PALABRAS DE TTE. CNEL. (AV) RENATO GUIDO PARA EL ACTO DEL DÍA 22 DE JUNIO EN LA RAMBMLA DE MALVÍN En el marco de la conmemoración de los 100 años de la Aviación Militar, nos sentimos impulsados por la necesidad de rendir tributo a ciertos acontecimientos que por su notoriedad marcaron tempranamente el futuro de nuestra Fuerza. Las acciones de un hombre, ese 22 de junio de 1913, fueron el factor desencadenante del nacimiento de un espíritu que quedaría arraigado para siempre en el corazón de los integrantes de nuestra Fuerza Aérea. Pero vale la pena retrotraernos en el tiempo y repasar pequeños fragmentos de la historia para apreciar lo rápido que se precipitaron los acontecimientos que dieron comienzo a la Aeronáutica Militar en nuestro país. Tras una breve negociación y ofrecimiento del aviador francés Marcel Paillette a nuestro Gobierno, entre diciembre y marzo de 1913 se planifica y acondicionan las instalaciones de lo que sería el lugar de formación de los futuros aviadores militares. Habiendo sido creada la Escuela de Aviación Militar el 17 de Marzo de 1913, 10 intrépidos jóvenes Oficiales del Ejército comienzan con su aprendizaje de vuelo, quienes junto al jefe de Campo, al Director de la Escuela, a 50 integrantes del personal de tropa, a un hangar para sus dos aviones fabricados en tela y madera y a 10 carpas, conformaban aquel paisaje típico de pioneros expedicionarios Una serie de inconvenientes, entre los que se sumaron problemas mecánicos, condiciones meteorológicas adversas y hasta pequeños accidentes, provocaron que el funcionamiento de la Escuela y la evolución del aprendizaje tuvieran algunos contratiempos. En poco más de tres meses, algunos alumnos estaban llegando al fin de su entrenamiento y casi prontos para realizar su primer “Vuelo Solo”, pero el plazo otorgados por contrato llegaban pronto a su fin y amenazaba con cuartar las ilusiones de ese puñado de hombres que apostaba a la aeronáutica en su visión de futuro. La idea de realizar un acto que llamara la atención maduraba en el espíritu rebelde de dos jóvenes oficiales, el Tte. 1° Boiso Lanza y el Alf Berisso, 1 Quiso el destino que solo uno de ellos pudiera realizarlo. Al día siguiente el Alf. Berisso relataba su hazaña: “me levanté a las cuatro de la mañana calladamente, a la luz de un farol, revisé detenidamente el motor….Hecho esto llamé a los peones y al mecánico a quién manifesté mi intención de hacer solamente una vuelta de “Taxímetro” en la pista. La noche se prestaba. La atmósfera estaba calma: la luna iluminaba maravillosamente el campo…y di orden de hacer funcionar el motor. A treinta metros del hangar efectué el decolaje, sentí que el mecánico gritaba, después nada……, me envolvió una niebla espesa, opaca, que me obligó a subir. Comenzaba a aclarar y el reflejo del sol me guio rumbo a Montevideo…. De pronto tengo la certeza que me encuentro sobre el mar, desciendo, me interno lentamente en la niebla y a la derecha aparece la costa, me dirijo a ella, busco un sitio apropiado y aterrizo en la arena. Hace precisamente 100 años, en este mismo lugar, que nos encontramos hoy, se producía ese aterrizaje que acaparó la opinión pública, obligando a reconsiderar el contrato y continuar con las actividades que permitieron seguir creciendo a la Aeronáutica Militar. Aquel hecho aislado, intrépido, rebelde y hasta indisciplinado no hacen más que confirmar que ese Espíritu de Vuelo que poseen los que sienten el llamado de la profesión aeronáutica, no entiende de barreras y no pone en consideración el sacrificio a la hora de buscar un objetivo justificado. El Espíritu de Vuelo en los tiempos modernos hace que nuestros jóvenes pilotos estén más contenidos en los aspectos disciplinarios y atentos a los procedimientos y reglamentaciones. Pero la esencia es la misma, una Fuerza Proactiva, que siempre busca estar a la vanguardia y anticipa los cambios. Las Alas Uruguayas han marcado presencia no solo en nuestro territorio, sino también a través del mundo. Participando de Misiones de Ayuda Humanitaria, apoyando Emprendimientos Científicos, colaborando con el Mantenimiento de la Paz en distintas Misiones de Naciones Unidas, interviniendo en Ejercicios Internacionales que nos permiten mantenernos actualizados con las tácticas de empleo de una fuerza moderna. A pesar de nuestras lógicas carencias, nuestra estructura de mando, nuestro personal, infraestructura y medios, está preparados para cumplir con el mandato legal de salvaguardar la Soberanía de nuestro Espacio Aéreo, de participar incidiendo 2 positivamente en apoyo a nuestra sociedad y a nivel mundial, quedando siempre en todos los casos bien representados por nuestros integrantes. Eso es producto de la evolución del legado de nuestros antecesores, de aquel Espíritu Aeronáutico que hace latir a los integrantes de la Fuerza Aérea y los mantiene preparados y dispuestos a realizar hasta los máximos sacrificios. Hoy como un reconocimiento simbólico a todo lo que ello significa, es que se instaura el “Día del Espíritu de Vuelo”, para que cada 22 de junio rindamos tributo a ese legado y sigamos apostando a un futuro posible por el bien de nuestra Patria. 3