Relevance theory and media discourse: a verbal-visual model of interpretation Francisco Yus Ramos Department of English Studies, University of Alicante, Spain (Poetics 25 (1998), pp. 293-309) Abstract La Teoría de la Relevancia ha surgido en los últimos años como un intento ambicioso de explicar la elección, por parte del destinatario y en base a la inferencia no demostrativa, de una interpretación adecuada a las intenciones ostensivas que pone de manifiesto el emisor. En la aplicación de dicha Teoría al discurso de ficción, encontramos algunos problemas para que la atribución de las intenciones comunicativas del hablante sea del todo efectiva, debido sobre todo a la ausencia de una co-presencia física de los interlocutores (autor/espectador), y al control omnímodo que ejerce el emisor sobre la cualidad final de los intercambios dentro de la trama argumental de ficción. El propósito del presente artículo es proponer un Modelo de la comunicación en el discurso mediático, que incluya todas las posibilidades interpretativas de los medios de comunicación verbo-icónicos en una taxonomía de supuestos reunidos alrededor de cuatro atributos dicotómicos, y aplicar dicho Modelo a uno de los posibles medios verbo-icónicos susceptibles de un análisis pragmático: el cómic británico. 1. Relevance Theory: A brief overview Sperber and Wilson (1986) desarrollan una teoría cognitiva de la interpretación humana a partir de su propuesta de reunificación, en un único Principio de Relevancia, de las clásicas cuatro máximas propuestas por Grice (1975). De esta forma, estos autores se decantan por una cierta revalorización de la máxima de relevancia en contraposición a la aparente falta de interés que la relevancia en la comunicación había suscitado en los estudios pragmáticos de los años setenta (see Gazdar 1979: 45), con la posible excepción del estudio clásico de Dascal (1977). Además de la revisión de las ideas propuestas por Grice, Sperber and Wilson inician su teoría con la reformulación de tres conceptos arraigados en los estudios lingüísticos de orientación pragmática: (a) el rango de la comunicación humana en general, que Sperber and Wilson sitúan sobre todo en el modelo inferencial de la comunicación en detrimento del modelo de codificación; (b) la importancia del contexto en la comprensión del lenguaje, en este caso proponiendo una visión mucho más dinámica en la que el contexto no está dado de antemano en la interacción humana, sino que se va creando (y variando) en el proceso de interpretación; y (c) la sustitución de la conocida noción de conocimiento mutuo por la noción alternativa de manifestación mutua, que no adolece de las limitaciones de la noción anterior, sobre todo en torno a la recursividad infinita (A sabe p; B sabe que A sabe p; A sabe que B sabe que A sabe p, ad infinitum) que nos impide distinguir con claridad qué información comparten realmente los interlocutores de aquella que ellos simplemente saben. Además de esta revisión inicial de aspectos pragmáticos del lenguaje, Sperber and Wilson fundamentan su teoría en el reconocimiento de la importancia de la intención y de la inferencia en todo proceso comunicativo. En cuanto a la intención, Sperber and Wilson retoman la idea de Grice (1975) y Strawson (1964), entre otros, sobre el significado y la comunicación basados en el reconocimiento, por parte del oyente, de la intención informativa que porta el enunciado, gracias al reconocimiento paralelo de la intención comunicativa que subyace en dicho enunciado (o estímulo, como Sperber and Wilson prefieren denominarlo). La aportación explícita de la intención de que algo sea manifiesto para el interlocutor es un acto de comunicación ostensiva. Los estímulos ostensivos deben satisfacer tres requisitos (Sperber and Wilson 1986: 153-154): (a) attract the audience’s attention; (b) focus it on the communicator’s intentions; and (c) reveal the communicator’s intentions. Por lo que respecta a la inferencia, Sperber and Wilson (1987: 697) opinan que ésta vendría a llenar el vacío que existe entre la representación semántica del enunciado y lo que de hecho comunica dicho enunciado. Estos analistas apoyan la idea de que la comunicación está basada sobre todo en el papel del destinatario cuando infiere la intención informativa y la intención comunicativa del enunciado de su interlocutor, es decir, cuando genera diferentes hipótesis sobre el propósito conversacional que subyace en la emisión de un enunciado dado. Al decantarse por esta aproximación pragmática a la comunicación, Sperber and Wilson adoptan una perspectiva cognitiva y se alejan de los postulados lingüísticos más tradicionales que explicaban la comunicación como una simple descodificación de los mensajes codificados por el emisor. Sperber and Wilson (1986: 68) definen la inferencia como “the process by which an assumption is accepted as true or probably true on the strength of the truth or probable truth of other assumptions.” En su análisis Sperber and Wilson se decantan por la inferencia no demostrativa, ya que no hay ningún modelo que explique las operaciones cognitivas de la mente que desembocan en una inferencia correcta, ni formas posibles de medir, a priori, el éxito en la creación de inferencias: “in demonstrative inference, the only form of inference that is well understood, the truth of the premises guarantees the truth of the conclusions. In nondemonstrative inference, the truth of the premises merely makes the truth of the conclusions probable” (Sperber and Wilson 1987: 701). De este modo, la inferencia que interesa a Sperber and Wilson es aquella operación espontánea y basada en suposiciones que no está sujeta a rígidos modelos de deducción lógica. Sin embargo, para Sperber and Wilson, aunque la inferencia humana no es, en sentido estricto, lógica, sí contiene reglas deductivas a las que el ser humano accede espontáneamente antes de pasar a las operaciones cognitivas de confirmación de hipótesis. Los procesos de inferencia funcionan a partir de representaciones mentales previas del individuo y de suposiciones factuales del mundo. Cada nueva suposición inferida se combina con las suposiciones pre-existentes para modificar y mejorar la representación general del mundo que posee todo ser humano. No todas las suposiciones factuales alcanzan el mismo grado de pertinencia en la mente del individuo, sino que se organizan de más probables a menos probables. No podemos prestar atención a todo el bombardeo de información que procede del mundo exterior (Recanati 1993: 285). Mucha información es tratada sólo en un primer nivel, mientras que otras informaciones, las que dan lugar a pensar que podrían ser relevantes, pasan a un segundo nivel de procesamiento. Por lo tanto, cuando las suposiciones a las que prestamos mayor atención (y en las que más confiamos) resultan ser las más probables de ser ciertas, el individuo tiende a tener éxito en su actividad interpretativa: la corrección de nuestra representación del mundo depende no sólo de qué suposiciones creamos, sino también de nuestra confianza en ellas. Sperber and Wilson dan por sentado que hay una relación directa entre la fuerza de nuestras suposiciones y la probabilidad de que éstas sean ciertas, y esperamos que nuestros mecanismos cognitivos refuercen o debiliten unas suposiciones que ya poseemos de antemano y que estimamos pertinentes. En su modelo interpretativo, Sperber and Wilson también otorgan una gran importancia a la deducción, entendida