Imitar a la Inmaculada Entre las actitudes que nos ayudan a vivir la comunión de vida con la Inmaculada, la imitación es el momento central. Como ya hemos tenido ocasión de afirmar, la Inmaculada representa para Maximiliano Kolbe «el más perfecto modelo de santidad» (EK 1129), motivo por el cual el Santo afirmará que es importante tratar de «hacerse semejante a Ella» (EK 556), aprendiendo a mirar «los acontecimientos, las personas y sus acciones con los ojos de Ella» (EK 631). De este modo se «irradiará Ella y su amor» en cada circunstancia de la vida. En 1938, hablando de los «caballeros de la Inmaculada», es decir, de los que se entregan totalmente a Ella, escribe: «Cada uno de nosotros desea ante todo poner en práctica este ideal en si mismo, realizarlo cada vez más rápidamente. Debo hacer lo posible por pertenecer cada vez más a la Inmaculada, soy yo quien debe consagrarse cada vez más a Ella, hacerse semejante a Ella, vivir de Ella, irradiarla, para que mi ambiente sea iluminado cada vez más claramente por el conocimiento de Ella; sea inflamado cada vez más ardientemente por el amor a Ella, de modo que un número creciente de personas se haga semejante a mí, como yo lo soy respecto de Ella y así, por mi mediación, pertenezcan cada vez más a Ella, y también ellas, como yo, influyan cada vez más entre los que viven a su alrededor [...]. Para que el mundo entero y cada alma en particular se haga cada vez más semejante a Ella, casi Ella misma: eso es la M.I.» (cfr. EK 1231). Para hacer esto, «es necesario interrogarse sobre qué cosa y cómo la Inmaculada pensaría, diría, haría en las circunstancias concretas de la vida presente, en los varios ambientes sociales» (EK 647). Es necesario dirigirse a la Madre del Señor con una oración humilde y confiada, ya que será Ella quien ilumine y sugiera lo que tenemos que hacer en cada situación de la vida cotidiana. ¿Qué haría Ella? En otra oportunidad, Maximiliano afirma: «El verdadero enamorado de la Inmaculada busca la oportunidad de estar con Ella lo más a menudo posible, quedarse el mayor tiempo posible a sus pies [...]. Le confía todos sus apuros y sus preocupaciones y él mismo, dentro de los límites de sus posibilidades, reflexiona y trabaja para que las obras de María procedan de la mejor manera posible, para que su Reino se difunda en las almas de todos aquellos que viven ahora y que vivirán en el futuro, conocidos o desconocidos, amigos o enemigos, parientes, conciudadanos, compatriotas o extranjeros, católicos o no católicos: he aquí sus aspiraciones, sus deseos, he aquí el fin al que se dirigen sus esfuerzos. ¿Y dónde encontrar la luz para saber qué hacer y cómo actuar, sino a los pies de Ella? ¿Acaso es posible sacar de otra parte las fuerzas para un trabajo tan sublime?» (EK 1102). Mirando a la Inmaculada, dialogando con Ella y buscando imitarla, cada cristiano podrá acercarse a María hasta identificarse con Ella y, de este modo, ser parte de su misión maternal junto a Cristo. Silvana Mattos, Misionera de la Inmaculada Padre Kolbe. Revista Milicia Mariana