MESA TEMATICA 3: Desarrollo Rural, Cuestión Agraria y Territorio Paola Mascheroni Departamento de Sociología - Facultad de Ciencias Sociales- Universidad de la República. Uruguay. E-mail: paola@fcs.edu.uy UNA NUEVA MIRADA SOBRE LOS TERRITORIOS RURALES: TRABAJO NO AGRÍCOLA Y PLURIACTIVIDAD EN EL URUGUAY RURAL RESUMEN: En esta paper intentamos explorar la magnitud y las formas concretas que asume el trabajo no agrícola en Uruguay y su combinación con las actividades agrícolas desde una perspectiva territorial. De esta forma buscamos generar evidencia empírica para la discusión sobre las formas de ruralidad contemporánea y tener una aproximación sociológica de dichos fenómenos que nos permita calibrar su importancia en la sociedad rural. Nos proponemos indagar en qué grado están presentes en los distintos territorios el trabajo no agrícola y la pluriactividad y cómo pueden articularse en un nuevo eje para construir propuestas de desarrollo social en los territorios rurales. PALABRAS CLAVE: trabajo no agrícola, pluriactividad, territorios rurales. UMA NOVA MIRADA SOBRE OS TERRITÓRIOS RURAIS: EMPREGO NÃO AGRÍCOLA E PLURIACTIVIDADE NO URUGUAI RURAL RESUMO: Neste paper tentamos explorar a magnitude e as novas formas do emprego não agrícola em Uruguai e sua articulação com as actividades agrícolas desde uma perspectiva territorial. Desta forma procuramos gerar evidência empírica para a discussão sobre as formas da ruralidade contemporânea e ter uma aproximação sociológica destes fenómenos que permita calibrar sua importância na sociedade rural uruguaia. Propomos-nos indagar em que grau estão presentes nos diferentes territórios o emprego não agrícola e a pluriactividade e como podem se articular num novo eixo para construir propostas de desenvolvimento social nos territórios rurais. PALAVRAS CHAVE: emprego não agrícola, pluractividade, territórios rurais. UNA NUEVA MIRADA SOBRE LOS TERRITORIOS RURALES: TRABAJO NO AGRÍCOLA Y PLURIACTIVIDAD EN EL URUGUAY RURAL Paola Mascheroni1 Introducción El mundo rural contemporáneo vive profundas modificaciones que están alterando sus formas de producir, su estructura ocupacional y la relación entre lo urbano y lo rural. Estos cambios expresan con claridad las múltiples funciones que cumplen los espacios rurales en las sociedades actuales. Entre ellas se destacan además de las tradicionales de producción de alimentos y materias primas, las referidas al cuidado del medio ambiente y del paisaje y las vinculadas al esparcimiento y la recreación. En este contexto, la sociología rural viene prestando creciente atención a dos fenómenos que dan cuenta de las transformaciones de la estructura social y productiva del medio rural: el incremento del peso de los empleos no agrícolas y de la pluriactividad en los hogares rurales. De esta forma, se busca trascender la mirada ‘agrarista’ sobre el medio rural resaltando la necesidad de complejizar el propio concepto de ruralidad. Como señala Entrena (1998), la ruralidad es una construcción social que depende del contexto social y temporal en el cual surge. En este sentido, Murmis (2000) afirma que en la actualidad, las imágenes sobre los mundos agrarios y rurales deben ser construidas teniendo en cuenta la diversidad y heterogeneidad, la multiplicidad de agentes y formas organizacionales. Una de las dimensiones de la diversidad es la multiplicidad de ocupaciones y situaciones, donde sólo algunas de ellas aparecen ligadas a las actividades agropecuarias. En este sentido, es importante tener una nueva mirada sobre la ruralidad actual que permita dar cuenta de su diversidad y heterogeneidad, y principalmente de aquellas Realizado en co-autoría con Alberto Riella. Este artículo reúne las reflexiones realizadas en trabajos anteriores: Riella y Romero (2003); Riella (2005) y Riella y Mascheroni (2006). 1 Maestranda en Sociología, Universidad de la República, Uruguay. Profesora Asistente e Investigadora del Departamento de Sociología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de la República, Uruguay. 1 facetas de la realidad social rural que quedan ocultas por el enfoque tradicional de la sociología de la agricultura. Esta perspectiva sobre los espacios rurales y sus problemas contemporáneos debe posibilitar descubrir elementos tímidamente emergentes en los territorios rurales y redescubrir fenómenos de magnitud importante que habían quedado opacados por la visión extremadamente agraria de las últimas décadas. Un aporte en esta dirección es considerar las áreas rurales como territorios socialmente construidos. Esta mirada territorial posibilita el análisis de las dinámicas sociales y productivas que se desarrollan en un determinado espacio sin tomar como eje exclusivo de análisis lo agrario. Esto implica diferenciar lo rural de lo agrario, teniendo así una visión más amplia de los fenómenos existentes en la sociedad rural que brinda más herramientas para pensar los desafíos del desarrollo rural. La pertinencia de este enfoque territorial sobre los enfoques más tradicionales acerca de la cuestión agraria, deriva de su capacidad para mostrar la existencia de una red de relaciones sociales en un determinado territorio rural que no está estructurada únicamente por las relaciones sociales establecidas en torno a la producción agrícola y tenencia de la tierra. En este trabajo