COMENTARIOS INTERNACIONALES Claudio Veliz Gaullismo mundial sin de Gaulle íil policentrismo occidental !-u inició ton de Gaulle. Es difícil sugerir fechas tjue. marquen satisfactoriamente la iniciación de procesos políticos complejos, pero es posible argumentar que la conferencia de prensa ofrecida por el Pre sidente francés el 14 de enero de 1963, en la cual cerro la puerta a la incorporación de Gran Bretaña en el Mercado Común Europeo, es el hito que marcó el comienza del policentrisma a este lado del mundo. Dehe recordarse que entre las razones aducidas por el Presídeme en esa oportunidad, se hizo mención pública —y oficial— por primera vez, del rechazo francés a la hegemonía estadounidense sobre la coalición Atlántica, y con esto se puso fin al desarrollo sui generis de una supriinacionalidad europea identificada con los postulados de la Guerra Fría, según los definía el Gobierno de los Estados Unidos. Gran Bretaña quedó fuera —como se hizo popular decirlo mis adelante— por ser el Caballo de Troya de los Estados Unidos; por tener una "relación especial" con Washington que impedía su incorporación afectiva a una Europa que buscaba precisamente romper el marco de dependencia que había caracterizado su vida política internacional durante los años de la postguerra. Desde entonces hasta ahora, no escasearon quienes con5ideraron ta actitud del Presidente francés particularmente exasperante, pero, a falta de medios políticos viables para anular su influencia, se conformaron refugiándose en una paciente espera del momento on que éste abandonaría el escenario político mundial. Desde luego la política exterior de Gran Bretaña durante los años que siguieron a 1963. puede ser descrita precisamente en esíos términos; una pausa elegante, a la espera de la jubilación, derrocamiento o deceso del activo líder frunces. Detrás de actitudes como osla, estaba el convencimiento de que la política exterior francesa era exclusivamente el producto JL- los prejuk ios v dictados de un sülo hombre, v que apenas desapareetera irte do la escena. Francia relomaría ni cauce Adámico del uial se apartara en !%•;. Más min, M.' esperaba que con el afeamiento de de Gaulle., 266 aquellos ecos incómodos que la política francesa había recogido en otras parles del mundo -—desde Rumania hn\ta Canadá, pasando por Chile. Perú y Colombia— cesarían abruptamente. Nuevo estilo dentro de un continuismo Ahora hay un nuevo Presidente en el Elíseo. Pero éste no sólo os gaullista y antiguo colaborador dircelo del (.•eneral, sino que no existe taíón de puso que haga suponer que bajo su Gobierno habrá cambios substanciales en la línea gruesa de la política exterior Francesa. Sin duda alguna, habrá un cambio do eslilo: no es fácil imitar a de Gaulle. especialmente cuando se es su sucesor. Seguramente bü¡-.> el Presidente Pompidou, cieñas decisiones serán presentadas más amablemente; habrá un nuevo énfasis en ia diptomuei;,; menos pronunciamientos presidenciales J más trabajo de comité. Incíuso es posible que circunstancias cambiantes lleven a un aparente alejamiento de eierlas posiciones mantenídas por de Gaulle. Es posible — aunque no probable. que Gran Bretaña, bajo un nuevo gobierno, y suponiendo que la "relación especial" con los Estados Unidos se atenúe aun más. llegue a ser incorporada eventualmente al Mercado Común Europeo, pero esto no significaría un abandono de la posición gaullista. sino más bien ^ti ratificación. Sin embargo, nada indica que. pin- lo menos ;• corto o mediano pla/.o, Francia esté dispuesta ;i abandonar su posición, por ejemplo, frente a la OTAN; o las premisas sobre las cuales basó su rechazo ;. la admisión de Gran Bretaña al Mercado Común; o su actitud frente a los paite; de Europa Oriental; o el concepto de una "Europa de naciones", desdf el Atlántico hasta los Unde?. Muv p>>r el contrario, es Evidente que la política exterior gauIlUta mi lúe de ninguna manera el producto esprichi*Mi >!,- ¡>>' .:í:i nes vohimarisias Je un -^]o hombre. >inu qui L-M.I \ . T K biada alrededoi di una «predación cminentemcuu coiiw ta Je hi situación mundial contemporánea o,!^ tío sólu .«.i ramiza ¡u continuación por parte del Gobierno del Presidente Pompidou. sino que le otorga unn significación muj icmsiderable en el icstu del mundo. Ln I irme respaldo nacional Además, y esto vale la pena recordarlo, la posición gauliista, representada en este momento por el Presidente f'ompidou, goza de un amplio mandato electoral —el más impresionante que haya tenido posición política alguna en Francia durante el último cuarto de siglo. El referendum del 27 de abril —aparte de otras consideraciones— fue una prueba directa de apoyo o rechazo al [•residente de Gaulle y é=te obtuvo el 47.7% de los sufragios, cifra que muy pocos estadistas contemporáneos tienen la menor esperanza de conseguir dentro de un sistema pluripartidista. M. Pompidon. en la primera rueda de la elección presidencial y habiendo hecho una campaña decididamente gaullista, consiguió el 44.