EL CONCEPTO DE MADRE EN MELANIE KLEIN Y EN LACAN Vassallo, Viviana A partir de una frase que J. A. Miller despliega en su artículo: “Introducción a la lógica de la cura del pequeño Hans, según Lacan” (Publicada en Colección de Orientación Lacaniana “La lógica de la cura”,editado por EOL, 1993), intentaré establecer algunos puntos de convergencia y de divergencia entre el concepto de madre que M Klein plantea en sus teorizaciones acerca de las posiciones que estructuran el psiquismo, junto a los desarrollos sobre el Complejo de Edipo, en el varón y en la niña; y el concepto de madre, que en Lacan aparece vinculado al Deseo Materno y las vicisitudes edípicas. Dice Miller: “…El pequeño Hans –según Lacan- no sale del dominio, del imperio de la madre. Es decir que también el hilo que recorre la investigación de la relación de objeto es el de la potencia de la madre, que una vez Lacan califica de amo, de “maitre”, el amo-madre. Es lo que permanece en su teoría como madre real, una madre insaciable, pero también todopoderosa. Y lo aterrorizante de esta figura de la madre lacaniana es que es a la vez todopoderosa e insaciable. Por supuesto debajo está la figura kleiniana de la madre, y en cierto modo, en el Seminario IV encontramos la reelaboración de Lacan de la doctrina de Melanie Klein…”1. Miller parte de la idea que en el Seminario IV de Lacan: “La relación de objeto”, nos encontramos con el nacimiento de la noción de “la logica de la cura”, aquí Lacan elabora la cura del pequeño Hans, desde una perspectiva lógica. Uno de los temas asociados a la noción de la lógica de la cura es el tema de la madre . Como dice Miller, “…este seminario , del inicio al final, es una teoría de la madre..” Pero la madre como mujer, es decir se trata de las consecuencias clínicas que para todo sujeto tiene la sexualidad femenina, en tanto todo sujeto es hijo de una madre (mujer). La madre aparece en la fórmula de la Metáfora Paterna como Deseo de la madre, D.M.. El deseo de la madre se refiere a la castración femenina, a la madre como sujeto correlativo a una falta, no la falta de ser sino la falta de objeto. Se vincula a la privación. Por lo tanto lo determinante para todo sujeto niño es cómo se inscribe en esa relación, cómo se articula al punto de conexión del sujeto femenino y de su falta. Este seminario muestra la cara de la sexualidad femenina ligada a la insatisfacción constitutiva del sujeto mujer. Por eso dice Miller: “….la madre lacaniana, responde a la fórmula “quorens quem devoret”, busca a quien devorar…” de allí que Lacan utilice después la metáfora del cocodrilo con las fauces abiertas. El elemento central de la relación con la madre es la devoración , la relación oral con la madre. La cuestión infantil será entonces cómo saciar el deseo de la madre con respecto a su falta. Se trata de cómo se ubica el niño como sustituto de la falta fálica, y cómo el niño descubre que no es suficiente para saciar esa falta, porque el partenaire de la madre como mujer es su falta, la falta de falo. 1 Millar, J.A. “Introducción a la lógica de la cura del pequeño Hans, según Lacan” en : Colección de Orientación Lacaniana “La lógica de la cura”, editado por EOL, 1993, pag. 34. La posibilidad del niño de salir del dominio, del imperio de la madre va a estar en relación directa a la intervención del significante del Nombre del Padre, dando lugar a la sustitución significante que plantea la Metáfora Paterna. Las dificultades en la inscripción o transmisión del Nombre del Padre tendrán efectos en la estructura, pudiendo quedar el niño “bajo el imperio de la madre”. Si se trata de poner en claro los términos de esta comparación, vemos que por el lado de Lacan la madre, es la madre del Deseo Materno, la madre real, todopoderosa e insaciable. Del otro lado deberíamos situar la madre tal como la plantea Klein, fundamentalmente, en la posición esquizoparanoide. Cómo abordar el concepto de madre en Melanie Klein?. Imposible separarlo de los conceptos de objeto y posición. El concepto de posición se refiere a una ubicación determinada del sujeto dentro de una situación objetal completa. Implica una serie de vínculos ordenados alrededor de un rol central, de sentimientos distribuidos entre el padre y la madre, de identificaciones y elecciones de objeto alternantes o superpuestos. Aparece como respuesta a un tipo específico de angustia. La posición es considerada como una situación que involucra toda la vida psíquica del sujeto. M. Klein