DIOS EN MEDIO DE LAS TRAGEDIAS Esteban: ¿Dónde estaba Dios cuando pasó esa desgracia? Esta es una de las grandes preguntas que mucha gente se hace. ¿Qué pasa cuando una tragedia llega a una comunidad, a un país o una familia, qué hace que nos asustemos y digamos : cómo pudo pasarle eso a esta gente? ¿Dónde estaba Dios en medio de esta tragedia? Salvador, hemos recibido comentarios, preguntas de muchas personas de la audiencia; nos han planteado este tipo de circunstancias al estar viviendo en su región, su país, o su continente, circunstancias que nos muestran un mundo con gran conmoción en hechos naturales sobre todo, donde más se está dando este tipo de situaciones. Y nos preguntan ¿dónde estaba Dios en medio de esa tragedia? Salvador: Una de las primeras cosas que hay que tener en cuenta cuando se comienza a hablar sobre todos estos problemas, es que debemos ser muy cuidadosos al diferenciar algunas cosas. No voy a hablar de temas puntuales porque no quiero ofender a nadie. Pero muchas de las grandes tragedias son previsibles, pero no se toman los debidos recaudos a tiempo por diferentes razones. Por ejemplo: hay zonas que son reconocidas como regiones sísmicas. Por ejemplo, de Haití se sabía que estaba sobre una falla. Cuando alguien está edificando sobre una zona sísmica es importante que los gobiernos pongan leyes como para que las construcciones puedan resistir, porque hay ciudades fundadas sobre zonas sísmicas: Quito, Lima, que no tiene el desastre que sucedió en Haití. Por lo menos desde el siglo XIX se sabe que la zona tiene problemas. Por lo tanto habría que organizar a la sociedad como para estar preparados, porque en cualquier momento suele suceder. Hay zonas que son anegables. Estuve viendo algunos ríos que además del cauce que tienen, hay una zona a los costados donde pueden llegar a crecer. Sin embargo, la codicia de las autoridades hace que se vendan terrenos en esos lugares y después tenemos una inundación que afecta a las casas y familias. He visto ciudades que tienen marcadas las zonas volcánicas y hasta donde llegaría la lava del volcán, en caso que hubiera un desborde. No obstante, dentro de la zona de peligro, se construyen edificios de diez o doce pisos. Esteban: Sabiendo el riesgo que toman. Salvador. Hay que pensar en dos cosas. En primer lugar, algunas son imprevistas. Es verdad. Pero muchas cosas son previstas y no tomamos las previsiones necesarias y al no hacerlo, cuando suceden las tragedias nos preguntamos ¿Dónde estaba Dios? Tendríamos que preguntarnos: ¿Qué hemos hecho qué tendríamos que haber estudiado sobre todo esto, organizarlo debidamente, utilizar nuestra inteligencia para lo que nos fue dada? Por supuesto, todos sentimos el dolor de la tragedia, angustia cuando un pueblo está afligido, pero muchas veces tenemos que comenzar a pensar cuáles son los factores que producen esta tragedia. Casi siempre son factores convergentes. Salvo en pocas oportunidades en donde es totalmente imprevisible el hecho, hay que decir que muchas de estas cosas son previsibles. Esteban: Y que alguna persona, en algún momento, anunció que podría llegar a suceder una tragedia si no se tienen en cuenta ciertas cosas que son parte de ese entorno donde se está instalando. Salvador. Hablaba con un Ingeniero Hidráulico, me decía que en ciertas regiones de la cordillera de los Andes, el agua forma debajo de las rocas auténticas catedrales. Es decir, huecos tremendos que parecen catedrales. Y me decía que sin embargo hay edificios que se erigen sobre esas montañas cuando debajo tienen un hueco. Hay mucho de desidia, con el desinterés y el desorden de la sociedad. Por supuesto, hay otras cosas que no son previsibles. Pero...