D Tema 1 (6): La España del siglo XVIII

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IES L’ASSUMPCIÓ
Curso 2009/2010
HISTORIA DE ESPAÑA
2º Bachillerato
DOCUMENTOS DE TRABAJO
Tema 1 (6): La España del siglo XVIII
1. El poder absoluto del rey
«Es sólo en mi persona donde recae el poder soberano, cuyo carácter propio es el espíritu de
consejo, de justicia y de razón; es a mí a quien deben los cortesanos su existencia y su autoridad;
la plenitud de su autoridad, que ellos no ejercen más que en mi nombre, recae siempre en mí y no
puede volverse nunca contra mí; sólo a mí pertenece el poder legislativo sin dependencia y sin
división; el orden público emana de mí, y los derechos y los intereses de la Nación, de los que se
suele hacer un cuerpo separado del Monarca, están unidos necesariamente a los míos y no
descansan más que en mis manos.»
Luis XV: Discurso en el Parlamento de París, 3 de marzo de 1766.
Tomado de E. García Almiñana y otros, Saiti. Història. ESO 2n cicle, ECIR, 1999, pág. 97
2. El paulatino nacimiento de una sociedad de clases
«Aunque no se produjo ningún cambio profundo en la situación legal del estamento nobiliario, la
situación real de la nobleza sufrió una evolución producida por su dinámica interna y por la
política de la monarquía borbónica. Su escasa potencia biológica, la mala situación financiera y
sus pocas aptitudes para el comercio y las finanzas hicieron perceptible la disgregación de la
nobleza hacia 1800. Su principal fuente de riqueza era la posesión de tierra, que aumentaba por
sus compras a labradores arruinados o por su usurpación de tierras comunales.
La Iglesia española era riquísima y destinaba los recursos sobrantes a la donación de limosnas, el
incremento del patrimonio artístico y la adquisición de bienes inmobiliarios. A causa de esto último,
fue creciendo la hostilidad de los campesinos hacia esta institución.
La población burguesa, por su parte, era muy poco importante demográficamente y sólo se
desarrolló con fuerza en los litorales de Cataluña, Cádiz y el Cantábrico. Esta burguesía
mercantil, especialmente la catalana, se convirtió en el principal instrumento y apoyo del Estado
en su esfuerzo por industrializar el país».
Tomado y reelaborado de A.M. Ballarini y otros, Trabajos prácticos de Historia de España. 3º de BUP,
Akal, 1992, pág. 153.
3. Propiedad vinculada y amortizada en la provincia de Toledo, siglo XVIII
Tierra propiedad de
Partidos
Pueblos
Iglesia
Vínculos
nobiliarios
Vínculos no
nobiliarios
Total tierra
fuera del
mercado
Toledo
309.190
261.903
194.394
8.906
72%
Alcalá
82.716
62.177
39.053
12.719
57,4%
Ocaña
191.773
129.653
24.857
46.983
51,5%
Talavera
96.524
189.358
73.834
4.872
72,3%
San Juan
77.624
78.484
1.531
35.915
38,8%
J.M. Donézar, Riqueza y propiedad en la Castilla del Antiguo Régimen, Madrid, 1984
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[cit. M. Artola (dir.), Enciclopedia de Historia de España, vol. VI, Madrid, Alianza, 1991, p. 619]
4. El viaje a España de Giacomo Casanova
«En Pamplona, el cochero Andrea Capello se hizo cargo de mi persona y de mi equipaje y salimos
para Madrid. Las primeras veinte leguas no me cansaron porque el camino era tan bueno como en
Francia […]. Después de aquel buen camino, no puedo decir que los haya encontrado malos,
porque no encontré ningún camino. Subidas, bajadas desigualadas, pedregosas, donde no se
veía por ninguna parte la menor huella de que pasasen por allí coches. Así era toda Castilla la
Vieja. No se imaginan que los viajeros a los que gusta la comodidad se dispongan a ir a Madrid
por allí, de manera que no extrañó no encontrar más que malas posadas, apropiadas para alojar
arrieros, que comparten el alojamiento con sus mulas […]. El dueño de la miserable casa en que
paramos no movía un dedo: me enseñaba un cuarto y me decía que era muy dueño de dormir en
él, y una chimenea en la que el dueño me permitía echar lumbre si yo mismo iba a buscar la leña,
y cocinar si quería comer […]. Al irme por la mañana, le pagué lo poco que me pedía por el
alojamiento […] y su pobreza le hacía las veces de riqueza, a condición de que el extranjero no
pudiera decir al irse que había hecho el menor de los movimientos para servirle. La causa de esto
es una pereza con mezcla de orgullo: uno es castellano y no debe rebajarse hasta el extremo de
servir a un gabacho: este es el título con el que la nación española designa a un extranjero.»
G. Casanova, Memorias de España [cit. VVAA, Historia del Mundo Contemporáneo, Madrid, Mare
Nostrum, 1990, p. 6]
5. Sobre el testamento de Carlos II
«Carlos II no había logrado tener hijos y la falta de sucesión directa complicó su reinado, pues era
preocupación principal del monarca y de su gobierno asegurar la integridad de la herencia
española, frente a las ambiciones de las potencias extranjeras. Después de muchos conflictos,
Carlos II se inclinó por designar como sucesor, entre los posibles candidatos en razón del
parentesco, y para evitar la unión de monarquías, a Felipe, duque de Anjou, de la dinastía Borbón
reinante en Francia, prefiriéndolo a Carlos, archiduque de Austria, de la familia de los Habsburgos
de Viena. Esta decisión representaba un cambio de dinastía en el trono español, pero el motivo
era la voluntad de garantizar la defensa de la Monarquía Hispánica, poniéndola en manos de la
principal potencia de la época, la Francia de Luis XIV. El último testamento de Carlos II, otorgado
poco antes de su muerte, ocurrida en Madrid el 1 de noviembre de 1700, designaba sucesor a
Felipe de Borbón.»
PÉREZ SAMPER, M.A., La España del siglo de las Luces, Ariel, 2000.