sobre todo como el resultado de unir una nueva información {P} a la información antigua {C} ya almacenada en la mente del individuo. Sperber and Wilson denominan contextualización a esta operación cognitiva (Sperber and Wilson 1986: 108), en un sentido bastante más restrictivo que el sugerido, por ejemplo, por Gumperz (1977: 199). Dicha contextualización puede dar lugar a efectos contextuales, un término muy importante en la Teoría de la Relevancia. Un efecto contextual se produce cuando un contexto es modificado de algún modo por la nueva información. Esta modificación del contexto desemboca en el fortalecimiento o al abandono de suposiciones previas. Toda esta apoyatura teórica es la base sobre la que Sperber and Wilson asientan el núcleo de su teoría, que se resumiría en cuatro puntos definitorios (Wilson 1994: 44): (a) every utterance has a variety of possible interpretations, all compatible with the information that is linguistically encoded; (b) not all these interpretations occur to the hearer simultaneously, some of them take more effort to think up; (c) hearers are equipped with a single, general criterium for evaluating interpretations; and (d) this criterium is powerful enough to exclude all but at most a single interpretation, so that having found an interpretation that satisfies it, the hearer looks no further. En síntesis, por lo tanto, la interpretación se basa en la elección, por parte del destinatario, de la hipótesis interpretativa que responde mejor a las intenciones del hablante, entre otras muchas interpretaciones que resultan ser menos relevantes. Sin embargo, el procesamiento de la información contenida en un acto ostensivo está sujeta a riesgos y a esfuerzo: el riesgo de no saber exactamente qué suposición, de entre las múltiples suposiciones que todo acto comunicativo genera, es la que el emisor pretende que el destinatario procese (Blakemore 1992: 21); y el esfuerzo de seleccionar una proposición y procesarla tras haberla comparado con la información ya almacenada en la memoria del individuo. Por eso todo acto ostensivo porta en sí mismo la garantía de su relevancia, es decir, el emisor es consciente del esfuerzo cognitivo que ha de realizar su interlocutor, y presupone que a pesar de todo su acción ostensiva valdrá la pena. Desde esta perspectiva, se intuye que los grados de relevancia se generan a partir de la idea de que todo procesamiento de la información (de los efectos contextuales, en este caso), requiere un esfuerzo mental por parte del destinatario, y cuanto mayor sea este esfuerzo de procesamiento, menor será la relevancia. En conclusión, la definición de relevancia ha de formularse con dos condiciones preliminares (Sperber and Wilson 1986: 125): Condition 1: an assumption is relevant in a context to the extent that its contextual effects in this context are large. Condiiton 2: an assumtion is relevant in a context to the extent that the effort required to process it in this context is small. Cuando estas dos condiciones se cumplen, un enunciado se adecúa al principio de relevancia. Si el destinatario encuentra una (primera) interpretación que cumpla estos requisitos, detendrá su actividad interpretativa en ese punto. En el siguiente epígrafe, propondré los postulados de la Teoría de la Relevancia como parte de los atributos de un Modelo interpretativo para el discurso verbo-icónico de los media. 2. Relevance theory and media discourse: the VV-Model of communication La aplicación de la Teoría de la Relevancia a medio discursivo de ficción, y concretamente a los discursos que comparten los canales verbales y visuales de la comunicación, supone dar cabida en el análisis tanto a las situaciones en las que la elección de una hipótesis interpretativa por parte del destinatario coincide con la interpetación pretendida por el emisor del mensaje, como a las situaciones en las que, por una razón u otra, la comunicxación no alcanza un nivel interpretativo óptimo. Por ejemplo, en la obra Amadeus, pieza teatral de Peter Shaffer, Mozart comenta a Salieri, al pedirle éste su opinión sobre su música, que nunca pensaba que una música como esa fuera posible. Salieri, ante esta respuesta, no sabe si Mozart le ha halagado o si le ha criticado, porque las dos interpretaciones son candidatas para ser elegidas como adecuadas al principio de relevancia. Casos como éste de ambigüedad intencionada presentan numerosos problemas para una interpretación óptima (see Morgan and Green 1987: 727). Estos ejemplos de la actividad comunicativa del ser humano nos ilustran una idea de interpretación que se va alejando cada vez más del modelo de codificación, ya que es muy frecuente que la forma proposicional del enunciado tenga poco que ver con la información que el emisor desea transmitir con dicho enunciado. En este sentido, cualquier modelo de la comunicación que ofrezca una taxonomía de supuestos para explicar la actividad comunicativa de los hablantes no debe pasar por alto la posibilidad del error interpretativo. En el caso concreto del modelo de Relevancia propuesto por Sperber and Wilson, creemos que es necesario completar los diferentes pasos de la actividad interpretativa del oyente con una explicación más completa de las posibilidades de fracaso o de éxito que pueden darse en la interacción conversacional. Como ya he apuntado, para Sperber and Wilson la actividad interpretativa de todo oyente está fundamentada en la búsqueda de relevancia. Dicha búsqueda se centra en tratar de identificar la información que pretende el hablante con su actividad comunicativa ostensiva, sometiendo el cúmulo de interpretaciones hipotéticas a la prueba de satisfacer las condiciones de máximos efectos contextuales a cambio de un mínimo de esfuerzo en el procesamiento de la información y seleccionando con posterioridad la primera que cumpla estas dos condiciones. La señal codificada, aunque no sea ambigua, es sólo una evidencia (directa o indirecta) de las intenciones del emisor, y tiene que ser usada inferencialmente y en contexto. La hipótesis que la señal crea ha de ser probada con el principio de relevancia, y si no se adecúa a este criterio, debe ser rechazada (Sperber and Wilson 1986: 174). Sin embargo, no todas las situaciones comunicativas responden a este modelo en el que la proposición que se pretende comunicar es, precisamente la que el oyente procesa en un plano conceptual. En realidad, como venimos proponiendo, debemos tener en cuenta la posibilidad de que existan irregularidades en la interacción y añadirlas como supuestos en nuestra propuesta de un modelo comunicativo. Esta inclusión viene impuesta sobre todo por la inseguridad que genera el análisis de las intenciones en la explicación de la comunicación. En pocas palabras, las hipótesis sobre la intención abren una vía expedita para una posible interpretación incorrecta del mensaje. Wilson (1994: 47) reconoce esta posibilidad cuando afirma que la Teoría de la Relevancia no excluye la existencia de una mala interpretación: “because utterance interpretation is not a simple matter of decoding, but a fallible process of hypothesis formation and evaluation, there is no guarantee that the interpretation that satisfies the hearer’s expectation of relevance will be the correct, i.e. the intended, one. Because of mismatches in memory and perceptual systems, the hearer may overlook a hypothesis that the speaker thought would be highly salient, or notice a hypothesis that the speaker had overlooked. Misunderstandings