LA VENTANA Despertó gritando, empapado en sudor y trató de orientarse. ¿Dónde estaba? ¿Cómo había llegado allí? Era una habitación mugrienta y oscura. El olor era insoportable, la luna llena iluminaba ligeramente ese espacio deprimente, en el que había perdido la conciencia y no recordaba cómo. Se levantó y al pulsar el interruptor sólo consiguió una intermitente luz que terminó por darse por vencida en menos de un minuto. Notaba un fuerte olor a tabaco, sexo, alcohol y… ¡maldita sea! ¿Cuánto tiempo llevaba sin darse una ducha? Olía a muerte, a condena, se levantó de la cama. Las sabanas estaban sucias, con colillas apagadas sobre ellas, una camisa y lo que parecían pequeños fragmentos de cristal. De repente una imagen se le clavó como un puñal en el pensamiento: una mujer ensangrentada gritando, gritando su nombre. La imagen desapareció como llegó. Pero la sensación era realmente paralizadora. ¿Era real? ¿Era el recuerdo de una pesadilla o un recuerdo del día anterior? ¿De algún día de la semana anterior? La resaca era insoportable, había aprendido a convivir con ella como decisión de vida. Lo que no podía asumir todavía era el no recordar. La vida empezaba a ser un presente lleno de sed, un futuro idéntico y un pasado cada vez más vacío, como un puzle al que le van desapareciendo piezas. Esa mujer, ese grito. Sentía conocerla pero no podía estar seguro. Lo mejor era salir de esa habitación de motel de mala muerte y ver si en alguna barra conocida le daban algún dato para filmar la película mental sobre la noche anterior. Se vistió con la camisa empapada en alcohol (¿y carmín?) y entró al baño, aquí sí funcionaba la luz, iluminándolo con un amarillo sucio, a la vez que volvía a su cabeza la imagen de la mujer manchada de sangre, gritando su nombre. No, no podía ser normal. Estaba asustado, ¿estaba empezando a perder la cabeza? Quizás fuese esa maldita habitación que incitaba a los delirios y la locura. Decidió lavarse la cara y salir de allí. Borrar esa imagen, como tantas otras cosas. Entonces lo vio en el espejo, pintado con sangre, no, con pintalabios: “NO MIRES POR LA VENTANA”. El terror se apoderó de él, ¿qué significaba eso? ¿Qué podía haber en la ventana? ¿Era realmente una habitación destinada a enloquecer a los hombres? Definitivamente, se dispuso a marchar, a dejar atrás toda esa locura, a buscar un bar y buena compañía. Salió del baño sabiendo que pasaría, sabía que iba a girarse. Cuando se disponía a abrir la puerta para marcharse por fin, se detuvo un segundo y volvió su mirada a esa ventana prohibida. Lo que vio era peor que cualquier delirio. En el edificio de enfrente un hombre empapado en sangre cargaba algo, lo arrastraba pesado por el suelo hasta aproximarse a la ventana. Quiso hacer un esfuerzo por retirar la mirada y salir de allí, pero no pudo. Allí estaba ese hombre levantando el cuerpo inerte vestido de rojo, y apoyándolo en la repisa de la ventana, lo lanzó al vacío. Y después clavó su mirada en él con esos ojos asesinos, después sacó algo del bolsillo y volvió a adentrarse en el fondo de su habitación. Conocía a ese hombre, esos ojos, esa cara, eran piezas de ese puzle incompleto. Se quedó allí unos minutos incapaz de moverse. Entonces volvió el grito, su nombre, volvió esa súplica. Pero esta vez no vino acompañada de ninguna imagen. Pero la vio, allí sacando la mano de debajo de esa cama, la ayudo a salir, estaba cubierta de sangre, era la mujer de su delirio, susurrando ya su nombre como su última expiración. Entonces lo entendió. La arrastró hacia la ventana y la ayudó a caer hacia el vacío. Miró a la ventana de enfrente. Allí estaba, ese borracho asustado mirándole como si fuese un demonio. Buscó su encendedor en el bolsillo, pero no era un mechero, era un pintalabios lo que encontró. Se acercó al baño, escribió una frase en el espejo y se tumbó en la cama, dejándose vencer por un profundo sueño. CONCURSO DE RELATOS BREVES DEL COPB CASTELLANO TÍTULO LA VENTANA, AUTOR: RICHI PENURIAS