intentamos explorar la magnitud y las formas concretas que asume el trabajo no agrícola en nuestro país y su combinación con las actividades agrícolas. De esta forma buscamos generar evidencia empírica para la discusión sobre las formas de ruralidad contemporánea y tener una aproximación sociológica de dichos fenómenos que nos permita calibrar su importancia en la sociedad rural. Nos proponemos indagar en qué grado están presentes en los distintos territorios el trabajo no agrícola y la pluriactividad y cómo pueden articularse en un nuevo eje para construir propuestas de desarrollo social en los territorios rurales. I. El empleo no-agrícola en los territorios rurales Como se ha señalado en diversos estudios, el agro uruguayo ha sufrido en las últimas tres décadas una profunda transformación productiva a raíz de la introducción de nuevos rubros de producción y de una creciente integración 2 agroindustrial, lo cual derivó en una acelerada incorporación de cambios tecnológicos. Sin embargo, este fenómeno presenta la característica particular de haberse desarrollado principalmente fuera del sector tradicional de producción de carne y lana (Riella, Romero y Tubío, 1999). Estas dinámicas diferenciadas dentro del sector han producido impactos en la territorialización del empleo muy heterogéneos dando lugar a una nueva regionalización de las áreas rurales. Las características de esos procesos agrarios y la expansión de las comunicaciones, servicios y transporte al medio rural, han llevado a la conformación de mercados de empleo regionales donde hay indicios que muestran una rearticulación de las interrelaciones entre la sociedad rural y la sociedad urbana que hacen pertinente, en estos casos, el uso conceptual de una ruralidad distinta de la tradicional y amerita un análisis territorial para comprender mejor sus procesos sociales y diseñar estrategias para su desarrollo. Sin embargo, la sociología rural no ha prestado mayor atención a estos procesos y sus efectos territoriales. Son muy escasos los estudios que se han preocupado por esta temática, y los que se han realizado han tenido un énfasis sectorial, por lo que no alcanzan a dar cuenta en forma exhaustiva de sus efectos territoriales. Uno de los efectos más notorios de estas transformaciones ha sido el incremento de las actividades no agrarias y los servicios en los espacios rurales de estas regiones del país. Un primer indicador para poder aproximarnos a la estructura de ocupación rural es el peso que tienen las ocupaciones no agrarias. Para este análisis utilizamos los datos de la última Encuesta de Hogares Rurales realizada entre fines del año 1999 y principios del 2000 por el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca2. De acuerdo a la información relevada, se constata que el 40% de la Población Económicamente Activa (PEA) rural no es agraria, encontrándose un 10,9% de personas ocupadas en el sector secundario y un 28,3% en el terciario. 2 MGAP, OPYPA. 2000 “Encuesta sobre el Empleo, los Ingresos y las Condiciones de Vida de los Hogares Rurales” (Montevideo). Dicha encuesta tiene una definición de población rural amplia abarcando a los hogares de las localidades con menos de 5.000 habitantes, es decir el 25% de la población total que no está integrada a la Encuesta Continua de Hogares del Instituto Nacional de Estadística y sobre la cual se conocía muy poco ya que sólo se contaba con los censos nacionales, realizados cada 10 años, para su estudio. 3 Los datos nos indican una mayoría razonable de las personas ocupadas en la agricultura pero también marcan con nitidez la importancia de la ocupación noagraria en el conjunto del país rural. Un 39,2% de las ocupaciones para la población rural se generan en sectores distintos al sector que tradicionalmente se pensaba como única fuente de creación de empleo en estos territorios. Este primer hallazgo nos indica la relevancia de repensar las ruralidades actuales para entender buena parte de la dinámica y de los desafíos de estos territorios. Cuadro 1 Distribución de la PEA según sector de actividad de la población rural Sector de actividad3 Porcentaje Primario 60,8 Secundario 10,9 Terciario 28,3 Total 100 Fuente: Encuesta de Hogares Rurales, MGAP, 2000 Para estudiar la evolución de este fenómeno en Uruguay en las últimas décadas es muy poca la información con la que se cuenta. La única fuente confiable y posible con la cual se puede establecer una comparación es de principios de la década de los 60 (CINAM-CLAEH, 1963). A partir de este estudio se puede estimar que las actividades no-agrarias representaban a esa fecha un 25% de la ocupación de las regiones rurales. Las cuatro décadas transcurridas desde ese registro nos indican un lento crecimiento de este fenómeno que, como dijimos, puede estar vinculado principalmente a la acción de las políticas públicas de desarrollo urbano en las localidades menores y a las nuevas dinámicas agroindustriales. Para contextualizar la importancia de este fenómeno ponderar la real magnitud del mismo en nuestro país, es necesaria la comparación con otros países de los cuales se dispone de este tipo de información. En Brasil, estudios empíricos realizados en el Estado de Rio Grande do Sul, muestran que aproximadamente el 70% de la PEA rural desarrolla tareas en el sector primario, el 11,5% en el sector secundario y el 3 Sector de actividad: Primario: Agropecuario; Secundario: Industria, Suministro Agua, Luz y Gas y Construcción; Terciario: Servicios en General. 