% de los sufragios, apenas 2.9% menos que la proporción que obtuvo de Gaulle. Luego en la segunda rueda en que, incluso tomando en consideración fa orden di abstenerse impartida a los militantes del Partido Comunista, el electorado tuvo la posibilidad de pronunciarse a favor o en contra de la oposición gaullista, M. Pompidou obtuvo una cifra superior a] 57% del total de votos emitidos. La posición gaullista en Francia, por consiguiente, esté sólidamente basada en un mandato popular duradero —tiene más de diez años— y no muestra ninguna señal de desintegración. Por el contrario, la oposición de izquierda nocomunista que tuvo tan destacada participación en los eventos de mayo de 1968. ha sido prácticamente eliminada obteniendo apenas, algo más del 5 "ó Ucl total do Jos sufragios, emitidos en la primera rueda de la elección presidencial. Condiciones de una verdadera política exterior Para construir una política exterior capaz de reflejar de modo eficiente una apreciación independiente de lo que constituye ei interés nacional, es necesario que existan por lo menos cuatro condiciones esenciales; en primer lugar, debe existir una base de apoyo política dunn-sticii razonablemente sólida; luego debe existir también una base económica firme, puesto que la vulnerabilidad en este terreno puede llevar al desmantelamiento de posiciones políticas, por razonables y correctas que sean. En tercer lugar, dicha naLÍón debe tener buenos aliados o posibilidades de eimseguirlos, puesto que no hay nación en el mundo, por poderosa que ella sea, que pueda mantener una política exterior de avanzada sin apoyo externo. Finalmente, es absolutamente necesario —aunque parezca de perogrullo— querer tener una política exterior, tener algo que decir, algo que defender, algo que construir. Estas cuatro condiciones se dan indudablemente en c! caso de la política gaulliíta de Francia. El apoyo político doméstico es clarísimo; la situación económica francesa es razonablemente firme y si algo ha demostrado la crisis- del franco, fue precisamente que el país tenía la capacidad para resistir exitosamente las presiones internacionales, aun cuando esta resistencia estuviera en parte fundada en situakiuriL's políticas que obligaron también a los Estados Unidos a defender la estabilidad del signo francés. En cuanto a las proyecciones externas de la posición Francesa, e'jiíí son también mus claras. Es un error, por ejemplo, suponer que el rechuzo francés a la incorporación de Gran Bretaña ¡il Mercado Común fue impuesto por J Presidente de Guulle a los otros miembros de los 'Seis" Aun cuando nunca se h;i planteada una posición mi i • británica extrema dentro de los "S«s", es obvio que lu= gobiernos de Alemania Federal, Italia y el Benelux comparten algunas de las dudas principales que con tanta claridad ¡ vehemencia voceó el Presídeme de Gaullc. Desde luego estos países tenían excelentes oportunidades para resistir decididamente la posición francesa si así lo hubieran querido, pero esto no ocurrió precisamente porque compartiendo la línea gruesa de la política gaullista, estimaron más conveniente permanecer callados mientras el líder francés efectuaba el trabajo duro de plantear esta política en forma oficial. Una visión lúcida de la coyuntura internacional Más aún. incluso las decisiones francesas que más controversia han ocasionado en el mundo contemporáneo, han terminado siendo apoyadas por una pluralidad y a veces por la gran mayoría de las naciones de opinión significativa en estos asuntos. Recuérdese, por ejemplo, la actitud francesa frente al conflicto de Vietnam. el bloqueo de Cuba o la guerra corta entre Israel y el mundo árabe. En cada uno de estos casos, la posición gaullista al ser planteada en primera instancia fue el blanco de severos ataques por la prensa mundial comprometida con el "Allanlicismo" estadounidense. Sin embargo, con el correr del liempo. hasta los Estados Unidos han aceptado algunas de estas posiciones como válidas. No es un accidente que las conversaciones de paz en la guerra vietnamita estén realizándose en París: tampoco debe llamar la atención que las objeciones francesas al bloqueo estadounidense contra Cuba hayan encontrado un eco decidor en prácticamente todos los países de Occidente —no está demás recordar que en estos momentos Cuba maniie ne un fuerte movimiento comercial con Gran Bretaña. España, Francia, Italia y hasta Suiza, I.ucgo, haciendo caso omiso de las absurdas acusaciones de anti - semitismo lan zadas contra el Presidente de Caulle cuando éste tibjeló la conducta de Israel en la guerra corta, una mayoría signilicativa se pronunció precisamente por esta posición dentro de las Naciones Unidas y hoy día— aun cuando el conflicto sigue sin solución, la posición oficial di'l organismo mundial es prácticamente aquella planteada originalmente por Francia, Quizás incluso más significativo es el hecho que el análisis de la situación mundial efectuado desde París encontró un eco favorable en muchas parles del mundo donde el problema de la dependencia externa —tanto en lo pulí' ¡ico, como en lo económico y