Sectas Lo mismo que sección, sector y segmento, la palabra secta viene del verbo latino secare, que significa separar, cortar, apartar. En la Iglesia cristiana primitiva empezaron a surgir grupo que interpretaban las verdades de la fe de manera distinta a la enseñanza de los apóstoles. A fines del siglo l encontramos a los Docetas: Predicaban que Jesús había tenido sólo un cuerpo aparente. O el arrianismo donde presentaban a Jesús con la sola naturaleza humana. Luego surgieron los Gnósticos, quienes unieron a la revelación cristiana muchos elementos de la filosofía griega y de las religiones orientales. Identificaban el Evangelio con una ciencia reservada únicamente a los letrados. Por ese mismo tiempo, aparecen los Maniqueos que enseñaron la existencia de dos fuerzas poderosas, el Bien y el Mal, que se disputan el gobierno del mundo. Manes, nacido en Persia hacia el 217, contagió a varias Iglesias de su dualismo religioso, cuyos restos perduran en muchas sectas de hoy. Por su parte Montano, en el siglo II, creó entonces comunidades puritanas donde se prohibía el matrimonio, los negocios y toda clase de diversiones. Partía de una comprensión incorrecta del hombre y de un miedo exagerado a la condenación eterna. En posteriores épocas surgieron otras sectas de gran protagonismo en Europa. Como los Cátaros (Los Puros). Más tarde se llamaron albigenses por la ciudad francesa de Albi, en la cual se multiplicaron. En el siglo XVI aparece Martin Lutero con su reforma protestante, algunos cristianos separados de Roma se dividieron y subdividieron, al antojo de sus líderes, formando ya no Iglesias organizadas sino verdaderas sectas. Las cuales con ciertas variaciones, en sus costumbres y doctrina, han llegado hasta nosotros. No es fácil clasificar todas las sectas que existen en nuestro medio. Aparecen y desaparecen. Cambian de lugar y de nombre. Mudan frecuentemente sus contenidos doctrinales. Anualmente, en América Latina, abandonan la Iglesia Católica alrededor de 600.00 bautizados, cuya perseverancia en las sectas alcanza un máximo de diez años. Enseguida su fe se disuelve: Ni para Dios ni para nadie. En estos grupos religiosos, aparte de algunas personas de mala fe, encontramos también otras honestas, que han sido engañadas. Es justo además reconocer que muchas sectas acercan a sus adeptos a la Biblia y promueven entre sus afiliados buenas relaciones y un relativo sentido fraterno. En sus cultos se da buena participación de los fieles y su música de calidad excepcional. Vale añadir que dichos grupos religiosos logran despertar una dimensión de fe en ciertos cristianos apáticos y rutinarios, quienes confiesan a boca llena que se han encontrado con el Señor. Aunque uno se puede preguntar: ¿Cuando pertenecían a la Iglesia buscaron de corazón al Señor? De otra parte, conviene aclarar que con las sectas nuestra Iglesia casi nunca pierde a sus mejores hijos. Se trata de algunos que no vivían su fe de manera consciente; por lo general quien se va nunca estuvo. Los hijos de la Iglesia hemos de actuar con caridad evangélica, pero sin dejarnos engañar ni explotar. Padre Pacho elpadrepacho@hotmail.com