4 18,5% en el sector terciario (Schneider, 2001). Por lo tanto, Uruguay presenta un porcentaje algo mayor de actividades no agrarias que la región sur de Brasil, pero su peso no parece presentar una dispersión importante en torno a esa región vecina4. Si comparamos con los países desarrollados vemos en cambio que el porcentaje de ocupados en actividades no agrarias es muy superior. En los países europeos entre un 80 y 90% de las personas que viven en regiones rurales no tiene actividades agrícolas5. Los porcentajes menores los encontramos en los países del sur de Europa como España y Portugal, con un 75% y 77%, respectivamente, aumentando su peso en Italia a un 84%, y en Francia donde alcanza un 89% (Schneider, 2001). Se constata que la relación entre ocupaciones agrarias y no agrarias en el continente latinoamericano y europeo es casi la inversa. Mientras en la región tenemos un claro predominio de las actividades agrícolas, la generación del empleo en este sector en Europa alcanza a representar, en los países de mayor peso, tan sólo una cuarta parte de los empleos de los territorios rurales. Cuando se observa la evolución de las ocupaciones no agrarias para las regiones esencialmente rurales de los países desarrollados, en los últimos 20 años se verifica un leve aumento de las mismas. Por ejemplo, (tomando como base 100= 1980) en Estados Unidos el sector primario reduce su peso en la ocupación en 12 puntos; en Francia en 29, y en España un 10 (Schneider, 2001). Por tanto, en estos países donde ya hay altos niveles de empleo no-agrícola, la tendencia paulatina al descenso de los empleos agrícolas en las regiones rurales no parece revertirse. Pasando al análisis regional del fenómeno en Uruguay, el Cuadro 2 nos permite observar el comportamiento de las cuatro grandes regiones rurales del país6, advirtiendo diferencias territoriales significativas. La región Norte es la que posee 4 Para el conjunto del Brasil rural, las actividades no agrícolas representan un 23% del total de la PEA, mostrando diferencias importantes con respecto a nuestro país. La heterogeneidad del país norteño no permite ninguna afirmación sobre las características que llevan a esa diferencia ya que este porcentaje también varía significativamente para las cinco grades regiones de Brasil (Graziano da Silva, 1999). 5 Estas comparaciones adolecen del problema de que no se cuenta con una definición estricta de regiones rurales compartida por todo los países. 6 Regiones definidas por cercanía geográfica, Norte: Departamentos de Artigas, Rivera, Cerro Largo y Salto; Centro Norte: Departamentos de Paysandú, Río Negro, Tacuarembó, Durazno y Treinta y Tres; Centro Sur: Departamentos de Soriano, Flores, Florida, Lavalleja y Rocha y por último, Sur: Departamentos de Colonia, San José, Canelones y Maldonado. 5 mayor proporción de PEA en el sector primario, seguida de la región Centro Norte, Centro Sur y Sur respectivamente. En tanto que para el sector secundario, la región Sur presenta mayor peso relativo seguida de la región Centro Sur, Centro Norte y Norte respectivamente y por último, el sector terciario presenta una situación semejante al secundario con relación a los pesos proporcionales de las regiones. Cuadro 2 Regiones del país según sector de actividad (en porcentajes) Región Rama de actividad Sur Centro Centro sur norte Norte Total Primario 49,9 63,4 68,2 75 60,8 Secundario 16,3 7,4 7,8 6,4 10,9 Terciario 33,8 29,2 24,1 18,6 28,3 Total 100 100 100 100 100 Fuente: Encuesta de Hogares Rurales, MGAP, 2000 Según análisis realizados por Riella, Romero y Tubío (1999), los procesos de transformación agraria y modernización social que se han dado en el país en los últimos treinta años han provocado impactos distintos en estas cuatro regiones que pueden explicar este comportamiento diferenciado de su mercado de empleo y en especial sobre las actividades no-agrarias. La región Sur muestra una estructura agraria con una presencia mayoritaria de pequeños establecimientos con base de producción familiar dedicados a rubros intensivos (horti-frutícola y lechería). Esta región también ha sido impactada por la metropolización de la ciudad de Montevideo siendo desde este punto de vista la región rural con mayor cercanía e intercambios con el principal conglomerado urbano del país. En el otro extremo tenemos la región Norte donde predomina el gran establecimiento con una explotación ganadera extensiva y con una red urbana de ciudades intermedias muy poco desarrolladas. En tanto la región centro sur es la base de la producción agrícola y lechera con tierras muy fértiles, posee una red de urbana más densa. La región centro norte tiene algunos cultivos extensivos con predominio de explotaciones ganaderas de gran porte y una red urbana de ciudades intermedias pero menos densa que la región anterior. 