mo ia fgcntc misma cle la vida, aun cuando nüestra civilizición occidental haya adaptado un silenciador a sus n:anifestaciones. En los casos de peligro, baio Ia tensión, las fuerzas arcaicas arrollan el silenciador e irrumpen cou violencia aterradora, va oue no estárr baio cotttrol racional conSciente. Entonces nos enfrerttamos cbn las descargas explosivas más o menos inrprevistas, de. emociones primarias, .on .n"f.r*.áades psicosomáticas rnaligias o con ciertas formas de irnrpción psicótica. Si lrern'ós tocado de pasada el espectáculo terrorífico de la emoción al desrudo en el adulto, Iü sido para qtte el lector se dé cuenta de que.las nlanifestaciones "norntalcs" del'afectb en el neouato no son tan fútiles cor¡to de ordinario se quiere creer. Las percibimos como algo sin imp-or' tancia, porque et infante es pegueño e impotente. Por eso, tales manifestacionci no son tan ruidosas ni espectaculares con'ro lo serían en el adulto. Ile¡ros llegado a admitir que el iñfante es así-y que esto es perf-ectamente "¡ormal",-lo que es bastante cierto. Pero'debemos recordar todas las denrás inrplicaciones de esta "normalidad". Recordemos que no- .sólo los afcctos ion caóticos e indiferenciados en el infante, sino que también lo es la "percepciónl'; que la percepción diacrítica no existe aún y que el neollato- no puede dñtinguii uná cosa de oka, y mucho menos singularizar al objeto iibidinal, y que responde principalrnente a los estímulos interoceptir.os.' Aproximadainente aliededoi del bctavo día de vida, aparece cierta especificidad cn la respuesta; obviamente debe trascurrir cierto tiempo de"spués del nacimiento antes de que el aprendizaie sea posible. L:\ ETAPA SIN MODIFICACIOT.¡ES DE OBJEI'O +7 LA CO¡ÍDUC'IA A I'RAVES DE LA EXPERIENCIA Aproximadamente al final de la primera semana de v'ida, el infante ern' piaa a responder a las sugerenCias. Aparecen los primero-s indicios de ionducta airigiaa hacia un lin, es decir, actiüdad que, es de suponer, se halla aSociada- con procesos psíquicos, los cuales Parece¡r ocurrir según el nodo de los refleios condicionados. Al principio .sias sug.tet cias estimulan la scusitividad profund-a. tá prirneñ' de iales sugererrcias que Provoca una resPuesta es un cambio de tquilibrio. Si rlespuás del octavo dia se levanta de ia cuna a un niño criado ai pecho y se Ie coloca en los brazos en postura de mamar (es decir, en pos'ición l]rorizontal) el infante volverá la- cabeza en direccióir del pech<r áe la persona que Ía levante, ya sea hombre o-muicr (Bühler,.1928)' Por el con^trario; si'el mismo infarite es alzado de la cuna en posición vertical, no se producirá el movimiento de volver la cabeza (véase la'figura l).! ¡* *,l *. J F¡cuM l. $ .ta ¡§ r. f;r* ' Rcacció¡ dcl rccién necido rl s, scr colocado en la posicióu dc amem¡ntr.. El reconocimiento de tales sugestiones y la rcspttcsta a eltas se vuelve cade vez más específico en el t-rascnrso dc las ocho sclllanas siguientes' Volkelt-r,).oi;ír 11929) u Ripi, y Hetzer (1910) cstudiaron co¡r gran detalle las 'd; fa pJrcepción ,i. esrs sugestiones. cn el. tritscurso dc "t.frr lostos primeros *.r., d. vidl- A su cstudio sftuió el de Rubinow y Frankl 11934).louienes demostraron con una serie de experimentgs, los Pasos que tal. ii*h#rü; tt.rán al reconocimiento del obieto aiimcnticio oomo segundo del comienzo el hasta que y mostrado ñtUi"o* Frankl han ¿.- riár,' .i inf.nt" reconoce las sirgestiones de alimento sólo si tienc *.r 'il ;;iie;á-no-identifica la ieche como tal, ni el biberón' el 6Me,dyMccrqor(1951)informanquelasmuiercsdelaisladeBaliamrmantan r;";;;T; J.*¡á. p"u..os suponeÍ que ta respuesra- al equilibrio d: los ;';Í; "l"ilto-'U¿i"tÁ i. a" ser contraria a la de los inlantes occidcntales. iriJtuti 48 LA CONSTITUCIÓN DEL OBJtrTO LIBIDINNAL chupete, el pecho, ni nada. "Reconoce", si puede decirse esí, el,pez-ón cuardo lo reóibe en la boca y, respondiendo a este estímulo, generalmente empieza a succionar. No obitanté, -hasta esta forma eiementai de percepcióñ ha de ser cualificada. Si el infante está inte¡esado en otra cosa.6 por eiemolo si esfá sritando porque su necesidad de alirnento no h¿ sido inme- al pezón, aun cuando se le nreLr etr boca, sino que continuará gritando.- se-rá necesaria .uria. prolongada estimuláción orri prm lograr quá de nuevo_ diriia su atención. h.rcia..el ajimento por el que'esü gñtandó, I' que tenía a su alcance todo el tiempo. d'iatainente satiifecha, nó reaccionará la Para rei:apitulai, nos ha-llamos aquí con dos secuencias de conducta: I ) A eia edad el infante reconoce la sugerencia Para que se alimentc sóló anando tienp hambre. 2) Cuando está gritanCo por tener hambre, n-o. reconoce el pezón gue tienl en Ia boca y slgue gritairdo (véase la figura 2)' F¡cuar 2. Cuando grita por Lambre";l i".",floT.tdo no percibe ei pezón que tiene ;oué tienen en común esas dos secuencias de conducta? Aun cuando hs'fos situaciones parecen ser diferentes, la causa que las sustenta es la misma. Para que ei infante sea capaz de percibir un estímulo externo a ese edad (entrl Ia segunda y Ia seita semána de üda) dos factores han "y de hallarse presentes co*Éin.rse. El primero es eI estimulo externo, esümulo quá el infante ha llegado_a qq-ociar con la inminente satisfacción de la nece'sidad; el segundo esIí¡nulo éi de origen propioceptivo, es decir, el estado de hambre áel infante, su necesidad de alimento. Colocar el pezón entre los labios del niño es la condición necesaria Perc no suficiente prt, qu. lo perciba. La prueba de esta tesis la proporciona 6 Pa¡a una exposición exceler¡te dcl gracio en que el estado del infante afecta su'res' oonsabilidad v la'necesidad de tomar en cuentá estl fac'tor esencial al diseñar e interpreta; ios estudios &perimentales con infantes, véase Escalona (1962). LA ETAPA SIN OBIETO 19 segundo experimento; aquí el sistema propioceptivo del infante está ocupado en la experiencia de displacer; por 1o tanto, el infante será incapaz de percibir el estímulo gratificante de su necesidad que üene en la boca, Por el contrario, a esa edad, el infante percibirá el estímulo del pezón en su boca si se cumplen las siguientes condiciones: I) si el aparato propioceptivo, no está nulificado, "inundado" por una tensión masiva desagradable; y 2) li el infante tiene hambre, lo gue hace que el aparato estó dispuesto para la percepción externa. El segundo experimento (el de no percibir el pezón que tiene en la boca, cuando- está gritando por hambre) es un ejemplo de la actuación del principio de Nirvarra; en cuanto surge el displacei (tensión) debe elimiriarse mediante la descarga (motora, verbal, etc.). En tanto que esa tensión continúa, no funciona la percqpción del exterior. Para percibir, ha de el el displa-cer y la descargaf es declr, Ia acción de aútoperpetuación del principio de Niwana, ha de ser detenida mediante Ia intérvención externa. Sólo cuando ocurre esto puede reanudarse la percepción externa y ser percibido el ctímulo setisfactbr de la necesidad. ' c-esar Un ejemplo excelente de esta actuación inexorable del;principió de Nirvana nos Ia brindó hace tiempo un experimento de Wolfgáng Kóhler (1925). Se le ofreció a un perro un trozo de carne; este trozo estába separado de éI por una valla de alambre larga y alta, abierta por los dos extremos. En circunstancias nonnales el peno ere cep,Az de solucionar el pro-Sin blema sin ninguna dificultad, dando -un rodeo y agarrando la carne. embargo, cuando el perro estaba hamb¡iento desde hacla varios días, no le era posible aleiarse de la proximidad innediata de la cerne; estaba en conflicto entre aleiarse de lá carne para dar vuelta a la vaila o regresar corriendo para acercársele, conflicto que terminaba por aggtamiento, tras sus desesperados y vanos intentos por l«.rgrar saltar Ia valla. J la incapacidad del infante para percibir cl rnedio circundante dura algunas sernanas. Hacia el prinóipio del segundo nrcri, un ser humano que adquiiir un puesto único entre l¿ts "cosas" que rodean al neon'ato. Én esta etapa, el ini'ante comienza a percibu vlsuálmente aI adulto oue se acerca. Si-uno se aproxima al neonato hambriento que está Ilorando, a la hora de la alimentación, éste se callará, abrirá la boca y hará se acerque empieza a con ella moümientos de succión. Ninguna oEa "cosa" produce semelante respuesta a esa edad, salvo la percepcién táctil, intraoral, del alimento. No obstante, esta reacción sólo se produce a la hora de la alimentación, cuando el infante tiene hambre. En términos de percepción, aI segundo mes el infante reacriona al esümulo exterior sóIo cuando éste coincide con la percepción introceptiva del hambre. En esta etapa la percepción del medio circundante está condicionada a la tensión generada poi una tenden- cia insatisfecha. Dos o tres semanas después, se observa un progreso más; cuando el infante percibe un rostro humano, sigue los movimientos de éste con atención concentrada (véase la figura 3). Ninguna otra "cosa" puede suscitar semejante -conducta en el pequeño a esa edad. Gesell e llg (1937) expli- can el hecho diciendo que se debe a que el rostro humano sé le presenta 50 I,A CONSTITUCIÓN DEL OBIETO LIBIDINAL al infante en innumerables sitrraciones en que se halla a la expectativa. En realiclad, durani: el prímer mes de vida, el-ser.humano aP3'.tcg en el cam' oo visuál del infanie cada ve,z que su necesidad es satisfecha. De ese 'modo queda asociado con el alivió del displacer, así como con la experiencia de placer, F¡cunr 3. En el segundo *.:"*.,,'*Ltlii':*i,ii" coa la vista cl rostro e¡r estudios, podemos-añadir un- elemento importante En nuestros propios ^Gesell. Hemoiobservado que en la gran_mlyoría-de los a la.suposició., he pecho mira fiiamente el rostro de la madre s¡n al infante criado .asor dl la vista hasta que'queda ;;;;; &rr;i; táao A acto ^de mamar y sin apartar É,n bebés criados con bibe' los 4), figura la (véase ááirriáá.r .ipectro rón, este .fenómeno uo cs consistente ni confiable' :ioi rupo.rto, el amamantamiento no es el único servicio que presta.la t {a ü ir t .1... ,, .E:*ffii" F¡cr,m 4. El nifio criado ¡l j":I"ú"T:"r.