elije el término “posición” para las fases paranoide y depresiva, porque estos agrupamientos de angustias y defensas, aunque se produzcan por primera vez en los primeros estadios, no se limitan a ellos sino vuelven y se reproducen durante los primeros años de la infancia y en la vida ulterior. Para esta autora la vida emocional del lactante empieza por la angustia y su primera manifestación visible: la experiencia del nacimiento. La situación del nacimiento perturba el equilibrio que en el estado prenatal hay entre Eros y Tánatos, produce una defusión de los impulsos con activación de lo tanático. La posición se constituye con la reacción de un yo rudimentario que activa defensas para tratar de dominar la irrupción de angustia. Esta primera angustia es vivida como ataque, angustia de persecución. La primera defensa será el spliting inicial, clivaje entre bueno y malo, entre las experiencias gratificadoras y las frustradoras, placenteras y dolorosas. Otras defensas que se pondrán en juego serán: la proyección, introyección, idealización del objeto, identificación proyectiva etc. Como la angustia provocada por el trauma del nacimiento es básicamente paranoide, los impulsos predominantes son orales, el sentimiento de voracidad está ligado a la angustia. En este mundo externo-interno fantasmagórico, (todavía no diferenciado) de la posición esquizo-paranoide el niño establece relaciones con un objeto parcial: el pecho. En el niño muy pequeño existen al lado de sus relaciones con objetos reales relaciones con imagos irreales, vividas como figuras excesivamente buenas o malas. Ciertos objetos idealizados y otros perseguidores vienen a constituir el prototipo de lo que en un grado ulterior de la evolución será el Superyó . Podemos suponer entonces que en esta posición el concepto de madre está referido a este objeto parcial, terrorífico o maravilloso, idealizado o persecutorio, con el cual el niño se relaciona. Comparte con la madre lacaniana el atributo de la voracidad y de la omnipotencia, pero a diferencia del planteo de Lacan, esta madre no parece privada de nada. En el mundo interno , primer mundo objetal del yo primitivo encontraríamos: el objeto idealizado, fantástico, rígido y paralizante; el objeto perseguidor, correlativo del anterior; el objeto bueno, que tiene por función proporcionar al yo seguridad interna frente a la frustración o el ataque; el objeto malo, correlativo del anterior y la presencia de la madre : es la presencia percibida de la madre, no constituida como objeto al principio, inconexa inicialmente, adquiriendo mayor coherencia a medida que el mundo externo e interno se van unificando. Se relaciona con el objeto bueno, el objeto malo y la madre real. Es embrión del objeto total y completo a construirse en la posición depresiva. Cuando el niño, (entre los cuatro y cinco meses aproximadamente) llega a reconocer a su madre como persona completa, real y amada, la reconoce como persona total y diferente, constituyendo una relación de objeto total. Así se establece la posición depresiva. Sólo cuando el objeto es amado como totalidad, puede su pérdida ser vivida como pérdida total. Sobrevienen sentimientos de culpa y remordimiento, temor por haber dañado o dañar el objeto. La aparición de la angustia depresiva es correlativa de profundas modificaciones estructurales que afectan la constitución y función de los objetos introyectados y de los objetos exteriores, la estructura del Yo y del Superyó y sus relaciones. Posibilita también el Complejo de Edipo temprano. El establecimiento de la madre como objeto completo y diferente del niño implica la relación de ella con un tercero, en particular con el padre. Podríamos pensar entonces que la madre de la posición depresiva , con su estatuto de objeto total, estaría incluída en el triángulo edípico: madre-niñopadre. La intervención del padre representa la estaca en la boca del cocodrilo, hace de tope a la voracidad materna. Tanto la madre kleiniana como la lacaniana resultan atemorizantes por su carácter insaciable y todopoderoso. Representan el aspecto arbitrario de La Ley no regulada por el significante fálico. Dan cuenta de un goce caprichoso del cual el niño puede ser objeto. EL CONCEPTO DE MADRE Y EL COMPLEJO DE EDIPO EN MELANIE KLEIN Para M. Klein el C. de Edipo comienza en el primer año de vida, y en ambos sexos se inicia siguiendo caminos similares. La relación con el pecho es uno de los factores esenciales que influye. La