EDITORIAL E l decisor político, en su intento de mejorar el bienestar y potenciar el progreso del país, ha diseñado la política económica más conveniente para alcanzar aquellos objetivos económicos que consideraba como más relevantes. En este sentido, se ha centrado la atención principalmente en generar un mayor crecimiento económico, de tal forma que suele valorarse la eficacia de las medidas implantadas por los gobiernos de los países y las actividades que han desarrollado en función de las tasas de crecimiento, ya que se supone que de este modo se consigue más empleo, recursos, etc., es decir, un mayor bienestar de índole material, básicamente. Por ello, la mayor parte de los economistas y los decisores políticos tienen un gran interés por conocer cuáles son los factores impulsores de ese crecimiento, a fin de poder así utilizar los instrumentos más adecuados para alcanzar ese objetivo. A lo largo de la historia del pensamiento, se han considerado una gran cantidad y variedad de factores que desempeñaban ese papel. En un primer momento, los estudios se centraron en los factores de carácter cuantitativo, ya que, entre otras cosas, se disponía de mayor información estadística sobre ellos. En cambio, en las últimas décadas, también se han ido incorporando otros de índole cualitativa, sobre todo conforme se fue mejorando la información relativa a este tipo de variables. Dentro de este ámbito, y sobre todo recientemente, ha existido un gran consenso en señalar a los procesos de I+D+i como elementos esenciales a la hora de potenciar y estimular el crecimiento económico, ya que con modelos más o menos sofisticados, se ha venido resaltando, entre otras cuestiones, la importancia que tienen a la hora de hacer más competitivos los productos, lo que facilita tanto mantener como ampliar los mercados a los que se dirigen, favoreciendo la prosperidad del país. A su vez, gracias a ello, influye en diferentes sectores y variables económicas que inciden también de forma más o menos directa sobre este objetivo esencial de política económica: afecta a la dinámica del mercado de trabajo, 5 Clm.economía. Num. 16 aumenta la productividad y eficiencia de los trabajadores, mejora la calidad de los productos, se reducen los precios, etc. En este sentido, hay que añadir que no se trata de un fenómeno nuevo, sino que es inherente al desarrollo humano, ya que desde los escritos de los autores clásicos se habla de la importancia que tienen la investigación y la innovación, así como los efectos que ejercen sobre la sociedad y la conducta humana, no sólo en lo que se refiere al debate de si se destruye o no empleo, sino también a la aceptación o no por parte de la sociedad de las nuevas tecnologías y los cambios en los hábitos de comportamiento que este proceso conlleva. Lo señalado en el párrafo anterior es importante a la hora de estudiar los procesos de I+D+i porque los modelos, sobre todo de carácter schumpetariano, que se han venido elaborando y desarrollando desde el primer tercio del siglo pasado, en los que la innovación desempeña un papel esencial en el proceso de crecimiento económico, gracias sobre todo a la actuación del empresario innovador, ya que sin él no sería posible implantar en la empresa los avances que se están realizando, también indican que la eficacia e ido6 neidad depende en gran medida de los efectos que puedan tener las innovaciones en el ámbito social. Esto es, los efectos que tiene sobre la sociedad, ya que en función de que sean positivos o negativos, se defenderá o no la implantación de políticas que potencien los procesos de I+D+i. Es por ello que en estos modelos se incluye el clima social como una de las variables que juega un papel relevante en el proceso innovador, y se puede influir sobre éste mediante políticas redistributivas, lo que implica la consideración dentro del análisis de factores no sólo económicos sino también sociológicos que hay que tener presentes a la hora de realizar este tipo de estudios. La política educativa resulta, de esta forma, esencial en este proceso y sobre todo hay que resaltar el papel que desempeñan las universidades en este proceso, desde una doble perspectiva. Por un lado, como transmisoras de conocimientos que faciliten la asimilación y utilización de los nuevos procesos productivos que se vayan generando. Por otro lado, como creadoras de nuevos procesos de I+D+i, ya sea de forma independiente o en colaboración con otras instituciones y/o empresas. EDITORIAL Así pues, en función de lo expuesto, podemos comprobar la necesidad de considerar diversos aspectos relacionados con la I+D+i que pueden potenciarla o no, con la incidencia indirecta que ello supone sobre el objetivo de crecimiento económico. En este sentido, las políticas fiscales, educativas, la competitividad, etc., son elementos esenciales a la hora de llevar a cabo este tipo de análisis. Y por ello en este número, ofrecemos al lector un conjunto de trabajos que analizan la situación de los procesos de I+D+i desde diferentes ámbitos, lo que nos permitirá finalmente tener una visión bastante completa sobre los mismos. La Dirección. 7