6. El testamento de Carlos II
«Y reconociendo, conforme a diversas consultas de Ministros de Estado y justicia, que la razón en
que se funda la renuncia de las Señoras Doña Ana, y Doña María Teresa reinas de Francia, mi
tía, y hermana, y la sucesión de estos Reinos, fue evitar el perjuicio de unirse a la Corona di
Francia; y reconociendo que viniendo a cesar este motivo fundamental, subsiste el derecho de la
sucesión en el pariente más inmediato, conforme a las leyes de estos Reinos, y que hoy se
verifica este caso en el hijo segundo del Delfín de Francia: por tanto, arreglándome a dichas leyes,
declaro ser mi sucesor (en caso de que Dios me lleve sin dejar hijos) al Duque de Anjou, hijo
segundo del Delfín, y como tal llamo a la sucesión de todos mis Reinos, y dominios, sin excepción
de ninguna parte de ellos. Y mando y ordeno a todos mis súbditos y vasallos de todos mis reinos y
señoríos que, en el caso referido que Dios me lleve sin sucesión legítima, le tengan y reconozcan
por su Rey y señor natural, y se le dé luego, y sin la menor dilación, la posesión actual,
precediendo el juramento que debe hacer de observar las leyes, fueros y costumbres de dichos
mis reinos y señoríos, porque es mi intención, y conviene así para la paz de la cristiandad y de la
Europa toda, y a la tranquilidad de estos mis reinos que se mantenga siempre desunida esta
monarquía de la corona de Francia, declaro consiguientemente a lo referido, que en caso de morir
dicho Duque de Anjou, o en caso de heredar la corona de Francia y preferir el goce de ella al de
esta monarquía, en tal caso deba pasar dicha sucesión al Duque de Berry su hermano y hijo
tercero de dicho Delfín en la misma forma, y en caso de que muera también el dicho Duque de
Berry, o que venga a suceder i también en la corona de Francia, en tal caso declaro, y llamo a
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dicha sucesión al Archiduque, hijo segundo del Emperador mi tío, excluyendo por la misma razón
e inconvenientes contrarios a la salud pública de mis vasallos al hijo primogénito de dicho
emperador mi tío; y viniendo a faltar dicho archiduque, en tal caso declaro, y llamo a dicha
sucesión al Duque de Saboya, y sus hijos. Y en tal modo es mi voluntad que se ejecute por todos
mis vasallos como se lo mando, y conviene a su misma salud y tranquilidad, sin que permitan la
menor desmembración y menoscabos de la Monarquía, fundada en tanta gloria de mis
progenitores. Y porque deseo vivamente que se conserve la paz y unión, que tanto importa a la
cristiandad, entre el Emperador mi tío y el Rey Cristianísimo, les pido y exhorto que estrechando
dicha unión con el vínculo del matrimonio del Duque de Anjou con la Archiduquesa, logre por este
medio la Europa el sosiego que necesita.»
Copia de cláusulas del testamento que otorgó el Rey Nuestro Señor don Carlos Segundo (que esté
en Gloria), tocantes a la sucessión de todos sus Reynos y Señoríos, Madrid, 1700.
7. La Alianza de La Haya (1701)
«[…] El Rey cristianísimo, pretendiendo la misma sucesión para su Nieto el Duque de Anjou, y
alegando tocarle de derecho, en virtud de cierto Testamento del expresado Rey difunto, se ha
puesto inmediatamente en posesión de toda la herencia y Monarquía de España, por el dicho
Duque de Anjou; y se ha hecho dueño, a mano armada, de las Provincias del País Bajo Español, y
del Ducado de Milán, y que tiene en el Puerto de Cádiz una Flota en estado de hacerse luego a la
vela a cualquiera parte; y ha enviado también muchos navíos de guerra a las Indias, del Dominio
de España; y que de esta forma los Reynos de España y Francia se hallan tan íntimamente unidos
que no pueden considerarse en adelante sino como uno mismo, solo, idéntico reino […]; los
franceses y españoles, con semejante unión, llegarán sin duda dentro de poco tiempo a tan
formidable grado de poder que fácilmente podrán reducir toda la Europa a su mísera sujección y
obediencia […]. Todas estas graves razones han obligado a su Sacra Majestad Imperial, a su
sacra Majestad el Rey de la Gran Bretaña y a los Altos y Poderosos señores los Estados
Generales de las Provincias Unidas [a] hacer entre sí una estrecha Confederación y Alianza para
evitar tan grande y manifiesto común peligro.»
DÍAZ-PLAJA, F., La Historia de España en sus documentos. Siglo XVIII, Cátedra, 1986, pp. 29-30
8. Algunos artículos del Tratado de Utrecht (1713)
«Tratado de Paz entre el Católico Monarca Don Felipe Quinto y la serenísima Princesa Ana
Stuarda, Reina de Inglaterra.
[…] X. El Rey Católico cede a la Corona de la Gran Bretaña la propiedad de la ciudad y castillo de
Gibraltar […], conviniendo su Majestad británica, en que no se permita, por motivo alguno, que
judíos, ni moros habiten ni tengan dominio en la dicha ciudad de Gibraltar, ni que se dé entrada ni
acogida en su puerto a los navíos de guerra de moros, que a los habitadores de la ciudad se les
conceda el uso libre de la religión Católica Romana
XI. El Rey Católico cede también a la Corona de la Gran Bretaña la Isla de Menorca […].
XII. Concede su Majestad Católica a la de la Gran Bretaña y a la Compañía de sus vasallos, la
facultad de introducir negros en sus dominios de la América por el espacio de treinta años, que
habrían de empezar desde primero de mayo de 1713, con las mismas condiciones que gozaban lo
franceses […]
XIII. Que por cuanto la Reina de la Gran Bretaña insta, para que a los naturales del Principado de
Cataluña se les conceda el perdón y la posesión y goce de sus privilegios y haciendas, no sólo lo
concede su Majestad Católica, sino que también pudiesen gozar en adelante aquellos privilegios
que gozan los habitadores de las dos Castillas.»
Fray Nicolás de Jesús Belanda, Historia civil de España y sucesos de la guerra y tratados de la paz;
desde el año de mil setecientos hasta el de mil setecientos treinta y tres, Madrid, 1740
[cit. DÍAZ-PLAJA, F., op. cit., pp. 89-90]
9. Consecuencias de la Guerra de Sucesión
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«(…) el Estado de los Borbones salió de la Guerra de Sucesión más fuerte que lo era en 1700. La
unificación política del país, la hacienda saneada, el crecimiento de los ingresos del Estado, la
reorganización del ejército, el estímulo de las industrias de guerra, la mayor eficacia de la
administración, el alejar a la alta nobleza del poder, fueron las ganancias con las que el gobierno
borbónico salió de la Guerra de Sucesión.»