¿por qué nos acordamos de Dios en el momento de la tragedia? Esteban: Justo en ese momento. Salvador: Sí. Tengo algunos conocidos que se declaran agnósticos. Sin embargo, cuando ven una tragedia me preguntan ¿¡Qué pasa que Dios no actúa!? Si estas personas han tomado esta postura agnóstica o atea, no tiene que preguntar nunca más acerca de Dios. Ya se ubicaron en cierta posición, creen que no existe, pero sin embargo en ciertas situaciones preguntan ¿Dónde está Dios? Los atentados a las Torres Gemelas nos conmovió sin dudas a todos. Toda la gente sintió el impacto de esto y alguien preguntó (como siempre) ¿Dónde está Dios? Y alguien también contestó, nos preguntamos dónde está Dios, no nos hemos preguntado cuando hicimos leyes dónde está Dios, no nos preguntamos cuando hicimos guerras, nunca lo hicimos hasta que nos toca la tragedia y en ese momento nos preguntamos esto. Y dijo una frase que me parece contundente: Dios es un perfecto caballero no se mete donde no lo llaman. Creo que eso es justamente lo que está pasando. Llamamos a Dios cuando tenemos una desdicha, un problema, pero no lo llamamos en ningún otro momento. Entonces, hay tragedia que viene por desidia humana y hay tragedia que no viene por negligencia humana...pero, ¿qué derecho tenemos de llamar a Dios en ese momento, si resulta que lo hemos sacado de nuestros planes, nuestras leyes y propósitos? Entonces cuando llega la tragedia nos acordamos de que los hombres necesitan acercarse a Dios. Es característico en el ser humano. En el momento del dolor se acuerda que puede acceder a la divinidad, casi siempre imprecisa, pero accede a ella. Esteban: Sobre todo cuando lo humano parece subyugado al desastre y demuestra la incapacidad. Salvador. Claro. Alguien dijo que en el momento de la muerte nadie es ateo. Uno puede tener un gran andamiaje espiritual para moverse pero cuando la realidad te golpea todas las teorías que has hecho son solo eso, nada más. Creo que son cosas a tener en cuenta cuando hablamos de estos desastres. Por otro lado debemos analizar en qué condiciones está el mundo. No solamente por las cosas que producimos, sino porque es muy clara la Biblia al enseñar que el mundo ha sido afectado por el pecado y el mal. El pecado y el mal han alterado toda la creación. Quiere decir que al estar alterado todo el sistema, no podemos menos que pensar que va a haber reacciones del mismo y serán negativas. Entonces suceden tragedias que son imprevisibles . Una de las cosas que tiene el ser humano es creer que el tema del dolor tiene que estar dosificado a través de la justicia. El dolor tiene que caer sobre aquellos que se "portan mal" y no sobre quienes se portan bien. Esto no es así. El dolor está desparramado en el mundo porque lo quisimos, hemos diseminado todo esto, todos estos problemas que produce justamente el hombre hace que el dolor esté presente y se reparta de cualquier manera. Veía las fotos de Haití y los desastres que había. ¿A quién afectó el terremoto? A la gente pobre. ¿Cuánta gente pobre hay en Haití? El 80 por ciento de los habitantes haitianos son pobres. Sin embargo Haití en su momento fue el país más rico de América. Esteban: Paradójicamente. Salvador: Sí, porque tenía oro, café, la gran producción de café que arribaba a Europa llegaba de Haití. ¿Cómo llegó al estado de pobreza que se encuentra en estos momentos? Se han malgastado mucho, se han cometido injusticias a nivel internacional, se ha sometido a un pueblo, se le han colocado dictadores para que este pueblo siga sometido y en la pobreza, mientras que otros vivían dispendiosamente. Notablemente las fotografías que nos llegaban eran que en las zonas pobres el desastre era total, pero habían muchas casas que estaban aún en pie, casas de personas que sabían sobre estos problemas y tuvieron las posibilidades económicas como para construir viviendas más seguras. Quiere decir que hemos hecho un desastre económico y social, todo este desorden finalmente trae sus resultados. Las placas tectónicas indudablemente se van a seguir moviendo, todos sabemos que están allí, sabemos qué sucede y que va a suceder. Nos consta que California está sobre fallas, sabemos que Lima es una zona sísmica, en Ecuador pueden pasar cosas con los volcanes alrededor. No somos ignorantes acerca del mundo en el cual estamos, son muy pocas las cosas que se nos escapan, pero muchas veces no se toman las previsiones necesarias porque el egoísmo del hombre, los desniveles sociales que este produce, intentar jugar con el azar hacen que los desastres lleguen y provoquen los desmanes