Las razones sociales y laborales que llevaron al paro a los corteros

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Las razones sociales y laborales que llevaron
al paro a los corteros de la caña
—El paro entró hoy en su quinto día—
—En cuatro días se acabarán las reservas de etanol
Palmira (Valle). 19 de S/bre de 2008. Agencia de Información Laboral ENS.
Por Ricardo Aricapa
Una curiosa situación se está presentando en torno al paro que desde el lunes de esta
semana adelantan más de 10 mil corteros vinculados a cooperativas de trabajo asociado
en siete ingenios del Valle del Cauca, cuyas consecuencias ya se empiezan a sentir en la
economía nacional, pues, según la Federación Nacional de Bicombustibles, el etanol
que tienen en reserva las centrales mayoristas se acabará en cuatro días, con la
consiguiente alza en el precio de la gasolina, pues al no tener ésta el 10% de mezcla de
etanol, se tendrá que cobrar más cara al consumidor: entre $87 y $100, según sea la
región del país.
La situación curiosa se produce por cuenta de las marchas que se están realizando en la
zona, unas a favor y otras en contra del paro. Mientras los corteros cooperativizados se
movilizan y se aferran a la ilusión de que esta vez sí van a ser escuchados y atendidos en
sus demandas laborales, y en medio de un cúmulo de dificultades se mantienen firmes
en su decisión de no cortar la caña ni permitir —apostados en grupos a las puertas de los
ingenios— la entrada de insumos y la salida de producción, por las calles de Palmira y
Guacarí grupos de empleados y trabajadores de nómina de los ingenios, con sus
familias, marcharon para protestar contra el paro, aduciendo que el bloqueo de vías y
puertas por parte de los corteros les impide ingresar a sus lugares de trabajo. Fueron
manifestaciones ambientadas y organizadas desde la gerencia de los ingenios.
Un detalle que llama la atención con respecto a estas marchas, es la actitud asumida por
los sindicatos que en los ingenios agremian a los trabajadores de planta, entre los cuales
hay un porcentaje menor de corteros; sindicatos que desde siempre se han caracterizado
por ser afectos a las políticas laborales de los empresarios. En un volante que se repartió
en las marchas los sindicatos Sintracañaveral, Sintracastilla, Sintraprovidencia,
Sintrapichichi, Sintrariopaila, Sintraindul y Sintracauca, unos afiliados a la central CTC
y otros a la CGT, piden a los corteros levantar el bloqueo de las vías y reclaman el
derecho al trabajo. “Bloqueo no, trabajo sí”. “Sin trabajo perdemos todos”.
“Reivindicamos el derecho al trabajo de más de 36 mil personas que prestamos
servicios a la industria azucarera”, son algunas de sus consignas.
Por su parte, y en respuesta a la marcha organizada ayer por los empresarios y los
sindicatos, los corteros respondieron hoy viernes con una multitudinaria manifestación
en el municipio de Pradera, con la participación de sus niños y sus mujeres. Y mañana
realizarán otra en Palmira.
No es esclavitud, pero sí se le parece
Lo que no se aclara en el volante repartido por los empresarios y los sindicatos —y es la
otra cara de la moneda— es la abismal diferencia que existe entre los ingresos, las
prestaciones y demás gabelas laborales que reciben los trabajadores de planta por
convención colectiva, versus los malos salarios y las precarias condiciones laborales en
que se debaten los corteros, que no sólo son los más numerosos en la cadena de
producción del etanol y el azúcar, sino los más discriminados y salarialmente mal
tratados.
Según la información compilada en el Censo Sindical de la Escuela Nacional Sindical,
en toda la agroindustria cañera hay 13.117 trabajadores que se benefician de
convenciones colectivas, con ingresos que tienden a ser entre dos y tres salarios
mínimos, o sea entre $900.000 y $1´400.000; aparte de las primas legales y extralegales
que reciben, esto es primas de navidad y bonificaciones de vacaciones, que según su
antigüedad pueden sumar hasta dos meses adicionales de salario al año. Mientras la
situación de los cerca de 18 mil corteros que trabajan por cooperativas en los 13
ingenios azucareros, da grima; o indignación, según como se mire, porque apenas sí
ganan para no morirse de hambre.
En efecto, aparte de que los corteros devengan los salarios más bajos y no gozan de
ninguna prima o bonificación extralegal, tienen que asumir de su bolsillo el costo de la
seguridad social, herramientas, ropa de trabajo, transporte, y aportes sociales y costos de
administración de las cooperativas de las cuales son asociados, o dueños; condición ésta
que es la que les prohíbe —por la ley laboral colombiana— hacer huelgas o paros, pues
es como si los dueños de los ingenios hicieran paro contra ellos mismos.
Los costos que tiene que asumir de su bolsillo, en forma de deducciones de su salario
(“compensaciones” en el lenguaje de las cooperativas), oscilan entre $120.000 y
$400.000, lo que deja su ingreso neto mensual rayando el salario mínimo, o por debajo.
Y en no pocas ocasiones, cuando los tajos de caña asignados son escasos o el cortero
por alguna razón deja días sin labrar, la quincena no les llega ni a los $200.000.
