Una Formación transformadora para los religiosos de Hoy

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Una Formación transformadora para los religiosos de Hoy
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Mathew Vattamattam cmf
Introducción
Las formas de Vida Consagrada han atraído y siguen atrayendo a miles de corazones generosos a
abrazar el estilo de vida que Jesús eligió para sí mismo desde el momento en que colmó la vida
humana con el amor encarnado. Muchas formas de vida consagrada brotaron en la Iglesia y han
experimentado crecimiento y declive, han sido refundadas o han desaparecido, de modo especial
en las diferentes encrucijadas de la historia. Hoy hablamos de "crisis" en la vida religiosa
provocada por la disminución del número de vocaciones y aumento de la edad de sus miembros
en aquellos lugares que antaño fueron cuna de vocaciones religiosas y de una primavera
vocacional principalmente en las jóvenes iglesias de Asia y África. Muchos pensadores hablan de
nuestros tiempos como de un momento histórico de transición en la conciencia humana (cf. Beck,
Ken Wilber). El vino siempre nuevo del amor de Dios necesita nuevos odres para ofrecerlo hoy al
pueblo de Dios.
1. El
escenario
cambiante
de
la
vida
consagrada
Las estadísticas de la vida religiosa muestran un marcado descenso en las comunidades cristianas
tradicionalmente fecundas en occidente y un crecimiento sostenido en los continentes asiático y
africano. Este cambio geográfico en número de vocaciones a la vida consagrada puede
interpretarse positivamente cuando lo comparamos con el hecho de que la inmensa mayoría de la
población del mundo vive en estos dos continentes.
La formación adecuada del personal en el carisma y la misión de los respectivos institutos es un
reto importante. En el pasado reciente la Iglesia ha sufrido una constante erosión de su
credibilidad debido a los escándalos sexuales de clérigos y religiosos en diferentes países. La
cultura secular emergente apoya cada vez menos los valores centrales de la vida consagrada. A
menudo se destacan los valores de la vida consagrada como referencia cultural en una visión del
mundo hedonista y consumista. En el contexto complejo de hoy, vivir honradamente la
consagración religiosa requiere mayor integridad personal, profundidad espiritual y compromiso
profético. El grito atrás a las acusaciones y los intereses públicos por los escándalos del clero nos
invita a vivir con autenticidad y da credibilidad a la proclamación de los valores de vida
consagrada.
La fragilidad de la vida religiosa en medio de un ambiente social tan tentador se nota en el número
de deserciones, peticiones de exclaustración y secularizaciones que llegan a la Curia General de la
mayoría de las congregaciones. Además, la mediocridad del estilo de vida y el testimonio ineficaz
de la vida de comunidad debilitan la fuerza de los religiosos para ser una presencia profética y "un
antídoto para los males de la sociedad". A no ser que los religiosos se apoyen firmemente en el
carisma de sus respectivas congregaciones y en los fundamentos de la vida consagrada, serán
fácilmente empujados por los cambios socio-económicos, culturales y mediáticos que están
teniendo lugar en nuestros tiempos. La nueva generación emergente de la vida religiosa debe
estar adecuadamente preparada para vivir la cuádruple fidelidad (Potissimum institutioni n.18):
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 fidelidad a Cristo y al Evangelio;
 fidelidad a la Iglesia y a su misión en el mundo;
 fidelidad a la vida religiosa y al carisma del Instituto.
 fidelidad a la persona humana y a nuestros tiempos;
Se requiere una formación holística e integral tanto en las etapas iniciales como en las sucesivas.
2. La necesidad de un enfoque integral
Muchos documentos de la Iglesia sobre formación (Potissimum institutioni -1990, Pastores Dabo
Vobis-1992), afirman con razón la necesidad de un enfoque integral en la formación prestando
atención a una sólida formación humana. Sabemos que es necesario integrar todas las
dimensiones de la vida para convertirse en un auténtico testigo del amor de Dios. Pero lo que a
menudo se olvida es la manera de ser cada vez más autenticos a medida que uno avanza en la vida
religiosa. Una cosa es escuchar un discurso de una hora de duración sobre la meditación y otra
muy distinta extender la alfombra en el piso y sentarse para meditar durante una hora.
Lamentablemente, la práctica común en el mundo formativo es organizar discursos sin
complementarlos con la práctica. Una práctica que dé vida a los hermosos ideales que
proclamamos los religiosos.
3. Sugerencias para promover una formación transformadora
La formación es una transformación progresiva de toda la persona en Cristo por la interiorización
de los valores vocacionales que integran todas las dimensiones de la vida centrada en el misterio
pascual de Cristo. Quisiera exponer a vuestra consideración seis aspectos importantes que
requieren nuestra atención en la formación personal para la vida consagrada hoy.
3. 1.
Centralidad de Cristo en el itinerario formativo.
Empiezo con la metáfora de una planta de roble. La planta de roble brota en estado salvaje de las
bellotas y en seguida desarrolla una fina raíz de casi un metro de profundidad para buscar agua,
incluso cuando la planta es sólo de 30 centímetros de altura. En un vivero, sin embargo, esta raíz
se enrolla en el tiesto y a menudo se daña al trasplantarla. Un jardinero inteligente la trata con
cuidado y la coloca en un agujero vertical al trasplantarla. Después la planta crece con facilidad
hasta hacerse un árbol robusto. La relación del formando con Jesús es el núcleo del carisma y de la
misión religiosa. Es ésta experiencia central la que puede integrar todas las vicisitudes de la vida.