*.rT:, mira fiie c incesantcrnrnrc LA BTAPA SIN gBJETO 5I madre al infante, en el que éste puede mirar su rostro. Pocas veces nos damos cuenta de tal hecho que, hagamos lo que hagamos con el infante, si Io alzamos, lo lavamos, o le cambiamos los pañales, etc., ofrecernos siempre nuestro rostro abiertamente a la inspección del infante, poniendo en él nuestra rnirada, moviendo nuestra cabeza y muchas veces diciendo algunas palal¡ras. De esto se sigue que como tal, el rosEo es el estímulo visual ofrecido cou mayor fiecuencia ¿il infante durante el prima mes de vida. En el trascu¡so de las primeras seis semanes de vida, las huellas mnémicas del rostro hunrano han quedado fiiadas en la memoria infantil, como la primera señal de la presencia del satisfactor de la necesidad; el infante seguirá con la vista todos los movimientos de esta señal. IV. LA CUNA DE LA PERCEPCIÓN La percpción desempeña en el yo el papel que en el ello correspoudr :l instinto. Fnzu» (1923) EN rr. capítulo u¡ describí un acceso o<perimental al probiema <ie la génesis de ü percepción. Ernpleando datoi objetivos, tales como los obienidos por la observación directa de Ia conducta y por los experimentos, así como datos neurofisiológicos, seguimos paso a paso los progresos del infante en la cognición y el reconocirníento de un percepto. Result¿ er,idente que Ia satisfacción de la necesidad (es decir, las experiencias de placer v displacer) desernpeña un papel primordiai en el reconocimienio dé este percepto. prim« - El enfoqué genético es el principio guía en la metodología de este estudio. Por tanto hemos de desandar nuestros pasos hasta lleglr a un periodo qi¡e, según mi opinión, precede a ios acontecimientos que expusimos en el capítulo anterior: el pcriodo durante el cual el sistema cenestésico reina de modo absoluto en Ia existencia del i¡rfante. Es la edad de Ia no diferenciación más honda, cuando el afecto y el objeto percibido son aún, por -no decirlo así, una sola cosa. No obstanle, aquí' el método experimental puede servirnos adecuadamente, y estambs irbligadas a valerrios del acceso reconstructivo, con la esperanza de que observádores futuros puedan sentirse alentados a explorar dadas. preserrtes en sistemáticámente la situación v las'condiciones verdadero alborear del ser hurna'o. pues, «ie pcde¡ obtenerse tales datos, lograríamos una comprensión mucho me¡or ilel que desempeñan, err eilades posteriores, loi afectos en la percápción. ijpel En general no soy muy partidario-de Ia aplicación del método'reconstructivo e introspectivo de interpretación para- explicar la conducta de sujetos a quienes.falta la palabra y que, por tánto, soin incapaces de aportar datos que confirmen o desaprucben nuestras conclusiones. En él caso del niño que aún no habla, riisponemos de la observación directa asl como de Ios experimentos. Pero ni la una ni los otros, darán mucha información del neonato, pues su conducta es desordenada, sin estructu¡a y sus respuestas contradictorias. Por eso, hemos optado por un procedirniento un tanto compleio. p¡i mero hos pondremos nosotros mismos en la situación subietiva áel'infante v tratarernos cie adivinar y cómo percibe. Luego relacionarernos estos -qué ^y -es iupuestos Io oPienfble, tal como nos aportado, y con los .con -d.agg datos de la neurofisiología. segundo, examinaremos uuestras construcciones a la luz de ciertos fenómenos regresivos en el adulto, sobre todo <le aquellos que se dan en ocasiones al quedane dormido o al despertar, en Ios sueños y en la psicosis. Por último, observaciones como las éfectuadas por Von Senden (19)Z) en invidentes de naeimiento operados, contribui¡án a hacer comprender las experiencias perceptuales muy arcaicas, que e-ste 52 LA CUNA DE Ld PERCEPCIÓN 5) podemos suponer que se corresponden con las del infante en ias primeras semaoas de vida. Esperando tener acceso a otros datos objetivos, consideraremos Ia convergencia de los obtenidos mediante estos diversos enfoques (si es que semejante convergencia puede demostrarse) como el equivalente de una validación de nuestras proposiciones logradas reconstructivamente. Que no se nos interprete mal: este procedimiento no ha de confundirse d-e ningun modo con aquél que E. Bibring (1947) llamó "retroyección"; nornbre afortunado, aunque un tanto desprestigiado, que describe la atribución al infante de las fantasías y deseos del adulto. Empecemos con un inteoto de reconstrucción, preguntándonos a no§otros mismos: ¿Qué apariencia tiene el mundo perceptual del infante antes de que dé comienzo la diferenciación? Si ¡niramos hacia atrás, a nuestra propia niñez, obtendremos un primer atisbo: ¿Recuerdan qué espacíosas nos parecían todas las calles, qué grande la casa, qué anchuroso el iardín? Y cuando volvimos a verlo veinte años después, ¡de qué modo tan so{Pren' dente se habían achicadol Este achicamiento era el resultado del aumento de nuestro propio tamaño. "El hombre es la medida de todas las cosas" diio Protágoras. Freud conocía perfectamente estas disto¡siones aperceptivas. En La interpretación de los sueños (1900) va hacía ver que Sr¡'ift había dado ejenrplos de ellas'en Los viaies de Gulliver. Posteriormente, Lerviu (1953a) se refirió a la deformación de la percepción en el recién nacido y describió especificamente su aspecto neurofisiológico al hablar del "bebé diplópico y ambiplópico con sus escasas facultades de acomodación y sus percepciones confusas de la profundidad v eJ colo¡" (Lervin, 1953a, p. 183). LA oBaA DE I\r. voN SE!{DEN soBRE EL ArRENDIZAIE ,r rnlvÉs DE rá prncrpcró:,¡ v ar.ctrxos orRos HALLAzcos E)cpERI MENTAT.,ES . , y así miraréis pero no veréis. isafas, Cap. 6 vers. 9. Por supuesto, hasta la fecha, no sabemos si el recién nacido percibe aiguna cosa. Lo que perciba -{eso de percibir- ha de infe¡irse. Contamos con una fuenté dé información prometedora para tales inferencias en la obra ya citada, de \/on Senden (1932), quien investigó el comienzo y el desarrollo de la percepción visual en individuos que liabían nacido ciegos, a causa de cataratas congénitas, v a quienes en edad posterior se les quitaron dichas cataratas. l¿ forma en que esos pacientes describen su primera experiencia de percepción üsual és extraordinariamente informativa. El caso núm. 65, una muchlcha de dieciocho años, "miraba, Peto aquello no significaba nada sino una multitud de resplando¡es de diferentes géneros. Ni siquiera esta' ba segura de que esas exirañas sensaciones le llegaran d t¡dvés ile los oios, hasta que lo comprobó al cerr¿r los párpados '¡ descubrir que dichas ciones cesaban. , ." (cursivas del autor), sensa- LA CONSTITUCIÓN DEL OBIETO LIBIDINAL 54 de la rnayor parte de los casos examinados Esta descripción, -nos que es üpica -documento extraordinariamente sugestivo para paiece un comparables, lo que el recién nacido puede experimentar al ver.por *'e, pti*era la luz del'día; o más bien cuándo abre los.oios por primera vé2. No sólo no son vistas las formas; sino que la sensación misma no es Ia cómprensión dá reconocida como si se originara en los oios; sin duda podría ser atribuida pot el suieto a cualesquiera dl las otras modalidades senioriales. La afirmación del iaso núm. 65'nos proporciona ciertas informaciones esenciales: l) La percepción paiece emPezar como una totalidad, y las diversas modalihades'percéptivai han de irse separando unas de otras en el curso del desarrollo.'Acaio hasta la maduración desempeña un papel en estc Proceso. 2) La percepción, en el sentido en que perciben los adultos, no se haila pres'ente áesdd el principio; ha de adquirirse, ha de aprenders-e . - Esta suposición'puedé aPoyarse en ia cita que sigue, tornada- del paciente núm. ü, el hiió de die'r:iócho años de un- médico, del cual el ciruiano dice: "Al descubiirle los oios por primera vez, tres días después de la operación, pregunté al pacieite (ué veía; respondró que veíe un campo luminoso, ex[enlo, dondé todo parecía desvaído, confuso v en movimiento. No oodía distineuir obietos." ü percepción"de la profundidad, así como la localización estaban igual' mente'ausei¡tes. Sobre ei paciente núm. 49, un muchacho de quince años, el cirujano informa: "Los pácientes recién operados no localiza-n sus impresiones'visuales. No las relácionan con ningún punto; ni con los oios ni con ninguna superficie, ni siquiera una-.es_férica"; y 11 desorientación ent¡e Ias divársas modalidades sensbriales, difícilmente pueden describirse meior que con esta afirmación del propio ciruiano: "Miran los colores de modo muy semeiante a un olor de pintura o de- barniz, que-.nos -envuelve.v penetra e¡ nosotros, pero sin ocupár ninguna forma específica de extensión, defioible de modo más exacto," Los ejemplos gue el libro de Von Sende¡r dirigen.nuestra,atención, ,na y otra'vez, hacia el hecho de-que e-l h-ombre.adquiere la.percepción'visual aprendiéndola. La conducta de los paeientes operados, así como el conténido de las impresiones que comunican, son en lo esencial semejantes, sea cual fueri su edad. Un ejemplo entre muchos: se expusieron ante los ojos de un niño de siete años, recientemente- operado, trózos de cartón de formas y colores diferentes, y se le preguntó si podía distinguir unos de otros. Esie ejercicio se repitió dia¡iamente con el resultado que sigue: "Había ganado tan poco en 13 días, qu: le era imposible distinfuir Ii forma sin cóntar los ángulos, uno a uno. Esto lo hacía con gran ficilidad, recorriendo rápidamente con Ia vista el perfil, de modo que, íin duda, estaba aprendiendo todavía, como aprende a leer un niño." Todo lo cual está tle acuerdo por completo con la observación directa del infante. Uno de los puntos del tesú de Bühler consiste en exPoner una pelota de goma de unos 12 cm. y medio, con rayas de co-lores, ante el in' iante y oüs.t el movimiento'de los oios' Durante el cuarto mes Iida, él infante"tse circunscribirá pelota con la üsta (Bühler de cuidadosamente a seguir el contorno de la y Hetzer, 1932). ,/ LA CUNA DE LA PERCEPCIÓN 55 En los primeros días que siguen a lir operación, las cosas no son tan simples. "En efecto, hay buen número de-eiemplos de-que, incluso la primera vez que se ejercita la visión, pese al nistagmo de los pacientes, en una confrontación simultáned d,e dos o más figuras, comunican diferencias de foima indiscutibles, aun cu¿rndo no pueden afirmar Ia forma de ninguna de las figuras presentadas " (cursivas clel autor). En el caso núm. 17, el hijo del médico, de clicciocho.años de edad, cincc <i..:s después de la operación, "frie capaz de percibir unir diferencie por primcra vez, pero srmplcnrcnte tutt diferencia, en los obietos que le rodeaban" (cursivas del autor_) . Algunos de los problemas que suscitan estas referc¡ciirs clínicas han sido estudiados recientemente en forma experimental por F:rntz (1957, 1956a, 1958b). Efectuó una serie de obsenaciones v experinrentos cou pollitos recién salidos del cascarón y con infantes de una scnana a qu.ilce de cxistencia. Sus obsenaciones, en contradicción con las de Von Senden, son dc sección vertical, como los experimentos ad hoc suelen serlo. Dc un modo esencial estos experimentos fueron ideados para validar o inr,alidnr lii proposición de que la percepción de la forma, tanto en el animrl como en el hombre, está ya presente en el nacimiento, siendo por tanto innata o hercditaria. Logró confirmar esta tesis en el caso de los pollitos. Dcsde el primer instante de vida, el pollito es capaz de un ¡nodo innato, sin apren- la fo¡rna tridimensional y el tamaño. Esta capacidad tiene i¡rdudable valor para la supervivencia. Siendo el pollito un-animal precocial,l un ave nidífuga, ha de procurarse su alimento desde el primer momento y por eso ha de estar dotado desde que nace con la capácidad innata, no aprendida, de percibjr el objeto alimenticio. El hombre, sin ernbargo, es primordialmente un animal altricial, nidícolo, que nace inmaturo y desamparado. Incapaz de locornoción o de toda conducta dirigida, volitiva, indispensable para la autoconservación. Par,r garantizar su supervivencia, no es necesaria la discriminación visual. 