6 Según las características expuestas de cada una de las regiones, observamos que la distribución territorial de las ocupaciones no agrícolas parece presentar una asociación importante con el grado de intensividad, distribución de la tierra y densidad de los centros urbanos cercanos. Estos resultados nos muestran la pertinencia de la utilización del enfoque territorial para analizar procesos de cambios en las ruralidades. Todo parece indicar que la región Sur está efectivamente sufriendo una transformación de su ruralidad que puede ser comprendida de mejor forma utilizando el nuevo enfoque sobre los problemas rurales. En cambio, la región Norte parece mostrar que su dinámica territorial sigue siendo signada por las ocupaciones agrarias, por lo que se desprende que para analizar y explicar sus problemas actuales será más pertinente usar los conceptos de la sociología de la agricultura para observar los procesos sociales agrarios que son los que siguen estructurando este territorio. II. La Pluriactividad El segundo fenómeno que da cuenta de las transformaciones de la estructura social y productiva de los espacios rurales es la pluriactividad. Por este término se entiende en general, la combinación en un individuo o en una familia de actividades agrícolas y no agrícolas. Existe una amplia discusión sobre los contenidos de este concepto y la forma de mensurarlo, de lo cual hablaremos más adelante, pero lo que nos interesa resaltar ahora es el carácter de nexo entre lo urbano y lo rural que encierra este fenómeno, y por tanto, su enraizamiento en una conceptualización diferente de la ruralidad. Se hace énfasis en la visión territorial y se observa cómo lo agrario es un elemento más de la conformación de los territorios donde constantemente se combinan y articulan, en diferentes proporciones y modalidades, actividades urbanas y agrarias. La pluriactividad es, en este sentido, el espacio de articulación más elocuente de dichas actividades, un verdadero eslabón entre lo rural y lo agrario que encadena los mundos rural y urbano. Tanto los individuos, como las familias pluriactivas, son los portadores de una nueva forma de ruralidad en tanto sus propias vidas están estructuradas por esta forma de ruralidad ampliada. 7 Si bien existe la convicción entre los investigadores de que este tema es hoy de suma relevancia para pensar un desarrollo territorial sustentable en las áreas rurales, no hay el mismo acuerdo a la hora de juzgar lo novedoso de este fenómeno. Mientras algunos investigadores consideran que la pluriactividad siempre fue un elemento importante en las zonas rurales, otros afirman que estamos frente a un cambio cualitativo y cuantitativo del fenómeno a causa de los cambios producidos por un conjunto de factores económicos, tecnológicos y culturales que han transformado las estructuras productivas de esas regiones y las formas de trabajo. En términos generales la pluriactividad se vincula a diferentes fenómenos, entre ellos, al proceso de diversificación productiva y de ampliación de la división social del trabajo (Schneider y Navarro, 1999); a las estrategias de re-acomodamiento a circunstancias de cambio –a nivel individual o familiar- (Neiman et al, 2001); al aumento de los umbrales mínimos de rentabilidad en el agro; al cambio en la organización laboral de las explotaciones a partir de la adopción de nuevos paquetes tecnológicos; a aspectos intrafamiliares como el acceso a niveles de educación superiores (Gras, 2003); la multiocupación de los asalariados y su movilidad. Esto destaca también la necesidad de hacer referencia a la región y a la economía local – ciudad o su entorno rural- que forma el ambiente productivo o contexto en el cual están insertos los hogares rurales (Kageyama, 1998); y los aspectos vinculados a las características de los mercados locales, como la cercanía a las ciudades y las oportunidades de trabajo que las mismas ofrecen. Todos estos factores se expresan territorialmente en distintas modalidades y grados de pluriactividad. En cuanto a la relación entre pluriactividad y trabajo agrícola, se puede afirmar que la primera se puede manifestar en aquellos territorios donde existe trabajo no agrícola, aunque éste no determina las formas y el volumen del fenómeno. Es una causa necesaria pero no suficiente del grado de pluriactividad de la región. Por otra parte, las modalidades de pluriactividad de un territorio o región dependen de la combinación de factores de localizaciones espaciales -que permiten la capacidad de movilidad para la combinación específica de empleos rurales y urbanos- y de una multiplicidad de dimensiones sociales como el tipo de estructura de clases, la temporalidad de las actividades, las culturas locales, la composición familiar, el rol 8 de los sexos en la división del trabajo, etc. Por su parte, los sistemas productivos locales y su propia estacionalidad, son también factores que estructuran el mercado de empleo regional permitiendo el desarrollo de la pluriactividad como estrategia de empleo de los individuos y de los hogares rurales. Para realizar el estudio de la pluriactividad clasificamos a los hogares rurales en tres tipos en función de la combinación de la rama de actividad de sus miembros activos7, generando así tres tipos de hogares: 1. Hogares agrícolas: cuando la totalidad de sus miembros activos se dedican a actividades agropecuarias; 2. Hogares pluriactivos: cuando parte de sus miembros activos se dedican a actividades agropecuarias y el resto a actividades industriales y/o de servicios; 3. Hogares no agrícolas: cuando la totalidad de sus miembros activos se dedican a actividades industriales y/o de servicios. II.1 La