occur... Relevance theory claims that the interpretation that satisfies the expectation of relevance is the only one that the hearer has any rational basis for choosing. to claim that a choice is rationally justified, however, is not the same as claiming that it is invariably correct.” Carston (1987: 713) apunta en esta misma dirección al afirmar que “speakers may betray assumptions and atittudes they haven’t intended to convey; hearers may experience a nagging uncertainty about whether a speaker is making some insinuation or whether they are themselves responsible for projecting it into the interpretation.” La incertidumbre interpretativa que hemos apuntado para la comunicación oral aumenta notablemente en el caso de la comunicación escrita, sobre todo en la recepción de los textos literarios y concretamente en el caso que nos ocupa: el discurso verbo-icónico de los media. El lector sabe que el autor del discurso verbo-icónico mediático se encuentra demasiado lejos del destinatario como para que pueda explicarle las intenciones que tenía en la elaboración de su texto escrito. Y viceversa, el autor del discurso verbo-icónico sólo puede esperar que el lector aprehenda la interpretación que busca con su texto, sin poder comprobar si realmente su producción escrita ha desembocado en una interpretación correcta (esto es, si ha desembocado en la interpretación que el autor buscaba). El autor únicamente podrá albergar la esperanza de que el lector de su texto se acerque en lo posible al hipotético espectador ideal o espectador modelo de su obra. El texto original suele ser infinitamente más rico en connotaciones que cualquiera de sus interpretaciones y es difícil aventurar una interpretación que pueda identificarlas todas excepto una modélica (Suleiman 1980: 23). No cabe duda de que Foucault (1971) está en lo cierto al afirmar que la única forma de hacer un comentario de un texto de tal forma que revele todas las interpretaciones que el autor pretendía comunicar es volver a copiar el texto con las mismas palabras. La ausencia de interacción real cara a cara (co-presencia física) entre el autor y el lector parece conducir a un mayor énfasis en las propiedades del texto y el código que subyace en él como única fuente de significado (Randall 1988: 48), o basar el significado sólo en la recepción final del texto (como en la Teoría de la Recepción). Este hecho ha propiciado que hayan surgido críticas respecto a si es posible una aplicación de la Teoría de la Relevancia al discurso de ficción (see Reboul 1987, Green 1993, Trotter 1992; Pilkington 1991, 1992). Entre estas críticas, destaca la de Clark (1987a, 1987b) con su propuesta de diferentes niveles comunicativos (layers) que se generan con la combinación de los tres exponentes principales de la comunicación literaria: el personaje, el autor y el lector. En toda comunicación existen varios niveles de interacción que se multiplican en la obra de ficción por las características especiales que presenta este discurso escrito. En una obra de teatro como Hamlet, por ejemplo, Clark (1987b: 17) propone que habría al menos tres niveles: la comunicación que mantienen los personajes Hamlet y Ofelia, el nivel de los actores que hacen el papel de Hamlet y Ofelia, y el nivel de Shakespeare comunicándose con el público mediante la obra. Según Clark (1987a: 715), la Teoría de la Relevancia es incapaz de dar una explicación coherente de la constante interrelación de todos estos niveles basándose sólo en una explicación en forma de intención comunicativa e intención informativa: “Sperber and Wilson... presuppose that all communication is flat -that it has only one layer, one type of relevance... Shakespeare and Melville [two literary examples that Clark proposes] have intentions towards us, but these are not “informative” or “communicative intentions”... Even if relevance theory could explain... how Ophelia understood Hamlet, it would not explain how we do.” Parece ser que la aplicación de la Teoría sólo puede establecerse en la medición de los posibles efectos contextuales de la obra y del esfuerzo de procesamiento del lector, esto es, medir la relevancia (¿óptima?) de la obra en su conjunto y operar únicamente en este nivel de comunicación literaria (see Reboul 1987: 729). Por lo tanto, se puede afirmar que entre la producción de un mensaje (supuestamente) intencionado, por parte del emisor y la posterior adscripción de relevancia por parte del destinatario, se produce una especie de fase de incertidumbre (sobre todo en la comunicación a través de un discurso de ficción, pero también en la interacción conversacional oral) en la que pueden darse tanto intenciones explícitas que no llegan a buen término, como enunciados que no son consecuencia de ninguna intención pero que sin embargo son interpretados como intencionados por el destinatario, además de los casos eficaces donde se identifica correctamente tanto la información del mensaje como la intención que hace que la aportación de dicha información sea manifiesta. En pocas palabras, en esta fase de incertidumbre la comunicación de los mensajes ha de superar con éxito dos tareas interpretativas importantes y que sin embargo son una fuente frecuente de errores en la comprensión del mensaje: por un lado la identificación correcta de la intención (o ausencia de ella) que existe en la producción de un enunciado o de un comportamiento no verbal, y por otro lado la identificación del mensaje en los términos en que el emisor desea transmitirlo con su enunciado o con su acto no verbal (más adelante denominaremos máxima eficacia interpretativa a esta identificación correcta). Obviamente, la superación incorrecta de la primera empresa afectará notablemente en la incorrección de la segunda. Las características específicas del discurso de ficción verboicónico aumentan considerablemente la dificultad de superar esta fase de incertidumbre para la interpretación correcta de los mensajes verbales y no verbales. Por un lado, la comunicación entre el dibujante y el lector adolece de la grave limitación de todo discurso de ficción: la ausencia de interacción cara a cara, y provoca la consiguiente dificultad de establecer con facilidad las intenciones del dibujante. En la interacción conversacional que tiene lugar entre los personajes dentro del cómic nos enfrentamos además a una situación paradójica: por un lado en la actualidad el discurso mediático posee unas ventajas innegables para mostrar al espectador la interacción converesacional de una forma análoga a como ocurriría en situaciones cara a cara reales. Sin embargo, por otro lado el creador del discurso de ficción no permite que sus personajes se comporten de una forma natural en sus conversaciones y los malentendidos interpretativos, que en una interacción real pueden considerarse más escasos que los éxitos conversacionales, se convierten en el discurso mediático en una marca distintiva de su carácter rupturista. Este discurso no puede ser un simple reflejo del comportamiento lingüístico de las personas reales, o perdería una gran parte de su atractivo para el espectador. De este modo, debemos reestructurar la comunicación mediática dando cabida a varios aspectos pertinentes para nuestro análisis. Así, hemos de establecer las características iniciales del intercambio comunicativo, esto es, si la comunicación se establece exclusivamente entre el autor y el lector o si tiene lugar entre los personajes como un subgrupo de la