'La supewivencia del hombre al nacer es predicado de los cuidados paternales que se le dedican, como ocurre con ot¡os animales r¡idículos (por ejemplo los gatitos v perritos, etc.). De aquí que en la evolución del hon-rbre no derlo, de percibir la trasmisión filogenética de la capacidad de visualidad discriminativa ya at nacer. Por lo tanto, no es probable gue en el hombre esa capacidad nunca haya formado parte del e(uipo heridiexista presión selectiva para tario innato. Por esta razón resulta sorprendente saber que Fantz, sometiendo a ú¿sts a treinta infantes de quince semanas, a intervalos semanales, se encontró con que, como los pollitos recién salidos del cascarón, poseían la percep ción innata de la forma. Esto vendría a contradecir diametralmente lás observaciones efectuadas con seres humanos, nacidos invidentes y después 1 AJtricial (del latín altrix, crianza, también conocido como nidicolus) es el término zoo. logico que designa las especies cuyos pequeílos nacen en condición inmatura y desamparada de modo que requieren el cuidado y la ctünza durante cierto tiempo después del nacimiento; precocial (del latín precor, prcmaturo, también conocido como nidifugus) designe animales cuyas crías nac,cn cubiertas dc plumón o vello r' son cepaces de andar. 56 LA CONSTI'IUCIÓN DEL OBIETO LIBIDINAL ooerr{os de Von Scnden. No obstante, un examen más ¡lreciso del mate,ül a. Von Senden revela que esa contradicción es sólo aparente. [¡s pacientes estudiados por é1 erán incapaces de ver formas, no veían los coniornor, no podían distinguir el tamaño;- pero-desde el primer. momenio distinguían iisualmente lilerencios y podíán afirmar que dos obietos eran ¿lfereñtes uno de otro. §e diría, óin embargo, !1ue ios experirnentos de Fantz no logran demostrar que el infante al nacer, ni aún_ en las primeras "vida, distinga lai formas o, por 1o que aquí hace al caso, los i.nr^.,r, de patrones; prueban simplemente que notaban diferencias' ' La discr'epancia entie lo- que pretende !^l!l V mis .P,ropios hallazgos (asi como tós de Von Senderi) sé debe a la diferencia del acceso concePiua]. Lo que Von Senden y yo denominamos "ver" hace referencia a un ,.i" ¿. plrcepción que impiica un- Proceso de a-percepción, sin el cual no lu.a.'togrirr. "u.i" (en'el sentido en que el adulto percibe visuaimeni.): il; áifi.t.pot completo ctelo que Fairz designa como "\€:':' Pichly afirmación no es-arbitrarü: se apoya en hechos dados neuroanatÓmtcos iiriolóni.or. que corroboró el trabiió experimental de Von Holst (1950) en lr csfíra uisüal y el de Rosenblith (t96t¡ en la esfera auditiva. Debido , .ri. 1rro..ro á. ^p.rc.pción, el hombre'tiene, entre otras, la capacidad de guai.la, depositados iastros mnémicos s ,sceptibles dg t.t reactivados .o*á ,.pro.ntaciones, es decir, como recuerdos y como irnágenes; y taml-.iún de activar clichos rastros sin el estímulo de una percepción externa corresoondiente. El trabaio citado antes de Fantz ignora la apercepción. ,\clómás, cuando Fantz pretende "haber refutado la noción muy difundicla de que los infantes clé muy poca edad_ son incapaces anatómicamente á.,., nrd, si no burbuias de iui y oscuridad" (cursivas del autor), tiene perfecta razón. Anatómicamentc son sin duda capaces de .ver 'T." g'9 Ioto-ruruu¡rr. El oio está allí pronto y dispuestof neu¡ológica y fisiológi cáÁente frjnciona. i.ro .s. funcionamiento no se extiende a los procesos mentales, particularmente a la mentalización. - La- función ap.erceptba, no .rta .,t"'d'isponible. Ha de adquirirse .a través. de experiencias proporcionaclas en el'trascurso de los intercambios afectivos con otras Personas en el rna¡co de las relaciones de obieto' Los comunicados de Von Senáen confirman esto: a través de todos los histo¡iales <ie sus casos, encont¡amos afirmaciones que atestiguan cómo los pacientes operados, para aprender -a ver, tenían que estar comprometidÁ'e*ocionalriente. Ua ¿e iomprenderse, por supuesto, que 1a estructura conceptual de Von Senden es básicamente diferente de Ia nuestra. Él ofre;; ,r: hallazgos como fenómenos; manifiesta una fuerte inclinación en contra de la isicología introsp-ectiva, c-omo resulta evidente en estas pala' ,,io, ,r{u*"ntos'de esos dos autores me han parecido que de birs suyrs, modo ínevitabte huáten demasiado a psicología introspectiva,.de.modo que no espero obtener mucho provecho de-una controversta con ellos" (cufslvas del autor). Creo qu. pód.*os confiar . en. 9ue, .Von Senden Ia, hecho todos ]os'esfuerros posibles por seguir siendo-obietivo_a toda costa-. Sin embargo, por inferencia, hace menció, de emociones tales como el "deseo á; ;;;?; .i i áni*o y la iovialidad" y afirma: "S$ voluntad (1a del pacien- LA CUNA DE LA PERCEPCIÓN 57 le) {9be ser activada con toda la fuerza que Esa dirección sea posibre en esta dirección. será normalmente mantenidá de mutha rnejor g^* .t i*rgde nuwo la satisfacción de sus necesidades coüdiaiws'," (cursivas d"el nar autor). o en su conclusión: "...Ia adaptación del paciente', iu nu.uo medio toma muchas veces forma altamente dramáticJ y reva a conflicios violentos".. Luego añade: "Pues el paciente necesita eíta actividad y iensión emocional." La obra de von se¡rden inspiró una serie de estudios interesantes efectuados,por,Riesen (1?47-). sobie las consecuencias de la privación visual en el hombrg y e, el chimpancé.! Tanto en las observaóiones y experimentos de Riesen como en lós de Fantz, se ignora el papel de Ia'emotión en Ia, percepcién. El.lector recordará que iosotros,'p'or nuestra parte, consideramos la emoción. dentro der márco de ras 'reLciones de oü¡.to, como el incentivo más poderoso para aprender. Es cvidente, por eiemplo, que en el casó citado poi von senden, ia capacicrad de ver há áe aállriiirsé poco.a poco, medianté un proceso_de enseñanza, en el *...o á.i, .*p.. riencia afectiva que proporclonan las relaciones de obieto. elperirnentos,y observaciones diversos sobr-e el príncipio de ia percep_,.!o1de Ios ción que me he ocupado,. incJuyendo los de vón senden v roi míoi, Iracen refereqcia a la conjunción de'procesos mentales arcaicoí con sólo una modalidad sensorial, a saber: cou la visión. ¿eoé ocurre con las ohas modalidades? En el caso del ¡r¡aterial de von §"id.q, r,emos ,roirao que esas otras modalidades sensoriales p-ueden estar implicadas también. y, sin duda, en los primeros días después de la operacióri, ros p".i.nü, .rrn incapaces de distinguir las sensaciones visuarei de las origirirár, án otro, sectores sensoriales. Pero, de ser esto así, ¿dónde ernpiezan"reainrente, como tales, esas sensaciones? LA cAvrDAD pRIlfARrA: coNsrDER CroNEs psrcoANer,f:r¡cas En páginas q,ue preceden afirmamos que, al nacer, ei infante responde, a ]as sensacioncs originadas dentro de su cuerfo (ei decir, a las sensaciones propiocépticas y-énesiésicas); que se hallan'proiegi$as q-la intrusión dd loi estírnulos"del exterior ior'unr barrera contra ellos. El estu<iio de von senden muestra q,re, cuándo lcs estímulos imlo^r,:!?) antes de que éstos hayan aprendido a tera, no tienen sig $:gii n¡r¡cado, Además Ia sensación es tan generalizada, extensiva y sin ]ocaliá c'omo. las percepciones internas cenestésicas y cn realidad no'se diferencia l?t efectivamente, sóio de ellas. No obstante' hay una zona .. desde el nacimiento. En -perc_eptual que actúa de forma muy especíhca eila, los órganos sensorios, para Ios ótím'ulos venidos <ie fuera, se encuent¡an con los réceptores sensoriáles de los estímu_ u.Estos fascinantes etperiarcntos I..a producido otros n¡uchos hallPgos importantlsimos e,¡nteresantes. 5e mostró, por eiemplo, que Ios monos privados de la viii¿n, durante cierto numero de sem3nͧ, mostraban nrengs interés por Ios objeios modelo, que las crías de la nacer. (Rieser, tZ47-). exposición de estos'hittazjá, ái-"1 *r. TrT: ,.-?"ji"."I L.:l-ii, co de tos periodos críticús, véase Spitz (1959). LA CONSTITUCIÓN DEL OBIETO LIBIDINAL '8 los venidos de dentro. Esta zona es la boca y la cavidad oral. Ya al nacer, y lrasta en el feto (Minkowski, L922, 1924-1925, 1928; I-Iooker, 1939, 1942, 1947, 1952), puede demostrarse que existe una respuesta a la estiruu- lación en torno de la boca. La estimulación de las partes exteriores de la región bucal suscita una conducta específica que consiste en el giro de La- cabeza hacia el estímulo, seguido de movimientos de chasquear los labios. En el infante criado a pecho, esta respuesta termina al touar el pczón cn la boca. Hablé de esta conducta como del reflejo de ttranar v rne ocilpé de él en varias de mis publicaciones; anticipé la proposición de,qtre ésta conducta se de¡iva de un mecanisrno de relajamiento innato valioso para la supervivencia. Al nacer no hay ningún rcflejo que sea plenamente de fiar. La respticsta del mamar, sin embargo, es más dc fiar que el resto, seguida sólo del reflejo de asir, que consiste en cerrar el puño cuando se siente el estímulo cn la paima. tis digno de notnrse que el reflejo de asir el pezón con ios iabios,- en combinación con el succionar, representan la írnica conducta dirigida del infante 'al nacer. ústa incluye también el chuparse el dedo y vierre a corroborar ias proposiciones de Hoffer (1949, 1950), sobre la relación entre la mano 1, la boca" Quizás todos los reflejos que nos son familiares (incluyendo el de mamar y el de asir) no son tan seguros al nacer porque son provocados por estímulos venidos de fuera, cont¡a los cuales actíra ya la ba¡rera contra estímulos (véase el capítulo rrr). Pero cuando el pezón llena la boca del recién nacido y cuando fluye la leche por la faringe, los receptores sensoriales para el exterior, así como los del extcrior, son estimulados simultáneamente. Esta estimulación acumulativa v conjunta parece suscitar una respuesta mucho rrás segura y garantizada: el bebé empieza a succionar y a tragar 1o que succiona. Desde-el aspecto perceptual, ]a calidad oral, incluyendo la faringe, rcpresenta lo externo, así como lo interno; está equipada como intrarrecePto- ia, así como extrarreceptora ,v en consecuencia actúa. Porque, al nacer, los reflcjos localizados dentro de 1a cavidad oral son los - más específicos y la única condticta humana diiigida, aun cuando no intencionada. He anticipado la proposición de que toda percepción ernpieza en la cavictrad oral, que sin'e áe i:uente primigenio entre la iecepción interna v la percepción externa. seguros de todos, pues dichos reflejos hacen que se prodrrzra Estos supuestos han sido corroborados, Por convergencia, por ciertas proposiciones aniicipadas y eiaboradas por lrwin (1946, 1948, 195A,195)a,1953b) por Isakorver (1918, l9i4). Éste (1938), psicopatologír del quedarse dormido. Llegó a la conclusión, solre la base de estas observaciones ciínic¿s en adultos, de que la combinación de la cavidad orai con la mano representa probablemente el modelo para la est¡uctura más primaria posnatal del vo. Supone adenlás que las sensaciones de la cavidad oral se mezclan posiblemente con aquellas de la envoltura cutánea externa. Yo considero que este triple origen de la sensación y de la experiencir constituye el núcleo del yo, usando el concepto afortunado introducido por Clover i1930, 1912. 