GONZÁLEZ ANTÓN, Luis, España y las Españas, Alianza, 1998, pp. 382-383
10. El centralismo borbónico: Decreto por el que Felipe V deroga los fueros de
Aragón y Valencia (junio de 1707)
«Considerando haber perdido los reinos de Aragón y Valencia y todos sus habitadores por la
rebelión que cometieron faltando enteramente al juramento de fidelidad que me hicieron como a
su legítimo Rey y Señor, todos los fueros, privilegios, exenciones y libertades que gozaban y que
con tan liberal mano se les había concedido así por mí como por los señores reyes mis
predecesores, particularizándoles en esto de los demás reinos de Aragón y Valencia, pues a la
circunstancia de ser comprendidos en esto de los demás que tan legítimamente poseo en esta
monarquía se añade ahora la del derecho de conquista que de ellos han hecho últimamente mis
armas con el motivo de su rebelión; y considerando también que uno de los principales atributos
de la soberanía es la imposición y derogación de las leyes, las cuales, con la variedad de los
tiempos y mudanza de costumbres, podría Yo alterar aun sin los grandes y fundados motivos y
circunstancias que hoy concurren para ello en lo tocante a los de Aragón y Valencia; he juzgado
por conveniente, así por esto como por mi deseo de reducir todos mis reinos de España a la
uniformidad de unas mismas leyes, usos, costumbres y tribunales, gobernándose igual todos por
las leyes de Castilla tan loables y plausibles en todo el Universo, abolir y derogar enteramente
como desde luego doy por abolidos y derogados todos los referidos fueros y privilegios, prácticas
y costumbres hasta aquí observadas en los referidos reinos de Aragón y Valencia siendo mi
voluntad que éstos se reduzcan a las leyes de Castilla y al uso, práctica y forma de gobierno que
se tiene y se ha tenido en ella y en sus tribunales, sin diferencia alguna en nada, pudiendo obtener
por esta razón igualmente mis fidelísimos vasallos los castellanos, oficios y empleos en Aragón y
Valencia de la misma manera que los aragoneses y valencianos han de poder en adelante
gozarlos en Castilla sin ninguna distinción, facilitando Yo por este medio a los castellanos motivos
para que acrediten de nuevo los afectos de mi gratitud, dispensando en ellos los mayores favores
y gracias tan merecidas de su experimentada y acusada fidelidad y dando a los aragoneses y
valencianos recíproca e igualmente mayores pruebas de mi benignidad, habilitándoles para lo que
no lo estaban en medio de la gran libertad de los fueros de que gozaban antes y ahora quedan
abolidos. En cuya consecuencia he resuelto que la audiencia de Ministros que se ha formado para
Valencia y la que he mandado se forme en Aragón se gobierne y maneje en todo y por todo como
en las dos Chancillerías de Valladolid y Granada, observando literalmente las mismas reglas,
leyes, pactos, ordenanzas y costumbres que se guardan en éstas sin la menor distinción ni
diferencia en nada, excepto en las controversias y puntos de jurisdicción eclesiástica y modo de
tratarla que en esto ha de observarse en la práctica y estilo que hubiese habido hasta aquí en
consecuencia de las concordias ajustadas con la Santa Sede Apostólica en que no se debe variar;
de cuya resolución he querido participar al Consejo para que lo tenga entendido.
Buen Retiro, a 29 de Junio de 1707.»
Grupo Cronos, Historia de España, ICE, 1985
11. Fragmentos del Decreto de Nueva Planta (1716)
«Por decreto de 9 de Octubre próximo fui servido decir que habiendo con la asistencia divina y
justicia de mi causa, pacificado enteramente mis armas el Principado de Cataluña, tocaba a mi
soberanía establecer gobierno a él y dar providencias para que sus moradores vivan con paz,
quietud y abundancia; por cuyo bien, habiendo precedido madura deliberación y consulta de
ministros de mi mayor confianza, he resuelto que en el referido Principado se forme una
Audiencia, en la cual presida el Capitán General de mis armas de manera que los despachos,
después de empezar con mi dictado, prosigan en su nombre […]
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La Audiencia se ha de juntar en las casas que antes estaban destinadas para la Diputación y se
ha de componer de un regente y diez ministros para lo civil y cinco para lo criminal, dos fiscales y
un alguacil mayor. […]
Las causas en la Real Audiencia se sustanciarán en lengua castellana y para que por la mayor
satisfacción de las partes los incidentes de las acusas se traten con la mayor deliberación, mando
que todas las peticiones, presentación de instrumentos y lo demás que se ofreciere, se haga en
las Salas […]
En la Ciudad de Barcelona ha de haber 24 regidores y en las demás ocho, cuya nominación me
reservo y en los demás lugares se nombrarán por la Audiencia en el momento que pareciere y se
me dará cuenta […]»
Grupo Cronos, Historia de España, ICE, 1985 (adaptado).
12. La uniformización lingüística borbónica en Novelda (1787)
«Con motivo de estar prevenido repetidas veces por el Real Consejo, con aprovación de su
Magestad, la educación y enseñanza de los niños de ambos sexos, con su diaria asistencia a la
escuela y costura, evitando por este medio la vagancia y mala educación y estar este asumpto
puesto al cuydado de su Señoria D. Joaquin Herrán del Consejo de su Majestad, su Oidor en esta
Real Audiencia y Gobernador de la Sala del Crimen de la misma: Me manda dicho Señor diga a
V.M, como lo hago, que por si y por medio de los Alcaldes Ordinarios, Regidor Decano sindico
Procurador General de esa Villa; celen y vigilen en que tengan su puntual cumplimiento dichas
órdenes del Real Consejo que tratan del asunto que va hecho mérito, hasiendo que los niños y
niñas de la edad de cinco años hasta los doce asistan a la escuela y costura diariamente, tres
horas de mañana y tres de tarde, quieran o no quieran sus padres; amonestando à estos por
cuantos medios le dicte su prudencia, la obligación que tienen en contribuir por su parte, para que
sin excusa alguna asistan a la escuela y costura dichos niños y niñas, para que por este medio se
consigan las intenciones de S.M., la utilidad del estado y felicidad, y cuando por dichos medios no
se consiga el fin propuesto encontrando algunos niños y niñas por las calles y plazas y campos a
las horas que debian estar en las escuelas y costuras, les exija V.M a sus padres cuatro reales de
vellón por la primera vez ocho por la segunda y por la tercera los pondrá en la cárcel por ocho
dias, inviertiendo el producto de dichas penas, en cartillas, catones, libros, papel y plumas a
beneficio de los niños pobres de dicha escuela que sus padres no pueden costearlo; y por lo que
toca a las niñas, en agujas e hilo, con el orden prevenido a los niños.
Preveniendo a dichos padres que a los niños menores de cinco años los tengan recogidos en sus
casa y no los dejen salir a la calle y campos, para evitar toda desgracia y mala educación.
Que el Maestro de primeras letras y Costurera, que esten prontos las tres horas de la mañana y
las tres de la tarde en la escuela y costura para la enseñanza. Que el Maestro no permita que los
niños hablen el idioma valenciano, si, que se les instruya en el castellano para la mejor
pronunciación.
Que esta orden se observe y cumpla por los sucesores en sus respectivos empleos y al ingreso
de ellos se les hará saber por el Excmo Ayuntamiento lo que para el intento se pondrá en el
archivo, y dando vista ala escuela y costura menudamente, que quedar todo cumplido de V M,
cuenta S.Sª acusando el recibo de esta.
Lo que participo a V M de orden de dicho Sr. para su inteligencia.
Dios guarde a V.M muchos años.
Valencia y Marzo 26 de 1787.
Fdo. Francisco Antonio Vasquez. Exco. Oidor de la Sala.»
Cit. F. Amorós Arnau en Betània (1977)
13. El conde de Aranda previene sobre el expansionismo norteamericano (1783)
«Me ceñiré, en la actualidad, a la que nos ocupa relativamente al temor de vernos expuestos a
serios peligros por la nueva potencia que acabamos de reconocer, en un país en que no existe
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ninguna otra en estado de cortar su vuelo. Esta república federal nació pigmea por decirlo así, y
ha necesitado del apoyo y fuerzas de dos Estados tan poderosos como España y Francia para
conseguir la independencia. Llegará un día en que crezca y se torne gigante y aun coloso temible
en aquellas regiones. Entonces olvidará los beneficios que ha recibido de las dos potencias, y sólo
pensará en su engrandecimiento. La libertad de conciencia, la facilidad de establecer una
población nueva en terrenos inmensos, así como las ventajas de un gobierno naciente, les atraerá
agricultores y artesanos de todas las naciones; y dentro de pocos años veremos con verdadero
dolor la existencia tiránica de este coloso de que voy hablando.
