1 EL PODER CURATIVO DE LA FE SINISMENAREN INDAR SENDATZAILEA Orientaciones de la campaña de pastoral de la salud (a partir de la conferencia sobre este tema ofrecida por J.M. Uriarte) Dos claves desde donde situarnos: 1. «La religión tiene efectos indirectos beneficiosos para la salud» Los Grandes psicólogos norteamericanos como Allport y Maslow sostiene que el hombre y la mujer para mantenerse en forma necesitan tener un objetivo máximo por el que merezca la pena vivir, sacrificarse, entregarse. Para algunos ese objetivo es la familia. Para otros, algún ideal humano patriótico o social. Para otros ese objetivo es la fe en Dios, o de la Religión . Esos autores sostienen que el objetivo religioso (la fe en Dios) es el más completo porque abarca toda la vida del auténtico creyente. Erlijioa, ba, osasunarentzat ongarria da. Ez du zuzenean gaixoa sendatzen. Baina zeharka ongarri da. Ez, ostera, behar-beharrezkoa. 2. «La religión es necesaria para la salud de la persona» Ez osasungarria bakarrik ,beharrezkoa da erlijioa gizonaren osasuna osatzeko. El gran psicólogo Jung sostiene esta afirmación. Pero el Dios de religión coincide con lo más íntimo de mi mismo. Para un cristiano eso mismo es auténtica Religión. Otros autores son más precisos en este punto. a) Uno es V, Frankl. Confirmado por los nazis en varios campos de concentración él observó lo siguiente: las personas profundamente religiosas se mantenían en aquél infierno de desesperación con más dignidad, con más entereza , con más humanidad. Cuando salió, elaboró toda una teoría que defiende que la Religión es necesaria para la salud integral de la persona. En nuestra sociedad –dice- la Religión , la fe en Dios está reprimida . E.d. tiene graves dificultades para expresarse y desarrollarse. Esta represión conduce a muchos a sufrir una neurosis. b) Otro es Albisetti: Para este psicoanalista el ser humano está internamente trabajado por la conciencia de tener que morir. Todos los seres vivientes mueren. El hombre y la mujer saben que tienen que morir. Esto les produce angustia. No hay otra manera de digerir este trago que abrirse a Dios. Si no lo haces, queda a merced de sus ansiedades y temores más profundos. Beharrekoa da Erlijioa gizon – emakumeren osasunerako Jesús y la salud ¿Puede nuestra fe cristiana desentenderse de la salud física, psicológica y social d los hermanos y hermanas concretas de nuestro mundo? ¿Podemos justificarnos diciendo que lo nuestro es la salvación eterna y no la salud de las personas? Para responder adecuadamente a estas preguntas vamos a examinar la conducta de Jesús con los enfermos físicos (ciegos y paralíticos) con los enfermos psíquicos (por el epiléptico del evangelio del domingo pasado) con los enfermos sociales (marginados de la sociedad, amargados por la dura que ha sido la vida con ellos, agresivos y resentidos contra su entorno social) 1.- Mateo nos dice en su Evangelio que Jesús pasó por este mundo «anunciando el Evangelio y sanando a las personas (Mt 9,35). El concibe su misión no solo en anunciar con palabras la salvación sino en sanar a la gente herida, impedida, 2 angustiada. Una sexta parte del Evangelio de Marcos está dedicada a la actividad sanante de Jesús. Las curaciones milagrosas son un capítulo muy importante de la actividad de Jesús. Jesusek era askotako gaixoak sendatzen pasatui zuen bere agiriko bizitzako zati on bat. 2.- Por qué Jesús da tanta importancia y dedica tanto interés y tiempo a curar enfermos? En primer lugar porque para Jesús las curaciones que realiza son signo privilegiado de la salvación total y definitiva que El ofrece. A través de sus curaciones quiere ayudar a ver a la gente, a barruntar, a intuir lo que es la salvación cristiana. Por eso, un signo especial que nuestra Iglesia tiene que dar de la salvación de Dios, un signo que puede ayudar a despertar en los enfermos y en su entorno la fe, adormecida y la adhesión a la comunidad cristiana es la dedicación a curar y acompañar a los enfermos. Jesus sendatzen behin eta berriro ai da sendatzen hauek berak dakarren salbamenaren ezaugarri bikainak direlako. En segundo lugar para mostrar que la salvación que viene a traer a este mundo es una salvación íntegra de los seres humanos. Una salvación que abarca la alud física y psicológica, la salud social, la salud moral o ética, la salud espiritual o perdón de los pecados, la Salvación incipiente en esta vida y plena y definitiva en la vida eterna. Por eso los cristianos no podemos desentendernos de ninguno de los capítulos de esta salud. Concretamente no podemos descuidar la salud física ni psicológica ni social argumentando que eso no es lo nuestro. Es de Jesús, y por tanto también nuestro. Jainkoaren salbamena orokorra da. Osasuna ere salbamen horren barnean aurkitzen da. 3.