1931, 19{i). Lewin (1953a) cita otro autor al efecto de que "ia cavidad original v por aquellas otras ofrecidas estudió Ia LA CUNA DE LA PERCEPCIÓN 59 ptede ser Tuy Pig." el interior de la boca, tal y como se descubre y percibe al chupar el dedo" (p. 188). Estoy de acuerd'o con esta formuracíón en la medida.que se ¡efiere- a la sensacióñ inmediata del interior de ra boca; pero no puedo- compartir la opinión de Lewin de que, chupándose el deáq se es capaz de descubrir o de percibir en esa etapá. comó se afirmó anteriormente, el único órgano donde actúa la peróepción durante las primeras semanas de vida (y hasta 3guí e¡ dudoso que sé trate realmente de percepción, como tal, sino más bien de recepción, es decir, de la precursor, áe Ia percepcién) es la cavidad oral. El infante iesponde con üna secuenci¿r d: conducta específica, cuando se introduce algo én la caridad oral, va sea el pezón, el aiimento o el dedo. Esto está dJ acuerdo con las obiervaciones clínicas de Isakower, sobre las sensaciones experimentadas por los adultos, que sufren una regresión del yo al ir a qúedarse clormidos. [,s muy co-nvincente suponer que las sensaciones de algo arenoso (experimerrtadas al ir a quedarse dormidos) representan rastrós de ,ecueidoi de ios prim_gr9s comienzos de la percepción. son semejantes a la cualidad incierta, difusa e inapropiada de la- sensación visual' descrita por los invidentes de -nacimiento operados por von senden. Las primeras sensaciones percibidas, en el-campo táctil, es de esperar que sean tin incorrectas conio Ias sensaciones de los operados de ceguera nitiva por Von Senden, en el campo üsual. Resulta tan convincente encontrarse con que los suietos de Isakower describen las sensaciones orales con calidades de ^"arenosas,", como oir a los operados de von senden describir las sensaciones visuares como "semejantes al olor del barniz".3 ,.^'-9r.o quc ciertas proposiciones contenidas en mi a¡tíctlo "La desviación del diálogo,, (196'l), pueden _aportar.cierta comprensión acerca de esas sensaciones. por eiemplo, fre. rnos especular sobre si "la sensación arenosa de la boca,, (Isakower, t93g), ú viita de los colores, "muy seme;antes a cuando huele a bamiz,, (Vori Senilen', lg?2\' no ,r.d* ,.. Ia percepcién de. una estimulación,recargadi en dos modalidaáes dif'erentes, la Presentar táctil.y visual. La sensación a¡enos¿l y el olor a-bamiz, llevan consigo una cie¡ta im. plicación de desagrado. Este hecho sé evidencia en su forma extremá con el oaciente nrim. -17,-quien, cuaho días después de la operación, no podía mantener los ojos abiehos por serle intokrabie Ia luz. sensibles.al sonido reconoce¡án de inmediato las sensaciones desagradables , ,Las Personas (de naturaleza no musical) que acompeñan a un volumen orcesivo del sonido muiiful, tales como les de ur'¡ coro muy numeroso en uo espacio cerrado. simultáneamente con la música, oyen algo así como guiiarros que eatrechoi:n o el ¡umor silbante del oleale cuan" do rekoctde e.r.r 11 plary. El fenómeno pgdenecc a la categoria denominada en néurologla 'teforzamiento". sospecho también que él fotoma en ta ia{ueca, la línea luminosa y dá. teda, que las p€rsonas .que padecea de esa dolencia perciben durante el ataque, pertenece a semeiantc orde¡ de fe¡rómenos. ¿Puede- dicLo fotoma ser considerado comi una r"spues" ta a un exceso de estimulación .senso¡ial? posible que el proceso sensorial aparezce -¿Es como una- representación visual sin contanido idátivo o iepresentativo, como el -ldo d. g¡ijanos al choca¡ y Ia sensación erenoss en la boca, de los iiernplos puestos anteriorme¡te? En..los-tres casos, el táctil,_ el auditivo y el visual, Ia sensación no' es representativa; la cualidad sensorial reel está deformada y ie experimenta como algo desagradible, que lírda con. la parestesia. También cs esto una ¡eminiscencia de los "a'lfileres'y agujai,,,'que ex'midiante Perimentemos en una piema donde la trasmisión nerviosa se ha ínteriumiibo Ia presión. La senümos _como fría y embotada. Los "alfileres y aguias" sán el presagiir de l¡. sensación que welve. Indican .que Ia trasmisión nervioía ño'está restituida fioi com-pleto y,-por.ta¡to, no es adecu¿di para.afrontar estfmulos_ como aquellos con que tendrla quc habérselas en circunstancias nórmales; pero a caus¡¡ de la trasmisión intemrm. pida, los estlmulos, que de otro modo se¡lan normales, ¡esultan una carga excesiva. LA CONSTITUCIÓN DEL OBJETO LIBIDINAL 60 Lr¡ oue sostenemos es que Ia cavidad oral con sus órgaaos, la lengua, que se usa los labüs, las meiillas y el áparato nasofaríngeo son la supertlcle. muv ada la exploraCión'.Es »rimero en la vida prr, lo$ercepción táctil-y tacto' del la sensación representadai ella^están en 5;;;;';r;;.rt. fin,'p,r.s hasta la sensación de v dcl iufrimiento oror, á"i d;i;¿óil|;";, ;;i;i,rü; pr., .rtr'?ii];;quá"i*ptitit" en el'acto de engullir' Ha o¡ofundidad, ffi*"süii,il'q* iá¿rt-trt f.ótpciont§. qu". se efectúa.n' te111d^o^. como percepciones por co¡tacto i*tir,,"*" la'cavida,l oral,^siguén siendo- aún como Ia *isual y a distancia, percepción ;';ñ¡;;;;*;te dife.enies'ae"la áuditiva. DISTAI\CIA DE LA PERCEPCIóN POR CONTACTO A LA PERCEPCTóN 'T a la. percepción a Evidentemeute un cambio de la percepción por contacto infante' Este del distancia, es de import"".i. topt1"-a Para él desa¡rollo cle objeto' relaciones las de cambio se efectúa por medio dll instrümento de.-su el i.--f,i.i*or refereniia á" .¿*o el infante mira-fiiamente ,rostro pecho' §r¿n' al mama infante madte mientfls mdmd.4 Por tanto, cuando.el 't'i-il que, al mismo-tiempo' v¿ el rostro mater' orróncn la boca, en tanto por contácto se -mezcla coñ.la P-"1ttP.t]:1.' dit;"".''iñ;'ir";ilÑt fusión abre 'L^s d'os foi*ar, Í,árt. J. una sola experiencia. Esta i*n.ir. el camino Dara un *áiiá eir¿""1, áá h orienLción a través del contacto, El factor experimental I',ü"##"li¿; ;'tr;;ilá; Tr-p-.r.áp.i¿n a disrancia. por eiemplo amamantamiento,. el árlt""t. á-!í" cn este cambio .orr"i. el contacio taI¡lién pierde se ;r;á; Ji"irnrc p;.rdt "i p.-'0" y" 1o recobra, v a rea vuelve recobra' que Perder neceiidades, dt ;;;;t Ñ;".pto sa[isfactor y-laiecupeíación fá pelaiáa cobrar una v otra vez. ó"r"r,t" ri irtervalb LtU. ";"í';;;ürl,.iiir" .1"*.riá á. i, unida<l- perceptual total, la percepción i--ai¡o,ao,'a.r'*t'oli.'*,*"'ll'::',1'h-lHl,E::l:T,.1t'ltÍ: experiencias rePetidas, #;;;¿'-d.tnotttánáo"ti i" más constante y' Por tanto' la más remu' neradora de las dos.6 Estadiscrepanciaentrelasdosmodalirladesperceptuales(la'disconti" pero con' no nri¿r¿ del contacto oral, frente a la seguridad' continuidad' una-significación probáblemente tiené tigüidad, de ta perceffir,-risual¡ couto,la *91'l: aún más fundamental'il. .;ábitátr h-percepción vis.ual el comlenzo tenemos aoui Cre<¡-oue árá f.i".pUra guiad-ora'en el hombre' de ob formación la y'de lqiz) de la perman.rr.,, a"'?ü¡'.ü iH;;h";"n, y es ¡ Al nacer v en las sernanas siguiantes, el amemantan,ie¡to gafani¿a la-s-upewivencia ha'ola¡ de ella como dnda ioclemos sin ái;gia";. ü;;il'"';"iáná ;; h *:;I"i',.i*ü a;e; no in, accion voritiva. creemos [.'i;,1,;;:;;;á"-áuerái, ttü,iáii* de aseguár'., la.supewivencir 1l 1'**-y,I que la vinculación entre'.i rm' ';i;;;#"prt"'.páa* '"ti-¡á"ipal la' percepcióa visuil en el hombre' es de sttprema ;h; o"laTi,'ft"" solía irablar de la experiencia de funcionamiento, cuyo ;tib'üt;;;;'i del _contacto o¡al como de una zona modelo que este tt lt ingestión' Mcrece obsef\er§e 'Ya duranLe la fase oral. tunción tia" atributo zonal ,. .onri.*.'.1"i-¡J--"tr"r'"-g. percepción de cavidad <ienominé ie i"rlr*i".a'r'r-"**'ii0t¡qr-y traté de este aspecto ."-r'ü-p"Lát también' a la percepción visual' ;";'&;ü; fífnr;". "priá'*' LA CUNA DE I,A I'ERCEPCIÓN 6I ieto. Desde estos modestos comienzos, las relaciones de objeto se desarro. llan progresivaqgnle en los meses y años que siguen, implicando no sólo las otras modalidades perceptuales, sino también-la vasta-variedad de les funciones psicológicas. co-mprensión_de g-!e !s diversas modalidades de la percepción (de .lasLaque.hablamos de ordinario como nuestros cinco sentidoi) son en gran proporción. inope-rantes al iniciarse la percepción como tol'y tienen que sei apier.fidas, -abre nuevos y espaciosos caminos a la invesiigación. He mos visto, en ei easo de la percepción visrral, que }as modalidádes perceptivas siguen una a-.otra en secu-encia genética, de modo que Ia periepción a distancia (visual) se desarrolla después que la percepción poi contacto (oral tráctil). Esto podría ser (y en aigunoímamífiros io es) ^una función de maduración. En el hombré, sin embargo, fuimos capaóes de m<¡strar que esta secuencia genética empieza con la situación de rnamar, e hicimos notar el papel que desempeñan el aprender, el desarrollo y las relaciones de. obieto, en el cr¡rso del cambio de lá percepción por contacto a la percep- ción a distancia. . Este hallazgo me estimuló a considerar la proposición heurística de que el desa¡rollo (tanto en el campo de la percepóióñ como en otres zonas áei c¡ecimiento p-sicológico) está sujeto a- Ia 'iley fundamental biogenética" de Haeckel (formulada por Friti J\rlüller, 1864) segun Ia cual el-organismo, en su crecirniento desde el huevo a la condióión adulta, recapitula las etapas por las que pasaron sus antepasados a través del reco¡ridd filo- génico. Es una verdad manifiesta que los oios y la visión se desarrollaron rela'fueion tivamente tarde en la evolución y que precedidos por Ia percepción de contecto y por la orientaóión dé contacto.