Indefinición a penales Caro Canales – TeCuentoUnCuento.cl Solo faltaba un gol para terminar el partido. Matías miraba fijamente a su amigo Miguel, quien vigilaba cada movimiento desde el arco. El niño levantó su pie derecho, respiró profundamente y se disponía a patear, cuando un “¡Pablo, hay que entrarse!” lo desconcentró abruptamente. ¡Cómo detestaba cuando el hermano mayor de su compañero de equipo cortaba las jugadas! Cada vez que Carlos aparecía y se llevaba a Pablo, nadie decía nada. Él iba en octavo y los niños en cuarto, por lo que la ventaja de altura y fuerza era notoria. El equipo había decidido que solo los padres podían retirar jugadores de la cancha, pero el miedo a un golpe superaba cualquier regla. Un temor que Matías decidió enfrentar. “¡Tú no eres su papá, así que no te lo llevas!”, le gritó ante sorpresa de todos. El grupo de amigos esperaba la ira desenfrenada de Carlos, pero él solo se acercó, miró desafiante a Matías y le dijo “Un penal. Yo al arco. Si lo haces, se queda jugando todos los días hasta que lleguen mis papás. Si no, juegan media hora menos para siempre”. Automáticamente los niños rodearon a su vecino para respaldarlo. Todos, menos Pablo que no se movió. Matías se imaginó como Alexis Sánchez justo antes de convertir a Chile en campeón de América. Carlos, en tanto, lucía más imbatible que Neuer en la final mundialista. Como antes, el muchacho levantó su pierna derecha, respiró profundamente y se dispuso a patear, cuando un “¡Carlos, ven, estás castigado!” dejó inconcluso el momento más tenso de todos los partidos que habían tenido desde que eran vecinos. Los malos resultados de la prueba semestral de Lenguaje evitaron que Carlos no terminara anticipadamente los partidos. El equipo tenía un defensa garantizado y horas de diversión deportiva… al menos durante un mes.