El publicista que tardó 24 años en dar la vuelta al mundo El capitán Kurt con los nativos de la isla de Vanuatau en Oceanía. | KS • • • En 1986 vendió su empresa y comenzó su aventura para dar la vuelta al mundo Cada campaña empleó más de 50.000 euros entre viajes de ida y vuelta a Altea Sufrió el ataque de los piratas, los mares de Hornos y los vientos de Alaska Héctor Atienza | Cuando Kurt Schmidt decidió cambiar su vida de publicista para cumplir su sueño juvenil de navegante sin fronteras, internet era un pequeño embrión, los móviles estaban unidos a una maleta de varios kilos y las televisiones privadas en España querían romper el monopolio de TVE. Estamos hablando de los años 80. Tras varias salidas, en 1986 el capitán Kurt, como así se le conoce familiarmente a este alemán de nacimiento, decidió tomar la 'caña' de la embarcación Nicole para comenzar su salto a la vuelta al mundo. Primero, por Grecia y el mar Negro. Más tarde, Kurt Schmidt con su Benlliure 40 'atacó' el globo con una particularidad: navegaba diez meses al año y luego regresaba dos meses a casa. "Yo quería marcharme cinco años y al final fueron 24. Muchos sueñan con realizar esta aventura, pero no lo hacen", expresa el capitán Kurt tras cortarse su 'coleta' aventurera y amarrar su barco por una larga temporada en el Real Club Náutico de Calpe. "Hay dos días muy importantes: la salida, porque rompes con todo tu vida, y la vuelta porque pones fin a una aventura", comenta Kurt que tiene su residencia en tierra en Altea 'abordo' de un antiguo torreón del siglo XV. A lo largo de este tiempo ha sufrido el ataque de los piratas, las tormentas 'asesinas' del Cabo de Hornos y los vientos de 70 nudos de Alaska donde "el barco dio una vuelta de campana y todo se quedó roto. Creí que me moría, pero conseguí hacer el viaje de regreso sin timón hasta San Francisco". La mayoría de sus viajes los realizó solo, aunque en las últimas campañas le acompañó un amigo inglés y más tarde el relevo lo tomaría su compañera Elena. "Cuando eres joven haces muchas locuras, es mejor compartir estas experiencias", comenta. La financiación de sus proyectos cada año las cubrió con su patrimonio personal -tras la venta de sus empresas de publicidad-, con conferencias de 'coaching' y también con el restaurante La Mascarada que dispone en la localidad de Altea. "He gastado unos 50.000 euros del año. Un 30% era para mantener el barco y que fuera seguro ya que jugaba la vida. Me gusta vivir muy bien, aunque se puede hacer con menos dinero", dice este lobo de mar. A sus 73 años dice que no piensa en jubilarse y ya tiene en mente su segundo libro tras publicar hace unos años 'La vuelta al Mundo sin prisas'. El Mundo.es, lunes 04/10/2010