P0201-62-2001 TRIBUNAL PRIMERO DE SENTENCIA: Santa Ana, a las diecisiete horas cincuenta y tres minutos del catorce de agosto del dos mil uno. El presente proceso penal, clasificado bajo el número 77-2001, seguido en contra de NERY OSWALDO RUIZ GUARDADO, quien es conocido socialmente como NERY, de treinta y cuatro años de edad, comerciante en pequeño, acompañado con María Cruz Salguero Pérez, salvadoreño, originario y vecino de esta ciudad, residente en cafetería y pupusería Francisco Lara Pineda, ubicada al costado Norte de la terminal de buses departamentales Francisco Lara Pineda de esta ciudad, nacido el cuatro de septiembre de mil novecientos sesenta y seis, hijo de Pablo Ruiz y de Guadalupe Guardado, portador de la cédula de identidad personal número dos guión uno guión ciento cuarenta y nueve mil seiscientos ochenta y nueve; RUFINO DE JESUS RUÍZ GUARDADO, de treinta y un años de edad, agricultor, casado con Marta Lidia Lima de Ruiz, salvadoreño, originario del cantón Tierra Blanca, Candelaria de la Frontera de este departamento y vecino de esta ciudad, residente en el lote número tres, lotificación Las Piletas, barrio San Antonio, nacido el cuatro de enero de mil novecientos setenta, hijo Pablo Ruíz y de Guadalupe Guardado, portador de la cédula de identidad personal número dos guión uno guión ciento cincuenta y dos mil quinientos setenta y seis; ELIAS RUÍZ GUARDADO, de treinta y cuatro años de edad, carpintero y agricultor en pequeño, acompañado con Juana Antonia Pineda Martínez, salvadoreño, originario y vecino de esta ciudad, residente en callejón Guillen, colonia Las Piletas, barrio San Antonio, nacido el veintiocho de mayo de mil novecientos sesenta y siete, hijo de Pablo Ruíz y Guadalupe Guardado de Ruíz, portador de la cédula de identidad personal número dos guión siete guión cero cero diez mil ochocientos cuarenta y cinco; JEREMIAS DE JESUS RUÍZ GUARDADO, de veintidós años de edad, comerciante en pequeño, casado con Ana Miriam Clemente de Ruíz, salvadoreño, originario de Candelaria de la Frontera de este departamento, residente en el lote número tres, calle principal, lotificación Las Piletas, barrio San Antonio de esta ciudad, nacido el diecisiete de agosto de mil novecientos setenta y ocho, hijo de Pablo Ruíz y Guadalupe Guardado, portador de la cédula de identidad personal número cero dos guión cero siete guión cero cero dieciocho mil setecientos noventa y cinco; HERIBERTO LIMA, mencionado también en autos como Heriberto Luna, de sobrenombre "Queso seco" quien es de cuarenta y un años de edad, comerciante en pequeño, acompañado con Alejandra de Jesús Argueta, salvadoreño, originario del cantón Tablón del Matazano de esta jurisdicción y vecino de esta ciudad, residente en colonia Avilés cantón Comecayo, nacido el quince de enero de mil novecientos sesenta, hijo de Milagro de los Ángeles Lima y de Antonio Pinto, portador de la cédula de identidad personal número dos guión uno guión cero cero noventa mil seiscientos treinta y cinco; y, DAVID ERNESTO MENDOZA, de veintinueve años de edad, mecánico en obra de banco, acompañado con Ana Deysi Nerio Castillo, salvadoreño, originario y vecino de esta ciudad, residente en colonia San José, cantón Ayutepeque de esta jurisdicción, nacido el doce de marzo de mil novecientos setenta y dos, hijo de Gladís Mendoza y de Juan Pablo Pleitez, portador de la cédula de identidad personal número cero dos guión cero dos guión cero cincuenta y tres mil novecientos ochenta y seis; por el delito de SECUESTRO AGRAVADO, previsto con el epígrafe de ATENTADOS CONTRA LA LIBERTAD INDIVIDUAL AGRAVADOS, en el Art. 150 N° 1 y 2 Pn., cometido en contra de la libertad individual de HECTOR ALEJANDRO RODRÍGUEZ QUINTANA, quien es de cuarenta y nueve años de edad, comerciante, casado, salvadoreño, originario del municipio de San Antonio Pajonal de este departamento, portador de la cédula de identidad personal número dos guión trece guión cero cero cero cero cero seis; asimismo, se ha tramitado en contra de los referidos imputados y de JESÚS FLORES RIVERA, quien es de cincuenta y un años de edad, comerciante, casado con Rosa Elida Flores, salvadoreño, originario y vecino de esta ciudad, residente en colonia El Cocal carretera que de esta ciudad conduce a Metapán, nacido el diez de enero de mil novecientos cincuenta, hijo de Cirilo Flores y Paula Rivera, portador de la cédula de identidad personal número cero dos guión cero uno guión cero ciento veinticuatro mil doscientos cuarenta y tres, por el delito de ASOCIACIONES ILICITAS, contemplado en el Art. 345 ídem., en contra de la PAZ PÚBLICA; hechos ocurridos, respecto al secuestro agravado, inició aproximadamente entre las doce horas treinta minutos y las trece horas del veinticinco de mayo del año recién finalizado a inmediaciones de la vuelta ubicada por el pueblo llamado Ojo de Agua de la jurisdicción de Paraje Galán; y, en relación a las asociaciones ilícitas, su génesis ocurre el día jueves cuatro de mayo del año próximo pasado, reuniones que con el devenir del tiempo se desarrollaron en la ciudad de Metapán y en esta. El Tribunal de Sentencia está integrado por los Honorables Jueces: Wilson Edgardo Sagastume Galán, Alejandro Guevara Fuentes y Carlos Rodolfo Linares Ascencio, quienes, por encontrarnos frente a un concurso real de delitos, aplicamos las reglas de conexión; por lo que en virtud de lo prescrito por los Arts. 63 Nº 3, 64 Nº 1 y 53 Inc. 1° N° 2 Pr. Pn., conocimos colegiadamente en la Vista Pública de dicha causa, presidiendo en ella el primero de los Jueces mencionados; figurando como representantes de la Fiscalía General de la República, los licenciados Salvador Ruíz Pérez y Francisco Antonio Vides Guardado; y, como Defensores Particulares, los licenciados Elías Humberto Peraza Hernández, Héctor Alfonso Ramírez Figueroa, Douglas Anibal Morán Morán; y, Víctor Hugo Polanco Calderón, el primero, en la defensa técnica del encausado Julio Flores Rivera; el segundo y tercero, por el resto de implicados; y, el último, por todos los enjuiciados. La representación fiscal acusó a los imputados por medio de escrito agregado de Fs. 29 a 37, en el cual están enunciados los hechos que han sido objeto del juicio y, que en lo pertinente dice: """ (...) RELACION CIRCUNSTANCIADA DE LOS HECHOS ---Que con fecha veinticinco de mayo del dos mil, cuando se conducía la víctima a bordo de su vehículo marca "IZUZU" (Sic.) TROOPER, placas "184-756", y que se hacía acompañar de su esposa Ana Esperanza Tobar de Rodríguez, y de su nieto Héctor Alejandro Rodríguez Azcunaga y antes de llegar al desvió Cantón Ojo de Agua, de la jurisdicción de Santiago de la Frontera, le salieron de entre los matorrales seis sujetos vestidos con uniformes de la Policía Nacional Civil, quienes portaban armas de grueso calibre al parecer fusiles M-16, escopetas y pistolas calibres nueve milímetros y calibre diez milímetros y uno de los sujetos le manifestó que lo que querían era que los transportaran del lugar donde se encontraban, y fue precisamente en ese momento que encañonaron a la víctima obligándola a que se moviera hacia el asiento del copiloto tomando la conducción del vehículo uno de los sujetos vestidos de policía, que según versión del testigo JOSE LUIS "ALVANEZ" (Sic.) fue el imputado NERY OSWALDO RUIZ GUARDADO, poniéndole otro sujeto una venda en los ojos al señor Rodríguez Quintana, dejando abandonada a la esposa de la víctima y a su nieto, en dicho lugar, llevándose al señor Rodríguez Quintana con rumbo desconocido; que durante el tiempo que estuvo en cautiverio permaneció en lugares rurales de la zona no pudiendo determinar específicamente la zona por encontrarse vendado y permaneció en cautiverio por un lapso de catorce días, posteriormente luego de intensas negociaciones con los secuestradores sus familiares pagaron la cantidad de TRESCIENTOS MIL COLONES, durante su cautiverio escucho el señor Rodríguez Quintana a los sujetos que lo cuidaban hablar entre ellos que al señor Secuestrado lo hubieran tenido en un mejor lugar, pero no lo hicieron porque desconfiaban de un elemento de la organización delincuencial (…) durante el cautiverio de la víctima los secuestradores realizaron varias llamadas telefónicas a la familia, siendo el señor Víctor Corleto, persona que se encargaría de la negociación (…) siendo la primer llamada el día veintisiete de mayo del año dos mil (…) el día seis de junio del año dos mil, la señora Ana Esperanza Tobar Rodríguez esposa de la víctima le entregó la serie del dinero que se iba a entregar por el rescate, el día siete de junio (…) a las "veintiuno" (Sic.) horas treinta minutos se "libero" (Sic.) a la víctima a la altura del kilómetro 57 de la calle vieja que de San Salvador conduce a Santa Ana, a la entrada del caserío Los Elizondos, cantón El Bejuco. ---- CALIFICACION JURIDICA DE LOS HECHOS. ----- Las conductas ilícitas de los incoados mencionados se adecuan al tipo penal de SECUESTRO AGRAVADO (…) Referente al delito de ASOCIACIONES ILICITAS, la conducta de los incoados mencionados se adecuan al tipo penal mencionado (…) FUNDAMENTO DE LA IMPUTACION. ----- La presente promoción de la acción penal y la hipótesis de probabilidad positiva que contiene acerca de la existencia de los delitos y de la autoría se fundamentan en un conjunto de indicios precisos y concordantes que resultan adecuables a una relación lógica (…) VII- PETITORIO: ---- En vista de los argumentos y normas legales expuetas anteriormente, PIDO: ----- a) Admitirme el presente dictamen de Acusación. (…) –Es menester hacer énfasis en el hecho que en tal líbelo acusatorio la representación fiscal omitió hacer una relación clara, circunstanciada y especifica respecto al ilícito de asociaciones ilícitas; así como, de los elementos de convicción que la motivan, no obstante lo regulado en el Art. 314 números 2 y 3 Pr.Pn.; es por ello, que para dar cumplimiento a lo prescrito en el número 1 del Art. 357 ídem, se transcriben los hechos atribuidos por la representación fiscal en la presente Audiencia, concerniente al ilícito en mención respecto de la imputación seguida en contra de JESUS FLORES RIVERA y NERY OSWALDO RUIZ GUARDADO, la cual dice: el cuatro de mayo del año recién pasado, cuando un sujeto de nombre Nelson Edgardo León, ofrece a José Luis Albanés Mendoza, la cantidad de doscientos mil colones para que participara en un secuestro diciéndole que buscara a otra persona de su confianza, por lo que éste le presentó a Nery Oswaldo Ruíz Guardado, reuniéndose los tres sujetos en mención, en dicha reunión Nelson Edgardo le dijo a Nery que ya tenía a un señor que estaba todo programado y que habían trabajado anteritormente en situaciones similiares y proporcionó el nombre del señor Jesús Flores; asimismo, que ya tenía a la persona que iban a secuestrar y que contaba con el material necesario para realizar cualquier tipo de trabajo, vehículos, armas, teléfonos, reuniéndose posteriormente los tres con el señor Jesús Flores, en Metapán, diciendo este último que se encargaran de dar seguimiento a la posible víctima, por lo que estos siguieron a la víctima durante varios días, pero nunca pudieron ubicar la casa de la víctima, que en esa oportunidad era una señora al parecer dueña de la Casa Alvarenga y de la gasolinera ubicada en Texistepeque; por lo que, se entrevistaron con una señora de nombre Miriam Luna, quien los llevó por la veinticinco calle poniente de esta ciudad, hasta llegar al consultorio médico de nombre Centro Médico, y les enseño el consultorio de un doctor quien sería su víctima; pero, al no poder ubicar al doctor, Nery se molestó y dijo que cada quien agarrara hacia su casa """; por último, respecto de las asociaciones ilícitas atribuidas a los ahora juzgados por el delito de secuestro agravado, la relación fáctica de uno y otro ilícito es el mismo según se deduce de la acusación fiscal. En vista de la anterior acusación fiscal, el Juez Segundo de Instrucción de este distrito judicial mediante resolución de Fs. 168 a 177, ordenó la apertura a juicio en contra de los procesados por los delitos de mérito; por lo que, la Jueza Presidenta de este Tribunal fijó las ocho horas treinta minutos del siete del mes y año en curso para iniciar la celebración de la presente Vista Pública; la que, previas las formalidades de ley, comenzó a la hora señalada; y que, por lo complejo del caso y la abundancia de elementos de prueba, se prolongo hasta las quince horas treinta minutos del diez del mes y año en referencia, finalizando a la hora recién apuntada; precisándose aclarar que durante los procedimientos se han observado las prescripciones y términos de ley; y, CONSIDERANDO: I.