satisfacción experimentada con el pecho materno le permite al niño dirigirse a otros objetos, ante todo al pene del padre. La frustración, inevitable, sufrida con el pecho, impulsa al niño a abandonarlo y buscar el pene. Pecho y pene son los objetos primarios de los deseos orales del niño. La escisión en pecho bueno-idealizado y pecho malo-perseguidor es trasladada a la relación ulterior con el pene del padre. El desengaño inevitable refuerza la regresión hacia el primer objeto. Según las ocasiones cada objeto puede convertirse en bueno o malo. Esta oscilación entre los diferentes aspectos de las imagos primarias significa una interacción entre los estadios tempranos del C. de Edipo, invertido y positivo. Los deseos genitales se unen pronto a los impulsos orales del niño, van dirigidos hacia la madre y el padre. Desde el comienzo el temor del niño a la pérdida de sus objetos queridos, como consecuencia de su odio y agresión, intervienen en su relación con los objetos y en el C. de Edipo. Como corolario de estos sentimientos surge la necesidad de reparación. El desarrollo edípico del varón: Si el niño puede desplazar una parte de sus deseos tiernos y libidinosos del pecho de la madre al pene del padre, y al mismo tiempo seguir considerando al pecho como objeto bueno, imaginará el pene del padre como un órgano bueno y creador que le causará satisfacción libidinosa y le dará niños como se los da a su madre. Esta es la raíz del complejo de Edipo invertido., condición previa para la capacidad del varón de desarrollar sus deseos edípicos positivos. Sólo cuando tiene la creencia de la bondad del genital masculino, del padre y el suyo, puede experimentar deseos genitales hacia su madre. Cuando el temor al padre castrador está mitigado por su confianza al padre bueno, puede enfrentar su odio y rivalidad edípicas. Se desarrollan simultáneamente las tendencias edípicas invertidas y positivas. Tan pronto se tienen sensaciones genitales se activa el temor a la castración. Este temor se vivencia bajo el predominio de la libido oral (temor a que su pene vaya a ser arrancado de un mordisco por su padre, y como contrapartida, deseo de arrancar mordiendo el pene del padre). Si se produce una unión e identificación con su padre bueno el niño percibe que su pene adquiere cualidades reparadoras y creadoras. Todas estas emociones y fantasías le permiten enfrentar su temor a la castración y establecer de un modo firme su posición genital. El desarrollo edípico en la niña: Los estadios tempranos del desarrollo edípico coinciden con los del niño. A la niña se le presenta el deseo de recibir el pene cuando, dada la naturaleza receptiva de sus órganos genitales se le refuerzan las sensaciones correspondientes. Para M. Klein la vagina está representada en el Inconciente. La niña tiene un conocimiento inconciente que su cuerpo contiene bebés en potencia.. El pene del padre como objeto que da bebés se convierte en un objeto fuertemente deseado y admirado por la niña. La niña tiene dudas acerca de su capacidad de poder tener niños, se siente en una posición de desventaja al compararse con su madre. A diferencia del varón, cuya potencia se refuerza por la posesión del pene, la niña no tiene cómo tranqulizarse respecto a su fertilidad futura. El rasgo esencial del desarrollo de la niña lo constituye el hecho de que su desarrollo genital está centrado en el deseo femenino de recibir el pene paterno y su preocupación inconciente principal sea la referente a sus bebés imaginados.. Su deseo de poseer un pene y de ser varón es expresión de su bisexualidad. Su deseo de tener un pene propio es secundario a su deseo de recibir el pene. DIFERENCIAS CON EL CONCEPTO FREUDIANO. Es M. Klein misma quien establece las diferencias con los conceptos freudianos. Para ella: -El desarrollo sexual y emocional del niño y de la niña incluyen desde la primera infancia sensaciones y rasgos genitales, que constituyen los primeros estadios del complejo de Edipo positivo e invertido. Son sentidos bajo la primacía de la libido oral, y se entremezclan con fantasías uretrales y anales. En el estadio de la primacía genital la situación edípica positiva alcanza su punto culminante. El niño y la niña tienen un conocimiento inconciente del pene y de la vagina.. Considera mas adecuado hablar de fase genital que de fase fálica. -El superyó se inicia en la fase oral en ambos sexos. El primer objeto introyectado: el pecho materno forma la base del superyó. La