primera variedad comunicativa, y también si el mensaje es de índole verbal o no verbal. A estos atributos iniciales, hemos de añadir la que hemos denominado fase de incertidumbre, que constaría de dos elementos: la identificación de la intención del mensaje o la ausencia de ésta (esto es, con qué clase de intención va dirigido el mensaje hacia el destinatario); y también la comprensión correcta del mensaje específico que el emisor desea proporcionar con su enunciado o con su comportamiento no verbal, dentro de una gama posible de interpretaciones. Según Sperber and Wilson, y como venimos repitiendo, esta comprensión correcta del mensaje tiene lugar una vez que el destinatario ha sido capaz de seleccionar una interpretación de todas las posibles y que es precisamente la que buscaba el emisor. Para ello, el destinatario tiene que evaluar la cantidad de efectos contextuales y de esfuerzo de procesamiento, y optar por la primera interpretación que ofrezca un mejor balance entre estas dos variables. Lo que ocurra en la fase de incertidumbre afectará bastante a la combinación de los efectos y del esfuerzo y también afectará a la adscripción final de la relevancia al enunciado, una vez que la hipótesis interpretativa (in)correcta (depende de la superación o no de la esta fase) se haya contrastado con el contexto inicial (que cuenta con la ayuda de la información enciclopédica almacenada por el individuo). De este modo, situaríamos la fase de incertidumbre entre una primera identificación de la clase de mensaje que se ha producido (verbal/no verbal) y la evaluación final de la relevancia que produce dicho mensaje en la mente del receptor. Estas cualidades de la comunicación en un medio de ficción verbo-icónico (que comparte mensajes verbales y no verbales) se pueden combinar en una serie de supuestos que pongan de manifiesto toda esta gama de posibilidades comunicativas y de situaciones de fracaso del discurso del cómic. Todos esos supuestos se pueden agrupar en un Modelo comunicativo aplicado a un discurso verbo-icónico mediático. En resumen, los supuestos comunicativos deben tener en cuenta los siguientes factores: (1) si la comunicación se establece entre el dibujante y el lector sin mediación de los personajes (comunicación que denominaremos dialógica) o si tiene lugar entre los personajes del cómic (comunicación que llamaremos diegética); (2) si el mensaje proporcionado se comunica mediante un enunciado verbal o mediante un comportamiento no verbal; (3) si el mensaje responde a una intención (del dibujante en la comunicación con el lector, del personaje en la comunicación con otro personaje) o es consecuencia de alguna transmisión accidental (no deliberada) de información; y (4) si el mensaje es interpretado correctamente por el destinatario (sea éste el lector o bien otro personaje). Ampliaremos estos factores en los próximos párrafos. Spectator-oriented communication versus characteroriented communication. Aunque obviamente la comunicación que se establece entre los personajes dentro de la trama de ficción pertenece al conjunto homogéneo del producto de ficción dirigido al destinatario, creo que es pertinente establecer una frontera imaginaria entre estas dos variedades de comunicación en el discurso de ficción, ya que dicha distinción puede proporcionarnos claves pragmáticas interesantes para comprender cómo funciona la interpretación en los discursos verbo-icónicos de los media. De forma sucinta, la comunicación entre el autor y el espectador, que llamaremos spectator-oriented communication, comprendería toda comunicación dirigida al espectador que tiene lugar directamente sin la mediación intermedia de la interacción conversacional directa que se da entre dos personajes. Por el contrario, llamaremos characteroriented communication a la interacción conversacional o la transmisión de información que sucede entre dos o más personajes dentro de la trama del producto massmediático, como estadio intermedio de la comunicación de ficción hacia el espectador. Verbal messages versus nonverbal messages. En uno de los ejemplos propuestos por Sperber and Wilson (1986) una persona pregunta a su interlocutor cómo se encuentra y éste saca un tarro de aspirinas y se lo muestra ostensivamente. Al menos en apariencia, Sperber and Wilson parecen optar por analizar la comunicación como la operación en la que un hablante quiere decir significativamente algo por medio de un mensaje dirigido a un receptor en una ocasión particular, y cuya naturaleza no tiene por qué ser verbal (Strawson 1969: 336). Aunque Sperber and Wilson se inclinan más por el lenguaje verbal (codificado) debido a su mayor capacidad ostensiva y a la facilidad con la que llama la atención del destinatario, es decir, por la rapidez con la que hace explícita su presunción de relevancia (1986: 174), desde la perspectiva pragmática, se ha prestado mucho interés a la información contextual que puede proporcionar la comunicación no verbal a la dirección que toman los intercambios conversacionales, de tal forma que el mensaje no verbal puede acentuar, minimizar, o incluso contradecir la información del mensaje verbal que lo acompaña. En un análisis de textos verbo-icónicos el análisis de la comunicación que se establece mediante mensajes no verbales debe tenerse muy en cuenta. Intentional communication versus non-intentional communication. El análisis de la intención en la comunicación resulta básico desde la perspectiva de la Teoría de la Relevancia, ya que la comunicación efectiva se da, según Sperber and Wilson, cuando el destinatario identifica la intención informativa que subyace tras la actividad ostensiva del emisor. Sin embargo, el análisis de la intención no ha estado exento de problemas debido sobre todo a que el analista se adentra en unos terrenos inexpugnables de la mente humana (Kendon 1981: 9-10, Stamp y Knapp 1990: 292-293). El problema de la intención se hace incluso más patente si lo estudiamos en el intercambio comunicativo que tiene lugar entre un autor y su espectador potencial por medio del texto de ficción. En el análisis de este discurso, tradicionalmente “la idea de intencionalidad... es arrojada fuera del horizonte de los conceptos teóricamente relevantes para la comprensión de los textos literarios y se considera, más bien, una idea especialmente dañina” (Thiebaut 1994: 63). Numerosas teorías han rechazado por completo la posibilidad de analizar la intención en el discurso escrito (por ejemplo la teoría de la Falacia Intencional de Wimsatt y Beardsley), mientras que otras teorías equiparan la intención del autor únicamente con la información (objetiva) que nos aporta el texto. En general, el problema reside en que el destinatario del texto de ficción no puede estar seguro de las intenciones que albergaba el autor en su producción, y a la vez el texto puede no reflejar con exactitud las intenciones que de hecho albergaba el autor. En una postura ecléctica, debemos superar las teorías enfrentadas que que opinan que o bien el significado del texto es únicamente el que el autor desea darle (intentio auctoris), o es sólo el significado que formalmente aporta el texto (intentio operis), o bien el significado es sólo la interpretación que le da el lector (intentio lectoris). Para nosotros, el autor desea comunicar un mensaje concreto a su lector, y plasma sus ideas de forma escrita (de forma escripto-icónica en nuestro corpus). El lector, por su parte, desea interpretar el texto del autor, pero