Crisis y Ajustes de la Economía Mexicana en los Noventa

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Capítulo II. Crisis y Ajustes de la Economía Mexicana en los Noventa
1. Los Antecedentes
La crisis de l982 se incubó desde finales de los sesenta, primero como crisis del sector agrario
agotado por la política de substitución de importaciones que lo redujo a productor de materias
primas y bienes salario baratos para apuntalar la industrialización, esto se logró principalmente
por medio de la política de precios de garantía. Por otro lado, la política de substitución de
importaciones asignó al sector agrario también el papel de captor de divisas por medio de la
exportación que fueron canalizadas para la importación de insumos, maquinaria y equipo
nuevamente para el sector industrial. Es decir, el prolongado intercambio desigual agotó al sector
agrícola muy tempranamente, con su repercusión sobre el resto de la economía. A continuación
fue la crisis fiscal del Estado, que con su gasto productivo y no productivo apuntaló la
acumulación privada de capital a través de la producción de bienes y servicios baratos para la
industria, por medio de las compras gubernamentales y de las empresas paraestatales, y del gasto
social del Estado. La crisis fiscal que apareció a principios de los setenta se mitigó con el auge de
la exportación petrolera de la última parte esa década y los excedentes de capitales financieros
que fluyeron hacia México en la forma de deuda pública externa. Sin embargo, este
funcionamiento deficitario de la economía y del Estado llegó a su límite cuando en l98l cayeron
los precios del petróleo y se elevaron las tasas de interés internacionales. La solución fue la
devaluación y una política de contracción de la demanda agregada, y poco después el inicio de la
apertura de la economía hacia el exterior. En las nuevas condiciones del mercado, contracción del
consumo público, de la demanda interna y apertura a la competencia del mercado internacional
era de esperarse la rápida obsolescencia de las bases sociotécnicas de los procesos productivos
centrales de la etapa de substitución de importaciones, para proporcionar niveles adecuados de
productividad y calidad (De la Garza, 2001). Como veremos, este cambio en las funciones del
Estado y del mercado, así como la particular relación entre empresarios, sindicatos y gobierno, ha
llevado a una reestructuración parcial del aparato productivo (Dussel, 1997).
El modelo neoliberal mexicano ha pasado por dos periodos importantes, el primero que va de
inicios de los ochenta al estallido de la gran crisis de fines de 1994, que casi coincide con la
entrada de México al NAFTA, y el postnafta-postcrisis. En el primer periodo, especialmente en el
sexenio del presidente Salinas (1988-1994) se sentaron las bases del modelo neoliberal con una
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fuerte disminución de la presencia del Estado en la producción de bienes y servicios y en la
inversión productiva asociada a la privatización, la desregulación parcial de los intercambios
mercantiles con el exterior desde la entrada de México al GATT y el privilegio en la política
económica en la reducción del déficit público y el combate a la inflación sobre el crecimiento
(De la Garza, 1992).
En el nivel macroeconómico entre 1980 y 1992 habría que destacar el crecimiento de las
importaciones, que pasaron de representar el 11.5% de la oferta en el primer año al 15.1% en el
segundo. Por el lado de la demanda, la importancia del consumo se mantuvo en los niveles de
inicios de los ochenta; tampoco varió su distribución entre consumo privado y público. Hacia
1992 el consumo público aunque minoritario seguía siendo relativamente importante. El cambio
más impactante en esos años fue en la inversión y las exportaciones. En el primer aspecto, la
inversión privada creció en el total, en tanto que la pública tuvo una disminución substancial. En
particular la inversión fija bruta del Estado, que en 1980 era del 41% del total invertido en el
país, en 1993 era de sólo del 20%. La importancia de la inversión extranjera directa aumento de
representar en 1980 el 3.4% de la inversión fija bruta a 8.1% en 1992.
En cuanto a las exportaciones, estas pasaron de ser el 9.5% de la demanda agregada en 1980 al
15.5% en 1992. Habría que destacar el importante papel en la exportación de la maquila que en
1980 producía el 14% exportado en bienes y servicios, pasó al 37.1% en 1991 (también la
maquila es un sector de alta importación de insumos, en 1980 la maquila importó el 8.3% del
total importado en el país, en 1991 el 23.6%) (Carrillo, 1992). A pesar de que el cambio en los
agentes que exportan es notable, del sector público al privado y la importancia de la maquila, la
exportación sigue concentrada en un número pequeño de bienes (en 1980 doce bienes
representaban el 80% de lo exportado dejando fuera a Pemex, en l993, 18 bienes significaban el
63%). En resumen, en los primeros años de los noventa las principales palancas de la demanda
fueron el consumo y la inversión privada, así como la exportación. En el rubro de formación
bruta de capital fijo han crecido particularmente los gastos en maquinaria y equipo del sector
privado; en 1980 representaban el 31.1% del total de la formación bruta de capital fijo, en 1992
eran del 42.4%.
Sin embargo, los gastos de inversión y la exportación no fueron suficientes para mantener un
crecimiento constante de la demanda agregada y ésta como el PIB han tenido desde la mitad de
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los ochenta un comportamiento de campana con máximo en 1990, caída en 1993 y recesión a
finales de 1994.
La retirada del Estado de la economía sobre todo
ha significado
extensa privatización,
desregulación y caída substancial de la presencia del sector público en la formación de capital
fijo (Rueda, 1993). Asimismo habría que anotar que la disminución del déficit público ha
implicado, además de aumento en la captación fiscal, una reducción apreciable del gasto público
por habitante en términos reales (entre 1980 y 1994 esa disminución fue del 26%).
Hay una
clara reorientación también del gasto público, con disminución en todos los rubros vinculados
con la producción, que ha repercutido en la disminución del PIB público en el total, así como de
la presencia en las exportaciones de las empresas gubernamentales (en 1980 las exportaciones de
empresas del Estado, incluyendo a Pemex, representaban el 75.1%, hacia 1992 eran del 31.7%)
(Arroyo, 1993).
Aunque el consumo privado se mantuvo mayoritario en la demanda agregada, disminuyó la
importancia del consumo de los asalariados, en consonancia con una mayor concentración del
ingreso y la caída salarial real (en 1980 la remuneraciones representaban el 36% del PIB, en 1991
eran del 22.1%). Hasta aquí es posible concluir que hay un cambio importante en el régimen de
acumulación, de uno en el que tenía un papel importante el consumo y la inversión pública en el
total de la demanda, a otro centrado en el sector privado, en la exportación y la inversión
extranjera (Ruiz Duran y Dussel, 1999).
Como se ve del Cuadro No. II-1 durante el sexenio salinista el crecimiento del producto interno
bruto fue insatisfactorio, con máximos en 1991 y 1994 para entrar desde finales de 1994 y en 1995
en una profunda recesión. En el mismo cuadro puede observarse que el crecimiento de las
importaciones, excepto en 1993 fue muy superior al de las exportaciones; el consumo privado tuvo
tasas altas de incremento en 1989 y 1990 para luego de caer el resto del sexenio; el consumo del
gobierno se mantuvo bajo en tasa de crecimiento; y la formación bruta de capital experimentó
muchas variaciones en este período.