- ¿Cuáles son las principales características de la salud que Jesús brinda a los enfermos? J.A.Pagola en su libro «Es bueno creer», basándose en los Evangelios nos desgrana estos caracteres: a) Es una salud integral (Mt 4,4-6) Orokorra. No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios, responde Jesús al tentador que le ofrece el pan. No se reduce a curar un órgano o un organismo. Quiere reconstruir enteramente a la persona. Jesús cura lo más importante de la persona: el corazón. Y al curar las enfermedades busca transformar el corazón del hombre convirtiéndolo y perdonándole los pecados. b) Es una salud liberadora (askatzailea). Jesús busca desbloquear a la persona encadenada y unificar a la persona pigmentada reconciliándole consigo mismo, con los demás y con Dios. c) Es una salud responsable (arduraduna)(Mc 10.46-52). El ciego Bartimeo colabora en su curación gritando a Jesús, venciendo la resistencia de los que quieren que se calle. Así son las curaciones de Jesús,. El no les dice «resígnate», sino «colabora». Les pide sobre todo que colaboren mostrando su fe. d) Es una salud no idolatrada (ez gurgarria) (Mc 8,34-38). El bienestar físico no es todo ni lo más importante. No hemos de vivir para cuidarnos (como es hoy tan corriente con el culto al cuerpo que se nos ha metido hasta las entretelas (gimnasio, lifting) Para Jesús hay bienes mayores por los cuales vale arriesgarse el bienestar, la salud e incluso la vida. El es el máximo ejemplo. e) es una salud ofrecida a los más desvalidos (azkenengo natzako bereziko) (Jn 11,17-27) El retorno de Lázaro muerto a la vida está abierto a su salvación definitiva. «Yo soy la Resurrección y la vida» La salud humana es siempre vulnerable, proclive al desgaste, al envejecimiento y a la muerte. Por eso brota fácilmente la pregunta ¿qué va a ser de mí en este trance? ¿qué hay después de esta vida? Jesús con sus curaciones anuncia que la salud que Él ofrece es signo y parte de una salvación más total y definitiva que se prolonga y hace plena después de la muerte. 3 Salud y comuniad cristiana, salud y pastoral de la salud Somos continuadores de la misión de Jesús en el seno de nuestra sociedad. Si la misión de sanar fue tan importante para él, ha de serlo también para nosotros. Hemos de confesar que la importancia que en conjunto hemos dado al “Id y curar” es menos intensa que la que hemos dado al “id y enseñad” En una sociedad como la nuestra anunciar el Evangelio es seguramente necesario, pero no es suficiente. Celebrar los sacramentos es igualmente necesario. Explicar la moral cristiana es muy necesario. Pero además el Evangelio de Jesús debe ser experimentado por la gente como fuente de vida sana, como estímulo para desplegar todas las energías dormidas en el seno de las personas. No queremos confundir la Religión con la medicina. La Religión es religión y la medicina es medicina. Pero si queremos extraer de la Religión todas las posibilidades terapéuticas que contiene, sin convertirla en un simple auxiliar al servicio de la salud física, psicológica, social. 1ª,.La Iglesia contribuye ya a la salud de la sociedad y de las personas en la medida en que anuncia y vive la fe, la esperanza, el amor. Estas grandes virtudes y otras como la justicia, la solidaridad, la fortaleza son saludables para el mundo. Son una inyección de oxígeno en el ambiente poco saludable de nuestra sociedad. Son espacios ecológicos en un ambiente contaminado. Benetazko eliza izanez, sendatzaile izango gera. 2ª.- La predicación de la Iglesia debe tener muy en cuenta que muchos de sus oyentes necesitan ser más sanados que juzgados. También juzgados por la Palabra de Dios, pero, sobre todo, sanados por la misericordia de Dios y la confianza en Él. Debe predicar la obligación que tenemos de cuidar nuestra salud (aunque sin idolatrarla). Este descuido por parte de muchas personas se hace patente cuando encuestas científicas nos aseguran que en nuestros días el 40% de las muertes se deben al infarto cardíaco, al cáncer de pulmón, a la cirrosis hepática, a la diabetes y a los accidentes en carretera. La gran mayoría de estas muertes (cuyo porcentaje va en aumento) están provocadas directa e indirectamente por un estilo de vida física o psicológicamente insana. El abuso en el comer, en el beber, en el fumar, la falta de descanso suficiente, el escaso ejercicio físico, la contaminación urbana y la trepidación extenuante de la vida contemporánea están produciendo estos graves defectos. La predicación de la Iglesia debe también denunciar las condiciones sociales inhumanas que generan hambre, sed, incultura, enfermedades infecciones, esclavitudes y dependencias malsanas. Biziera osasungarria bultzatu behar dugu. 3ª.