sólo puede aventurar, con mayor o menor certeza, de qué mensaje se trata: diferentes espectadores aportarán diferentes interpretaciones del mismo texto y, salvo algunas excepciones aberrantes estas interpretaciones serán válidas desde el punto de vista de la recepción del texto, aunque la interpretación que buscaba el autor no haya sido, quizás, la elegida de una forma exacta (Eco 1992: 41, Suleiman 1980: 23, von Glasersfeld 1983: 208, Bredella 1992). Para el análisis de la intención en un Modelo comunicativo para el discurso mediático, partiremos de una caracterización inicial de la intención en un sentido bastante general: un enunciado (o un comportamiento no verbal) es intencionado cuando el emisor dirige deliberadamente dicho enunciado o comportamiento a su destinatario para que éste lo interprete, es decir, cuando tiene el propósito explícito de comunicar algo a su interlocutor. Por el contrario, la comunicación será no intencionada cuando el emisor no pretende transmitir ninguna información a su interlocutor, es decir, cuando no tiene la intención de comunicar un enunciado o un mensaje no verbal a su interlocutor. A menudo, sin embargo, ocurre que el interlocutor infiere una información que el emisor no tenía la intención de comunicar. En estos casos hablaremos, retomando la terminología de Wilson y Sperber (1993), de transmisión accidental de información. A partir de esta diferenciación inicial, podemos distinguir entre varias sub-clases de intención que aportan datos importantes para un análisis pragmático del discurso mediático, y para las cuales acuñaremos una terminología nueva: (a) la dicotomía entre spectator-oriented intention e character-oriented intention; (b) entre explicative intention e implicative intention; y (c) la diferencia entre overt intentión e covert intention. (a) La diferencia entre spectator-oriented intention y character-oriented intentión está bastante clara tras la disitnción preliminar que hemos realizado entre estas dos variedades de comunicación en el texto de ficción. Como apunta Genette respecto al discurso literario, “las palabras cambiadas entre los personajes de una novela son, evidentemente, actos de habla serios ejecutados en el universo ficcional de dicha novela; una promesa de Vautrin a Rastignac no compromete a Balzac, pero compromete tan seriamente a Vautrin como me comprometería a mí mismo, si fuera yo su enunciador. Exceptuando la ficcionalidad de su contexto, los actos de habla de los personajes de ficción, dramática o narrativa, son actos auténticos, enteramente provistos de sus caracteres locutivos, de su ‘punto’ y su fuerza ilocutivos y de sus posibles efectos perlocutivos, deseados o no. Los que constituyen un problema, y cuyo estatuto está por definir, si se puede, son los actos de habla constitutivos de ese contexto, es decir, el discurso narrativo mismo: el del autor”. (b) Respecto a la división entre explicative intention y implicative intention, es posible establecer un continuum semántico desde los mensajes que transmiten la información contenida en su propia forma proposicional (y que Sperber and Wilson llaman explciaturas), hasta los mensajes (incluso los no verbales) cuyo significado final no podemos deducir únicamente del contenido proposicional del enunciado, sino que es necesaria la combinación del enunciado con los atributos del contexto para la creación de ulteriores implicaciones contextuales. En consecuencia, en este nivel de sub-intenciones, si hablamos de un mensaje verbal o no verbal como intencionado, nos referiremos a dos sentidos bien diferenciados: cuando el emisor del mensaje (sea el autor o el personaje) pretende crear una implicación contextual específica que no puede deducirse simplemente analizando la forma proposicional del mensaje, hablaremos de intención implicativa. Por otro lado, diremos que un mensaje responde a una intención explicativa cuando con dicho mensaje, verbal o no verbal, el hablante simplemente desea aportar la información contenida en su forma proposicional, es decir, cuando pretende que sea la explicatura del enunciado la que sea interpretada, con una marcada tendencia hacia el significado del enunciado griceano. Hemos de subrayar, en este sentido, que la intención explicativa no se refiere al deseo de comunicar el contenido literal de un enunciado, del que se podría decir que en realidad no existe (Dascal 1983: 31; García Landa 1992: 90). A partir de esta intención, lo que el hablante pretende comunicar es la forma proposicional del enunciado, o mejor dicho, una de las formas proposicionales posibles del enunciado en un contexto inicial mínimo. Esta idea ha sido estudiada con acierto por Dascal (1983) a partir de la terminología griceana que distingue entre el significado de la palabra, el significado del enunciado y el significado del hablante (word meaning, utterance meaning, utterer’s meaning, see Grice 1968). La forma (no-)verbal elegida por el hablante posee un significado proposicional que puede variar en un contexto inicial, como ocurre con las frases ambiguas: el enunciado «ayer ella se compró un gato allí» tiene un significado proposicional concreto dadas las circunstancias de su uso en una conversación, pero requiere un contexto inicial que resuelva, por ejemplo, la indeterminación de los deícticos «ayer», «ella» y «allí». El significado de esta forma proposicional directa del enunciado en un contexto mínimo sería el significado del enunciado griceano [utterance meaning]. En palabras de Dascal (1983: 34): “an utterance type may be ambiguos... but on each occasion it will usually retain only one of its meanings... Furthermore, an utterance type may have an ‘incomplete’ timeless meaning (its propositional content and/or its illocutionary force may not be fully specified), whereas when used under given circumstances, the missing elements are supplied... When these adjustments of the meanoing of the utterance type to the occasion of use are made, the result is utterance meaning.” Con la intención explicativa el hablante pretenderá aportar la forma proposicional más directa que se puede obtener de la forma verbal elegida para su enunciado (el significado del enunciado) en un contexto inicial dado, mientras que con la intención implicativa se buscará un significado que no se puede encontrar únicamente en un análisis proposicional del enunciado sino que serán necesarias ulteriores búsquedas contextuales en la formación de implicaciones (es decir, el emisor buscará lo que Grice llamaba significado del hablante [utterer’s meaning]). Para entender un enunciado como irónico, por ejemplo, el oyente debe establecer el significado verbal de las palabras del enunciado y extraer su significado proposicional, y con posterioridad ha de intuir que el hablante no quería comunicar únicamente ese significado (explicatura), sino que pretendía ir más lejos y connotar su enunciado con un significado implicado (implicatura). Dascal (1983) propone que la Pragmática se encargue del significado del hablante y que la semántica se ocupe del significado del enunciado. La progresiva inclusión de elementos contextuales que implica este análisis puede representarse en una serie de estratos concéntricos (layers of significance) que partirían de la comunicación de la forma proposicional del enunciado en el nivel más pequeño, y que se ampliarían hacia los significados implicados en ulteriores niveles cada vez más amplios, es decir, partiendo del significado del enunciado