El primer paso de esta potencia, cuando haya logrado su engrandecimiento, será el apoderarse de
las Floridas, a fin de dominar el golfo de Mejico. Después de molestarnos así, y nuestras
relaciones con la Nueva España, aspirará a la conquista de este vasto imperio, que no podremos
defender contra una potencia formidable, establecida en el mismo continente y vecina suya.»
Exposición del conde de Aranda al Rey Carlos III, sobre la conveniencia de crear reinos
independientes en América, 1783 [cit. M.A. Samper, op. cit., p. 207]
14. Jovellanos, sobre la educación
«Tantas cátedras de latín y de vieja y absurda filosofía establecidas en todas partes [...], tantas
cátedras que sólo son un reclamo para atraer hacia las carreras literarias a la juventud, destinada
por la naturaleza y la buena política a las artes útiles, y así amontonarlos y enterrarlos en las
clases estériles, sustrayéndolos a las clases productivas; tantas cátedras que sólo sirven para
crear una sobreabundancia de capellanes, médicos, abogados, escribanos y sacristanes, mientras
faltan arrieros, marinos, artesanos, labradores: tantas cátedras que yo pregunto: ¿no sería mejor
suprimir?»
15. Bando por el que se prohíben las tradicionales capas y sombreros (1766)
«Mando que ninguna persona, de cualquier calidad, condición y estado que sea pueda usar en
ningún paraje, sitio ni arrabal de esta Corte y Reales Sitios, ni en sus paseos o campos fuera de
esta cerca, del citado traje de capa larga y sombrero; pues quiero y mando que toda la gente civil
y de alguna clase, en que se entienden todas que viven de sus rentas y haciendas, o de salarios
de sus empleos, o exercicios honoríficos y otras semejantes, y sus domésticos y criados […] usen
precisamente de capa corta […] y de peluquín o pelo propio, y sombrero de tres picos, de forma
que de ningún modo vayan embozados, ni oculten el rostro: y todos los demás del pueblo (que no
puedan vestirse de militar) aunque usen de la capa, sea precisamente con sombrero de tres picos
o montera de las permitidas al pueblo ínfimo y más pobre o mendigo.»
Bando del 10 de marzo de 1766
[Cit. J.A. Hernández et al., Historia de España. Fuentes documentales, Akal. 2003]
16. Una sátira sobre Esquilache
«Yo, el gran Leopoldo primero / marqués de Esquilache augusto, / a España rijo a mi gusto / y a
su rey Carlos Tercero. / Entre todos lo prefiero. / Ni lo consulto ni informo, / al que obra bien le
reformo, / a los pueblos aniquilo, / y el buen Carlos, mi pupilo, / dice a todo: “Me conformo”.»
Cit. A. Domínguez Ortiz, Carlos III y la España de la Ilustración, p. 64
17. Un pasquín sevillano de 1766
«Jesús, María: Señor: Puesta a los pies de Vuestra Real Majestad una diputación de cincuenta
hombres a participarle de lo que está pasando en esta ciudad de Sevilla con todos sus contornos
es que aquí hay muchos logreros de trigo, aceite y demás comestibles. La capa de todos ellos es
el Cavallero Asistente [Ramón de Larumbe, intendente de Andalucía] y otro panadero llamado
Basques, que tiene muchas alcavalas arrendadas y la provisión del pan de munición para los
pobres soldados, que les está dando trigo podrido de la mar a comer y V.M. lo abonará por abuso.
Así va él comprando cortijos y labrando casas; hasta llegó a rodar coche en esta ciudad, y como
aquí no hay quien dé cuenta a V.M. porque el marqués de Mejorada es labrador, los caballeros 24
son los más de ellos labradores y cosecheros y todos se van a la banda unos de otros y no hay
quien nos haga justicia. Aquí hasta el aceite lo embarcaron todo para Holanda a razón de veinte
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reales y a nosotros los pobres nos están dando el quartillo [medio litro] a cuatro quartos, las tres
libras de pan a 17 cuartos desde hace más de tres años y ahora ha dos inviernos nos lo pusieron
a 24. Estamos los pobres desnudos de ropa y muertos de hambre, y así desde aquí adelante abra
los ojos V.M., pues el Reino está perdido por el mal gobierno que tenía Esquilache, y todos los
Millones, Alcavalas y Provedurías de aquí adelante no las arriende V.M. a ningún particular,
porque nos están quitando los tuétanos los arrendadores. Todos los derechos los pusieron dobles,
y por acá todo es maldecir a quien tal govierna. Ahora día siete de abril, viendo el revuelo que
sucedió en la Corte, el Asistente y Basques pusieron pan de munición de trigo podrido a ocho
cuartos para los pobres. El blanco queda a dos reales…»
Según A. Domínguez Ortiz, Carlos III y la España de la Ilustración, p. 73
18. La expulsión de los jesuitas
«Habiéndome conformado con el parecer de los de mi Consejo Real […] y de lo que me han
expuesto personas del más elevado carácter, estimulado de gravísimas causas relativas a la
obligación en que me hallo constituido de mantener en subordinación, tranquilidad y justicia mis
pueblos, y otras urgentes, justas y necesarias que reservo en mi real ánimo; usando de la
suprema autoridad económica que el Todopoderoso ha depositado en mis manos para la
protección de mis vasallos y respeto de mi corona, he venido a mandar se extrañen de todos mis
dominios de España e Indias, Islas Filipinas y demás adyacentes, a los religiosos de la Compañía,
así sacerdotes, como coadjutores y legos que hayan hecho la primera profesión, y a los novicios
que quisieren seguirles, y que se ocupen todas las temporalidades de la Compañía de mis
dominios. Y para su ejecución uniforme en todos ellos os doy plena y privativa autoridad, y para
que forméis las instrucciones y órdenes necesarias, según lo tenéis entendido y estimareis para el
más efectivo, pronto y tranquilo cumplimiento. Y quiero que no sólo las justicias y tribunales
superiores de estos reinos ejecuten puntualmente vuestros mandatos, sino que lo mismo se
entienda con los que dirigiereis a los virreyes, presidentes, audiencias, gobernadores,
corregidores, alcaldes mayores y otras cualesquiera justicias de aquellos reinos y provincias, y
que, en virtud de sus respectivos requerimientos, cualesquiera tropas, milicias o paisanaje den el
auxilio necesario sin retardo ni tergiversación alguna, so pena de caer, el que fuere omiso, en mi
real indignación […]
Yo, el Rey, 27 de febrero de 1767».