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Cuadro No. II-1 Tasas de Crecimiento de la Oferta y la Demanda Global a precios de 1980
Total
PIB
Importación
Consumo
Privado
1988
3.7
1.3
36.7
1.8
1989
1990
1991
1992
1993
1994
4.9
6.1
5.2
5.1
0.4
4.9
3.3
21.3
6.8
4.5
19.7
6.1
3.6
16.8
4.9
2.8
20.9
3.9
0.7
-1.3
0.2
3.5
12.9
3.7
Fuente: INEGI (1995) Sistema de Cuentas Nacionales.
Consumo
Gobierno
-0.5
Formación
Bruta de
capital fijo
5.8
-0-1
2.3
3.9
2.3
2.0
2.5
13.1
13.1
8.3
10.8
-1.2
8.1
Exportaciones
5.8
2.3
3.6
4.3
1.6
3.7
7.5
La política económica del Estado ha sido básica en esta reorientación. Este ha llevado a cabo
cambios estructurales y ajustes macro como los que hemos reseñado. Ha tenido el privilegio en el
ajuste el combate a la inflación, para ello en los noventa se permitió la sobrevaluación del peso y
lograr así que la importación ayudase a alinear los precios internos con los internacionales; se
redujo el déficit público, con menor gasto y mayor captación fiscal; a través de los pactos
corporativos entre Estado, sindicatos y organizaciones empresariales, que han recibido diversos
nombres, a partir de 1987 se han controlado los aumentos salariales; las tasas de interés altas han
tenido un doble papel, inhibir el consumo y atraer capital extranjero. La resultante fue muy
contradictoria, porque hasta 1994 se redujo la inflación, pero el crecimiento de la economía fue
muy insatisfactorio; además la balanza comercial presento un déficit creciente por la importación
de mercancías, sobre todo insumos industriales; este déficit fue subsanado en términos contables
por el ingreso masivo de capital atraído por las altas tasas de interés. Sin embargo, la mayoría del
capital que llegó no fue a invertirse productivamente, se trató de capital especulativo que invirtió
en bonos gubernamentales buscando rentabilidad alta y rápida. La resultante fue que desde 1994,
frente a los problemas políticos y el deterioro de la balanza de pagos el capital salió masivamente
del país y condujo a una muy grave crisis financiera en 1995, que rápidamente se convirtió en
productiva con el cierre de empresas y el desempleo, además de la caída del salario real.
La política económica del Estado, en particular su política industrial es parte de la explicación
de la grave crisis que vivió México en 1995. Sin embargo, la cara oculta de esta crisis se
encuentra al interior de los procesos productivos. Así, el desequilibrio comercial puede verse en
tanto repercusión de la sobrevaluación del peso que empujó al crecimiento en las importaciones e
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inhibió las exportaciones; pero también pude analizarse en términos de los obstáculos
productivos para que el modelo exportador funcionara de manera extensiva.
En cuanto a la política industrial, el Plan Nacional de Desarrollo, 1989-1994 (planes sexenales
que quedan como grandes marcos para los proyectos gubernamentales, herencia del pasado de un
Estado planificador) se propuso la conformación de un aparato productivo mas competitivo en el
exterior; para ello se establecerían reglas económicas claras, se impulsarían las nuevas
tecnologías, las nuevas formas de organización del trabajo y la asociación entre empresas. Se
trataba de modernizar el aparato productivo a través de cambios en los procesos de trabajo y con
la formación de cadenas y asociaciones productivas, teniendo detrás la experiencia de la
subcontratación internacional y posiblemente la de los distritos industriales. El Plan reconocía
que en 1989 se tenían niveles inadecuados de competitividad y de productividad, pero
reivindicaba que en el corto plazo el motor de la economía debería ser el sector secundario
exportador. Pero la sustancia de la nueva política industrial, a diferencia de la del período de
substitución de importaciones, era considerar al mercado como asignador de factores de la
producción y eliminar distorsiones bajo la concepción de que la modernización de las empresas
es básicamente tarea de los empresarios privados presionados por un mercado poco regulado: "El
papel del gobierno es promover la creación de un entorno económico que conduzca a la
operación eficiente de mercados competitivos, que motivaran la inversión de los particulares y la
generación de empleos productivos" (ACLAN, 1998), se decía en el Plan Nacional de Desarrollo.
En esta medida, las principales acciones de la nueva política industrial fueron la desregulación
(iniciada desde 1986 con la entrada de México al GATT); la eliminación de estímulos fiscales
sectoriales; la flexibilización de los controles de precios; la actualización del marco regulatorio
en importación de tecnología e inversión extranjera; y, un agresivo plan de privatización. A pesar
de algunos programas específicos que mitigan la visión "mercantilista" de la modernización
industrial emprendida en México, el hecho es que en el sexenio 1989-94 se dedicó entre el 0.3%
y el 0.5% del valor agregado en la industria a su fomento, a diferencia de los países de la OCDE
que dedicaron en el mismo período del 2% al 3% de dicho valor agregado.
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2. Acumulación del Capital en la Manufactura
En la industria manufacturara en México entre 1985 y 1988 se recuperó la tasa de ganancia,
afectada durante la crisis de 1982, que creció en 55% en términos reales. Sin embargo en este
período dicha recuperación se basó sobre todo en la caída salarial y probablemente en el aumento
en la intensidad del trabajo. El capital variable por trabajador disminuyó en 18.2% reales en esos
años, asimismo decreció el personal ocupado. En cambio la intensidad del capital no creció
mucho en ese período (3.4%). Es decir, la recuperación de la tasa de ganancia se explica en esos
años por el gran aumento en la tasa de explotación (104%). En la industria, la productividad
aumentó más que los salarios, y aunque estos crecieron en términos reales en los últimos años del
salinismo no lograron recuperar todo lo perdido en los ochenta.
Cuadro No. II-2: Acumulación del Capital en la Manufactura
Tasa de ganancia (%)
Indice de Intensidad de
Capital (1985=1.0)
Indice
de
Capital
Constante/trabajador
(1985=1.0)
Indice
de
Capital
Variable/trabajador
(1985=1.0)
Tasa de explotación
1985
18.3%
1.0
1988
27.95%
1.02
1.0
1.1
1.0
0.8
1.23
2.5
Fuente: Elaboración propia a partir de INEGI (1985, 1988) Censos Económicos (cantidades a precios constantes de
1980)
Notas: Tg = Producción Bruta Total - (Insumos Totales-Activos fijos/15) - Remuneraciones Totales /(Insumos
+Activos fijos/15) +Remuneraciones
Ik = activos fijos/personal total ocupado
Cc/T = (Insumos+Aactivos fijos/15)/Personal Total Ocupado
Cv/T = Rmuneraciones Totales/Personal Total ocupado
Tp=((Producción Bruta Total -(Insumos+Activos fijos/15)- Remuneraciones))/Remuneraciones
Cuadro No. II-3
Coeficientes de Correlación de la Tasa de Ganancia con otras Variables en la Industria
Manufacturera (1985-1988) Coeficiente de correlación
Tg v.s. Cv/T
-0.14
Tg v.s. Cc/T
-0.094
Tg v.s. Tp
0.96
Tg v.s
0.154
Productividad
Fuente: Elaboración propia a partir INEGI (1985, 1988) Censos Económicos.
