El primer western moderno FICHA TÉCNICA: Título original: Stagecoach Nacionalidad: EEUU Año: 1939 Dirección: John Ford Guión: Dudley Nichols (basado en el relato de Ernest Haycox “Stage to Lordsburg”) Producción: Walter Wanger Dirección de Fotografía: Bert Glennon Dirección Artística: Alexander Toluboff Música: Richard Hageman, Frank Harling, John Leipold, Leo Shuken Diseño de Vestuario: Walter Plunkett Efectos Especiales: Ray Binger Reparto: John Wayne (Henry, The Ringo Kid), Claire Trevor (Dallas), Thomas Mitchell (Dr. Josiah Boone), John Carradine (Hatfield), Andy Devine (Buck Rickabaugh), Donald Meek (Mr. Samuel Peacock), Louise Platt (Lucy Mallory), George Bancroft (Sheriff Curley Wilcox), Berton Churchill (Henry Gatewood), Tim Holt (Lt. Blanchard), Tom Tyler (Luke Plummer) Duración: 96 min. Oscar 1939 (12ª ed.): z Mejor Actor Secundario (Thomas Mitchell) SINOPSIS: z Mejor Música (Richard Hageman, Frank Harling, John Leipold, Leo Shuken) Una diligencia se aventura en territorio indio, durante el levantamiento de Gerónimo, para realizar un peligroso viaje entre Tonto y Lordsburg dos pequeñas localidades junto a la frontera de Méjico. Abordo se encuentran Dallas, una chica de salón, la Sra. Mallory, una mujer embarazada, Hatfield, un jugador profesional, Doc Boone, un médico alcohólico, Peacock, un vendedor de whisky, y Gatewood, un banquero. Junto al conductor Buck viaja el sheriff Curley, que persigue al forajido Ringo Kid, el cual también aborda la diligencia posteriormente. Pasajeros, vigilante y conductor se verán obligados a entenderse por razones de fuerza mayor y a derribar las barreras sociales existentes entre ellos. El propio Ringo Kid, que acaba de escaparse de la cárcel terminará también por unirse al grupo, llegando al fin a conseguir su código de justicia y hallar su futura felicidad. HOJA INFORMATIVA Nº 7 Diciembre 2003 COMENTARIOS: 1939 marcó el inicio de la Segunda Guerra Mundial. Mientras Europa se disponía a sumergirse en los oscuros años del dominio nazi, Estados Unidos, ajeno al conflicto en su inicial política aislacionista, comenzaba a salir de la depresión económica que había subyugado al país durante toda la década. Era el momento de devolver la confianza a los estadounidenses en el American Way of Life y los estudios de Hollywod colaboraron en este propósito con mayor éxito que la prensa o la literatura. Además, la nueva conflagración posibilitó la expansión y consolidación de Hollywood dentro de la historia del séptimo arte, una vez que en los países en guerra la otrora prometedora industria de cine apenas subsistía. Basta decir que para Hollywood 1939 fue el año de Lo que el viento se llevó, El mago de Oz o Ninotchka, por citar algunos ejemplos. Pero es también en este momento, mientras Disney arrullaba el sueño del ciudadano americano y Capra hacía apologías sobre el hombre común, cuando el western creó una épica apócrifa: una prehistoria de la nación exenta de genocidio y fortalecida por el espíritu de los pioneros caucásicos. Es también 1939 el año de La Diligencia del maestro John Ford. La llegada del sonido al cine había afectado al western: los rodajes en exteriores dificultaban el registro sonoro y los diálogos que acompañaban a la acción no siempre resultaban ser enriquecedores. El género había adquirido una clasificación acorde con los seriales y series. Con La Diligencia, Ford proporcionó peso al género y con ella, lanzó al estrellato a John Wayne, quien se convirtió en el paradigma del jinete solitario del western de la primera mitad del siglo pasado, y con quien rodó en veinte largometrajes. Con un guión elaborado por Dudley Nichols basado en una historia de Ernest Haycock (hay quienes señalan un parentesco de esta historia con el relato Bola de Sebo de Maupassant), en La Diligencia se nos presenta a un heterogéneo grupo de personajes, que con el devenir del tiempo se han convertido en estereotipos: el jinete solitario, encarnado por Wayne, aquí en una típica variante: la de prisionero sobre cuya cabeza pende una recompensa y en búsqueda de venganza por el asesinato de familiares; el alguacil que puede entregar al primero y cobrar la recompensa o no; la prostituta con corazón de oro; el médico borracho que recurre a su ciencia en momentos de crisis; el director de banco ladrón; la dama elegante del Este; el cochero asustadizo, el mexicano sucio y gracioso, la mujer india y el soldado inmaculado. Todos ellos marchan en un viaje a través del desierto asediados por los indios salvajes y rescatados en el último momento por el Séptimo de Caballería. En este reducido esquema de la conquista del Oeste, los pasajeros de esta diligencia son la comunidad donde, con la participación de todos, el orden es reestablecido. Esta es una película llena de primicias de John Ford: la primer rodada en Monument Valley, locación a la que recurriría una y otra vez; es su primer western sonoro y su primera colaboración con John Wayne desde la época del cine mudo y es también la primera vez en que el Séptimo de Caballería hace su papel salvador. De manera más significativa, La Diligencia es considerada unánimemente el primer western moderno, siendo muchos de sus elementos imitados hasta convertirse en tópicos. El éxito en su estreno fue inmediato y considerable lo que propició, como comentamos con anterioridad, que el western adquiriese mayor prestigio y popularidad. Popularidad que se prolongó hasta los años sesenta, cuando su descripción estrecha de la historia pasada de Estados Unidos comenzó a ser cuestionada con mayor insistencia, incluso por el mismo Ford, quien después de sus retratos en parte racistas, adoptó una postura conciliadora en El Ocaso de los Cheyennes en 1964. En ese mismo año, un italiano llamado Sergio Leone reorientó el género dando origen a o que se ha denominado como spaghetti-western.