y ampliando el análisis hacia el significado del hablante (see Dascal 1985). Yo puntualizo que puede ocurrir que el significado proposicional del enunciado sea precisamente la interpretación que el hablante desea comunicar. En estas circunstancias el significado del hablante y el significado del enunciado coincidirían en la intención explicativa y por lo tanto la actividad interpretativa se mantendría en uno de los niveles más pequeños de la propuesta de Dascal. Aunque Dascal está en lo cierto cuando propone que sólo el significado del hablante refleja como un espejo lo que acontece en la mente del hablante, eso no quiere decir que las pretensiones del hablante sean siempre implicativas. (c) Por último, proponemos una dicotomía entre overt intention y covert intention, que pretende dar cuenta de las (frecuentes) situaciones comunicativas de ficción en las que existe un deseo expreso de engañar al destinatario (sea éste el espectador o un personaje) haciéndole creer que pretende comunicar un cierto mensaje cuando en realidad la intención que subyace en el acto comunicativo es la de comunicar otra interpetación o simplemente la de engañar al destinatario. La intención que parece existir detrás del acto comunicativo del emisor sería la overt intention, mientras que la intención que se esconde tras esa primera intención sería la covert intention. Por ejemplo, si dos personajes están cerca del borde de un precipicio y unos de ellos salta al vacío, la intención aparente de ese personaje sería la de hacer creer al otro personaje que se ha suicidado. Si el segundo personaje, asustado, se asoma al precipicio y ve que hay una repisa dos metros más abajo sobre la cual está el personaje suicida riéndose ostensiblemente, el personaje comprobará que ha sido víctima de un engaño. Este deseo de engaño consumado, es la segunda intención del personaje, la intención subyacente, es decir, la acción que realmente quería llevar a cabo el personaje. Otro ejemplo sería el que citamos en (1): (1) A pair of suburban couples who had known each other for quite some time talked it over and decided to do a little conjugal swapping. the trade was made the following evening, and the newly arranged couples retired to their respective houses. after about an hour of bedroom bliss, one of the wives propped herself up, looked at her new partner and said: “Well, I wonder how the boys are getting along”. (Playboy 3, p. 169. Cit. en Yamaguchi 1988: 332) En este ejemplo humorístico, el emisor tiene la intención aparente de que el lec tor interprete la historia como un caso de relación heterosexual, pero su intención subyacente es la de comunicar precisamente la interpretación contraria, la relación homosexual, engañando al lector con una saturación de la información que conduce siempre a la interpretación más accesible y con el mejor balance de efectos contextuales y esfuerzo de procesamiento (fenómeno cognitivo que se denomina garden-path, see Mey 1991) y creando de este modo una situación humorística. Maximal interpretive interpretive efficiency. efficiency Sperber and versus Wilson minimal subrayan la importancia de la actividad codificadora del emisor en la comunicación interpersonal: si el emisor elige un enunciado que aporta el máximo de efectos contextuales sin producir un excesivo esfuerzo de procesamiento, el éxito de la comunicación está garantizado. Sin embargo, una de las razones que nos han llevado a proponer nuestro Modelo es la evidencia de que, aunque a menudo los interlocutores consiguen mantener un alto nivel de éxito en sus conversaciones, la información que el hablante tiene la intención (o no) de transmitir y la interpretación del oyente de esa información no siempre coinciden, sobre todo en medios de ficción como los massmediáticos. La acuñación de los términos máxima eficacia interpretativa y mínima eficacia interpretativa responde a la necesidad de incorporar a nuestra propuesta situaciones de (mis)comunicación entre los interlocutores. En el Modelo comunicativo que nos ocupa, estos términos poseen unos límites muy concretos como veremos a continuación: La máxima eficacia interpretativa se consigue en dos situaciones de la recepción del discurso: (a) cuando el destinatario interpreta el mensaje intencionado del emisor precisamente en el sentido que éste desea que el mensaje sea interpretado; y (b) cuando el destinatario aprehende la información que exuda su entorno (social, cultural, físico...) sin que medie una intención en la comunicación, de una forma óptima. Al primer caso se refiere Fraser (1983: 32) cuando apunta que “on the assumtion that in uttering a sentence the speaker always means one and only one sense to be understood, the task of the hearer is to determine which one.” Sperber and Wilson, por su parte, aluden frecuentemente a este supuesto de la interpretación que es básico en su modelo comunicativo: se trata del supuesto en el que la interpretación se adecúa al Principio de Relevancia: “for an utterance to be understood, it must have one and only one interpretation consistent with the fact that the speaker intended it to seem relevant to the hearer -adequately relevant on the effect side and maximally relevant on the effort side. we will say that in this case the interpretation is consistent with the principle of relevance.” (Wilson y Sperber 1988: 141). En todos los casos, según el modelo de Relevancia, el destinatario deberá establecer la forma proposicional del mensaje y comprobar si la explicatura del enunciado se corresponde con lo que el emisor desea comunicar. Si no, deberá partir del contexto inicial y extraer algunas implicaciones contextuales que no se pueden deducir sólo del significado intrínseco de la forma proposicional sino de la combinación del enunciado con los atributos del contexto. En el caso específico de la comunicación dialógica lo importante, según Miall (1988: 158-159) no es el significado previo del texto, sino cómo el lector progresa del primer significado parcial hacia uno más complejo y elaborado. Esta propuesta de interpretación de la literatura se parece bastante a las fases propuestas por Sperber and Wilson (1986): Primero el lector sitúa un significado inicial para el texto... pero luego, la insuficiencia de los significados disponibles al explicar el texto exige una actividad interpretativa del lector que debe extenderse más allá de los significados de la primera fase. La deducción del lector de esta insuficiencia proviene del hecho de que los significados primeros pueden no servir para la significación sentida por el lector, o puede haber un conflicto de significados, o hay un espacio incompleto en los significados disponibles. 