41
Aparentemente la apertura económica no se tradujo en competitividades aceptables hasta 1994, la
avalancha de productos extranjeros en el país no pudo ser contenida con
el aumento en
productividad y calidad nacionales. Asimismo, en términos de balanza de pagos, el incremento en
importaciones no se compensó para nada con el crecimiento de las exportaciones. Habría que agregar
que el desequilibrio en la balanza comercial se debió sobre todo a la importación de insumos para las
empresas; como veremos más adelante esto tuvo detrás un proceso de ruptura de cadenas productivas
nacionales en favor de los insumos baratos extranjeros.
Este círculo pernicioso para la industria no podría explicarse sin señalar algunos de los elementos
de política económica del Estado. El énfasis en el combate a la inflación se tradujo, por un lado, en la
sobrevaluación del peso en los últimos años del sexenio que frenó la capacidad exportadora; el
desequilibrio en balanza comercial señalada se trató de compensar a través de una cuenta de capitales
superavitaria, para ello se ofrecieron atractivas tasas de interés reales, pero estas atrajeron sobre todo
capital especulativo en forma de bonos gubernamentales y no como capital directamente productivo,
ni siquiera en la forma de compra de acciones en la bolsa de valores. Asimismo, el combate a la
inflación supuso el control salarial con incrementos marginales reales en el sexenio, sobre todo para
los sectores menos favorecidos.
La producción industrial y la manufacturera, por su parte, en los últimos tres años del salinismo
tuvieron prácticamente un estancamiento, posiblemente propiciado por el lado de la oferta por la
entrada masiva de productos extranjeros y por la no mejoría relativa de la competitividad, se
salvaron relativamente las ramas de metálicos básicos y de productos metálicos, maquinaria y
equipo.
En cuanto al personal ocupado en la industria manufacturera, se ve del cuadro No. II-4 que en
comparación con 1980 no recuperó los niveles de aquel año y en los tres últimos años del salinismo
tendió a bajar año tras año. En especial la caída fue muy grande en las ramas textileras, prendas de
vestir e industria de cuero, así como en la industria de la madera y productos de madera, papel,
imprenta y editoriales, así como en industria metálica básica y en productos metálicos, maquinaria y
equipo. Habría que agregar que en este proceso de desempleo manufacturero los más afectados
fueron los obreros y no los empleados de confianza.
42
Cuadro No. II- 4
Índice de Personal Ocupado en la Industria Manufacturera
(1980=100)
Total
Obreros
Empleados
1992
84.0
82.2
89.1
1993
78.0
75.8
83.7
1994
74.2
72.4
79.2
Fuente: INEGI. Encuesta Industria Mensual.
En cuanto a los salarios en la industria manufacturera, si bien entre 1992 y 1994 las
remuneraciones totales, los sueldos, salarios y prestaciones tendieron a aumentar, los sueldos
(empleados de confianza) crecieron mucho más que los salarios, de tal manera que en 1994 los
salarios eran todavía un 71.7% de los de 1980.
Estas consideraciones generales para la industria manufacturera tendrían que matizarse
dependiendo del tamaño de los establecimientos (la clasificación oficial de tamaños de
establecimientos es: micros, con menos de 15 trabajadores; pequeños, entre 15 y 100; medianos,
entre 101 y 250; y grandes, con más de 250).
Cuadro No. II-5: Porcentaje de Establecimientos Manufactureros por Tamaño
Tamaño
1980
1985
1988
1993
Grandes
1.2
1.4
1.4
0.9
Medianos
1.7
2.0
1.9
1.2
y 97.1
96.6
96.7
97.9
Pequeño
micros
Fuente: INEGI (1980, 1985, 1988, 1994) Censos Económicos
Cuadro No. II-6: Porcentaje del Personal Total Ocupado en la Manufactura por Tamaño de
Establecimiento
Tamaño
1980
1985
1988
1993
Grande
49.4
50.5
50.0
44.8
Mediano
15.9
16.1
16.1
15.4
Pequeño y micro
34.7
33.4
33.9
40.8
Fuente: INEGI (1980, 1985, 1988, 1994) Censos Económicos
43
Cuadro No. II-7: Porcentaje del Valor de la Producción en la Manufactura por Tamaño de Establecimiento
Tamaño
1980
1985
1988
1993
Grande
63.9
63.1
64.3
62.3
Mediano
15.2
17.6
15.9
14.3
Pequeño y Micro
20.9
19.3
19.8
23.4
Fuente: INEGI (1980, 1985, 1988, 1994) Censos Económicos
Entre 1980 y 1993 los establecimientos grandes y medianos disminuyeron su importancia con
respecto de los pequeños y micro en el total de establecimientos en la manufactura, lo mismo
sucedió en cuanto a porcentaje de personal ocupado en cada estrato, manteniendo la primacía
absoluta los establecimientos grandes. En cuanto al porcentaje del valor total de la producción
esas tendencias también se mantuvieron pero la supremacía de los grandes fue todavía mas
notable representando el 62.23% del valor total generado en la manufactura en 1993.
En cuanto a la productividad del personal ocupado, las diferencias por tamaño de establecimiento
son notables y estas tendieron a hacerse más grandes en los ochenta aunque en todos ellos aumentó la
productividad. En intensidad el capital por trabajador se repiten las diferencias por tamaños de
establecimiento y aunque dicha intensidad aumento en todos los estratos fue mayor en los grandes.
Cuadro No. II-8 Remuneraciones Medias, Productividad e Intensidad del Capital en Establecimientos
Manufactureros (precios de 1980)
1980
1985
R/T
1988
P
R/T
P
IK
R/T
P
IK
Micro
O.073
0.16
0.06
0.16
0.013
0.05
0.19
0.02
Pequeña
0.13
0.29
0.09
0.24
0.033
0.08
0.32
0.032
Mediana
0.15
0.42
0.11
0.3
0.07
0.09
0.44
.096
Grande
0.22
0.32
0.14
0.92
0.19
0.06
1.00
0.29
R/T = Remuneraciones totales/trabajador P = Valor agregado/trabajador IK = Intensidad del capital
Fuente= Elaboración propia a partir de INEGI (1980, 1985, 1988) Censos Económicos.
La curva salarial no puede explicarse únicamente a través de variables económicas, en especial
en el caso de México juega un papel muy importante la regulación salarial estatal que durante el
período neoliberal ha manejado el salario como variable de ajuste de la inflación (De la Garza,
44
1994). De tal forma que la manera de fijar los aumentos salariales de cada año se ha regido por el
criterio de la estimación de la inflación a futuro. El Estado comúnmente, en concordancia con
los empresarios, lanza esta señal a través de la Comisión Nacional de Salarios mínimos, que es
tripartita. El tercer miembro de dicha comisión es un representante de la Confederación de
Trabajadores de México (CTM), organización corporativa por excelencia. Los salarios diferentes
de los mínimos legalmente están sujetos a la negociación de cada sindicato con su empresa
(ACLAN, 1996). Sin embargo, el pacto corporativo en México entre Estado y Sindicatos se ha
caracterizado en general por la disciplina de los líderes obreros en cuanto a apoyar las grandes
políticas económicas del gobierno (De la Garza, 1993). Así sucedió durante los dos primeros
sexenios del neoliberalismo (1982-1994), a pesar de iniciales resistencias de la CTM con las
huelgas de Junio de 1984 y las criticas de la corriente cetemista nacionalista al neoliberalismo
hacia fines de los ochenta. Sin embargo, estas resistencias no prosperaron y al inicio de los
noventa, como hasta la fecha el sindicalismo oficial del Congreso del Trabajo no ha querido
encabezar luchas en contra del modelo económico, ni amplias de carácter salarial (De la Garza,
1993).