- Comprenáiendo que seme-humano, iante principio puede operar también en el desarrolló psicoMgico hemos de considerar Ia investigación de la secuencia, de la superposición de-la mezcla en el desarrollo de otras modalidades perceptualei, cor¡o el oído, el gusto y también el olfato- Hay otras muchal posililidades para investigar, como por ejemplo, que algunai de esas modaildades sensoriales pueden tener subclases. Para el observador atento del infante esto resulta particularmente claro en campo de la percepció¡r visual, donde algunas -el de esas subclases son evidentes al primer üstazo. Entre ellas encontramos. por ejemplo, Ia categorla tle la visión del color; Ia percepción espacial o en profundidad; probablemente una de las prirneras que resulta opérante es la percepción del movimiento; y también probablemente en simultaneidad con ella, la percepción de las variaciones de luminosidad. En los animales y- y en el adulto esas subclases han sido investigadas ampliamente, Sin embargo, hasta ahora se sabe poco acerca de iu secuericia genética en el hombre. y supervisión, mis colaboradores p. polak y R. Emde efectuado un estudio piloto sobre la iniciación de la dis!) criminación visual tridimensional en profundidad frente a per-(percépción cepción Gestalt). Hemos- establecido que después del tercer mes'de la percepción en profundidad comiénza a áesempeñar un papel sig. .--Bgi, mi -guía hln (1964a, 'ida 62 LA CONSTITUCIÓN DEL OBJETO LIBIDINAL nificativo. Entre las edades 0; 2 más 0 y 0; 2 más 20 (éstos son Prome' dios) el infante responde a los estímulos que cumplen -ciertas cualidades Gestalt, que están en movimiento, ya sean bidimensionales o t¡idimensiodel tercer mes de vida, el infante muestra en sus_resPuestas nales. Después -distingue gue ahora una Gestalt tridimensional de la misma Cestalt en proyección - Ñuestros bidimensional. la progresión desde una subhallazgos sugieren también que -conectáda estrechamente con las clase de ^ercepcién a lá siguiente está condiciones paiticulares de risituación de amamantamiento individual y depende de ellá. Pues el amamantamiento es una función que asegura la supervivencie en esa temprana edad; por tanto, variaciones relativamente Peqqeñas de las condiciones de esta función eiercerán un grado mayor de presión , adaptativa. Este eiemplo minúsculo indica las numerosas líneas de investigación posibles denho del campo visu¿I. Varios de e-stos .aspectos están liendo éstudiados por otros invátigadores (Fantz, L96l; Cibson y Walk, 1960; Wallach, 1959; enhe otros). También se están efectuando investigacioues de otras modalidades sensoriales. Aquí me referi¡é sólo al sentido del oldo. Goldfarb (19-58.), ta' bajando coñ niños esquizofrénicos, los expuso a escuchar una audición retaidada de sus propiai palabras. Fueron sobrecogidos Por u.q pánico -que corresponde a lo qúe Máhler (1960) denomina "desintegración". Se diría que eios niños experimentan esta estimulación particular- como u-na ameiaza a la integridad de su persona. Uno se pregunta si el desa¡rollo de la integración dá las modalidádes perceptuales fue perturbado en esos niños durinte el "periodo crítico", dá moio gue la integración de las varias modalidades perceptuales entre sí fue sólo parcialmente lograda o no se logró en abno'tuto.' Tengo la sospecha de qut en esos niños- el cambio de la-percepción por contácto a la percepción a distancia, y- más específica' ,nente a la peicepción auditiva, pudo haber sido demorada o gravemente perturbada del desanollo infantil. - El cembioenaellacurso percepción a distancia no remplaza ni m.uch-o menos anula el papel que'deseinpena la percepción por iontacto, sólo 1o amengua. la á¿ición-de Ia peróepción á distáncia énriquece el espectro de los s.ectores perceptuales; facilita la orientación y el dominio, expande las funciones aútónohas del yo y finalmente contribuye a la primacía del principio de realidad. Hasta ahora hemos examinado sólo uno de los varios centros perceptuales con cierto detalle; a saber: la caüdad oral. En este nivel de desanollo ésta eclipsa a todos los demás centros, tales como la mano, el laberinto de} oído y la superficie cutánea, por ser la única que está realmente integrada y es por tanto, operativa. Se puede decir con cierta razón que, como tantos otroi animales, el hombre también comienza su acceso a la percep' ción del medio rostralmente. No debe olvidarse que las cuaüdades emocionales, a saber: el placer y el displacer, toman pa:rte en esta experiencia perceptual. En Ia audición, hay támbién cualidades dinámicas implicadas, las de la actividad y la pasi. vidad. Todas ellas emergen en respuesta e una necesidad que produce LA CUNA DE LA PERCIPCIÓN 63 tensión. Esa tensión se reduce con l¿ satisfacción de ia necesidad, lo que entonces lleva a la aquiescencia. Nuestro- trabajo c_on los neonatos y nuestros hallazgos sobre las etapas sucesivas del desarrollo perceptual han hecho que introduzcamos una ligéra ruodificación en las proposiciones psicoanalíticas generalmente aceptaáas, Se había supuesto que el prirner "objeto" era ei pecho; Lewin (1946J llega a la conclusión de que la pantalla de los sueñoi es su residuo visuál y 1o mismo fue supuesto táctilmente por muchos con respecto al fenór¡eno de Isakower. Yo creo que el neonato no es capaz de percepción a distancia; sólo de percepción por contacto, mediante la cavidad oral. De esto se sigue que el pecho es, sin duda, el primer percepto, pero no es un objeto visual, sino de contacto; más específicamente, es un objeto percibido por contacto oral, EL ACTo DE LA pERcEpcróN y Los rRES ónc¡r.Nos DE LA pERcnpc¡óx PRIMITTVA Freud (1925a) habló de la percepción como un acto concebido en términos-orales. Anticipó la proposición de que se efectúa la percepción mediante los envíos periódicos por el yo de pequeñas cantidades- de invenión catéxica en el sistema perceptual, por medio del cual prueba el medio circundante. En el original alemán.se emplea la palabra terkostet, que en inglés sería tasües (gustar, probar); lo que es - un modelo claramente oral; y Freud considera Ia pércepción comb un modelo activo. Nosotros podemos, aeí pues, consideiarlo un acto, lo mismo que se considera la conducta, y describirlo en los términos introducidos poi Craig (1918). dividiéndola en conducta apetitiva y consumatoriq. No obstanté, el neonato no distingue la percepción primitiva de la satisfacción de la necesidad. Las dos suceden simultáneamente v forman parte del mismo acontecer, de modo- que las conductas apetitiva y consuinatoria coinciden; lo que acaso se deba sobre todo a la naturaleza de percepción por contacto. En una etapa posterior, mediante la adquisición de la percepción a distancia, se interpone un intervalo entre el acto de percibir y el acto de consumir. Desde entonces en adelante la percepóión quedará'prinr.ordialmente restringida a las funciones apetitivas. Mucho más tarde se adicionarán las funciónes defensivas. Pero, en el tiempo a que nos referimos, la percepción se convie¡te en auxiliar de la conducta consumatoria y logra un valor de superviv.:, rcia. ¿Cómo esta relación_ entre el carácter apetitivo de ia percepción y el carácter consumatodo de la conducta que sirven a la satisfaccióri de la'necesidad, actrla en los tres órganos ancilares de la percepción rudimentaria presente al nacer? Empecemos con la mano. Todo aquel que haya observado a i¡n bebé mamando sabe de qué modo tan activo pa*icipa la mano en el acto de mamar. [¿ mano del bebé descansa sobre el pecho, sus dedos se mus ven lenta y continuamente, agarrando, golpeandó, haciendo presa v ara- 64 LA CONSTITUCIÓN DEL OBIETO LItsIDINAI, ñando.6 En los rneses siguientes, esa actividad se llace cada vez más organizada, y se diría que el ritmo de abrir y cerrar la mano del bebé en torno del dedo de la madre está relacionado en cierto modo con el ritmo de la succión. Es impresionante observar cómo el ritmo de esos movimientos de la mano va haciéndose de modo creciente más organizado en el trascurso de los primeros seis meses. La autopercepción está también inevitablemente implicada en esto, aun cuando su papel, al principio, no pueda ser destacado. Es posible que Ios movimientos de las manos sob¡e el pecho del neonato que malna sean sólo una respuesta reflejo a la estimulación en la palma. No obstante, muy pronto la actividad de ingestión de la boca rebasará la actividad de la mano. Podemos suponer que esta actividad será pronto percibida propioceptivamente. Ya hice mención antes de que Hoffer (i949) trató con amplitucl cle esta relación entre la mano y la boca en el infante. Su acceso ieórico está confi¡mado por los datos ciínicos, experimentaies y neurosnatómicos recogidos por Tilney y Kubie (1911 ) y Tilney y Casamaior (192+ ¡. Dei¡ostraron que las vías nerviosas que conectan el estómago, la boca, las extre¡nidrdcs superiores y el oído interno con el sistema nervioso central funcionan ai nacer. Por io tanto, la estimulación de cualquiera de esos órganos, d'e los cuales la boca es e1 que sin'e de guía, iniciarán patrones de conducta específicos. Los hallazgos de Hoffer se refieren a la etapa clue está más allá de la pcrcepcién de cavidad. En un segundo artículo scbre este tema, Iloffer (19t0) introcluce ei conceptcl de "sí mismo-boca" (moutbself). Postula que es ésta Ia primera organización del sí mismo. En su opinión, esta primera organiz¡ción del sí mismo irá expandiéndose progresivamente mediante la actividad de la mano. Hoffer pretende que así la mano libidiniza diversas partes del cue{po, de modo que se convierte en el "sí mismo cuerpo". Yo no comparto esta opinión. Estimo que Ia mano es sólo uno de los medios mediante los cuales se logra esa libidinación. En un capítulo posterior trataremos de algunos de los otros medios quc sinen para 1a separación clel sí mis- mo del no sí mismo. Sin embargo, estamos de acuerdo con la ^prcposición «ie Floffer sobre la coordinación primera de la mano y la bóca, v en su contribución al desarrollo de las funciones del yo i, a la integración de éste. En esia calidad representa uno de Ios núcleos del yo, descritos por Glover (1932). No es nada fácil desenredar la conducta apetitiva de la