Decreto de expulsión de la Compañía de Jesús
19. Consecuencias de la existencia de propiedades de manos muertas
«104. Cotéjese el estado actual de Leganés con el de Arganda, pueblos ambos de los contornos
de Madrid. Se hallará que el primero, donde todo vecino, o en sus propiedades, o en las
arrendadas cultiva, está decente y vive sin miseria; que en el segundo siendo más rico de
producciones, por haver adquirido los dos tercios de la hacienda raíz las manos muertas, y
beneficiarla de su quenta, se ha reducido a notable decadencia y despoblación.
105. Parece reprehensible achacar a carácter de la Nación […] lo que ha sido tolerancia, y
disimulo de las granjerías y adquisiciones de manos muertas. Nunca el mal es más incurable, que
cuando el médico toma una enfermedad por otra. ¿Quién labra y cava las viñas de Arganda, de
cuenta suya las propias, y a jornal las agenas, sino los mismos vecinos? ¿Son por ventura los
Religiosos granjeros, a imitación de los monjes antiguos en las tierras del manso de su
Monasterio? Luego el mal no está en que sean los vecinos, como se supone, perezosos, sino en
que cultivan las tierras de su suelo para manos muertas, las quales sacan de allí el producto, que
jamás vuelve al círculo y masa de aquel común. ¿Y qué diremos si sale muchas veces aún del
Reyno, empobreciendo al Erario, al Vasallo, al Clero secular y a nuestros pobres? […] reparen
mucho los que han de responder de la causa pública, en no dexarse llevar de las voces
capciosas, que el interés esparce, para impedir el remedio del mal; dándole aspecto de
irremediable, y achacándole a otras causas, porque no se atine la cierta.»
Pedro Rodríguez de Campomanes, Tratado de Regalía de Amortización, Madrid, 1765
[cit. VVAA, Textos y documentos de Historia Moderna y Contemporánea (siglos XVIII-XX), vol. XII de
la Historia de España, Barcelona, Labor, 1988, p. 59]
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20. Los “vaqueiros de alzada” según el ilustrado Pedro Mayoral
«Vaqueiros de alzada llaman aquí a los moradores de ciertos pueblos fundados
montañas bajas y marítimas de este principado, […] cerca del confín de Galicia.
vaqueiros porque viven comúnmente de la cría de ganado vacuno y de alzada porque
no es fijo, sino que alzan su morada y residencia y emigran anualmente con sus
ganados a las montañas altas.
sobre las
Llámanse
su asiento
familias y
Las poblaciones que habitan, si acaso merecen este nombre, no se distinguen con el título de
villa, aldea, lugar, feligresía, ni cosa semejante, sino con el de braña, cuya denominación […]
significa una pequeña población habilitada y cultivada por estos vaqueiros. [...] El vecindario de
cada braña es por lo común muy reducido, pues fuera de alguna otra que llega a 50 hogares, está
por lo común entre 20 y 30 y aun las hay de 16, 14, 8 y 6 vecinos solamente.
Los vaqueiros viven […] de la cría de ganados, prefiriendo siempre el vacuno, que les da su
nombre, aunque crían también alguno lanar y caballar. Las demás ocupaciones son subsidiarias y
sólo tomadas para suplemento de la subsistencia. Tan cierto es que […] estas gentes sencillas [no
tienen] otro deseo que el de suplir a sus primeras […] necesidades. […]
En este punto son nuestros vaqueiros […] abren sus prados, aunque sea en las brañas más
ásperas, los cercan de piedra, los abonan con mucho y buen estiércol, […] vierten hacia ellos
todas las aguas que pueden recoger y siegan […] su heno con grande aseo y perfección. […]
Y empezando por la Agricultura, que es la primera, y la más digna de todas las Artes. ¿Cuántas
ventajas no podrá proporcionarle el estudio de la Sociedad, y el cuidado y celo de cada uno de
sus beneméritos Individuos? La Agricultura, Señores Amigos, es Arte: digo más: es Ciencia; y
Ciencia General, que comprende muchas subalternas. Siendo esto así, yo tendré siempre por
error la proposición, que alguna vez he oído, de que en el Reino de Valencia no puede mejorarse
la Agricultura. Me atreveré, sin temor de producir una paradoja extravagante, a sentar la
proposición del todo contraria. Esto es: que en ninguna parte puede mejorarse más la Agricultura,
que en este fertilísimo Reino.»
21. Importancia económica y social de la agricultura
«La agricultura en una nación puede ser considerada bajo dos grandes respectos, esto es, con
relación a la prosperidad pública y a la felicidad individual. En el primero es innegable que los
grandes Estados, y señaladamente los que, como España, gozan de un fértil y extendido territorio,
deben mirarla como la primera fuente de su prosperidad, puesto que la población y la riqueza,
primeros apoyos del poder nacional, penden más inmediatamente de ella que de cualquiera de las
demás profesiones lucrativas, y aun más que de todas juntas. En el segundo, tampoco se podrá
negar que la agricultura sea el medio más fácil, más seguro y extendido de aumentar el número
de los individuos del Estado y la felicidad particular de cada uno, no sólo por la inmensa suma de
trabajo que puede emplear en sus varios ramos y objetos, sino también por la inmensa suma de
trabajo que puede proporcionar a las demás profesiones que se emplean en el beneficio de sus
productos. Y si la política, volviendo a levantar sus miras a aquel alto y sublime objeto que se
propuso en los más sabios y florecientes gobiernos de la Antigüedad, quisiere reconocer que la
dicha de los imperios, así como la de los individuos, se funda principalmente en las cualidades del
cuerpo y del espíritu, esto es, en el valor y en la virtud de los ciudadanos, también en este sentido
será cierto que la agricultura, madre de la inocencia y del honesto trabajo, y como decía Columela,
parienta y allegada de la sabiduría, será el primer apoyo de la fuerza y el esplendor de las
naciones.»
Gaspar Melchor de Jovellanos
22. El problema del campo
«En el siglo XVIII el campo seguía siendo la gran realidad económica y social. Pero era una
realidad muy atrasada, lastrada por múltiples obstáculos naturales, técnicos, económicos,
sociales, políticos, que impedían su desarrollo. El problema del campo era uno de los principales
problemas pendientes heredados de los siglos anteriores y los ilustrados eran conscientes de que
su resolución era fundamental para la modernización del país. La agricultura se consideraba como
9
el sustento de la nación. Los fisiócratas subrayaron especialmente su importancia económica y
social. La ganadería trashumante, organizada en la poderosa institución de la Mesta, que tan gran
dominio había ejercido en el campo español durante los primeros siglos modernos, comenzó a ser
criticada. Los elogios de la agricultura y del trabajo de los campesinos eran lugar común.
Solucionar el problema agrario significaba resolver uno de los principales problemas en el camino
del progreso económico y social. Bernardo Ward, en su Proyecto Económico, concedía gran
trascendencia a “adelantar la agricultura”.»