3. El Sexenio Zedillista: la aparente superación del salinismo
La crisis en parte financiera de 1994 fue también una crisis productiva en las nuevas condiciones
de mercados abiertos, de retirada del Estado de la inversión productiva y la ausencia de una política
industrial activa. En estas condiciones el gobierno de E. Zedillo publicó en mayo de 1995 su Plan
Nacional de Desarrollo (PND). Al decir del documento mencionado, el objetivo central de la política
económica era lograr el crecimiento sustentable. Para ello se consideraba la palanca principal para
aumentar la inversión, al crecimiento del ahorro interno y al ahorro externo sólo como
complementario. El PND estimó que para tener crecimiento del PIB del 5% anual se requeriría un
aumento en la inversión total del orden del 24% del PIB (en 1994 el ahorro interno fue sólo 16% del
PIB). Como segundo eje de la política económica estaba aumentar la productividad y como medida
central se proponía flexibilizar los mercados laborales. En tercer término se proponía lograr un
ambiente macro estable.
En cuanto a la forma de aumentar el ahorro interno se consideraban como políticas principales: la
reforma fiscal que promoviera ahorro e inversión, con un Impuesto Sobre la renta (ISR) que
fomentara la reinversión de utilidades y fuera más progresivo para personas físicas; asimismo, se
45
contemplaba la sustitución parcial del ISR por IVA. En segundo lugar, la reforma del sistema
financiero con mejores instrumentos de ahorro e inversión, mayor apertura a la competencia, y
ampliación de la Seguridad Social para aumentar el ahorro, individualizando y privatizando el
sistema de pensiones y jubilaciones. En cuarto lugar se buscaría aumentar el ahorro público,
racionalizando el gasto, mejorando los ingresos tributarios y aumentando la inversión en
infraestructura, capacitación y gasto social. Y, finalmente, por medio de la política cambiaria con
flotación libre, que en el mediano plazo se convirtiera en flotación en una banda.
Es interesante como enfocaba el PND el problema de la productividad. A diferencia de otros
planes que consideraban central el cambio tecnológico había un "realismo" que reivindicaba a los
procesos intensivos en fuerzas de trabajo; se daba especial atención a eliminar las rigideces en los
mercados de trabajo; disminuir los costos no salariales de la fuerza de trabajo; flexibilizar las
relaciones laborales en particular permitiendo la movilidad interna, ampliando las formas de
remuneración, eliminando rigideces en los problemas de seguridad y riesgos, en la terminación de las
relaciones laborales y en la solución de los conflictos.
EL PND reconocía que la estructura dual del aparato productivo seguía siendo una realidad,
pero las medidas que se proponía para subsanarla no diferían mucho de las contenidas en el PND
de 1989: firma de más tratados de libre comercio; afinar los mecanismos en contra de prácticas
desleales, evitar la sobrevaluación del peso, y mayor simplificación administrativa y
desregulación. Es decir, medidas monetarias mas desregulación y privatización que no eran sino
la reedición de la "política industrial del salinismo" en el nuevo gobierno.
Con el Programa de Política Industrial y Comercio Industrial (PPI), publicado en mayo de l996,
se introdujeron algunas variaciones en concepciones con respecto del Plan Nacional de
Desarrollo (PND). En estas variaciones jugaron un papel importante las críticas, por un lado de
los empresarios durante l995 a la política económica y en particular a la industrial, y por el otro
la oposición de la CTM a la modificación de la Ley Federal del Trabajo. El objetivo del PPI era
lograr mayor competitividad de la industria y se reafirmo como en el PND que la base del
crecimiento futuro debiera ser el ahorro interno, pero que este sería resultado principalmente de
que hubiera certidumbre y estabilidad macroeconómicas que estimularan la inversión nacional y
extranjera; asimismo, se reafirmaba como en el PND, pero de manera mas enfática, el papel
central en el crecimiento de la exportaciones, aunque se añadían dos conceptos que no estaban
presentes en el PND, el de “substitución eficiente de exportaciones” y “consolidación del
46
mercado interno”. Sin embargo, estos dos últimos se entendían como capacidad de la industria de
competir internamente con la importación creciente que ha ido acompañando a la apertura. Otra
variación del PPI con relación del PND es que en este último se apostaba a la utilización de
fuerza de trabajo intensiva en los procesos productivos, en el PPI por el contrario se afirmaba que
en el mediano plazo no era sostenible una estrategia basada en el uso de fuerza de trabajo barata
y que por ello se necesitaba una reconversión industrial y una “política industrial activa” que
fomentara la fortaleza tecnológica. La idea de política industrial activa no estaba presente ni
implícitamente en el PND y con ésta se reconocía que la apertura ha significado una importante
desarticulación de empresas por la importación de insumos y que la restitución de cadenas
productivas no iba a ser resultado automático del mercado. Por ello en el PPI tenía un lugar
central la rearticulación de cadenas productivas a través en parte de mecanismos de mercado
(estabilidad macro, privatización de infraestructura, desregulación económica, nuevos tratados
internacionales de libre comercio, fomento de la competencia) junto a otros de acción estatal
directa como el fomento del encadenamiento, la información sobre tecnología y la promoción de
exportaciones. En particular sobre la rearticulación de cadenas productivas, además de
reconocerse que la apertura desarticuló más que articular, se aceptaba que en las pequeñas y
medianas empresas la apertura no había significado mayor innovación tecnológica u
organizacional, y se recuperaba la experiencia internacional de la subcontratación y los distritos
industriales a la manera de Piore y Sabel que implican apoyos gubernamentales. Finalmente, una
tercera variación importante en concepciones entre el PND y el Programa de Política Industrial
estribaba en que en el primero la idea de desregulación del mercado de trabajo aparecía como una
necesidad evidente, en cambio en el PPI ya no se hablaba de desregulación laboral ineludible,
sino sólo sí capital y trabajo llegaran a un consenso y tampoco se ponía en el centro del
Programa. Pero, aunque había cambios importantes entre el PND y el PPI, en lo práctico las
acciones gubernamentales fueron muy limitadas y se apostó más a las tareas de coordinación,
difusión e información que, como dice el PND, a “suplantar la inversión privada” para realizar la
reestructuración productiva.
En el sexenio zedillista (1994-2000) nuevamente el crecimiento del producto tuvo un
comportamiento de campana con dos máximos, se inicio en una situación de crisis hacia finales
de 1994, que se profundizó durante 1995, a partir del año siguiente el producto se elevo con un
primer máximo de crecimiento anual de 6.8% en 1997, mínimo en 1999 de 3.8% y nuevo
47
máximo de 6.9% en el 2000, para precipitarse a casi cero en el primer año del gobierno de
Vicente Fox (2001). Aunque la Economía se recuperó en el anterior sexenio, las importaciones
siguieron su crecimiento hasta representar el 27.2% de la oferta agregada en el 2000, con
respecto de 13 % en 1990. Las exportaciones por su parte se incrementaron substancialmente
hasta alcanzar en el año 2000 el 24.7% de la demanda global.