- Los imputados expresaron querer rendir sus declaraciones sobre los hechos, amparándose en lo que establece el Art. 9 Pr. Pn.; a excepción del acusado Jesús Flores Rivera, quien conforme a lo estipulado en el Art. 87 Número 5 del mismo cuerpo legal se abstuvo de declarar, tomándosele únicamente su interrogatorio de identificación, quedando todo ello resguardado por medio de cinta magnetofónica, conforme lo estipulado por el Art. 261 Inc. 5° ídem. pudiendo resumirse sus dichos de la manera siguiente: - Referente a Nery Oswaldo Ruíz Guardado: Que el día veinticuatro de junio del año próximo pasado, fue detenido por agentes de la Policía Nacional Civil, por sospechas de que el vehículo que conducía en esa oportunidad era robado, que aproximadamente veinticinco días después de ello, fue capturado y acusado por los delitos ahora en juzgamiento, que no conoce al señor Albanés, que no sustrajeron de su negocio el dinero que dicen haber encontrado; que en el negocio si fueron encontrados seiscientos setenta y cinco colones que era producto de la venta de ese día; que el día veinticinco de mayo del año recién finalizado se encontraba en su casa de habitación y negocio de nombre Francisco Lara Pineda ubicada en las cercanías de la terminal de buses del mismo nombre en esta ciudad; que en esa fecha tenía arruinado un vehículo de su propiedad tipo pick up; siendo reparado el mismo en horas matinales; por lo que, aproximadamente entre las doce horas y las trece horas treinta minutos de ese día en compañía de los señores Julio y Víctor Manuel, transportó cuatro sacos de abono de un agroservicio que se encuentra ubicado aproximadamente a cinco cuadras de su negocio hasta la colonia Las Piletas de esta ciudad, que el señor Julio compró los sacos con abono en dicho establecimiento y que luego de ir a dejar el abono él se regresó a su casa de habitación lugar donde permaneció el resto del día y la noche. - Respecto a Rufino de Jesús Ruíz Guardado, que el se encontraba trabajando, ya que en los días de marzo y abril se prepara la tierra para las lluvias, en los primeros días de mayo se quema para la siembra, y que por el díez de mayo se siembra, que después de sembrar se dedicó a cuidar lo cultivado de los animales, del veinte de mayo comenzó a desyerbar, que los primeros días de junio del año recién finalizado se dedicó a la cosecha, que durante todo ese tiempo salía de su casa de habitación a las cinco horas treinta minutos y regresaba a las once horas a almorzar y luego se volvía a ir al "Guatal", que en el presente caso solo conoce a sus hermanos. - El dicho de Elías Ruíz Guardado se resume de la manera siguiente: El treinta y uno de diciembre de mil novecientos noventa y nueve se fue residir a Chalchuapa, y en el año dos mil trabajó en el terreno del señor Francisco Urrutía, cuando la siembra iba a dar fruto y se vino a residir a esta ciudad; asimismo, manifestó que no conoce a ese testigo ni tal testigo lo conoce a él; que es inocente. - De igual manera el dicho de Jeremías de Jesús Ruiz Guardado se detalla así: que el veinticinco de mayo del año pasado, estaba en Sonsonate salió a las seis de la mañana porque en su casa tenía la mercadería, ya que junto con el otro compañero de trabajo tenían una bodega; a las siete de la mañana llegaron con su compañero de trabajo a Sonsonate, propusieron la mercadería y a eso de las díez empezaron a repartir, a las doce horas treinta minutos fueron a almorzar, de ahí fueron al parque de Sonsonate, como a eso de las tres de la tarde empezaron a cobrar, como a las cinco de la tarde regresaron a esta ciudad y después cada quien se fue para su casa. Que en la colonia donde residía hay testigos que saben que el veinticinco de mayo del dos mil él salió a las seis de la mañana y regreso a las cinco de la tarde. -El decir de Heriberto Lima se resume de esta forma: que nunca a pertenecido a un grupo, que siempre trabaja soló, que los secuestradores viven mejor, no como él o su familia; que no saba porque el testigo lo acusa. -Y, lo manifestado por David Ernesto Mendoza, se sintetiza de esta manera: Que entre las diez horas treinta minutos y las once horas del veinticinco de mayo del año recién finalizado, llegó el y su esposa a la casa de los señores Saravia, en la colonia San Rafael de San Salvador, permaneciendo ahí el resto del día y la noche, durmiendo en dicho lugar y regresando hasta el día siguiente a esta ciudad. - Asimismo, es menester el aclarar que todos los implicados convergen, a excepción de Jeremías de Jesús Ruíz Guardado, en resaltar el hecho que uno de los testigos de nombre José Luis Albanés, les solicitaba por medio de una carta que hizo llegar al centro penal donde se encontraban recluídos, a través de la madre del incoado David Ernesto Mendoza, señora Gladís Mendoza, la entrega de una cantidad de dinero. CONSIDERANDO: II.- Durante el devenir de la Audiencia Pública no se suscitaron cuestiones incidentales que se hayan diferido para resolver en esta sentencia. CONSIDERANDO: III.- Este Tribunal resolvió por unanimidad de votos todos los puntos sometidos a su conocimiento, los cuales corresponden a los contemplados en el inciso segundo del Art. 356 Pr. Pn.; por lo que habiéndose ejercitado legalmente la acción penal y siendo este Tribunal colegiado el competente para juzgar el presente caso, se valoró en estricta aplicación a las reglas de la sana crítica, la prueba ofrecida por las partes e incorporada en la Vista Pública que a continuación se detalla: a) PRUEBA TESTIMONIAL, consistente en las declaraciones de: José Luis Albanés, Héctor Alejandro Rodríguez Quintana, Ana Esperanza Tobar de Rodríguez, Héctor Oswaldo Rodríguez Tobar, Víctor Andrés Corleto Corleto, José Obdulio Alvarado Hernández, Víctor Manuel Sánchez Rosa, José Vidaí Mendoza Figueroa, Alexánder Nixon Cooper Tobías, César Ezequiel Flández Mendoza, Jorge Antonio Mendoza Flández, Mauricio Isabas Aquino, Víctor Manuel Castro Velis, Julio Alberto Cortez, quien fuere citado como Julio Adalberto Cortez; y, María Cruz Salguero Pérez; y, b) PRUEBA DOCUMENTAL, consistente en: la acta policial en el interior del callejón ubicado en la Finca El Pichiche, caserío Paraje Galán, realizada a las diecisiete horas treinta y cinco minutos del veinticinco de mayo del presente año, Fs. 83; croquis de ubicación de fecha veinticinco de mayo del año recién finalizado; y, el álbum fotográfico de la inspección técnica ocular de esa misma fecha, Fs. 84 a 90; acta policial realizada a las diez horas veinte minutos del veintiocho de mayo del año próximo pasado, Fs. 91; acta policial realizada en el pueblo de San Antonio Pajonal, en una casa sin número a las catorce horas del veintiocho de mayo del año recién pasado, Fs. 92; acta policial realizada en San Antonio Pajonal en casa sin número a las dieciocho horas diez minutos del veintinueve de mayo del dos mil, Fs. 93 a 95; acta policial practicada en San Antonio Pajonal, en una casa sin número a las dieciocho horas diez minutos del treinta y uno de mayo del año próximo pasado, Fs. 96; acta policial realizada a las dieciocho horas del tres de junio del año recién finalizado, Fs 97 a 98; acta policial a las dieciocho horas del cuatro de junio del dos mil, Fs. 99; acta policial a las dieciocho horas treinta minutos del cinco de junio del año próximo pasado, Fs. 100; acta policial realizada a las cero ocho horas treinta minutos del seis de junio del dos mil, Fs. 101 a 132, aclárase que el Juez Instructor admitió dicha probanza como acta policial realizada a las cero horas treinta minutos de la fecha en mención; acta policial realizada en esta ciudad el siete de junio del año recién pasado, Fs. 133; acta realizada en el Ministerio Público, Fiscalía General de la República, División de la Defensa de los Intereses de la Sociedad, Unidad de Delitos Especiales, San Salvador, a las ocho horas cuarenta minutos del diecinueve de mayo del año recién finalizado, Fs. 134; acta realizada en el Ministerio Público, Fiscalía General de la República, Unidad de Delitos Especiales, Santa Ana, a las nueve horas treinta minutos del treinta y uno de julio del dos mil, Fs. 135; acta de declaración de imputado realizada en el Ministerio Público, Fiscalía General de la República, División de la Defensa de los Intereses de la Sociedad, Unidad de Delitos Especiales, de fecha treinta y uno de julio del año recién finalizado, Fs. 136; acta realizada en el Ministerio Público, Fiscalía General de la República, División de la Defensa de los Intereses de la Sociedad, Oficinas de la Fiscalía Sub Región Santa Ana, a las once horas del treinta y uno de julio del año próximo finalizado, Fs.137; acta realizada en esta ciudad a las diez horas del uno de agosto del dos mil, Fs. 138; acta realizada en el interior de esta ciudad a las dieciséis horas del uno de agosto del año recién finalizado, Fs. 139; acta realizada en el interior de esta ciudad a las trece horas del dos de agosto del dos mil, Fs. 140 a 142; acta realizada en el interior de esta ciudad a las quince horas treinta minutos del dos de agosto del dos mil, Fs. 143; acta realizada en esta ciudad a las once horas treinta minutos del tres de agosto del año recién finalizado, Fs. 144 a 145; acta realizada a las catorce horas treinta minutos del tres de agosto del año recién pasado, Fs. 146; certificaciones de los asientos de cédula de Rufino de Jesús Ruíz Guardado, Heriberto Lima, Nery Oswaldo Ruíz Guardado, David Ernesto Mendoza, Elías Ruíz Guardado, Jeremías de Jesús Ruíz Guardado, agregadas en ese orden de Fs. 147 a 152; acta de Registro y Allanamiento con autorización judicial en la pupusería y comedor la terminal de esta ciudad, a las cero horas cuarenta y cinco minutos del catorce de agosto del año recién pasado, Fs. 153 a 154; acta realizada en una casa sin número, lote número cuatro, polígono cinco, colonia San José, Ayutepeque, a las dos horas del catorce de agosto del año próximo finalizado, Fs. 155; acta de Captura, Registro y Allanamiento con autorización judicial realizada en la casa sin número lote número tres, colonia Las Piletas, sobre callejón La Guillenea de esta ciudad, Fs. 156 a 157; acta de Captura, Registro y Allanamiento con autorización judicial realizada en la casa sin número ubicada sobre la calle principal de la colonia Las Piletas, de esta ciudad, a las seis horas treinta minutos del catorce de agosto del dos mil, Fs. 158; anticipo de prueba del análisis grafotécnico del seriado de dinero entregado por el señor José Luis Albanés o José Luis Albanés Mendoza y el encontrado en el registro y allanamiento del señor Nery Oswaldo en el Juzgado Segundo de Instrucción de este distrito judicial a las catorce horas treinta minutos del ocho de junio del presente año, Fs. 17 a 28 y 67 a 68; acta realizada en esta ciudad a las siete horas del catorce de agosto del año recién finalizado, Fs. 159 a 160; constancia extendida por el Secretario del Departamento del Partido Demócrata Cristiano y diputado suplente por este departamento Jesús Guillermo Pérez Zarco, Fs. 38; constancia extendida por el Secretario General del Tribunal Supremo Electoral doctor José Humberto Heriberto Alvayero, Fs. 39; fotocopia certificada de escritura de poder general judicial y administrativo con cláusula especial otorgada por Cruz Alberto Flores Rivera a Jesús Flores Rivera, Fs. 40 a 42; fotocopia certificada de compra venta otorgada por Federico Emilio Sandoval Menéndez, Fs. 43 a 44; fotocopia certificada por notario del proceso penal clasificado bajo el número 66-2000, en el Juzgado de Paz de Candelaria de la Frontera de esta jurisdicción, Fs. 45 a 62; fotocopia certificada por notario, de la certificación del acta realizada en la delegación de la Policía Nacional Civil de esta ciudad, a las dieciséis horas del veintiséis de abril de mil novecientos noventa y siete en el proceso penal número 250-96, extendida por el Honorable Juez Segundo de Instrucción de este distrito judicial, Fs. 63 a 64, aclárase que el Juez Instructor admitió dicho documento como fotocopia certificada por notario del acta realizada en la delegación de la Policía Nacional Civil de esta ciudad, a las dieciséis horas del veintiséis de abril de mil novecientos noventa y siete en el proceso penal número 25696; fotocopia certificada por notario del escrito de Habeas Corpus presentado a la Sala de lo Constitucional de la Honorable Corte Suprema de Justicia, Fs. 65 a 66; manuscrito presentado por la defensa, con el cual se solicitó la práctica de experticia grafotécnica por parte del testigo José Luis Albanés, Fs. 167; antecedentes Penales de Nery Oswaldo, Rufino de Jesús y Elías, todos de apellidos Ruíz Guardado, a Fs. 161 a 162, 163 a 164 y 165 a 166. Resulta pertinente el hacer mención que todos los documentos antes mencionados fueron incorporados al juicio por medio de su lectura y exhibición de conformidad a lo dispuesto en los Arts. 330 Nos. 1 y 4; y, 351 Pr. Pn.. CONSIDERANDO IV.- Al realizar un análisis ponderado y objetivo en cuanto a la valoración del abanico de probanzas mencionadas anteriormente, ajustado a las reglas de la sana crítica; es decir, siguiendo los principios de la lógica, la psicología y la experiencia común; empleando un sistema racional de deducciones que guarden íntima relación con todas las pruebas de autos; este Tribunal estima que las probanzas documentales, practicadas del veinticinco de mayo hasta el catorce de agosto, ambas fechas inclusive del año próximo pasado, agregadas a fs. 83, 84 a 90, 91, 92, 93 a 95, 96, 97 a 98, 99, 100, 101 a 132, 133, 134, 135, 136, 137, 138, 139, 140 a 142, 143, 144 a 145, 146, 153 a 154, 155, 156 a 157, y 159 a 160, son contentivas de las diligencias iniciales de investigación, entendidas éstas como aquellas indagaciones que tienen el carácter de actos urgentes y necesarios - por ser de aquellos que no pueden diferirse en su realización, pues de lo contrario no se podría asegurar el resultado que se espera de ellos- y que fueron útiles para formalizar la hipótesis fáctica delictiva e ingresarla legalmente al órgano jurisdiccional a través del requerimiento fiscal; algunas de estas diligencias fueron practicadas por la Policía Nacional Civil en virtud de lo prescrito por los Arts. 238 Inc. 1°, 239 Inc. 1°, 240 y 241 números 2, 3, 7 y 8 Pr. Pn. y, otras, por agentes auxiliares del Fiscal General de la República; y, en el caso especial del acta del análisis grafotécnico del seriado de dinero entregado por José Luis Albanés Mendoza y el encontrado en el registro y allanamiento de la casa de habitación del implicado Nery Oswaldo Ruiz Guardado en el Juzgado Segundo de Instrucción de este distrito judicial, es un documento derivado de un acto que fue avalado y directamente sometidos al control jurisdiccional bajo el mecanismo procesal del anticipo de prueba, constando en la mencionada acta descriptiva, que tal acto procesal contó con la dirección del Juez Segundo de Instrucción de este distrito judicial, quien para dar cumplimiento a lo prescrito en el Art. 270 Inc. 2º Pr. Pn., se acompañó de las partes interesadas y durante el desarrollo de la diligencia reprodujo los principios rectores de la Audiencia Pública los cuales también fueron puestos en práctica por los participantes. Este instrumento legal es permitido para casos como el que nos ocupa, pues diferir su práctica para el juicio plenario, hubiese mermado la eficacia por la complejidad y el lapso temporal necesario para obtener el resultado. Déjase constancia además de que todas las diligencias mencionadas se documentaron de la manera prescrita por la ley y cumplieron con las demás formalidades que para tales efectos se exigen. Resulta necesario el ilustrar que las certificaciones de los asientos de cédulas de identidad de Rufino de Jesús, Nery Oswaldo, Elías, Jeremías de Jesús, todos de apellidos Ruiz Guardado, Heriberto Lima y David Ernesto Mendoza; y, las fotocopias certificadas por notario del testimonio de poder general judicial y administrativo con cláusula especial siendo el comitente Cruz Alberto Flores Rivera, de compraventa en la que comparece como vendedor Federico Emilio Sandoval Menéndez, del proceso penal clasificado bajo el número 