que causan. Tuve la oportunidad de estar en un temblor en la ciudad de Lima, es terrible, pareciera que uno pierde control de absolutamente todo. Antes había estado en un temblor en el museo de Inglaterra. En uno de los grandes museos ingleses, hay una gran habitación donde uno entra y se produce cada tanto tiempo un terremoto inducido, un sismo producido. Pero claro, uno sabe que es ficción, no pasa nada, pero cuando me ocurrió en Lima vi que todo empezaba a temblar y debajo de la tierra estaba como pasando un tren a toda velocidad, esos diez segundos (no puedo precisar cuánto tiempo fue) son eternos y uno no sabe que hacer, cómo reaccionar ni adónde ir, sintiéndose absolutamente vulnerable. Llegué a México luego que hubo un terremoto y también vi el desastre que ocasionó allí, pero pasó algo notable que vi sobre todo en Lima. Las construcciones que habían hecho los indígenas no se caían porque eran previsores. Conocían bien el terreno y edificaban con ciertas características que le daban solidez a las construcciones. Mientras que las que cayeron fueron aquellas que no tuvieron en cuenta que estaban dentro de una zona sísmica. Entonces este problema de los desastres y el dolor, es bastante complejo, no es tan simple como quien frente al problema dice: ¿Dónde está Dios? Es un problema bien complejo, donde tenemos mucho que ver con todo esto. PAUSA... Esteban. ¿Dónde está Dios en medio de las tragedias que estamos experimentando? Sobre todo esas tragedias que están por fuera de nuestro control inducidas por efectos de la naturaleza: terremotos, tsunamis, huracanes, inundaciones, etc., es decir, cosas que nos dejan "de boca abierta" y no tenemos ningún control sobre ellas aparentemente. También Salvador es difícil intentar racionalizar el dolor de quienes son afectados por este tipo de tragedias. Salvador: Por supuesto, el dolor nos afecta a todos y cuando nos toca ser parte de quienes reciben el impacto del dolor, por supuesto lo sufrimos. Por ello quiero salir un poco del tema teórico para entrar al práctico. Quien estudió mucho el tema del dolor fue C.S. Lewis. Tiene un libro llamado "El problema del dolor". Además dio muchas conferencias con respecto al dolor, era un tema que le interesaba mucho. Dice en el libro "El problema del dolor" que Dios habla permanentemente en la realidad, pero grita en el dolor. El dolor nos da la dimensión de nuestra limitación humana. El hombre es libre, queremos vivir en libertad, nos olvidamos de Dios y todo lo que nos ha dicho, pero el dolor viene para recordarnos varias cosas. En primer lugar, que somos seres finitos, limitados. El dolor hace presente el fantasma de la muerte que muchos queremos permanentemente eludir. El dolor nos pone de cara a la realidad de que el hombre es un ser frágil, limitado, nos dice que como hombres somos impotentes. Creo que por medio del dolor, Dios, subraya ciertas características humanas que el mismo hombre quiere ignorar para bajarlo de su soberbia. El dolor nos baja de la soberbia, nos muestra nuestras propias limitaciones. Destruye cualquier construcción filosófica compleja para responder a las cosas. El dolor es la realidad. Lewis se casó ya siendo mayor con una mujer que tenía cáncer y murió, él cuenta en uno de sus libros el impacto tremendo que significó en su vida el dolor. El andamiaje intelectual que armó para explicar el dolor es válido, pero cuando a uno le toca de cerca hay ciertas reacciones que no se pueden mover. El dolor tiene un efecto sobre la persona que todavía no conocemos. Te voy a contar algo muy personal con respecto a esto. Creemos que tenemos explicaciones para el dolor, para todas las cosas, eso nos permite prepararnos y ser invulnerables frente al dolor. Mi padre falleció hace algunos años, soy el hijo mayor (tengo un hermano menor), en ese momento tuve que asumir todas las responsabilidad que emanan de una persona que estuvo enferma durante dos años y partió. Recuerdo que sucedió a las dos de la madrugada. Me llaman por teléfono (porque estaba en cuidados intensivos en un local sanitario) y me dan la noticia de que se había producido el desenlace. Entonces