PÉREZ SAMPER, Mª Ángeles, La España del Siglo de las Luces, ed. Ariel
23. Opinión de Bernardo Ward sobre la agricultura
«Para llevar la agricultura a su perfección se necesitan dos cosas: enseñanza y fomento;
enseñanza, comunicando a los que poseen, o cultivan las tierras, luces correspondientes para
sacar de cada terreno los productos más ventajosos.
Fomento para animar a los cosecheros, ganaderos y otros interesados, a fin de que aprovechen la
enseñanza y hallen en su industria el medio de enriquecerse; lo que se les proporciona por la saca
y consumo de sus productos, pues sin el consumo nunca adelantará mucho aquella producción de
frutos, que se limitará siempre a la necesidad de los habitantes. [...]
El primer fomento que necesita nuestra agricultura es quitar los estorbos que impiden sus
progresos; el segundo, las providencias oportunas y necesarias del gobierno para su aumento; el
tercero, procurar que por el consumo de sus productos venga a ser la agricultura un fondo de
riqueza para el particular y para todo el Reino contemporáneamente.»
«Como la agricultura no sólo es la que alimenta a los individuos de todo el Reino, sino que
produciendo la materia simple de las fábricas y varios objetos de comercio, es el fundamento
sólido y duradero de la opulencia de la nación, importa infinito que los que se dedican a esta
utilísima ocupación tengan las luces y auxilios necesarios para facilitar el ejercicio y aumentar el
producto de un trabajo, que muchas veces suele ser de poco fruto y mucha penalidad.»
Bernardo Ward, Proyecto Económico, Madrid, Viuda de Ibarra, 1787
24. La política reformista de búsqueda del labrador acomodado
«Algunos autores han insistido en que fueron los reformistas carloterceristas los primeros en
articular una verdadera política agraria en la historia de España. Las metas inmediatas se fijaron
en el aumento sostenido de la producción agraria. Para ello se articuló una política de fomento
centrada en un doble eje. Por un lado la búsqueda de mejoras técnicas y de infraestructura. Por
otro, la creación de una actitud gubernamental más favorable a remover los marcos jurídicos con
el objeto de asegurar una mayor roturación de tierras y una mayor disponibilidad de las mismas
por parte de los campesinos modestos. Es decir, un crecimiento agrario basado en mejoras
técnicas pero sobre todo en la agregación al proceso productivo agrícola de mayores cantidades
de tierra y trabajo. […]
No fue la meta primordial el revolucionar la agricultura o cambiar sus bases fundamentales sino
procurar que produjera lo bastante y con fluidez como para poder alimentar con desahogo las
nuevas bocas que se iban incorporando a la vida española. Al mismo tiempo, no fue objetivo
menor de la Corona el conseguir mayores recursos fiscales que una producción en alza y una
mejora en las condiciones de vida de los labradores podían proporcionar. Para los políticos
reformistas lo realmente importante fue conseguir mecanismos (jurídicos y técnicos) que
eliminasen los obstáculos y los usos anacrónicos que impedían crecer a la economía agraria. De
ahí la sincera preocupación sobre los aspectos más técnicos del proceso agrario y su insistencia
en legislar nuevas situaciones más favorables para el aumento de la producción agropecuaria.»
FERNÁNDEZ, Roberto, «La economía en el siglo XVIII», en Historia de España, vol. 9, Austral, 2004
25. Jovellanos contra la acumulación de tierras por el clero
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«La Sociedad, Señor, penetrada de respeto y confianza en la sabiduría y virtud de nuestro clero,
está tan lejos de temer que le sea repugnante la ley de amortización, que antes bien cree que si
S.M. se dignase de encargar a los reverendos prelados de sus iglesias que promoviesen por sí
mismos la enajenación de sus propiedades territoriales para volverlas a las manos del pueblo,
bien fuese vendiéndolas y convirtiendo su producto en imposiciones de censos o en fondos
públicos, o bien dándolas en foros o enfiteusis perpetuos y libres de laudemio, correrían ansiosos
a hacer este servicio a la patria con el mismo recelo y generosidad con que la han socorrido
siempre en todos su apuros.»
Gaspar Melchor de Jovellanos, Informe sobre la Sociedad Económica de esta Corte al Real y
Supremo Consejo de Castilla en el expediente de Ley Agraria, extendido por su individuo de número
el Señor Don Gaspar Melchor de Jovellanos, a nombre de la junta encargada de su formación, y con
arreglo a sus opiniones, Madrid, 1795.
26. La España del Siglo de las Luces: el desarrollo industrial
«1. La agricultura sin las artes no es suficiente para sostener y hacer floreciente un Estado; es
preciso unir los tres ramos de labranza, crianza e industria.
2. Las manufacturas menores de seda son proporcionadas para las mujeres y, sin distraer hombre
ninguno del campo, ocuparán los brazos actualmente ociosos.
3. Las fábricas de lino y cáñamo son más sencillas y menos costosas que las de lana y seda,
tienen mayor consumo y son […] para emplear la gente pobre y las mujeres y niñas. […]
5. Las fábricas bastas y populares ocupan al pueblo común, son más útiles que las finas y deben
preferirse a ellas. […]
7. Para promover la industria deben aprovecharse muchos géneros o primeras materias que están
abandonadas, ha de fomentarse el estudio de la historia natural y establecerse premios para los
que averigüen y demuestren el uso de las plantas útiles a las fábricas. […]
9. Las manufacturas bastas se multiplican con más facilidad que las finas, son compatibles con la
agricultura y, por consiguiente, más ventajosas. Cálculo de las utilidades que pueden rendir al
Estado. […]
11. El arte de la tintorería es necesario para el adelantamiento y perfección de las fábricas. Son
necesarios maestros en las capitales de las provincias, que la enseñen. Personas que deben
aplicarse a esta enseñanza. Los ingredientes para tintorería deben estar libres de derechos.
12. No debe permitirse la extracción en rama de las primeras materias de las artes, especialmente
de la lana. El crecido derecho de toneladas impide un ramo de comercio muy ventajoso con las
Indias, señaladamente en lanas, y convendría compensarle de otro modo.
13. Entre las fábricas finas las de lana son más ventajosas al Estado y no se han de ceñir a sólo
paños sus manufacturas. […]
14. El primer fundamento de la industria española debe ser el fomento de las manufacturas bastas
y groseras. […]
15. Los gremios exclusivos, con fueros privilegiados, y cofradías son contrarios a la industria y a la
buena policía. Hay muy poca enseñanza en ellos. […]
16. […] Las fábricas populares, para que sean útiles, deben hacerse de cuenta de los vecinos y no
de comerciantes o de compañías.
17. Las artes provechosas que faltan en una nación deben introducirse y dotarse maestros que las
enseñen en todas las capitales de provincia. […] Es mejor introducir artesanos extranjeros que
reducir los labradores a puros artesanos.
18. Se pierde mucha industria en los delincuentes condenados a presidio. […] hacerlos útiles
dentro del mismo presidio y para que contribuyan a la industria popular.
19. Los medios generales propuestos para adelantar la industria deben acomodarse a la situación,
clima y población de cada provincia. […]
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21. […] Los verdaderos principios de su engrandecimiento [del Estado] son la ocupación útil de
todos sus habitantes de ambos sexos y la riqueza del pueblo.»