66-2000, en el Juzgado de Paz de Candelaria de la Frontera de este departamento, el acta realizada en la delegación de la Policía Nacional Civil de esta ciudad, correspondiente a expediente número 250-96; y, del escrito de habeas corpus presentado a la Sala de lo Penal de la Honorable Corte Suprema de Justicia, antecedentes penales de Nery Oswaldo, Rufino de Jesús y Elías, todos Ruiz Guardado, agregadas en ese orden a Fs. 147, 149, 151, 152, 148, 150, 12 a 16, 40 a 42, 43 a 44, 45 a 62, 63 a 64, 65 a 66, 161 a 162, 163 a 164 y 165 a 166, han sido expedidas, unas, por autoridad pública en el ejercicio de sus funciones; y otras, por persona autorizada para el ejercicio de la función pública del notariado; por ende, no cabe duda sobre la fidelidad y conformidad de tales copias con su originales, puesto, que han sido elevados a la categoría de documentos públicos, unos; y auténticos, los otros; consecuentemente, no se desfiuza de su autenticidad y tienen plena validez los elementos probatorios que vierten de sus contenidos. Asimismo, no ha de dudarse de la autenticidad de las constancias extendidas por el Secretario del Departamento del Partido Demócrata Cristiano y diputado suplente por este departamento Jesús Guillermo Pérez Zarco; y, por el Secretario General del Tribunal Supremo Electoral doctor José Humberto Heriberto Alvayero, en vista de encontrarse redactados con la suficiente construcción sintáctica. El manuscrito enviado al implicado Nery Oswaldo Ruíz Guardado y a sus compañeros resulta ser estéril para sostener con solvencia que el testigo José Luis Albanés es la persona que, mediante amenaza escrita, solicitaba a los imputados el realizar un acto perjudicial en sus patrimonios, en vista que no fue posible determinar por medio probatorio idóneo que el testigo en referencia lo haya redactado. Sin embargo, el Art. 162 Inc. 1º Pr.Pn., es claro en enfatizar que los medios de prueba a vertirse en la Audiencia Pública deben versar directa o indirectamente con el objeto de la averiguación del delito; y, que la misma sea útil para el descubrimiento de la verdad; y en vista que, las constancias extendidas por el Secretario General Departamental del Partido Demócrata Cristiano de Santa Ana y diputado suplente por este departamento Jesús Guillermo Pérez Zarco y, el Secretario General del Tribunal Supremo Electoral doctor José Humberto Heriberto Alvayero; la fotocopia certificada de escritura de poder general judicial y administrativo con cláusula especial otorgada por Cruz Alberto Flores Rivera a Jesús Flores Rivera; la fotocopia certificada de compra venta otorgada por Federico Emilio Sandoval Menéndez; el escrito de Habeas Corpus presentado a la Sala de lo Constitucional de la Honorable Corte Suprema de Justicia; y, el manuscrito referido en el párrafo que antecede, son irrelevantes e impertinentes para establecer la verdad real del presente caso; por lo que, tales documentos no serán tomados en cuenta ni tan siguiera como medios de prueba para fundamentar alguna teoría defensoril, pues no es posible advertir especificamente de los mismos cuál era la que pretendian sustentar. Similar argumentación, ha de merecer la fotocopia certificada por notario, de la certificación del acta realizada en la delegación de la Policía Nacional Civil de esta ciudad, a las dieciséis horas del veintiséis de abril de mil novecientos noventa y siete en el proceso penal número 250-96, extendida por el Honorable Juez Segundo de Instrucción de este distrito judicial; puesto que con ella, al parecer la defensa técnica a tratado de mermarle fe al testigo José Luis Albanés, por haber rendido su declaración sobre un caso de homicidio; en el que, al igual que en el presente tuvo dicha calidad; empero, los suscritos Juzgadores en uso de la sana crítica; consideran que, si bien es cierto, el señor José Luis Albanés a sustentado la calidad de testigo en un caso pretérito; tal calidad no se ve afectada por el simple hecho que una persona haya declarado en uno o varios procesos; ya que testigo es toda persona, que a menudo es distinta a los sujetos procesales, a quien se llama a deponer sobre sus percepciones sensoriales concretas, relativas a hechos o circunstancias pasadas de importancia para el proceso; siendo absolutamente indiferente que éste haya presenciado otro hecho o circunstancia de relevancia procesal; aunado a ello, no existen elementos de prueba a vertirse en este caso que determinen que el testimonio rendido por el testigo José Luis Albanés en aquella ocasión o en la presente se encuentre viciado o sea falaz; razón suficiente, para que tal documento no sea objeto de valoración alguna, para la fundamentación de la resolución a pronunciar. En cuanto a la fotocopia certificada por notario del proceso penal clasificado bajo el número 66-2000, en el Juzgado de Paz de Candelaria de la Frontera de esta jurisdicción, para establecer la calidad de imputado que tenía el testigo José Luis Albanés, en el lapso temporal comprendido del treinta y uno de julio al diez de agosto del año próximo pasado, es de aclarar que tal y como lo hizo saber la defensa técnica que ofreció dicha probanza la finalidad de la misma era para demostrar que el anticipo de prueba consistente en la declaración del testigo antes nombrado no cumplió con los requisitos necesarios como para considerar valedero tal acto procesal; sin embargo, por haberse recibido la declaración del testigo José Luis Albanés en la presente audiencia, resulta ser estéril la valoración de la certificación del proceso referido al inició del presente parágrafo. En consecuencia puede afirmarse, que a excepción de la prueba detallada en los tres parágrafos precedentes, el resto de documentos tienen plena validez y son merecedores de entera fe para este Tribunal en cuanto a su contenido, en virtud de haberse controvertido éstos en el desarrollo de la presente Vista Pública; además, hay lógica secuencial dentro de ellos y al compararlos entre sí no se excluyen mutuamente. Respecto a la prueba testifical examinada en la presente Audiencia Pública, ha de mencionarse que todos fueron sometidos al interrogatorio que ordena el Art. 348 Pr. Pn., manteniendo los suscritos Jueces el celo adecuado en lo pertinente al método, técnica y calidad de interrogatorio utilizado por las partes; cumpliéndose así, inobjetablemente, con el principio de la contradicción. Enfatízase en el hecho que la variedad de testigos desfilados en esta audiencia, en todo momento fueron inmediatizados por los Infrascritos; y, la valoración individual de sus declaraciones corresponde al siguiente: Si bien es cierto que Ana Esperanza Tobar de Rodríguez, Héctor Oswaldo Rodríguez Tobar y María Cruz Salguero Pérez, manifestaron estar ligados por lazos de afectividad o por vínculos de parentesco con la víctima e imputados del caso "sub júdice", en cuanto que los dos primeros expresaron ser cónyuge e hijo de la víctima Héctor Alejandro Rodríguez Quintana, respectivamente; y la última, ser la cónyuge del incoado Nery Oswaldo Ruíz Guardado, tales circunstancias no les hacen exentos de la responsabilidad de declarar ni les inhibe para poder comparecer en tales calidades, mucho más si tomamos en cuenta que no existe prohibición alguna que obstruya la declaración testimonial de sujetos que estén ligados filialmente con la víctima e imputados. En cuanto al resto de testigos, éstos manifestaron no tener ningún vínculo de parentesco con la víctima o implicados del presente proceso; y no habiendo prueba alguna que les contradiga, así ha de presumirse. Las deposiciones de José Luis Albanés, Héctor Alejandro Rodríguez Quintana, Ana Esperanza Tobar de Rodríguez, Héctor Oswaldo Rodríguez Tobar, Víctor Andrés Corleto Corleto, José Obdulio Alvarado Hernández, Víctor Manuel Sánchez Rosa, José Vidaí Mendoza Figueroa y Alexánder Nixon Cooper Tobías; son coherentes entre sí, puesto que en lo relacionado con los sujetos que cometieron los ilícitos y lo que se predica de ellos, hay total identidad, así como en lo relativo a referencias de tiempo, lugar, personas y de condiciones de visibilidad. No adolecen de discrepancias, diferencias o contradicciones relevantes en cuanto a lo principal ni en lo relacionado con el núcleo histórico que ha sido acusado; y, al contrastar sus dichos con las probanzas documentales de cargo, no se advierten diferencias que sean dignas de resaltar; por ende, estos testigos no se excluyen mutuamente y son concordantes con las probanzas técnicas. Ha de agregarse también que, los testimonios de estas personas resultan ser verdaderos. Este razonamiento retoma claridad al fundamentarse que los juicios por ellos emitidos tienen su asidero en las inferencias probatorias razonables que se deducen de las probanzas documentales de cargo y en la sucesión de conclusiones que, en base a sus deposiciones, se fueron obteniendo; tomando en cuenta además, que los deponentes no adolecen de causal que les prohiba o impida declarar como tales. Al realizar un análisis de la declaración del señor José Luis Albanés, y de las declaraciones de los testigos de descargo, resultan evidentes dos hipótesis contradictorias en cuanto a la ubicación de los incoados en lugares diferentes en el lapso de tiempo en que se cometió el ilícito; no hay duda que hay identidad en los sujetos y que la contradicción estriba en lo que se predica de cada uno de ellos; por lo que, ante tal circunstancia han de aplicarse las máximas del tercio excluido que nos indica que, ante dos juicios contradictorios no pueden ser ambos falsos, por tanto uno tendrá que ser verdadero. Por lo general el juicio verdadero tiene concordancia con las demás pruebas de autos o proviene de una fuente desvinculada con las partes en conflicto. Para el caso en examen, los suscritos Jueces han de otorgar mayor credibilidad a la declaración del señor José Luis Albanés, en vista que entre éste y la víctima o los incoados no existía ningún vinculo de amistad o enemistad o de naturaleza tal, que lo haya llevado a inclinar su deposición; a ello cabe agregar, que no es demerecedor de credibilidad el dicho de tal testigo, por haber manifestado éste que por su intervención en los delitos de mérito ha o no obtenido un provecho injusto en su patrimonio; además de ello, los elementos de juicio vertidos de su declaración encuentran respaldo y complemento con la deposición del señor Héctor Alejandro Rodríguez Quintana, y no son contradichos con las actas Policiales y Fiscales practicadas, en la casa de habitación de la víctima, en el lugar del secuestro y en el de liberación de la víctima, el álbum fotográfico y croquis de ubicación del lugar donde se encontró el vehículo propiedad de la víctima, en el Ministerio Público, sede Fiscal; y se robustece con las actas Policiales practicadas para individualizar e identificar a los imputados y, de Registro, Allanamiento y Captura de los mismos. Asimismo, las reglas de la experiencia común y la razón nos indican la credibilidad del testigo José Luis Albanés; pues éste, no obstante el conocimiento de la amenaza permanente que traería su declaración, hizo el reconocimiento de su conducta delictual, declaró en esta sede judicial frente a los imputados; los señaló, identificó e incriminó de manera precisa en las diligencias iniciales de investigación; en cambio, los testigos de descargo, no sufrirían represalias por su dicho y, al contrario, con sus exposiciones beneficiarían a personas con las cuales se encuentran ligadas con vínculos laborales, sentimentales, de amistad y/o parentesco, tal como se expondrá con posterioridad. Si bien es cierto, podría argüirse el vínculo familiar existente entre el señor Héctor Alejandro Rodríguez Quintana y los señores Ana Esperanza Tobar de Rodríguez, Héctor Oswaldo Rodríguez Tobar, como la razón suficiente para restarles credibilidad; cierto es también, que durante sus deposiciones no hicieron incriminación directa en contra de los incoados no adviertiéndose ánimo de dañarles; por lo cual, el argumento demeritorio caería por su debilidad. Agregando a todo lo anterior ha decirse, que por la participación del señor José Luis Albanés en el ilícito de secuestro agravado y basándonos en las reglas de la sicología, es más creíble que éste recuerde los hechos y sus detalles con cierta precisión, pues durante su ejecución estaba cometiendo un delito y su vida corría peligro; mientras que los testigos de descargo, no tienen un motivo especial por el cual sean capaces de retener en sus memorias datos tan minuciosos sobre los hechos, sin dejar a un lado que sus exposiciones fueron abiertas, dando a entender que, en algunos casos, por ser compañeros de trabajo se da por sentado que todos los días estuvieron juntos. Si bien es cierto que con la declaración del señor Julio Alberto Cortez, se ha pretendido acreditar que el incoado Nery Oswaldo Ruíz Guardado no se encontraba en el lugar y momento de perpetrarse el delito, en cuanto que en el lapso temporal comprendido aproximadamente entre las once horas treinta minutos y las catorce horas del veinticinco de mayo del año próximo pasado, estuvo con el citado deponente y el señor Víctor Manuel Castro Velis, comprando abono y transportándolo a la casa de habitación del citado testigo; tal deposición resulta ser estéril y exigua de eficacia probatoria por ser demeritada en su credibilidad, en tanto que el declarante en su exposición hizo alusión con desmesurada exactitud a la fecha y "horas" en que sucedió el hecho; estando tal circunstancia en evidente riña con las reglas sicológicas y de la experiencia común al ser entendible por un razonamiento meridiano, que resulta difícil traer con precisión a nuestra memoria aquellos detalles cronológicos de acontecimientos pretéritos, sin haber un suceso de trascendencia que lo motive, mucho más si tomamos en cuenta que de la fecha de los hechos con respecto a la de su exposición, han trancurrido aproximadamente catorce meses; además de ello, el testigo José Luis Albanés ubica al implicado en referencia en el espacio y tiempo en que se sucitó el delito. El juicio de falta de credibilidad del testigo Julio Alberto Cortez, se vé fortalecido, como ya se expresó, por la increíble exactitud con que describe el lapso temporal en que permaneció en compañía del implicado Nery Oswaldo Ruíz Guardado; así como los hechos que se suscitaron en ese espacio temporal, aunque fueran de ínfima relevancia para él en