salgo, mentalmente me organizo (soy tremendamente racional sobre ciertas cosas) "tengo que avisarle a mi madre, ir al lugar donde está para arreglar todas las cosas, con el cementerio y además tengo que hacer el servicio religioso". Esa misma noche conversé con mi madre, inicié los trámites legales, fui al cementerio para arreglar todo. Me encontré con gente que va ayudando en medio de todo esto porque cuando hay dolor pareciera que las cosas se facilitan. Mi madre dio ciertas directivas acerca de lo que quería. Se hizo todo de acuerdo a eso. Y llegó el momento en el que a mi padre lo enterramos, acompañé a mi madre durante todo ese tiempo, como hijo mayor estuve al lado de ella, la acompañé a la casa, organizamos todo, y a los quince días comencé a sentirme mal. Empiezo a sentir que tengo que ir al médico porque hay algo en mi organismo que no está funcionando. Voy al médico, de esos “antiguos”, que son amigos del paciente. Entonces entro, me mira, y me dice: "noto que no estás bien" bueno, justamente iba por eso, porque tenía problemas para dormir, palpitaciones, desconcentraciones, no me sentía realmente bien. Nos sentamos y conversamos sobre lo que me pasó en los últimos quince días. Le cuento toda la historia y cuando termino me dijo que me iba a dar el remedio. Me preguntó si estaba con el automóvil y solo, en ese momento había asistido solo y con mi automóvil, entonces me dijo que fuera al cementerio, sólo, me pidió que me parara frente a la tumba de mi padre, nada más. Pero varias veces mi instó a que fuera sólo. Me pareció bastante extraño pero le hice caso. Fui, me paré frente a la tumba de mi padre y me largo a llorar y lloro. Me di cuenta que todo ese caudal de llanto, esa gran descarga emocional, no lo había hecho, porque había estado demasiado ocupado en ciertas cosas. Por supuesto, me estaba perjudicando. Increíblemente, terminé de llorar desconsoladamente, subí a mi auto y ya me sentía bien. Era necesaria una descarga emocional. Uno puede tener una gran preparación intelectual con respecto al dolor, muchas explicaciones, pero el dolor indefectiblemente nos impacta interiormente en una forma que no llegamos a entender. Mucho más allá de lo que pensamos y lo emocional no se puede manejar siempre desde lo racional. El dolor nos golpea. Nos dice algo, habla. Nos permite ver la realidad bajo otro cristal, el cristal de lo que la realidad es. Nos ponemos frente al espejo de la realidad permanentemente con gafas oscuras y vamos viéndola con un color cambiado. Creemos estar en la realidad, pero de veras no la conocemos. El dolor me hace ver el color real de las cosas, la vida como realmente es. No digo bienvenido el dolor, sería hipócrita si dijera es bueno sufrir, no soy masoquista. Me gustaría que el dolor no estuviera en la vida, pero no dejo de reconocer que cada cosa que sucede, donde se hace presente el dolor, nos ha servido mucho para reflexionar sobre la condición humana, sobre quienes somos y qué camino debemos tomar. El dolor es como una alarma que nadie quiere oír pero a veces Dios dice "deben oírla", entonces la hace sonar. No me gusta que haga sonar esa alarma, quiero tener otra idea de lo que debe ser la vida, pero Dios me dice "esto debes entenderlo también", entonces me enfrento a la realidad de quien soy, cuáles son mis limitaciones, mis necesidades, la fragilidad que la vida tiene. A lo mejor he construido un universo ficcional y frivolidad y cuando llega el dolor se acabó, esta es la realidad del ser humano, la que no queremos ver, el mundo de muchos colores en definitiva no lo es, el dolor me grita que necesito una respuesta más allá de lo terrenal, más allá de los colores frívolos que tiene la vida, una respuesta profunda y el dolor en definitiva nos acerca a Dios. Ese es el motivo por el cual hay dolor en el mundo, es lo único que hasta ahora ha hecho reflexionar al hombre acerca de su limitación y es lo único que lo ha bajado de su soberbia. El dolor baja a cualquiera del caballo de la soberbia y lo enfrenta directamente con su realidad. Por eso creo que el dolor que no nos gusta, cumple también una misión en nuestra vida.