Cuadro No. II-9: Crecimiento del PIB real a precios de 1993 y Distribución de la Oferta Global
Año
Crecimiento PIB
% PIB
% Importaciones
1990
5.1
86.9
13.1
1994
4.4
81.9
18.2
1995
-6.2
83.2
16.8
1996
5.2
80.9
19.1
1997
6.8
78.7
21.3
1998
5.0
76.9
23.1
1999
3.8
75.2
24.8
2000
6.9
72.8
27.2
2001
1.9
73.6
26.4
Fuente: Primer Informe de Gobierno de Vicente Fox (2001)
Cuadro No. II-10: Balanza Comercial (millones de Dólares)
Año
Balanza Comercial
Junio de 1991
-519.4
Junio de 1994
-1 620.6
Junio de 1995
712.3
Junio de 1996
766.3
Junio de 1997
271.9
Junio de 1998
-576.9
Junio de 1999
-312.4
Junio del 2000
-554.7
Fuente: Anexo Estadístico del Primer Informe de Gobierno de Vicente Fox (2001)
Cuadro No. II-11: Demanda Global (Porcentajes)
Año
Consumo Final
Formación Bruta de capital
Fijo
Privado
Gobierno
Privado
Gobierno
1990
61.9
9.6
11.1
3.7
1994
58.9
8.9
11.7
4.0
1995
57.8
9.5
9.1
3.0
1996
54.6
8.7
10.2
2.4
1997
53.0
8.2
12.0
2.4
1998
51.9
7.8
12.7
2.1
1999
51.1
7.6
12.9
2.1
2000
50.6
7.1
12.9
2.0
2001
51.3
6.8
13.0
1.5
Exportaciones
(%PIB)
12.2
14.1
19.9
21.7
21.9
22.8
24.2
25.4
24.7
Fuente: Primer Informe de Gobierno de Vicente Fox (2001)
48
Por el lado de la demanda global, el consumo privado siguió siendo el mayoritario, aunque en
declive, de la misma manera siguió decayendo el consumo del gobierno; en la formación bruta de
capital fijo con relación a la demanda global creció un poco la privada y siguió disminuyendo la
del gobierno; en cambio la que mantuvo tasas altas del consumo global fue ahora claramente la
exportación. En otras palabras, el mercado interno decayó, incluyendo el privado y la economía
se volvió más dependiente de la exportación, dirigida en primer término hacia los Estados
Unidos.
El énfasis de la política económica en el sexenio continúo en el combate a la inflación. Los
mecanismos fueron los mismos que en el sexenio anterior, es decir, mantener restringido el
mercado interno por medio de altas tasas de interés con respecto a la inflación y a las tasas de
interés internacionales, la sobrevaluación del peso con respecto del dólar y la contención salarial.
La primera medida también cumplió el papel de atraer inversión de cartera.
Cuadro No II-12: Tasas de Interés de CETES (bonos gubernamentales) a 28 días
Año
Tasa
1994
18.5
1995
48.6
1996
27.23
1997
18.85
1998
33.66
1999
16.45
2000
16.6
Fuente: Anexo Estadístico del Primer Informe de Gobierno de Vicente Fox (2001)
Con excepción de los años de la crisis, 1995 y 1996, el índice de cambio real del peso frente al
dólar ha venido cayendo hasta llegar en el 2001 a 65.3 de 100, que ha repercutido sobre los
precios de los insumos industriales, y la maquinaria y equipo, principal componente de la
importación y de los de consumo, así como sobre la exportación.
Cuadro No. II-13: Índice de Cambio Real del Peso Frente al Dólar
Año
Índice
1990
100.2
1994
76.0
1995
117.3
1996
103.1
1997
86.0
1998
84.8
1999
77.9
2000
69.1
2001
65.3
49
Fuente: Anexo Estadístico del Primer Informe de Gobierno de Vicente Fox (2001)
La Industria Manufacturera se convirtió en el Modelo Neoliberal mexicano en el eje del
crecimiento de la Economía. En el año 2000 el porcentaje del producto manufacturero en el
producto total fue de 28.7%, sólo superado por el comercio, restaurantes y hoteles. Se trata del
sector más dinámico, responsable del 87.3% de la exportación total en el 2000. Dentro de la
manufactura ocupa un lugar central la industria maquiladora que represento en ese año el 47.9%
de la exportación manufacturera. Sin embargo, la apertura económica se ha traducido no sólo en
incremento acelerado de las exportaciones manufactureras sino también de las importaciones
realizadas por este sector en insumos y bienes de capital, de tal forma que en los años noventa el
saldo de la Balanza Comercial en la Manufactura siempre fue deficitario, se incrementó
substancialmente hasta el estallido de la crisis de fines de 1994, decayó con la gran devaluación
en 1995 y 1996 y ha vuelto a crecer aceleradamente desde 1997 acercándose al inicio del siglo
XXI a los niveles de déficit de antes de la gran crisis. La industria maquiladora de exportación es
una de las principales causantes de este comportamiento, incrementó en los noventa la
importancia porcentual de sus exportaciones al llegar al 47.9% del total exportado y al 34% del
total importado en el año 2000.
Hay también una fuerte concentración de la exportación mexicana por consorcio pero también
por rama industrial. Desde 1996, cuando las exportaciones se
dispararon, el 67.3% de lo
exportado corre a cargo de tres sectores: industria automotriz y de autopartes, eléctrica y
electrónica, y maquinaria y equipo especial. Setecientas firmas exportan el 80% del total,
representan sólo el 2% de las empresas exportadoras (había 27 924 empresas exportadoras en
1996 de un total en el país de 2 186 655 establecimientos de todo tipo y 266 033 manufactureros
en 1993).
Cuadro No. II-14: Saldo de la Balanza Comercial Manufacturera (millones de dólares)
Saldo
1991
-14 660
1993
-22 066
1994
-23 350
1995
-117
1996
-124
1997
-6 022
1998
-9 881
1999
-10 363
2000
-18 638
Fuente: Anexo Estadístico del Primer Informe de Gobierno de Vicente Fox (2001)
50
Cuadro No. II-15: Industria Maquiladora de Exportación, porcentaje de las importaciones y exportaciones
en el total nacional
Años
Porcentaje de las Exportaciones Porcentaje de las Importaciones
1990
34.1
24.8
1994
43.1
25.8
1995
39.1
36.1
1996
38.5
34.1
1997
40.9
33.1
1998
45.2
33.9
1999
46.8
35.5
2000
47.7
35.4
2001
47.8
34.0
Fuente: Anexo Estadístico del primer informe de gobierno de Vicente Fox (2001)
Cuadro No. II-16: Porcentaje de las Materias Primas Importadas en 1989, 1992 y 1998 en la Manufactura
por Tamaños de Establecimientos
Tamaño
Grande
Mediano
1998
39.55
26.12
1991
35.0
25.5
1988
32.7
23.0
Fuente: INEGI (1989, 1992, 1999) ENESTYC
Pequeño
14.07
16.2
11.8
En especial en los establecimientos grandes hubo un aumento de 35.0% a 39.5% en el
porcentaje de materias primas importadas entre 1991 y 1998, en los medianos y pequeños
aumento también aunque menos que en los grandes. En cuanto a las ventas realizadas en el
mercado interno, entre 1988 y 1998 tuvieron un máximo en 1994, para los establecimientos
grandes disminuyeron en once puntos porcentuales, los medianos en ocho, en cambio los
pequeños y micros se mantuvieron en su alto nivel de 93% los primeros y 99% los segundos.