3. A taxonomy of interpretive cases: the verbal-visual Model of communication in the media Las cuatro dicotomías (dialógico/diegético, verbal/no intencionado, máxima eficacia que hemos verbal, analizado intencionado/no interpretativa/mínima eficacia interpretativa) nos proporcionan una mejor idea de todas las posibilidades que pueden darse en la comunicación de un medio de ficción como el de los media. La combinación (matemática) de estos cuatro parámetros nos da una relación de dieciséis supuestos comunicativos. La conjunción de todos estos supuestos forma nuestro Modelo Escripto-Icónico (VV-Model henceforth). En la tabla 1 enumeramos estos supuestos con las cuatro características que tiene cada uno de ellos: (Table 1.) Los cuatro atributos de cada uno de estos supuestos da cuenta de una gran variedad de posibilidades comunicativas e interpretativas en el discurso de ficción que contiene mensajes verbales y visuales, es decir, en el discurso ficcional de los media. En el próximo epígrafe ilustraré algunos supuestos del VV-Model con ejemplos tomados, en su mayoría, de uno de los corpus susceptibles de ser analizados bajo la perspectiva de este Modelo: el cómic Británico, un medio discursivo de ficción que ofrece grandes posibilidades de análisis pragmático, como ya se ha demostrado en estudios anteriores (Yus Ramos 1994, 1995a, 1995b; Watts 1989). Esta elección de corpus no excluye, por supuesto, la aplicación del Modelo a otros discursos verbo-icónicos de ficción como el discirso fílmico, televisivo, etc. En cada caso, ciertos ajustes deberán realizarse para adecuar las peculiaridades de cada medio a los atributos de cada supuesto del Modelo. 4. The VV-Model: some examples from British comics El VV-Model nos permite analizar variadas situaciones comunicativas y la calidad final de la actividad interpretativa de personajes o espectadores en los respectivos circuitos comunicativos. Por ejemplo, el diálogo (2) nos presenta una serie de viñetas dialógicas (no hay interacción conversacional entre dos o más personajes) que puede explicarse en términos de relevancia e incluirse en uno de los supuestos del VV-Model: (2) [panel 1: complete darkness, sound of alarm-clock represented as onomatopoeias] [panel 2: a light is switched on, the alarm-clock strikes 3 o’clock, character A has woken up] A: Jesus- This facking alram clock’s gone off too early again. [Panel 3: character A stretching himself up in the dim light] A: Mind you- I may as well get up. I’ll never get back to sleep now. [Panel 4: character A undraws the curtain, there is sunshine outside, the radio is on] Radio: ...and now it’s time for Steve Wright in the afternoon... (“Student Grant”, Viz 55, 8-1992, p. 19) In this dialogue, toda la escena produce un número muy amplio de conexiones contextuales con los esquemas cognitivos del lector, y gracias a la información enciclopédica previa que éste posee no es difícil prever que el lector establecerá una serie de suposiciones contextuales y que deducirá finalmente que la interpretación más correcta (o relevante) de la escena es que el reloj ha despertado al personaje a las tres de la madrugada. Pero en la siguiente viñeta el lector comprueba que son en realidad las tres de la tarde, y que el personaje ha estado durmiendo hasta esa hora. Es interesante destacar que la interpretación final de la escena es perfectamente plausible, pero ofrece un balance de efectos contextuales y de esfuerzo de procesamiento mucho peor que la interpretación que había seleccionado el lector. Como el lector detiene su actividad interpretativa en la primera hipótesis que se adecúa al principio de relevancia, esta segunda interpretación plausible no llega a ser tenida en cuenta por el lector. Es precisamente con esta posibilidad latente de otras interpretaciones con la que juega el dibujante y sobre la que basa el resultado humorístico de sus dibujos. Además, como el lector ha elegido precisamente la hipótesis interpretativa que deseaba el dibujante del cómic, la eficacia interpretativa resulta ser, paradójicamente, máxima. El diálogo participaría, por lo tanto, de los reader-oriented casos 1 (respecto a los enunciados verbales) y 5 (en cuanto a la información visual aportada) del VV-Model. Dentro del circuito comunicativo character-oriented el VVModel, en conjunción con la tipología de sub-intenciones que propusimos con anterioridad, nos ofrece una posible explicación de las razones que pueden llevar a la interpretación errónea de un enunciado verbal por parte del personaje destinatario (dentro del caso 10 del VV-Model: character-oriented, verbal, intentional, with minimal interpretive efficiency). De todas las situaciones comunicativas que pueden establecerse, ejemplificaremos tres de ellas: (a) Explicative intention misunderstood. En este apartado, el personaje elige la interpretación, de todas las posibles interpretaciones en el contexto de habla, que produce un máximo número de efectos contextuales a cambio de un esfuerzo mínimo en el procesamiento de la información, y a pesar de que la atribución de intención es correcta (se intuye que ésta es explicativa), la elección de una hipótesis interpretativa es errónea. Veamos dos ejemplos: (3) [a mother talking to her spoilt son] A: Oh dear, I think I’ve caught a cold. B: No mother. It’s natural selection. Nature is weeding out the runts... you’ll probably die. Anyway, how about some nice hot soup? A: Oooh... that sounds lovely. B: Yes it does... and don’t forget to make toasted soldiers for me as well. A: What?... But I... (“Spoilt bastard”, Viz 63, 12-1993, p. 3) (4) [two yobs and another customer B in a pub] A: Two pints of bitter ‘an whatever he’s ‘avin’, luv. B: That’s very decent of you, lads. A: Not really, you’re paying. (“Yobs”, Private Eye, 1988, p. 75) Las frases arquetípicas “how about...” en (3) y “and whatever...” en (4) favorecen que el interlocutor conecte de inmediato con secuencias cognitivas sobre las frases que se suelen utilizar en los ofrecimientos de nuestros interlocutores. Esta información, unida al contexto inicial del resfriado de la madre en (3), y de la situación de habla del pub en (4) favorecerá que la implicación contextual más inmediata de los interlocutores sea (5) y (6) respectivamente: (5) Mi hijo va a prepararme un plato de sopa caliente. (6) Ma van a invitar a una copa. Como contraste (humorístico), la interpretación que se buscaba es diametralmente opuesta a la que ofrece un mayor balance de efectos contextuales y de esfuerzo de procesamiento, con la consiguiente mínima eficacia interpreetativa. (b) Explicative intention intepreted as implicative. Con este apartado entramos de lleno en uno de los problemas que más interés ha suscitado en los analistas de la pragmática: la traslación semántica que tiene lugar entre el significado proposicional y el mensaje implicado (en términos griceanos) dentro del continuum semántico dentro de los atributos un contexto. Aspectos como el acto de habla indirecto, la metáfora o la ironía suponen un reto para la semántica tradicional debido a que el significado del enunciado difiere del significado del hablante. Por ejemplo, en el caso del acto de habla indirecto, se han propuesto varias explicaciones para el hecho de que invariablemente frases del tipo can you pass the salt? son siempre interpretadas como una petición y no como una pregunta facutal acerca da la capacidad del interlocutor para llevar a cabo la acción (see, for example, the natural approach vs the conventional approach in Morgan 1978; or the surface-meaning hypothesis vs the use-meaning hypothesis in Geukens 1978). En este apartado, un enunciado emitido con una intención explicativa es interpretado como si respondiera a una intención implicativa. Sperber and Wilson (1986: 169) aluden a esta situación cuando señalan que la primera interpretación óptimamente relevante puede dar la casualidad de ser relevante de una forma no esperada por el emisor. Este caso no se adecúa al Principio de Relevancia, esto es, a una interpretación que el emisor podía manifiestamente haber esperado que fuera relevante de forma óptima. Dos ejemplos de esta interpretación errónea podrían ser los siguientes: en (7) la pregunta sobre el número de veces que Ben ha leído el periódico desemboca en un requerimiento