cultural— tiene hoy día la misma importancia que tiene en Europa, si no mis. Así es como la andanada de acusaciones irónicas y frivolidades con que fue recibida la primera apreciación pública hecha por el Presidente de Gaulle de la situación especialmente delicada de Canadá —y Québec— frente a los Estados Unidos, fue seguida por medidas concretas por parte del gobierno canadiense para auscultar críticamente la posición dependiente en que existe. Desde luego la publicación Ji. 1 ahora mtmdialmente famoso Watkins Repon sobre las inversiones extranjeras y la estructura de la industria en Canadá, ha pasado a ser un documento señero puta el análisis de las relaciones de dependencia externa cu lo económico. Luego, en el ámbito militar, no debe olvidarse que Canadá li i declarado su intención de retirar las tropas canadienses de la OTAN, contrariando de modo importante la política estadounidense respecto de esa organización; mientras que 267 n el ámbito político, os ahora un secreto a voces que Canadá i.--ij efectuando negociaciones a muy alto nivel que term corto plaza c< n I reconocimiento diplomático de ^ hiña LLiriiunitla. Del mismo modo, las reservas con que el gobierno francés recibió los entusiasmos supranacionalisíss que Estados Unidos tuvo para con los provéelos de unidad europea, se ..i 1 ahora i el tejados eficientemente en Amerita Latina, El internacionalismo de ia Guerra Fría fue sólo un arbitrio político circunstancial exigido por la confrontación entre las dos grandes potencias. A medida que d peligro de un conflicto se atenuaba, se debilitaban también estos laius lorjados a través de entidades supranacionalcs de claro corte militar y político. El Presidente de Gaullc su opuso en tuilu instante a la implantación, dentro de la Comunidad Europea, de estructuras de poder que rebalsaran las fronteras políticas y legales de los Estados; abogó por una "Europa de naciones", en contraste con el concepto de los "Litados Unidos de Europa", apoyado por Washington. Las reservas gaullistas frente al supranacionalismo se han extendido a través del mundo. En nuestra América Latina, h causa de la integración está dando sus pasos más decididos e importantes precisamente a través de la estructuración del Grupo Andino y las negociaciones de coordinación que se efectúan en CECLA — ambas entidades que de ningún modo pretenden constituir organismos tupranadonales de decisión. Incluso la aguda crisis de confianza que afecta a !a OIIA es sólo un aspecto regional de la situación crítica de todas las entidades similares que los Hitados Unidos auspiciaron durante ia década que siguió a la declaración de la destripa Truman. Puede argumentarse, entonces, con amplia base en los hechos recientes, que la interpretación gaullista —y por consiguienle la posición de Francia en el concierto internacional— ha encontrado comprensión y apoyo en el resto del mundo. En contraste, las posiciones defendidas tanto por los listados Unidos como por la Unión Soviéíica, han 268 ido perdiendo vigencia y apoyo, incluso entre ¡u; aliad' m;¡> próximos, Finalmente, ia cuarta condición esencial para la real /¡ Je una política exterior cíicienU también s. J J J^1 modo importante en Francia y, por ende, en aquellos pulque coinciden con la interpretación francesa de la si tuaciún mundial. Francia quiere una política exterior; tiene mucho que decir y su política se proyecta haeKi el futu o de modo práctico y consecuente. Francia rechaza la uindición dependiente que se planteó como base para una poli tica de confrontación durante la Guerra Frfa; mantiene que, sin entrar en antagonismo xenofóbicos, las naciones deben construir sus políticas exteriores sobre una apreciación razo nable y civilizada de lo que constituye el interés nacional, haciendo caso omiso del chantage de terror impuesto pos las definiciones de la Guerra Fría. No cabe duda alguna que esta actitud se ha extendido por el mundo y e=lo se ha traducido durante los últimos años en un notable n.;aryimiento nacionalista. Esto no es necesariamente bueno ni malo, pero plantea problemas y oportunidades qu¿; deben ser resuellos tomando en consideración que la restauración de la fluidez en los asuntos internacionales no es el producto del capricho de un hombre, sino una condición real de |g conducta de las naciones. No debe confundirse todo lo expresada más arriba, con el pianteamiento de una "tercera posición". Precisamente, la actitud gaullista rechaza el falso dilema de la Cuerra Tría y por consiguiente no propone terceras posiciones que. por definición, pasarían a depender de ¡a continuación de la confrontación entre los Estados Unidos y la Unión Sovié tica. Lejos, entonces, de plantearse el fin del gaullismo, como consecuencia del abandono del poder por parte del General de Gaulle, pareciera que esta manera de interpretar la situación mundial se extiende y fortifica y, aún cuando nadie pretende entregarle la categoría de doctrina o ideología, seguramente caracterizará el período histórico que ha seguido al fin de la Guerra Fría en el mundo.