consumatoria en los otros órganos perceptivos que actúan en la situación de manrar. En el caso del iaberinto del oído, por ejemplo, sabemos por experimentos que, cerca del octavo día de vida, un cambio de posición provocará en el recién nacido la respuesta de asirse al pezón y succionar. Antes de esto la respuesta podría suscitarse sólo con tocar las mejillas del inÍante. Al ievantar al bebé en la posición de marnar inicia un proceso en e} laberinto que sólo puede ser percibido propioceptivamente. No es necesario decir que en esta primera etapa no existe una percepción consciente. Es un obfeto de 6 Estos movimientos son enui.ralentes en el lombre a los que conocemos cn los manrífe¡os como "movimientos presores" (Spiiz, 1957). LA CUN¡\ DE percepc'ión al cual el I-{ PERCEPCIÓN organisnro reacciona a la 65 manera del reflcjo concli- cionado. Aún menos se sabe acerca de ias ¡ealizaciones del tc¡cero c1e los órganos perc_eptivos, la-sup_erficie cr:tánea. A la luz de las proposiciones antici[tadas por M. F. Ashley Montagu (1950, 19il, 1963) parece probable que désempeñe_u_n papel principal cn la conducta adaptativa dirigidl a Ia zupervivencia. Mediante una serie de observaciones en nramíferol no humanbs (Reyniers, 1946, 1949; Hammett, 1922) llegó a la conclusión de que ia epidermis posee una significación funcionai insospechada para el disarrollo fisiologico y psicoiógico. Las demostraciones dé labo¡atorio iran mostra9o qy. en los rnamíferos no humanos, a1 lamer Ia madre al pequeño, activa los sistemas genitourinario, gastrointestinal y respiratorio. En éxperimentos con las ratas llamadas "estériles" (criadas en un medio estérii,-exento dc bac.terias) morían todos los animales, hasta que sc descubrió <1ue los i;:r-rle dres de éstos tenían que lamer los genitales de sus vástagos, pues otro modo la cría no podía ni orinar ni defecar. Este descubrimiento hizo posible criar ratas "estériles" de nacimiento, utilizando algodón hírmedo para rempiazar la lengua de los padres. No se ha investigado si esos hallazgos son también importantes para los problemas clel cuidado del infante en la especie humana. Pero debenros tener presentes esas obser- vaeiones cuan<lo tratemos sobre Ia "eczema infantil" en el capítulo xur. Al parecer, las sensaciones en los. tres órganos perceptuales ancilares presentes'al nacer (la mano, el laberinto y la epidermis) están subordinadas al sistema perceptual central de Ia cavidad oral. Además, en el neonato actúan aún conjuntamente, porque la diferen¡iación entrc las varias modalidades sensoriales no se ha producido todavía. Es decir, que las sensa- ciones reiacionadas con ellos se mezclan y combinan de nroclo que son "sentidas" por el neonato como una experiencia situacional uni(icada, con el carácte¡ de "recepción" o de incorporación. Cada uno de los órganos mencionados participa en esta experiencia. LA EXPERIENCIA PERCEPTUAL Esta experiencia unificada es de naturaleza cousurnatoria. Procura la satisfacción de la necesidad y reduce la tensión tras un perioclo de excitación no grata; también anuncia ot¡o de quiescencia, señalado por la ausencia de lo desagradable. Además es una experiencia iterativa. Pues estamos tratando con una realidad en la cual este mismo racimo de sensaciones se repite en la mism¿ secuencia por la mañana, al mediodía y por la noche, cotidianarnente cinco o más veces los primeros meses de vida del bebé; ,v, de un modo u otro, hasta el final del primer año y después.? Es legítimo suponer que esta experiencia iterativa dejará, desde el prin? Lo esencial de esios árgumentos se deriva de Ia afi¡mación de Freud sobre el desanrparo del infante al nácer como fuente oríginal de todas las motivaciones morales (Freud, 1895). Esto ha sido elaborado en va¡ias regiones por Bemfcld (19:5), A. Balint (1954), Benedek (1952) y otros, 66 LA CONSTITUCIÓN DEL OB,ETO LIBIDINAL forma dc lruella, un "registro" en la mente nacie¡te del pecipio alguna -De quó qricño. modo cste registro es arclrivado, cómo se,modifica,-y si iirfluye y cómo influye o coloña las experiencias per6eptuales del infante o ruí rátirf.cciones, io ignoramos por áhora. Peró el ñecho de que esta situación idéntica se ha áe repetir durante la m4yor parte del primer año de vida del infante, tiene que llevar necesariamente a cierta forma de re- gistro psiquico; más adelanté hablaremos sobre los dos fenómeno§ que Parecen confirmar esta suposición. Ya en 1900 (véase tarmbién Freud, 1925a) alirmó Freud.que- las- primeras huellas nrnirnicas se establecían sólo cuando una experiencia de satis. facción interrumpía la excitación suscitada Po¡ una necesidad interna. Esta experiencia de satisfacción Pone fin a u¡r estlmulo interno que ha originado una elevación de la tensión. En los adultos, los cuatro órganos especialmente separados, la boca,-la mano, el laberinto y Ia epidermis, median en, modalidades- perceptuales disemejantes. En el'recién-nacido no cs éste-el caso. En el capítulo llr ya hicé referencia a mi proposición de que las organizaciones sensorial, éfectora, emocional, etc., del hombre estin compuestas por dos sistemas que (parafraseando a llead, Wallon y otros) he denominado cenestésico v diaciltico. I¿s sensaciones del sistema cenestésico son extensivas y sobre todo viscerales; sus efectores son primordialmente las musculaturas blandas v su organjzación nerviosa compren«le, entre otros, los sistemas simpático y parasimpático. [¡s scnsaciones del sistema diacrítico son int¿nsivos e im' plican los órganos sensoriales; su nruscul¿ttura es estriada y su organización nerviosa está subordinada al sistema nervioso central. No obstante, en el neonato, el sistema diacrítico no ha daclo comienzo a su función de ninguna manera apreciablc. El infante percibe v fttnciona primordialmente en el nivel cenestésico. En el adulto, el funcionamiento cenestésico produce sensaciones de na- turaleza protopática. El mayor de edad es aPto para experimentar muchas (aunque no todas) las sensaciones protopáticas de una manera Poco grata; como lo atestigua 1a cstimulación dei laberinio con el movimiento de un barco durante una tormenta, que puede llevar al vértigo, al vahído, a la náusea y, finalmente, al vómito. En el infante no ocurre así; éste tolera grandes cantidades de estimulación vestibular. Como veremos después, la istimulación vestibular para él puede servir de estímulo condicionad-o. Pero en las pirsonas mayores que se marean, vemos un ejemplo impresionante de la conexión entre el laberinto, el tracto gastrointestinal, la superficie cutánea, Ia mano y la boca, pues los síntomas del mareo son vómitos, diarrga, piel sudorosa y pálida, palmas sudorosas y fuerte salivación. Para el neonato, las sensaciones estimulantes en los cuatro órganos sensoriales (la cavidad oral, la mano, el laberinto v el estómago) son una experiencia total propioceptiva, hasta los cambios del labe¡into, au4 cuando se producen dentro del cuerpo. están cercanos a la superficie de éste, y se dan en respuesta a una estimulación comparable al tacto. Por eso, también han de ser considerados como de la misrna naturaleza que todas las demás percepciones por contacto. 67 PERCEPCIÓN traté de cómo la maduración y el desanollo t-4' CUNA DE t.A En la sección preccdente se combinan para- producir el can.rbio de la percepción por contacto a la percepción a áistaicia. Destaqué el papel de la frustración (en. el-estado áe mimar) du¡ante ese proceso y cómó Ia percepción a distancia del rostro de ia madre resulta diierenciada de la expériencia unificada de la PerceP' ción por contacto durante el amamantamiento. Ésta proposición puede confirnarse mediante la observaciót1; emPe- zando con^ la'cuarta semana de vida, sólo--e¡iste un obieto perceptual que el infante sigue con los ojos a distancia y éste es el' rostro de los mavores. Ñ;"g,1* átií ob¡eto percéptual v visual'producirá esta respuesta. Así, la expáiencia dei amamántamiento, el estado de amamantamiento, no es simplémente una experiencia de sati"facción de necesidad. Inicia el tránsito éxclusiva por contacto a la percepción a distancia. Acüva áe h percepción 'perceptual diaciítico, que remplaia gradualmente a la organiel sistema zación original y primitiva ros rnNóurNos cenestésica. RDcRESIvos DE PERCEPcIóN uN EL ADULTo Estas obsen,aciones sobre el comienzo de la función perceptual en el inciertamente las confirman- deterfante esLán rnuy de acuerdo con -y minadas conclusiones teóricas respecto a los fenómenos de regresión PerceP tual obsewados en el adulto, en-pa.rticular con los descubrimientos hechos por Lewir¡ e Isakower. l,ervin (1946) sugirió un modelo de la estructura áe los suános, que no sólo era oiiginriísl*ó, sino que demostró su utilidad clínica. 'Postulaba que e1 recuerdo visual del seno materno _constituye una "pantalla de los sueños" sobre la cual se proyecta el contenido de éstos. Ya me he ocupado en otra parte (1955b)-de esta demoledora contribución, iuntamente con el importante descubrimiento por Isakower de los fenóme nos que llevan su nbrnbre. Lewin basa su proposición 9n :l carácter realizáclor de deseos de los sueños, en que el deseo fasí satisfecho] garantíza la continuación del sueño. Sostiene que esta realización del deseo se logra mediante una regresión al estado emocional del infante que va a quedárse dormido en el séno de la madre, después de haber mamado hasta siciarse.t Lewin añade que en el llamado "sueño sin sueños", el pecho, 8 Estas son reconstrucciones hipotéticas. Stern en un arüculo reciente (1961) considera improbable que los fenómenos dé Isakower (y Por implicación la pantalla de los sueños de'Lewin) puedan ser una regresión a un recuerdo feliz de la situación del amamantamien' to. lyo iráferi.,, hablar de ín estado dc reducción de la tensión y de quiescencia). Por el contraúo, an[icipa la proposición de que es una regresión a restos mnémicos de privación en dicho estafo. Eita'es una idea plausible, aun cuando sólo fuera por la razón de que esas experiencias catexiadas de disp)aóer es más Brobable que dejen rastros..de recueráo oue l.s otras catexiadas con el afecto placentero. No obslante, una regresión' a tales rastrás de ¡ecuerdo catexiados inqratamcnie, imp)ica un punto de fiiación. No puedo obietar nada tampoco a una inter[retación asi: lo que nrc parece csencial cs la regresión al estado del amánrantamiento. Seiá difícil determinar si dicha regresión se produce a un .rt"do f.li, o e un estado de privación, simplemente porque eI fenómeno de Isakower, i, rrntrll" de los sueños de Lewin y las obsewaciones lnencionadas por Stem, se refieren i"¿'rr-J'raulto, ¿. modo que la