incidencia de la Pluriactividad en el Territorio Los resultados obtenidos con la metodología seguida indican que el 18.6% de los hogares residentes en el territorio rural uruguayo son pluriactivos, o sea, que sus miembros combinan actividades agrícolas y no agrícolas. Cuadro 3 - Tipo de hogar según combinación de actividades de sus miembros (en porcentaje) Tipo de hogar Hogares con Hogares con dos Total hogares un sólo activo activos o más Agrícola 62 39,6 48,4 Pluriactivo --- 30,7 18,6 No agrícola 38 29,8 33 100 (668) 100 (1034) 100 (1702) Total Fuente: Elaboración propia en base a Encuesta de Hogares Rurales, MGAP, 2000 El cuadro 3 permite apreciar además que una tercera parte de los hogares tiene a todos sus miembros vinculados a actividades no agrícolas. Se manifiesta la 7 Se tuvo en cuenta sólo la ocupación principal y la rama de actividad de dicha ocupación se clasificó en tres categorías: 1. agropecuario, 2. industria, 3. servicio. 9 importancia que adquieren estas actividades en la dinámica territorial en el medio rural ya que menos de la mitad de los hogares tiene a todos sus miembros dedicados a actividades agropecuarias. Estos resultados coinciden en destacar la importancia del empleo no agrícola en el medio rural reseñada anteriormente. Como muestra el cuadro superior, el porcentaje de hogares pluriactivos aumenta considerablemente –pasa de 18,6 a 30,7%- si tenemos en cuenta sólo aquellos hogares que cumplen con la condición de tener más de una persona activa, puesto que es en ellos donde efectivamente puede darse la conjunción de diferentes actividades entre sus integrantes. Esto podría estar indicando en principio que a más miembros ocupados en los hogares rurales habría mayor tendencia a combinar actividades agrícolas con no agrícolas entre sus integrantes. A partir de los resultados expuestos podemos observar claramente cómo lo rural no es sinónimo de lo agrícola, cómo las fronteras entre lo rural y urbano se van disolviendo y volviendo cada vez más difusas: un número importante de hogares rurales mantiene vínculos con lo urbano mediante la ocupación parcial o total de sus miembros en actividades no agrícolas. Esto estaría confirmando la necesidad de complejizar nuestra mirada cuando nos acercamos a la realidad del campo. La interpretación sociológica de esa realidad y los modelos de desarrollo rural deben tener en cuenta que hay una gran diversidad de agentes sociales, muchos de ellos no vinculados a las actividades agropecuarias. II.2 La Pluriactividad por Región Como se ha señalado anteriormente, una de las hipótesis manejadas es que las especificidades territoriales pueden favorecer o limitar las situaciones de pluriactividad. Por tanto, una de las interrogantes que intentamos dilucidar es si se verifican diferencias en el porcentaje de los hogares pluriactivos según las grandes regiones del país8. 8 Regiones definidas por cercanía geográfica, Norte: Departamentos de Artigas, Rivera, Cerro Largo y Salto; Centro Norte: Departamentos de Paysandú, Río Negro, Tacuarembó, Durazno y Treinta y Tres; Centro Sur: Departamentos de Soriano, Flores, Florida, Lavalleja y Rocha y por último, Sur: Departamentos de Colonia, San José, Canelones y Maldonado. Para nuestro análisis agrupamos las regiones Norte y Centro Norte. 10 Cuadro 4 - Tipo de hogar por región (en porcentaje) Región Tipo de hogar Sur Centro Centro Norte Sur y Norte Total Agrícola 30,5 41,9 48,2 39,6 Pluriactivo 28,8 30,6 32,7 30,7 No agrícola 40,7 27,5 19,1 29,8 Total 100 100 100 100 Fuente: Elaboración propia en base a Encuesta de Hogares Rurales, MGAP, 2000. Nota: Hogares con más de un activo El cuadro 4 permite observar que no hay grandes diferencias en el porcentaje de hogares pluriactivos en cada una de las regiones estudiadas, mostrando cifras que rondan el 30% de los hogares. Por otra parte, analizamos la incidencia del trabajo no agrícola y la pluriactividad por región para estudiar la relación entre ambos fenómenos, información que se presentan en el cuadro a continuación. Cuadro 5 – Ocupación no agrícola y pluriactividad por región Indicador Sur Centro Sur Centro Norte y Norte % de PEA no agrícola 50,1 36,6 30 % de hogares pluriactivos 28,8 30,6 32,7 % de hogares no agrícolas 40,7 27,5 19,1 Fuente: Riella y Romero, 2003 y elaboración propia en base a Encuesta de Hogares Rurales, MGAP, 2000 Gráfico 1- Ocupación no agrícola y pluriactividad por región 60 50 %de PEA no agrícola 40 30 %de hogares pluriact ivos 20 %de hogares no agrícolas 10 0 Sur Centro Sur Cent ro Nort e y Nort e 11 La comparación del fenómeno de la pluriactividad y la PEA no agrícola en cada región, muestra que la primera no cambia significativamente en relación con la segunda. Por el contrario, no parece haber ningún tipo de efecto ya que la pluriactividad de los hogares se mantiene casi constante y las ocupaciones no agrícolas presentan una importante variación entre regiones. En el cuadro 5 es posible observar también las variaciones que registran los porcentajes de hogares no agrícolas por región. Ello induce a suponer que la variación regional de ese tipo de hogares si es sensible al peso de las ocupaciones no agrícolas, ya que como se aprecia, a medida que aumenta el porcentaje de PEA no agrícola aumenta el porcentaje de hogares no agrícolas, y viceversa. La región Sur, que presenta la mayor