“El país de las ilusiones”: Érase una vez una niña que vivía en el país de la ilusiones, éste era un país muy especial; en él, todos los sueños se hacían realidad. Así un día pidió una familia y se la concedieron, pidió unos amigos con los que jugar y se los concedieron y así con muchas cosas más. La niña era feliz viviendo en este lugar tan maravilloso, se sentía bien y a gusto, tanto que si le hubiesen preguntado, se habría visto capaz de conseguir cualquier cosa en la vida sólo con desearlo de corazón. Pasaron los años y la niña soñaba con ser aún más feliz; así soñaba con una historia de cuento de hadas, con príncipes, familias felices, comer perdices y todo lo que os podais imaginar…¡inocente muchachita! no sabía lo que le esperaba aún por descubrir… Un día, sin saber muy bien cómo, se dio cuenta de que todo, absolutamente todo, había cambiado; desconcertada y muy asustada se preguntaba constantemente qué era lo que había ocurrido y por más que se estrujaba su pequeña cabecita no encontraba la respuesta…; veía cómo su familia ya no la quería; de pronto parecía que todo lo hacía mal y que nada era suficientemente bueno para contentar a aquellas personas que tanto amor le habían dado; así viendo lo que ocurría en su vida, nuestra amiga decidió esforzarse al máximo para contentar a aquellos que ella tanto quería, pero desgraciadamente, no dio resultado y nuestra amiguita se dio cuenta de que ya nada era suficiente; estaba agotada y no encontraba ya de dónde sacar fuerzas para luchar; llorando todas las noches, se preguntaba así misma, qué más podía hacer, qué era lo que había fallado, qué había hecho mal,… pero no encontraba respuesta y la distancia entre ella y aquellos a los que tanto quería, se hacía cada vez mayor… Llegó el momento en que ella misma los evitaba, intentando así que no le pidiesen hacer nada más, porque estaba tan cansada que ya no tenía fuerzas ni para respirar. Pasaron los años y la cosa siguió igual, pero claro el cansancio era mayor y cada vez se veía más derrotada, más frustrada y más angustiada y empezó poco a poco a sustituir todas las preguntas anteriores por una sola ¿por qué no la podían querer tal y como era? Un día la niña decidió que ya era hora de dejar de ser niña y de convertirse en mujer, así que empezó a ver las cosas como eran y descubrió para su sorpresa, que el país de las ilusiones se había convertido en las mazmorras del palacio… ya no se sentía a gusto allí y se dio cuenta de que nunca, por más que ella quisiese podría conseguir satisfacer las expectativas que su familia tenía puestas en ella, porque cada uno volcaba en ella sus propias angustias, frustraciones y sueños, esperando que ella los cumpliese o viviese por ellos, sin pararse a pensar que ella no quería vivir esos sueño sino los suyos propios y obviando el hecho de que cumplir los sueños de 6 personas a la vez era algo imposible. Nuestra amiga decidió recluirse en su mundo interior, el cual adornó de bonitas flores, sueños y más ilusiones pero esta vez propias; una de ellas era encontrar a gente que la quisiese sin pretensiones o exigencias, así buscó nuevos amigos y amigas, pero más de un 1 traspies tuvo que dar, hasta encontrar a aquellas que la aceptaron y acunaron cuando lo necesitó; también quiso encontrar una pareja, alguien que le diese amor y capaz de recibir el suyo, sin normas ni limitaciones, pero tras muchos intentos la niña, ahora ya mujer, perdió la esperanza. Es triste amigos y amigas, pero nuestra amiguita ante la evidencia optó por vivir en soledad, sabía que le faltaba algo, deseaba en su interior con toda la fuerza que es posible, encontrar a alguien que la amase sin prejuicios y que la respetase, pero llegó a la conclusión de que esa parte de la vida de muchos no se escribiría en su historia, y así aprendió a ser feliz sin que una pareja o su familia la quisiesen. Afortunadamente para nuestra amiga, contó en su vida con grandes amigos y amigas que la ayudaron a superar su tristeza, hasta que un día sin saber cómo, ya no estaba triste ni añoraba nada en su vida… era feliz, simple y llanamente feliz y disfrutaba enormemente de ello. Nuestra amiga sabía que su familia era víctima de otras víctimas de la ignorancia y el egoísmo y que nunca entendería el daño que le causaron ni podrían cambiar su forma de ser, así que para evitar que le hiciesen más daño prefirió separarse de ellos y le fue muy bien ¡gracias a Dios! Y la misma lección la aplicó para todos aquellos que en algún momento de su vida se atrevieron a dejar huella en su pequeño y dolorido corazón. Un día , cuando nadie lo esperaba, cuando todo parecía estar perdido nuestra amiga recibió la visita de un hadita madrina, que le vino a confiar un secreto, el hadita madrina le dijo así “ querida niña, ni muy pronto ni muy tarde conocerás a alguien que vendrá a llenar tu vida de luz, esa persona ha estado esperándote mucho tiempo, como tú a él, aunque te empeñases en negarlo todo este tiempo para ser capaz de vivir feliz en soledad, vendrá para quedarse a tu lado, no te abandonará, pero no debes asustarlo o intentar sacarlo de tu vida, porque hay trenes, querida niña, que sólo pasan una vez en la vida y en tu caso, este es el tren que llevas esperando toda la vida; esta persona te querrá por lo quien eres y no por lo que puedas llegar a ser o a dar y te respetará como a una igual, no lo debes dejar pasar” ¡imaginaos la cara de susto que se