REGISTROS IDIOMÁTICOS Para esta pregunta, el ejemplo siguiente puede valer como modelo de respuesta, especialmente para el registro formal. En cuanto al registro coloquial, conviene sobre todo aprenderse la lista de rasgos coloquiales posibles, ya que en este aspecto cada texto será muy peculiar. Si encuentras un elemento coloquial y no sabes cómo nombrarlo, simplemente señálalo: -Riqueza de interrogaciones y exclamaciones: “¿alguien lo duda?”, “quién pudiera saber disfrutar de la vida como ellos”. -Ordenación subjetiva de la frase: “eso a mí bien no me parece”. -Frases inacabadas: “si ustedes supieran…” -Omisión de elementos, frecuentemente el verbo: “por mí, de acuerdo”. -Sustitución del yo por construcciones impersonales con uno (“uno se pregunta si…”) o tú (“te acabas preguntando si…”), y otras como “un servidor”, “el que esto escribe”. -Vocabulario afectivo, tanto apreciativo como despectivo (birra, bestial, alucinante, espantoso), a menudo recurriendo a diminutivos y aumentativos con tales valores (chiquitín, cafecito, niñato). -Frases hechas: dorar la píldora, de tres al cuarto, quedarse como si tal cosa, tiempo de vacas flacas. -Repeticiones para transmitir intensidad: “rico rico”, “tonto tonto”, “ya ya”. -Apócopes: la Uni, el profe. -Interjecciones: ay, uf. -Formas verbales lexicalizadas: ¡anda!, ¡vaya! -Onomatopeyas: pim pam pum, plausta, zapa. Reconoce, con ejemplos del texto “Villanía léxica”, los registros lingüísticos que se utilizan en el mismo: Las variedades diafásicas del idioma son aquellas que el emisor elige para adaptarse a la situación comunicativa. Se distinguen dos: el registro formal y el familiar-coloquial. En general, y como es propio de un artículo de opinión, el texto “Villanía léxica” hace uso del registro formal. Se trata de un texto planificado y revisado, y ello se nota en la corrección gramatical y el empleo de CONSTRUCCIONES SINTÁCTICAS cuidadas, complejas y coherentes. En cuanto al VOCABULARIO, se caracteriza por la VARIEDAD y la PRECISIÓN, como se ve en el empleo de SINÓNIMOS (“zafio/grosero”, “utilizar”/”adoptar”, “palabra”/”término”/”vocablo”) y en la voluntad de de evitar las PALABRAS BAÚL (en lugar del genérico “decir”, usa los términos más precisos “confesaba”, “sugería” y “proponga”). Hay también en el texto VOCABULARIO DE NIVEL CULTO (“aberrantes”, “denigrante” “asimismo”) y hasta TECNICISMOS de la lingüística (“significado”, “significante”, “eufemismos”). Sin embargo, el género del artículo de opinión se caracteriza por la LIBERTAD DE ESTILO, lo que a menudo se manifiesta en el uso de RASGOS COLOQUIALES para acercarse al nivel de los lectores de los medios de comunicación de masas. Son rasgos ocasionales, como el empleo de frases hechas (“de buenas a primeras”) y del aumentativo con valor afectivo-despectivo (“bestiajas”). También son coloquiales la supresión del verbo en “pues no (voy a retirarlas), lo lamento” y el empleo de incisos que recuerdan a la lengua hablada, bien de tipo expresivo (“qué contraste”), bien apelativo (“no les quepa duda”). En este texto concreto, el registro coloquial tiene además una manifestación peculiar, ya que precisamente el tema del texto es el abuso de expresiones groseras en los medios de comunicación. Y para ilustrarlo, cita algunos coloquialismos de tono grosero. Se trata de frases más o menos hechas (“poner los ovarios encima de la mesa“, “me sale del chichi”) y términos coloquiales para referirse al órgano sexual femenino (“chichi”, “potorro”).