ese momento, entre los cuales citamos a manera de reseña: el hecho que recordara que aproximadamente entre las once horas treinta minutos y las doce horas treinta minutos de ese día comió pupusas en el establecimiento de Nery Oswaldo Ruiz Guardado en compañía de Víctor Manuel Castro Velis; que el vehículo propiedad de dicho encartado se encontrará arruinado; que el abono lo compró aproximadamente a las trece horas, en un agroservicio ubicado a una cuadra y media del negocio del encartado en referencia; que la cantidad de abono que compró se dividía en cuatro sacos, que el implicado esperó dentro del vehículo cuando el citado deponente compraba el abono; que llegaron a las catorce horas a su casa de habitación a descargar el abono; que durante todo ese lapso temporal siempre tuvo a la vista al implicado; aunado a ello, que tales horas y circunstancias coincidieran precisa y categóricamente con lo expresado por dicho imputado en su declaración indagatoria. Merecedora de demérito también es la exposición del testigo Jorge Antonio Mendoza Flández, que al igual que el testigo de descargo antes mencionado, ha pretendido situar al incoado Jeremías de Jesús Ruíz Guardado en un lugar distinto a aquel en que sucedió el plagio, al manifestar que se encontraba junto a él repartiendo mercadería en las proximidades del mercado de la ciudad de Sonsonate, únicamente el día veinticinco de mayo del año próximo pasado; por otro lado, es de tomar en cuenta que el testigo José Luis Albanés ubica exclusivamente a dicho encartado en dos oportunidades, aproximadamente a las dieciocho horas del veintiséis de mayo del año recién pasado, cuando Jeremías de Jesús Ruíz Guardado llega a recoger a los secuestradores y a la víctima, en una finca propiedad de don Horacio Ríos, en Ayutíca, transportándolos hasta el cantón Portezuelo en las afueras de esta ciudad y, cuando tal acusado deja a los secuestradores en el lugar conocido como el basurero en las afueras de Candelaria de la Frontera; lo cual retoma fuerza, al manifestar el testigo en referencia que ignora las actividades que realizó el implicado Jeremías de Jesús Ruíz Guardado el veintiséis de mayo del año recién pasado. En cuanto a los testigos María Cruz Salguero Pérez, Víctor Manuel Castro Velis y Mauricio Isabas Aquino, ha de expresarse que sus deposiciones son pobres para fortalecer la inocencia de los inculpados Nery Oswaldo y Rufino de Jesús, ambos apellidos Ruíz Guardado, pues no proporcionaron dato alguno sobre la ubicación de estos entre las fechas en que sucedió el hecho. Similar argumentación merece la deposición del testigo César Ezequiel Flández Mendoza, en vista que ubica al implicado Rufino de Jesús Ruíz Guardado en un período extenso comprendido desde los últimos días del mes de marzo hasta el cinco o seis de junio del año recién pasado, en jornadas de trabajo semanales compuestas de lunes a sábado de las siete horas hasta las dieciocho horas, asumiendo de manera genérica que por esa razón Jeremías de Jesús estuvo en la fecha de la comisión del secuestro trabajando con él en la propiedad arrendada por el enjuiciado en mención. En base a lo expuesto y a las reglas del raciocinio común se puede concluir, que merece credibilidad el dicho del testigo José Luis Albanés, quien asume la participación en los hechos punibles, ubica claramente fechas, espacios, personas y algunos de los imputados como partícipes el delito de secuestro agravado; sabiendo que con su declaración salvaría su situación momentáneamente, pero no podrá vivir tranquilo ya que la amenaza de la muerte le seguirá el resto de su vida; mucho más si tomamos en cuenta que aún se encuentran prófugos algunos miembros de la banda, a quienes también afectó con su declaración, aunado a la incertidumbre sobre el fallo que se dictará sobre la inocencia o culpabilidad de los encartados, quienes podrían recuperar su libertad; asimismo, no tiene vinculación afectiva con ellos ni con la víctima, y su dicho está reforzado por otros elementos de prueba. En atención a las circunstancias antes señaladas, no es posible atribuir mayor credibilidad a declaraciones de personas ligadas con vínculos laborales, de amistad o afectivos con los imputados, que no se encuentran bajo la inminencia de un peligro en sus vidas al afirmar lo que dicen; y que, al contrario, pueden beneficiar con su deposición a éstos y a sus familiares; siendo asequible afirmar sin mayor esfuerzo lógico que la presencia de los deponentes como testigos de descargo es para sostener una coartada. Como corolario de lo expuesto ha de afirmarse que con excepción de las declaraciones de todos los testigos de descargo y la probanza documental referida con antelación, no existe razón de peso para que haya exclusión de alguno de los otros medios de prueba mencionados; siendo, por tanto y como ya se expuso, merecedores de entera fe para este Tribunal, pues los contenidos y afirmaciones de éstos se amoldan a los acontecimientos fáctico-jurídicos y son de absoluta credibilidad para establecer la verdad real del caso "sub exámine". CONSIDERANDO: V.- En base a la certeza de la prueba incorporada a la Vista Pública, puede afirmarse que los hechos que los que suscriben esta sentencia tienen por acreditados mantienen, bastante relación con las hipótesis acusatorias expuestas por la representación fiscal; y, esos hechos consisten en los que a continuación se detallan: - Con la declaración del señor José Luis Albanés se ha tenido por establecido que dicha persona frecuentaba un lugar ubicado por la terminal de buses Francisco Lara Pineda en esta ciudad, en un casino donde se juega billar y dados. Que el cuatro de mayo del año recién finalizado el testigo en mención se encontraba en el casino antes referido, y se le acerco un señor de nombre Nelson Edgardo León, el cual le propuso que participara en un secuestro que iba a realizar en Metapán, que en dicho ilícito tenían participación entre otros el secretario del partido político Democracia Cristiana, citando en esa oportunidad el nombre de Jesús Flores, que de dicho ilícito podían obtener como rescate tres millones de colones, de los cuales le corresponderían doscientos mil colones; asímismo, que necesitaba a otra persona para intervenir en el secuestro, encargándole a dicho testigo la labor de proponer al otro sujeto; que a raíz de dicho ofrecimiento el señor José Luis Albanés les presentó a Nery Oswaldo Ruíz Guardado. Que posteriormente se reunieron con el señor Jesús Flores, Nelson Edgardo León, Nery Oswaldo Ruíz Guardado y José Luis Albanés aproximadamente a una cuadra y media de la Casa Alvarenga en la ciudad de Metapán, que en esa oportunidad el primero de los sujetos mencionados les informó que la víctima sería una persona del sexo femenino, la cual es dueña del negocio de nombre Casa Alvarenga y de la gasolinera que se encuentra en Texistepeque; que Nelson Edgardo León manejaba un vehículo marca Volkwagen, color azul que según éste era propiedad de Jesús Flores; asimismo, que Nelson Edgardo León intervino como intermediario entre ellos y el implicado Jesús Flores. Que Nelson Edgardo León, Nery Oswaldo Ruíz Guardado y el testigo siguieron en varias oportunidades a la señora que sería su víctima, pero que nunca lograron establecer cual era su residencia, debido que al perseguirla en el vehículo siempre le perdían de vista, debido a que dicha señora se transportaba en un automotor nuevo superando la velocidad del vehículo en que le daban persecución. Que por no haber logrado el objetivo esperado, se comunicaron con la señora Miriam Luna, quien es "santera", refiriéndose a los que se encargan de catalogar a las personas que según sus parámetros son sujetos secuestrables, reuniéndose con ella previa comunicación vía telefónica en dos oportunidades; que dicha señora los llevó al hospital Centro Médico en esta ciudad, para señalarles quien sería la víctima de secuestro, siendo en esta oportunidad un galeno; pero que en esta ocasión, al igual que en la anterior, no lograron ubicar la casa del doctor, por lo que desistieron de dicho plan. Que por no haberse perpetrado los ilícitos planificados con anterioridad Nery Oswaldo Ruíz Guardado le manifestó a José Luis Albanés, que él contaba con la gente necesaria para cometer un secuestro; que posterior a esa plática se reunieron unas seis veces en diferentes fechas no consecutivas, junto a otras personas, para planificar la comisión de un secuestro en San Antonio Pajonal. - Con la deposición del testigo José Luis Albanés, también se tiene por acreditado que entre las personas que se reunieron unas seis veces con él y Nery Oswaldo Ruíz Guardado, en la casa de habitación de este último eran Heriberto Lima, Exequiel Izabas Clemente, David Ernesto Mendoza, Oscar Mauricio Palacios, un sujeto que solo lo recuerda como el cuñado de Nery; que la finalidad de esas reuniones era la de concertar la comisión de un secuestro en San Antonio Pajonal. - Con las declaración de la víctima Héctor Alejandro Rodríguez Quintana y de los testigos Ana Esperanza Tobar de Rodríguez, Héctor Oswaldo Rodríguez Tobar y Víctor Andrés Corleto Corleto, se ha tenido por establecido que aproximadamente a las trece horas del veinticinco de mayo de año próximo pasado, fue secuestrado por sujetos desconocidos el señor Rodríguez Quintana, en la vuelta que está ubicada por el pueblo llamado Ojo de Agua de la jurisdicción de Paraje Galán, cuando la citada víctima se conducía junto con su esposa y su nieto a bordo de un vehículo de su propiedad, marca Isuzu, modelo Trooper. - Con la declaración del señor Rodríguez Quintana y al señora Esperanza Tobar de Rodríguez se tiene por establecido que los sujetos que los interceptaron iban vestidos con uniformes de fatiga de la Policía Nacional Civil, quienes portaban armas de grueso calibre al parecer fusiles "M" dieciséis, escopetas y pistolas nueve y diez milímetros, que uno de los sujetos le manifestó al señor Rodríguez Quintana, que necesitaban que los llevara hacia otro lugar, pero que al instante siguiente uno de los sujetos encañonó a la víctima obligándolo a que se moviera al asiento del copiloto, tomando la conducción del automotor uno de los secuestradores, vendándole los ojos al señor Rodríguez Quintana otro de los hechores, y dejando por suplicas en ese lugar a la señora Tobar de Rodríguez y al menor, llevándose a la víctima con rumbo a Paraje Galán. - Con la particular deposición del señor Héctor Alejandro Rodríguez Quintana, se tiene por acreditado que después de unos minutos de conducirse en su vehículo los secuestradores y él emprendieron la marcha a pie, y que al darse cuenta éstos de la presencia de la Policía Nacional Civil, le quitaron la venda y empezaron a correr para cubrirse, luego continuaron caminando durante varias horas hasta llegar al día siguiente a un cerro, donde permanecieron hasta que fue trasladado en la cabina de un vehículo tipo pick up, al lugar de su cautiverio, sitio que tenía los rasgos de una cueva y que en su interior había un hoyo, permaneciendo en el interior de ese agujero hasta el día de su liberación; que en algunas oportunidades los secuestradores conversaban con él, expresándole que estaban negociando con su primo Víctor Andrés Corleto Corleto; que la víctima conversó en varias ocasiones y exclusivamente con el señor recién citado. Que fue liberado en la calle antigua que de esta ciudad conduce a San Salvador, alrededor de las veintiuna horas del siete de junio del año recién finalizado, que estuvo privado de su libertad ambulatoria por un período de catorce días; que los secuestradores le comentaron que el rescate que habían pedido por su liberación era de doscientos cincuenta mil colones; pero que al quedar libre se percató que lo que realmente habían pagado era la cantidad de trescientos mil colones; que el dinero de rescate se reunió por medio de préstamos que ascienden a la cantidad de doscientos mil colones y lo recogido o recaudado por los familiares y amigos. - Con el acta practicada por el agente de la Policía Nacional Civil, Alexánder Nixon Cooper Tobías a las diecisiete horas treinta y cinco minutos del veinticinco de mayo del año próximo pasado; asi como de la deposición del mismo vertida en esta audiencia; con el croquis de ubicación de esa misma fecha y el álbum fotográfico de la inspección ocular policial de la fecha en referencia, se tiene la certeza que en la fecha indicada al inicio de este párrafo en el interior de un callejón sin nombre, ubicado en la finca El Pichiche, caserío Paraje Galán, Candelaria de la Frontera de este departamento, fue encontrado abandonado el vehículo marca Isuzu, modelo Trooper, color azul y beige, vidrios polarizados, placas "P" ciento ochenta y cuatro mil setecientos cincuenta y seis, propiedad del señor Héctor Alejandro Rodríguez Quintana. - Con las actas practicadas en una casa sin número en el interior del pueblo de San Antonio Pajonal de este departamento, en el período comprendido del veintiocho de mayo al seis de junio, ambas fechas correspondientes al año recién finalizado; y, con las deposiciones de Ana Esperanza Tobar de Rodríguez, Héctor Oswaldo Rodríguez Tobar, Víctor Andrés Corleto Corleto y Víctor Manuel Sánchez Rosas, se tiene por establecido que aproximadamente a las diez horas quince minutos del sábado veintisiete de mayo del dos mil, se recibió en la casa de la víctima una llamada telefónica de un individuo desconocido, habiendo sido recibida por el señor Víctor Andrés Corleto Corleto en razón que éste era la persona que había sido designada por los hijos de la víctima para la negociación y era la que recibía la asesoría de un agente del Departamento Antisecuestros de la División de Investigación Criminal de la Policía Nacional Civil; que el sujeto aducía al hecho que al señor Rodríguez Quintana lo tenían bajo su poder y por la liberación del mismo exigía la cantidad de un millón de colones; que en la tarde de ese mismo día y el domingo continuaban las llamadas del sujeto, a través de las cuales amenazaba terminar con la vida de la víctima antes mencionada si no accedían a su petición; asimismo, del día lunes al jueves siguieron las llamadas con las cuales un individuo negociaba la cantidad de dinero, sugería la venta de unos camiones propiedad de la víctima, indicaba que le entregaran un arma de fuego de ésta, comunicando en unas ocasiones al señor Rodríguez Quintana quien solicitaba a sus familiares