CAPITULO V DONDE NO SE PONIA EL SOL (8) La historia, desde la evolución de los siglos más remotos, no alcanza a ofrecernos ejemplo de algún rey que haya contribuido más que Vuestra Majestad a ensalzar la admiración al Altísimo en la perfección de lo creado. a Fernando V I al dedicarle el Iter Hispanicum de Loefling, en 1758. CARLOS L I N N É Motivos de brevedad nos permiten apenas trazar en unas líneas El nuevo clima, favorable para la ciencia, se va creando así por el el boceto de lo que fué el renacimiento y desarrollo de la botánica influjo de diversas entidades y personalidades y, en lo que se refiere hispana durante el siglo XVIII, rota la continuidad en el anterior a la botánica, toma existencia con los Salvador y con Quer; se desarrolla con aquella tradición brillante de los naturalistas e historiadores de con el magisterio de Barnades, Gómez Ortega y Palau, y empieza a Indias, tantas veces inseparables en esta doble actividad de su pluma, dar frutos espléndidos con Mutis, con Cavanilles, con las expediciones de Ruiz y Pavón, de Sessé y de Malaspina, en un período de apogeo a la cabeza de los cuales se coronan de gloria Fernández de Oviedo, que se prolonga aun a través de las guerras, de las dificultades de Acosta y Sahagún, con los médicos filósofos (como ellos mismos se comunicación internacional que ellas suscitan y de los agobios del titulan en ocasiones) presididos, por propio derecho, por Nicolás erario que en ellas se agota, hasta la tragedia de 1808, en que la brutal Monardes y Francisco Hernández. agresión napoleónica y las conmociones políticas que vinieron después, El triste reinado de Carlos I I y la brecha sangrienta de la guerra malogran el aprovechamiento de gran parte de lo con tantos trabajos de Sucesión explican tal interrupción y el retraso que con respecto a obtenido. Los resultados logrados antes de aquellas conmociones y lo la ciencia de las plantas existió en nuestro país al alborear el siglo; si que por uno u otro camino fué posible salvar tienen, sin embargo, bien resista consolador comprobar cómo el movimiento restaurador, valor suficiente para consolidar la gloria de sus autores y cubrir de que lentamente se va abriendo camino, no es un mero reflejo de la méritos a los que en su obra les ayudaron o alentaron, siendo a la vez política de una nueva dinastía, sino que cuenta con raíces anteriores lazo de unión hoy entre los pueblos de la Hispanidad e imperativo hondamente nacionales. para continuar conjuntamente esta empresa, iniciada con tan felices Es aún en el brumoso período del último de los Austrias cuando se auspicios por los que nos dejaron tan valioso legado común. inicia esta renovación, que tiene su expresión concreta en la fundación El influjo de hombres doctos en otras ciencias creaba un ambiente y primeras actividades de la Academia Médica de Sevilla, fundada favorable para éstas, llegando en algunos casos a colaborar aquéllos por entonces con el nombre y propósito aun más explícito de Regia Sociedad de Medicina y Ciencias de Sevilla. Comenzó esta ilustre entidad más o menos directamente en éstas, como aconteció con Ulloa y Solano. Políticos ilustrados como Carvajal, Floridablanca, Gálvez y por ser una tertulia de médicos que se reunían en la ciudad del Betis a Porlier les prestaron su protección y alguno, como Jovellanos, las finales del siglo xvn, en su mayor parte no procedentes de ninguna cultivó él mismo; maestros como el P. Flórez despertaron interés por Universidad, sino de las filas de los llamados revalidados, formados su aprendizaje en el espíritu de los príncipes. en la práctica con otro médico y autorizados después por la obtención Vinculadas en cierto modo la Medicina y la Historia Natural, no del título para el ejercicio de la profesión, frente a los médicos galénisólo en sus fundamentos objetivos que hacen del médico y del farmacos cuya ciencia se fundaba en el conocimiento memorístico de los céutico un naturalista más, sino por una tradición de siglos, entre las textos de Hipócrates y Galeno. Según los datos existentes en el Libro filas de los hombres pertenecientes a estas profesiones se reclutaron primitivo de la Sociedad, publicados por el doctor de las Barras y los iniciadores de su renovación en España. Aragón, estos beneméritos promotores pretendían adelantarse en la Philosophia experimental, procurando para este fin los más escogidos authores De ahí el hincapié del P. Feijóo sobre la utilidad de los conocimienque les pudo franquear la diligencia personal por medio de muchos aficio- tos médicos para vencer la resistencia de los adversos a las ciencias; de ahí que las Reales Cédulas orgánicas de nuestras expediciones científinados extranjeros. Adhiriéronse a este movimiento otros y la tertulia atrajo a sí la correspondencia con los primeros hombres de la Facultad en cas proclamasen en su preámbulo la necesidad de adquirir conocimienla Corte y, en esta ciudad, al ingenio de D. Lucas dejáureguimédico reva- tos útiles en medicina y economía, beneficiosos para todos los súbditos y en particular para los habitantes de las provincias ultramarinas lidado en ella. Vencida la oposición de los contrarios que la denunciade España. ron al fiscal de S. M. y previa consulta al Real Protomedicato y a proLos primeros botánicos españoles del siglo xvm son entusiastas puesta del Consejo de Castilla, firmó Carlos I I en 25 de mayo de 1700 adeptos del sistema de Tournefort. La relación directa con este sabio la Real Cédula de constitución de la que había empezado por tertulia se establece a través de Salvador y Pedrol (Jaime), farmacéutico de particular. Consideramos del mayor interés subrayar este punto, que Barcelona, cuyo padre, Juan Salvador, botánico también, había mannos muestra una decidida iniciativa para la renovación del estado de tenido correspondencia científica con Dalenchamp y Barrelier. Jaime cosas, como fruto de un proceso puramente nacional que halló ecos Salvador, ya formado en la ciencia de las plantas cuandb Tournefort favorables en la Corte y consiguió el apoyo de los más altos y autovino a España, fué su acompañante en trabajos y excursiones por nuesrizados organismos competentes, como el Real Protomedicato y el tro país y su amigo cordial durante el resto de la vida, tan estimado de Consejo de Castilla. Los estatutos fueron, poco tiempo después, conaquél que le llamó Fénix de España. Llegó a reunir ricas colecciones, firmados por Felipe V, pasando por su presidencia doctores de tanta nutrida biblioteca y a poseer un Jardín Botánico en San Juan del Espí, fama como Zapata y Cervi, el último de los cuales, al morir en 1741, que Colmeiro califica como si no el primero, el más rico por lo menos y dividió su biblioteca entre esta Sociedad y la matritense, posteriorel más propio de su objeto que hasta entonces se había conocido en España. mente creada. En la Sociedad sevillana se cultivaban, con la mediDesgraciadamente no dejó publicaciones que conservaran y extencina, la química, la mineralogía, la anatomía y la fisiología, incluso dieran su ciencia las cuales hubieran anticipado lo que después, ya tarla vegetal, realizándose también excursiones científicas. (S) Este capítulo es un resumen del estudio inédito v más extenso, redactado por el mismo autor, Z o f a d ^ . Ü ^ S l t o Ultramar durante el siglo XVIII. Se le ha acortado aquí por motivos editoriales y por los mismos se le ha despojado de todo aparato bibliogratico. l n — 15 — ' Pr °VÍnCÍaS *