Pedro Rodríguez de Campomanes, Discurso sobre el fomento de la industria popular,
Madrid, 1774 (adaptado)
27. Oficio y privilegio
«Siendo el sudor del hombre la única finca que el Creador le concedió para llenar los grandes
fines de la creación, a todos será libre el aplicarse y trabajar en la profesión u oficio que quieran y
el establecerse o mudarse a donde mejor le acomode, y ningún privilegio ni exención será
concedido a ninguno sobre otro.»
León de Arroyal
FERNÁNDEZ, Roberto, «La economía en el siglo XVIII», en Historia de España, vol. 9, Austral, 2004,
p. 364
28. Real cédula de Carlos III declarando «honestos y honrados» los oficios (1783)
«Habiendo hecho presente el Consejo a S.M. la decadencia en que se hallan, no sólo las artes y
oficios, sino también el comercio y fábricas, [por la] vileza que se les ha ido atribuyendo por […]
las leyes y por las disposiciones particulares de Estatutos y Constituciones de varias Cofradías,
Hermandades y otros cuerpos políticos […] y la necesidad de […] que […] promueva los referidos
oficios y fábricas, poniéndolos en la clase de honrados, para que […] se ejerciten y sigan de
padres a hijos, como hace en otros Reinos y Provincias: ha declarado S.M. que el oficio de
curtidor y los de herrero, sastre, zapatero, carpintero y otros a este modo, son honestos y
honrados: que el uso de ellos no envilece la familia ni la persona del que los ejerce ni la inhabilita
para obtener los empleos municipales de la República en que están avecindados los artesanos o
menestrales que los ejerciten: que tampoco han de perjudicar las artes y oficios para el goce y
prerrogativas de la hidalguía u los que la tuvieren legítimamente, conforme a lo declarado ni la
Ordenanza de Reemplazos del Ejército de 3 de Noviembre de 1770, aunque los ejercieren por sus
mismas personas; siendo exceptuado de esta regla los artistas o menestrales, o sus hijos, que
abandonaren su oficio o el de sus padres y no se dedicaren a otro o a cualquier arte o profesión
con aplicación y aprovechamiento, aunque el abandono sea por causa de riqueza y abundancia;
pues en tal caso, viviendo ociosos y sin destino, quiere S.M. les obsten los oficios y estatutos
como hasta el presente: que el Consejo, cuando hallare que en tres generaciones de padre, hijo y
nieto, ha ejercitado y sigue ejercitando una familia el comercio y las fábricas con adelantamientos
notables y de utilidad al Estado, proponga a S.M. la distinción que podrá concederse al que
supiere y justificare ser director o cabeza de la tal familia que promueve y conserva su aplicación,
sin exceptuar la concesión o privilegio de nobleza, si le considerase acreedor por la calidad de los
adelantamientos del comercio y fábricas.»
Real Cédula de 18 de marzo de 1783 sobre habilitación para obtener oficios de república los que
ejercen artes y oficios, con declaración de ser honestos y honrados [adaptado].
Cit. J.A. Hernández et al., Historia de España. Fuentes documentales, Akal. 2003
29. Ennoblecimiento de personas útiles a la sociedad
«El trabajo no sólo dejaba de ser un impedimento para obtener la nobleza, llegaba incluso a ser el
medio para conseguirlo. La concesión del título de conde de Campo Giro, en 1797, puede ser un
ejemplo del ennoblecimiento por servicios prestados al Estado y a la sociedad, especialmente en
la industria y el comercio.»
PÉREZ SAMPER, Mª Ángeles, La España del Siglo de las Luces, ed. Ariel.
30. El desarrollo de las fábricas de indianas catalanas (1786)
«Los fabricantes de tejidos de seda, algodón y lana adoptan todos los adelantos modernos. Hace
ya unos doce años que el señor Pontet les trajo de Francia una máquina de hilar algodón que da
mejores resultados que el procedimiento manual. Como es parecida a la que inventó el señor
Arkwright, bien conocida en Inglaterra, me abstengo de describirla. Se ha establecido aquí ahora
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una compañía que se dedica a hilar el algodón americano, con lo que abastecen a los fabricantes
que antes solían comprar algodón hilado a Malta por un montante anual de doscientos mil pesos,
unas treinta mil libras esterlinas. Esta compañía, que tiene catorce máquinas de Manchester en
funcionamiento, disfruta de muchos y ventajosos privilegios […]. El gobierno, que está dispuesto a
primar esta rama de la industria en la medida de sus posibilidades, ha otorgado al marqués de
Gobert privilegios exclusivos para su fábrica de mantas de Vic como recompensa por haber
plantado algodón en la isla de Ibiza, y ha ofrecido premios para aquellos que hilen con una onza
de algodón la mayor extensión de fibra […].
El proceso de fabricación que más me satisfizo fue el que puso en práctica don Vicente Vernis
para la elaboración de tejidos de lana. Emplea a trescientos cincuenta trabajadores en la
manufactura de ropa destinada a Hispanoamérica, región que es de hecho destinataria de la
mayor parte de los productos fabricados en Barcelona, excepto algunas sedas que, junto con el
cognac, pasan de contrabando a través de Guernesey hasta Inglaterra. Tiene una máquina muy
compacta y elegante para devanar y enrollar el estambre que requiere una niña para manejar
ochenta bobinas, mientras otra pone todo el proceso en movimiento al tiempo que se dedica a
tejer. Esta niña, sentada sobre un banco, mueve con sus pies una rueda vertical que, mediante
una rueda dentada fija sobre el otro extremo del mismo eje, mueve la rueda horizontal y de este
modo hace girar los husos. Cuando una de las niñas se cansa, la otra toma su lugar.
Las fábricas se han multiplicado con tal rapidez que los salarios de todo tipo de artesanos de la
ciudad y sus alrededores han aumentado a un chelín y ocho peniques por cada jornada laboral,
que es de siete horas. El trabajador común gana catorce peniques en invierno y veinte en época
de cosecha. Sin embargo, estos salarios no están desproporcionados respecto del valor de las
provisiones, según lo regula un magistrado. […] Los obreros dicen que se necesitan cien libras
catalanas al año, unas once libras esterlinas, para mantener una familia con una mínima
comodidad.»
Joseph Towsend, Viaje a España hecho en los años 1786 y 1787, trad. Francesa, 1809
[cit. M.A. Pérez Samper, La España del Siglo de las Luces, Barcelona, Ariel, 2000, pp. 63-65]
31. Sobre los impuestos
«En todos cuantos papeles y representaciones que he visto de ministros y personas celosas que
hablan de estos derechos, convienen sin discrepancia, en que son el principal motivo de los
perjuicios que experimentan, y que el único remedio es quitarlos, y reducirlos a un solo tributo; y
creo que apenas habrá persona de inteligencia, que no sea de este mismo dictamen: En lo que no
concuerdan es, en el equivalente, en que ha de refundirse; pero dejando en su estimación lo que
han propuesto personas de tantas circunstancias, diré el que me parece más seguro, con la
satisfacción, de que ni es nuevo, ni es mío el pensamiento.