que pidieran el dinero a otras personas; que finalmente se acordó que el rescate consistiría en la entrega de trescientos mil colones, la cual fue recolectada con los aportes de la familia de la víctima y de la gente del pueblo San Antonio Pajonal, habiéndose previamente inventariado los billetes que componían la aludida suma monetaria. Que se hizo un primer intento para hacer efectiva la entrega del rescate acordado, el cual resultó ser infructuoso en razón que el señor Manuel Juárez, quien fue la persona comisionada para tal actividad, no pudo llegar exactamente al lugar señalado para ello por el secuestrador; pero que el siete de junio del año en referencia fueron entregados los trescientos mil colones sobre la carretera antigua que conduce al lago de Coatepeque, recibiéndose posteriormente una última llamada, donde el sujeto informaba que había sido recibido el dinero y que sería liberado el señor Rodríguez Quintana, quien fue encontrado a la altura del cantón El Bejuco de la misma carretera. Que el cautiverio de la aludida víctima duró aproximadamente catorce días. - Con la particular declaración del señor Víctor Manuel Sánchez Rosa, quien es agente del Departamento Antisecuestros de la División de Investigación Criminal de la Policía Nacional Civil de la ciudad de San Salvador, se puede establecer que dicho deponente brindó asesoría a la familia de la víctima desde el domingo veintiocho de mayo del año próximo pasado; que como encargado de la negociación se encontraba el señor Víctor Andrés Corleto Corleto y era la persona que recibía las llamadas; que para sus funciones, el testigo Sánchez Rosa utilizó una grabadora que los parientes del señor Rodríguez Quintana tenían conectada al teléfono de la vivienda, el cual es la extensión número doscientos treinta y seis de San Antonio Pajonal; que en promedio, se recibían entre una a tres llamadas diarias, por medio de las cuales se negociaba el rescate y un sujeto amenazaba con la muerte del señor víctima; que el día seis de junio del mismo año, fue realizado el primer intento de la entrega de la cantidad de trescientos mil colones, la cual se haría efectiva a once calles de la carretera que conduce al lugar conocido como "Los Naranjos"; que al no haber sido posible la entrega, ésta se hizo al día siguiente por el "By Pass" en una calle polvosa de la carretera antigua que lleva al lago de Coatepeque, tal como ha quedado establecido con las declaraciones de los testigos relacionados en los dos párrafos que anteceden. Que los billetes que componían el rescate, fueron inventariados por la esposa de la víctima, señora Ana Esperanza Tobar de Rodríguez. - Se tiene por establecido por medio de las actas practicadas en sede Fiscal del diecinueve al treinta y uno de julio del año recién finalizado, que a las ocho horas cuarenta y cinco minutos del diecinueve del mes y año antes citados, el señor José Luis Albanés se presentó a sede Fiscal a denunciar el ilícito de secuestro agravado en contra del señor Rodríguez Quintana, entregando seis billetes de la denominación de cien colones, los cuales fueron parte del botín recaudado en concepto de rescate de la víctima y que todo ello le constaba por haber participado en la comisión de dicho hecho punible. - Que en vista de la anterior declaración el señor José Luis Albanés pasó a tener calidad de imputado, empero, por la voluntad de éste de proporcionar información para esclarecer el hecho punible y señalar a los demás participes, la representación fiscal le ofreció otorgarle un criterio de oportunidad, que durante el lapso temporal en que el sujeto mencionado al inicio del presente parágrafo tenía calidad de imputado, se le tomó su interrogatorio de identidad y su declaración indagatoria sobre los hechos, quedando esta última resguardada en una cinta magnetofónica; así mismo, se le hizo saber los derechos que le asistían como implicado y le fue nombrado un defensor público. - Con la declaración del señor José Obdulio Alvarado Hernández, quien en la época de los hechos se desempeñaba también como agente del Departamento de la mencionada División de Investigación Criminal, se tiene por establecido, además de las circunstancias de la hora y lugar del plagio del señor Rodríguez Quintana, cantidad de dinero exigida y la entregada como rescate, fecha, lugar e intentos del pago del mismo, también se tiene por acreditado que en el seguimiento de la investigación policial que se hizo con la asistencia del señor José Luis Albanés, éste señaló al acusado Nery Oswaldo Ruíz Guardado como el jefe de la organización delincuencial en razón que en un local arrendado por el mismo frente a la terminal de buses "Francisco Lara Pineda" de esta ciudad, el cual utilizaba para el funcionamiento de un comedor y pupusería, también lo ocupaba para realizar reuniones con otros sujetos, en las cuales se planeaban secuestros, siendo el acusado Nery Oswaldo la persona que impartía las órdenes a los que con él sesionaban. Que el catorce de agosto del año próximo pasado y en el lugar antes mencionado, el testigo Alvarado Hernández realizó la captura de Nery Oswaldo Ruíz Guardado, Heriberto Lima y Exequiel Izabas Clemente Leiva, estando presente además en ese lugar la compañera de vida del primero de los citados, señora María Cruz Salguero Pérez, quien no fue capturada. Que a excepción de esta última, todos los aprehendidos se encontraban bajo los efectos de bebidas embriagantes. Que al realizarse el registro después de la detención, fue incautada una cantidad aproximada de cuatro mil novecientos colones, así como dos celulares y una licencia para portar armas a nombre de otra persona; que la aludida cantidad de dinero fue encontrada dentro de la gabeta de un mueble semejante a un ropero. Que al realizarse la entrega del rescate fue montado un operativo policial, pero no fue realizada ninguna captura para salvaguardar la vida de la víctima. - Con la anterior declaración y con las manifestaciones hechas por el señor José Vidaí Mendoza Figueroa, quien al igual que el anterior deponente, en la época de la investigación del hecho fungía como agente de la misma División de Investigación Criminal, se ha tenido por acreditado que con la asistencia del señor José Luis Albanés se pudo identificar a algunas de las personas involucradas en el hecho delictivo que se juzga, de manera que el día uno de agosto del año próximo pasado fueron identificados los acusados Nery Oswaldo, Rufino de Jesús, Jeremías de Jesús y Elías, todos de apellidos Ruíz Guardado; asimismo, el dos y tres de los mismos mes y año, fueron identificados respectivamente los implicados David Ernesto Mendoza y Heriberto Lima; que además de otras diligencias, dicho agente policial participó en la inspección que fue practicada para establecer la ruta que fue seguida por los plagiarios en el secuestro, en la cual el señor José Luis Albanés lo condujo a él y a otros compañeros policiales, inicialmente al comedor y pupusería que el acusado Nery Oswaldo tenía en a la terminal de buses "Francisco Lara Pineda" de esta ciudad y utilizaba como el lugar de reunión para la realización de secuestros, señalando además en dicho lugar un pick up propiedad de este último; que seguidamente el señor Albanés los llevó a un basurero que se encuentra entre Candelaria de la Frontera y Paraje Galán, siendo dicho lugar en el que los implicados en el secuestro se bajaron del vehículo en que llegaron y comenzaron a caminar. - Con la declaración expuesta por el señor Alexánder Nixon Cuper Tobías, quien es agente de la División de Investigación Criminal de la Policía Nacional Civil de esta ciudad, se han podido establecer que ese deponente también participó en la inspección que se ha detallado en el parágrafo que antecede, y además realizó otra en la finca El Pichiche del caserío Paraje Galán, el cual es el lugar en que fue abandonado por los secuestradores el vehículo en que se conducía la víctima a la hora de ocurrir el plagio y que ellos lo tomaron para transportarse; asimismo, después de ocurrido el hecho, el señor Cuper Tobías recibió la denuncia del ilícito rendida por la esposa del señor Rodríguez Quintana, señora Ana Esperanza Tobar de Rodríguez, en la vivienda de ésta. Que en el operativo llevado a cabo para la identificación de los acusados mencionados en el parágrafo que antecede, se formaron dos grupos dirigidos por el agente José Obdulio Alvarado Hernández, de manera que los testigos Sánchez Rosa, Mendoza Figueroa y Cuper Tobías se conducían en un vehículo e identificaban a las personas que señalaba el señor José Luis Albanés, quien se hacía acompañar del agente Alvarado Hernández, a bordo de otro vehículo. - Con la particular declaración del agente policial Víctor Manuel Sánchez Rosa, se establece además que dicho operativo se realizó en el intersticio temporal comprendido entre el uno al cuatro de agosto del año que se ha venido haciendo referencia; que con posterioridad fue capturado el acusado David Ernesto Mendoza al cual no se le decomisó ningún objeto relacionado con el delito; por otro lado, es pertinente el mencionar que el dicho de los últimos cuatro testigos relacionados es reforzado por el contenido de las actas practicadas entre el uno y el catorce de agosto del año próximo pasado. - Con la deposición del testigo José Luis Albanés, se tiene por acreditado que los secuestradores se habían dividido las tareas delictivas conformando esencialmente dos grupos, el que se encargó de la captura de la víctima y el que se ocuparía de la vigilancia y custodía de la víctima mientras durara la privación de libertad; que el miércoles veinticuatro de mayo del año recién finalizado, él junto al resto de personas que intervendrían en la captura recogieron en casa del implicado David Ernesto Mendoza los uniformes y las armas que fueron empleadas para perpetrar el delito, que dichos objetos se encontraban en dos sacos, uno color verde y el otro color blanco. Que las personas que fueron a realizar el secuestro, fueron el testigo, Nery Oswaldo Ruíz Guardado, Heriberto Lima, David Ernesto Mendoza, Elías Ruíz Guardado, Rufino de Jesús Ruíz Guardado, Exequiel Isabas Clemente y Jeremías de Jesús Ruíz Guardado; pero que este último, solo se encargó de transportarlos en un vehículo tipo pick up propiedad de Nery Oswaldo, hasta llegar al lugar conocido como el basurero en las afueras de Candelaria de la Frontera, emprendiendo la marcha a pie los secuestradores a excepción de Jeremías de Jesús, quien regresó a esta ciudad. Que fueron seis los sujetos que "desembarcaron" en el lugar conocido como el basurero en las afueras de Candelaria de la Frontera; y, que ellos eran el testigo, Nery Oswaldo Ruíz Guardado, David Ernesto Mendoza, Heriberto Lima, un sujeto al cual solo conoció como el cuñado de Nery, y Ezequiel Isabas Clemente Lima, que la función de dicho testigo era prestar vigilancia y protección al resto de secuestradores, cubriendo la retaguardia, desde el preciso momento en que fue privado de su libertad el señor Héctor Alejandro Rodríguez Quintana. Que el imputado Nery Oswaldo Ruíz Guardado fue el que se encargó de repartir los uniformes y las armas, y se ubicó en un bordo desde el cual se puede observar la calle que de San Antonio Pajonal conduce a esta ciudad, que aproximadamente a las doce horas treinta minutos del veinticinco de mayo del año recién pasado, éste avisó a los demás secuestradores que se aproximaba la víctima; por lo que salieron del lugar donde se ocultaban y comenzaron a caminar, cubiertos de sus rostros con gorros pasamontañas a excepción del testigo; que al encontrarse el vehículo a pocos pasos de ellos, le hicieron parada, solicitandole al conductor que les llevara de ese lugar, seguidamente encañonan a la víctima, empujándolo al asiento del copiloto, vendádole los ojos y tomando la conducción del vehículo el imputado Nery Oswaldo, dejando a la señora y al menor de edad, y transportándose todos los hechores junto con la víctima en vehículo marca Izuzu Trooper, con dirección al caserío Paraje Galán. Que la persona privada de la libertad ambulatoria es del sexo masculino de aproximadamente un metro setenta centímetros de estatura, complexión fuerte, color de piel clara rojiza, quien se transportaba en un vehículo marca Isuzu, modelo Trooper, vidrios polarizados, color beege o café, tipo camioneta. Que al pasar por un lugar que el testigo conoce como la Vuelta al Pichiche, siguieron un camino que conduce a un cerro y al llegar a la entrada de una finca, Nery Oswaldo Ruíz Guardado, Heriberto Lima y David Ernesto Mendoza se llevaron el vehículo para abandonarlo; y, que el resto se quedó vigilando a la víctima, que al encontrarse todos nuevamente reunidos comenzaron a caminar rumbo a Candelaria de la Frontera; pero, al percatarse que la Policía estaba patrullando la zona se desviaron nuevamente rumbo al pueblo Ojo de Agua, quitándole la venda a la víctima y agilizando el paso, caminando sin detenerse alrededor de quince horas, hasta a la finca propiedad de un señor de nombre Horacio Ríos en Ayutica, aproximadamente a las seis horas del veintiséis del mes y año en mención, donde permanecieron unas doce horas; que se quedaron en dicho lugar solamente Nery Oswaldo, el testigo y la víctima, ya que el resto de secuestradores se retiró con rumbo a esta ciudad. Que aproximadamente a las dieciocho horas de la fecha relacionada en el parágrafo precedente los llegó a traer en el pick up antes referido el mismo sujeto que los había dejado en las afueras de Candelaria de la Frontera; es decir, Jeremías de Jesús Ruiz Guardado, que en esa oportunidad la víctima fue introducido a la cabina del vehículo en mención y el resto se fue en la cama del automotor. Que Jeremías de Jesús los transportó hasta llegar al lugar conocido como Portezuelo en las afueras de esta ciudad, que al llegar a dicho sitio era de noche caminando tres kilómetros rumbo a las antenas de microondas, donde les esperaba un grupo de sujetos vestidos de civil, a quienes Nery Oswaldo Ruíz Guardado entregó a la víctima y las armas; que inmediatamente se retiraron de ese lugar dejando a la víctima en manos de los otros sujetos, que Nery Oswaldo le manifestó a José Luis Albanés que se mantuviera en contacto con él. Que el testigo no volvió a tener contacto con la víctima después de la fecha en que fue entregado al grupo que se encargó de la vigilancia del señor Rodríguez Quintana; que el