proporción de PEA no agrícola, es la región con una menor proporción de hogares agrícolas, en ambos casos con valores inferiores al promedio del país. En el otro extremo, la región Centro Norte y Norte, que posee la menor proporción de trabajadores no agrícolas, es a su vez la región con mayor proporción de hogares agrícolas y la menor proporción de hogares no agrícolas. Retomado el análisis de los hogares pluriactivos, es importante destacar que la pluriactividad se manifiesta en los territorios donde existe trabajo no agrícola, pero también, y en similar magnitud, en aquellos en los que hay mayor porcentaje de trabajo agrícola. Por tanto, es posible afirmar que el volumen de trabajo agrícola de un territorio no determina las formas y el volumen del fenómeno de la pluriactividad. Esta relación entre el empleo no agrario y la pluriactividad de los hogares en cada territorio iría en la línea de las hipótesis que indican que la pluriactividad se debe más a estrategias de los hogares que a la existencia de oportunidades locales o regionales. En este sentido, el supuesto de las especificidades regionales parece no estarse confirmando ya que la presencia de hogares pluriactivos es similar en las regiones consideradas. Podemos afirmar, a manera de hipótesis, que según las regiones y el peso de las actividades agrícolas o no agrícolas, es el papel de la pluriactividad en tanto bisagra o nexo entre lo rural y lo urbano. En las regiones con mayor porcentaje de hogares agrícolas podemos considerar que la pluriactividad es una forma de realizar 12 un pasaje gradual hacia las actividades no agrícolas, donde algunos de los miembros del hogar comienzan a dedicarse a ocupaciones vinculadas a la industria y a los servicios. Por otro lado, en la región Sur, que posee más hogares no agrícolas, los hogares pluriactivos pueden ser la forma de mantener el vínculo con lo agrario. Para poder resolver esta doble función de la pluriactividad como nexo entre las actividades agrícolas y urbanas según el contexto territorial, sería necesario ahondar en estas consideraciones realizando un estudio cualitativo que permita generar conocimiento sobre la posible diversidad de los hogares pluriactivos y las diferentes estrategias desarrolladas por los mismos. II.2 Pluriactividad y Densidad de Población Otro elemento territorial a tener en cuenta son los diferentes escenarios territoriales en función de la densidad de población. En este sentido, la información disponible nos permite construir tres escenarios de ruralidad. Uno de ruralidad dispersa propiamente dicho, otro de localidades rurales pequeñas (menos de 900 habitantes) y un tercero de agrupamientos urbanos en territorios rurales (900 a 5000 habitantes). Cuadro 6 - Tipo de hogar por área (en porcentaje) Tipo de área* Tipo de hogar Poblados de 900 a Poblados menores Rural Total 5000 habitantes a 900 habitantes disperso Agrícola 8,6 10,8 57,8 39,6 Pluriactivo 32,7 34,2 29,1 30,7 No agrícola 58,6 55,0 13,0 29,8 Total 100 100 100 100 *Definida en función de la concentración de población. Fuente: Elaboración propia en base a Encuesta de Hogares Rurales, MGAP, 2000 Nota: Hogares con más de un activo Los diferentes tipos de hogares están asociados de grado diferente con las distintos tipos de área. En cuanto a los hogares pluriactivos, se encuentran en mayor porcentaje en los poblados de menos de 900 habitantes. No obstante, los mismos se mantienen relativamente estables en los distintos tamaños de población; no se 13 observan diferencias significativas que puedan ser explicadas por la densidad poblacional de la localidad. Esto estaría indicando que la residencia más urbana no es un factor determinante para la emergencia de situaciones de pluriactividad ya que esta se da casi en las mismas proporciones entre habitantes de pequeñas localidades urbanas y de áreas rurales (su peso se reduce menos de un 3% entre las localidades mayores y el área rural dispersa). Por otro lado, como era de esperar, si se produce una variación importante en el porcentaje de hogares agrícolas y no agrícolas según la localidad. En la medida en que nos acercamos a las áreas rurales dispersas aumenta el número de hogares agrícolas y disminuyen los no agrícolas, y viceversa, el porcentaje de hogares con individuos que se dedican exclusivamente a actividades industriales o de servicios se incrementa a medida que aumenta la concentración de población. En síntesis, la pluriactividad se presenta como un fenómeno relativamente homogéneo en los diferentes escenarios territoriales analizados, tanto por región y por tamaño de localidad, siendo apreciable su presencia en los diferentes contextos. Por tanto, la pluriactividad parecería explicarse más por características o estrategias de los hogares que por la existencia de oportunidades regionales o locales. II.4. Características de los hogares pluriactivos Para aproximarnos a la posible heterogeneidad social entre los hogares pluriactivos analizaremos en este apartado la clase social, status socio-profesional y la condición de actividad del jefe del hogar como indicadores de la condición social del hogar. Presentaremos los resultados según tipo de hogar para observar si existen perfiles o características diferentes entre los hogares pluriactivos y el resto de los hogares rurales. 