relación con la madre introyectada afecta de diversas formas a todo el curso del desarrollo del superyó. Algunos de los rasgos más importantes del superyó, ya sea amante y protector o destructivo y devorador, provienen de estos componentes tempranos maternos del superyó. -Respecto a la angustia de castración, si bien coincide con Freud en que es la ansiedad predominante en el varón, no la considera el único factor que determina el sepultamiento del complejo de Edipo. Durante el desarrollo las ansiedades tempranas de diferentes orígenes cumplen un papel al lado de la angustia de castración. La situación edípica pierde fuerza no sólo porque el niño teme la destrucción de su órgano genital por un padre vengativo, sino que por sentimientos de culpa quiere preservar y proteger a su padre. -En cuanto a la niña, la fase en la que Freud considera que está únicamente unida a su madre, incluye también los deseos dirigidos hacia el padre, y los estadios tempranos del complejo de Edipo, positivo e invertido. Cada aspecto de la relación con la madre ejerce una influencia profunda y permanente en la relación con el padre. La envidia al pene y el complejo de castración juegan un papel esencial en el desarrollo de la niña, pero están muy reforzados por la frustración de los deseos edípicos positivos. Los deseos de la niña del pene paterno se mezclan con sus primeros deseos genitales de recibir dicho pene. Estos deseos genitales implican también el deseo de recibir un niño del padre, según la ecuación: pene=niño. De la lectura de estas conceptualizaciones se desprenden las profundas diferencias con el planteo freudiano, y más aún con el de Lacan, que postula un “retorno a Freud”. Para M. Klein el pecho y el pene son objetos, con los cuales el niño establece relaciones diversas. El FALO operador central del C. De Edipo, tanto para Freud como para Lacan, no está considerado como tal, pues no sólo que el pene no es el falo, sino que el pene es un objeto, como lo es el pecho. Esta divergencia respecto a la noción de falo, se correlaciona con el papel asignado a la angustia de castración. El concepto de falta, el falo como significante de esta falta, no está incluido en el planteo kleiniano. En este aspecto la madre, no es considerada como mujer, en relación a su falta, en relación a su privación. Porque además, para esta autora, existe un conocimiento inconciente de la vagina. Si bien desde esta óptica la madre no parece privada de nada, tampoco se valoriza la idea de la madre fálica, dado que para Klein el deseo de la niña de tener un pene, es secundario al deseo genital de recibir el pene del padre, y los bebés que éste puede darle. LA MADRE, kleiniana, parece estar referida a LA MUJER, no atravesada por la castración, como un Gran Otro gozador. Es por las marcas de este Otro que el viviente adviene al universo simbólico, pero es gracias al reconocimiento de la falta en el Otro que este viviente puede adquirir la categoría de sujeto deseante. Para M. Klein la madre aparece como objeto total, en la medida en que en este objeto se reúnen los aspectos idealizados y los persecutorios. Y esto sucede gracias a la primacía de los aspectos buenos, de las experiencias gratificadoras. Recien cuando este objeto aparece como objeto total puede sobrevenir el temor a perderlo. Si la escisión del objeto (en bueno y malo) es correlativa a la primariedad del instinto de muerte, la integración del mismo es resultado de la fusión o mezcla adecuada de los instintos de vida y de muerte. Podríamos pensar que el concepto de goce, tal como se deduce del Mas allá del Principio del Placer freudiano, que muestra la cara de la pulsión de muerte podría resultar un concepto articulador entre el pensamiento kleiniano y el pensamiento freudiano-lacaniano. Viviana Vassallo Noviembre 2005 BIBLIOGRAFIA:-Baranger; W: “Posición y objeto en la obra de Melanie Klein” -Klein, M. “El Complejo de Edipo a la luz de las ansiedades tempranas”, en Psicoanálisis del desarrollo temprano”, Ediciones Horme, S.A.E. , Buenos Aires, 2da. Edición, 1974. -Miller, J.A. , “Introducción a la lógica de la cura del pequeño Hans, según Lacan”, en “La lógica de la cura”, Colección de Orientación lacaniana, Ediciones EOL, 1993. Currículum vitae: Licenciada en Psicología, egresada de la Universidad de Bs.As., Profesora del Departamento de Psicoanálisis de la Universidad J.F. Kennedy, Miembro del Equipo de Psicodermatología, del Servicio de Dermatología del Hospital de Clínicas.