le quedó a nuestra amiga!, ella que ya se había hecho a la idea de estar sola y seguir siendo feliz, ella que cada vez que le había regalado su amor a alguien sólo había recibido a cambio desprecios y abandono,…así que le dijo al hadita lo siguiente: querida hada, te agradezco enormemente el regalo que la vida me quiere ofrecer, pero honestamente y sin pretender ser desagradecida, no creo que me lo merezca, porque no creo que pueda volver a amar y a querer, mis miedos no me dejaran que me muestre tal y como soy, dudo mucho que nadie pueda apreciar como un rasgo positivo mi rebeldía y mi necesidad de poner límites para evitar que me hagan daño… El hada la miró con los ojos llenos de nostalgia y le dijo: “Querida, tú mereces ser feliz, tú has nacido para que te quieran y te guste o no, este tren va a pasar; ahora bien, tú decides si de aquí a que pase el tren, preparas la maleta para montarte en él y dejarle que te lleve a donde se dirija, o por el contrario, lo dejas pasar y vives el resto de tu vida sin saber qué habría ocurrido si te hubieses atrevido a montarte; esa, querida niña es tu elección no la mía, tienes aproximadamente un año para decidirte y ponerte al día si quieres viajar”. Nuestra amiga pensó durante dos semanas en lo que el hada le había contado, dudó de ella, creyó que lo había soñado, creyó en ello, soñó con ello y al final decidió que ella merecía ser feliz y se prometió así misma, no volver a conformarse nunca con los despojos de los demás. Así se dio cuenta de que le esperaba un año muy duro; por lo tanto, decidió empezar a preparar ese viaje cuanto antes, no fuese a pasar , que llegase el tren y ella no estuviese preparada… ¡Uff qué disgusto se llevó nuestra amiga cuando hizo la lista de todo lo que necesitaba para el viaje! No se lo podía creer, iba a ser casi más difícil preparar el viaje que atreverse a montarse en el tren, pero si lo que le decía el hada era cierto, no le cabía ninguna duda de que valdría la pena. 2 Tras un año lo tenía todo preparado menos una cosa… ¡qué horror! ¿y si se cumplía el plazo antes de tenerlo todo preparado? Además no tenía la más remota idea de cómo superar este último miedo, era el más difícil; nuestra amiga había logrado creer en ella de nuevo, creía en su capacidad de crear buena suerte, creía en su derecho a ser feliz, aceptaba su pasado y lo que él supondría para su presente y futuro, pero no conseguía superar el miedo, ¡quién dice miedo, el pavor! a volver a dar el paso de dejar que alguien la volviese a ver al descubierto, sabía que si metía el kit de maquillaje en la maleta podría coger el tren pero también sabía que el conductor podría sentirse engañado y dejarla abandonada en algún andén perdido…; sabía que no podría recuperarse de otro abandono…, pero si no llevaba su kit de maquillaje el conductor podría ver todas las marcas de sus cicatrices y eso no sólo la hacía sentirse vulnerable, sino que además le recordaba las tantas y tantas veces que la habían rechazado y humillado; no quería sentirse otra vez así…¿qué hacer?... se preguntaba todas las noches si llegado el momento sería capaz de dejar el kit de maquillaje en el anden… Practicó con amigos y otros trenes el no usar maquillaje y vio que no le iba tan mal, así que cuando llegó el momento ni se lo pensó, se puso un chándal y unos tenis, cogió su mochila y fue a la estación del tren a esperarlo, eso sí con su perrita DINA, eso no era negociable, se lo había dicho al hadita en posteriores conversaciones y tras muchas deliberaciones habían llegado a un acuerdo beneficiosos para ambas partes. Así nuestra amiga se montó en el tren, ¡no se lo podía creer! ¡Qué valiente había sido! Y lo más importante valía la pena y no se arrepentía de nada; todo era maravilloso y perfecto, como ella lo había soñado de pequeña en el país de las ilusiones; por fin la felicidad tocaba a su puerta, y por un agujerito el hadita madrina veía el viaje sonriente porque deseaba de corazón que nuestra amiga fuese muy muy feliz con su conductor de trenes viajando de estación en estación. Pero no todo iba a ser tan fácil, lo que nuestra amiga no sabía es que hay lecciones que no se pueden aprender en soledad, sino que hay que aprenderlas en la práctica del día a día; así nuestra amiga se vio luchando día a día contra algunos miedillos un poco zorros que se habían escondido en su cabeza, pero al final, cuando la presión le podía y lo veía todo negro, decidía respirar profundamente y recordar aquel primer día en la estación del tren y lo que sintió en otros muchos momentos inolvidables y especiales como el primer beso con brakets o las millones de caricias que su revisor le daba cada vez que se tropezaban en un vagón . Aparecían ante ella nuevos retos: dejarse ayudar, dejarse cuidar, mostrar sus miedos e inseguirades, aceptar que necesitaba ayuda para aprender algunos trucos de trenes y muchos más, ¡qué agobiadita se ponía la pobre cuando lo pensaba! ¡menos mal que su conductor de trenes siempre tenía unas palabritas mágicas de ánimo y de cariño; hasta en eso había acertado el hadita!. Moraleja: “que sea difícil no significa que no valga la pena, pero eso no quiere decir, que tengas que estar peleando todo el día por conseguirlo, en ese caso quizás cogiste el tren equivocado, si es el correcto, más allá del traqueteo de los vagones y algún que otro frenazo brusco, basta simplemente con dejarse llevar”. Lourdes Pérez Marrero. 3