LOS GUISANTES Esta es la historia de Pablito, un niño de 5 años al que no le gustaban las verduras, ni las endibias, ni los puerros, ni las coles de Bruselas, pero lo que nunca se comía eran los guisantes. Su madre se los ponía con el arroz, con el pescado, otras veces con jamón...pero Pablito siempre los apartaba y no se los comía, lo extraño era que él nunca los había probado, así que no podía saber si estaban buenos o malos. Un día fue con sus padres a una gran casa de campo a la que fueron invitados. Había otros niños, así que Pablito se lo pasó muy bien hasta que, persiguiendo a una ardilla se perdió en un frondoso bosque. Estaba desconcertado, no sabía cómo volver, allí no había nadie que pudiese ayudarle...pero miró hacia arriba y allí, en una rama estaba la ardilla. -Hola, ¿cómo te llamas? -¿Sabes hablar? -Pues claro. -Me llamo Pablo y me he perdido, tengo sueño y mucha hambre, ¿puedes ayudarme? -¡Sígueme! Y la ardilla llevó a Pablito a una pequeña casa abandonada que había en un claro del bosque. -Hoy podrás dormir aquí, encima de este montón de paja y mañana, cuando amanezca, te llevaré con tus padres. -­‐Pero... ¡tengo hambre! -Espera, ahora vuelvo. La ardilla fue al pequeño huerto que había detrás de la casa y cogió lo único que había, vainas llenas de deliciosos guisantes. -¡Abre la boca y cierra los ojos! El niño tenía tantas ganas de comer que hizo caso a la ardilla. -¡Qué bueno está esto! ¿Qué es? -Algunos les llaman chícharos, ¿quieres más? -Sí, ¡qué ricos!... ¡pero parecen guisantes! -Sí, eso es, guisantes, ¿te gustan? -Están muy buenos, ¿puedo repetir? La ardilla cogió muchos guisantes y se los dio a Pablito hasta que éste quedó satisfecho. A la mañana siguiente la ardilla acompañó al niño a la casa de campo dónde se encontró con sus padres que estaban muy preocupados. ¿Sabes qué es lo primero que les dijo Pablito? -­‐ Mamá, papá, esta noche quiero guisantes para cenar.