El medio que me parece más proporcionado para establecer una contribución útil y justificada, es
el que tiene ya su principio en Cataluña; y se reduce, a que, cesando absolutamente todos los
tributos y derechos que se fundan en alcabalas, cientos, servicio ordinario, millones, sisas y
nuevos impuestos, inclusa la alcabala del viento, quinto, y millón de nieve, y todos los demás
ramos que se comprenden bajo el nombre de rentas reales y provinciales, como también el
repartimiento de paja, camas, luz, leña, y todos los que son gabelas, se establezca en lugar de
ellas una sola contribución de un cinco por ciento, en dos especies de tributo; uno meramente
real, cierto, y perpetuo; y otro personal, considerando el mismo cinco por ciento del trabajo
personal de cada uno, según su arte y su ejercicio.»
32. La fiscalidad en Castilla
«Pero la Corona de Castilla continuó con el viejo sistema. El proyecto de reforma fiscal de
Ensenada, en tiempos de Fernando VI, fue uno de los principales intentos de modernización del
anticuado e ineficaz sistema impositivo español, aunque no logró el éxito. La esencia del plan de
reforma, mucho más racional, útil, igualitario y justo, consistía en establecer en la Corona de
Castilla, en sustitución de las tradicionales rentas provinciales, una contribución única,
proporcional a la riqueza, inspirada en el sistema implantado en los reinos de la Corona de Aragón
a raíz de la Nueva Planta.»
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33. El problema fiscal
«La reforma fiscal de la Corona de Castilla fracasó y la Hacienda real continuó dependiendo de un
sistema obsoleto e insuficiente. Si en tiempos de paz no alcanzaban los ingresos del Estado para
financiar las reformas emprendidas, en tiempos de guerra el problema se agudizaba y había que
recurrir a medios extraordinarios para cubrir los gastos. Combinar ejército y Hacienda era uno de
los problemas importantes de la acción política. Uztáriz, muy preocupado por reformar el sistema
fiscal, para potenciar el comercio y la marina, comentaba la relación entre fuerzas armadas y
recursos hacendísticos.»
34. Opinión de Ensenada sobre las ventajas del nuevo sistema fiscal
«La sola contribución, llamada real, catastro o capitación, tiene por fin que pague cada vasallo a
proporción de lo que tiene, siendo fiscal uno de otro para que no se haga injusticia ni gracia; que
el vasallo se utilice en lo que gasta en administradores y guardas, que es mucho; que haya
libertad en el comercio interior, especialmente en los comestibles y ropa de vestir, con lo cual se
aumentarán las manufacturas, subsistirá sin miseria todo el que trabaje, sea en lo que fuere, y
atraéranse los extranjeros para enseñarnos lo que les enseñamos y poblar el reino.
Yo he consentido en que el valor de estas rentas provinciales minorara en este año [1751] y en los
sucesivos, porque lodo pobre las paga y pocos de los ricos; y para que se recupere la Andalucía
es menester ayudarla todavía más; pero también he consentido en que han de tener aumento que
compense aquella baja las de aduanas y lanas, que en la mayor parte satisfacen los extranjeros,
la de tabaco, que está fundada en el vicio y se puede extender a reinos extraños y la de la sal por
su mayor consumo.»
35. El problema de la Hacienda y el Decreto de 1798
«La disminución de los ingresos ordinarios de la Hacienda obligó al gobierno a cubrir el déficit con
emisiones de deuda, hasta el punto que los ingresos proporcionados por ésta pasaron a ser del
11,9 % de los ingresos (1788-1791) al 35,9 % (1803-1806). La disminución de los ingresos
ordinarios tuvo lugar en el período en que aumentaron los gastos, a causa de las guerras con
Francia, primero, y con Inglaterra, después. Las medidas adoptadas por el gobierno para
aumentar los ingresos de la Hacienda no tuvieron la eficacia deseada, por lo que fue necesario
recurrir a soluciones extraordinarias.
[…] Este fue, pues, el origen del decreto de 19 de septiembre de 1798, por el que se procedió a la
venta de los bienes raíces pertenecientes a hospitales, hospicios, casas de misericordia, etc. El
valor total de los bienes raíces vendidos entre 1798 y 1808 alcanzó la cifra de 1600 millones de
reales. […]
La oposición sorda, por parte de los ministros del estado eclesiástico (quienes se quejaban,
además, de que sufrían una carga insoportable) a las ventas de bienes raíces que estableció el
decreto de septiembre de 1798 fue causa de que el rey negociara por vía diplomática con la Santa
Sede un breve apostólico que autorizase las enajenaciones (destinadas a la amortización de vales
reales). Por el breve de 14 de junio de 1805 quedó autorizado el monarca para enajenar, en todos
sus dominios, bienes raíces eclesiásticos […]»
ANES, Gonzalo, El Antiguo Régimen: los Borbones. Historia de España, ed. Alfaguara
(cit. por Grupo Cronos)
36. Aspectos sociales del reformismo ilustrado
«Movido por el sentido utilitarista, el reformismo ilustrado sin atacar directamente a la sociedad
estamental, desarrolla una política de igualdad de oportunidades, destinada a acabar con la
discriminación social, por motivos de profesión o actividad económica. Para lograr el ansiado
progreso no bastaba sólo con trabajar más, sino que era también necesario cambiar la mentalidad
sobre el trabajo. Debía superarse la visión negativa del trabajo como algo deshonroso y propio de
plebeyos. El trabajo debía ser visto como algo honorable. El gobierno tomó medidas para dirigir el
cambio social y apoyar la dignificación del trabajo. Los ilustrados españoles del siglo XVIII
pensaban que el verdadero honor radicaba precisamente en el trabajo bien hecho. Un ejemplo
14
puede ser la Real Cédula de 18 de marzo de 1783, “habilitando para obtener empleos de la
república a los que ejercen artes y oficios, con la declaración de ser éstos honestos y honrados”»
PÉREZ SAMPER, Mª Ángeles, La España del Siglo de las Luces, ed. Ariel
37. Los problemas de la industria
«Debe recordarse que la industria española estuvo durante todo el siglo presa de sus elevados
costes de producción y, por tanto, de sus escasas posibilidades de conquistar mercados.
Dificultades en la obtención de materias primas, exceso de impuestos, pobreza tecnológica y
limitaciones gremiales, provocaron una producción escasa (a pesar de su crecimiento absoluto) y
de no gran calidad que difícilmente podía competir con la extranjera, ni siquiera en la nación
propia. Los fabricantes vendían tarde, poco y mal. Y en estas condiciones, el margen de
beneficios era escaso y la reinversión por consiguiente precaria. Todo un círculo vicioso a causa
del cual la industria hispana terminaba siendo poco atractiva para unos capitales que veían en la
agricultura rentas más constantes y seguras y en el comercio ganancias más considerables con
parecido riesgo.»
R. Fernández, La España de los Borbones, p. 76
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