Aparece un primer aspecto de la polarización entre los establecimientos manufactureros por
tamaño, la gran empresa se dirige crecientemente al exterior, en tanto que las pequeñas y micro
permanecen en el mercado interno.
Cuadro No. II-17: Porcentaje de Ventas en el Mercado Interno de los Establecimientos Manufactureros en
1988, 1991, 1994 y 1998
Tamaño
Total
Grande
Mediano
Pequeño
Micro
1998
80.24
69.54
81.08
93.38
99.17
1994
86.5
79.6
89.6
93.6
96.2
1991
83.4
78.4
89.6
93.7
99.2
1988
81.1
75.4
89.7
93.4
99.3
Fuente: INEGI (1989, 1992, 1995, 1999) ENESTYC
51
El resultado conjunto fue efectivamente una disminución de la inflación y un incremento en las
exportaciones, sin embargo esta situación llegó a su límite desde finales del 2000. La decadencia
relativa del mercado interno, en particular de los salarios, la dependencia de insumos importados,
la disminución de la presencia del gasto gubernamental en la demanda y la sobrevaluación del
peso tuvieron efecto nuevamente en el sexenio de Ernesto Zedillo sobre la Balanza Comercial.
Antes de la crisis del 95 esta balanza se volvió muy deficitaria, la devaluación postcrisis la volvió
positiva, pero a partir de 1998 volvió a tener valores negativos. Este déficit se ha financiado en la
segunda mitad de los noventa sobre todo con inversión extranjera directa, a diferencia de la
primera mitad de esa misma década cuyo papel desempeñó la inversión de cartera. En segundo
término ha sido por el endeudamiento externo y sólo en tercero la inversión de cartera. Sin
embargo, la Balanza de Pagos ha crecido considerablemente en su déficit a partir de 1998, sin
alcanzar todavía en el 2000 los montos negativos del año de 1994.
Cuadro No. II-18: Cuenta Corriente de la Balanza de Pagos (millones de dólares)
Año
Saldo de Balanza de Balanza Comercial
Balanza de capital
Pagos
1990
-7 451.0
-882.4
8 297.2
1994
-29 662.0
-18 463.7
1995
1 576.1
7 088.5
15 405.6
1996
- 2 330.3
6 530.9
4 069.2
1997
- 7 448.4
623.6
15 762.7
1998
-16 089.8
- 7 913.5
17 652.1
1999
-14 375.1
- 5 583.7
2000
- 18 079.2
- 8 0003.0
2001 (Enero- Marzo)
- 4 338.1
- 2 220.5
8 063.8
Fuente: Anexo Estadístico del Primer Informe de Gobierno de Vicente Fox (2001).
Cuadro No. II-19: Inversión Extranjera Directa (millones de Dólares)
Año
Inversión
1994
14 363.4
1995
3 523.4
1996
3 301.8
1997
13 846.6
1998
11 654.7
1999
11 964.6
2000
13 286.0
Fuente: Anexo Estadístico del Primer Informe de Gobierno de Vicente Fox (2001)
52
En particular el sector industrial ha tenido un crecimiento también en campanas sucesivas,
después de la caída pronunciada con la crisis del 95, inicio una lenta recuperación en el 96, con
un gran crecimiento en 1997 y 1998, desaceleración en 1999, nuevo crecimiento elevado en el
2000 y nueva caída en el 2001, llegando a cifras negativas hacia medidos de este año.
El porcentaje de establecimientos manufactureros grandes en la década del noventa pasó de
1.5% del total en 1988 a 0.9% en 1998; los medianos también disminuyeron, así como los
pequeños, en cambio los micros fueron los únicos que incrementaron su importancia porcentual
en el total, aunque desde mediados de los noventa casi no han crecido en importancia en el total.
Es bien sabido que los microestablecimientos, y dentro de estos los de menos de 5 trabajadores
que son la mayoría, más que empresas deben considerarse como parte de las estrategias de
sobrevivencia de buena parte de la población frente a la falta de empleos formales bien
remunerados.
Cuadro No. II-20: Porcentaje de Establecimientos Manufactureros por Tamaño
Tamaño
1988
1993
1998
Grande
1.5
0.86
0.9
Mediano
1.9
1.2
1.1
Pequeño
9.7
6.2
5.4
Micro
86.9
91.7
92.6
Fuente: INEGI (1989, 1994, 1999) Censos Económicos
Aunque los establecimientos grandes en este sector representaban solamente el 0.9% del total
en 1998, en términos de ocupación significaron casi el 50% del personal total ocupado y aunque
este porcentaje disminuyó entre 1988 y 1998 lo hizo en menor medida que en los de tamaños
mediano y pequeño. En cambio los micros aumentaron su importancia en la ocupación de 14.1%
en 1988 a 20.8% en 1998.
En cuanto a la propiedad del capital según el tamaño de los establecimientos, el capital
extranjero se concentra en los de tamaño grande y mediano, lo inverso sucede con el capital nacional.
Habría que añadir que el tiempo de vida de un establecimiento es inverso a su tamaño y que la
mortandad industrial de corto tiempo es sobre todo de capitales nacionales y estas son a su vez los de
más baja productividad.
53
Cuadro No. II-21: Porcentaje de Establecimientos Manufactureros según Propiedad del Capital en 1991 por
tamaños
Tamaño
Estatal
Privado
Extranjero
Total
6.8
70.8
22.4
Grande
8.4
63.4
28.2
Mediano
3.2
75.9
20.9
Pequeño
0.7
95.2
4.0
Micro
11.2
76.2
12.6
Fuente: INEGI (1992) ENESTYC
Cuadro No. II-22: Porcentaje del Personal Total Ocupado Según Tamaño de Establecimiento
Manufacturero
Tamaño
1988
1993
1998
Grande
50.4
44.2
48.3
Mediano
18.7
15.4
14.1
Pequeño
19.8
20.4
16.8
Micro
14.1
20.4
20.8
Fuente: INEGI (1989, 1994, 1999) Censos Económicos
Si la importancia en la ocupación de los establecimientos grandes es de tal magnitud su
participación en la producción bruta total se incrementó entre 1988 y 1998 del 68.1% de la
Producción Bruta Total Manufacturera a 70.3%, en cambio los medianos y pequeños
disminuyeron su contribución a la producción bruta total en esos años y los micros la
incrementaron ligeramente. Como veremos más adelante, el crecimiento en número y cantidad de
trabajadores empleados en los establecimientos micro de la década de los ochenta a finales de los
noventa no tiene que ver con la conformación de distritos industriales, sino con lo que otros
denominan la "changarrización" de la economía mexicana.
Es decir, la conversión de muchas
empresas en pequeños negocios con muy precarias condiciones productivas, de empleo y calidad,
dirigidas hacia mercados de pobres que se guían básicamente por el precio del producto.