testigo recibió el día ocho de junio del año próximo pasado, la cantidad de tres mil colones, por haber participado en el delito de secuestro, que la persona del sexo masculino que secuestraron el veinticinco de mayo del dos mil, fue el señor Héctor Alejandro Rodríguez Quintana. Que por el rol que desempeñó en el delito, el testigo José Luis Albanés tenía la capacidad de conocer a todos y cada uno de los plagiarios, a quienes identificó, entre otros, como Nery Oswaldo Ruiz Guardado, Heriberto Lima, David Ernesto Mendoza, Jeremías de Jesús Ruiz Guardado, Elías Ruíz Guardado y Rufino de Jesús Ruíz Guardado; siendo pertinente aclarar que el señor José Luis Albanés identificó a cada uno de los sujetos mencionados, quienes corresponden entre otros a los que en el preámbulo de esta sentencia se han enunciado con sus respectivas generales. Que las armas utilizadas para cometer el delito de mérito era un "M" dieciséis, dos escopetas doce milímetros y cuatro pistolas nueve milímetros - Con el anticipo de prueba del análisis grafotécnico del seriado de dinero entregado por el testigo José Luis Albanés y el encontrado en el registro y allanamiento del imputado Nery Oswaldo Ruíz Guardado en el Juzgado Segundo de instrucción de este distrito judicial a las catorce horas treinta minutos del ocho de junio del presente año, junto con las actas practicadas a las ocho horas treinta minutos del seis de junio del año recién pasado, en San Antonio Pajonal ocho horas cuarenta minutos del diecinueve de julio del dos mil, en sede fiscal; y, el siete de horas treinta minutos del catorce de agosto del año próximo finalizado, en el comedor y pupusería la terminal, ubicada en las cercanías de la terminal de buses Francisco Lara Pineda de esta ciudad, se tiene por establecido que los billetes entregados por el testigo en referencia; así como, la mayoría de los encontrados en la casa de habitación del imputado en referencia, son parte del entregados en calidad de rescate a los secuestradores en el delito de merito. - Con las fotocopias certificadas del archivo de cédula de identidad personal, se tiene por acreditadas plenamente la identidad de los incoados Nery Oswaldo, Rufino de Jesús, Elías, Jeremías de Jesús, todos apellidos Ruíz Guardado, Heriberto Lima y David Ernesto Mendoza. - Con los informes rendidos por la Dirección General de Centros Penales, se tiene por establecido que los imputados Nery Oswaldo, Rufino de Jesús y Elías, todos de apellidos Ruíz Guardado, han sido juzgados y condenados por otros delitos, por los cuales han cumplido con sus respectivas penas. CONSIDERANDO: VI.- Tomando en consideración todos los elementos de prueba que se han obtenido de los medios correspondientes y que se han relacionado con anterioridad, este Tribunal mediante un proceso mental razonado y acorde con las reglas del criterio humano que le han guiado para la valoración de las distintas probanzas, ha arribado a las siguientes conclusiones: -Si José Luis Albanés en compañía de varios sujetos entre estos Jesús Flores Rivera y Nery Oswaldo Ruíz Guardado, se reunieron en una casa ubicada a una cuadra y media del negocio de nombre Casa Alvarenga en la ciudad de Metapán para planificar el secuestro de una persona del sexo femenino quien era dueña del negocio recién citado y de la gasolinera que se encuentra ubicada en las afueras de Texistepeque; si posteriormente el testigo se reunió en diversas ocasiones junto a Nery Oswaldo Ruíz Guardado y Nelson Edgardo León, quien servía de intermediario entre Jesús Flores Rivera y el resto de sujetos intervinientes en la agrupación; si posteriormente se reunen en dos ocasiones el testigo, Nery Oswaldo y el intermediario de Jesús Flores Rivera, con una señora en el interior de esta ciudad para idear y planificar el secuestro de un galeno, si como ya se expuso todas las reuniones tenían con fin ulterior una pluralidad delictiva, en la cual participaron efectivamente como ha quedado establecido los imputados Jesús Flores Rivera y Nery Oswaldo Ruíz Guardado; lógico es concluir, que estos cometieron el delito de asociaciones ilícitas. -Si cuando el señor Héctor Alejandro Rodríguez Quintana se conducía junto con su esposa y su nieto en un vehículo Isuzu Trooper, a la altura del pueblo Ojo de Agua, jurisdicción de Paraje Galán fueron interceptados por varios sujetos con vestimenta de la Policía Nacional Civil armados; si estos sujetos se llevaron al señor Rodríguez Quintana en el vehículo relacionado, y a pie, hasta el lugar en que estuvo en cautiverio aproximadamente catorce días; si por la libertad de la víctima fue entregada la cantidad de trescientos mil colones los que fueron previamente seriados; si al presentarse a sede Fiscal el testigo José Luis Albanés llevaba consigo seis billetes de cien colones que coincidían con el seriado antes mencionado, y que recibió en pagó por haber participado en el secuestro y si éste, manifestó que los responsables del hecho fueron Nery Oswaldo, Rufino de Jesús, Elías, Jeremías de Jesús, todos de apellidos Ruíz Guardado, Heriberto Lima, David Ernesto Mendoza y otros que no han sido capturados, identificando a los presentes durante las diligencias iniciales de investigación; entonces, lógico es concluir que los imputados antes relacionados privaron de la libertad a la víctima durante catorce días con el ánimo de obtener un rescate por su liberación. CONSIDERANDO: VII.- Previo a hacer una valoración en cuanto a los hechos que los Infrascritos tienen por establecidos y subsumirlos a un tipo penal determinado; es menester aclarar que el secuestro agravado –atentados contra la libertad individual agravadosperpetrado en contra de la libertad ambulatoria de Héctor Alejandro Rodríguez Quintana, se ha atribuido a los imputados Rufino de Jesús y Elías, ambos de apellidos Ruíz Guardado. Al respecto cabe exponerse, que de los elementos de prueba recabados no es posible atribuirle autoría o participación alguna en este ilícito a Elías, puesto que el testigo José Luis Albanés, lo ubica únicamente al inició como parte del grupo que fueron a realizar el secuestro, pero no al mencionar a las personas que "desembarcaron" en el lugar conocido como el basurero en las afueras de Candelaria de la Frontera, y que efectivamente privaron de la libertad individual a la víctima, siendo contrario a la lógica el concluir que el incoado en referencia participó en la captura de la víctima el veinticinco de mayo del año recién finalizado, cuando éste no formó parte del grupo que fue conducido hasta el basurero ubicado en las afueras de Candelaria de la Frontera. Idénticas circunstancias a las antes expuestas han de emplearse en cuanto a Rufino de Jesús Ruíz Guardado; agregando a ello, que el testigo José Luis Albanés lo ubica en una primera instancia, al igual que en el caso de Elías, entre los sujetos que realizaron la captura de la víctima, para luego borrarlo de dicho lapso temporal y reubicarlo entre las personas que recibieron a la víctima de manos de Nery Oswaldo Ruíz Guardado y que se encargarían de la custodia de la víctima mientras esta permaneciera en cautiverio; asimismo, a preguntas de la defensa técnica el citado testigo manifestó que el encartado en referencia NO HABIA PARTICIPADO EN EL SECUESTRO; por lo que, en razón de todo lo antes expuesto, resulta difícil deducir de dicho elenco probatorio, si los implicados Elías y Rufino de Jesús, ambos apellidos Ruíz Guardado aportaron efectivamente alguna acción en la comisión del hecho; o si tales acciones fueron jurídicamente relevantes, subsistiendo a favor de ambos implicados la presunción de inocencia conforme los Arts. 12 Inc. 1° Cn. y 4 Pr.Pn., y ante la duda razonable que la prueba provoca en los juzgadores, lo más apegado a derecho es aplicar el principio universal del "in dubio pro reo" y dictar una sentencia favorable a favor de los procesados Elías y Rufino de Jesús, ambos de apellidos Ruíz Guardado por el delito de secuestro agravado cometido en contra de la libertad ambulatoria de Héctor Alejandro Rodríguez Quintana. CONSIDERANDO: VIII.- Los hechos que se han logrado establecer con las probanzas desfiladas guardan bastante relación con la hipótesis acusatoria fiscal; de igual manera, las conclusiones que a partir de éstos se han determinado y que se han expuesto "ut supra", se adecuan semánticamente a la descripción objetiva y material de las acciones prohibidas por el legislador bajo los tipos penales de asociaciones ilícitas y secuestro agravado –atentados contra la libertad individual agravados-, previstos en los Arts. 345 y, 150 # 1 y 2, ambos Pn., respectivamente; y, al realizar un ejercicio mental y subsumir la conducta exteriorizada por los encausados Jesús Flores Rivera y Nery Oswaldo Ruiz Guardado en el tipo penal de asociaciones ilícitas; y, la de Nery Oswaldo, Jeremías de Jesús, ambos de apellidos Ruíz Guardado, Heriberto Lima y David Ernesto Mendoza en el tipo penal de secuestro agravado, resulta que sus comportamientos son evidentemente típicos –tal y como se demostrará posteriormente- y se adaptan a lo que nuestro legislador conceptúa como los presupuestos de una sanción. De máxima valía es el resaltar que el delito de asociaciones ilícitas, se contrapone a los derechos consagrados en nuestra Carta Magna, en el Art. 7, que reza en lo pertinente así: "Todos los habitantes de El Salvador tienen derecho a asociarse libremente y a reunirse pacíficamente (…) no podrá limitarse ni impedirse a una persona el ejercicio de cualquier actividad licita"; debido a que las reuniones de tales asociaciones van dirigidas hacia un determinado fin que es la comisión de ilícitos; y, por ende, violentan la Paz Pública. En ese mismo margen de ideas, es menester el traer a colación la gama de derechos constitucionales que se vulneran cuando se comete un delito de secuestro, y la obligación que tiene el Estado por salvaguardar la libertad individual de toda persona humana que se encuentre dentro de las fronteras patrias, tal y como lo consagran los Arts. 1, 2, 4, 5 y 8 Cn.. En lo referente a las Asociaciones Ilícitas, hemos de decir que es un tipo eminentemente doloso de comisión; por lo que, el ejercicio de la adecuación típica se tratará desde dos niveles: primero, el del tipo penal objetivo; y, segundo, el del tipo penal subjetivo. Para empezar el análisis relativo al tipo penal objetivo, ha de decirse que las asociaciones ilícitas están clasificadas dentro de los delitos de mera actividad; por tanto, la estructura básica de la acción es sumamente simple debido a que el hecho punible queda consumado desde que se da el acuerdo o pacto de su componentes, pues con él se toma parte y el individuo se convierte en miembro de la asociación, en orden al objetivo determinado por la ley, el de cometer delitos; es decir, que tanto acción como resultado se funden dentro de la conducta típica prevista por el legislador. Para que se puede hablar de una asociación ilícita esta debe asumir el carácter indicativo de una relativa permanencia y se forma con la voluntad de los intervinientes de moverse dentro de un cierto grado de organización. Para realizar una adecuada valoración sobre la tipicidad del caso en examen, es valedero apuntar que los delitos contra la Paz pública –al que pertenece el de asociaciones ilícitas-, constituyen infracciones de peligro abstracto por ser de riesgo general y comunitario, siendo delitos de carácter eminentemente formal y de mera actividad, de los que no se requiere para su consumación un resultado lesivo y concreto; puesto que para estimarlo materializado y perfecto basta con la comprobación de haberse realizado la acción típica prohibida por el legislador, tornándose innecesario verificar la existencia de un resultado; razón por la cual no cabe en estos hechos punibles plantearnos la cuestión de la imputación objetiva. En consecuencia, ha de concluirse que las asociaciones ilícitas forman parte de los delitos clásicos de consumación anticipada, de modo que la misma se produce con absoluta independencia de cualquier resultado posterior. De lo recién expuesto se deduce que dos son las características indispensables para poder determinar la existencia de una asociación ilícita, primera la convergencia de voluntades de varios sujetos la cual según la doctrina no debe ser inferior a tres personas imputables, Jesús Flores Rivera, Nery Oswaldo Ruiz Guardado, José Luis Albanés, Nelson Edgardo León, Miriam Luna- la cual va orientada a la permanencia de la asociación no se trata de una permanencia absoluta, sino relativa encaminada a su propósito teleológico el cual es la comisión de una pluralidad delictiva, dicha organización no requiere una estructura especial de asociación, al contrario de ello, solo requiere de la mínima cohesión del grupo en orden a la consecución de sus fines. Y el segundo, es el objetivo de dicho acuerdo, el cual radica en la finalidad de la convergencia intencional de la comisión de una pluralidad delictiva, lo que conlleva a exigir la indeterminación de delitos cuya comisión se propone la asociación como requisito típico. Esto no debe originar equívocos, puesto que no se trata que los miembros de la asociación no sepan qué delitos van a cometer, sino que tengan en sus miras una pluralidad de planes delictivos que no se agote en una conducta delictiva determinada, con la concreción de uno o varios hechos –en el caso "sub júdice", el de perpetrar secuestros". El convencimiento que ambas circunstancias se verificaron en los comportamientos de Jesús Flores Rivera y Nery Oswaldo Ruiz Guardado, nos la proporcionó el testimonio de José Luis Albanés. En cuanto al tipo penal subjetivo, este aspecto llena en gran medida, la totalidad típica; el acuerdo que es propio de la asociación requiere necesariamente en los autores el conocimiento, tanto de que se la integra como de sus objetivos ilícitos; siendo dispensable que se sepa la identidad de los integrantes. Junto a tales conocimientos, el dolo se construye con la voluntad de ligarse al pacto. Por lo antes expuesto se denota con claridad meridiana la atípicidad de las conductas atribuidas a los imputados Rufino de Jesús, Elías, Jeremías de Jesús, todos de apellidos Ruíz Guardado, Heriberto Lima y David Ernesto Mendoza respecto a este tipo penal; ello, en vista que a pesar que en el requerimiento como en la acusación fiscal se afirma que dichos encartados tuvieron participación en este ilícito, cierto