eiaboración secundaria, de acurrdo mn la historia del individuo, se ha ve¡ificado ya. En tales circunstáncias no es de sorprender que se Pro' 68 LA CONSTITUCIÓN DEL OBJETO LIBIDINAL pantalla onírica, se convierte realmente en el contenido del sueño. Apoya ésta proposición con numerosos eiemplos de sueños de pacientes. Su teoría há encontrado una confirmación clínica amplísima. La pantalla de Ios sueños se deriva de un obieto de percepción visual, de una pircepción a distancia. En realidad, [.ewin, en varias de sus publicaciones sobre Ia pantalla de los sueños, sugiere demasiado. E.stando interesado con los sueños, que unc primariamente a los rastros mnémicos de objetos percibidos üsualmente, era de esperar que la pantalla de los sueños se siwiera también de un rastro de recuerdo visual, aun cuando fuera de un rastro arcaico. El acceso de Isakower es diferente. Los fenómenos que comunica son en gran medida percepciones por contacto, siendo las ser¡saciones visuales la excepción. Esto también era de esperar, pues las observaciones de Isakower ie refieren a la etapa preursora del sueño, en la cual la catexia no se ha retirado por completo de la representación de los órganos periféricos sensoriales (és decir, de la superficie cutánea, de Ia mano, de la boca) y de las representaciones del proceso háptico, mediante esos órganos (Spitz, 1955b). Algunos de los pacientes comunicaron que en la fase pre cuisora del sueño, experimentaban sensaciones en las que participaban la boca, la superficie cutánea y las percepciones táctiles de la mano; sentían con frecuencia esas sensaciones también cuando tenían una temperatura alta. Tales sensaciones eran vagas y se asemejaban a algo rugoso, o actso seco y arenoso, blando, que les llenaba Ia boca; sentían esto al mismo tiempo en la superficie cutánea del cuerpo y también como si lo estuvieran mane. jando con los dedos. Esas sensaciones, a veces podían ser percibidas visuaL mente como algo indefinido, oscuro, redondo, que se aproximaba y crecía hasta tener un tamaño enorme. .. y que luego se contraía hasta quedar prácticamente en nada. l¿s observaciones de Isakower sugieren que en el trascurso de la percepción se producen dos tipos diferentes de representación psíquica. Uno es la forma de representación a la que nos referimos en psicología como el "percepto"; por mediación de nuestros órganos sensoriales, éste tiene uu contenido gráfico, objetivamente descriptible, que puede o no incluir la representación del órgano sensorial mismo. -l,a otra representación es rnás yaga y está más dentro del carácter de una sensación; acaso. contiene una representación del proceso sensorial mismo y de lo que se deriva de é1. Esta segunda categoría de representación cuando circunstansias especiales dirigén la atención hacia el proceso, más bien que al objeto percibido por el órgano sensorial. Tales procesos han sido tratados también por W. Hoffer (1949) así como por M. B. Bender (1952).s Típicas de este género de experiencia son las sensaciones extrañas que se hace consciente duzcan una angustia y un terror graves; puede verse este mismo fenómcno en los suefios provocados por sentimientos de culpabilidad, tales como aquellos que implican incesto. Además, lo quc es una regresión al estado del emamantamiento, ¿no es también un regreso imaginativo a la situacíón original de incesto? e VéasC, en el Apéndice, le cxplicación de Piaget de la "permanencia afectiva". I.A CUNA DE Iá PERCEPCIÓN 69 acompañan a la anestesia dental. El sector anestesiado (por ejemplo el pliegue nasolabial, Ios labios, el interior de los carrillos, el paladar) se sienten como agrandados, como un cuerpo srtraño. Estas sensaciones, nada habituales, afines a las parestésicas, hacen que nos percatemos del proceso perceptual a través de su disfunción. Cuando el pliegue nasolabial, el paladar, los labios, han quedado embotados y los tocamos con el dedo o la leagua, se produce el proceso háptico en el órgano no anestesiado, que no reconocé la configuración anatórnica familiar de los labios o del paladar. Esto se debe a que, al tocar nuestros labios, Qtc., ha quedado regiscombinada del trado en nuestras huellas mnémicas como una experiencia -Al proceso sensorial tanto del dedo como del labio. ser anestesiado 6tg uno de los elementos de la sensación, aquella que se suscita en la región labial, falta o está deformado. Creo que los experimentos de Von Holst y de Mittelstaedt (1950) so bre el principio de referencia son ilustraciones experimentales excelentes de la representación psíquica de los procesos perceptuales. Tales consideraciones sugieren que las huellas mnémicas, al menos las de las percepciones corporales, quedan depositadas en la forma de una configuración con cualidades de Gestalt. Hi de recordarse que en los términos de la psicología Gestalt, no es sólo la Gestalt visual la que está dotada con tales cualidades; por eiemplo, la Gestalt que los pnicólogos de nominan melodía, por ser poseedora de esos ahibutoi. Si esta proposición (que yo anticipé l¡aee treinta años con respecto a la naturaleza de la asociación libre psicoanalítru) es correcta, entonces el recuerdo del percepto resulta consciente sólo al producirse la clausura. Cuan- do, como en el caso de la anestesia, la clarrsura es impedida, al borrarse una porción suficientemente grande de Ia Gestalt, rro se produce el reconocimiento. En cambio, se deposita un resto mnémico más, el de una expe riencia desconocida hasta entonces. Este proceso tiene un paralelo evidente en la asocieción libre psicoanaüüca. Los recuerdos del paciente permanecen sin sigrificación hasta que la reconstrucción analltica o la interpretación aportan la parte faltante de la Gestalt. Todo analista está habitu$o a este destello repentino de intuición y de reconocimiento que acompaña a tales interpretaciones. Es muy natural que el paciante pierda la sensación del descubrimiento en el trascurso de los dlas; Ia Gestalt reconstruida estuvo realmente siempre alü, como parte inconsciente, pero efectiva de su sustancia psicológica. tá "clausura interpretativa" reintegra la porción faltante al lugar justo y a su perspectiva, como si nunca hubiera faltado. Antes de la reintegración, esa parte eiercía su influencia ajena al freno y cont¡ol del yo consciente, sólo sujeta a Ia regulación del principio plactr-displacer. Reintegrada al depósito de las memorias conscientes, esta¡á ahora sujeta a la regulación del yo y del principio de realidad. Esta proposición, aun cuando esti leios de ser la totalidad del proceso terapéutico, me parece una explicación váIida de la efectividad de la interpretación analítica emocionalmente co rrecta. Además, la proposición de la cualidad de rastros mnémicos de la Gestalt 70 t.{ CoNSTITUCIóN DEL OBIETO LIBIDINAL (y entre ellos la asociación libre) así como la necesidad de clausura que lés proporcione la calidád de consciencia, incluye, una vez más, una anti- gua'pioposición de Freud, aquella del registio dife¡ente de un mismo ío"tái¿f en diferentes locatidádes psíquicai (Freud, 1915a). Freud des- cartó esta sugerencia a favor de la piopósición dinámica de la hipercatexia de la representación de la cosa. Pero, como tantas de sus sugerencias semiabandbnadas, me parece que, arroiando sobre ellas cierta nueva luz, no es sólo üable, sino ümbién-fértil para nuestra comprensión de la percep ción, del recuerdo, de los procesos mentales y de la eficacia terapéutica. Parte de esta nueva luf proviene del fenómeno Isakower. l¿s sensaciones que sus pacientes comunican tienen mucho de común con'aq-uellas que ñe descriio de la anestesia dental' Pero, sin anestesia ¿cómo podemos e'xplicar la desaparición de una parte de la Gsstalt m,emoria durante el prirceso de ir a-quedarse dormidós? En un trabaio sobre la conciliación hel sueno y el dbspertar (Spitz, i936b) anticipé'la proposición de que durante el'proceso de ir a quedarse dormido, la catexia se retira progresivamente de-la periferia y de los órganos sensoriales periféricos. En ese t¡a' bajo utilicé un modelo hidros!ático, para explicar 1o que acontece cuando el nivel general de la inversión impulsiva decrece. Ciertos sectores del aparato sénsorial siguen estando investidos, Porque el nivel de la inversión impulsiva es todavía suficientemente alto para proveerles de catexia. Otros, al mismo tiempo, han perdido ya sus catexias, y emergen como islas enju- tas del flujo en reti¡áda de la inversión irnpulsiva. fuí, mientras ciertos o el olfativo, han perdido ya su sensibilidad, otros siguen actuando durante un rato. Sin duda los últimos pueden eparecerse a las sensaciones que median de naturaleza disectores del aparato sensorial, como del visual ferente y también pueden reaccionar con más intensidad (es decir, con estímulos más débiles) que cuando se está despierto; esos secto¡es sensoriales todavía operantes, aparecen tanto cuantitativa como cualitativamente, modificados en su sensibilidad. Posteriormente utilicé ese suPuesto Para explicar Ia sensibiliilad creciente en ciertas zonas de la percepción sensorial; esto es muy característico, por ejemplo, drla etapa de excitación de la anestesia general. Las zonas a que me referí entonces eran la percepción del dolor y la percepción auditiva. Puede especularse acerca de si dichas zonas se refieren a modalidades sensoriales rnás prinritivas, más arcaicas, que en el curso de esta retirada regresiva de la catexia, serán las últimas que queden abandonadas. Debo añadir que esta exposición de la representación del proceso percep tual en la etapa previa al sueño no hace referencia al trabajo de Silberer (1911) sobre la representación simbólica de los procesos mentales; éste posiuló que la representación simbólica de dichos procesos fo¡ma muchas veces el contenido manifiesto de alucinaciones hipnagógicas e . hipnopómpicas. Las representaciones simbólicas no desempeñan ningún papel en el fenómeno de Isakower; éste está constituido con restos de sensaciones experimentadas durante el proceso del anamantamiento. La misma sensa- ción imperfecta se repite sin ningún esfuerzo por parte de la psíquica para redactarla, logrando una segunda elaboración, que censura haga la LA CUNA DE LA PERCEPCIÓN 7I conformarse con las demandas dc la inteligibilidad y de la lógica y, en ú1timo término, con el principio cie realidad. En la pantalla de ios sueños de Lewin tales esfuerios son discernibles ctlando la experiencia visual se traduce en algo que "tenga sentido". Mis observáciones sobré el desar¡ollo iufantil sugieren uua ¡nodificación tanto de los supuestos de Lewin corno de los de .Isakorver. -Sus pro-posiciones fueron logiadas por medio de la extrapolación del análisis de los sue' ños de adultos y de ias sensaciones hipnagógicas o previas al sueño._-En mi opinión, esas extrapolaciones y las conclusiones que deducen de ellas son córrectas, selvo en cuanto al grado de regresióu .