14 Cuadro 7 - Tipo de hogar según categoría de la ocupación del jefe de hogar (en porcentaje) Tipo de hogar Categoría de la ocupación del jefe de hogar Agrícola Pluriactivo No agrícola Total Patrón 14,1 10,5 6,2 10,7 Trabajador por cuenta propia 37,4 30,5 26,6 32,1 Asalariado (privado / público) 46 57,7 66,6 55,6 remunerado 2,5 1,3 0,7 1,6 Total 100 100 100 100 Miembro de cooperativa / familiar no Fuente: Elaboración propia en base a Encuesta de Hogares Rurales, MGAP, 2000 Nota: Hogares con más de un activo y jefes activos En su mayoría, los jefes de los hogares pluriactivos son asalariados: un 53,4% de los son empleados privados y un 4,3% empleados públicos. En segundo lugar se encuentran los trabajadores por cuenta propia (30,5%), seguidos por los patrones (10.5%). Se desprende también del cuadro superior que los hogares pluriactivos tienen un perfil similar en esta variable al resto de los hogares rurales. Por tanto, se confirma que la pluriactividad se permea por igual en todas las clases sociales indicando que el análisis de este fenómeno no debería limitarse a determinados sujetos o grupos sociales ya que es un fenómeno extendido por igual en el conjunto de la sociedad rural. En este sentido, la pluriactividad parece no estar asociada únicamente a una estrategia de sobrevivencia de los hogares más pobres en la medida en que la misma es desarrollada por todas las fracciones sociales, lo que lleva a pensar que formaría parte de las formas de ruralidad contemporánea. Un reforzamiento de esta hipótesis se obtiene a partir de la lectura del siguiente cuadro donde se presentan los tipos de hogar por status ocupacional del jefe de hogar. 15 Cuadro 8 - Tipo de hogar por status del jefe de hogar (en porcentaje) Tipo de hogar Status del jefe Agrícola Pluriactivo No agrícola Total 14 10,3 5,3 10,3 0 0,7 2,8 1 Técnicos y profesionales de nivel medio 0,3 1 4,9 1,9 Empleadores de oficina 0,3 0,7 6,3 2,2 0 2,1 21,4 7 Trabajadores calificados agro 27,6 19,9 0 17,1 Pequeños empresarios-cuenta propista 39,3 33,3 25,3 33,3 Operarios de instalaciones y máquinas 3,1 10,7 12,6 8,2 Trabajadores no calificados 15,5 21,3 21,1 18,9 0 0 0,4 0,1 100 100 100 100 Directivos, gerentes, administradores y propietarios Profesionales, científicos, artistas e intelectuales Trabajadores de servicios y vendedores Fuerzas armadas Total Fuente: Elaboración propia en base a Encuesta de Hogares Rurales, MGAP, 2000 Nota: Hogares con más de un activo y jefes activos. Como se puede apreciar en el status ocupacional de los jefes de hogar pluriactivos predominan los pequeños empresarios (33,3%), seguidos por los trabajadores calificados del agro (19,9%) y en tercer lugar los trabajadores no calificados (21,3%). También encontramos un guarismo importante en la categoría de Directivos, gerentes, administradores y propietarios con un 10,3%. Estos datos constatan la idea mencionada más arriba de que la pluriactividad es llevada adelante por los diferentes estratos socio-ocupacionales del medio rural y no por algunos grupos en particular. Podemos concluir esta descripción concordando con lo afirmado por Cucullu y Murmis (2003:262), sobre que la pluriactividad no define una categoría social de sujeto pluriactivo como una base para la definición de grupos sociológicamente significativos, sino que sólo se trata de explorar en qué forma ella está presente en las diversas clases, fracciones y conglomerados sectoriales para entender qué modificaciones produce en ellos, y cómo pueden afectar su racionalidad y las respuestas a las políticas públicas destinadas a ellos. Para continuar con esta descripción nos interesa explorar la contribución que los distintos miembros del hogar hacen a la condición de pluriactividad de los 16 mismos. El cuadro a continuación muestra la rama de actividad de los integrantes del hogar según la relación de parentesco, para los hogares pluriactivos. Cuadro 9 - Rama de actividad de los individuos según relación de parentesco, en hogares pluriactivos (en porcentaje) Relación de parentesco Rama de Total actividad Jefe Cónyuge Hijo/a Otro Agropecuario 79,9 24 47,8 47,6 52 Industria 6,3 15,5 16,7 16,7 12,6 Servicio 13,8 60,5 35,5 35,7 35,3 Total 100 100 100 100 100 Fuente: Elaboración propia en base a Encuesta de Hogares Rurales, MGAP, 2000 Nota: Individuos en hogares con más de un activo La condición de pluriactividad es posible principalmente por la actividad fuera del sector agrícola de los miembros del hogar que no ejercen la jefatura del mismo. Los cónyuges (primordialmente mujeres) son quienes tienen mayoritariamente una ocupación no agrícola ya que el 76% de ellos trabajan en la industria o en el sector de servicios (15,5% y 60,5% respectivamente). También los hijos/as o los otros miembros de los hogares pluriactivos tienen una alta inserción en las actividades no agrícolas, alcanzando más de la mitad de las ocupaciones de estos individuos. Esto refleja las transformaciones –a nivel individual o familiar- al interior de los hogares y las explotaciones agropecuarias. Algunas Consideraciones Finales En este artículo intentamos aportar elementos para la discusión sobre la importancia de las actividades no agrícolas y de la pluriactividad en el marco de la ruralidad contemporánea uruguaya, contribuyendo a una mirada territorial que trascendiera las perspectivas agrarias sobre la cuestión. En