San Maximiliano María Kolbe, El caballero de la Inmaculada. 1941. Oswiecim (Auschwitz.) Un prisionero pálido, delgadísimo, ofrece la vida en lugar de un desconocido condenado a muerte como represalia por la fuga de un prisionero. El oficial nazi le pregunta por qué lo hace, y él responde: «Soy un sacerdote católico y quiero morir por él, que tiene mujer e hijos». Va a quedar encerrado en un búnker hasta que muera de hambre. Así murió mártir. «La Inmaculada me ha elegido» Es el mismo que nació 48 años antes, el 8 de enero de 1894, de padres polacos, y fue bautizado con el nombre de Ramón; en septiembre de 1910 viste el sayal franciscano y cambia el nombre por el de Maximiliano María. -Un año después hace su profesión simple y es enviado a Roma a continuar los estudios eclesiásticos que le preparan para el sacerdocio. Allí se le hace patente la necesidad de luchar contra los males que afectan al mundo. Busca los medios más adecuados: una perfecta devoción a la Virgen Inmaculada y la utilización de los medios de comunicación social para dar a conocer y amar a María. La vuelta de la humanidad extraviada al Corazón Divino de Jesús no se hará sino por medio de la Virgen María. Su frase predilecta: «Verdaderamente tu sola presencia atrae las gracias que con vierten y santifican las almas’. Su consigna: ganar para la Inmaculada el mundo entero para ofrecérselo a Cristo. Un mensaje actual y urgente Le alarma la indiferencia que corroe el mundo. «Hay aún tantas almas extraviadas, seducidas, infelices, esclavas del demonio, que gimen... y buscan la felicidad donde no existe y donde no la pueden hallar’... Ordenado sacerdote en 1918, comienza su apostolado mariano en Polonia. En 1922 publica el primer número de «El Caballero de la Inmaculada», que llegará a alcanzar el millón de ejemplares en 1938. Se las ingenia para hacerse con una linotipia propia. En 1927 le regalan varias hectáreas, y funda Niepokalanów (Ciudad de la Inmaculada), centro de vida religiosa y de diversas formas de apostolado. En una época de crisis vocacional, la vivencia sin glosa del evangelio le atrae multitud de vocaciones. En 1930 viaja a Japón donde funda una institución análoga a la de Polonia. Progreso y contemplación Regresa a Polonia en 1936. Publica una serie de revistas religiosas y se hace con una emisora de radio. La Segunda Guerra Mundial le sorprende a la cabeza del mayor complejo editorial de Polonia. Sin embargo no des cuida su propia santificación ni la de sus hermanos: «El verdadero progreso de Niepokalanów radica en nuestro crecimiento en el amor de Dios; en acercarnos constantemente al Corazón de Jesús a través de la Inmaculada... En eso consiste el progreso esencial, en que, cada vez más, seamos propiedad de la Inmaculada.» El 14 de febrero de 1941 lo arrestan. Lo internan en el campo de concentración de Oswiecim. En el búnker del hambre, tras lenta agonía, el 14 de agosto de 1941, víspera de la Asunción, entregó su alma a Dios. Antes había visto morir uno tras otro a sus compañeros de tragedia. Les asistió y confesó. El martirio fue el re mate de su vida santa.