es también que en ningún momento el testigo José Luis Albanés los ubica en reuniones o comunicándose entre ellos o con los demás implicados en la planificación de la perpetración de una pluralidad delictiva; y, aunque el mencionado testigo haya identificado e individualizado a estos implicados, no hemos de ser indiferentes al hecho que algunos de estos participaron en la comisión de un único delito, quiza desde su ideación hasta la consumación del mismo; y otros, se encuentran unidos por vínculos de parentesco; lo cual, abre la posibilidad de que estos se visitaran ocasionalmente; y por ello, se impone una sentencia absolutoria a favor de los encartados Jesús, Elías, Jeremías de Jesús, todos de apellidos Ruíz Guardado, Heriberto Lima y David Ernesto Mendoza por este delito. Respecto al tipo penal de SECUESTRO AGRAVADO, previsto en el Art. 150 No. 1 y 2 Pr.Pn., clasificado por la ley como ATENTADOS CONTRA LA LIBERTAD INDIVIDUAL AGRAVADOS; tal y como se expresó en el parágrafo primero del presente considerando, al realizar un ejercicio mental y subsumir las conductas exteriorizadas por los encartados Nery Oswaldo, Jeremías de Jesús, ambos Ruíz Guardado, Heriberto Lima y David Ernesto Mendoza, en el tipo penal referido, resulta que sus comportamientos son evidentemente típicos, por cuanto la acción típica de privar a una persona de su libertad individual se ejecutare con simulación de autoridad pública y, por un lapso temporal mayor de ocho días a efecto de obtener un rescate, coincide con la descripción que la disposición legal que engloba la figura cualificada prevé como presupuesto de una sanción, concluyéndose de tal manera que dicha conducta representa las especiales características de la tipicidad. Por tratarse el delito que hoy se juzga de un tipo eminentemente doloso de comisión, el ejercicio de la adecuación típica debe de realizarse desde dos niveles distintos: primero, el del tipo penal objetivo; y, segundo, el del tipo penal subjetivo. Debido a la naturaleza compleja del delito de secuestro agravado que nos ocupa y que por tal razón se considera permanente mientras dure la privación de libertad de la víctima, se puede afirmar que se encuentra clasificado dentro de los llamados "delitos de resultado" y el o los sujetos activos del mismo –coautores en el caso en mención- pueden intervenir en cualquiera de las etapas de su comisión. En esta clase de delitos, la adecuación típica del tipo objetivo precisa de un esquema básico que está compuesto por tres elementos que son: la acción, el resultado y la imputación objetiva, que medie entre aquellos dos. Al realizar un análisis concienzudo de la estructura básica expuesta, vemos que su estudio no se limita a la simple actividad de colocar a la acción a la par del resultado, sino que ha de profundizarse en el hecho de que ambos elementos deben encontrarse ligados por una determinada relación, para que, de esa manera, el resultado pueda imputarse al autor o coautores como el producto de su tarea delictiva –que redunda en una acción- para la comisión del ilícito que nos atañe. En cuanto a la acción, puede definirse como un comportamiento de la voluntad humana. Como es obvio, la voluntad implica siempre una finalidad; es decir, busca "algo" que alcanzar; por ello se concluye que "toda acción humana regida por la voluntad es teleológica". Si la acción lleva invívita la voluntad, entonces es asequible afirmar que aquella pudiera ser en un momento dado, un comportamiento exterior evitable; en otras palabras, puede decirse que todo imputado pudiera evitar incurrir en acciones que son presupuestos de pena, si tuviera alguna motivación para no hacerlo. En vista de no existir prueba que demuestre la "ausencia volitiva" en la conducta exteriorizada por los encartados en el ilícito de secuestro agravado, ha de afirmarse que la acción de los mismos estuvo revestida de una voluntad de incurrir en la conducta prohibida, pudiendo haberlo evitado si se hubieran motivado para hacerlo; puesto que ha quedado establecido que la privación de la libertad individual del señor Héctor Alejandro Rodríguez Quintana no fue producto de la casualidad sino que fue el efecto de una actitud finalista de los imputados, las que pusieron en un potencial peligro la vida o la integridad física de la referida víctima. Se afirma que siempre que se realiza una acción ésta conlleva como efecto la producción de una alteración en el mundo exterior que, para el delito en estudio, constituyó una limitación del señor Héctor Alejandro Rodríguez Quintana para determinar por sí misma su situación en el espacio físico, por un período superior a ocho días; y, además el detrimento patrimonial que en su patrimonio se vio inmerso, así como el de su esposa y de las personas que contribuyeron a recaudar la cantidad solicitada como rescate; de ello es posible concluir categóricamente que, "no hay conducta alguna que no produzca un resultado"; en otras palabras, "todo resultado implica necesariamente la existencia de una acción". Al aplicar esta fórmula conclusiva al caso que nos ocupa, es lógico decir que la privación de libertad del señor Rodríguez Quintana y, el pago de una cantidad de dinero por su rescate, derivaron de la acción de los encausados, valiéndose éstos de la simulación de autoridad pública. En cuanto al elemento de la relación de causalidad, cabe decir que en el delito en mención, no resulta problemático establecerlo, pues hay una coincidencia exacta entre la acción descrita en los presupuestos de las normas jurídicas y que se encuentra sancionada por la ley penal, y los resultados obtenidos, es decir, la privación de la libertad del señor Héctor Alejandro Rodríguez Quintana y su posterior liberación previo pago de un rescate; ambas situaciones –acción y resultado- están íntima y directamente ligadas con los implicados como coautores del hecho. Como fácilmente puede concluirse, en el caso "sub júdice" es indubitable la imputación objetiva, debido a la exacta coincidencia e inmediata sucesión temporal entre la acción y el resultado. En lo relativo a la adecuación típica del tipo subjetivo del delito antes apuntado ha de expresarse que el elemento principal de este tipo lo constituye el dolo, definiéndose éste como el conocimiento y la voluntad de la realización del tipo objetivo; por ello se afirma que obra con dolo "el que sabe lo que hace y hace lo que quiere". Este elemento ha quedado evidenciado en la conducta de los incusados por cuanto para cometer el ilícito, éstos – por su cultura, edad, experiencia, carácter permanente del hecho, etc.- debieron de conocer que su acción, agravada con la simulación de autoridad pública, consistiría en privar de la libertad individual al señor Rodríguez Quintana, la cual fue por un período de catorce días; por otro lado, de sus afirmaciones unidas a los testimonios vertidos por Ana Esperanza Tobar de Rodríguez, Héctor Oswaldo Rodríguez Tobar y Víctor Andrés Corleto Corleto, se puede establecer que la realización del ilícito de SECUESTRO AGRAVADO y la posterior obtención del rescate por la liberación de la víctima fueron los efectos directamente perseguidos por los acusados y eran las metas de su voluntaria acción. Dentro del análisis que efectuamos debemos hacer constar "otro elemento subjetivo especial en este hecho"; pues, para que la conducta exteriorizada por los incoados se pueda adecuar al tipo penal de secuestro agravado o atentados contra la libertad individual agravados, Art. 150 Pn., es menester que además del dolo, que ha sido expuesto y evidenciado, el procesado haya actuado con alguna de las modalidades mencionadas en la disposición legal apuntada. Con las deposiciones de la víctima Héctor Alejandro Rodríguez Quintana, de su esposa Ana Esperanza Tobar de Rodríguez y del testigo José Luis Albanés se establece que los imputados en mención ejecutaron el delito simulando ser miembros de la Policía Nacional Civil; por lo que, los mismos incurrieron en la circunstancia agravante plasmada en el número uno de la disposición legal antes señalada; asimismo, con las actas practicadas del veintiocho de mayo al siete de junio, ambas fechas del dos mil, los testimonios de la Héctor Alejandro Rodríguez Quintana, Ana Esperanza Tobar de Rodríguez, Héctor Oswaldo Rodríguez Tobar, Víctor Andrés Corleto Corleto y Víctor Manuel Sánchez Rosas, se acredito que la víctima fue privada de su libertad individual por un periodo que se prolongó por mas de ocho días; por lo que, los imputados incurrieron en la circunstancia agravante conforme el número dos ídem. Todo lo expuesto denota con claridad meridiana que al subsumir la conducta exteriorizada de los encartados en el hecho punible en referencia, el comportamiento de estos se amolda al tipo penal de secuestro agravado, quedando establecida, por ende, la tipicidad para el caso "sub júdice". Hecho el análisis sobre la tipicidad ha de determinarse si el comportamiento de los aprisionados estuvo o no apegado a Derecho; debido a que, aunque con muy poca frecuencia, pueden presentarse situaciones fácticas que excluyen lo ilícito del actuar de una persona; estas situaciones fácticas son llamadas por la ley como "causas de justificación". Por lo anterior es que legalmente se afirma que hay presencia de antijuridicidad cuando se ha comprobado que el hecho es típico y no existen causas que justifiquen la ilegalidad de ese hecho. En los casos que se examinan, no existen elementos de prueba que hagan presumir al menos que los implicados estaban autorizados por la ley para exteriorizar la conducta prohibida por la norma penal. En consecuencia, al negarse la existencia de causas de justificación que obren a favor de los imputados, debe afirmarse que su acción, además de ser típica, es antijurídica. En nuestro Derecho Penal solamente se reputa como responsables a aquellos que pudiendo motivarse de una manera distinta a como lo hicieron; en otras palabras, esto significa que los acusados de los delitos de nos ocupan son culpables porque en vista de la edad, capacidad intelectual y grado de cultura, de los mismos pudieron perfectamente motivarse para no cometer el ilícito porque sabían del significado de su proceder y tuvieron, además, el control de la situación, los medios adecuados, el tiempo suficiente y la posibilidad de comportarse de acuerdo con las normas del ordenamiento jurídico. En razón del hecho como el que nos atañe es que se afirma que quienes pudiendo obrar conforme a Derecho no lo hicieron, deben ser objeto de reproche penal; declarándoseles culpables y haciéndose acreedores a la sanción correspondiente al delito de mérito. A todo lo anterior ha de agregarse que, ni la defensa material ni la defensa técnica de los indiciados ha logrado aportar probanzas encaminadas a establecer alguna causal de inimputabilidad de estos; asimismo, no hay ni siquiera indicios de que en la conducta de los enjuiciados haya mediado un error sobre la desaprobación jurídico penal, ni que en el obrar de estos haya sido imposible exigirles una conducta distinta. CONSIDERANDO: IX.- Durante el desarrollo de la Vista Pública fue recabado un cúmulo abrumador de elementos de prueba que ponen en clara evidencia la intervención de los acusados Jesús Flores Rivera y Nery Oswaldo Ruíz Guardado en el delito de asociaciones ilícitas que se les incoa; y, a los encartados Nery Oswaldo, Jeremías de Jesús, ambos Ruíz Guardado, Heriberto Lima y David Ernesto Mendoza en el ilícito de secuestro agravado perpetrado en contra de la libertad ambulatoria de Héctor Alejandro Rodríguez Quintana, y que sus intervenciones fueron en la calidad de coautores; puesto que en el primer caso, se vislumbra que ambos incoados convergieron en sus voluntades, las cuales iban encaminadas a un fin común; asimismo, no es posible establecer fehacientemente que en sus accionares alguno de ellos haya actuado como dirigente o promotor; por otro lado, en el caso del secuestro agravado los actos directo y apropiados para alcanzar el resultado fueron llevados a cabo de manera conjunta por aquéllos, transcendiendo más allá de los comportamientos de los partícipes e inmiscuyéndose ambos en los actos de ejecución del delito al exteriorizar cada uno de ellos una conducta especial revestida de una significación, importancia e idoneidad para lograr la captura y vigilancia de la víctima, denotándose con ello que los acusados tuvieron el codominio del hecho, así como el control de la situación y los medios precisos. En base a las pruebas, también es posible advertir que en la representación del contexto de la comisión del hecho, los incusados hicieron el trazo lógico de la división de las tareas del trabajo delictual, pues al perpetrar el hecho, cada uno hizo el aporte objetivo de una contribución directa y apropiada para lograr la consumación del mismo; unos realizaron la captura de la víctima y prestando vigilancia, otro se encargaba de llevar a los secuestradores hasta el lugar donde se iniciaría el delito y recogerlos junto con la víctima en un lugar pactado para ello, así como transportarlos hasta el lugar donde el señor Héctor Alejandro Rodríguez Quintana permaneció en cautiverio, y otros se encargaron de mantener en cautiverio a la víctima hasta la fecha en que fue liberado, cumpliendo así el supuesto de hecho típico. El reparto de los actos de ejecución del delito se advierte en el hecho que para uno de los acusados hubiere sido sumamente difícil e incómodo el realizar todas las acciones recién descritas. Por otro lado, no fue posible establecer que la voluntad de alguno de los acusados haya estado subordinada a la del otro, al contrario, lo que ha quedado acreditado es que entre ellos existía un plan en común, comprobado por el intento de la única comisión de un delito, lo que no ha de confundirse con una premeditación, pero si ha de entenderse como una fuerte vinculación o decisión conjunta, revestida del propósito de privar a una persona de su libertad individual con el propósito de obtener un rescate. En razón de todo ello y conforme a lo dispuesto en el Art. 33 Pn. los imputados Jesús Flores Rivera y Nery Oswaldo Ruíz Guardado son responsables penalmente como coautores del delito de asociaciones ilícitas, previsto en el Art. 345 Pn.. Es preciso el mencionar que de acuerdo a lo estipulado en el Art. 13 del cuerpo legal recién citado, la sanción a aplicarse a dichos incoados por el delito de mérito, corresponde a la