- La Iglesia ha de promover en todos los trabajadores y voluntarios cristianos que colaboren en el cuidado de la salud en cambio de mentalidad muy beneficioso propiciado por los avances de la medicina. En efecto: hasta hace pocos años atendía simplemente a los trastornos orgánicos sin dedicar apenas atención al malestar global de la persona que en muchas ocasiones está originando o posibilitando la emergencia de estos trastornos. Digámoslo gráficamente el cambio de mentalidad consiste en poner nuestra atención preferente en el sujeto que sufre, más que en los trastornos que padece. Acompañar, escuchar, sugerir, respetar su silencio son un elemento terapéutico de 1ª magnitud. La persona en el centro, para poder tratar mejor sus trastornos. Gaixoa erdian, gaixotasuna, alboan. 4ª.-Extraer de las celebraciones litúrgicas su energía sanante, terapéutica. Los gestos litúrgicos son, ante todo, gestos de adoración a Dios y de comunión fraterna. No deben ser usados como simples instrumentos para otros fines incluso elevados. Pero también son gestos de sanción. En ellos el Señor se acerca a su comunidad y a sus miembros para curarles las heridas del camino y vigorizarles para la larga travesía. La liturgia 4 contiene un gran valor terapéutico que todavía dormita en ella. Liturgi ospakizunak ba dute bere sendagarritasuna. El profesor de Psicología Pastoral, Dr. Baumgartner echa mano del relato de Emaus para simbolizar el recorrido terapéutico que los cristianos heridos podamos realizar. La ceguera y la tristeza de los dos caminantes se deshace en el encuentro eucarístico, preparado por la Palabra del camino. Los conduce a descubrir su identidad, en reconocer al Sr. Vaviente y a reencontrar a la comunidad. El sacramento de la Penitencia posee en sí una fuerza sanante que, al tiempo que, por la misericordia de Dios perdona nuestros pecados, pone su pomada curativa sobre las heridas producidas por ellos o por los pecados de otros en nuestro cuerpo o espíritu. Todavía no hemos explicitado las virtualidades curativas de este sacramento. He aquí un trabajo para teólogos y pastoralcitas. El sacramento de la Unción de los Enfermos, dice uno de nuestros teólogos «significa como ningún otro que la acción de la gracia llega al hombre entero se encarna en la materialidad del ser humano, se compadece no solo de las miserias morales del hombre, sino también de sus flaquezas «físicas y corporales». La Iglesia se lo ofrece en una situación existencial que conmueve su ser, le arranca sus seguridades, suscita su fe preguntas de mucho tonelaje sobre el propio futuro y la ensimisma en sus esperanzas y temores. 5ª.-Si el anuncio del Evangelio y la celebración litúrgica han de actualizar la misión sanate de la Iglesia el ejercicio de la medicina y de la enfermería, el ministerio de las visitas a los enfermos que vosotros y vosotras practicáis intensamente en medio de dificultades cada día mayores, de acogida de otros servicios eclesiales a los averiados por la vida y a los marginados por ella son otras expresiones de la misión sanante de la Iglesia. Vosotros y vosotras sois un órgano que no debe faltar en el organismo de nuestras parroquias, unidades pastorales, arciprestazgos. Sois el rostro de Jesús acogiendo, sirviendo, velando y sobre todo amando y practicando la misericordia. Maitasuna eta errukia izan ziren baliabideak. 6ª.-Acompañar en las situaciones irreversibles ( Atzera eziniko egoeretan alboan egon) No siempre es posible la sanación. Tarde o temprano la enfermedad y la muerte se imponen. Queda entonces una palabra, una tarea junto a vuestros enfermos. Ante situaciones irreversibles, suelen darse reacciones diferentes. A la Iglesia (los sacerdotes, los familiares creyentes, quizá vosotros y vosotras) le toca pronunciar sobriamente y a su debido tiempo el mensaje de la Cruz del Señor. Después de escuchar sus preguntas interpeladotas a Dios, de aguantar la tensión que producen nosotros mismos esas preguntas, de ser testigos de sus tentaciones de incredulidad y de rebeldía , entonces podemos quizás ayudarles a digerir su situación extrema e ir engendrando esperanza. No podemos hurtarles este servicio a los creyentes. Significaría sustraerles lo único que puede dar sentido a su sufrimiento. La palabra recia de la Cruz del Señor es mucho más confortadora que el silencio del sinsentido. Y más verdadero que el engaño que ofrece esperanza ilusoria y no miente el desenlace próximo. Esta palabra es difícil. Produce resistencia en nosotros. Es más llevadera para el paciente cuando se pronuncia en el contexto de un amor que le acompaña. Se hace posible cuando estamos entregados a cuidar y acompañar. La compañía pausada, el servicio diligente, los gestos de afecto, los silencios respetados, las palabras verdaderas son la única manera de visitar su soledad y de darles la seguridad de que cuenten con nuestra presencia. A través de ella entrever, a veces sin expresarlo la presencia verdadera y confortadora del Señor junto a ellos.