-lue esos fenómenos indican. Tanto Lewin como Isakower basan sus proposiciones en el supuesto freudiano de que el primer obieto en la vida es el ser¡l' t¡raterno. Llegan a la conclusión de que, en el sueño, Ia regresióu al pecho dr. la ¡nadre estaría indicada por ei-contenido de los sueños. Por lo general ésios tienen un contenido'visual y los ejemplos de lrrvin, con la excepción del sueño sin sueños, son visuales. Sin embargo, la observación directa muestra que el primer objeto perceptual visual y estructurado de lq vida, que adopta forma definida y permanente, surgiendo "de las burbuias luminosas de diferentes géneros. . . que no tienen fonna de nada a distancia" (Von Senden, 1932), es el rostro hu¡nano, Como ya diiimos antes, hasta el tercer mes de vida (y aún urás) el ni¡io que mama no mirará al pecho de la madre, sino al rostro de ésta. Es éste un hecho de observación. No mi.ra tampoco al pecho cuando la madre se al rostro; y continúa mirando al rostro de ella, mient¡as tiene el pezón en Ia boca y palpa su pecho. Desde el momento en que la madre entra en la habitación, hasta el fin del acto de rnamar, mirará filamente el rostro materno. De acue¡do con esto, yo modificaría también Ia proposición de Isako' wer como sigue: desde el punto de vista visutl, el fenómcno de Isakower no representi el pecho que se aproxirna, sino más bien la percepción vrsual del róstro humano. Lol fenómérrcs táctiles comunicados por Isakower; la sensación bucal de algo que se siente también en la superficie cutánea del cuerpo y que se palpá cón los dedos, corresponde a la'experiencia- del infanté dél cbntacto tictil con cl pecho, con lt.boca, Ia cavidad oral, lt mmo y h zuperficie cutánea, El fenómeno de Isakower ha de considerarse como una experiencia total, como la sinestesia de diversos órganos sensoriales. fuí,;l principio, la cavidad oral constituye la cuna de la percepción. tos restos mnémicoi no modificados de esas percepciones formarán la esencia y la parte primordial del fenómeno de Isakou'er. Modificados .v expandi' áos, ie convertirán posteriormente en la superficie qu9 sopo¡!1. Ia pantalla de los sueños de L¡win. En ésta tenemos Ia perccpción ambliópica por el niño pequeño del rostro; en el fenórneno de Isakower,- la percepción sintética de cbntacto por el infante de la cavidacl oral, de lrt mauo v de la epiacerca a é1, sino dermis,lo ro Este cxplicación, aunque modificando ligcranrente la. proposicirin de_ Leu'in sobre Ia pantalla de lóS suefos, eviia al mismo tiempo controvenias espaciosas. Pues, en nueskr idad de la lactancia..automatizada, podría oüietarse que b máyor parte de los infante¡ 72 LA CONSTITUCIÓN DEL OB'ETO LIBIDINAL En- ta¡to que el ferrómeno de Isakower es una reactivación de los regis tros de la primera percepción infantil por contacto, la pantalla de los sueños er,'oca la iniciación de la per_cepcidn a distancia. El tema de los capltulos siguientes será cómo se élaboraron, desarrollaron y establecieron esos comrenzos. Los AFEcTos y LA pERCEpcróx gue suncr Hasta ahora me he esforzado por dar a conocer al lector, aüre todo, el material obsenzcional, escasamente comprendido, de esta etapa arcaica del -trav& desarrollo, que yo y otros autores hembs logrado reunir a de los años. En mi exposición he considerado hastiahora conveniente no tratar del papel que desempeñan los afectos en este prirner desarrollo, aun cuando los afectos observablés y diversificados figuran cle modo preeminente en el contenido de este libro. Es verdad que los afectos del neonato pueden observarse sólo en la forma más rudimentaria; resulta difícil iustifióar la denominación de ,'afectos', que Ies damos, y por eso hablo de éxcitación de calidad nesativa v de su la quiescencia; ambas dentro del carácter de -precuriores de los afectos. Sin.gm.!¿¡ge, la imperfección de esos precursores no hace que sean m.. nos eJectivos. La presión ejercida por esás cxperiencias arcaicás puede ser brur-al, pero de hecho fuerza a Ia ádaptación,'sólo en los casos'extremos puede- uno darse cuenta_ de lo _brutal^ que esa presión puede ser. como todos los neonatos manifiestan el "grito áel naciñriento",'consideramos éste como un detalle normal y sin irnpórtancia del parto. És raro que nos detengamos a pensar si esta primerá vocarización del recién nacid'o no es aI nrismo. tiempo un jadeo atormentado para aspirar aire cuando está a punto contr-apartida, de ásfixiarse. En este.ejemplo,.la necesidad y.su -dl satisfacción son tan manifiestas que no es posible- pasarlas por alto. -examinar la génesis de las primeras percepeiones.del infante, nos hemos dado cuenta dá que surgen en'función de la necesidad y de la satisfacción de ésta. En el ritmo círcadiano de la vida .lel n_eonato, necesidades -las intervalos de una forma n diatamente. _ se repiten, reiteradamente, con breves otra. Y su satisfacción no llega síempre inme- no_vieron nunca ,el, pccho, sino el bíbcrón. Pero el concepto de Lewin dcl .bccho,, cn realidad es un símbolo clave para la- to-talidad _de la. expiriencia o_ral, -g¡o'lo opor" detalladamcnte antes. Aun cua-ndo cl obieto alimenticio' tenga realmintc co¡no midio el pecho materno, el chupete de goma o un biberón adaptabié de plástico, el ele¡nento ese¡ci.al d-c la experiencie de.la cavid:d,subsiste (a pesar áe que el óhupete de gome no trasmita -la respuesta de reciprocidad deliciosamenté humanai. Ademái aun cüando l¡ ¡¡adr-e alimente a su hijo con biberón, el rost¡o de ella pioporciona todavla el factor visual y, sus n)anos v el cuerpo, la experiencia táctil que intén'iinen en la pantalla de los sueños de Lewin y en el f--nómeno de Isakower. Pero "el progreso modemo,', impávido, ha logrado supera¡ estos últimos vestigios de las relaciones humanas con el infante,'inven. tando el biberón con soporte y sujetando con bandas al pequeño en una tabla que hace de cuna. Estoy interesado en descubrir qué será de los sueños de rrna generaci-ón cuyr crienza se ha automatizedo de ese modo. LA CUNA DE 1á PERCEPCIÓN 73 Entre la sensación de la necesidad y su desaparición, al ser esa necesidad satisfecha, son frecuentes las demoras. Esas demoras desempeñan un Pa- pel principal en el desarrollo adaptativo. I¿ frustración, que acompaña a Ia dérnora, está en el origen de-la conducta adaptativa y es uno de los dispositivos de adaptación más importantes, e seber: las huellas de recuerdos y- el recuerdo. Al hata¡ Freud (1925a) de la comprobación de la realidad, señala que es ésta una cuestión "de'si algo queestá en el yo como representación puede ser descubierto de nuevo én 1á percepción (de la realidad) también"; ünas cuantas líneas después sigue diciendo: "Es evidente que una condición previa para que se'establezca la comprobación de la realidad es haber perdiáo obieios qüe en un tiempo proporóionaron una satisfacción real'" ' En el dásarrolio más tempraáo áe L percepción, en lo que yo llamaría la percepción primaria, por medio de la óavidád oral, somos testi_gos_de un flujo y iefiujo- constanté de dos afectos primarios; el afecto de displacer y el de placer, en el despertar de la necesidad creciente y en su satisfacción. En el recién nacido la región oral y la cavidad oral tienen dos funpio nes dife¡eutes, ambas de suprema importancia para la supervivencia. Una es la ingestiótn, que asegura Ia supervivencia física inmediata del individuo. que en el neonato también comienza La segunda función es \a percepción, 'región óral y en Ia cavida.d oral. Desde allí en la "extremidad rostral, én la la percepción se ramifica en cincó ¡nodalidades e¡ecutivaq.el tacto,-e1-gu"sto,'el oifato, la vista y el oído. Por eso la representación central.de la región oral o periorial ie convierte en la organización adaptativa diri-gente, qüe sirve a la-supenivencia de la especie. No hay que extrañarse de.que s'e convierta en ei campo de operaciónes de los piimeros -proceso-s dinámicos, para la actividad primera áe los impulsos; lós.indicadores observables de ditha actividad sorr los afectos, de loi que hablé antes. Se cleduce lógicamente que el desarrollo'ulte_¡ior de la percepción estará taml¡ién estrecliarnente lieádo con el afecto. Que esto ocurre asl, resulta eüdente, según una serieáe hitos del desarrollo en-la.génesis de la percepción a distincia, de la discriminación diacrítica y de la respuesta so-nriente así como de su secuencia de desarrollo. Como se mostrará más adelante, el afecto es el que abre paso al desa-rrollo; que no sólo favorece al desano llo de la petcepciótt sinó también al de otras funciones. Sin emLargo, independientemente de nuestros.propios halhSeos, los experimentos cón adultos (Bruner y-Goodman, 1947; Irvinq Ctein.-y Murpny, §+Z; Sanford, 19)6, l9)7) Aan mostrado que la necesidad. (la-cuai, Dor supuesto, provoca el afecto) interviene en la deformación de Ia i.r".rdión y'faisea la realidad hasta hacer de ella algo que se acerque a ia satsfacción del deseo. Esto, sin embargo, es sólo el extremo más distante del espectro de la influencia del afeeto sob¡e--la -percepción' Todo psicoanalista- confirmará que Ia percepción está influida constantemente |or el tono afectivo que predomina en el suieto. Éste no tiene que llegar á una realización verdaCera del deseo. Pero el afecto colorea la percepción y hace que ésta sea importante o no, y dota a los diversos obietos de iercepcióh de una valencia; por ejemplo, en la escotomización (Laforgue, 71 LA CONSTITUCTóN DEL OBIETO LIBIDINAL 1930)' excluye ciertos perceptos, er¡ tanto que ensalza otros. Finalmente los afectos determinan la realización entre la-percepción y la cognición. H.e aqu! por qué, en la ciencia, katamos de occluií el pipet de los , afe.ctos y de reducir la percepción a la lectura de una regla erádüada. Este método, que oonsidero reduccionista, ha dado resultaáos -extraordinarios e¡ las ciencias físicas; ciertamente ha sido apellidado "eI método científico". Pero cuando este método de medición de cuantificación se aplica indiscriminadamente al suieto viüente, en particular al hombre, áetendrá en último término los avances del conocimiento. Recordrrnrr ét larnento agustiniano citado al comienzo.del capltulo ¡r. En el suieto viviente y, en particular, en- el hombre, los afectos, primeros y postrerbs, sinen para explicar Ia conducta .y los. acontecimient'os psicordgiios. v lá, ar..toi, hasta anora, nan desatraclo toda medición.