La sociedad carolingia Recreación de una aldea carolingia Los campesinos constituían la mayor parte de la población del Imperio Carolingio. En cada aldea se afanaban por extraer de la tierra el sustento de cada día y procurarse su propio vestido y calzado. Los artesanos solo existían en algunas ciudades y monasterios. Sus principales clientes eran la nobleza y el clero local. Los comerciantes llevaban una vida errante, se trasladaban de un lugar a otro sin tener una residencia fija. Los cultivos fundamentales eran las hortalizas y, sobre todo, los cereales, como el trigo y el centeno, con los que se elaboraba pan, la avena y la cebada de la que se obtenía la cerveza, que era la bebida más popular de la época. De los bosques se obtenía la leña para el fuego, la madera para las casas y productos que formaban parte de su alimentación: caza, setas, espárragos, raíces, etc. La dieta alimenticia se completaba con la pesca procedente de los ríos. Las viviendas eran simples chozas con techumbre de ramas y paredes de adobe. El suelo era de tierra apisonada y contaban con una o dos dependencias. Solían compartirlas con los animales de labor y aquellos que criaban, como cerdos u ovejas. La agricultura se practicaba en grandes dominios que eran económicamente autosuficientes como podemos comprobar en un texto legislativo, que data de finales del siglo viii o principios del siglo ix, en el que Carlomagno decreta una serie de reglas para los latifundios. Que cada intendente tenga buenos artesanos, a saber: herreros, orfebres o plateros, zapateros, curtidores, carpinteros, fabricantes de escudos, pescadores, pajareros, fabricantes de jabón; gentes que sepan hacer cerveza, sidra o perada y otras bebidas; panaderos que hagan panes para nuestro consumo; gentes que sepan fabricar redes para la caza, la pesca y la captura de enjambres, y otros obreros que sería muy largo enumerar. Capitular de Villis y Curtis. El señor del latifundio tenía el poder sobre los campesinos que habitaban en sus dominios. Así, un códice de época carolingia (en el que se registran las rentas de algunas propiedades), recoge los deberes de un colono carolingio hacia su señor. Actardo, colono y su mujer, colona… cultivan un manso libre que comprende (...) tierra de labor (...) de viña (...) y de prado. Entrega para la hueste cuatro sueldos de plata, y el otro año dos sueldos para la entrega de carne, y el tercer año, para la entrega de forraje, una oveja con su corderillo. (…) vino por el derecho de usar el bosque, cuatro dineros para poder coger madera, para el acarreo, una medida de madera. (…) Prestaciones con animales o a mano, tantas como se le mande. Tres gallinas, quince huevos. Tiene que cercar cuatro perches de prado. Políptico de la Abadía de Saint Germain des Prés.