Sin
embargo, este proceso parece haberse parado en la segunda mitad de la década de los noventa, los
porcentajes de establecimientos micro, así como el personal ocupado en estos casi no varió con
respecto del inicio de la década, en cambio la segunda proporción en los grande aumento. Podría
significar que la capacidad de esta formación socioeconómica de permitir estrategias de
sobrevivencia a través de la changarrización parecieran haber llegado a su límite, relacionado con los
límites de los mercados de productos para pobres y los bajos niveles de ingreso de la población.
54
Además, entre más pequeños los establecimientos son más jóvenes. En economías como la
mexicana, la superioridad de la gran empresa y su elevada concentración de capital y producción se
traduce en una mortandad acelerada de establecimientos micro y pequeños pero, a la vez, en su
reposición incrementada.
Cuadro No. II-23: Porcentaje de la Producción Bruta Total Manufacturera Generada por Tamaño de
Establecimiento
Tamaño
1988
1993
1998
Grande
68.1
62.3
70.3
Mediano
14.2
14.3
13.3
Pequeño
13.3
14.1
11.5
Micro
4.4
9.2
4.9
Fuente: INEGI (1989, 1994, 1999) Censos Económicos
Aunque el volumen físico de la producción manufacturera se ha incrementado
considerablemente en los noventa, exceptuando el año de 1995 de crisis, la repercusión sobre el
personal ocupado en la manufactura ha seguido una trayectoria diferente. Hacia el año 2000 no se
habían recuperado los niveles de empleo de 1993, a pesar de que en la industria maquiladora el
crecimiento del empleo ha sido sostenido hasta la nueva crisis del 2001. Esto puede deberse por
un lado al aumento en la productividad del trabajo que entre 1993 y el 2000 creció en 46.3%,
pero también a la expulsión de trabajadores del sector no maquilador por la competencia de los
productos importados en el mercado interno y por desarticulación de antiguas cadenas
productivas. Habría que puntualizar también que en 1998 la productividad por persona ocupada
en los establecimientos grandes fue 224.4% superiores a los micro, 96.6% más que en los
pequeños y 87.1% que en los medianos.
Cuadro No. II-24: Índices de Volumen Físico de la Producción Manufacturera, de Personal Ocupado y
Productividad Laboral (base 1993)
Año
Volumen físico
Personal ocupado
Productividad
1993
100
100
100
1996
109.6
90.5
124.9
1997
120.5
94.7
131.2
1998
129.4
98.2
136.4
1999
128.4
98.8
139.9
2000
134.8
99.7
146.3
Fuente: Anexo Estadístico del Primer Informe de Gobierno de Vicente Fox (2001)
55
Efectivamente, los activos fijos netos por persona ocupada en la manufactura a precios
constantes se elevaron entre 1993 y 1998 en 254.5%, sin embargo, el hecho de aparecer estos
incrementos superiores en los establecimientos medianos, pequeños y micros con respecto de los
grandes puede indicar, como analizaremos más adelante, que no fue principalmente por la vía de
la innovación tecnológica sino de la intensificación del trabajo con o sin cambio en la
organización del trabajo la explicación principal de este incremento en la productividad. De
hecho en activos fijos netos por trabajador los grandes superan a los micro en 149% a los
pequeños en 152.6% y a los medianos en 26.5%. Si la movilización de capital fijo por trabajador
aumenta puede significar mayor mecanización del proceso productivo, pero también un aumento
en la intensidad del trabajo sea este en forma taylorista fordista o a la manera toyotista por ahorro
de mano de obra frente a las mismas inversiones en capital fijo.
Cuadro No. II-25: Índice de los Activos fijos Netos por Personal Total Ocupado en la Manufactura por
Tamaño de establecimiento. Precios de 1994
Tamaño
1993
1998
Total
100
254.5
Grande
100
141.5
Mediano
100
246.8
Pequeño
100
221.6
Micro
100
393.9
Fuente: INEGI (1989, 1994, 1999) Censos Económicos
Las remuneraciones totales entre personal ocupado en la manufactura entre 1988 y 1998
disminuyeron en términos reales en 45.9%, esta disminución se dio en todos los tamaños de
establecimientos, aunque fue mayor entre más pequeños y aunque estos tendieron a crecer en
términos reales después de tocar fondo en 1996, en el 2001 no alcanzaban el nivel de 1994. En
remuneraciones promedio por persona ocupada los grandes pagan 471.1% más que los micro,
71.8% más que los pequeños y 33.2% más que los medianos Habría que recordar que el máximo
salarial histórico se alcanzó en 1976 y que entre este año y finales del siglo XX el deterioro ha
sido de alrededor del 80%.
El mantenimiento del bajo salario en el último sexenio se explica también por la persistencia de
un tipo de sindicalismo poco representativo de los trabajadores. Aunque en 1997 el sindicalismo
oficial tuvo un desprendimiento y se fundó la Unión Nacional de Trabajadores (UNT), la gran
mayoría de los obreros ha continuado bajo el control del Corporativismo sindical.
56
Cuadro No. II-26: Remuneraciones Totales por Personal Total Ocupado en la Manufactura según Tamaño
de Establecimiento (precios de 1994)
Tamaño
1988
1993
1998
Total
34.2
23.2
18.5
Grande
28.5
32.7
25.7
Mediano
31.2
25.8
19.3
Pequeño
38.5
19.7
14.9
Micro
10.3
5.6
4.5
Fuente: INEGI (1989, 1994, 1999) Censos Económicos
Esta caída salarial, así como medidas de racionalización del trabajo se reflejaron en los noventa
en una disminución de los costos laborales en los costos totales en la manufactura, especialmente
en los establecimientos grandes en los que en 1994 representaron solamente el 16.9% de los
costos totales. En 1998 el porcentaje de las remuneraciones totales con relación de la producción
bruta total manufacturera se mantuvo baja, a pesar del crecimiento real de los salarios en esos
años.
Cuadro No. II-27: Porcentaje de los Costos Laborales con Respecto a los Costos Totales en
Establecimientos Manufactureros por Tamaño en 1989 y 1994.
Tamaño
Porcentaje
1989
Total
24.7
Grande
25.2
Mediano
24.9
Pequeño
27.3
Micro
17.9
Fuente: INEGI (1992, 1995) ENESTYC.
1994
16.9
15.4
17.2
19.4
18.3
Cuadro No. II-28: Remuneraciones Totales al Personal Ocupado como Porcentaje de la Producción Bruta
Total en la Manufactura por Rama en 1998
Rama
Porcentaje
Total
8.5
Textiles, prendas de vestir y cuero
17.9
Madera y productos de madera
14.9
Papel, imprenta y editoriales
13.9
Química, derivados del petróleo, carbón, hule 10.2
y plástico
Productos de minerales no metálicos
11.4
Industria metálica básica
4.2
57
Maquinaria y equipo
11.6
Otros
22.4
*Industria Automotriz
6.25
Fuente: INEGI (1999) Censo Económicos de 1999
Una disminución de los costos laborales en los costos totales puede tener diversos significados,
puede deberse a la caída salarial, que en México, como hemos visto ha sido considerable en todo
el periodo analizado. Puede ser también por un aumento en la intensificación o en la jornada de
trabajo sin aumento salarial, que genera más producto sin ulterior costo salarial. Como veremos
posteriormente, las jornadas de trabajo en México se han mantenido en las 47 horas por semana,
en cambio es probable que la intensidad como aumento en el ritmo de trabajo se haya
incrementado por dos vías principales, la primera como simple aumento de la velocidad de las
máquinas sin cambio tecnológico o en la organización del trabajo en empresas tradicionales, la
segunda con el cambio en la organización del trabajo a través de los métodos toyotistas.