Veámoslo en un caso concreto, el de las CTA Cosechar y Triunfar, cooperativas
vinculadas al ingenio Providencia, cuya tabla de deducciones es la siguiente:
RUBRO
Herramientas
Seguro de salud (4% de compensaciones)
Fondo de pensiones (4% de compensaciones)
Fondo funerario
Aportes sociales (para la administración de la CTA)
Prestamos personales
Colaboración para compañeros (asistencia para
trabajadores lesionados o con calamidades
personales, este aporte es voluntario)
TOTAL DEDUCCIONES (SIN PRESTAMOS)
MONTO
Hasta $20.000
Entre $11.000 - $16.000
Entre $11.000 - $16.000
Entre $3.800 - $7.800
Entre $7.900 – $18.900
Monto a variar
Hasta $2.000
Hasta $80.700
Lo que significa trabajar al destajo
La otra gran diferencia se da en la jornada laboral. Mientras los trabajadores de planta
en los ingenios tienen jornada legal de 48 horas semanales, los corteros
cooperativizados no tienen jornada fija, su trabajo es a destajo. Son obligados a trabajar
hasta que se termine de cortar el área asignada por el ingenio a cada cooperativa; y si
ese tiempo excede las 48 horas semanales, no reciben una remuneración adicional por
horas extras, porque esta garantía, consagrada en la legislación laboral colombiana, no
aplica a los cooperativizados. Como también es común que trabajen domingos y
festivos, como una forma de aumentar sus reducidos ingresos.
En la práctica los corteros tampoco tienen vacaciones. Mientras los trabajadores de
planta, sindicalizados o no, reciben por concepto de vacaciones una remuneración
adicional a su salario básico, para los corteros afiliados a las cooperativas el rubro
vacaciones es parte integral de las “compensaciones” que reciben por tonelada cortada,
sin ninguna bonificación por encima de este pago. O sea que es un pago que se difiere
durante todo el año, por lo que la mayoría de los corteros, por no decir todos, se lo
gastan en sus necesidades cotidianas y no lo acumulan. Por eso es muy difícil, casi
imposible, ver a un cortero en vacaciones, primero porque no tiene plata para
disfrutarlas, y segundo porque prefiere no sacar los 15 días de descanso porque esos
días no se los paga nadie. De ahí que la navidad y el año nuevo sean días tristes para los
corteros de la caña, casi siempre los sorprenden sin un peso de más en el bolsillo.
Y lo otro que no consideran, ni mencionan, los sindicalistas y los trabajadores de los
ingenios que han salido a marchar contra el paro de los corteros, son las características
propias del trabajo que éstos realizan, que no es ninguna pera en dulce. Es una de las
actividades más duras y riesgosas de toda la agroindustria nacional; es un trabajo
extenuante y repetitivo (según estudio del Sena cada día un cortero hace 5.400
movimientos del brazo, con el machete subiendo y bajando en golpes rápidos y
exactos), que causa innumerables accidentes, lesiones y enfermedades profesionales:
síndrome de túnel carpiano, artritis, lumbagos severos, heridas en brazo y hombros.
Además, tienen que laborar expuestos al calor del sol y a la violencia de los aguaceros,
y tienen que aguantar las pavesas y el humo generados por la quema de la caña y la
contaminación causada por el uso generalizado del glifosato en las plantaciones; y lo
hacen sin elementos de protección como máscaras o dotaciones inflamables. Mientras
los trabajadores con contratación directa con los ingenios participan en programas de
salud preventiva y de seguridad industrial, los corteros de las CTA no tienen acceso a
dichos programas.
Cuando un cortero sufre un accidente o enfermedad profesional, normalmente hace todo
lo posible para seguir laborando a pesar del dolor y el malestar, porque para los
cooperativizados una incapacidad de menos de 3 días no es remunerada, y una
incapacidad de más tiempo sólo es remunerada después de que la ARP tramite el pago a
la cooperativa; trámite que puede demorar varios meses, en los cuales el cortero queda
desprotegido y sin ingresos. En estos casos, es común que sus compañeros corteros
traten de brindar una solidaridad al enfermo con donaciones y rifas. Y lo que es peor
aun: si un cortero padece una lesión o enfermedad tan grave que no le permita seguir
trabajando, las empresas no hacen ningún intento para reubicarlo, argumentando que
por su falta de formación profesional no es factible ofrecerle otro puesto dentro del
ingenio. Y así deshacen del trabajador enfermo como si fuera un bien desechable.
Por todo lo hasta aquí expuesto, toca darle la razón a los corteros cuando dicen que su
situación es lo más parecido a una “moderna” esclavitud.
Las cifras de la agroindustria de la caña
La situación social y laboral de los corteros necesariamente contrasta con las cifras
boyantes que hoy muestra la agroindustria de la caña, tanto en su producción de azúcar
como de alcohol carburante. Veamos los datos de esta gran riqueza de los empresarios
de la caña, que apenas llega en pequeñísimas gotas al hogar de los corteros. Son datos
de ASOCAÑA:
- Son 198.000 las hectáreas de caña, que equivalen al 49% del total de área sembrada en
el Valle del Cauca.
- En el 2007 se molieron en los ingenios 21,1 millones de toneladas de caña, para
producir 2,28 millones de toneladas de azúcar (716.000 para el mercado internacional y
el resto para el mercado interno) y 275 millones de litros de etanol (2,3% más que en el
2006).
- El sector tuvo utilidades por 223 millones de dólares en 2007, gracias en buena parte a los
subsidios que reciben del Gobierno Nacional.
- Por concepto de salarios, prestaciones sociales y compensaciones el sector pagó
$614.000 millones.
- El etanol está exento del IVA, Impuesto Global y Sobretasa, según la Ley 788 de
Reforma Tributaria. También tiene exenciones arancelarias para la importación de
bienes destinados a la producción.
- El sector azucarero representa el 1% del PIB nacional (el 6% en el Valle del Cauca), y
4% del PIB agrícola a nivel nacional, y en el Valle del Cauca el 43%.
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