de aclaración; en (8) la pregunta sobre la localización del periódico es interpretada como un acto de habla directivo en forma indirecta: (7) GUS How many times have you read that paper? [BEN slams down the paper and rises] BEN [angrily] What do you mean? GUS I was just wondering how many times you'd- BEN What are you doing, criticising me? GUS No, I was just- BEN You'll get a swipe round your earhole if you don't watch your step. (Harold Pinter [1957]: The Room and the Dumb Waiter, quoted in Burton 1980: 89) (8) A: Do you know where today's paper is? B: I'll get it for you. A: That's OK. Just tell me where it is. I'll get it. B: No, I'LL get it. (Gumperz 1982: 135, emphasis in the original) (c) Implicative intention interpreted as explicative. En este apartado abordaremos el análisis de la situación comunicativa contraria: el personaje tiene una intención implicativa al emitir su enunciado pero su interlocutor interpreta dicho enunciado como si respondiera a una intención explicativa. De nuevo, la eficacia interpretativa es mínima porque el destinatario no consigue interpretar el mensaje en el sentido pretendido por el emisor. La atribución incorrecta de la variedad de intención minimiza la probabilidad de exista una ulterior estimación adecuada de la relevancia del enunciado. Una posible causa de esta asintonía en la gestación y la atribución de las intenciones radica, según Sperber and Wilson (1982: 129), en que en este caso el interlocutor sólo procesa algunas proposiciones importantes para la comprensión del contenido del enunciado, y otras implicaciones contextuales relevantes quedan fuera de este procesamiento en el plano explicativo: en la interpretación de una (aparente) intención explicativa “only a subset of the speaker’s m-intended propositions have a chance of being identified as such... Of course, the speaker may have further m-intentions, and the herarer may suspect that he has. But if they fall outside that subset identifiable by the principle of relevance, we know of no way in which those suspicions might be confirmed. some speakers, shy lovers for instance, m-intend their hearers to comprehend much more than they actually manage to convey. However, comprehension consists in retrieving only those mintentions which have been made retrievable by the speaker.” As an example form the corpus of comics analysed, in (9) a character emite un enunciado, Merry Chistmas con una intención implicativa, ya que la interpretación deseada (pedir dinero) no es obtenible directamente de la información proposicional del enunciado (felicitar las Navidades) y el sentido sólo es extraíble con la mediación de la información contextual. Ante la mínima eficacia interpretativa (el personaje destinatario elige la interpretación más proposicional del enunciado), el personaje emisor se ve obligado a resaltar la interpretación implicada recurriendo a una acción no verbal (extender la mano) que, siguiendo la terminología de Barthes (1977), sirve de anclaje del enunciado verbal reduciendo su abanico de interpretaciones: (9) [a postman at character B’s front door] A: A very Merry Christmas to you!! B: Thank you. And to you. A: [Stretching his hand] Hold on! I said, Merry Christmas! B: Oh! I see! allright. Just let me get my purse! A: Jesus! 50p... I got a quid from next door! (“Postman Plod”, Viz, Spunky Parts, p. 74) En (10) el artista juega con los modismos stand on your own two feet y get legless que poseen, por su porpia naturaleza, un carácter implicativo. En un juego semántico con la alternativa interpretación explicativa, el dibujante nos ofrece una caracterización cruel del personaje A: (10) [A is walking in the street and comes across a wanderer sitting on the floor and playing the flute] A: [to the reader] Look at this poor unfortunate victim of the nineties, a street begger. [dirigiéndose al vagabundo] You want to learn to stand on your own two feet! B: A: But I'm paraplegic you heartless bastard! Whoops! I can feel a bit of guilt creeping in. Here son, have a tenner. Go and get yourself legless. (“Miser Sid”. Smut 23, 11-1992, p. 22) El VV-Model nos permite analizar también casos de transmisión accidental de información, es decir, de información que se manifiesta al intérprete (espectador/personaje) como parte de lo que Sperber and Wilson llaman entorno cognitivo pero sin que exista una intencionalidad comunicativa en la transmisión. Puede ocurrir que un personaje escuche un enunciado que exuda su entorno socio-cultural y que la interpretación de este texto verbal sea correcta (caso 11) o incorrecta (caso 12). Lo mismo sucede con los mensajes no verbales que acceden al sistema de procesamiento del personaje. En (11), por ejemplo, el personaje A es incapaz de establecer la interpretación correcta de la información que se le manifiesta sin que medie una intencionalidad expresa de comunicarla. De nuevo, la mediación de los esquemas cognitivos que facilitan la elección de una (primera) interpretación que posee un balance óptimo de efectos contextuales y de esfuerzo en el procesamiento, conduce al personaje inevitablemente a la mínima eficacia interpretativa: (11) [Character A watching his neighbour over a fence. The neighbour is surrounded by birds, he looks like feeding them] A: What are you doing? B: What does it look like I’m doing? A: You’re a big sifty at heart, “feeding the birds”! B: I’m not feeding them, I’m poisoning the little bastards! That’ll teach them to wake me up at 4 o’clock in the morning!! (“Happy Larry”, Smut 26, 1-1993, p. 37) Podríamos seguir con numerosos ejemplos más que cubrirían todos los casos interpretativos del VV-Model. Sin embargo, la falta de espacio nos lleva a elegir sólo unos pocos ejemplos y dejar otros supuestos simplemente esbozados. Laidea básica subyacente es, en cualquier caso, que la taxonomía propuesta nos permite abarcar toda una gama de situaciones comunicativas en el discurso mediático e interpretarlas en términos de eficacia interpretativa y de relevancia. 5. Concluding remarks En el epígrafe anterior he aportado a few ejemplos de varios supuestos del VV-Model que he propuesto como propuesta central del presente artículo. La hipótesis principal que subyace en la elaboración de este modelo es que la mera combinación matemática de cuatro atributos del intercambio comunicativo bastan para caracterizar las posibilidades interpretativas que pueden darse en el discurso verbo-icónico de ficción. La dificultad para determinar la intencionalidad de los mensajes, junto con el control permanente del autor del discurso sobre la cualidad interpretativa de los intercambios comunicativos dentro de la trama argumental, nos ha llevado a plantear una presencia significativa de supuestos que reflejan el error interpretativo en la interacción, una cualidad interpretativa que en la interacción diaria, y en situaciones de la vida real, se supera sin mayores problemas pero que en el discurso de ficción permanece invariable. A la vez, creo haber demostrado la idoneidad de la Teoría de la Relevancia para determinar las razones de la máxima o mínima eficacia interpretativa. La aplicabilidad de las ideas de Sperber and Wilson al discurso mediático abre nuevas vías de expansión, dentro del discurso mediático, para esta propuesta cognitiva de la interpretación, como ya ha demostrado, por ejemplo, Tanaka (1994) en torno al discurso verbo-icónico publicitario. References Barnard, M., 1995. 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