que se imponía en la fecha de la comisión del ilícito, la cual oscila entre uno y tres años de prisión; y, los procesados Nery Oswaldo, Jeremías de Jesús, ambos Ruíz Guardado, Heriberto Lima y David Ernesto Mendoza son responsables penalmente como coautores del delito de SECUESTRO AGRAVADO, previsto en el Art. 150 No. 1 y 2 Pn., mencionado en esta disposición legal como ATENTADOS CONTRA LA LIBERTAD INDIVIDUAL AGRAVADOS, cometido en contra de la libertad ambulatoria de Héctor Alejandro Rodríguez Quintana; el cual es sancionado con una pena principal que oscila entre veinte años a veintiséis años ocho meses de prisión. Para la fijación de las penas a imponer en los casos "sub exámine", los Suscritos han de tomar en cuenta lo previsto por los Arts. 62, 63 y 64 del referido cuerpo legal, sin sobrepasar los límites mínimos y máximos establecidos por la ley para esos delitos; razonando los motivos que justifican la medida de la sanción a imponer a cada uno de los implicados, las que en ningún momento excederán al desvalor que corresponda al hecho por el cual han sido juzgados; y, por ende, en proporción directa a la culpabilidad que corresponda a cada uno de ellos. En tal sentido, para determinar la pena a imponer es preciso, pertinente y legal traer a colación las siguientes valoraciones: Que en el delito de asociaciones ilícitas, no obstante ser consumado, los incoados Jesús Flores Rivera y Nery Oswaldo Ruiz Guardado no han ocasionado daño alguno y no se dio un peligro efectivo por la comisión de dicho ilícito, pues éste se clasifica como de peligro abstracto; en cuanto, al delito de secuestro agravado las disposiciones legales sustantivas que engloban dicho tipo penal, contemplan en su seno la magnitud del daño físico que con la perpetración del mismo es posible producir en una víctima. No habiéndose aportado elementos probatorios que hagan, al menos, presumir que físicamente la víctima haya sido damnada más allá de las fronteras permisibles por la ley; además, tornándose imposible cuali-cuantificar las secuelas psicológicas que el ilícito produjo en la misma, puesto que ésas son variables dependientes del tipo de personalidad del individuo agraviado; consecuentemente, es posible afirmar que la extensión del daño ocasionado con este injusto no rebasa los límites de lo que normalmente se le atribuye a esta clase de hechos punibles; en todo caso, la medida de la pena con que este delito se castiga dentro de sus límites, además de la readaptación del delincuente, implica la retribución legal por el entuerto causado. En relación a la calidad de los motivos que impulsaron a los enjuiciados a cometer el hecho, excluyendo el que está implícito en los tipos penales, no aparecen en el proceso otros móviles más; pero tampoco puede afirmarse que la indigencia haya sido el factor criminógeno inductor principal y determinante en su conducta, pues de su interrogatorios de identidad se sabe que estos no viven en condiciones que se puedan considerar de extrema pobreza, debido a que la situación económica de ellos y de su núcleo familiar es sustentable como para ubicarlo en una clase social media-baja. Se puede afirmar que los procesados sí conocían la ilicitud de sus actos; esta afirmación es deducida de la misma naturaleza del hecho punible o de los medios empleados para ejecutar la acción; ello resulta ser certero, además, porque Jesús Flores Rivera, Nery Oswaldo Ruiz Guardado, Jeremías de Jesús Ruiz Guardado, Heriberto Lima y David Ernesto Mendoza cuenta con cincuenta y un, treinta y cuatro, veintidós, cuarenta y un; y, veintinueve años de edad, respectivamente, por la naturaleza ilícita del delito, ya sea con el hecho, de reunirse con la finalidad de planificar la comisión de una varieadad de hechos punible o, por tratarse de la limitación de la libertad personal que es un derecho inherente a toda persona humana universalmente reconocido; por ende, se les puede atribuír que comprenden la diferencia entre lo lícito y lo ilícito y las consecuencias negativas del ilegal proceder de cada uno de ellos. En cuanto a las circunstancias que rodearon al hecho y, en especial, las económicas, sociales y culturales de los autores, por la naturaleza de los ilícitos, este Tribunal considera que no pueden existir circunstancias que justifiquen una acción de este tipo. No se han encontrado atenuantes ni agravantes que apreciar en estos hechos, que hagan valorar a este Tribunal la necesidad de modificar sustancialmente o de forma especial las conductas ya reprimidas por los Arts. 345 y 150 Pn.; ya que no obstante, consta en dentro del elenco probatorio que Nery Oswaldo Ruíz Guardado con anterioridad ha perpetrado otros hechos punibles, por los cuales se le ha juzgado y condenado, el mismo no puede considerarse como reincidente y por ende no podría catalogarse como delincuente habitual, según lo contemplado en el inc. 16 del Art. 30 Pn.. Por todo lo antes expuesto este Tribunal considera que es procedente imponerle a cada uno de los procesados Jesús Flores Rivera y Nery Oswaldo Ruíz Guardado, la sanción de DOS AÑOS DE PRISIÓN por el delito de asociaciones ilícitas, en contra de la Paz Pública. las cuales en atención al principio de necesidad que orienta la función utilitarista de la sanción penal que busca no solo la readaptación social del individuo que ha delinquido, sino también proyectar sus efectos al ámbito del proceso penal, los Infrascritos estiman que tomando como base los Arts. 55, 74 Inc. 2° y 75 del Código Penal y el principio de proporcionalidad de la pena, ha de procederse al reemplazo de la sanción de recién impuesta a cada uno de los imputados relacionados en el presente parágrafo, por un período de noventa y seis jornadas de ocho horas semanales de prestación de trabajo de utilidad pública, en cuanto que constituye una forma sustitutiva de la ejecución de la pena privativa de la libertad, procurándose de tal manera una readaptación integral de los mismos y, no restringir en cuanto fuere posible, su derecho constitucional a la libertad; además, con los reemplazos antes señalado no se resiente la defensa del orden jurídico; por lo cual, las jornadas de prestación de trabajo de utilidad pública en el lapso de horas antes señalados serán cumplidas en la forma y lugar que determine el Juez Primero de Vigilancia Penitenciaria y de Ejecución de la Pena de esta ciudad, en coordinación con el Departamento de Prueba y Libertad Asistida de la Zona Occidental, al quedar ejecutoriada esta sentencia. Por otro lado, este Tribunal considera que es procedente imponerle a cada uno de los procesados Nery Oswaldo, Jeremías de Jesús, ambos apellidos Ruiz Guardado, Heriberto Lima y David Ernesto Mendoza, la sanción de VEINTISÉIS AÑOS OCHO MESES DE PRISIÓN por el delito de secuestro agravado, perpetrado en contra de la libertad individual del señor Héctor Alejandro Rodríguez Quintana. Sin embargo, no debemos soslayar que las conductas delictivas exteriorizadas por el recién condenado Nery Oswaldo Ruiz Guardado se produjeron en situaciones acordes con los requisitos propios del concurso real; por tanto, para efectos de imposición de las penas han de tomarse en cuenta las reglas prscritas por el Art. 71 del código Penal. En razón ello las penas recién impuestas a Nery Oswaldo Ruiz Guardado deberá de cumplirlas de manera sucesiva, comenzando por la pena mayor y de la manera como lo establece la Ley Penitenciaria. CONSIDERANDO: IX.- En relación a la responsabilidad civil de los procesados que se han encontrado culpables de la perpetración de uno u otro ilícito cabe decir, que la representación de la Fiscalía en la parte pertinente del escrito de acusación ha sido demasiado escueta en relación a ello, y en sus alegatos ante este Tribunal no hizo alusión a probanza al respecto, sin que se haya dado una contradicción entre las partes en cuanto a este punto; tornándose imposible emitir una condena que prive a los incoados de alguno de sus derechos sin haber sido previamente oídos y vencidos en el juicio con arreglo a las leyes; similar argumentación merece la responsabilidad civil atribuida a los incoados que fueron absueltos por los ilícitos ventilados en esta audiencia, aunado a ello que de la lectura del Art. 116 Pn. se deduce el principio de accesoriedad de la acción civil en relación con la acción penal, lógico es concluir que la imposición de una carga en carácter de responsabilidad civil ha de surgir de manera legítima toda vez que se haya declarado con certeza la existencia de una responsabilidad penal; por ende, ha de absolverse a todos los imputados de la responsabilidad civil. No hay especial condena en costas procesales por haber corrido los gastos de la acusación por el Ministerio Público; y, la defensa técnica fue sufragada por los imputados. CONSIDERANDO: X.- En cuanto a los objetos que fueron secuestrados judicialmente en el presente proceso, y que se encuentran a disposición material de este Tribunal, los cuales se encuentran detallados a fs. 178 del expediente respectivo, y en vista que de la lectura del proceso en alusión se vislumbra, que en el Juzgado Segundo de Instrucción de este distrito judicial, se encuentran diligencias pendientes respecto a los hechos púnibles tratados en la presente; los Infrascritos consideran, que tales objetos deben ser remitidos nuevamente al Juzgado Instructor en mención; en consecuencia, una vez quede firme la presente resolución remítanse los objetos relacionados en el folio antes mencionado a la sede judicial en comento. POR TANTO: Sobre la base de las razones expuestas, disposiciones legales citadas y de conformidad a lo que ordenan los Arts. 12 Cn.; 114 a 116 Pn.; 357, 360, 361, 443 y 448 Pr. Pn., este Tribunal a nombre de la República de El Salvador FALLA: A) CONDENASE: a los imputados JESÚS FLORES RIVERA y NERY OSWALDO RUIZ GUARDADO, de generales de identificación contempladas al inició de ésta, a cumplir cada uno la pena principal de DOS AÑOS DE PRISIÓN; por el delito de ASOCIACIONES ILICITAS, tipificado en el Art. 345 Pn., cometido en contra de la PAZ PÚBLICA. Con base a lo dispuesto en los Arts. 74 Inc. 2° y 75 Pn., reemplácese a cada uno de los imputados relacionados en el presente literal la pena de prisión antes impuesta en cumplimiento del Art. 55 ídem, por un período de noventa y seis jornadas de ocho horas semanales de prestación de trabajo de utilidad pública, que deberán ser cumplidas en la forma y lugar que determine el señor Juez Primero de Vigilancia Penitenciaria y de Ejecución de la Pena de esta ciudad, en coordinación con el Departamento de Prueba y Libertad Asistida de la Zona Occidental, al quedar ejecutoriada esta sentencia; por lo que, al no encontrarse restringida la libertad ambulatoria de Jesús Flores Rivera continúe en la que se encuentra; y cese la medida cautelar dictada en contra de Nery Oswaldo Ruíz Guardado por el delito en mención; en consecuencia, oportunamente póngasele en libertad por ese ilícito; B) CONDENASE: a los acusados NERY OSWALDO, JEREMÍAS DE JESÚS, ambos de apellidos RUIZ GUARDADO, HERIBERTO LIMA y DAVID ERNESTO MENDOZA, a cumplir cada uno la pena principal de VEINTISÉIS AÑOS OCHO MESES DE PRISIÓN, por el delito de SECUESTRO AGRAVADO, tipificado en el Art. 150 No. 1 y 2 del Código Penal, clasificado en esta disposición legal como ATENTADOS CONTRA LA LIBERTAD INDIVIDIAL AGRAVADOS, perpetrado en contra de la libertad ambulatoria de HÉCTOR ALEJANDRO RODRÍGUEZ QUINTANA; en consecuencia, para garantizar el cumplimiento de la sanción impuesta, permanezcan los imputados antes condenados en la detención provisional en que se encuentran por el delito de mérito hasta que esta sentencia quede firme y comience la ejecución de la misma; por lo que, remítanse al centro penitenciario correspondiente. En cuanto a las penas impuestas al condenado NERY OSWALDO RUIZ GUARDADO, por tratarse de un concurso real de delitos, con el de asociaciones ilícitas dicho implicado deberá cumplir las penas impuesta en la presente resolución de manera sucesiva, comenzando por la pena mayor y de la manera como lo establece la Ley Penitenciaria; Asimismo, condénase a las personas aludidos en los dos literales que anteceden a las penas accesorias contempladas en los números 1 y 3 del Art. 58 Pn., que establecen: la pérdida de los derechos de ciudadano y la incapacidad para obtener toda clase de cargos y empleos públicos durante el tiempo de la condena; C) ABSUÉLVESE de la acusación fiscal a los acusados RUFINO DE JESÚS, ELÍAS, JEREMÍAS DE JESÚS, todos de apellidos RUIZ GUARDADO, HERIBERTO LIMA y DAVID ERNESTO MENDOZA, de datos de identificación citados en el preámbulo de ésta, por el delito de ASOCIACIONES ILICITAS, tipificado en el Art. 345 Pn., cometido en contra de la PAZ PÚBLICA; consecuentemente, y por encontrarse restringida la libertad ambulatoria de dichos implicados por el ilícito de mérito, césen dichas medidas cautelares y pónganse oportunamente en libertad por el hecho punible en referencia; D) ABSUÉLVESE de la acusación fiscal a los imputados ELÍAS RUIZ GUARDADO y RUFINO DE JESÚS RUIZ GUARDADO, de generales mencionadas en el preámbulo de ésta, por el delito de de SECUESTRO AGRAVADO, tipificado en el 150 Nos. 1 y 2 Pn., clasificado como ATENTADOS CONTRA LA LIBERTAD INDIVIDUAL AGRAVADOS, perpetrado en contra de la libertad ambulatoria del señor HÉCTOR ALEJANDRO RODRÍGUEZ; E) Se abstiene este Tribunal de practicar cómputo de inicio y finalización de las penas antes impuestas por ser atribución del Juez Primero de Vigilancia Penitenciaria y de Ejecución de la Pena de este distrito judicial, de acuerdo a lo prescrito en los Arts. 37 Ord. 5º y 44 de la Ley Penitenciaria; F) ABSUÉLVESELES de la responsabilidad civil por no haber sido comprobada y de las costas procesales en vista que la acusación corrió a cargo del Ministerio Público y la defensa técnica fue sufragada por los imputados; y, G) Respecto a los objetos secuestrados, en virtud de encontrarse en suspenso diligencias referentes a los hechos punibles hoy juzgados, en el Juzgado Segundo de Instrucción de este distrito judicial, remítanse a dicha sede judicial. Una vez transcurra el término para recurrir de la presente sentencia sin que las partes hagan uso del mismo, declárase ejecutoriada y háganse las comunicaciones que por ley correspondan. Archívese este expediente y sáquese del libro de entradas. Mediante lectura integral, notifíquese esta sentencia.