Esta relación pasa a través de un proceso de maduración del despertar espiritual de la persona. El
cuidado de los aspectos periféricos de la vida y la distracción causada por las exigencias de los
estudios y el trabajo puede dejar esta raíz central enrollada en el tiesto de plástico en el vivero de
la vida moderna. Si no se despierta la sensibilidad espiritual del formando, no habrá
transformación, sino sólo acomodación y ajuste durante un período de tiempo.
3. 2.
Cambio de enfoque: del "contenido" al "proceso".
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El acercamiento tradicional a la formación se realiza principalmente por un aprendizaje
adaptativo. Los altos ideales se presentan a los formandos sin tener en cuenta cómo los pueden
interiorizar en sus vidas. La idea de que el crecimiento y la transformación pasa por la información
recibida es equivocada. De hecho, cuando el proceso de aprendizaje está bien cuidado se asimila
mejor el contenido. Se aprende mejor cuando nosotros aprendemos cómo aprender. Este cambio
de enfoque del "contenido" al "proceso" en la formación traslada la principal responsabilidad de la
formación desde los programas y el formador al formando. El formador acompaña a los
formandos en el proceso de su transformación.
3.3.
Un enfoque integral y holístico.
Es la totalidad de la persona la que se transforma en semejanza de Cristo, el sanador compasivo.
Por lo tanto una formación integral tiene que atender a la integración de todas las dimensiones de
la vida espiritual, afectiva, moral, intelectual, carismática, pastoral y somática - en el eje central: la
vida en Cristo. "Lo que no está integrado se desintegra" (Cencini). Un Enfoque acercamiento
integral busca hacer justicia al misterio de la persona teniendo en cuenta lo individual y lo
colectivo, el interior y los aspectos exteriores que están simultáneamente presentes en cada
circunstancia (Ken Wilber). Por lo tanto el mundo interior de un formando (intenciones,
emociones) es tan importante como el exterior (hábitos, comportamiento). De este modo, la
realidad individual del formando se debe considerar dentro del contexto de los valores colectivos
compartidos y de las convicciones de la comunidad y de la sociedad en general.
3. 4.
Un movimiento de los deseos a los hechos, de los ideales a la practica.
A menudo la vida religiosa viene presentada en términos idealistas y los consejos evangélicos se
presentan con una retórica piadosa. Por ejemplo, los ideales de la castidad consagrada, pobreza y
obediencia suelen pasar por alto el proceso para lograr estos ideales. Tenemos abundantes teorías
y documentos que exaltan la vida consagrada, pero nos faltan recursos concretos para hacerlos
tangibles. El mundo secular está más avanzado en acercarse a sus objetivos de modo más realista
y concretoa. Podemos servirnos de la ayuda de las ciencias sociales para apoyar la formación en
sus respectivas áreas de especialización, tales como la comunicación social, la salud psicológica, las
relaciones interpersonales, la dinámica de grupo, etc... Religión y ciencia pueden convertirse así en
buenos socios para promocionar la formación transformadora.
3. 5.
Oportunidades del contexto Intercultural de hoy
Mucho antes de que las empresas de negocios se tonaran globales e interculturales, muchas
congregaciones eran multiculturales e interculturales desde su origen. Actualmente, cada vez más,
muchas comunidades religiosas son interculturales, trayendo consigo muchas bendiciones y
desafíos. Una formación integral implica formación intercultural que insiste en el crecimiento en el
factor unificador del regalo de carisma y aprecia la riqueza presente en la diversidad cultural. Sin
un profundo sentido de arraigo en el carisma y la misión de la congregación, la vida fraterna en
comunidades interculturales será muy frágil. Necesitamos programas de formación que cultiven la
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inteligencia cultural en el formando para beneficiarse de la riqueza de la diversidad de culturas y
evitar el desgaste de energía apostólica a causa del ajuste cultural.
3. 6.
Formación de formadores.
A menudo, en reuniones y capítulos, la formación viene calificada como la "prioridad de
prioridades". En mi opinión la selección y formación de formadores es quizás el aspecto más
descuidado en la formación. Personas buenas sin ninguna preparación son destinadas al
ministerio de la formación de la noche a la mañana. Esto puede llevar a una situación de dejar el
proceso de la formación a merced de los cambios de humor del formador. El acompañamiento en
la formación requiere que el formador/a esté en contacto con su propio desarrollo espiritual y
pueda facilitar el proceso de crecimiento de los formandos. Además, la necesidad urgente de
poner a personas competentes en las instituciones más importantes de la Congregación, prevalece
sobre la necesidad de reservar personal adecuado y competente para el ministerio de la
formación. Así, los objetivos a largo plazo son sacrificados en favor de urgencias a corto plazo,
provocando una situación de mediocridad en el proceso de formación. Una opción por la
formación transformadora requiere la preparación de formadores que faciliten este proceso en los
formandos.
Conclusión
La fe cristiana nos da esperanza en los momentos difíciles de la vida tanto en lo personal como en
lo institucional. La larga historia de la Iglesia que cuenta con una historia de momentos muy
difíciles en su camino reafirma nuestra convicción de que el Señor de la historia hace lo mejor para
salir de la peor de las situaciones humanas. Lo que tenemos que hacer es ajustarnos nosotros
mismos a la acción del espíritu del Señor resucitado en la actualidad. Esperamos que la formación
transformadora realice este ajuste en nuestros miembros para permanecer fieles al Señor que nos
ha llamado a servir a quienes él nos envía. Sólo una formación que mantiene encendidas las dos
pasiones que consumen el corazón de la persona consagrada puede llamarse verdaderamente
transformadora: pasión por Cristo y pasión por la humanidad.
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