relación a la ocupación no agrícola se constató la importancia de la misma en la sociedad rural de nuestro país, ya que casi un 40% de las personas económicamente activas trabajan en ocupaciones no vinculadas al sector primario. Este alto porcentaje –comparativamente superior al de la región sur de Brasil pero muy inferior al de los países desarrollados- da cuenta de la multifuncionalidad de los 17 territorios rurales e indica la magnitud de este fenómeno a la hora de aproximarnos a la realidad del campo uruguayo. Permite constatar la complejización y diversificación de la estructura ocupacional de la población económicamente activa del medio rural ya que una parte importante de la misma dejó de trabajar en el sector que históricamente se les atribuía y ha pasado a ocuparse en el sector secundario y terciario. Si bien la producción agropecuaria sigue siendo muy importante en la generación de empleo, los cambios acaecidos en la estructura ocupacional muestran que la agricultura ocupa una proporción decreciente de la población rural. Sobre la condición de pluriactividad de los hogares rurales, de nuestro estudio se desprende que la pluriactividad en el medio rural uruguayo se manifiesta de manera estable en los diferentes contextos territoriales analizados (regiones y tamaño de población). Asimismo, la incidencia de la pluriactividad en el territorio no está condicionada por la presencia de actividades agrícolas en las regiones por lo cual no se puede afirmar que la expansión de la misma pueda ser atribuible a las dinámicas de los mercados agrícolas regionales. En términos estrictos, la pluriactividad se manifiesta en aquellos territorios donde existe trabajo no agrícola, aunque éste no determina las formas y el volumen del fenómeno. Se puede pensar que es una causa necesaria pero no suficiente del grado de pluriactividad de la región. Las modalidades de pluriactividad de un territorio o región parecen depender de la combinación de factores de localizaciones espaciales -que permiten la capacidad de movilidad para la combinación específica de empleos rurales y urbanos- y de una multiplicidad de dimensiones sociales como el tipo de estructura de clases, las culturas locales, la composición familiar, el rol de los sexos en la división del trabajo, entre otros. Por otra parte, se observó que la pluriactividad se encuentra presente en las distintas clases y estratos sociales del mundo rural, en sectores de patrones y productores agropecuarios pero también en sectores de asalariados y cuenta propia. En la medida en que la pluriactividad se encuentra difuminada en los diferentes estratos sociales, al igual que como muestran diversos estudios empíricos sobre el tema en la región, la pluriactividad se ha vuelto un rasgo estructural de las economías rurales. Se ha constituido en una de las principales fuentes de diversidad del mundo rural, expresando las transformaciones de lo agrario y los diversos tipos 18 de representaciones de lo rural y hace suponer una heterogeneidad cultural hasta hoy poco explorada en los estudios rurales uruguayos. Desde la perspectiva de la construcción social del territorio, los fenómenos estudiados conforman el conjunto del entramado de sus limitantes y oportunidades para alcanzar un desarrollo territorial socialmente deseable. Los intrincados procesos sociales de construcción del territorio se dan en un mundo rural cada vez más globalizado. Pero se debe tener presente que ellos siempre estarán enraizados con distintos niveles y grados a la vieja cuestión agraria en los países periféricos. En tanto se pueda ponderar ajustadamente esta combinación en cada territorio, los nuevos enfoques constituirán una herramienta idónea para abrir novedosos caminos a los agentes constructores de los territorios rurales del futuro. Finalmente, queremos resaltar la idea de que la presencia creciente del trabajo no agrícola y la pluriactividad nos obliga a tener en cuenta la multifuncionalidad de los territorios rurales a la hora de pensar políticas de desarrollo que atiendan la realidad del campo uruguayo. Esto significa también un desafío para los actores sociales y actores políticos que deben incorporar a sus propuestas y acciones de desarrollo de las áreas rurales una mirada desde la diversidad y multifuncionalidad. Como sostiene Linck (2001) en la búsqueda de integración y recomposición de las áreas rurales que tienen por delante los actores, la dimensión territorial es central para dar sentido a las políticas públicas y poder conformar unidades espaciales coherentes de ordenación del espacio y de administración de servicios públicos que permitan una plena integración social de los territorios rurales menos favorecidos por lo procesos de globalización. Referencias bibliográficas CINAM- CLAEH. 1963 Situación Económica y Social del Uruguay Rural. (Montevideo: Centro Latinoamericano de Economía Humana). Entrena Durán, Francisco. 1998 Cambios en la Construcción Social de lo Rural. De la autarquía a la globalización (Madrid: Ed. Tecnos). Gras, Carla. “Transformaciones en la explotación familiar: Estrategias de pluriactividad entre productores familiares de la región pampeana Argentina”. Ponencia presentada en las Segundas Jornadas Interdisciplinarias de Estudios Agrarios y Agroindustriales. 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