Cuadro No. II-29: Indicadores de Acumulación de Capital en la Manufactura (precios de 1980)
1988
1998
Tasa de ganancia
27.95%
21%
Intensidad de capital
100
767
Capital variable / trabajador
100
89.7
Tasa plusvalía
2.5
1.7
Fuente: elaboración propia a partir de los Censos Económicos de 1988 y 1999
Nota: Intensidad de capital y capital variable por trabajador son índices base 1988=100
La disminución en la tasa ganancia en la industria manufacturera hacia fines del siglo, presagio
de la crisis de sobreproducción del 2001 ante la caída en la demanda manufacturera en los
Estados Unidos. Esta crisis no se inicio como financiera, sino que, como veremos con detalle en
los próximos capítulos, tiene su origen en la vía principal emprendida en la industria mexicana
para ganar en productividad y competitividad, la de la intensificación del trabajo, sea en su forma
taylorista fordista o en la toyotista. Esta vía también se expresa en indicadores como la elevación
de la intensidad de capital. Esta vía tiene límites, primero en la resistencia física del trabajador al
desgaste de su fuerza de trabajo y segundo en la resistencia social, que en México no se expresa
por la acción colectiva encabezada por los sindicatos, sino a través de las demandas individuales
de los trabajadores en los tribunales y sobre todo en la elevada rotación voluntaria externa del
trabajo. Esta resistencia pudo reflejarse también en una disminución a fines de la década pasada
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de la tasa de plusvalía, sólo parcialmente impactada por la elevación de los salarios reales.
Además, la viabilidad de una configuración sociotécnica implica un acuerdo explícito o implícito
entre capital y trabajo para poder funcionar. El Estado pareció comprenderlo así durante casi
todos los noventa e impulso la firma de convenios de productividad entre sindicatos y empresas.
Pero esta forma por arriba de establecer los pactos productivos tuvo el defecto de la escasa
representatividad de los sindicatos, y también por estar en general excluidos del campo de la
producción en México. Además de que, como veremos, los convenios por productividad poco
aportaron al ingreso de los trabajadores. En particular en las empresas reestructuradas por la vía
toyotista, que presupone la participación y el involucramiento del trabajador en los problemas de
la producción, no fue posible restablecer algún tipo de concertación explicita o implícita entre el
capital y el trabajo frente a los bajos salarios. En todo caso el capital ofreció ambiguas garantías
de conservación del puesto de trabajo que resultaron poco convincente a la nueva clase obrera
que respondió con alta rotación externa. Como argumentaremos en el resto del libro, la crisis del
2001 muestra también las limitaciones de configuraciones sociotécnicas basadas en la
intensificación del trabajo, en condiciones de reducción de los mercados internos y externos y la
no disposición empresarial para innovar ampliamente en el nivel tecnológico.
Cuadro No. II-30: Salario Real Medio Diario por Persona Ocupada, base 1994
Año
Salario
medio Salario
medio Salario
Manufactura
contractual
medio en la Maquila
1994
46.44
196.9
26.20
1995
39.05
102.2
23.6
1996
35.9
101.3
21.8
1997
36.6
83.9
22.95
1998
37.9
73.15
23.4
1999
39.12
64.8
23.3
2000
41.7
60.5
24.5
2001 Enero-Junio
42.2
59.6
25.8
Fuente: STyPS (2001) Estadísticas Laborales
De hecho los salarios reales medios en la manufactura, los contractuales promedio y los de la
maquila, a mediados del 2001 todavía no alcanzaban el nivel de 1994 (antes de la crisis),
considerando también que 1994 fue inferior como ya hemos visto a 1980, a pesar de que los
incrementos salariales promedio reales superaron en 3.2 y 3.7 puntos porcentuales a la inflación
en 1999 y en el 2000. Y a pesar de que la productividad manufacturera aumentó
considerablemente y que la proporción que representaron las remuneraciones totales al personal
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en la producción bruta total de este sector apenas llegó en 1999 a 8.5% y que en la automotriz,
rama exportadora por excelencia, no rebasó en ese año el 6.5%.
El concepto neoclásico de productividad entendida como valor agregado por trabajador o por
hora hombre trabajada, a diferencia de la de la Economía Política no permite distinguir cuándo
este indicador crece por introducción de tecnología más moderna –aumento de la capacidad
productiva sin mayor desgaste de la fuerza de trabajo–, de su incremento por intensificación del
trabajo horario. En esta medida, las cifras importantes de crecimiento de la productividad
manufacturera en la segunda mitad de los noventa en México no necesariamente significan
amplia innovación tecnológica. De la misma manera, la importante disminución en los costos
salariales con respecto a los costos totales no necesariamente significa mayor mecanización de la
producción, pueden querer decir reducción salarial con intensificación del trabajo. La insistencia
en esta vía de competitividad es probable que ya muestre sus límites hacia inicios del siglo XXI
en México.
Cuadro No. II-31: Productividad en el Sector Manufacturero
Año
Tasa anual de crecimiento de Índice de Productividad por
la productividad
hombre (1993=100)
1990
83.2
1991
5.9
88.1
1992
5.9
93.3
1993
7.2
100.0
1994
9.5
109.5
1995
3.6
113.5
1996
10.0
124.9
1997
5.0
131.2
1998
3.9
136.4
1999
2.6
139.9
2000
4.6
146.3
2001 Enero-Mayo
-1.09
144.7
Fuente: Anexo Estadístico del Primer Informe Presidencial de Vicente Fox (2001)
La estructura industrial en México desde antes del Tratado de Libre Comercio (NAFTA) ya
era muy heterogénea, pero es probable que la distancia sociotécnica (tecnología, organización
relaciones laborales y perfil de la fuerza de trabajo) entre los polos industriales haya aumentado
con la apertura económica (De la Garza, 1992). Sin embargo, el efecto de la apertura comercial
en las empresas industriales en México ha sido muy desigual, desde el momento en que la
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exportación en este sector sigue siendo prerrogativa de un número limitado de empresas y que
esta situación no ha cambiado tan siquiera después de la gran devaluación de 1995.
En síntesis, la política macroeconómica del sexenio zedillista tampoco logró erradicar la crisis
económica, desde los últimos meses del año 2000 la economía se desaceleró y en los primeros del
2001 entró en franca recesión. Una amortiguador en la crisis de 1995 fue la economía informal que
palio los efectos del desempleo en la formal, sin embargo en la crisis del 2001 la capacidad de los
microestablecimiento de absorber mas trabajadores pareciera limitada por saturación acumulativa de
las crisis anteriores y porque los microestablecimientos se concentran en un número muy pequeño de
actividades dirigidas principalmente a los mercados de los pobres (ACLAN, 1998).
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