lne.es 27/05/2013 Innovar o morir Miguel Ángel Guardado, heredero de la tradición carpintera de Soto, invirtió para fabricar un nuevo tipo de ventanas que relance su negocio Soto del Barco, F. L. J. Desde las ventanas del despacho de Miguel Ángel Guardado que miran al este se ve la frondosa vega de Soto del Barco y el río Nalón pasando perezoso camino del Cantábrico y desde las que dan al oeste se intuye el trabajo de toda una vida: un taller de carpintería metálica en el que trabajan 17 empleados y que, pese al frenazo que ha supuesto la crisis económica para este sector, sigue abierto. Más aún, está en plena fase de expansión. ¿Cómo es posible esto? Pues gracias a la determinación de Guardado, que en plena tormenta financiera hizo lo que indica el manual del empresario: invertir para innovar, diferenciarse de su competencia para posicionarse en el mercado con ventaja. De momento, asegura, no le va mal. La innovación que introdujo la firma Siscar, que así se llama la empresa de Miguel Ángel Guardado, consiste en fabricar y colocar a domicilio ventanas de madera revestidas de aluminio. Se trata de un producto desarrollado en los países nórdicos, pero que en España apenas fabrican a día de hoy cuatro empresas, y una de ellas -la única asturiana además- está en la comarca avilesina. «El concepto es evidente: conjugar la calidez y la belleza de la madera pero con la durabilidad y comodidad de mantenimiento del aluminio», explica el empresario. La principal «barrera de entrada» a este sector innovador de las ventanas de madera y aluminio no es tanto la compra de maquinaria especializada (300.000 euros de inversión en el caso de Guardado) como disponer de conocimientos para trabajar ambos materiales. «Carpinterías de aluminio somos 286 en Asturias, es un sector muy saturado. Pero saber "trabajar" el aluminio no implica necesariamente saber "trabajar" la madera, son materias primas muy diferentes. En mi caso, y después de toda la vida metidos en esto, puedo decir que poseo ambas mañas», afirma Guardado. Natural de Riberas de Pravia, el dueño de Siscar vino al mundo entre virutas y serrín; su padre era carpintero y el pequeño Guardado hizo del taller su salón de juegos. Con 15 años, cuando aún no tenía la edad legal para trabajar, el aprendiz de carpintero entró en contacto con otro tipo de carpintería: la metálica. Fue en Coprefa, una cooperativa radicada en el Alto del Praviano de gran solera y que marcó una época. Allí, de la mano del legendario Neto -toda una institución en el negocio de los prefabricados metálicos- aprendió lne.es 27/05/2013 todo lo que se puede aprender del hierro, del aluminio y del acero. Heredero de esa tradición carpintera tan arraigada en el bajo Nalón, Guardado decidió cambiar de aires y montar una empresa por su cuenta cuando los vientos del mercado y la feroz competencia entre compañías amenazó con llevarse por delante Coprefa, como así ocurrió. «La crisis ha hecho un daño terrible al sector de la construcción y las empresas que nos dedicamos a la carpintería llevamos años malviviendo a base de tirar los precios y robarnos clientes los unos a los otros. Con la apuesta innovadora que hemos hecho lo que pretendemos es diferenciarnos, tener más cartas en la mano porque ya se sabe que el que tiene más triunfos es el que más bazas hace. También cabe la posibilidad de que nos estrellemos, pero así es el mundo de empresa: puro riesgo», explica mientras juguetea con el bolígrafo que apoya encima de su oreja. Manías de carpintero.